El Patronato de Arte Contemporáneo cumple este año dos décadas de apoyar a generaciones de artistas, de generar públicos y repensar el arte que se hace en México.
Hace veinte años nadie había mapeado las inquietudes de los artistas jóvenes y los colectivos mexicanos. No había instituciones tan sólidas como lo son el MUAC, el Tamayo o el Jumex. Y el arte latinoamericano no tenía esa fuerza que tiene hoy en galerías y ferias de arte en el mundo. En ese escenario apareció hace dos décadas el Patronato de Arte Contemporáneo (PAC), una iniciativa de la sociedad civil que ha apoyado el desarrollo y la reflexión de la producción artística en México.
Fue en junio de 2000 cuando fue creado por tres personajes cruciales: Magda Carranza, Osvaldo Sánchez y Patricia Sloane, quienes convocaron a grupos de profesionales para dar forma a la asociación, y buscar los espacios y los proyectos con los que se pudiera abrir un diálogo contemporáneo. “Fue el inicio de una escena ansiosa por gestar proyectos. Eugenio López Alonso empezaba con su colección y el Carrillo Gil ya mostraba intereses en lo contemporáneo. Pero no existía un patronato para todos, que no fuera de un museo, y que hiciera comunidad, que apoyara a artistas emergentes. Veníamos del boom de los noventa, y se empezaba a mirar en los dos miles qué estaban haciendo los jóvenes, lo inédito, con mayor interés”, cuenta Ana Cristina Flores Ponce, directora actual del patronato, maestra en arte contemporáneo por la Universidad de Essex.
De esas semillas vendrían dos décadas cruciales para el arte nacional: la apertura de espacios, fundaciones y proyectos colaborativos como SOMA, enfocado en la formación de artistas, y poco antes La Panadería, espacio independiente y de exposición. “El PAC fue artífice para colectivos y espacios y apoyó laboratorios de experimentación, maneras de hacer y formar públicos. Espacios flexibles y efímeros que atravesaban la conversación”, dice Flores Ponce.
Este año, con motivo del aniversario, el PAC hará público su archivo histórico en el que se podrán revivir grandes proyectos, como el de Pedro Reyes en 2002, cuando utilizó La torre de los vientos, escultura de Gonzalo Fonseca de la Ruta de la Amistad, para desarrollar obras in situ e intervenciones de artistas y arquitectos; o la de Melanie Smith, Xilitla: incidentes fuera de eje en 2010, un trabajo de investigación in situ que derivó en una película en 35 mm que cuestionaba los límites entre lo moderno y lo contemporáneo. [caption id="attachment_245513" align="aligncenter" width="833"]
La torre de los vientos, escultura de Gonzalo Fonseca de la Ruta de la Amistad, intervenida por Pedro Reyes. / Cortesía de PAC.[/caption]
El PAC apoyó proyectos de restauración como la escalera de Casa Barragán en 2003, declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco; o la Restauración de un mural del colectivo Tercerunquinto, cuando intervino un muro de la Sala de Arte Público Siqueiros en 2010. “Fuimos decisivos para recuperar el Pabellón de México en la Bienal de Venecia en 2007, un trabajo que hizo Paty Sloane, quien se dio cuenta de que necesitábamos una representación internacional en Venecia y que fue crucial en el repunte del arte mexicano en el mundo”, agrega. Gracias al apoyo, Rafael Lozano-Hemmer presentó “Algunas cosas pasan más veces con todo el tiempo”, un proyecto de seis instalaciones interactivas creadas ex profeso para la bienal.
La misión de divulgación se ha reflejado en el apoyo a proyectos editoriales como las revistas ERRR Magazine o Curare, y el Simposio Internacional de Teoría sobre Arte Contemporáneo (SITAC), el primer programa del patronato con el que se convocó a profesionales, curadores y artistas, en tiempos preinternet en que los posgrados en arte tardaban en llegar al país. “Cuauhtémoc Medina decía que el SITAC se convirtió en un espacio para que se juntaran todas las tribus del arte. Eran intercambios de experiencia, crónicas de controversias y puentes. Un ejercicio de reunirse a repensar una escena que avanzaba a pasos agigantados y con una fuerza tremenda”, dice Christian Gómez, coordinador de programas.
Todo este archivo también se verá reflejado en una publicación y habrá una recopilación de testimonios cruciales que estarán en línea a través de pac.org.mx El PAC abrió la puerta a la iniciativa privada, para que a través de exposiciones, clínicas, simposios y laboratorios pudiéramos estacionarnos y hacer arte en tiempo presente.
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El Patronato de Arte Contemporáneo cumple este año dos décadas de apoyar a generaciones de artistas, de generar públicos y repensar el arte que se hace en México.
Hace veinte años nadie había mapeado las inquietudes de los artistas jóvenes y los colectivos mexicanos. No había instituciones tan sólidas como lo son el MUAC, el Tamayo o el Jumex. Y el arte latinoamericano no tenía esa fuerza que tiene hoy en galerías y ferias de arte en el mundo. En ese escenario apareció hace dos décadas el Patronato de Arte Contemporáneo (PAC), una iniciativa de la sociedad civil que ha apoyado el desarrollo y la reflexión de la producción artística en México.
Fue en junio de 2000 cuando fue creado por tres personajes cruciales: Magda Carranza, Osvaldo Sánchez y Patricia Sloane, quienes convocaron a grupos de profesionales para dar forma a la asociación, y buscar los espacios y los proyectos con los que se pudiera abrir un diálogo contemporáneo. “Fue el inicio de una escena ansiosa por gestar proyectos. Eugenio López Alonso empezaba con su colección y el Carrillo Gil ya mostraba intereses en lo contemporáneo. Pero no existía un patronato para todos, que no fuera de un museo, y que hiciera comunidad, que apoyara a artistas emergentes. Veníamos del boom de los noventa, y se empezaba a mirar en los dos miles qué estaban haciendo los jóvenes, lo inédito, con mayor interés”, cuenta Ana Cristina Flores Ponce, directora actual del patronato, maestra en arte contemporáneo por la Universidad de Essex.
De esas semillas vendrían dos décadas cruciales para el arte nacional: la apertura de espacios, fundaciones y proyectos colaborativos como SOMA, enfocado en la formación de artistas, y poco antes La Panadería, espacio independiente y de exposición. “El PAC fue artífice para colectivos y espacios y apoyó laboratorios de experimentación, maneras de hacer y formar públicos. Espacios flexibles y efímeros que atravesaban la conversación”, dice Flores Ponce.
Este año, con motivo del aniversario, el PAC hará público su archivo histórico en el que se podrán revivir grandes proyectos, como el de Pedro Reyes en 2002, cuando utilizó La torre de los vientos, escultura de Gonzalo Fonseca de la Ruta de la Amistad, para desarrollar obras in situ e intervenciones de artistas y arquitectos; o la de Melanie Smith, Xilitla: incidentes fuera de eje en 2010, un trabajo de investigación in situ que derivó en una película en 35 mm que cuestionaba los límites entre lo moderno y lo contemporáneo. [caption id="attachment_245513" align="aligncenter" width="833"]
La torre de los vientos, escultura de Gonzalo Fonseca de la Ruta de la Amistad, intervenida por Pedro Reyes. / Cortesía de PAC.[/caption]
El PAC apoyó proyectos de restauración como la escalera de Casa Barragán en 2003, declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco; o la Restauración de un mural del colectivo Tercerunquinto, cuando intervino un muro de la Sala de Arte Público Siqueiros en 2010. “Fuimos decisivos para recuperar el Pabellón de México en la Bienal de Venecia en 2007, un trabajo que hizo Paty Sloane, quien se dio cuenta de que necesitábamos una representación internacional en Venecia y que fue crucial en el repunte del arte mexicano en el mundo”, agrega. Gracias al apoyo, Rafael Lozano-Hemmer presentó “Algunas cosas pasan más veces con todo el tiempo”, un proyecto de seis instalaciones interactivas creadas ex profeso para la bienal.
La misión de divulgación se ha reflejado en el apoyo a proyectos editoriales como las revistas ERRR Magazine o Curare, y el Simposio Internacional de Teoría sobre Arte Contemporáneo (SITAC), el primer programa del patronato con el que se convocó a profesionales, curadores y artistas, en tiempos preinternet en que los posgrados en arte tardaban en llegar al país. “Cuauhtémoc Medina decía que el SITAC se convirtió en un espacio para que se juntaran todas las tribus del arte. Eran intercambios de experiencia, crónicas de controversias y puentes. Un ejercicio de reunirse a repensar una escena que avanzaba a pasos agigantados y con una fuerza tremenda”, dice Christian Gómez, coordinador de programas.
Todo este archivo también se verá reflejado en una publicación y habrá una recopilación de testimonios cruciales que estarán en línea a través de pac.org.mx El PAC abrió la puerta a la iniciativa privada, para que a través de exposiciones, clínicas, simposios y laboratorios pudiéramos estacionarnos y hacer arte en tiempo presente.
El Patronato de Arte Contemporáneo cumple este año dos décadas de apoyar a generaciones de artistas, de generar públicos y repensar el arte que se hace en México.
Hace veinte años nadie había mapeado las inquietudes de los artistas jóvenes y los colectivos mexicanos. No había instituciones tan sólidas como lo son el MUAC, el Tamayo o el Jumex. Y el arte latinoamericano no tenía esa fuerza que tiene hoy en galerías y ferias de arte en el mundo. En ese escenario apareció hace dos décadas el Patronato de Arte Contemporáneo (PAC), una iniciativa de la sociedad civil que ha apoyado el desarrollo y la reflexión de la producción artística en México.
Fue en junio de 2000 cuando fue creado por tres personajes cruciales: Magda Carranza, Osvaldo Sánchez y Patricia Sloane, quienes convocaron a grupos de profesionales para dar forma a la asociación, y buscar los espacios y los proyectos con los que se pudiera abrir un diálogo contemporáneo. “Fue el inicio de una escena ansiosa por gestar proyectos. Eugenio López Alonso empezaba con su colección y el Carrillo Gil ya mostraba intereses en lo contemporáneo. Pero no existía un patronato para todos, que no fuera de un museo, y que hiciera comunidad, que apoyara a artistas emergentes. Veníamos del boom de los noventa, y se empezaba a mirar en los dos miles qué estaban haciendo los jóvenes, lo inédito, con mayor interés”, cuenta Ana Cristina Flores Ponce, directora actual del patronato, maestra en arte contemporáneo por la Universidad de Essex.
De esas semillas vendrían dos décadas cruciales para el arte nacional: la apertura de espacios, fundaciones y proyectos colaborativos como SOMA, enfocado en la formación de artistas, y poco antes La Panadería, espacio independiente y de exposición. “El PAC fue artífice para colectivos y espacios y apoyó laboratorios de experimentación, maneras de hacer y formar públicos. Espacios flexibles y efímeros que atravesaban la conversación”, dice Flores Ponce.
Este año, con motivo del aniversario, el PAC hará público su archivo histórico en el que se podrán revivir grandes proyectos, como el de Pedro Reyes en 2002, cuando utilizó La torre de los vientos, escultura de Gonzalo Fonseca de la Ruta de la Amistad, para desarrollar obras in situ e intervenciones de artistas y arquitectos; o la de Melanie Smith, Xilitla: incidentes fuera de eje en 2010, un trabajo de investigación in situ que derivó en una película en 35 mm que cuestionaba los límites entre lo moderno y lo contemporáneo. [caption id="attachment_245513" align="aligncenter" width="833"]
La torre de los vientos, escultura de Gonzalo Fonseca de la Ruta de la Amistad, intervenida por Pedro Reyes. / Cortesía de PAC.[/caption]
El PAC apoyó proyectos de restauración como la escalera de Casa Barragán en 2003, declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco; o la Restauración de un mural del colectivo Tercerunquinto, cuando intervino un muro de la Sala de Arte Público Siqueiros en 2010. “Fuimos decisivos para recuperar el Pabellón de México en la Bienal de Venecia en 2007, un trabajo que hizo Paty Sloane, quien se dio cuenta de que necesitábamos una representación internacional en Venecia y que fue crucial en el repunte del arte mexicano en el mundo”, agrega. Gracias al apoyo, Rafael Lozano-Hemmer presentó “Algunas cosas pasan más veces con todo el tiempo”, un proyecto de seis instalaciones interactivas creadas ex profeso para la bienal.
La misión de divulgación se ha reflejado en el apoyo a proyectos editoriales como las revistas ERRR Magazine o Curare, y el Simposio Internacional de Teoría sobre Arte Contemporáneo (SITAC), el primer programa del patronato con el que se convocó a profesionales, curadores y artistas, en tiempos preinternet en que los posgrados en arte tardaban en llegar al país. “Cuauhtémoc Medina decía que el SITAC se convirtió en un espacio para que se juntaran todas las tribus del arte. Eran intercambios de experiencia, crónicas de controversias y puentes. Un ejercicio de reunirse a repensar una escena que avanzaba a pasos agigantados y con una fuerza tremenda”, dice Christian Gómez, coordinador de programas.
Todo este archivo también se verá reflejado en una publicación y habrá una recopilación de testimonios cruciales que estarán en línea a través de pac.org.mx El PAC abrió la puerta a la iniciativa privada, para que a través de exposiciones, clínicas, simposios y laboratorios pudiéramos estacionarnos y hacer arte en tiempo presente.
El Patronato de Arte Contemporáneo cumple este año dos décadas de apoyar a generaciones de artistas, de generar públicos y repensar el arte que se hace en México.
Hace veinte años nadie había mapeado las inquietudes de los artistas jóvenes y los colectivos mexicanos. No había instituciones tan sólidas como lo son el MUAC, el Tamayo o el Jumex. Y el arte latinoamericano no tenía esa fuerza que tiene hoy en galerías y ferias de arte en el mundo. En ese escenario apareció hace dos décadas el Patronato de Arte Contemporáneo (PAC), una iniciativa de la sociedad civil que ha apoyado el desarrollo y la reflexión de la producción artística en México.
Fue en junio de 2000 cuando fue creado por tres personajes cruciales: Magda Carranza, Osvaldo Sánchez y Patricia Sloane, quienes convocaron a grupos de profesionales para dar forma a la asociación, y buscar los espacios y los proyectos con los que se pudiera abrir un diálogo contemporáneo. “Fue el inicio de una escena ansiosa por gestar proyectos. Eugenio López Alonso empezaba con su colección y el Carrillo Gil ya mostraba intereses en lo contemporáneo. Pero no existía un patronato para todos, que no fuera de un museo, y que hiciera comunidad, que apoyara a artistas emergentes. Veníamos del boom de los noventa, y se empezaba a mirar en los dos miles qué estaban haciendo los jóvenes, lo inédito, con mayor interés”, cuenta Ana Cristina Flores Ponce, directora actual del patronato, maestra en arte contemporáneo por la Universidad de Essex.
De esas semillas vendrían dos décadas cruciales para el arte nacional: la apertura de espacios, fundaciones y proyectos colaborativos como SOMA, enfocado en la formación de artistas, y poco antes La Panadería, espacio independiente y de exposición. “El PAC fue artífice para colectivos y espacios y apoyó laboratorios de experimentación, maneras de hacer y formar públicos. Espacios flexibles y efímeros que atravesaban la conversación”, dice Flores Ponce.
Este año, con motivo del aniversario, el PAC hará público su archivo histórico en el que se podrán revivir grandes proyectos, como el de Pedro Reyes en 2002, cuando utilizó La torre de los vientos, escultura de Gonzalo Fonseca de la Ruta de la Amistad, para desarrollar obras in situ e intervenciones de artistas y arquitectos; o la de Melanie Smith, Xilitla: incidentes fuera de eje en 2010, un trabajo de investigación in situ que derivó en una película en 35 mm que cuestionaba los límites entre lo moderno y lo contemporáneo. [caption id="attachment_245513" align="aligncenter" width="833"]
La torre de los vientos, escultura de Gonzalo Fonseca de la Ruta de la Amistad, intervenida por Pedro Reyes. / Cortesía de PAC.[/caption]
El PAC apoyó proyectos de restauración como la escalera de Casa Barragán en 2003, declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco; o la Restauración de un mural del colectivo Tercerunquinto, cuando intervino un muro de la Sala de Arte Público Siqueiros en 2010. “Fuimos decisivos para recuperar el Pabellón de México en la Bienal de Venecia en 2007, un trabajo que hizo Paty Sloane, quien se dio cuenta de que necesitábamos una representación internacional en Venecia y que fue crucial en el repunte del arte mexicano en el mundo”, agrega. Gracias al apoyo, Rafael Lozano-Hemmer presentó “Algunas cosas pasan más veces con todo el tiempo”, un proyecto de seis instalaciones interactivas creadas ex profeso para la bienal.
La misión de divulgación se ha reflejado en el apoyo a proyectos editoriales como las revistas ERRR Magazine o Curare, y el Simposio Internacional de Teoría sobre Arte Contemporáneo (SITAC), el primer programa del patronato con el que se convocó a profesionales, curadores y artistas, en tiempos preinternet en que los posgrados en arte tardaban en llegar al país. “Cuauhtémoc Medina decía que el SITAC se convirtió en un espacio para que se juntaran todas las tribus del arte. Eran intercambios de experiencia, crónicas de controversias y puentes. Un ejercicio de reunirse a repensar una escena que avanzaba a pasos agigantados y con una fuerza tremenda”, dice Christian Gómez, coordinador de programas.
Todo este archivo también se verá reflejado en una publicación y habrá una recopilación de testimonios cruciales que estarán en línea a través de pac.org.mx El PAC abrió la puerta a la iniciativa privada, para que a través de exposiciones, clínicas, simposios y laboratorios pudiéramos estacionarnos y hacer arte en tiempo presente.
El Patronato de Arte Contemporáneo cumple este año dos décadas de apoyar a generaciones de artistas, de generar públicos y repensar el arte que se hace en México.
Hace veinte años nadie había mapeado las inquietudes de los artistas jóvenes y los colectivos mexicanos. No había instituciones tan sólidas como lo son el MUAC, el Tamayo o el Jumex. Y el arte latinoamericano no tenía esa fuerza que tiene hoy en galerías y ferias de arte en el mundo. En ese escenario apareció hace dos décadas el Patronato de Arte Contemporáneo (PAC), una iniciativa de la sociedad civil que ha apoyado el desarrollo y la reflexión de la producción artística en México.
Fue en junio de 2000 cuando fue creado por tres personajes cruciales: Magda Carranza, Osvaldo Sánchez y Patricia Sloane, quienes convocaron a grupos de profesionales para dar forma a la asociación, y buscar los espacios y los proyectos con los que se pudiera abrir un diálogo contemporáneo. “Fue el inicio de una escena ansiosa por gestar proyectos. Eugenio López Alonso empezaba con su colección y el Carrillo Gil ya mostraba intereses en lo contemporáneo. Pero no existía un patronato para todos, que no fuera de un museo, y que hiciera comunidad, que apoyara a artistas emergentes. Veníamos del boom de los noventa, y se empezaba a mirar en los dos miles qué estaban haciendo los jóvenes, lo inédito, con mayor interés”, cuenta Ana Cristina Flores Ponce, directora actual del patronato, maestra en arte contemporáneo por la Universidad de Essex.
De esas semillas vendrían dos décadas cruciales para el arte nacional: la apertura de espacios, fundaciones y proyectos colaborativos como SOMA, enfocado en la formación de artistas, y poco antes La Panadería, espacio independiente y de exposición. “El PAC fue artífice para colectivos y espacios y apoyó laboratorios de experimentación, maneras de hacer y formar públicos. Espacios flexibles y efímeros que atravesaban la conversación”, dice Flores Ponce.
Este año, con motivo del aniversario, el PAC hará público su archivo histórico en el que se podrán revivir grandes proyectos, como el de Pedro Reyes en 2002, cuando utilizó La torre de los vientos, escultura de Gonzalo Fonseca de la Ruta de la Amistad, para desarrollar obras in situ e intervenciones de artistas y arquitectos; o la de Melanie Smith, Xilitla: incidentes fuera de eje en 2010, un trabajo de investigación in situ que derivó en una película en 35 mm que cuestionaba los límites entre lo moderno y lo contemporáneo. [caption id="attachment_245513" align="aligncenter" width="833"]
La torre de los vientos, escultura de Gonzalo Fonseca de la Ruta de la Amistad, intervenida por Pedro Reyes. / Cortesía de PAC.[/caption]
El PAC apoyó proyectos de restauración como la escalera de Casa Barragán en 2003, declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco; o la Restauración de un mural del colectivo Tercerunquinto, cuando intervino un muro de la Sala de Arte Público Siqueiros en 2010. “Fuimos decisivos para recuperar el Pabellón de México en la Bienal de Venecia en 2007, un trabajo que hizo Paty Sloane, quien se dio cuenta de que necesitábamos una representación internacional en Venecia y que fue crucial en el repunte del arte mexicano en el mundo”, agrega. Gracias al apoyo, Rafael Lozano-Hemmer presentó “Algunas cosas pasan más veces con todo el tiempo”, un proyecto de seis instalaciones interactivas creadas ex profeso para la bienal.
La misión de divulgación se ha reflejado en el apoyo a proyectos editoriales como las revistas ERRR Magazine o Curare, y el Simposio Internacional de Teoría sobre Arte Contemporáneo (SITAC), el primer programa del patronato con el que se convocó a profesionales, curadores y artistas, en tiempos preinternet en que los posgrados en arte tardaban en llegar al país. “Cuauhtémoc Medina decía que el SITAC se convirtió en un espacio para que se juntaran todas las tribus del arte. Eran intercambios de experiencia, crónicas de controversias y puentes. Un ejercicio de reunirse a repensar una escena que avanzaba a pasos agigantados y con una fuerza tremenda”, dice Christian Gómez, coordinador de programas.
Todo este archivo también se verá reflejado en una publicación y habrá una recopilación de testimonios cruciales que estarán en línea a través de pac.org.mx El PAC abrió la puerta a la iniciativa privada, para que a través de exposiciones, clínicas, simposios y laboratorios pudiéramos estacionarnos y hacer arte en tiempo presente.
Hace veinte años nadie había mapeado las inquietudes de los artistas jóvenes y los colectivos mexicanos. No había instituciones tan sólidas como lo son el MUAC, el Tamayo o el Jumex. Y el arte latinoamericano no tenía esa fuerza que tiene hoy en galerías y ferias de arte en el mundo. En ese escenario apareció hace dos décadas el Patronato de Arte Contemporáneo (PAC), una iniciativa de la sociedad civil que ha apoyado el desarrollo y la reflexión de la producción artística en México.
Fue en junio de 2000 cuando fue creado por tres personajes cruciales: Magda Carranza, Osvaldo Sánchez y Patricia Sloane, quienes convocaron a grupos de profesionales para dar forma a la asociación, y buscar los espacios y los proyectos con los que se pudiera abrir un diálogo contemporáneo. “Fue el inicio de una escena ansiosa por gestar proyectos. Eugenio López Alonso empezaba con su colección y el Carrillo Gil ya mostraba intereses en lo contemporáneo. Pero no existía un patronato para todos, que no fuera de un museo, y que hiciera comunidad, que apoyara a artistas emergentes. Veníamos del boom de los noventa, y se empezaba a mirar en los dos miles qué estaban haciendo los jóvenes, lo inédito, con mayor interés”, cuenta Ana Cristina Flores Ponce, directora actual del patronato, maestra en arte contemporáneo por la Universidad de Essex.
De esas semillas vendrían dos décadas cruciales para el arte nacional: la apertura de espacios, fundaciones y proyectos colaborativos como SOMA, enfocado en la formación de artistas, y poco antes La Panadería, espacio independiente y de exposición. “El PAC fue artífice para colectivos y espacios y apoyó laboratorios de experimentación, maneras de hacer y formar públicos. Espacios flexibles y efímeros que atravesaban la conversación”, dice Flores Ponce.
Este año, con motivo del aniversario, el PAC hará público su archivo histórico en el que se podrán revivir grandes proyectos, como el de Pedro Reyes en 2002, cuando utilizó La torre de los vientos, escultura de Gonzalo Fonseca de la Ruta de la Amistad, para desarrollar obras in situ e intervenciones de artistas y arquitectos; o la de Melanie Smith, Xilitla: incidentes fuera de eje en 2010, un trabajo de investigación in situ que derivó en una película en 35 mm que cuestionaba los límites entre lo moderno y lo contemporáneo. [caption id="attachment_245513" align="aligncenter" width="833"]
La torre de los vientos, escultura de Gonzalo Fonseca de la Ruta de la Amistad, intervenida por Pedro Reyes. / Cortesía de PAC.[/caption]
El PAC apoyó proyectos de restauración como la escalera de Casa Barragán en 2003, declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco; o la Restauración de un mural del colectivo Tercerunquinto, cuando intervino un muro de la Sala de Arte Público Siqueiros en 2010. “Fuimos decisivos para recuperar el Pabellón de México en la Bienal de Venecia en 2007, un trabajo que hizo Paty Sloane, quien se dio cuenta de que necesitábamos una representación internacional en Venecia y que fue crucial en el repunte del arte mexicano en el mundo”, agrega. Gracias al apoyo, Rafael Lozano-Hemmer presentó “Algunas cosas pasan más veces con todo el tiempo”, un proyecto de seis instalaciones interactivas creadas ex profeso para la bienal.
La misión de divulgación se ha reflejado en el apoyo a proyectos editoriales como las revistas ERRR Magazine o Curare, y el Simposio Internacional de Teoría sobre Arte Contemporáneo (SITAC), el primer programa del patronato con el que se convocó a profesionales, curadores y artistas, en tiempos preinternet en que los posgrados en arte tardaban en llegar al país. “Cuauhtémoc Medina decía que el SITAC se convirtió en un espacio para que se juntaran todas las tribus del arte. Eran intercambios de experiencia, crónicas de controversias y puentes. Un ejercicio de reunirse a repensar una escena que avanzaba a pasos agigantados y con una fuerza tremenda”, dice Christian Gómez, coordinador de programas.
Todo este archivo también se verá reflejado en una publicación y habrá una recopilación de testimonios cruciales que estarán en línea a través de pac.org.mx El PAC abrió la puerta a la iniciativa privada, para que a través de exposiciones, clínicas, simposios y laboratorios pudiéramos estacionarnos y hacer arte en tiempo presente.
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