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Junio es el mes del orgullo LGBT+. Como un ejercicio para celebrar a las voces más disruptoras, Gatopardo entrevistó a Ophelia Pastrana. Su recorrido ha sido una lucha constante contra todos los discursos. Ahora carga todas las banderas del mundo como una manera de visibilizar la diversidad sexual y de género.
Ophelia Pastrana es una de las activistas trans más reconocidas del movimiento LGBT+ mexicano. Utiliza la comedia, la tecnología, su amor por los medios digitales y otros intereses para hablar del mundo LGBT+; pero no como un discurso, sino como una parte integral de su vida. Ella se ha vuelto un estandarte del movimiento porque no tiene ningún complejo de ser quien es. “Siempre fui muy nerd”, dice. En la niñez –en su natal Bogotá– le gustaba la ciencia, el espacio, la NASA. Compartía el gusto de volar avionetas con su papá (piloto de hobby) y su mamá (psicóloga) le ponía muchos juegos de lógica. Cuando creció mantuvo esa esencia: la licenciatura la hizo en Física y después una maestría en Econometría (la aplicación de los métodos estadísticos al estudio de la economía), con la que aprendió a hacer programación web. Eso la llevó a tener que desarrollar contenido y, eventualmente, a volverse el centro del mismo. A sus 38 años, Ophelia Pastrana se ha vuelto una de las mujeres con más influencia en temas de tecnología y también –según Forbes– en una de las 100 mujeres más poderosas de México: Ha creado tres empresas, tiene casi 70 mil suscriptores en su canal de YouTube, ha dado clases en el Tecnológico de Monterrey, ha sido invitada dos veces a dar conferencias en TEDx y cuatro veces a Campus Party y Aldea Digital. Además es comediante de Stand Up y líder de la comunidad LGBT+. Y eso es un resumen muy breve.
“No entiendo en qué momento nos volvimos tan distantes de la diversidad, si México es un país tan diverso", dice Ophelia Pastrana, a quien le parece que es tiempo de cuestionar a los que discriminan.
Su parte más geek se mezcla con su amor por la comedia y el performance, que ha sabido conjugar con destreza en un sólo personaje: La Explicatriz. “Con ella mi trabajo es buscar espacios en común y que sean explicables o por lo menos analizables y digeribles para alguien que no está sumido de lleno en el argot y en la experiencia y en la vida de cierto rubro”, cuenta. Usa este rol para desglosar las cosas que le ha tocado confrontar en la vida, desde comprender una crisis económica, hasta explicar cómo la muerte de una media hermana le hizo entender que la vida no sólo se trata del éxito. Habla de física, economía, diversidad sexual, tecnología y de lo que ha entendido de la humanidad. Volverse una de las 100 mujeres más poderosas de un país no es cosa fácil. “Las complicaciones más rudas que yo manejo no son por ser una persona trans sino por ser mujer”, asevera. México es un país misógino y abrirse paso en el mundo de la tecnología y la ciencia requiere esfuerzos titánicos, sobre todo, de resiliencia. “Hubo un caso en particular en que le hice una presentación muy buena a un cliente para un tema de redes sociales y al final me dice: ¿oye cuándo viene tu socio para firmar?”, cuenta con un dejo de incredulidad. “Me queda claro que es un tema de odio a lo femenino”. Esto también la ha puesto en la lucha feminista y le ha dado la tarea de reflexionar por qué México está atorado en el pasado patriarcal. “La verdad es que México tiene una cultura terca”. Incluso nuestro idioma está restringido a un pasado que ya no viene al caso. Pastrana se burla de quienes brincan cuando se usan términos como elles y lxs y sacan la carta de la RAE, “una academia que ni siquiera es de los latinos”. En cambio, dice Pastrana, los angloparlantes no tienen problema inventando palabras nuevas. “En Latinoamérica hay un sistema tan mentalmente colonial que si no es hasta que lo diga la autoridad, no se hace”.
Utiliza la comedia, la tecnología, su amor por los medios digitales y otros intereses para hablar del mundo LGBT+; pero no como un discurso, sino como una parte integral de su vida.
Ella misma se admite en retos constantes. “La diversidad siempre te pone a prueba”, asevera. Con el movimiento Black Lives Matter, ella misma quiso hacer un trabajo de introspección y de revisión de sus propios privilegios. Observó las marchas en Nueva York y también las de Guadalajara, que llenaban las calles de gente exigiendo justicia; pensó en las marchas digitales —por la Covid-19— de la celebración del mes del orgullo de este 2020. “Cómo somos de privilegiadas y privilegiados en el mundo LGBT+, que estamos haciendo marchas virtuales por Zoom y por Skype y por WhatsApp y YouTube”, dice la activista. Ella ha sido líder de la marcha del orgullo en diversas ciudades de México y reconoce la importancia de dar un paso atrás y escuchar otras voces. “No entiendo bien en qué momento nos volvimos tan distantes de la diversidad, si México es un país tan diverso”, reclama. Le parece que la forma en la que se percibe la diversidad en Latinoamérica sigue perteneciendo a otros tiempos y que es hora de cuestionar a los que discriminan. No habla sólo de la comunidad LGBT+, sino de cualquiera que no pertenezca al discurso hegemónico: alguien indígena, pobre, no blanco, mujer, trans, pansexual. “Vaya, cualquiera que no sea un hombre blanco y con dinero”. El recorrido de Pastrana ha sido una lucha constante contra todos esos discursos. Ella reconoce que es tan nerd, que puede identificar el tipo de consola dependiendo de los instrumentos que se usen para la música de los videojuegos; también habla de su niñez, de su transición, de su amor por los gatos, de que estuvo casada, de que compra sus zapatos en Amazon, de que canta en la regadera. Carga la bandera de rayas rosas, blancas y azules; también la de arcoíris, también la de México, la de Colombia, Australia y todos los países donde ha vivido; la de los geeks; la de los influencers y youtubers. Las carga todo el año, todos lo años, porque sus banderas no son una declaración, sino una identidad.
Junio es el mes del orgullo LGBT+. Como un ejercicio para celebrar a las voces más disruptoras, Gatopardo entrevistó a Ophelia Pastrana. Su recorrido ha sido una lucha constante contra todos los discursos. Ahora carga todas las banderas del mundo como una manera de visibilizar la diversidad sexual y de género.
Ophelia Pastrana es una de las activistas trans más reconocidas del movimiento LGBT+ mexicano. Utiliza la comedia, la tecnología, su amor por los medios digitales y otros intereses para hablar del mundo LGBT+; pero no como un discurso, sino como una parte integral de su vida. Ella se ha vuelto un estandarte del movimiento porque no tiene ningún complejo de ser quien es. “Siempre fui muy nerd”, dice. En la niñez –en su natal Bogotá– le gustaba la ciencia, el espacio, la NASA. Compartía el gusto de volar avionetas con su papá (piloto de hobby) y su mamá (psicóloga) le ponía muchos juegos de lógica. Cuando creció mantuvo esa esencia: la licenciatura la hizo en Física y después una maestría en Econometría (la aplicación de los métodos estadísticos al estudio de la economía), con la que aprendió a hacer programación web. Eso la llevó a tener que desarrollar contenido y, eventualmente, a volverse el centro del mismo. A sus 38 años, Ophelia Pastrana se ha vuelto una de las mujeres con más influencia en temas de tecnología y también –según Forbes– en una de las 100 mujeres más poderosas de México: Ha creado tres empresas, tiene casi 70 mil suscriptores en su canal de YouTube, ha dado clases en el Tecnológico de Monterrey, ha sido invitada dos veces a dar conferencias en TEDx y cuatro veces a Campus Party y Aldea Digital. Además es comediante de Stand Up y líder de la comunidad LGBT+. Y eso es un resumen muy breve.
“No entiendo en qué momento nos volvimos tan distantes de la diversidad, si México es un país tan diverso", dice Ophelia Pastrana, a quien le parece que es tiempo de cuestionar a los que discriminan.
Su parte más geek se mezcla con su amor por la comedia y el performance, que ha sabido conjugar con destreza en un sólo personaje: La Explicatriz. “Con ella mi trabajo es buscar espacios en común y que sean explicables o por lo menos analizables y digeribles para alguien que no está sumido de lleno en el argot y en la experiencia y en la vida de cierto rubro”, cuenta. Usa este rol para desglosar las cosas que le ha tocado confrontar en la vida, desde comprender una crisis económica, hasta explicar cómo la muerte de una media hermana le hizo entender que la vida no sólo se trata del éxito. Habla de física, economía, diversidad sexual, tecnología y de lo que ha entendido de la humanidad. Volverse una de las 100 mujeres más poderosas de un país no es cosa fácil. “Las complicaciones más rudas que yo manejo no son por ser una persona trans sino por ser mujer”, asevera. México es un país misógino y abrirse paso en el mundo de la tecnología y la ciencia requiere esfuerzos titánicos, sobre todo, de resiliencia. “Hubo un caso en particular en que le hice una presentación muy buena a un cliente para un tema de redes sociales y al final me dice: ¿oye cuándo viene tu socio para firmar?”, cuenta con un dejo de incredulidad. “Me queda claro que es un tema de odio a lo femenino”. Esto también la ha puesto en la lucha feminista y le ha dado la tarea de reflexionar por qué México está atorado en el pasado patriarcal. “La verdad es que México tiene una cultura terca”. Incluso nuestro idioma está restringido a un pasado que ya no viene al caso. Pastrana se burla de quienes brincan cuando se usan términos como elles y lxs y sacan la carta de la RAE, “una academia que ni siquiera es de los latinos”. En cambio, dice Pastrana, los angloparlantes no tienen problema inventando palabras nuevas. “En Latinoamérica hay un sistema tan mentalmente colonial que si no es hasta que lo diga la autoridad, no se hace”.
Utiliza la comedia, la tecnología, su amor por los medios digitales y otros intereses para hablar del mundo LGBT+; pero no como un discurso, sino como una parte integral de su vida.
Ella misma se admite en retos constantes. “La diversidad siempre te pone a prueba”, asevera. Con el movimiento Black Lives Matter, ella misma quiso hacer un trabajo de introspección y de revisión de sus propios privilegios. Observó las marchas en Nueva York y también las de Guadalajara, que llenaban las calles de gente exigiendo justicia; pensó en las marchas digitales —por la Covid-19— de la celebración del mes del orgullo de este 2020. “Cómo somos de privilegiadas y privilegiados en el mundo LGBT+, que estamos haciendo marchas virtuales por Zoom y por Skype y por WhatsApp y YouTube”, dice la activista. Ella ha sido líder de la marcha del orgullo en diversas ciudades de México y reconoce la importancia de dar un paso atrás y escuchar otras voces. “No entiendo bien en qué momento nos volvimos tan distantes de la diversidad, si México es un país tan diverso”, reclama. Le parece que la forma en la que se percibe la diversidad en Latinoamérica sigue perteneciendo a otros tiempos y que es hora de cuestionar a los que discriminan. No habla sólo de la comunidad LGBT+, sino de cualquiera que no pertenezca al discurso hegemónico: alguien indígena, pobre, no blanco, mujer, trans, pansexual. “Vaya, cualquiera que no sea un hombre blanco y con dinero”. El recorrido de Pastrana ha sido una lucha constante contra todos esos discursos. Ella reconoce que es tan nerd, que puede identificar el tipo de consola dependiendo de los instrumentos que se usen para la música de los videojuegos; también habla de su niñez, de su transición, de su amor por los gatos, de que estuvo casada, de que compra sus zapatos en Amazon, de que canta en la regadera. Carga la bandera de rayas rosas, blancas y azules; también la de arcoíris, también la de México, la de Colombia, Australia y todos los países donde ha vivido; la de los geeks; la de los influencers y youtubers. Las carga todo el año, todos lo años, porque sus banderas no son una declaración, sino una identidad.
Junio es el mes del orgullo LGBT+. Como un ejercicio para celebrar a las voces más disruptoras, Gatopardo entrevistó a Ophelia Pastrana. Su recorrido ha sido una lucha constante contra todos los discursos. Ahora carga todas las banderas del mundo como una manera de visibilizar la diversidad sexual y de género.
Ophelia Pastrana es una de las activistas trans más reconocidas del movimiento LGBT+ mexicano. Utiliza la comedia, la tecnología, su amor por los medios digitales y otros intereses para hablar del mundo LGBT+; pero no como un discurso, sino como una parte integral de su vida. Ella se ha vuelto un estandarte del movimiento porque no tiene ningún complejo de ser quien es. “Siempre fui muy nerd”, dice. En la niñez –en su natal Bogotá– le gustaba la ciencia, el espacio, la NASA. Compartía el gusto de volar avionetas con su papá (piloto de hobby) y su mamá (psicóloga) le ponía muchos juegos de lógica. Cuando creció mantuvo esa esencia: la licenciatura la hizo en Física y después una maestría en Econometría (la aplicación de los métodos estadísticos al estudio de la economía), con la que aprendió a hacer programación web. Eso la llevó a tener que desarrollar contenido y, eventualmente, a volverse el centro del mismo. A sus 38 años, Ophelia Pastrana se ha vuelto una de las mujeres con más influencia en temas de tecnología y también –según Forbes– en una de las 100 mujeres más poderosas de México: Ha creado tres empresas, tiene casi 70 mil suscriptores en su canal de YouTube, ha dado clases en el Tecnológico de Monterrey, ha sido invitada dos veces a dar conferencias en TEDx y cuatro veces a Campus Party y Aldea Digital. Además es comediante de Stand Up y líder de la comunidad LGBT+. Y eso es un resumen muy breve.
“No entiendo en qué momento nos volvimos tan distantes de la diversidad, si México es un país tan diverso", dice Ophelia Pastrana, a quien le parece que es tiempo de cuestionar a los que discriminan.
Su parte más geek se mezcla con su amor por la comedia y el performance, que ha sabido conjugar con destreza en un sólo personaje: La Explicatriz. “Con ella mi trabajo es buscar espacios en común y que sean explicables o por lo menos analizables y digeribles para alguien que no está sumido de lleno en el argot y en la experiencia y en la vida de cierto rubro”, cuenta. Usa este rol para desglosar las cosas que le ha tocado confrontar en la vida, desde comprender una crisis económica, hasta explicar cómo la muerte de una media hermana le hizo entender que la vida no sólo se trata del éxito. Habla de física, economía, diversidad sexual, tecnología y de lo que ha entendido de la humanidad. Volverse una de las 100 mujeres más poderosas de un país no es cosa fácil. “Las complicaciones más rudas que yo manejo no son por ser una persona trans sino por ser mujer”, asevera. México es un país misógino y abrirse paso en el mundo de la tecnología y la ciencia requiere esfuerzos titánicos, sobre todo, de resiliencia. “Hubo un caso en particular en que le hice una presentación muy buena a un cliente para un tema de redes sociales y al final me dice: ¿oye cuándo viene tu socio para firmar?”, cuenta con un dejo de incredulidad. “Me queda claro que es un tema de odio a lo femenino”. Esto también la ha puesto en la lucha feminista y le ha dado la tarea de reflexionar por qué México está atorado en el pasado patriarcal. “La verdad es que México tiene una cultura terca”. Incluso nuestro idioma está restringido a un pasado que ya no viene al caso. Pastrana se burla de quienes brincan cuando se usan términos como elles y lxs y sacan la carta de la RAE, “una academia que ni siquiera es de los latinos”. En cambio, dice Pastrana, los angloparlantes no tienen problema inventando palabras nuevas. “En Latinoamérica hay un sistema tan mentalmente colonial que si no es hasta que lo diga la autoridad, no se hace”.
Utiliza la comedia, la tecnología, su amor por los medios digitales y otros intereses para hablar del mundo LGBT+; pero no como un discurso, sino como una parte integral de su vida.
Ella misma se admite en retos constantes. “La diversidad siempre te pone a prueba”, asevera. Con el movimiento Black Lives Matter, ella misma quiso hacer un trabajo de introspección y de revisión de sus propios privilegios. Observó las marchas en Nueva York y también las de Guadalajara, que llenaban las calles de gente exigiendo justicia; pensó en las marchas digitales —por la Covid-19— de la celebración del mes del orgullo de este 2020. “Cómo somos de privilegiadas y privilegiados en el mundo LGBT+, que estamos haciendo marchas virtuales por Zoom y por Skype y por WhatsApp y YouTube”, dice la activista. Ella ha sido líder de la marcha del orgullo en diversas ciudades de México y reconoce la importancia de dar un paso atrás y escuchar otras voces. “No entiendo bien en qué momento nos volvimos tan distantes de la diversidad, si México es un país tan diverso”, reclama. Le parece que la forma en la que se percibe la diversidad en Latinoamérica sigue perteneciendo a otros tiempos y que es hora de cuestionar a los que discriminan. No habla sólo de la comunidad LGBT+, sino de cualquiera que no pertenezca al discurso hegemónico: alguien indígena, pobre, no blanco, mujer, trans, pansexual. “Vaya, cualquiera que no sea un hombre blanco y con dinero”. El recorrido de Pastrana ha sido una lucha constante contra todos esos discursos. Ella reconoce que es tan nerd, que puede identificar el tipo de consola dependiendo de los instrumentos que se usen para la música de los videojuegos; también habla de su niñez, de su transición, de su amor por los gatos, de que estuvo casada, de que compra sus zapatos en Amazon, de que canta en la regadera. Carga la bandera de rayas rosas, blancas y azules; también la de arcoíris, también la de México, la de Colombia, Australia y todos los países donde ha vivido; la de los geeks; la de los influencers y youtubers. Las carga todo el año, todos lo años, porque sus banderas no son una declaración, sino una identidad.
Junio es el mes del orgullo LGBT+. Como un ejercicio para celebrar a las voces más disruptoras, Gatopardo entrevistó a Ophelia Pastrana. Su recorrido ha sido una lucha constante contra todos los discursos. Ahora carga todas las banderas del mundo como una manera de visibilizar la diversidad sexual y de género.
Ophelia Pastrana es una de las activistas trans más reconocidas del movimiento LGBT+ mexicano. Utiliza la comedia, la tecnología, su amor por los medios digitales y otros intereses para hablar del mundo LGBT+; pero no como un discurso, sino como una parte integral de su vida. Ella se ha vuelto un estandarte del movimiento porque no tiene ningún complejo de ser quien es. “Siempre fui muy nerd”, dice. En la niñez –en su natal Bogotá– le gustaba la ciencia, el espacio, la NASA. Compartía el gusto de volar avionetas con su papá (piloto de hobby) y su mamá (psicóloga) le ponía muchos juegos de lógica. Cuando creció mantuvo esa esencia: la licenciatura la hizo en Física y después una maestría en Econometría (la aplicación de los métodos estadísticos al estudio de la economía), con la que aprendió a hacer programación web. Eso la llevó a tener que desarrollar contenido y, eventualmente, a volverse el centro del mismo. A sus 38 años, Ophelia Pastrana se ha vuelto una de las mujeres con más influencia en temas de tecnología y también –según Forbes– en una de las 100 mujeres más poderosas de México: Ha creado tres empresas, tiene casi 70 mil suscriptores en su canal de YouTube, ha dado clases en el Tecnológico de Monterrey, ha sido invitada dos veces a dar conferencias en TEDx y cuatro veces a Campus Party y Aldea Digital. Además es comediante de Stand Up y líder de la comunidad LGBT+. Y eso es un resumen muy breve.
“No entiendo en qué momento nos volvimos tan distantes de la diversidad, si México es un país tan diverso", dice Ophelia Pastrana, a quien le parece que es tiempo de cuestionar a los que discriminan.
Su parte más geek se mezcla con su amor por la comedia y el performance, que ha sabido conjugar con destreza en un sólo personaje: La Explicatriz. “Con ella mi trabajo es buscar espacios en común y que sean explicables o por lo menos analizables y digeribles para alguien que no está sumido de lleno en el argot y en la experiencia y en la vida de cierto rubro”, cuenta. Usa este rol para desglosar las cosas que le ha tocado confrontar en la vida, desde comprender una crisis económica, hasta explicar cómo la muerte de una media hermana le hizo entender que la vida no sólo se trata del éxito. Habla de física, economía, diversidad sexual, tecnología y de lo que ha entendido de la humanidad. Volverse una de las 100 mujeres más poderosas de un país no es cosa fácil. “Las complicaciones más rudas que yo manejo no son por ser una persona trans sino por ser mujer”, asevera. México es un país misógino y abrirse paso en el mundo de la tecnología y la ciencia requiere esfuerzos titánicos, sobre todo, de resiliencia. “Hubo un caso en particular en que le hice una presentación muy buena a un cliente para un tema de redes sociales y al final me dice: ¿oye cuándo viene tu socio para firmar?”, cuenta con un dejo de incredulidad. “Me queda claro que es un tema de odio a lo femenino”. Esto también la ha puesto en la lucha feminista y le ha dado la tarea de reflexionar por qué México está atorado en el pasado patriarcal. “La verdad es que México tiene una cultura terca”. Incluso nuestro idioma está restringido a un pasado que ya no viene al caso. Pastrana se burla de quienes brincan cuando se usan términos como elles y lxs y sacan la carta de la RAE, “una academia que ni siquiera es de los latinos”. En cambio, dice Pastrana, los angloparlantes no tienen problema inventando palabras nuevas. “En Latinoamérica hay un sistema tan mentalmente colonial que si no es hasta que lo diga la autoridad, no se hace”.
Utiliza la comedia, la tecnología, su amor por los medios digitales y otros intereses para hablar del mundo LGBT+; pero no como un discurso, sino como una parte integral de su vida.
Ella misma se admite en retos constantes. “La diversidad siempre te pone a prueba”, asevera. Con el movimiento Black Lives Matter, ella misma quiso hacer un trabajo de introspección y de revisión de sus propios privilegios. Observó las marchas en Nueva York y también las de Guadalajara, que llenaban las calles de gente exigiendo justicia; pensó en las marchas digitales —por la Covid-19— de la celebración del mes del orgullo de este 2020. “Cómo somos de privilegiadas y privilegiados en el mundo LGBT+, que estamos haciendo marchas virtuales por Zoom y por Skype y por WhatsApp y YouTube”, dice la activista. Ella ha sido líder de la marcha del orgullo en diversas ciudades de México y reconoce la importancia de dar un paso atrás y escuchar otras voces. “No entiendo bien en qué momento nos volvimos tan distantes de la diversidad, si México es un país tan diverso”, reclama. Le parece que la forma en la que se percibe la diversidad en Latinoamérica sigue perteneciendo a otros tiempos y que es hora de cuestionar a los que discriminan. No habla sólo de la comunidad LGBT+, sino de cualquiera que no pertenezca al discurso hegemónico: alguien indígena, pobre, no blanco, mujer, trans, pansexual. “Vaya, cualquiera que no sea un hombre blanco y con dinero”. El recorrido de Pastrana ha sido una lucha constante contra todos esos discursos. Ella reconoce que es tan nerd, que puede identificar el tipo de consola dependiendo de los instrumentos que se usen para la música de los videojuegos; también habla de su niñez, de su transición, de su amor por los gatos, de que estuvo casada, de que compra sus zapatos en Amazon, de que canta en la regadera. Carga la bandera de rayas rosas, blancas y azules; también la de arcoíris, también la de México, la de Colombia, Australia y todos los países donde ha vivido; la de los geeks; la de los influencers y youtubers. Las carga todo el año, todos lo años, porque sus banderas no son una declaración, sino una identidad.
Junio es el mes del orgullo LGBT+. Como un ejercicio para celebrar a las voces más disruptoras, Gatopardo entrevistó a Ophelia Pastrana. Su recorrido ha sido una lucha constante contra todos los discursos. Ahora carga todas las banderas del mundo como una manera de visibilizar la diversidad sexual y de género.
Ophelia Pastrana es una de las activistas trans más reconocidas del movimiento LGBT+ mexicano. Utiliza la comedia, la tecnología, su amor por los medios digitales y otros intereses para hablar del mundo LGBT+; pero no como un discurso, sino como una parte integral de su vida. Ella se ha vuelto un estandarte del movimiento porque no tiene ningún complejo de ser quien es. “Siempre fui muy nerd”, dice. En la niñez –en su natal Bogotá– le gustaba la ciencia, el espacio, la NASA. Compartía el gusto de volar avionetas con su papá (piloto de hobby) y su mamá (psicóloga) le ponía muchos juegos de lógica. Cuando creció mantuvo esa esencia: la licenciatura la hizo en Física y después una maestría en Econometría (la aplicación de los métodos estadísticos al estudio de la economía), con la que aprendió a hacer programación web. Eso la llevó a tener que desarrollar contenido y, eventualmente, a volverse el centro del mismo. A sus 38 años, Ophelia Pastrana se ha vuelto una de las mujeres con más influencia en temas de tecnología y también –según Forbes– en una de las 100 mujeres más poderosas de México: Ha creado tres empresas, tiene casi 70 mil suscriptores en su canal de YouTube, ha dado clases en el Tecnológico de Monterrey, ha sido invitada dos veces a dar conferencias en TEDx y cuatro veces a Campus Party y Aldea Digital. Además es comediante de Stand Up y líder de la comunidad LGBT+. Y eso es un resumen muy breve.
“No entiendo en qué momento nos volvimos tan distantes de la diversidad, si México es un país tan diverso", dice Ophelia Pastrana, a quien le parece que es tiempo de cuestionar a los que discriminan.
Su parte más geek se mezcla con su amor por la comedia y el performance, que ha sabido conjugar con destreza en un sólo personaje: La Explicatriz. “Con ella mi trabajo es buscar espacios en común y que sean explicables o por lo menos analizables y digeribles para alguien que no está sumido de lleno en el argot y en la experiencia y en la vida de cierto rubro”, cuenta. Usa este rol para desglosar las cosas que le ha tocado confrontar en la vida, desde comprender una crisis económica, hasta explicar cómo la muerte de una media hermana le hizo entender que la vida no sólo se trata del éxito. Habla de física, economía, diversidad sexual, tecnología y de lo que ha entendido de la humanidad. Volverse una de las 100 mujeres más poderosas de un país no es cosa fácil. “Las complicaciones más rudas que yo manejo no son por ser una persona trans sino por ser mujer”, asevera. México es un país misógino y abrirse paso en el mundo de la tecnología y la ciencia requiere esfuerzos titánicos, sobre todo, de resiliencia. “Hubo un caso en particular en que le hice una presentación muy buena a un cliente para un tema de redes sociales y al final me dice: ¿oye cuándo viene tu socio para firmar?”, cuenta con un dejo de incredulidad. “Me queda claro que es un tema de odio a lo femenino”. Esto también la ha puesto en la lucha feminista y le ha dado la tarea de reflexionar por qué México está atorado en el pasado patriarcal. “La verdad es que México tiene una cultura terca”. Incluso nuestro idioma está restringido a un pasado que ya no viene al caso. Pastrana se burla de quienes brincan cuando se usan términos como elles y lxs y sacan la carta de la RAE, “una academia que ni siquiera es de los latinos”. En cambio, dice Pastrana, los angloparlantes no tienen problema inventando palabras nuevas. “En Latinoamérica hay un sistema tan mentalmente colonial que si no es hasta que lo diga la autoridad, no se hace”.
Utiliza la comedia, la tecnología, su amor por los medios digitales y otros intereses para hablar del mundo LGBT+; pero no como un discurso, sino como una parte integral de su vida.
Ella misma se admite en retos constantes. “La diversidad siempre te pone a prueba”, asevera. Con el movimiento Black Lives Matter, ella misma quiso hacer un trabajo de introspección y de revisión de sus propios privilegios. Observó las marchas en Nueva York y también las de Guadalajara, que llenaban las calles de gente exigiendo justicia; pensó en las marchas digitales —por la Covid-19— de la celebración del mes del orgullo de este 2020. “Cómo somos de privilegiadas y privilegiados en el mundo LGBT+, que estamos haciendo marchas virtuales por Zoom y por Skype y por WhatsApp y YouTube”, dice la activista. Ella ha sido líder de la marcha del orgullo en diversas ciudades de México y reconoce la importancia de dar un paso atrás y escuchar otras voces. “No entiendo bien en qué momento nos volvimos tan distantes de la diversidad, si México es un país tan diverso”, reclama. Le parece que la forma en la que se percibe la diversidad en Latinoamérica sigue perteneciendo a otros tiempos y que es hora de cuestionar a los que discriminan. No habla sólo de la comunidad LGBT+, sino de cualquiera que no pertenezca al discurso hegemónico: alguien indígena, pobre, no blanco, mujer, trans, pansexual. “Vaya, cualquiera que no sea un hombre blanco y con dinero”. El recorrido de Pastrana ha sido una lucha constante contra todos esos discursos. Ella reconoce que es tan nerd, que puede identificar el tipo de consola dependiendo de los instrumentos que se usen para la música de los videojuegos; también habla de su niñez, de su transición, de su amor por los gatos, de que estuvo casada, de que compra sus zapatos en Amazon, de que canta en la regadera. Carga la bandera de rayas rosas, blancas y azules; también la de arcoíris, también la de México, la de Colombia, Australia y todos los países donde ha vivido; la de los geeks; la de los influencers y youtubers. Las carga todo el año, todos lo años, porque sus banderas no son una declaración, sino una identidad.
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