Tiempo de lectura: 5 minutosEsta historia empezó con una sopa: un señor se comió una, de murciélago, y ahora se receta distancia y cuarentena. El mundo se ha volcado entre el pánico, la ciencia, el escepticismo y la distopía que ha provocado el nuevo coronavirus. Grandes pensadores contemporáneos han publicado en sitios digitales sus propias reflexiones sobre la pandemia y los efectos que tendrá. Algunos de éstos terminaron compilados en una antología, Sopa de Wuhan, cuya portada apareció por primera vez en el Instagram de Pablo Amador, un diseñador editorial argentino que hizo la versión en digital, traducida al español y completamente gratuita.
Poco después de que Covid-19 se escapara de las fronteras chinas, muchos empezaron a reflexionar sobre lo que esta pandemia significa para nuestra generación y las repercusiones que tendrá. Algunos aluden a una motivación de cambio, otros a un reflejo de la disfunción social y económica, y otros más al poder de los medios y las redes sociales, más virales que el virus mismo.
La editorial ASPO (Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio) se dedicó a recopilar estos textos escritos por filósofas, periodistas y sociólogos, cuyos apuntes reflejan las “polémicas recientes en torno a los escenarios que se abren con la pandemia del coronavirus, las miradas sobre el presente y las hipótesis sobre el futuro”, dice la introducción al libro. ASPO es una iniciativa que se propone durar mientras viva la cuarentena. Se definen como “un punto de fuga creativo ante la infodemia, la paranoia y la distancia lasciva autoimpuesta como política de resguardo ante un peligro invisible”.
En esta antología aparecen las voces de Giorgio Agamben, Slavoj Zizek, Jean-Luc Nancy, Franco “Bifo” Berardi, Santiago López Petit, Judith Butler, Alain Badiou, David Harvey, Byung-Chul Han, Raúl Zibechi, María Galindo, Markus Gabriel, Gustavo Yáñez González, Patricia Manrique y Paul B. Preciado.
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Giorgio Agamben, un filósofo italiano que recurre a estudios literarios, lingüísticos, estéticos y políticos —bajo la lupa de la filosofía— para abordar los paradigmas del mundo occidental y sus implicaciones en la historia cultural, aparece en Sopa de Wuhan con el texto «La invención de una epidemia», que se publicó originalmente en quodlibet.it, el 26 de febrero. Se trata de una llamada de atención a las estructuras limitantes de la sociedad. “El decreto aprobado inmediatamente por el gobierno ‘por razones de salud y seguridad publica’ da lugar a una verdadera militarización”, escribió sobre la situación en Italia.
El texto, escrito durante el comienzo de la propagación del virus en Europa, muestra una señal de escepticismo fuerte, y cuestiona la motivación de los gobiernos y los medios en difundir pánico o del gusto de la sociedad por vivir con miedo. La columna fue debatida después por Jean-Luc Nancy, uno de los filósofos más reconocidos de Francia y profesor emérito de universidades de Europa y Estados Unidos. “Excepción viral” fue publicada en antinomie.it y, contrario al filósofo italiano, espeta que la crisis es real, no un invento político: “Giorgio dice que los gobiernos toman todo tipo de pretextos para establecer estados continuos de excepción. Pero no se da cuenta de que la excepción se convierte, en realidad, en la regla en un mundo en el que las interconexiones técnicas de todas las especies […] alcanzan una intensidad hasta ahora desconocida y crece con la población”.
«Coronavirus es un golpe al capitalismo al estilo de Kill Bill y podría conducir a la reinvención del comunismo”.
Fotografía de Charles Deluvio / Unsplash.
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Otro filósofo, quizá el más celebrado de la actualidad, Slavoj Žižek, también escribió sobre el Covid-19. Publicó su columna en Russia Today el 27 de febrero con el título “Coronavirus es un golpe al capitalismo al estilo de Kill Bill y podría conducir a la reinvención del comunismo”.
De Žižek se dice, continuamente, que es un filósofo pop. Usa la cultura popular para explicar los comportamientos de la sociedad, para darles un contexto comprensible pero al mismo tiempo usa las películas, los libros y las creaciones musicales como espejos amplificadores. En este caso, usa la “Técnica del corazón explosivo de la palma de cinco puntos” con la que Beatrix acaba con Bill en Kill Bill 2 (Tarantino, 2004) como una alegoría de lo que pasará con los órdenes políticos. La técnica consiste en una combinación de cinco golpes con la punta de los dedos en cinco diferentes puntos de presión en el cuerpo del objetivo. Después el atacado se aleja y, al cabo de cinco pasos, su corazón explota. “Mi modesta opinión es mucho más radical: la epidemia de coronavirus es una especie de ataque de la ‘Técnica del corazón explosivo de la palma de cinco puntos’ contra el sistema capitalista global, una señal de que no podemos seguir el camino hasta ahora, que un cambio radical es necesario”, escribe Žižek.
Unas cuantas páginas adelante está Judith Butler, la socióloga que rompió con las reglas heteronormadas y creó la Teoría Queer, ahora eje central de los estudios sociológicos contemporáneos. Ella también hace una crítica al capitalismo, enfocada a los sistemas de salud capitalistas que definen a algunos cuerpos como merecedores de cuidados y a otros como menos valiosos, menos necesarios de cuidar.
“El capitalismo tiene sus límites” fue publicado el 19 de marzo en versobooks.com en inglés y después en lavaca.org con la traducción de Anabel Pomar. ASPO lo agregó a la compilación porque —además de que está escrito por una de las voces más relevantes para hablar de estructuras sociales actuales— el análisis de Butler sobre la falta de equidad en el acceso a la salud se ha vuelto un elemento esencial para entender la velocidad del contagio y el número de muertos.
Butler recuerda cómo Trump intentó comprar la cura del coronavirus para distribuirla exclusivamente entre los estadounidenses. “El virus por sí solo no discrimina, pero los humanos seguramente lo hacemos, modelados como estamos por los poderes entrelazados del nacionalismo, el racismo, la xenofobia y el capitalismo”, apunta Butler.
Poco después de que Covid-19 se escapara de las fronteras chinas, muchos empezaron a reflexionar sobre lo que esta pandemia significa para nuestra generación y las repercusiones que tendrá.
Fotografía de Charles Deluvio / Unsplash.
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Patricia Manrique, filósofa y periodista española, empieza su texto aseverando que para hablar del coronavirus desde el ámbito de la filosofía lo primero que se necesita es tiempo. “Tiempo para dejar que la potencial novedad de lo que está sucediendo pueda hacerse hueco en nuestra mirada maleada, para darle a la nueva coyuntura la oportunidad de ser», escribe. Habla de la hospitalidad y de lo que eso realmente significa: de abrir paso a la otredad en su forma absoluta, sin intentar cambiarla, adecuarla a nuestra comodidad, a lo que funciona para nosotros, sino a lo que funciona para aquello que estamos invitando. Sin hospitalidad, no hay pensamiento; y sin opinión, no habría apuestas políticas.
El artículo que publicó Manrique en lavoragine.net se llama “Hospitalidad e inmunidad virtuosa” y en él asevera con cautela no caer en opiniones sino en pensamientos, que lo que ha sucedido durante la cuarentena es que nos hemos percatado a todas luces de la podredumbre del sistema. “Y es que una de las primeras evidencias mostradas por el presente ha sido […] la nitidez con la que se ha mostrado algo que ya se opinaba y parece exponerse ahora en toda su desnudez: que estamos en manos de psicópatas y de un sistema necropolítico, absoluta y desvergonzadamente asesino”.
Ella se une, de cierta forma, a la voz de Butler, que reclama un esquema en el que sólo ciertas vidas son valiosas. Y a la de los demás compilados que hablan del capitalismo inútil, bestialmente sustentado en el consumismo voraz. O de la evidente ineficacia que ha tenido Europa para contener el virus y de cómo las redes sociales y el uso de datos han tenido un peso muy significativo en la difusión tanto de información como de pánico.
Byung-Chul Han, filósofo coreano, también forma parte de la antología. Él escribió para El País «La emergencia viral y el mundo de mañana», una nota en la que habla de cómo el control de datos fue parte importante de lo que Asia hizo para no tener el mismo destino que Europa: para mediados de marzo, en Taiwán se registraban 108 casos, mientras que Alemania ya tenía más de 15 mil confirmados. Narra cómo, desde la política autoritaria, se logró contener el contagio, mientras que en Europa, una sociedad mucho más desobediente, ahora los servicios no se dan abasto.
Sopa de Wuhan muestra un discurso que quizá desde hace tiempo se antojaba con urgencia: el mundo occidental no lo está haciendo bien. Voces diferentísimas abren a corazón abierto esa grieta que nadie quería ver.