A ochenta años del inicio de la marca en la industria tequilera, ¿cómo mantener vivo el legado de su fundador? El método solera y una combinación inesperada generaron un resultado extraordinario: la Última Reserva de Don Julio.
La decisión de Tequila Don Julio fue utilizar, como base de su nuevo producto, el líquido que proviene de la última cosecha de agaves plantada por su fundador, don Julio González, y que se almacenó en espera de una ocasión especial. “Con ese líquido”, apunta Cynthia García Espinosa, Directora de Marketing de Tequila Don Julio, “se nutrió un tequila extra añejo que hoy se está valorando más allá de lo que se tenía previsto. De ahí el nombre de esta edición especial: Tequila Don Julio Última Reserva”.
“No estamos hablando de un simple tequila extra añejo”, continúa García Espinosa, “es un tequila que se nutre con parte del líquido que dejó don Julio y que, al utilizarlo en un método solera, se ensambla con otros tequilas añejos de nuestra casa para producir una bebida que nos permita ponerle un poquito del corazón y la pasión de don Julio a cada una de estas botellas de producción limitada”.
El resultado es un tequila extra añejo que, al ser puesto a reposar en un método solera, es decir, en barricas de roble americano que antes añejaron bourbon y vinos de Madeira, permite el ensamble de diferentes tequilas añejos, cuyo sabor se enriquece con los aportes de las maderas de las barricas que extienden su proceso de reposo.
Karina Sánchez, embajadora global de Tequila Don Julio, conoce a detalle la historia de esta última reserva y la resume así: “Don Julio González y su familia hicieron su última plantación de agaves en el 2006. Seis años después, en 2012, (el año en que murió el fundador de la marca) se cosecharon esos agaves, su producto se destiló en alambiques y se puso a reposar en barricas de roble blanco. Para 2015 ya se había vuelto un tequila extra añejo que tenía que cambiar de lugar porque, de no hacerlo, continuaría su proceso de evaporación con un sabor cada vez más fuerte. Entonces ese tequila se sacó de las barricas en las que se hizo extra añejo y se guardó en otro tipo de tanques, en espera de una ocasión muy especial. Ya acercándose la fecha de la celebración del ochenta aniversario, con ese líquido se empezó un nuevo proceso de añejamiento mediante el tradicional método solera y el resultado final, de la mezcla con otros añejos de la casa, es el Tequila Don Julio Última Reserva, una edición muy, muy limitada que sale al mercado este 2020 y que continuará su venta año con año hasta agotar su existencia”.
Después de la devoción por la tierra y los agaves —finalmente, la principal materia prima del tequila es el agave y el agua, más una levadura especial—, don Julio González tenía otra devoción: el cuidadoso y detallado proceso de producción de un tequila que ha alcanzado los máximos estándares de calidad y refinamiento, esos que le han dado fama a nivel mundial. Es por ello que Karina Sánchez abunda en las características del método solera, utilizado tradicionalmente para poner a reposar rones, brandys y vinos de mesa, y que, en esta ocasión, se aplicó para la creación del Tequila Don Julio Última Reserva.
“Se llama solera porque proviene de la palabra solium, que significa suelo. Consiste en una serie de barricas que se colocan pegadas al piso y de las que saldrá el tequila extra añejo para ser embotellado. Arriba de esas barricas se colocan otras que antes guardaron bourbon, que es una segunda criadera, y luego se colocan otras más, que es la hilera de barricas en las que antes se almacenaron vinos de Madeira. Este sistema permite que, por gravedad, se alimenten entre sí las barricas que, en este caso, contienen tequilas ensamblados con diferentes tiempos de añejamiento —el que proviene de la última cosecha de don Julio y otros añejos— y cuyo sabor es enriquecido con los sabores de las maderas que los guardan. Es un líquido dorado y robusto debido a los taninos que contienen las maderas de los barriles y que agregan notas de aroma y sabor vainilla, miel, frutos secos, madera, los cítricos del agave… una mezcla poco común en el mundo del tequila. Y justo al llegar hasta la hilera de abajo queda un ensamble de tequilas listo para ser embotellado”.
Un tequila de tales características merece una botella que esté a la altura de su contenido y de la celebración del aniversario ochenta de la casa tequilera Don Julio. Cynthia García Espinosa retoma la palabra para describirla: “Es una botella alargada porque representa la penca del agave. En su base vemos la forma de una piña de agave como si estuviese jimada y la penca que se alza hacia arriba hasta llegar a una tapa que también hace eco del diseño”.
En nuestra siguiente y última entrega, Cynthia García Espinosa y Karina Sánchez nos hablarán de otra de las grandes devociones de don Julio González: la comunidad y la celebración en comunidad.
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A ochenta años del inicio de la marca en la industria tequilera, ¿cómo mantener vivo el legado de su fundador? El método solera y una combinación inesperada generaron un resultado extraordinario: la Última Reserva de Don Julio.
La decisión de Tequila Don Julio fue utilizar, como base de su nuevo producto, el líquido que proviene de la última cosecha de agaves plantada por su fundador, don Julio González, y que se almacenó en espera de una ocasión especial. “Con ese líquido”, apunta Cynthia García Espinosa, Directora de Marketing de Tequila Don Julio, “se nutrió un tequila extra añejo que hoy se está valorando más allá de lo que se tenía previsto. De ahí el nombre de esta edición especial: Tequila Don Julio Última Reserva”.
“No estamos hablando de un simple tequila extra añejo”, continúa García Espinosa, “es un tequila que se nutre con parte del líquido que dejó don Julio y que, al utilizarlo en un método solera, se ensambla con otros tequilas añejos de nuestra casa para producir una bebida que nos permita ponerle un poquito del corazón y la pasión de don Julio a cada una de estas botellas de producción limitada”.
El resultado es un tequila extra añejo que, al ser puesto a reposar en un método solera, es decir, en barricas de roble americano que antes añejaron bourbon y vinos de Madeira, permite el ensamble de diferentes tequilas añejos, cuyo sabor se enriquece con los aportes de las maderas de las barricas que extienden su proceso de reposo.
Karina Sánchez, embajadora global de Tequila Don Julio, conoce a detalle la historia de esta última reserva y la resume así: “Don Julio González y su familia hicieron su última plantación de agaves en el 2006. Seis años después, en 2012, (el año en que murió el fundador de la marca) se cosecharon esos agaves, su producto se destiló en alambiques y se puso a reposar en barricas de roble blanco. Para 2015 ya se había vuelto un tequila extra añejo que tenía que cambiar de lugar porque, de no hacerlo, continuaría su proceso de evaporación con un sabor cada vez más fuerte. Entonces ese tequila se sacó de las barricas en las que se hizo extra añejo y se guardó en otro tipo de tanques, en espera de una ocasión muy especial. Ya acercándose la fecha de la celebración del ochenta aniversario, con ese líquido se empezó un nuevo proceso de añejamiento mediante el tradicional método solera y el resultado final, de la mezcla con otros añejos de la casa, es el Tequila Don Julio Última Reserva, una edición muy, muy limitada que sale al mercado este 2020 y que continuará su venta año con año hasta agotar su existencia”.
Después de la devoción por la tierra y los agaves —finalmente, la principal materia prima del tequila es el agave y el agua, más una levadura especial—, don Julio González tenía otra devoción: el cuidadoso y detallado proceso de producción de un tequila que ha alcanzado los máximos estándares de calidad y refinamiento, esos que le han dado fama a nivel mundial. Es por ello que Karina Sánchez abunda en las características del método solera, utilizado tradicionalmente para poner a reposar rones, brandys y vinos de mesa, y que, en esta ocasión, se aplicó para la creación del Tequila Don Julio Última Reserva.
“Se llama solera porque proviene de la palabra solium, que significa suelo. Consiste en una serie de barricas que se colocan pegadas al piso y de las que saldrá el tequila extra añejo para ser embotellado. Arriba de esas barricas se colocan otras que antes guardaron bourbon, que es una segunda criadera, y luego se colocan otras más, que es la hilera de barricas en las que antes se almacenaron vinos de Madeira. Este sistema permite que, por gravedad, se alimenten entre sí las barricas que, en este caso, contienen tequilas ensamblados con diferentes tiempos de añejamiento —el que proviene de la última cosecha de don Julio y otros añejos— y cuyo sabor es enriquecido con los sabores de las maderas que los guardan. Es un líquido dorado y robusto debido a los taninos que contienen las maderas de los barriles y que agregan notas de aroma y sabor vainilla, miel, frutos secos, madera, los cítricos del agave… una mezcla poco común en el mundo del tequila. Y justo al llegar hasta la hilera de abajo queda un ensamble de tequilas listo para ser embotellado”.
Un tequila de tales características merece una botella que esté a la altura de su contenido y de la celebración del aniversario ochenta de la casa tequilera Don Julio. Cynthia García Espinosa retoma la palabra para describirla: “Es una botella alargada porque representa la penca del agave. En su base vemos la forma de una piña de agave como si estuviese jimada y la penca que se alza hacia arriba hasta llegar a una tapa que también hace eco del diseño”.
En nuestra siguiente y última entrega, Cynthia García Espinosa y Karina Sánchez nos hablarán de otra de las grandes devociones de don Julio González: la comunidad y la celebración en comunidad.
A ochenta años del inicio de la marca en la industria tequilera, ¿cómo mantener vivo el legado de su fundador? El método solera y una combinación inesperada generaron un resultado extraordinario: la Última Reserva de Don Julio.
La decisión de Tequila Don Julio fue utilizar, como base de su nuevo producto, el líquido que proviene de la última cosecha de agaves plantada por su fundador, don Julio González, y que se almacenó en espera de una ocasión especial. “Con ese líquido”, apunta Cynthia García Espinosa, Directora de Marketing de Tequila Don Julio, “se nutrió un tequila extra añejo que hoy se está valorando más allá de lo que se tenía previsto. De ahí el nombre de esta edición especial: Tequila Don Julio Última Reserva”.
“No estamos hablando de un simple tequila extra añejo”, continúa García Espinosa, “es un tequila que se nutre con parte del líquido que dejó don Julio y que, al utilizarlo en un método solera, se ensambla con otros tequilas añejos de nuestra casa para producir una bebida que nos permita ponerle un poquito del corazón y la pasión de don Julio a cada una de estas botellas de producción limitada”.
El resultado es un tequila extra añejo que, al ser puesto a reposar en un método solera, es decir, en barricas de roble americano que antes añejaron bourbon y vinos de Madeira, permite el ensamble de diferentes tequilas añejos, cuyo sabor se enriquece con los aportes de las maderas de las barricas que extienden su proceso de reposo.
Karina Sánchez, embajadora global de Tequila Don Julio, conoce a detalle la historia de esta última reserva y la resume así: “Don Julio González y su familia hicieron su última plantación de agaves en el 2006. Seis años después, en 2012, (el año en que murió el fundador de la marca) se cosecharon esos agaves, su producto se destiló en alambiques y se puso a reposar en barricas de roble blanco. Para 2015 ya se había vuelto un tequila extra añejo que tenía que cambiar de lugar porque, de no hacerlo, continuaría su proceso de evaporación con un sabor cada vez más fuerte. Entonces ese tequila se sacó de las barricas en las que se hizo extra añejo y se guardó en otro tipo de tanques, en espera de una ocasión muy especial. Ya acercándose la fecha de la celebración del ochenta aniversario, con ese líquido se empezó un nuevo proceso de añejamiento mediante el tradicional método solera y el resultado final, de la mezcla con otros añejos de la casa, es el Tequila Don Julio Última Reserva, una edición muy, muy limitada que sale al mercado este 2020 y que continuará su venta año con año hasta agotar su existencia”.
Después de la devoción por la tierra y los agaves —finalmente, la principal materia prima del tequila es el agave y el agua, más una levadura especial—, don Julio González tenía otra devoción: el cuidadoso y detallado proceso de producción de un tequila que ha alcanzado los máximos estándares de calidad y refinamiento, esos que le han dado fama a nivel mundial. Es por ello que Karina Sánchez abunda en las características del método solera, utilizado tradicionalmente para poner a reposar rones, brandys y vinos de mesa, y que, en esta ocasión, se aplicó para la creación del Tequila Don Julio Última Reserva.
“Se llama solera porque proviene de la palabra solium, que significa suelo. Consiste en una serie de barricas que se colocan pegadas al piso y de las que saldrá el tequila extra añejo para ser embotellado. Arriba de esas barricas se colocan otras que antes guardaron bourbon, que es una segunda criadera, y luego se colocan otras más, que es la hilera de barricas en las que antes se almacenaron vinos de Madeira. Este sistema permite que, por gravedad, se alimenten entre sí las barricas que, en este caso, contienen tequilas ensamblados con diferentes tiempos de añejamiento —el que proviene de la última cosecha de don Julio y otros añejos— y cuyo sabor es enriquecido con los sabores de las maderas que los guardan. Es un líquido dorado y robusto debido a los taninos que contienen las maderas de los barriles y que agregan notas de aroma y sabor vainilla, miel, frutos secos, madera, los cítricos del agave… una mezcla poco común en el mundo del tequila. Y justo al llegar hasta la hilera de abajo queda un ensamble de tequilas listo para ser embotellado”.
Un tequila de tales características merece una botella que esté a la altura de su contenido y de la celebración del aniversario ochenta de la casa tequilera Don Julio. Cynthia García Espinosa retoma la palabra para describirla: “Es una botella alargada porque representa la penca del agave. En su base vemos la forma de una piña de agave como si estuviese jimada y la penca que se alza hacia arriba hasta llegar a una tapa que también hace eco del diseño”.
En nuestra siguiente y última entrega, Cynthia García Espinosa y Karina Sánchez nos hablarán de otra de las grandes devociones de don Julio González: la comunidad y la celebración en comunidad.
A ochenta años del inicio de la marca en la industria tequilera, ¿cómo mantener vivo el legado de su fundador? El método solera y una combinación inesperada generaron un resultado extraordinario: la Última Reserva de Don Julio.
La decisión de Tequila Don Julio fue utilizar, como base de su nuevo producto, el líquido que proviene de la última cosecha de agaves plantada por su fundador, don Julio González, y que se almacenó en espera de una ocasión especial. “Con ese líquido”, apunta Cynthia García Espinosa, Directora de Marketing de Tequila Don Julio, “se nutrió un tequila extra añejo que hoy se está valorando más allá de lo que se tenía previsto. De ahí el nombre de esta edición especial: Tequila Don Julio Última Reserva”.
“No estamos hablando de un simple tequila extra añejo”, continúa García Espinosa, “es un tequila que se nutre con parte del líquido que dejó don Julio y que, al utilizarlo en un método solera, se ensambla con otros tequilas añejos de nuestra casa para producir una bebida que nos permita ponerle un poquito del corazón y la pasión de don Julio a cada una de estas botellas de producción limitada”.
El resultado es un tequila extra añejo que, al ser puesto a reposar en un método solera, es decir, en barricas de roble americano que antes añejaron bourbon y vinos de Madeira, permite el ensamble de diferentes tequilas añejos, cuyo sabor se enriquece con los aportes de las maderas de las barricas que extienden su proceso de reposo.
Karina Sánchez, embajadora global de Tequila Don Julio, conoce a detalle la historia de esta última reserva y la resume así: “Don Julio González y su familia hicieron su última plantación de agaves en el 2006. Seis años después, en 2012, (el año en que murió el fundador de la marca) se cosecharon esos agaves, su producto se destiló en alambiques y se puso a reposar en barricas de roble blanco. Para 2015 ya se había vuelto un tequila extra añejo que tenía que cambiar de lugar porque, de no hacerlo, continuaría su proceso de evaporación con un sabor cada vez más fuerte. Entonces ese tequila se sacó de las barricas en las que se hizo extra añejo y se guardó en otro tipo de tanques, en espera de una ocasión muy especial. Ya acercándose la fecha de la celebración del ochenta aniversario, con ese líquido se empezó un nuevo proceso de añejamiento mediante el tradicional método solera y el resultado final, de la mezcla con otros añejos de la casa, es el Tequila Don Julio Última Reserva, una edición muy, muy limitada que sale al mercado este 2020 y que continuará su venta año con año hasta agotar su existencia”.
Después de la devoción por la tierra y los agaves —finalmente, la principal materia prima del tequila es el agave y el agua, más una levadura especial—, don Julio González tenía otra devoción: el cuidadoso y detallado proceso de producción de un tequila que ha alcanzado los máximos estándares de calidad y refinamiento, esos que le han dado fama a nivel mundial. Es por ello que Karina Sánchez abunda en las características del método solera, utilizado tradicionalmente para poner a reposar rones, brandys y vinos de mesa, y que, en esta ocasión, se aplicó para la creación del Tequila Don Julio Última Reserva.
“Se llama solera porque proviene de la palabra solium, que significa suelo. Consiste en una serie de barricas que se colocan pegadas al piso y de las que saldrá el tequila extra añejo para ser embotellado. Arriba de esas barricas se colocan otras que antes guardaron bourbon, que es una segunda criadera, y luego se colocan otras más, que es la hilera de barricas en las que antes se almacenaron vinos de Madeira. Este sistema permite que, por gravedad, se alimenten entre sí las barricas que, en este caso, contienen tequilas ensamblados con diferentes tiempos de añejamiento —el que proviene de la última cosecha de don Julio y otros añejos— y cuyo sabor es enriquecido con los sabores de las maderas que los guardan. Es un líquido dorado y robusto debido a los taninos que contienen las maderas de los barriles y que agregan notas de aroma y sabor vainilla, miel, frutos secos, madera, los cítricos del agave… una mezcla poco común en el mundo del tequila. Y justo al llegar hasta la hilera de abajo queda un ensamble de tequilas listo para ser embotellado”.
Un tequila de tales características merece una botella que esté a la altura de su contenido y de la celebración del aniversario ochenta de la casa tequilera Don Julio. Cynthia García Espinosa retoma la palabra para describirla: “Es una botella alargada porque representa la penca del agave. En su base vemos la forma de una piña de agave como si estuviese jimada y la penca que se alza hacia arriba hasta llegar a una tapa que también hace eco del diseño”.
En nuestra siguiente y última entrega, Cynthia García Espinosa y Karina Sánchez nos hablarán de otra de las grandes devociones de don Julio González: la comunidad y la celebración en comunidad.
A ochenta años del inicio de la marca en la industria tequilera, ¿cómo mantener vivo el legado de su fundador? El método solera y una combinación inesperada generaron un resultado extraordinario: la Última Reserva de Don Julio.
La decisión de Tequila Don Julio fue utilizar, como base de su nuevo producto, el líquido que proviene de la última cosecha de agaves plantada por su fundador, don Julio González, y que se almacenó en espera de una ocasión especial. “Con ese líquido”, apunta Cynthia García Espinosa, Directora de Marketing de Tequila Don Julio, “se nutrió un tequila extra añejo que hoy se está valorando más allá de lo que se tenía previsto. De ahí el nombre de esta edición especial: Tequila Don Julio Última Reserva”.
“No estamos hablando de un simple tequila extra añejo”, continúa García Espinosa, “es un tequila que se nutre con parte del líquido que dejó don Julio y que, al utilizarlo en un método solera, se ensambla con otros tequilas añejos de nuestra casa para producir una bebida que nos permita ponerle un poquito del corazón y la pasión de don Julio a cada una de estas botellas de producción limitada”.
El resultado es un tequila extra añejo que, al ser puesto a reposar en un método solera, es decir, en barricas de roble americano que antes añejaron bourbon y vinos de Madeira, permite el ensamble de diferentes tequilas añejos, cuyo sabor se enriquece con los aportes de las maderas de las barricas que extienden su proceso de reposo.
Karina Sánchez, embajadora global de Tequila Don Julio, conoce a detalle la historia de esta última reserva y la resume así: “Don Julio González y su familia hicieron su última plantación de agaves en el 2006. Seis años después, en 2012, (el año en que murió el fundador de la marca) se cosecharon esos agaves, su producto se destiló en alambiques y se puso a reposar en barricas de roble blanco. Para 2015 ya se había vuelto un tequila extra añejo que tenía que cambiar de lugar porque, de no hacerlo, continuaría su proceso de evaporación con un sabor cada vez más fuerte. Entonces ese tequila se sacó de las barricas en las que se hizo extra añejo y se guardó en otro tipo de tanques, en espera de una ocasión muy especial. Ya acercándose la fecha de la celebración del ochenta aniversario, con ese líquido se empezó un nuevo proceso de añejamiento mediante el tradicional método solera y el resultado final, de la mezcla con otros añejos de la casa, es el Tequila Don Julio Última Reserva, una edición muy, muy limitada que sale al mercado este 2020 y que continuará su venta año con año hasta agotar su existencia”.
Después de la devoción por la tierra y los agaves —finalmente, la principal materia prima del tequila es el agave y el agua, más una levadura especial—, don Julio González tenía otra devoción: el cuidadoso y detallado proceso de producción de un tequila que ha alcanzado los máximos estándares de calidad y refinamiento, esos que le han dado fama a nivel mundial. Es por ello que Karina Sánchez abunda en las características del método solera, utilizado tradicionalmente para poner a reposar rones, brandys y vinos de mesa, y que, en esta ocasión, se aplicó para la creación del Tequila Don Julio Última Reserva.
“Se llama solera porque proviene de la palabra solium, que significa suelo. Consiste en una serie de barricas que se colocan pegadas al piso y de las que saldrá el tequila extra añejo para ser embotellado. Arriba de esas barricas se colocan otras que antes guardaron bourbon, que es una segunda criadera, y luego se colocan otras más, que es la hilera de barricas en las que antes se almacenaron vinos de Madeira. Este sistema permite que, por gravedad, se alimenten entre sí las barricas que, en este caso, contienen tequilas ensamblados con diferentes tiempos de añejamiento —el que proviene de la última cosecha de don Julio y otros añejos— y cuyo sabor es enriquecido con los sabores de las maderas que los guardan. Es un líquido dorado y robusto debido a los taninos que contienen las maderas de los barriles y que agregan notas de aroma y sabor vainilla, miel, frutos secos, madera, los cítricos del agave… una mezcla poco común en el mundo del tequila. Y justo al llegar hasta la hilera de abajo queda un ensamble de tequilas listo para ser embotellado”.
Un tequila de tales características merece una botella que esté a la altura de su contenido y de la celebración del aniversario ochenta de la casa tequilera Don Julio. Cynthia García Espinosa retoma la palabra para describirla: “Es una botella alargada porque representa la penca del agave. En su base vemos la forma de una piña de agave como si estuviese jimada y la penca que se alza hacia arriba hasta llegar a una tapa que también hace eco del diseño”.
En nuestra siguiente y última entrega, Cynthia García Espinosa y Karina Sánchez nos hablarán de otra de las grandes devociones de don Julio González: la comunidad y la celebración en comunidad.
A ochenta años del inicio de la marca en la industria tequilera, ¿cómo mantener vivo el legado de su fundador? El método solera y una combinación inesperada generaron un resultado extraordinario: la Última Reserva de Don Julio.
La decisión de Tequila Don Julio fue utilizar, como base de su nuevo producto, el líquido que proviene de la última cosecha de agaves plantada por su fundador, don Julio González, y que se almacenó en espera de una ocasión especial. “Con ese líquido”, apunta Cynthia García Espinosa, Directora de Marketing de Tequila Don Julio, “se nutrió un tequila extra añejo que hoy se está valorando más allá de lo que se tenía previsto. De ahí el nombre de esta edición especial: Tequila Don Julio Última Reserva”.
“No estamos hablando de un simple tequila extra añejo”, continúa García Espinosa, “es un tequila que se nutre con parte del líquido que dejó don Julio y que, al utilizarlo en un método solera, se ensambla con otros tequilas añejos de nuestra casa para producir una bebida que nos permita ponerle un poquito del corazón y la pasión de don Julio a cada una de estas botellas de producción limitada”.
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Karina Sánchez, embajadora global de Tequila Don Julio, conoce a detalle la historia de esta última reserva y la resume así: “Don Julio González y su familia hicieron su última plantación de agaves en el 2006. Seis años después, en 2012, (el año en que murió el fundador de la marca) se cosecharon esos agaves, su producto se destiló en alambiques y se puso a reposar en barricas de roble blanco. Para 2015 ya se había vuelto un tequila extra añejo que tenía que cambiar de lugar porque, de no hacerlo, continuaría su proceso de evaporación con un sabor cada vez más fuerte. Entonces ese tequila se sacó de las barricas en las que se hizo extra añejo y se guardó en otro tipo de tanques, en espera de una ocasión muy especial. Ya acercándose la fecha de la celebración del ochenta aniversario, con ese líquido se empezó un nuevo proceso de añejamiento mediante el tradicional método solera y el resultado final, de la mezcla con otros añejos de la casa, es el Tequila Don Julio Última Reserva, una edición muy, muy limitada que sale al mercado este 2020 y que continuará su venta año con año hasta agotar su existencia”.
Después de la devoción por la tierra y los agaves —finalmente, la principal materia prima del tequila es el agave y el agua, más una levadura especial—, don Julio González tenía otra devoción: el cuidadoso y detallado proceso de producción de un tequila que ha alcanzado los máximos estándares de calidad y refinamiento, esos que le han dado fama a nivel mundial. Es por ello que Karina Sánchez abunda en las características del método solera, utilizado tradicionalmente para poner a reposar rones, brandys y vinos de mesa, y que, en esta ocasión, se aplicó para la creación del Tequila Don Julio Última Reserva.
“Se llama solera porque proviene de la palabra solium, que significa suelo. Consiste en una serie de barricas que se colocan pegadas al piso y de las que saldrá el tequila extra añejo para ser embotellado. Arriba de esas barricas se colocan otras que antes guardaron bourbon, que es una segunda criadera, y luego se colocan otras más, que es la hilera de barricas en las que antes se almacenaron vinos de Madeira. Este sistema permite que, por gravedad, se alimenten entre sí las barricas que, en este caso, contienen tequilas ensamblados con diferentes tiempos de añejamiento —el que proviene de la última cosecha de don Julio y otros añejos— y cuyo sabor es enriquecido con los sabores de las maderas que los guardan. Es un líquido dorado y robusto debido a los taninos que contienen las maderas de los barriles y que agregan notas de aroma y sabor vainilla, miel, frutos secos, madera, los cítricos del agave… una mezcla poco común en el mundo del tequila. Y justo al llegar hasta la hilera de abajo queda un ensamble de tequilas listo para ser embotellado”.
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