Enrique Torre Molina: Construyendo puentes

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Junio es el mes del orgullo LGBT+. Como parte de un ejercicio para celebrar a las voces más disruptoras, Gatopardo entrevistó a los personajes que están cambiando el rostro del movimiento en el país. Enrique Torre Molina, que con su activismo y asesoría ha logrado construir puentes para fortalecer la visibilidad LGBT+, es el primero de cuatro entregas.

Texto de
Fotografía de
Realización de
Ilustración de
Traducción de

Ser parte de una comunidad significa construir puentes, y hacerlo entre personas, organizaciones y gobiernos. Para la comunidad LGBT+ son esenciales para la lucha. En México hay personas que se dedican a cuidar y gestionar estos puentes, como Enrique Torre Molina, licenciado en Relaciones Internacionales, que se ha convertido en portavoz de su comunidad. The Economist lo incluyó en su lista 50 Top Diversity Professionals y es asambleísta del Consejo para Prevenir y Eliminar la Discriminación de la Ciudad de México. “Me empecé a meter en temas de la comunidad y derechos humanos cuando estaba en la universidad. Me metí al grupo estudiantil LGBT+, al periódico y a la estación de radio. En todos lados estaba explorando estos temas. Era un ejercicio catártico de entenderme y conocerme”, dice en entrevista a Gatopardo. Egresado de la Universidad de las Américas, fue alumno de la primera edición del Seminario de Investigación “Los estudios gay en México” por parte de la UNAM. Desde aquellos días, Torre Molina ha trabajado con múltiples organizaciones, tanto nacionales como internacionales como All Out, Amnistía Internacional y Enseña por México. Torre Molina hoy funge como consultor para empresas y activista dentro de su organización, Colmena 41. Ésta es el resultado de años de trabajo con ONGs y organizaciones civiles. “Nuestra misión paraguas es vincular a personas de la comunidad y aliados de diferentes sectores. Aliar activistas con medios, empresas y gobierno, con el objetivo de que tengamos una comunidad que se conoce mejor y que sabe quién está trabajando en qué, con quién colaborar y tener una comunidad más fuerte, prospera, poderosa y con más igualdad”, explica.

"Hay muchos prejuicios, como pensar que las empresas solo quieren lucrar con el arcoíris y con la inclusión y no conocer que hay detrás de eso. Si una empresa decide apoyar públicamente a la comunidad en general es después de un camino interno recorrido."

Colmena 41, co fundada por el emprendedor y abogado Federico Arellano, nació apenas un año y se ha abierto camino en la Ciudad de México y en otras ciudades de la república a través de eventos mensuales de networking. Su trabajo recae en crear espacios donde diferentes esferas puedan crear lazos. “Hay muchos prejuicios, como pensar que las empresas solo quieren lucrar con el arcoíris y con la inclusión y no conocer que hay detrás de eso. Si una empresa decide apoyar públicamente a la comunidad en general es después de un camino interno recorrido. También por parte de las empresas hacia organizaciones civiles hay desconfianza, no las conocen, piensan que no son transparentes o profesionales, o que está cooptadas por algún partido”, dice Torre Molina. El movimiento LGBT+ parece haber tenido un crecimiento acelerado en los últimos años. Marcas internacionales y grandes empresas se han unido como aliados, pero a veces el cambio no se comunica como debería ser. Las marchas están repletas de marcas queriendo apoyar al movimiento, pero el cambio interno rara vez sale a la luz. “De pronto ha habido un boom, parece que se puso de moda y que es una cosa súper utilitaria. En algunos casos sí lo es pero yo creo que no son la mayoría. Creo que la oportunidad está en que las empresas comuniquen mejor qué es lo que significa que se pinten de arcoíris”, explica. Este cambio interno es una de las especialidades de Torre Molina, pues ha dedicado su tiempo a asesorar a marcas para que en sus prácticas apoyen a la comunidad. En México tenemos algunas ventajas, pues literalmente es ilegal la discriminación laboral por cualquier circunstancia. Aún así, la Ciudad de México es un oasis en cuestiones de derechos LGBT+. En muchos casos, la discriminación no se denuncia, ya sea por incredulidad, miedo a represalias o a una atención que puede incomodar a la víctima. “Las políticas de no discriminación tienen que ser parejas en todo el país. Es mucho más fácil poner en práctica ciertas acciones a favor de la comunidad en tu corporativo en Santa Fe o en Polanco que hacerlo en la fábrica de la empresa en la carretera a Puebla”, siguió.

"‘Está bien que sean gay, pero no nos lo enseñen’. Es una expresión que se usa para hablar de las marchas, o para hablar de una pareja, pero dice mucho sobre la resistencia a que no nos metamos en los espacios en donde ‘no nos tenemos que meter’. La política, los deportes, la religión, las escuelas. Me parece súper importante y necesario de decir: No."

Con su ayuda, algunas marcas han comenzado un trabajo de sensibilización, de políticas de contratación, reclutamiento y prestaciones, creando redes de empleados LGBT+ y capacitando a sus empleados en temas desde marketing hasta recursos humanos. El consejo que más les da es escuchar a su propia comunidad. “Acércate a la gente que vive esto de manera muy directa: es decir a tus empleados. Antes de complicarte buscando que han hecho en otras partes del mundo, es importante acercarte a tus mismos colaboradores, a organizaciones locales, a la gente que está en el terreno ¿Cuáles son los problemas que tiene la comunidad? Asesórate de personas, de consultores y de organizaciones que conocen de estos temas y que saben y tienen más referencias de qué funciona y qué no”, dice. El movimiento ha dado pasos agigantados, pero aún hay muchas cosas por hacer. La visibilidad es uno de los pilares más fuertes. “Creo que el movimiento está evolucionando a un lugar que a mí me gusta mucho y que es ser más visibles en todo tipo de espacios. Existe esta expresión que escuchamos: ‘Está bien que sean gay, pero no nos lo enseñen’. Es una expresión que se usa para hablar de las marchas, o para hablar de una pareja, pero dice mucho sobre la resistencia a que no nos metamos en los espacios en donde ‘no nos tenemos que meter’. La política, los deportes, la religión, las escuelas. Me parece súper importante y necesario de decir: No. Nosotros tenemos un lugar en todos lados, siempre hemos estado, nada más no nos habían visto, pero ahora ya no vamos a escondernos más. Si eso incomoda a algunos, pues qué bueno, porque si no hay incomodidad no puede haber evolución ni progreso", finaliza.

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Junio es el mes del orgullo LGBT+. Como parte de un ejercicio para celebrar a las voces más disruptoras, Gatopardo entrevistó a los personajes que están cambiando el rostro del movimiento en el país. Enrique Torre Molina, que con su activismo y asesoría ha logrado construir puentes para fortalecer la visibilidad LGBT+, es el primero de cuatro entregas.

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Traducción de

Ser parte de una comunidad significa construir puentes, y hacerlo entre personas, organizaciones y gobiernos. Para la comunidad LGBT+ son esenciales para la lucha. En México hay personas que se dedican a cuidar y gestionar estos puentes, como Enrique Torre Molina, licenciado en Relaciones Internacionales, que se ha convertido en portavoz de su comunidad. The Economist lo incluyó en su lista 50 Top Diversity Professionals y es asambleísta del Consejo para Prevenir y Eliminar la Discriminación de la Ciudad de México. “Me empecé a meter en temas de la comunidad y derechos humanos cuando estaba en la universidad. Me metí al grupo estudiantil LGBT+, al periódico y a la estación de radio. En todos lados estaba explorando estos temas. Era un ejercicio catártico de entenderme y conocerme”, dice en entrevista a Gatopardo. Egresado de la Universidad de las Américas, fue alumno de la primera edición del Seminario de Investigación “Los estudios gay en México” por parte de la UNAM. Desde aquellos días, Torre Molina ha trabajado con múltiples organizaciones, tanto nacionales como internacionales como All Out, Amnistía Internacional y Enseña por México. Torre Molina hoy funge como consultor para empresas y activista dentro de su organización, Colmena 41. Ésta es el resultado de años de trabajo con ONGs y organizaciones civiles. “Nuestra misión paraguas es vincular a personas de la comunidad y aliados de diferentes sectores. Aliar activistas con medios, empresas y gobierno, con el objetivo de que tengamos una comunidad que se conoce mejor y que sabe quién está trabajando en qué, con quién colaborar y tener una comunidad más fuerte, prospera, poderosa y con más igualdad”, explica.

"Hay muchos prejuicios, como pensar que las empresas solo quieren lucrar con el arcoíris y con la inclusión y no conocer que hay detrás de eso. Si una empresa decide apoyar públicamente a la comunidad en general es después de un camino interno recorrido."

Colmena 41, co fundada por el emprendedor y abogado Federico Arellano, nació apenas un año y se ha abierto camino en la Ciudad de México y en otras ciudades de la república a través de eventos mensuales de networking. Su trabajo recae en crear espacios donde diferentes esferas puedan crear lazos. “Hay muchos prejuicios, como pensar que las empresas solo quieren lucrar con el arcoíris y con la inclusión y no conocer que hay detrás de eso. Si una empresa decide apoyar públicamente a la comunidad en general es después de un camino interno recorrido. También por parte de las empresas hacia organizaciones civiles hay desconfianza, no las conocen, piensan que no son transparentes o profesionales, o que está cooptadas por algún partido”, dice Torre Molina. El movimiento LGBT+ parece haber tenido un crecimiento acelerado en los últimos años. Marcas internacionales y grandes empresas se han unido como aliados, pero a veces el cambio no se comunica como debería ser. Las marchas están repletas de marcas queriendo apoyar al movimiento, pero el cambio interno rara vez sale a la luz. “De pronto ha habido un boom, parece que se puso de moda y que es una cosa súper utilitaria. En algunos casos sí lo es pero yo creo que no son la mayoría. Creo que la oportunidad está en que las empresas comuniquen mejor qué es lo que significa que se pinten de arcoíris”, explica. Este cambio interno es una de las especialidades de Torre Molina, pues ha dedicado su tiempo a asesorar a marcas para que en sus prácticas apoyen a la comunidad. En México tenemos algunas ventajas, pues literalmente es ilegal la discriminación laboral por cualquier circunstancia. Aún así, la Ciudad de México es un oasis en cuestiones de derechos LGBT+. En muchos casos, la discriminación no se denuncia, ya sea por incredulidad, miedo a represalias o a una atención que puede incomodar a la víctima. “Las políticas de no discriminación tienen que ser parejas en todo el país. Es mucho más fácil poner en práctica ciertas acciones a favor de la comunidad en tu corporativo en Santa Fe o en Polanco que hacerlo en la fábrica de la empresa en la carretera a Puebla”, siguió.

"‘Está bien que sean gay, pero no nos lo enseñen’. Es una expresión que se usa para hablar de las marchas, o para hablar de una pareja, pero dice mucho sobre la resistencia a que no nos metamos en los espacios en donde ‘no nos tenemos que meter’. La política, los deportes, la religión, las escuelas. Me parece súper importante y necesario de decir: No."

Con su ayuda, algunas marcas han comenzado un trabajo de sensibilización, de políticas de contratación, reclutamiento y prestaciones, creando redes de empleados LGBT+ y capacitando a sus empleados en temas desde marketing hasta recursos humanos. El consejo que más les da es escuchar a su propia comunidad. “Acércate a la gente que vive esto de manera muy directa: es decir a tus empleados. Antes de complicarte buscando que han hecho en otras partes del mundo, es importante acercarte a tus mismos colaboradores, a organizaciones locales, a la gente que está en el terreno ¿Cuáles son los problemas que tiene la comunidad? Asesórate de personas, de consultores y de organizaciones que conocen de estos temas y que saben y tienen más referencias de qué funciona y qué no”, dice. El movimiento ha dado pasos agigantados, pero aún hay muchas cosas por hacer. La visibilidad es uno de los pilares más fuertes. “Creo que el movimiento está evolucionando a un lugar que a mí me gusta mucho y que es ser más visibles en todo tipo de espacios. Existe esta expresión que escuchamos: ‘Está bien que sean gay, pero no nos lo enseñen’. Es una expresión que se usa para hablar de las marchas, o para hablar de una pareja, pero dice mucho sobre la resistencia a que no nos metamos en los espacios en donde ‘no nos tenemos que meter’. La política, los deportes, la religión, las escuelas. Me parece súper importante y necesario de decir: No. Nosotros tenemos un lugar en todos lados, siempre hemos estado, nada más no nos habían visto, pero ahora ya no vamos a escondernos más. Si eso incomoda a algunos, pues qué bueno, porque si no hay incomodidad no puede haber evolución ni progreso", finaliza.

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Junio es el mes del orgullo LGBT+. Como parte de un ejercicio para celebrar a las voces más disruptoras, Gatopardo entrevistó a los personajes que están cambiando el rostro del movimiento en el país. Enrique Torre Molina, que con su activismo y asesoría ha logrado construir puentes para fortalecer la visibilidad LGBT+, es el primero de cuatro entregas.

Ser parte de una comunidad significa construir puentes, y hacerlo entre personas, organizaciones y gobiernos. Para la comunidad LGBT+ son esenciales para la lucha. En México hay personas que se dedican a cuidar y gestionar estos puentes, como Enrique Torre Molina, licenciado en Relaciones Internacionales, que se ha convertido en portavoz de su comunidad. The Economist lo incluyó en su lista 50 Top Diversity Professionals y es asambleísta del Consejo para Prevenir y Eliminar la Discriminación de la Ciudad de México. “Me empecé a meter en temas de la comunidad y derechos humanos cuando estaba en la universidad. Me metí al grupo estudiantil LGBT+, al periódico y a la estación de radio. En todos lados estaba explorando estos temas. Era un ejercicio catártico de entenderme y conocerme”, dice en entrevista a Gatopardo. Egresado de la Universidad de las Américas, fue alumno de la primera edición del Seminario de Investigación “Los estudios gay en México” por parte de la UNAM. Desde aquellos días, Torre Molina ha trabajado con múltiples organizaciones, tanto nacionales como internacionales como All Out, Amnistía Internacional y Enseña por México. Torre Molina hoy funge como consultor para empresas y activista dentro de su organización, Colmena 41. Ésta es el resultado de años de trabajo con ONGs y organizaciones civiles. “Nuestra misión paraguas es vincular a personas de la comunidad y aliados de diferentes sectores. Aliar activistas con medios, empresas y gobierno, con el objetivo de que tengamos una comunidad que se conoce mejor y que sabe quién está trabajando en qué, con quién colaborar y tener una comunidad más fuerte, prospera, poderosa y con más igualdad”, explica.

"Hay muchos prejuicios, como pensar que las empresas solo quieren lucrar con el arcoíris y con la inclusión y no conocer que hay detrás de eso. Si una empresa decide apoyar públicamente a la comunidad en general es después de un camino interno recorrido."

Colmena 41, co fundada por el emprendedor y abogado Federico Arellano, nació apenas un año y se ha abierto camino en la Ciudad de México y en otras ciudades de la república a través de eventos mensuales de networking. Su trabajo recae en crear espacios donde diferentes esferas puedan crear lazos. “Hay muchos prejuicios, como pensar que las empresas solo quieren lucrar con el arcoíris y con la inclusión y no conocer que hay detrás de eso. Si una empresa decide apoyar públicamente a la comunidad en general es después de un camino interno recorrido. También por parte de las empresas hacia organizaciones civiles hay desconfianza, no las conocen, piensan que no son transparentes o profesionales, o que está cooptadas por algún partido”, dice Torre Molina. El movimiento LGBT+ parece haber tenido un crecimiento acelerado en los últimos años. Marcas internacionales y grandes empresas se han unido como aliados, pero a veces el cambio no se comunica como debería ser. Las marchas están repletas de marcas queriendo apoyar al movimiento, pero el cambio interno rara vez sale a la luz. “De pronto ha habido un boom, parece que se puso de moda y que es una cosa súper utilitaria. En algunos casos sí lo es pero yo creo que no son la mayoría. Creo que la oportunidad está en que las empresas comuniquen mejor qué es lo que significa que se pinten de arcoíris”, explica. Este cambio interno es una de las especialidades de Torre Molina, pues ha dedicado su tiempo a asesorar a marcas para que en sus prácticas apoyen a la comunidad. En México tenemos algunas ventajas, pues literalmente es ilegal la discriminación laboral por cualquier circunstancia. Aún así, la Ciudad de México es un oasis en cuestiones de derechos LGBT+. En muchos casos, la discriminación no se denuncia, ya sea por incredulidad, miedo a represalias o a una atención que puede incomodar a la víctima. “Las políticas de no discriminación tienen que ser parejas en todo el país. Es mucho más fácil poner en práctica ciertas acciones a favor de la comunidad en tu corporativo en Santa Fe o en Polanco que hacerlo en la fábrica de la empresa en la carretera a Puebla”, siguió.

"‘Está bien que sean gay, pero no nos lo enseñen’. Es una expresión que se usa para hablar de las marchas, o para hablar de una pareja, pero dice mucho sobre la resistencia a que no nos metamos en los espacios en donde ‘no nos tenemos que meter’. La política, los deportes, la religión, las escuelas. Me parece súper importante y necesario de decir: No."

Con su ayuda, algunas marcas han comenzado un trabajo de sensibilización, de políticas de contratación, reclutamiento y prestaciones, creando redes de empleados LGBT+ y capacitando a sus empleados en temas desde marketing hasta recursos humanos. El consejo que más les da es escuchar a su propia comunidad. “Acércate a la gente que vive esto de manera muy directa: es decir a tus empleados. Antes de complicarte buscando que han hecho en otras partes del mundo, es importante acercarte a tus mismos colaboradores, a organizaciones locales, a la gente que está en el terreno ¿Cuáles son los problemas que tiene la comunidad? Asesórate de personas, de consultores y de organizaciones que conocen de estos temas y que saben y tienen más referencias de qué funciona y qué no”, dice. El movimiento ha dado pasos agigantados, pero aún hay muchas cosas por hacer. La visibilidad es uno de los pilares más fuertes. “Creo que el movimiento está evolucionando a un lugar que a mí me gusta mucho y que es ser más visibles en todo tipo de espacios. Existe esta expresión que escuchamos: ‘Está bien que sean gay, pero no nos lo enseñen’. Es una expresión que se usa para hablar de las marchas, o para hablar de una pareja, pero dice mucho sobre la resistencia a que no nos metamos en los espacios en donde ‘no nos tenemos que meter’. La política, los deportes, la religión, las escuelas. Me parece súper importante y necesario de decir: No. Nosotros tenemos un lugar en todos lados, siempre hemos estado, nada más no nos habían visto, pero ahora ya no vamos a escondernos más. Si eso incomoda a algunos, pues qué bueno, porque si no hay incomodidad no puede haber evolución ni progreso", finaliza.

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Ser parte de una comunidad significa construir puentes, y hacerlo entre personas, organizaciones y gobiernos. Para la comunidad LGBT+ son esenciales para la lucha. En México hay personas que se dedican a cuidar y gestionar estos puentes, como Enrique Torre Molina, licenciado en Relaciones Internacionales, que se ha convertido en portavoz de su comunidad. The Economist lo incluyó en su lista 50 Top Diversity Professionals y es asambleísta del Consejo para Prevenir y Eliminar la Discriminación de la Ciudad de México. “Me empecé a meter en temas de la comunidad y derechos humanos cuando estaba en la universidad. Me metí al grupo estudiantil LGBT+, al periódico y a la estación de radio. En todos lados estaba explorando estos temas. Era un ejercicio catártico de entenderme y conocerme”, dice en entrevista a Gatopardo. Egresado de la Universidad de las Américas, fue alumno de la primera edición del Seminario de Investigación “Los estudios gay en México” por parte de la UNAM. Desde aquellos días, Torre Molina ha trabajado con múltiples organizaciones, tanto nacionales como internacionales como All Out, Amnistía Internacional y Enseña por México. Torre Molina hoy funge como consultor para empresas y activista dentro de su organización, Colmena 41. Ésta es el resultado de años de trabajo con ONGs y organizaciones civiles. “Nuestra misión paraguas es vincular a personas de la comunidad y aliados de diferentes sectores. Aliar activistas con medios, empresas y gobierno, con el objetivo de que tengamos una comunidad que se conoce mejor y que sabe quién está trabajando en qué, con quién colaborar y tener una comunidad más fuerte, prospera, poderosa y con más igualdad”, explica.

"Hay muchos prejuicios, como pensar que las empresas solo quieren lucrar con el arcoíris y con la inclusión y no conocer que hay detrás de eso. Si una empresa decide apoyar públicamente a la comunidad en general es después de un camino interno recorrido."

Colmena 41, co fundada por el emprendedor y abogado Federico Arellano, nació apenas un año y se ha abierto camino en la Ciudad de México y en otras ciudades de la república a través de eventos mensuales de networking. Su trabajo recae en crear espacios donde diferentes esferas puedan crear lazos. “Hay muchos prejuicios, como pensar que las empresas solo quieren lucrar con el arcoíris y con la inclusión y no conocer que hay detrás de eso. Si una empresa decide apoyar públicamente a la comunidad en general es después de un camino interno recorrido. También por parte de las empresas hacia organizaciones civiles hay desconfianza, no las conocen, piensan que no son transparentes o profesionales, o que está cooptadas por algún partido”, dice Torre Molina. El movimiento LGBT+ parece haber tenido un crecimiento acelerado en los últimos años. Marcas internacionales y grandes empresas se han unido como aliados, pero a veces el cambio no se comunica como debería ser. Las marchas están repletas de marcas queriendo apoyar al movimiento, pero el cambio interno rara vez sale a la luz. “De pronto ha habido un boom, parece que se puso de moda y que es una cosa súper utilitaria. En algunos casos sí lo es pero yo creo que no son la mayoría. Creo que la oportunidad está en que las empresas comuniquen mejor qué es lo que significa que se pinten de arcoíris”, explica. Este cambio interno es una de las especialidades de Torre Molina, pues ha dedicado su tiempo a asesorar a marcas para que en sus prácticas apoyen a la comunidad. En México tenemos algunas ventajas, pues literalmente es ilegal la discriminación laboral por cualquier circunstancia. Aún así, la Ciudad de México es un oasis en cuestiones de derechos LGBT+. En muchos casos, la discriminación no se denuncia, ya sea por incredulidad, miedo a represalias o a una atención que puede incomodar a la víctima. “Las políticas de no discriminación tienen que ser parejas en todo el país. Es mucho más fácil poner en práctica ciertas acciones a favor de la comunidad en tu corporativo en Santa Fe o en Polanco que hacerlo en la fábrica de la empresa en la carretera a Puebla”, siguió.

"‘Está bien que sean gay, pero no nos lo enseñen’. Es una expresión que se usa para hablar de las marchas, o para hablar de una pareja, pero dice mucho sobre la resistencia a que no nos metamos en los espacios en donde ‘no nos tenemos que meter’. La política, los deportes, la religión, las escuelas. Me parece súper importante y necesario de decir: No."

Con su ayuda, algunas marcas han comenzado un trabajo de sensibilización, de políticas de contratación, reclutamiento y prestaciones, creando redes de empleados LGBT+ y capacitando a sus empleados en temas desde marketing hasta recursos humanos. El consejo que más les da es escuchar a su propia comunidad. “Acércate a la gente que vive esto de manera muy directa: es decir a tus empleados. Antes de complicarte buscando que han hecho en otras partes del mundo, es importante acercarte a tus mismos colaboradores, a organizaciones locales, a la gente que está en el terreno ¿Cuáles son los problemas que tiene la comunidad? Asesórate de personas, de consultores y de organizaciones que conocen de estos temas y que saben y tienen más referencias de qué funciona y qué no”, dice. El movimiento ha dado pasos agigantados, pero aún hay muchas cosas por hacer. La visibilidad es uno de los pilares más fuertes. “Creo que el movimiento está evolucionando a un lugar que a mí me gusta mucho y que es ser más visibles en todo tipo de espacios. Existe esta expresión que escuchamos: ‘Está bien que sean gay, pero no nos lo enseñen’. Es una expresión que se usa para hablar de las marchas, o para hablar de una pareja, pero dice mucho sobre la resistencia a que no nos metamos en los espacios en donde ‘no nos tenemos que meter’. La política, los deportes, la religión, las escuelas. Me parece súper importante y necesario de decir: No. Nosotros tenemos un lugar en todos lados, siempre hemos estado, nada más no nos habían visto, pero ahora ya no vamos a escondernos más. Si eso incomoda a algunos, pues qué bueno, porque si no hay incomodidad no puede haber evolución ni progreso", finaliza.

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Junio es el mes del orgullo LGBT+. Como parte de un ejercicio para celebrar a las voces más disruptoras, Gatopardo entrevistó a los personajes que están cambiando el rostro del movimiento en el país. Enrique Torre Molina, que con su activismo y asesoría ha logrado construir puentes para fortalecer la visibilidad LGBT+, es el primero de cuatro entregas.

Ser parte de una comunidad significa construir puentes, y hacerlo entre personas, organizaciones y gobiernos. Para la comunidad LGBT+ son esenciales para la lucha. En México hay personas que se dedican a cuidar y gestionar estos puentes, como Enrique Torre Molina, licenciado en Relaciones Internacionales, que se ha convertido en portavoz de su comunidad. The Economist lo incluyó en su lista 50 Top Diversity Professionals y es asambleísta del Consejo para Prevenir y Eliminar la Discriminación de la Ciudad de México. “Me empecé a meter en temas de la comunidad y derechos humanos cuando estaba en la universidad. Me metí al grupo estudiantil LGBT+, al periódico y a la estación de radio. En todos lados estaba explorando estos temas. Era un ejercicio catártico de entenderme y conocerme”, dice en entrevista a Gatopardo. Egresado de la Universidad de las Américas, fue alumno de la primera edición del Seminario de Investigación “Los estudios gay en México” por parte de la UNAM. Desde aquellos días, Torre Molina ha trabajado con múltiples organizaciones, tanto nacionales como internacionales como All Out, Amnistía Internacional y Enseña por México. Torre Molina hoy funge como consultor para empresas y activista dentro de su organización, Colmena 41. Ésta es el resultado de años de trabajo con ONGs y organizaciones civiles. “Nuestra misión paraguas es vincular a personas de la comunidad y aliados de diferentes sectores. Aliar activistas con medios, empresas y gobierno, con el objetivo de que tengamos una comunidad que se conoce mejor y que sabe quién está trabajando en qué, con quién colaborar y tener una comunidad más fuerte, prospera, poderosa y con más igualdad”, explica.

"Hay muchos prejuicios, como pensar que las empresas solo quieren lucrar con el arcoíris y con la inclusión y no conocer que hay detrás de eso. Si una empresa decide apoyar públicamente a la comunidad en general es después de un camino interno recorrido."

Colmena 41, co fundada por el emprendedor y abogado Federico Arellano, nació apenas un año y se ha abierto camino en la Ciudad de México y en otras ciudades de la república a través de eventos mensuales de networking. Su trabajo recae en crear espacios donde diferentes esferas puedan crear lazos. “Hay muchos prejuicios, como pensar que las empresas solo quieren lucrar con el arcoíris y con la inclusión y no conocer que hay detrás de eso. Si una empresa decide apoyar públicamente a la comunidad en general es después de un camino interno recorrido. También por parte de las empresas hacia organizaciones civiles hay desconfianza, no las conocen, piensan que no son transparentes o profesionales, o que está cooptadas por algún partido”, dice Torre Molina. El movimiento LGBT+ parece haber tenido un crecimiento acelerado en los últimos años. Marcas internacionales y grandes empresas se han unido como aliados, pero a veces el cambio no se comunica como debería ser. Las marchas están repletas de marcas queriendo apoyar al movimiento, pero el cambio interno rara vez sale a la luz. “De pronto ha habido un boom, parece que se puso de moda y que es una cosa súper utilitaria. En algunos casos sí lo es pero yo creo que no son la mayoría. Creo que la oportunidad está en que las empresas comuniquen mejor qué es lo que significa que se pinten de arcoíris”, explica. Este cambio interno es una de las especialidades de Torre Molina, pues ha dedicado su tiempo a asesorar a marcas para que en sus prácticas apoyen a la comunidad. En México tenemos algunas ventajas, pues literalmente es ilegal la discriminación laboral por cualquier circunstancia. Aún así, la Ciudad de México es un oasis en cuestiones de derechos LGBT+. En muchos casos, la discriminación no se denuncia, ya sea por incredulidad, miedo a represalias o a una atención que puede incomodar a la víctima. “Las políticas de no discriminación tienen que ser parejas en todo el país. Es mucho más fácil poner en práctica ciertas acciones a favor de la comunidad en tu corporativo en Santa Fe o en Polanco que hacerlo en la fábrica de la empresa en la carretera a Puebla”, siguió.

"‘Está bien que sean gay, pero no nos lo enseñen’. Es una expresión que se usa para hablar de las marchas, o para hablar de una pareja, pero dice mucho sobre la resistencia a que no nos metamos en los espacios en donde ‘no nos tenemos que meter’. La política, los deportes, la religión, las escuelas. Me parece súper importante y necesario de decir: No."

Con su ayuda, algunas marcas han comenzado un trabajo de sensibilización, de políticas de contratación, reclutamiento y prestaciones, creando redes de empleados LGBT+ y capacitando a sus empleados en temas desde marketing hasta recursos humanos. El consejo que más les da es escuchar a su propia comunidad. “Acércate a la gente que vive esto de manera muy directa: es decir a tus empleados. Antes de complicarte buscando que han hecho en otras partes del mundo, es importante acercarte a tus mismos colaboradores, a organizaciones locales, a la gente que está en el terreno ¿Cuáles son los problemas que tiene la comunidad? Asesórate de personas, de consultores y de organizaciones que conocen de estos temas y que saben y tienen más referencias de qué funciona y qué no”, dice. El movimiento ha dado pasos agigantados, pero aún hay muchas cosas por hacer. La visibilidad es uno de los pilares más fuertes. “Creo que el movimiento está evolucionando a un lugar que a mí me gusta mucho y que es ser más visibles en todo tipo de espacios. Existe esta expresión que escuchamos: ‘Está bien que sean gay, pero no nos lo enseñen’. Es una expresión que se usa para hablar de las marchas, o para hablar de una pareja, pero dice mucho sobre la resistencia a que no nos metamos en los espacios en donde ‘no nos tenemos que meter’. La política, los deportes, la religión, las escuelas. Me parece súper importante y necesario de decir: No. Nosotros tenemos un lugar en todos lados, siempre hemos estado, nada más no nos habían visto, pero ahora ya no vamos a escondernos más. Si eso incomoda a algunos, pues qué bueno, porque si no hay incomodidad no puede haber evolución ni progreso", finaliza.

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Junio es el mes del orgullo LGBT+. Como parte de un ejercicio para celebrar a las voces más disruptoras, Gatopardo entrevistó a los personajes que están cambiando el rostro del movimiento en el país. Enrique Torre Molina, que con su activismo y asesoría ha logrado construir puentes para fortalecer la visibilidad LGBT+, es el primero de cuatro entregas.

Ser parte de una comunidad significa construir puentes, y hacerlo entre personas, organizaciones y gobiernos. Para la comunidad LGBT+ son esenciales para la lucha. En México hay personas que se dedican a cuidar y gestionar estos puentes, como Enrique Torre Molina, licenciado en Relaciones Internacionales, que se ha convertido en portavoz de su comunidad. The Economist lo incluyó en su lista 50 Top Diversity Professionals y es asambleísta del Consejo para Prevenir y Eliminar la Discriminación de la Ciudad de México. “Me empecé a meter en temas de la comunidad y derechos humanos cuando estaba en la universidad. Me metí al grupo estudiantil LGBT+, al periódico y a la estación de radio. En todos lados estaba explorando estos temas. Era un ejercicio catártico de entenderme y conocerme”, dice en entrevista a Gatopardo. Egresado de la Universidad de las Américas, fue alumno de la primera edición del Seminario de Investigación “Los estudios gay en México” por parte de la UNAM. Desde aquellos días, Torre Molina ha trabajado con múltiples organizaciones, tanto nacionales como internacionales como All Out, Amnistía Internacional y Enseña por México. Torre Molina hoy funge como consultor para empresas y activista dentro de su organización, Colmena 41. Ésta es el resultado de años de trabajo con ONGs y organizaciones civiles. “Nuestra misión paraguas es vincular a personas de la comunidad y aliados de diferentes sectores. Aliar activistas con medios, empresas y gobierno, con el objetivo de que tengamos una comunidad que se conoce mejor y que sabe quién está trabajando en qué, con quién colaborar y tener una comunidad más fuerte, prospera, poderosa y con más igualdad”, explica.

"Hay muchos prejuicios, como pensar que las empresas solo quieren lucrar con el arcoíris y con la inclusión y no conocer que hay detrás de eso. Si una empresa decide apoyar públicamente a la comunidad en general es después de un camino interno recorrido."

Colmena 41, co fundada por el emprendedor y abogado Federico Arellano, nació apenas un año y se ha abierto camino en la Ciudad de México y en otras ciudades de la república a través de eventos mensuales de networking. Su trabajo recae en crear espacios donde diferentes esferas puedan crear lazos. “Hay muchos prejuicios, como pensar que las empresas solo quieren lucrar con el arcoíris y con la inclusión y no conocer que hay detrás de eso. Si una empresa decide apoyar públicamente a la comunidad en general es después de un camino interno recorrido. También por parte de las empresas hacia organizaciones civiles hay desconfianza, no las conocen, piensan que no son transparentes o profesionales, o que está cooptadas por algún partido”, dice Torre Molina. El movimiento LGBT+ parece haber tenido un crecimiento acelerado en los últimos años. Marcas internacionales y grandes empresas se han unido como aliados, pero a veces el cambio no se comunica como debería ser. Las marchas están repletas de marcas queriendo apoyar al movimiento, pero el cambio interno rara vez sale a la luz. “De pronto ha habido un boom, parece que se puso de moda y que es una cosa súper utilitaria. En algunos casos sí lo es pero yo creo que no son la mayoría. Creo que la oportunidad está en que las empresas comuniquen mejor qué es lo que significa que se pinten de arcoíris”, explica. Este cambio interno es una de las especialidades de Torre Molina, pues ha dedicado su tiempo a asesorar a marcas para que en sus prácticas apoyen a la comunidad. En México tenemos algunas ventajas, pues literalmente es ilegal la discriminación laboral por cualquier circunstancia. Aún así, la Ciudad de México es un oasis en cuestiones de derechos LGBT+. En muchos casos, la discriminación no se denuncia, ya sea por incredulidad, miedo a represalias o a una atención que puede incomodar a la víctima. “Las políticas de no discriminación tienen que ser parejas en todo el país. Es mucho más fácil poner en práctica ciertas acciones a favor de la comunidad en tu corporativo en Santa Fe o en Polanco que hacerlo en la fábrica de la empresa en la carretera a Puebla”, siguió.

"‘Está bien que sean gay, pero no nos lo enseñen’. Es una expresión que se usa para hablar de las marchas, o para hablar de una pareja, pero dice mucho sobre la resistencia a que no nos metamos en los espacios en donde ‘no nos tenemos que meter’. La política, los deportes, la religión, las escuelas. Me parece súper importante y necesario de decir: No."

Con su ayuda, algunas marcas han comenzado un trabajo de sensibilización, de políticas de contratación, reclutamiento y prestaciones, creando redes de empleados LGBT+ y capacitando a sus empleados en temas desde marketing hasta recursos humanos. El consejo que más les da es escuchar a su propia comunidad. “Acércate a la gente que vive esto de manera muy directa: es decir a tus empleados. Antes de complicarte buscando que han hecho en otras partes del mundo, es importante acercarte a tus mismos colaboradores, a organizaciones locales, a la gente que está en el terreno ¿Cuáles son los problemas que tiene la comunidad? Asesórate de personas, de consultores y de organizaciones que conocen de estos temas y que saben y tienen más referencias de qué funciona y qué no”, dice. El movimiento ha dado pasos agigantados, pero aún hay muchas cosas por hacer. La visibilidad es uno de los pilares más fuertes. “Creo que el movimiento está evolucionando a un lugar que a mí me gusta mucho y que es ser más visibles en todo tipo de espacios. Existe esta expresión que escuchamos: ‘Está bien que sean gay, pero no nos lo enseñen’. Es una expresión que se usa para hablar de las marchas, o para hablar de una pareja, pero dice mucho sobre la resistencia a que no nos metamos en los espacios en donde ‘no nos tenemos que meter’. La política, los deportes, la religión, las escuelas. Me parece súper importante y necesario de decir: No. Nosotros tenemos un lugar en todos lados, siempre hemos estado, nada más no nos habían visto, pero ahora ya no vamos a escondernos más. Si eso incomoda a algunos, pues qué bueno, porque si no hay incomodidad no puede haber evolución ni progreso", finaliza.

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Traducción de

Junio es el mes del orgullo LGBT+. Como parte de un ejercicio para celebrar a las voces más disruptoras, Gatopardo entrevistó a los personajes que están cambiando el rostro del movimiento en el país. Enrique Torre Molina, que con su activismo y asesoría ha logrado construir puentes para fortalecer la visibilidad LGBT+, es el primero de cuatro entregas.

Ser parte de una comunidad significa construir puentes, y hacerlo entre personas, organizaciones y gobiernos. Para la comunidad LGBT+ son esenciales para la lucha. En México hay personas que se dedican a cuidar y gestionar estos puentes, como Enrique Torre Molina, licenciado en Relaciones Internacionales, que se ha convertido en portavoz de su comunidad. The Economist lo incluyó en su lista 50 Top Diversity Professionals y es asambleísta del Consejo para Prevenir y Eliminar la Discriminación de la Ciudad de México. “Me empecé a meter en temas de la comunidad y derechos humanos cuando estaba en la universidad. Me metí al grupo estudiantil LGBT+, al periódico y a la estación de radio. En todos lados estaba explorando estos temas. Era un ejercicio catártico de entenderme y conocerme”, dice en entrevista a Gatopardo. Egresado de la Universidad de las Américas, fue alumno de la primera edición del Seminario de Investigación “Los estudios gay en México” por parte de la UNAM. Desde aquellos días, Torre Molina ha trabajado con múltiples organizaciones, tanto nacionales como internacionales como All Out, Amnistía Internacional y Enseña por México. Torre Molina hoy funge como consultor para empresas y activista dentro de su organización, Colmena 41. Ésta es el resultado de años de trabajo con ONGs y organizaciones civiles. “Nuestra misión paraguas es vincular a personas de la comunidad y aliados de diferentes sectores. Aliar activistas con medios, empresas y gobierno, con el objetivo de que tengamos una comunidad que se conoce mejor y que sabe quién está trabajando en qué, con quién colaborar y tener una comunidad más fuerte, prospera, poderosa y con más igualdad”, explica.

"Hay muchos prejuicios, como pensar que las empresas solo quieren lucrar con el arcoíris y con la inclusión y no conocer que hay detrás de eso. Si una empresa decide apoyar públicamente a la comunidad en general es después de un camino interno recorrido."

Colmena 41, co fundada por el emprendedor y abogado Federico Arellano, nació apenas un año y se ha abierto camino en la Ciudad de México y en otras ciudades de la república a través de eventos mensuales de networking. Su trabajo recae en crear espacios donde diferentes esferas puedan crear lazos. “Hay muchos prejuicios, como pensar que las empresas solo quieren lucrar con el arcoíris y con la inclusión y no conocer que hay detrás de eso. Si una empresa decide apoyar públicamente a la comunidad en general es después de un camino interno recorrido. También por parte de las empresas hacia organizaciones civiles hay desconfianza, no las conocen, piensan que no son transparentes o profesionales, o que está cooptadas por algún partido”, dice Torre Molina. El movimiento LGBT+ parece haber tenido un crecimiento acelerado en los últimos años. Marcas internacionales y grandes empresas se han unido como aliados, pero a veces el cambio no se comunica como debería ser. Las marchas están repletas de marcas queriendo apoyar al movimiento, pero el cambio interno rara vez sale a la luz. “De pronto ha habido un boom, parece que se puso de moda y que es una cosa súper utilitaria. En algunos casos sí lo es pero yo creo que no son la mayoría. Creo que la oportunidad está en que las empresas comuniquen mejor qué es lo que significa que se pinten de arcoíris”, explica. Este cambio interno es una de las especialidades de Torre Molina, pues ha dedicado su tiempo a asesorar a marcas para que en sus prácticas apoyen a la comunidad. En México tenemos algunas ventajas, pues literalmente es ilegal la discriminación laboral por cualquier circunstancia. Aún así, la Ciudad de México es un oasis en cuestiones de derechos LGBT+. En muchos casos, la discriminación no se denuncia, ya sea por incredulidad, miedo a represalias o a una atención que puede incomodar a la víctima. “Las políticas de no discriminación tienen que ser parejas en todo el país. Es mucho más fácil poner en práctica ciertas acciones a favor de la comunidad en tu corporativo en Santa Fe o en Polanco que hacerlo en la fábrica de la empresa en la carretera a Puebla”, siguió.

"‘Está bien que sean gay, pero no nos lo enseñen’. Es una expresión que se usa para hablar de las marchas, o para hablar de una pareja, pero dice mucho sobre la resistencia a que no nos metamos en los espacios en donde ‘no nos tenemos que meter’. La política, los deportes, la religión, las escuelas. Me parece súper importante y necesario de decir: No."

Con su ayuda, algunas marcas han comenzado un trabajo de sensibilización, de políticas de contratación, reclutamiento y prestaciones, creando redes de empleados LGBT+ y capacitando a sus empleados en temas desde marketing hasta recursos humanos. El consejo que más les da es escuchar a su propia comunidad. “Acércate a la gente que vive esto de manera muy directa: es decir a tus empleados. Antes de complicarte buscando que han hecho en otras partes del mundo, es importante acercarte a tus mismos colaboradores, a organizaciones locales, a la gente que está en el terreno ¿Cuáles son los problemas que tiene la comunidad? Asesórate de personas, de consultores y de organizaciones que conocen de estos temas y que saben y tienen más referencias de qué funciona y qué no”, dice. El movimiento ha dado pasos agigantados, pero aún hay muchas cosas por hacer. La visibilidad es uno de los pilares más fuertes. “Creo que el movimiento está evolucionando a un lugar que a mí me gusta mucho y que es ser más visibles en todo tipo de espacios. Existe esta expresión que escuchamos: ‘Está bien que sean gay, pero no nos lo enseñen’. Es una expresión que se usa para hablar de las marchas, o para hablar de una pareja, pero dice mucho sobre la resistencia a que no nos metamos en los espacios en donde ‘no nos tenemos que meter’. La política, los deportes, la religión, las escuelas. Me parece súper importante y necesario de decir: No. Nosotros tenemos un lugar en todos lados, siempre hemos estado, nada más no nos habían visto, pero ahora ya no vamos a escondernos más. Si eso incomoda a algunos, pues qué bueno, porque si no hay incomodidad no puede haber evolución ni progreso", finaliza.

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Junio es el mes del orgullo LGBT+. Como parte de un ejercicio para celebrar a las voces más disruptoras, Gatopardo entrevistó a los personajes que están cambiando el rostro del movimiento en el país. Enrique Torre Molina, que con su activismo y asesoría ha logrado construir puentes para fortalecer la visibilidad LGBT+, es el primero de cuatro entregas.

Texto de
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Traducción de

Ser parte de una comunidad significa construir puentes, y hacerlo entre personas, organizaciones y gobiernos. Para la comunidad LGBT+ son esenciales para la lucha. En México hay personas que se dedican a cuidar y gestionar estos puentes, como Enrique Torre Molina, licenciado en Relaciones Internacionales, que se ha convertido en portavoz de su comunidad. The Economist lo incluyó en su lista 50 Top Diversity Professionals y es asambleísta del Consejo para Prevenir y Eliminar la Discriminación de la Ciudad de México. “Me empecé a meter en temas de la comunidad y derechos humanos cuando estaba en la universidad. Me metí al grupo estudiantil LGBT+, al periódico y a la estación de radio. En todos lados estaba explorando estos temas. Era un ejercicio catártico de entenderme y conocerme”, dice en entrevista a Gatopardo. Egresado de la Universidad de las Américas, fue alumno de la primera edición del Seminario de Investigación “Los estudios gay en México” por parte de la UNAM. Desde aquellos días, Torre Molina ha trabajado con múltiples organizaciones, tanto nacionales como internacionales como All Out, Amnistía Internacional y Enseña por México. Torre Molina hoy funge como consultor para empresas y activista dentro de su organización, Colmena 41. Ésta es el resultado de años de trabajo con ONGs y organizaciones civiles. “Nuestra misión paraguas es vincular a personas de la comunidad y aliados de diferentes sectores. Aliar activistas con medios, empresas y gobierno, con el objetivo de que tengamos una comunidad que se conoce mejor y que sabe quién está trabajando en qué, con quién colaborar y tener una comunidad más fuerte, prospera, poderosa y con más igualdad”, explica.

"Hay muchos prejuicios, como pensar que las empresas solo quieren lucrar con el arcoíris y con la inclusión y no conocer que hay detrás de eso. Si una empresa decide apoyar públicamente a la comunidad en general es después de un camino interno recorrido."

Colmena 41, co fundada por el emprendedor y abogado Federico Arellano, nació apenas un año y se ha abierto camino en la Ciudad de México y en otras ciudades de la república a través de eventos mensuales de networking. Su trabajo recae en crear espacios donde diferentes esferas puedan crear lazos. “Hay muchos prejuicios, como pensar que las empresas solo quieren lucrar con el arcoíris y con la inclusión y no conocer que hay detrás de eso. Si una empresa decide apoyar públicamente a la comunidad en general es después de un camino interno recorrido. También por parte de las empresas hacia organizaciones civiles hay desconfianza, no las conocen, piensan que no son transparentes o profesionales, o que está cooptadas por algún partido”, dice Torre Molina. El movimiento LGBT+ parece haber tenido un crecimiento acelerado en los últimos años. Marcas internacionales y grandes empresas se han unido como aliados, pero a veces el cambio no se comunica como debería ser. Las marchas están repletas de marcas queriendo apoyar al movimiento, pero el cambio interno rara vez sale a la luz. “De pronto ha habido un boom, parece que se puso de moda y que es una cosa súper utilitaria. En algunos casos sí lo es pero yo creo que no son la mayoría. Creo que la oportunidad está en que las empresas comuniquen mejor qué es lo que significa que se pinten de arcoíris”, explica. Este cambio interno es una de las especialidades de Torre Molina, pues ha dedicado su tiempo a asesorar a marcas para que en sus prácticas apoyen a la comunidad. En México tenemos algunas ventajas, pues literalmente es ilegal la discriminación laboral por cualquier circunstancia. Aún así, la Ciudad de México es un oasis en cuestiones de derechos LGBT+. En muchos casos, la discriminación no se denuncia, ya sea por incredulidad, miedo a represalias o a una atención que puede incomodar a la víctima. “Las políticas de no discriminación tienen que ser parejas en todo el país. Es mucho más fácil poner en práctica ciertas acciones a favor de la comunidad en tu corporativo en Santa Fe o en Polanco que hacerlo en la fábrica de la empresa en la carretera a Puebla”, siguió.

"‘Está bien que sean gay, pero no nos lo enseñen’. Es una expresión que se usa para hablar de las marchas, o para hablar de una pareja, pero dice mucho sobre la resistencia a que no nos metamos en los espacios en donde ‘no nos tenemos que meter’. La política, los deportes, la religión, las escuelas. Me parece súper importante y necesario de decir: No."

Con su ayuda, algunas marcas han comenzado un trabajo de sensibilización, de políticas de contratación, reclutamiento y prestaciones, creando redes de empleados LGBT+ y capacitando a sus empleados en temas desde marketing hasta recursos humanos. El consejo que más les da es escuchar a su propia comunidad. “Acércate a la gente que vive esto de manera muy directa: es decir a tus empleados. Antes de complicarte buscando que han hecho en otras partes del mundo, es importante acercarte a tus mismos colaboradores, a organizaciones locales, a la gente que está en el terreno ¿Cuáles son los problemas que tiene la comunidad? Asesórate de personas, de consultores y de organizaciones que conocen de estos temas y que saben y tienen más referencias de qué funciona y qué no”, dice. El movimiento ha dado pasos agigantados, pero aún hay muchas cosas por hacer. La visibilidad es uno de los pilares más fuertes. “Creo que el movimiento está evolucionando a un lugar que a mí me gusta mucho y que es ser más visibles en todo tipo de espacios. Existe esta expresión que escuchamos: ‘Está bien que sean gay, pero no nos lo enseñen’. Es una expresión que se usa para hablar de las marchas, o para hablar de una pareja, pero dice mucho sobre la resistencia a que no nos metamos en los espacios en donde ‘no nos tenemos que meter’. La política, los deportes, la religión, las escuelas. Me parece súper importante y necesario de decir: No. Nosotros tenemos un lugar en todos lados, siempre hemos estado, nada más no nos habían visto, pero ahora ya no vamos a escondernos más. Si eso incomoda a algunos, pues qué bueno, porque si no hay incomodidad no puede haber evolución ni progreso", finaliza.

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Junio es el mes del orgullo LGBT+. Como parte de un ejercicio para celebrar a las voces más disruptoras, Gatopardo entrevistó a los personajes que están cambiando el rostro del movimiento en el país. Enrique Torre Molina, que con su activismo y asesoría ha logrado construir puentes para fortalecer la visibilidad LGBT+, es el primero de cuatro entregas.

Ser parte de una comunidad significa construir puentes, y hacerlo entre personas, organizaciones y gobiernos. Para la comunidad LGBT+ son esenciales para la lucha. En México hay personas que se dedican a cuidar y gestionar estos puentes, como Enrique Torre Molina, licenciado en Relaciones Internacionales, que se ha convertido en portavoz de su comunidad. The Economist lo incluyó en su lista 50 Top Diversity Professionals y es asambleísta del Consejo para Prevenir y Eliminar la Discriminación de la Ciudad de México. “Me empecé a meter en temas de la comunidad y derechos humanos cuando estaba en la universidad. Me metí al grupo estudiantil LGBT+, al periódico y a la estación de radio. En todos lados estaba explorando estos temas. Era un ejercicio catártico de entenderme y conocerme”, dice en entrevista a Gatopardo. Egresado de la Universidad de las Américas, fue alumno de la primera edición del Seminario de Investigación “Los estudios gay en México” por parte de la UNAM. Desde aquellos días, Torre Molina ha trabajado con múltiples organizaciones, tanto nacionales como internacionales como All Out, Amnistía Internacional y Enseña por México. Torre Molina hoy funge como consultor para empresas y activista dentro de su organización, Colmena 41. Ésta es el resultado de años de trabajo con ONGs y organizaciones civiles. “Nuestra misión paraguas es vincular a personas de la comunidad y aliados de diferentes sectores. Aliar activistas con medios, empresas y gobierno, con el objetivo de que tengamos una comunidad que se conoce mejor y que sabe quién está trabajando en qué, con quién colaborar y tener una comunidad más fuerte, prospera, poderosa y con más igualdad”, explica.

"Hay muchos prejuicios, como pensar que las empresas solo quieren lucrar con el arcoíris y con la inclusión y no conocer que hay detrás de eso. Si una empresa decide apoyar públicamente a la comunidad en general es después de un camino interno recorrido."

Colmena 41, co fundada por el emprendedor y abogado Federico Arellano, nació apenas un año y se ha abierto camino en la Ciudad de México y en otras ciudades de la república a través de eventos mensuales de networking. Su trabajo recae en crear espacios donde diferentes esferas puedan crear lazos. “Hay muchos prejuicios, como pensar que las empresas solo quieren lucrar con el arcoíris y con la inclusión y no conocer que hay detrás de eso. Si una empresa decide apoyar públicamente a la comunidad en general es después de un camino interno recorrido. También por parte de las empresas hacia organizaciones civiles hay desconfianza, no las conocen, piensan que no son transparentes o profesionales, o que está cooptadas por algún partido”, dice Torre Molina. El movimiento LGBT+ parece haber tenido un crecimiento acelerado en los últimos años. Marcas internacionales y grandes empresas se han unido como aliados, pero a veces el cambio no se comunica como debería ser. Las marchas están repletas de marcas queriendo apoyar al movimiento, pero el cambio interno rara vez sale a la luz. “De pronto ha habido un boom, parece que se puso de moda y que es una cosa súper utilitaria. En algunos casos sí lo es pero yo creo que no son la mayoría. Creo que la oportunidad está en que las empresas comuniquen mejor qué es lo que significa que se pinten de arcoíris”, explica. Este cambio interno es una de las especialidades de Torre Molina, pues ha dedicado su tiempo a asesorar a marcas para que en sus prácticas apoyen a la comunidad. En México tenemos algunas ventajas, pues literalmente es ilegal la discriminación laboral por cualquier circunstancia. Aún así, la Ciudad de México es un oasis en cuestiones de derechos LGBT+. En muchos casos, la discriminación no se denuncia, ya sea por incredulidad, miedo a represalias o a una atención que puede incomodar a la víctima. “Las políticas de no discriminación tienen que ser parejas en todo el país. Es mucho más fácil poner en práctica ciertas acciones a favor de la comunidad en tu corporativo en Santa Fe o en Polanco que hacerlo en la fábrica de la empresa en la carretera a Puebla”, siguió.

"‘Está bien que sean gay, pero no nos lo enseñen’. Es una expresión que se usa para hablar de las marchas, o para hablar de una pareja, pero dice mucho sobre la resistencia a que no nos metamos en los espacios en donde ‘no nos tenemos que meter’. La política, los deportes, la religión, las escuelas. Me parece súper importante y necesario de decir: No."

Con su ayuda, algunas marcas han comenzado un trabajo de sensibilización, de políticas de contratación, reclutamiento y prestaciones, creando redes de empleados LGBT+ y capacitando a sus empleados en temas desde marketing hasta recursos humanos. El consejo que más les da es escuchar a su propia comunidad. “Acércate a la gente que vive esto de manera muy directa: es decir a tus empleados. Antes de complicarte buscando que han hecho en otras partes del mundo, es importante acercarte a tus mismos colaboradores, a organizaciones locales, a la gente que está en el terreno ¿Cuáles son los problemas que tiene la comunidad? Asesórate de personas, de consultores y de organizaciones que conocen de estos temas y que saben y tienen más referencias de qué funciona y qué no”, dice. El movimiento ha dado pasos agigantados, pero aún hay muchas cosas por hacer. La visibilidad es uno de los pilares más fuertes. “Creo que el movimiento está evolucionando a un lugar que a mí me gusta mucho y que es ser más visibles en todo tipo de espacios. Existe esta expresión que escuchamos: ‘Está bien que sean gay, pero no nos lo enseñen’. Es una expresión que se usa para hablar de las marchas, o para hablar de una pareja, pero dice mucho sobre la resistencia a que no nos metamos en los espacios en donde ‘no nos tenemos que meter’. La política, los deportes, la religión, las escuelas. Me parece súper importante y necesario de decir: No. Nosotros tenemos un lugar en todos lados, siempre hemos estado, nada más no nos habían visto, pero ahora ya no vamos a escondernos más. Si eso incomoda a algunos, pues qué bueno, porque si no hay incomodidad no puede haber evolución ni progreso", finaliza.

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Junio es el mes del orgullo LGBT+. Como parte de un ejercicio para celebrar a las voces más disruptoras, Gatopardo entrevistó a los personajes que están cambiando el rostro del movimiento en el país. Enrique Torre Molina, que con su activismo y asesoría ha logrado construir puentes para fortalecer la visibilidad LGBT+, es el primero de cuatro entregas.

Ser parte de una comunidad significa construir puentes, y hacerlo entre personas, organizaciones y gobiernos. Para la comunidad LGBT+ son esenciales para la lucha. En México hay personas que se dedican a cuidar y gestionar estos puentes, como Enrique Torre Molina, licenciado en Relaciones Internacionales, que se ha convertido en portavoz de su comunidad. The Economist lo incluyó en su lista 50 Top Diversity Professionals y es asambleísta del Consejo para Prevenir y Eliminar la Discriminación de la Ciudad de México. “Me empecé a meter en temas de la comunidad y derechos humanos cuando estaba en la universidad. Me metí al grupo estudiantil LGBT+, al periódico y a la estación de radio. En todos lados estaba explorando estos temas. Era un ejercicio catártico de entenderme y conocerme”, dice en entrevista a Gatopardo. Egresado de la Universidad de las Américas, fue alumno de la primera edición del Seminario de Investigación “Los estudios gay en México” por parte de la UNAM. Desde aquellos días, Torre Molina ha trabajado con múltiples organizaciones, tanto nacionales como internacionales como All Out, Amnistía Internacional y Enseña por México. Torre Molina hoy funge como consultor para empresas y activista dentro de su organización, Colmena 41. Ésta es el resultado de años de trabajo con ONGs y organizaciones civiles. “Nuestra misión paraguas es vincular a personas de la comunidad y aliados de diferentes sectores. Aliar activistas con medios, empresas y gobierno, con el objetivo de que tengamos una comunidad que se conoce mejor y que sabe quién está trabajando en qué, con quién colaborar y tener una comunidad más fuerte, prospera, poderosa y con más igualdad”, explica.

"Hay muchos prejuicios, como pensar que las empresas solo quieren lucrar con el arcoíris y con la inclusión y no conocer que hay detrás de eso. Si una empresa decide apoyar públicamente a la comunidad en general es después de un camino interno recorrido."

Colmena 41, co fundada por el emprendedor y abogado Federico Arellano, nació apenas un año y se ha abierto camino en la Ciudad de México y en otras ciudades de la república a través de eventos mensuales de networking. Su trabajo recae en crear espacios donde diferentes esferas puedan crear lazos. “Hay muchos prejuicios, como pensar que las empresas solo quieren lucrar con el arcoíris y con la inclusión y no conocer que hay detrás de eso. Si una empresa decide apoyar públicamente a la comunidad en general es después de un camino interno recorrido. También por parte de las empresas hacia organizaciones civiles hay desconfianza, no las conocen, piensan que no son transparentes o profesionales, o que está cooptadas por algún partido”, dice Torre Molina. El movimiento LGBT+ parece haber tenido un crecimiento acelerado en los últimos años. Marcas internacionales y grandes empresas se han unido como aliados, pero a veces el cambio no se comunica como debería ser. Las marchas están repletas de marcas queriendo apoyar al movimiento, pero el cambio interno rara vez sale a la luz. “De pronto ha habido un boom, parece que se puso de moda y que es una cosa súper utilitaria. En algunos casos sí lo es pero yo creo que no son la mayoría. Creo que la oportunidad está en que las empresas comuniquen mejor qué es lo que significa que se pinten de arcoíris”, explica. Este cambio interno es una de las especialidades de Torre Molina, pues ha dedicado su tiempo a asesorar a marcas para que en sus prácticas apoyen a la comunidad. En México tenemos algunas ventajas, pues literalmente es ilegal la discriminación laboral por cualquier circunstancia. Aún así, la Ciudad de México es un oasis en cuestiones de derechos LGBT+. En muchos casos, la discriminación no se denuncia, ya sea por incredulidad, miedo a represalias o a una atención que puede incomodar a la víctima. “Las políticas de no discriminación tienen que ser parejas en todo el país. Es mucho más fácil poner en práctica ciertas acciones a favor de la comunidad en tu corporativo en Santa Fe o en Polanco que hacerlo en la fábrica de la empresa en la carretera a Puebla”, siguió.

"‘Está bien que sean gay, pero no nos lo enseñen’. Es una expresión que se usa para hablar de las marchas, o para hablar de una pareja, pero dice mucho sobre la resistencia a que no nos metamos en los espacios en donde ‘no nos tenemos que meter’. La política, los deportes, la religión, las escuelas. Me parece súper importante y necesario de decir: No."

Con su ayuda, algunas marcas han comenzado un trabajo de sensibilización, de políticas de contratación, reclutamiento y prestaciones, creando redes de empleados LGBT+ y capacitando a sus empleados en temas desde marketing hasta recursos humanos. El consejo que más les da es escuchar a su propia comunidad. “Acércate a la gente que vive esto de manera muy directa: es decir a tus empleados. Antes de complicarte buscando que han hecho en otras partes del mundo, es importante acercarte a tus mismos colaboradores, a organizaciones locales, a la gente que está en el terreno ¿Cuáles son los problemas que tiene la comunidad? Asesórate de personas, de consultores y de organizaciones que conocen de estos temas y que saben y tienen más referencias de qué funciona y qué no”, dice. El movimiento ha dado pasos agigantados, pero aún hay muchas cosas por hacer. La visibilidad es uno de los pilares más fuertes. “Creo que el movimiento está evolucionando a un lugar que a mí me gusta mucho y que es ser más visibles en todo tipo de espacios. Existe esta expresión que escuchamos: ‘Está bien que sean gay, pero no nos lo enseñen’. Es una expresión que se usa para hablar de las marchas, o para hablar de una pareja, pero dice mucho sobre la resistencia a que no nos metamos en los espacios en donde ‘no nos tenemos que meter’. La política, los deportes, la religión, las escuelas. Me parece súper importante y necesario de decir: No. Nosotros tenemos un lugar en todos lados, siempre hemos estado, nada más no nos habían visto, pero ahora ya no vamos a escondernos más. Si eso incomoda a algunos, pues qué bueno, porque si no hay incomodidad no puede haber evolución ni progreso", finaliza.

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Junio es el mes del orgullo LGBT+. Como parte de un ejercicio para celebrar a las voces más disruptoras, Gatopardo entrevistó a los personajes que están cambiando el rostro del movimiento en el país. Enrique Torre Molina, que con su activismo y asesoría ha logrado construir puentes para fortalecer la visibilidad LGBT+, es el primero de cuatro entregas.

Ser parte de una comunidad significa construir puentes, y hacerlo entre personas, organizaciones y gobiernos. Para la comunidad LGBT+ son esenciales para la lucha. En México hay personas que se dedican a cuidar y gestionar estos puentes, como Enrique Torre Molina, licenciado en Relaciones Internacionales, que se ha convertido en portavoz de su comunidad. The Economist lo incluyó en su lista 50 Top Diversity Professionals y es asambleísta del Consejo para Prevenir y Eliminar la Discriminación de la Ciudad de México. “Me empecé a meter en temas de la comunidad y derechos humanos cuando estaba en la universidad. Me metí al grupo estudiantil LGBT+, al periódico y a la estación de radio. En todos lados estaba explorando estos temas. Era un ejercicio catártico de entenderme y conocerme”, dice en entrevista a Gatopardo. Egresado de la Universidad de las Américas, fue alumno de la primera edición del Seminario de Investigación “Los estudios gay en México” por parte de la UNAM. Desde aquellos días, Torre Molina ha trabajado con múltiples organizaciones, tanto nacionales como internacionales como All Out, Amnistía Internacional y Enseña por México. Torre Molina hoy funge como consultor para empresas y activista dentro de su organización, Colmena 41. Ésta es el resultado de años de trabajo con ONGs y organizaciones civiles. “Nuestra misión paraguas es vincular a personas de la comunidad y aliados de diferentes sectores. Aliar activistas con medios, empresas y gobierno, con el objetivo de que tengamos una comunidad que se conoce mejor y que sabe quién está trabajando en qué, con quién colaborar y tener una comunidad más fuerte, prospera, poderosa y con más igualdad”, explica.

"Hay muchos prejuicios, como pensar que las empresas solo quieren lucrar con el arcoíris y con la inclusión y no conocer que hay detrás de eso. Si una empresa decide apoyar públicamente a la comunidad en general es después de un camino interno recorrido."

Colmena 41, co fundada por el emprendedor y abogado Federico Arellano, nació apenas un año y se ha abierto camino en la Ciudad de México y en otras ciudades de la república a través de eventos mensuales de networking. Su trabajo recae en crear espacios donde diferentes esferas puedan crear lazos. “Hay muchos prejuicios, como pensar que las empresas solo quieren lucrar con el arcoíris y con la inclusión y no conocer que hay detrás de eso. Si una empresa decide apoyar públicamente a la comunidad en general es después de un camino interno recorrido. También por parte de las empresas hacia organizaciones civiles hay desconfianza, no las conocen, piensan que no son transparentes o profesionales, o que está cooptadas por algún partido”, dice Torre Molina. El movimiento LGBT+ parece haber tenido un crecimiento acelerado en los últimos años. Marcas internacionales y grandes empresas se han unido como aliados, pero a veces el cambio no se comunica como debería ser. Las marchas están repletas de marcas queriendo apoyar al movimiento, pero el cambio interno rara vez sale a la luz. “De pronto ha habido un boom, parece que se puso de moda y que es una cosa súper utilitaria. En algunos casos sí lo es pero yo creo que no son la mayoría. Creo que la oportunidad está en que las empresas comuniquen mejor qué es lo que significa que se pinten de arcoíris”, explica. Este cambio interno es una de las especialidades de Torre Molina, pues ha dedicado su tiempo a asesorar a marcas para que en sus prácticas apoyen a la comunidad. En México tenemos algunas ventajas, pues literalmente es ilegal la discriminación laboral por cualquier circunstancia. Aún así, la Ciudad de México es un oasis en cuestiones de derechos LGBT+. En muchos casos, la discriminación no se denuncia, ya sea por incredulidad, miedo a represalias o a una atención que puede incomodar a la víctima. “Las políticas de no discriminación tienen que ser parejas en todo el país. Es mucho más fácil poner en práctica ciertas acciones a favor de la comunidad en tu corporativo en Santa Fe o en Polanco que hacerlo en la fábrica de la empresa en la carretera a Puebla”, siguió.

"‘Está bien que sean gay, pero no nos lo enseñen’. Es una expresión que se usa para hablar de las marchas, o para hablar de una pareja, pero dice mucho sobre la resistencia a que no nos metamos en los espacios en donde ‘no nos tenemos que meter’. La política, los deportes, la religión, las escuelas. Me parece súper importante y necesario de decir: No."

Con su ayuda, algunas marcas han comenzado un trabajo de sensibilización, de políticas de contratación, reclutamiento y prestaciones, creando redes de empleados LGBT+ y capacitando a sus empleados en temas desde marketing hasta recursos humanos. El consejo que más les da es escuchar a su propia comunidad. “Acércate a la gente que vive esto de manera muy directa: es decir a tus empleados. Antes de complicarte buscando que han hecho en otras partes del mundo, es importante acercarte a tus mismos colaboradores, a organizaciones locales, a la gente que está en el terreno ¿Cuáles son los problemas que tiene la comunidad? Asesórate de personas, de consultores y de organizaciones que conocen de estos temas y que saben y tienen más referencias de qué funciona y qué no”, dice. El movimiento ha dado pasos agigantados, pero aún hay muchas cosas por hacer. La visibilidad es uno de los pilares más fuertes. “Creo que el movimiento está evolucionando a un lugar que a mí me gusta mucho y que es ser más visibles en todo tipo de espacios. Existe esta expresión que escuchamos: ‘Está bien que sean gay, pero no nos lo enseñen’. Es una expresión que se usa para hablar de las marchas, o para hablar de una pareja, pero dice mucho sobre la resistencia a que no nos metamos en los espacios en donde ‘no nos tenemos que meter’. La política, los deportes, la religión, las escuelas. Me parece súper importante y necesario de decir: No. Nosotros tenemos un lugar en todos lados, siempre hemos estado, nada más no nos habían visto, pero ahora ya no vamos a escondernos más. Si eso incomoda a algunos, pues qué bueno, porque si no hay incomodidad no puede haber evolución ni progreso", finaliza.

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Enrique Torre Molina: Construyendo puentes

Enrique Torre Molina: Construyendo puentes

11
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20
2020
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Junio es el mes del orgullo LGBT+. Como parte de un ejercicio para celebrar a las voces más disruptoras, Gatopardo entrevistó a los personajes que están cambiando el rostro del movimiento en el país. Enrique Torre Molina, que con su activismo y asesoría ha logrado construir puentes para fortalecer la visibilidad LGBT+, es el primero de cuatro entregas.

Ser parte de una comunidad significa construir puentes, y hacerlo entre personas, organizaciones y gobiernos. Para la comunidad LGBT+ son esenciales para la lucha. En México hay personas que se dedican a cuidar y gestionar estos puentes, como Enrique Torre Molina, licenciado en Relaciones Internacionales, que se ha convertido en portavoz de su comunidad. The Economist lo incluyó en su lista 50 Top Diversity Professionals y es asambleísta del Consejo para Prevenir y Eliminar la Discriminación de la Ciudad de México. “Me empecé a meter en temas de la comunidad y derechos humanos cuando estaba en la universidad. Me metí al grupo estudiantil LGBT+, al periódico y a la estación de radio. En todos lados estaba explorando estos temas. Era un ejercicio catártico de entenderme y conocerme”, dice en entrevista a Gatopardo. Egresado de la Universidad de las Américas, fue alumno de la primera edición del Seminario de Investigación “Los estudios gay en México” por parte de la UNAM. Desde aquellos días, Torre Molina ha trabajado con múltiples organizaciones, tanto nacionales como internacionales como All Out, Amnistía Internacional y Enseña por México. Torre Molina hoy funge como consultor para empresas y activista dentro de su organización, Colmena 41. Ésta es el resultado de años de trabajo con ONGs y organizaciones civiles. “Nuestra misión paraguas es vincular a personas de la comunidad y aliados de diferentes sectores. Aliar activistas con medios, empresas y gobierno, con el objetivo de que tengamos una comunidad que se conoce mejor y que sabe quién está trabajando en qué, con quién colaborar y tener una comunidad más fuerte, prospera, poderosa y con más igualdad”, explica.

"Hay muchos prejuicios, como pensar que las empresas solo quieren lucrar con el arcoíris y con la inclusión y no conocer que hay detrás de eso. Si una empresa decide apoyar públicamente a la comunidad en general es después de un camino interno recorrido."

Colmena 41, co fundada por el emprendedor y abogado Federico Arellano, nació apenas un año y se ha abierto camino en la Ciudad de México y en otras ciudades de la república a través de eventos mensuales de networking. Su trabajo recae en crear espacios donde diferentes esferas puedan crear lazos. “Hay muchos prejuicios, como pensar que las empresas solo quieren lucrar con el arcoíris y con la inclusión y no conocer que hay detrás de eso. Si una empresa decide apoyar públicamente a la comunidad en general es después de un camino interno recorrido. También por parte de las empresas hacia organizaciones civiles hay desconfianza, no las conocen, piensan que no son transparentes o profesionales, o que está cooptadas por algún partido”, dice Torre Molina. El movimiento LGBT+ parece haber tenido un crecimiento acelerado en los últimos años. Marcas internacionales y grandes empresas se han unido como aliados, pero a veces el cambio no se comunica como debería ser. Las marchas están repletas de marcas queriendo apoyar al movimiento, pero el cambio interno rara vez sale a la luz. “De pronto ha habido un boom, parece que se puso de moda y que es una cosa súper utilitaria. En algunos casos sí lo es pero yo creo que no son la mayoría. Creo que la oportunidad está en que las empresas comuniquen mejor qué es lo que significa que se pinten de arcoíris”, explica. Este cambio interno es una de las especialidades de Torre Molina, pues ha dedicado su tiempo a asesorar a marcas para que en sus prácticas apoyen a la comunidad. En México tenemos algunas ventajas, pues literalmente es ilegal la discriminación laboral por cualquier circunstancia. Aún así, la Ciudad de México es un oasis en cuestiones de derechos LGBT+. En muchos casos, la discriminación no se denuncia, ya sea por incredulidad, miedo a represalias o a una atención que puede incomodar a la víctima. “Las políticas de no discriminación tienen que ser parejas en todo el país. Es mucho más fácil poner en práctica ciertas acciones a favor de la comunidad en tu corporativo en Santa Fe o en Polanco que hacerlo en la fábrica de la empresa en la carretera a Puebla”, siguió.

"‘Está bien que sean gay, pero no nos lo enseñen’. Es una expresión que se usa para hablar de las marchas, o para hablar de una pareja, pero dice mucho sobre la resistencia a que no nos metamos en los espacios en donde ‘no nos tenemos que meter’. La política, los deportes, la religión, las escuelas. Me parece súper importante y necesario de decir: No."

Con su ayuda, algunas marcas han comenzado un trabajo de sensibilización, de políticas de contratación, reclutamiento y prestaciones, creando redes de empleados LGBT+ y capacitando a sus empleados en temas desde marketing hasta recursos humanos. El consejo que más les da es escuchar a su propia comunidad. “Acércate a la gente que vive esto de manera muy directa: es decir a tus empleados. Antes de complicarte buscando que han hecho en otras partes del mundo, es importante acercarte a tus mismos colaboradores, a organizaciones locales, a la gente que está en el terreno ¿Cuáles son los problemas que tiene la comunidad? Asesórate de personas, de consultores y de organizaciones que conocen de estos temas y que saben y tienen más referencias de qué funciona y qué no”, dice. El movimiento ha dado pasos agigantados, pero aún hay muchas cosas por hacer. La visibilidad es uno de los pilares más fuertes. “Creo que el movimiento está evolucionando a un lugar que a mí me gusta mucho y que es ser más visibles en todo tipo de espacios. Existe esta expresión que escuchamos: ‘Está bien que sean gay, pero no nos lo enseñen’. Es una expresión que se usa para hablar de las marchas, o para hablar de una pareja, pero dice mucho sobre la resistencia a que no nos metamos en los espacios en donde ‘no nos tenemos que meter’. La política, los deportes, la religión, las escuelas. Me parece súper importante y necesario de decir: No. Nosotros tenemos un lugar en todos lados, siempre hemos estado, nada más no nos habían visto, pero ahora ya no vamos a escondernos más. Si eso incomoda a algunos, pues qué bueno, porque si no hay incomodidad no puede haber evolución ni progreso", finaliza.

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Junio es el mes del orgullo LGBT+. Como parte de un ejercicio para celebrar a las voces más disruptoras, Gatopardo entrevistó a los personajes que están cambiando el rostro del movimiento en el país. Enrique Torre Molina, que con su activismo y asesoría ha logrado construir puentes para fortalecer la visibilidad LGBT+, es el primero de cuatro entregas.

Texto de
Fotografía de
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Ser parte de una comunidad significa construir puentes, y hacerlo entre personas, organizaciones y gobiernos. Para la comunidad LGBT+ son esenciales para la lucha. En México hay personas que se dedican a cuidar y gestionar estos puentes, como Enrique Torre Molina, licenciado en Relaciones Internacionales, que se ha convertido en portavoz de su comunidad. The Economist lo incluyó en su lista 50 Top Diversity Professionals y es asambleísta del Consejo para Prevenir y Eliminar la Discriminación de la Ciudad de México. “Me empecé a meter en temas de la comunidad y derechos humanos cuando estaba en la universidad. Me metí al grupo estudiantil LGBT+, al periódico y a la estación de radio. En todos lados estaba explorando estos temas. Era un ejercicio catártico de entenderme y conocerme”, dice en entrevista a Gatopardo. Egresado de la Universidad de las Américas, fue alumno de la primera edición del Seminario de Investigación “Los estudios gay en México” por parte de la UNAM. Desde aquellos días, Torre Molina ha trabajado con múltiples organizaciones, tanto nacionales como internacionales como All Out, Amnistía Internacional y Enseña por México. Torre Molina hoy funge como consultor para empresas y activista dentro de su organización, Colmena 41. Ésta es el resultado de años de trabajo con ONGs y organizaciones civiles. “Nuestra misión paraguas es vincular a personas de la comunidad y aliados de diferentes sectores. Aliar activistas con medios, empresas y gobierno, con el objetivo de que tengamos una comunidad que se conoce mejor y que sabe quién está trabajando en qué, con quién colaborar y tener una comunidad más fuerte, prospera, poderosa y con más igualdad”, explica.

"Hay muchos prejuicios, como pensar que las empresas solo quieren lucrar con el arcoíris y con la inclusión y no conocer que hay detrás de eso. Si una empresa decide apoyar públicamente a la comunidad en general es después de un camino interno recorrido."

Colmena 41, co fundada por el emprendedor y abogado Federico Arellano, nació apenas un año y se ha abierto camino en la Ciudad de México y en otras ciudades de la república a través de eventos mensuales de networking. Su trabajo recae en crear espacios donde diferentes esferas puedan crear lazos. “Hay muchos prejuicios, como pensar que las empresas solo quieren lucrar con el arcoíris y con la inclusión y no conocer que hay detrás de eso. Si una empresa decide apoyar públicamente a la comunidad en general es después de un camino interno recorrido. También por parte de las empresas hacia organizaciones civiles hay desconfianza, no las conocen, piensan que no son transparentes o profesionales, o que está cooptadas por algún partido”, dice Torre Molina. El movimiento LGBT+ parece haber tenido un crecimiento acelerado en los últimos años. Marcas internacionales y grandes empresas se han unido como aliados, pero a veces el cambio no se comunica como debería ser. Las marchas están repletas de marcas queriendo apoyar al movimiento, pero el cambio interno rara vez sale a la luz. “De pronto ha habido un boom, parece que se puso de moda y que es una cosa súper utilitaria. En algunos casos sí lo es pero yo creo que no son la mayoría. Creo que la oportunidad está en que las empresas comuniquen mejor qué es lo que significa que se pinten de arcoíris”, explica. Este cambio interno es una de las especialidades de Torre Molina, pues ha dedicado su tiempo a asesorar a marcas para que en sus prácticas apoyen a la comunidad. En México tenemos algunas ventajas, pues literalmente es ilegal la discriminación laboral por cualquier circunstancia. Aún así, la Ciudad de México es un oasis en cuestiones de derechos LGBT+. En muchos casos, la discriminación no se denuncia, ya sea por incredulidad, miedo a represalias o a una atención que puede incomodar a la víctima. “Las políticas de no discriminación tienen que ser parejas en todo el país. Es mucho más fácil poner en práctica ciertas acciones a favor de la comunidad en tu corporativo en Santa Fe o en Polanco que hacerlo en la fábrica de la empresa en la carretera a Puebla”, siguió.

"‘Está bien que sean gay, pero no nos lo enseñen’. Es una expresión que se usa para hablar de las marchas, o para hablar de una pareja, pero dice mucho sobre la resistencia a que no nos metamos en los espacios en donde ‘no nos tenemos que meter’. La política, los deportes, la religión, las escuelas. Me parece súper importante y necesario de decir: No."

Con su ayuda, algunas marcas han comenzado un trabajo de sensibilización, de políticas de contratación, reclutamiento y prestaciones, creando redes de empleados LGBT+ y capacitando a sus empleados en temas desde marketing hasta recursos humanos. El consejo que más les da es escuchar a su propia comunidad. “Acércate a la gente que vive esto de manera muy directa: es decir a tus empleados. Antes de complicarte buscando que han hecho en otras partes del mundo, es importante acercarte a tus mismos colaboradores, a organizaciones locales, a la gente que está en el terreno ¿Cuáles son los problemas que tiene la comunidad? Asesórate de personas, de consultores y de organizaciones que conocen de estos temas y que saben y tienen más referencias de qué funciona y qué no”, dice. El movimiento ha dado pasos agigantados, pero aún hay muchas cosas por hacer. La visibilidad es uno de los pilares más fuertes. “Creo que el movimiento está evolucionando a un lugar que a mí me gusta mucho y que es ser más visibles en todo tipo de espacios. Existe esta expresión que escuchamos: ‘Está bien que sean gay, pero no nos lo enseñen’. Es una expresión que se usa para hablar de las marchas, o para hablar de una pareja, pero dice mucho sobre la resistencia a que no nos metamos en los espacios en donde ‘no nos tenemos que meter’. La política, los deportes, la religión, las escuelas. Me parece súper importante y necesario de decir: No. Nosotros tenemos un lugar en todos lados, siempre hemos estado, nada más no nos habían visto, pero ahora ya no vamos a escondernos más. Si eso incomoda a algunos, pues qué bueno, porque si no hay incomodidad no puede haber evolución ni progreso", finaliza.

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