Alondra de la Parra buscó hacer algo con la música para paliar la violencia doméstica que han vivido mujeres y niños durante el confinamiento. Un proyecto altruista que conjuntó a 30 músicos de 14 países para tocar juntos (y a la distancia) el "Danzón No. 2" de Arturo Márquez.
Camina con paso seguro por el proscenio. La acompañan los aplausos entusiastas, rítmicos, del público. La directora de orquesta Alondra de la Parra aparece con el cabello corto, rizado. Todos la miran. Lleva un traje negro con pantalón; su estampa es impecable. Sólo las mangas de tela translúcida permiten atisbar un rasgo de coquetería.
Es la noche del 13 de junio de 2015 y Alondra de la Parra está en la Filarmónica de París, en la avenida Jean Jaurès, en plena Cité de la Musique, en el 19e arrondissement, distrito parisino que alberga museos y salas de concierto. Es el año 2015 y la idea de que un virus pudiera confinar a la humanidad sonaba a argumento de novela de ciencia ficción. Con un brinco sube al podio y se planta al frente de l’Orchestre National d’Île de France (conocida en el mundo de habla hispana como la Orquesta de París) y aunque levanta la batuta, el público continúa aplaudiendo rabiosamente. Tanto que ella voltea y con la mano libre hace una seña para que cesen los aplausos.
Siguiendo su batuta, comienza suave, su ritmo de madera, la clave. Luego, el clarinete. Acordes después, la flauta transversa y el oboe. El resto de los instrumentos se van incorporando, siempre bajo la dirección de De la Parra, cuyo entusiasmo y movimiento de manos y de cuerpo va in crescendo, al compás de la música. Para cuando suenan los violines, aquello ya es una fiesta: la orquesta francesa interpreta el “Danzón No. 2” del compositor también mexicano Arturo Márquez. De la Parra se ha distinguido por buscar que suenen piezas de compositores latinoamericanos en orquestas de fama internacional como ésta (o como la Filarmónica de Londres, la Orquesta Tonhalle de Zúrich o la Sinfónica de Radio Berlín). Aunque nació en Nueva York —dice que por una casualidad— se ha interesado en que se toque la música de estas latitudes en todo el mundo.
[read more]
***
A pesar de que algunos países inician el “desconfinamiento”, en la mayor parte de América Latina la gente continúa encerrada en casa. En México, ya vamos por el sexto mes de cuarentena. Desde la pantalla de Zoom, iluminada por la luz azulada de su laptop, Alondra de la Parra luce cansada, pero aun así atiende esta entrevista para Gatopardo en medio de la contingencia sanitaria. Es una mañana del mes de septiembre de 2020.
En las últimas semanas, desde que se le metió en la cabeza la idea de que tenía que hacer algo con la música para ayudar a paliar la situación de violencia doméstica que están viviendo miles de mujeres y niños encerrados durante la pandemia, De la Parra no ha parado de contactar a colegas vía remota para ensayar, supervisar grabaciones, dar entrevistas, conferencias de prensa y más. El proyecto, que se estrenó de manera virtual el 25 de agosto, se llama La Orquesta Imposible porque logró lo que difícilmente sería plausible en la vida real en los tiempos que corren: conjuntar a 30 músicos originarios de 14 países, que interpretaron una de las piezas favoritas de la directora: sí, el “Danzón No. 2” de Arturo Márquez.
—Siempre tuve la idea de hacer algo para ayudar a México. Quería algo que tuviera una causa para estos temas que me preocupaban: soy mujer, soy mamá, soy mexicana, soy músico. Y, por supuesto, la violencia contra las mujeres y contra los niños me sigue teniendo angustiada —explica.
Según el informe “Las dos pandemias: violencia contra las mujeres en México en el contexto de Covid-19”, de las organizaciones Equis: Justicia para las Mujeres e Intersecta, y la Red Nacional de Refugios, tan sólo en el mes de abril de 2020 hubo un total de 337
mujeres asesinadas en el país, además de cien mil llamadas relacionadas con violencia contra las mujeres, sexual y familiar.
—Platicando con estos músicos, les dije: “¿Por qué no hacemos algo y recaudamos fondos para esto?” Y todos decían que sí —recuerda en entrevista y no oculta su emoción cuando narra cómo tomó forma su sueño—. Después de que todos los músicos se sumaran, músicos de altísimo nivel, la siguiente parte era ¿cómo hacer algo de alta calidad? No me interesaba hacer una orquesta por Zoom, con recursos caseros. Y para hacerlo tenía que acercarme a un grupo de expertos, recaudar dinero y demás.
De la Parra logró reunir patrocinadores entusiastas que aportaron los fondos para que, aunque cada músico grabara desde el lugar donde se encontrara, la posproducción completara el acto de magia: en el producto final, parece que todos están en el mismo lugar, interpretando la pieza del compositor sonorense, ganador de la Medalla Mozart y el Premio Nacional de Ciencias y Artes 2009.
Para cuando suenan los violines, aquello ya es una fiesta: la orquesta francesa interpreta el “Danzón No. 2” del compositor también mexicano Arturo Márquez.
Las asociaciones elegidas para recibir todo el dinero reunido a través de donaciones, gracias a un evento que se transmitió en vivo por el canal de YouTube de los Latin Grammy, el 4 de septiembre bajo la conducción de Ana de la Reguera, así como en la orquestaimposible.com, fueron Save The Children México y Fondo Semillas. La primera trabaja desde 1919 en el mundo con niños excluidos por razones de género, religión, geografía, etnia o discapacidad; mientras que Fondo Semillas tiene 30 años de existencia y dedica sus esfuerzos a que todas las mujeres tengan acceso a la salud, el empleo con pago justo, la justicia y la felicidad. Alondra de la Parra y su equipo analizaron muchas organizaciones y éstas fueron las que más se apegaban a lo que soñaban.
—Nací en Nueva York de pura casualidad, pero soy mexicana; crecí en México y todo fue aquí. Me fui muy joven a estudiar, precisamente, a Nueva York. Estudié piano y después dirección de orquesta. Hice la carrera de pianista y cuando empecé a tener mucho trabajo como directora, dejé el piano, porque no pude mantener las dos cosas. La verdad, nunca tuve la aspiración de ser pianista solista; lo hice siempre como una base fundamental para la dirección de orquesta.
Alondra, justamente, toca el piano con La Orquesta Imposible. Sus manos largas, de uñas cortas sin esmalte, interpretan una introducción al “Danzón No. 2” que Márquez compuso especialmente para este proyecto. Es lo primero que el espectador escucha en el video; esta interpretación supuso un regreso a sus orígenes como músico.
A pesar del cansancio evidente, a De la Parra se le iluminan los ojos cuando comienza a hablar de este sueño al que le ha apostado tanto:
—Otra de las cosas posibles de este proyecto es que muchos compositores ya no están vivos; no puedes hablarle a Beethoven para preguntarle qué opina, pero a Márquez, sí. Fue una maravilla estar en contacto con él, preguntarle su opinión, que nos autorizara ciertas libertades que nos tomamos. Y nos divertimos mucho. Compuso dos partes nuevas para este proyecto: una es esa introducción preciosa, muy sencilla, para el piano, con la que empieza la pieza, y otra es la “Danza imposible”, para los créditos. Fue parte y cómplice de toda esta travesura muy de cerca.
Elisa Carillo, primera mexicana en llegar a ser prima ballerina del Staatsballett de Berlín (y una de las mejores amigas de De la Parra) también participó en La Orquesta Imposible. Cuando la buscamos para esta nota, declaró: “Tiene muchos años que conozco a Alondra. Tenemos una muy linda amistad y, sobre todo ahora, que ella también está aquí en Berlín, nos hemos acercado más que nunca. Desde que ella me dijo del proyecto, ni siquiera lo tuve que pensar: le dije que sí de inmediato, porque antes que nada amo a mi país y estoy muy consciente de la situación tan terrible que se vive con los niños y las mujeres allá”.
Recuerda que hace unos años le tocó ver un concierto con De la Parra en Berlín, con el “Danzón”: “Cuando la escuché en vivo, todo se me revolvió por dentro”. Cuando Alondra y Elisa se encontraron después de aquella función, fantasearon con hacer algo juntas, algún día. Algunos años después, en el video de La Orquesta Imposible, a un lado de Paquito de Rivera en el saxofón, como un haz de luz de contornos difuminados, surge la figura estilizada y poderosa de Elisa Carrillo Cabrera que baila una coreografía del norteamericano Christopher Wheeldon. Porta un vestido morado, diseñado especialmente para ella, inspirado en las jacarandas que tiñeron de violeta las calles de la Ciudad de México el 8 de marzo, el día en que se llevó a cabo la marcha contra la violencia hacia las mujeres.
Mientras De la Parra toca el piano y De Rivera el saxofón, la figura de la única bailarina se vuelve nítida y aparece un primer plano de las manos del tenor franco-mexicano Rolando Villazón (que no pudo cantar por razones de salud) tocando la clave. Gracias al trabajo de edición de Janine Dauterich, los músicos, entre quienes se cuentan algunos de los solistas más importantes de la actualidad, como el trompetista Pacho Flores, el contrabajista Edicson Ruiz o el fagotista Stefan Schweigert, se integran uno a uno o en pequeños grupos al video, como si todos estuvieran tocando ahí, al mismo tiempo, acompañados por el baile de Elisa y bajo la batuta de su directora y amiga.
—Lo bueno de esta situación de la pandemia—dice De la Parra—es que pude conectar con amigos: colaboradores, patrocinadores y gente con la que había trabajado en los últimos 20 años, de manera muy rápida, cosa que en una situación normal no hubiera sido posible. Hubiera tenido que ir a verlos, presentar, volver, viajar… y aquí era hacer un Zoom. Hice muchísimos y así se armó este proyecto.
¿Cómo hacer algo de alta calidad? No me interesaba hacer una orquesta por Zoom, con recursos caseros. Y para hacerlo tenía que acercarme a un grupo de expertos, recaudar dinero y demás.
Alondra hace una pausa breve, reflexiona; luego continúa el relato, emocionada.
—Nunca me imaginé interpretar el “Danzón” de Márquez así. Si no hubiera sido por la pandemia, jamás se me hubiera ocurrido. Fue realmente la circunstancia lo que me hizo pensar en nuevas maneras y buscar esta posibilidad tan rara e imposible. Y fue una necedad. En muchos momentos pudo haber fracasado, pero seguiamos y se logró.
Alondra de la Parra proviene de una familia dedicada al arte. Su padre es el guionista, director de cine, novelista y editor, Manelick de la Parra Vargas; su abuela fue Yolanda Vargas Dulché, la conocida autora de novelas del corazón que se convirtieron en verdaderos éxitos en la revista Lágrimas, Risas y Amor e inspiraron argumentos de telenovelas como Gabriel y Gabriela, Rubí o El pecado de Oyuki; su tía es la actriz Emoé de la Parra y su hermano, el actor y cantante Mane de la Parra. Nació en 1980 en Nueva York, pero regresó a los dos años a la Ciudad de México, donde comenzó a estudiar piano a los siete y violonchelo a los 13. A los 19, se inscribió en la Manhattan School of Music para estudiar la carrera de piano y, posteriormente, la maestría en dirección orquestal.
En 2004 fundó la Orquesta Filarmónica de las Américas en esa ciudad, con el objetivo de promover la obra de compositores latinoamericanos. No cabe duda de que De la Parra no se sabe quedar quieta, para fortuna de quienes aman sus interpretaciones. Hasta la fecha ha dirigido a más de 100 orquestas. Ahora vive en Berlín, desde donde se desplaza para cumplir sus compromisos laborales, algunos de los cuales se suspendieron durante junio por la pandemia, como un concierto con la Orquesta Nacional de Francia y Andreï Korobeinikov al piano o el que ofrecería en la Royal Opera House de Londres. Aun así, los días 24 y 25 de junio dirigió a la Orquesta Sinfónica de la Radio de Frankfurt en un par de conciertos que se transmitieron online, totalmente gratis, desde la plataforma Contigo en la Distancia de la Secretaría de Cultura de México.
A De la Parra parece no gustarle hablar de su vida privada. Su rostro cambia; se endurece. Pero es imposible desaprovechar estos minutos de entrevista sin preguntarle cómo compagina la maternidad con un trabajo tan demandante como el de directora de orquesta. Finalmente, el confinamiento no durará para siempre.
—Te mentiría si te dijera que es fácil y muchas veces siento que es totalmente incompatible. Pero vamos día a día, buscando el balance, con el gran apoyo de mi pareja, de mis padres, y echándole muchas ganas. Realmente no hay mucho espacio para gran cosa, más que para el trabajo y para mis hijos.
En la tarea de la crianza, también las amigas apoyan. Sobre todo si viven en la misma ciudad.
—Durante la pandemia, Elisa [Carrillo] y yo nos veíamos mucho. Aparte de hacer este proyecto juntas, tuvimos a nuestros hijos juntos. Se pasaban de casa en casa; son amiguitos.
Mientras espera a que pase la pandemia y pueda volver a los escenarios, ella permanece en casa: toca el piano, dedica tiempo a sus hijos y piensa en su país:
–Por más que viaje y vaya y venga, nunca voy a poder soltar mi amor, mi alma, de México. Aunque no vivo ahí, siempre que pueda hacer algo para contribuir, va a ser para mi país.
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Alondra de la Parra buscó hacer algo con la música para paliar la violencia doméstica que han vivido mujeres y niños durante el confinamiento. Un proyecto altruista que conjuntó a 30 músicos de 14 países para tocar juntos (y a la distancia) el "Danzón No. 2" de Arturo Márquez.
Camina con paso seguro por el proscenio. La acompañan los aplausos entusiastas, rítmicos, del público. La directora de orquesta Alondra de la Parra aparece con el cabello corto, rizado. Todos la miran. Lleva un traje negro con pantalón; su estampa es impecable. Sólo las mangas de tela translúcida permiten atisbar un rasgo de coquetería.
Es la noche del 13 de junio de 2015 y Alondra de la Parra está en la Filarmónica de París, en la avenida Jean Jaurès, en plena Cité de la Musique, en el 19e arrondissement, distrito parisino que alberga museos y salas de concierto. Es el año 2015 y la idea de que un virus pudiera confinar a la humanidad sonaba a argumento de novela de ciencia ficción. Con un brinco sube al podio y se planta al frente de l’Orchestre National d’Île de France (conocida en el mundo de habla hispana como la Orquesta de París) y aunque levanta la batuta, el público continúa aplaudiendo rabiosamente. Tanto que ella voltea y con la mano libre hace una seña para que cesen los aplausos.
Siguiendo su batuta, comienza suave, su ritmo de madera, la clave. Luego, el clarinete. Acordes después, la flauta transversa y el oboe. El resto de los instrumentos se van incorporando, siempre bajo la dirección de De la Parra, cuyo entusiasmo y movimiento de manos y de cuerpo va in crescendo, al compás de la música. Para cuando suenan los violines, aquello ya es una fiesta: la orquesta francesa interpreta el “Danzón No. 2” del compositor también mexicano Arturo Márquez. De la Parra se ha distinguido por buscar que suenen piezas de compositores latinoamericanos en orquestas de fama internacional como ésta (o como la Filarmónica de Londres, la Orquesta Tonhalle de Zúrich o la Sinfónica de Radio Berlín). Aunque nació en Nueva York —dice que por una casualidad— se ha interesado en que se toque la música de estas latitudes en todo el mundo.
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A pesar de que algunos países inician el “desconfinamiento”, en la mayor parte de América Latina la gente continúa encerrada en casa. En México, ya vamos por el sexto mes de cuarentena. Desde la pantalla de Zoom, iluminada por la luz azulada de su laptop, Alondra de la Parra luce cansada, pero aun así atiende esta entrevista para Gatopardo en medio de la contingencia sanitaria. Es una mañana del mes de septiembre de 2020.
En las últimas semanas, desde que se le metió en la cabeza la idea de que tenía que hacer algo con la música para ayudar a paliar la situación de violencia doméstica que están viviendo miles de mujeres y niños encerrados durante la pandemia, De la Parra no ha parado de contactar a colegas vía remota para ensayar, supervisar grabaciones, dar entrevistas, conferencias de prensa y más. El proyecto, que se estrenó de manera virtual el 25 de agosto, se llama La Orquesta Imposible porque logró lo que difícilmente sería plausible en la vida real en los tiempos que corren: conjuntar a 30 músicos originarios de 14 países, que interpretaron una de las piezas favoritas de la directora: sí, el “Danzón No. 2” de Arturo Márquez.
—Siempre tuve la idea de hacer algo para ayudar a México. Quería algo que tuviera una causa para estos temas que me preocupaban: soy mujer, soy mamá, soy mexicana, soy músico. Y, por supuesto, la violencia contra las mujeres y contra los niños me sigue teniendo angustiada —explica.
Según el informe “Las dos pandemias: violencia contra las mujeres en México en el contexto de Covid-19”, de las organizaciones Equis: Justicia para las Mujeres e Intersecta, y la Red Nacional de Refugios, tan sólo en el mes de abril de 2020 hubo un total de 337
mujeres asesinadas en el país, además de cien mil llamadas relacionadas con violencia contra las mujeres, sexual y familiar.
—Platicando con estos músicos, les dije: “¿Por qué no hacemos algo y recaudamos fondos para esto?” Y todos decían que sí —recuerda en entrevista y no oculta su emoción cuando narra cómo tomó forma su sueño—. Después de que todos los músicos se sumaran, músicos de altísimo nivel, la siguiente parte era ¿cómo hacer algo de alta calidad? No me interesaba hacer una orquesta por Zoom, con recursos caseros. Y para hacerlo tenía que acercarme a un grupo de expertos, recaudar dinero y demás.
De la Parra logró reunir patrocinadores entusiastas que aportaron los fondos para que, aunque cada músico grabara desde el lugar donde se encontrara, la posproducción completara el acto de magia: en el producto final, parece que todos están en el mismo lugar, interpretando la pieza del compositor sonorense, ganador de la Medalla Mozart y el Premio Nacional de Ciencias y Artes 2009.
Para cuando suenan los violines, aquello ya es una fiesta: la orquesta francesa interpreta el “Danzón No. 2” del compositor también mexicano Arturo Márquez.
Las asociaciones elegidas para recibir todo el dinero reunido a través de donaciones, gracias a un evento que se transmitió en vivo por el canal de YouTube de los Latin Grammy, el 4 de septiembre bajo la conducción de Ana de la Reguera, así como en la orquestaimposible.com, fueron Save The Children México y Fondo Semillas. La primera trabaja desde 1919 en el mundo con niños excluidos por razones de género, religión, geografía, etnia o discapacidad; mientras que Fondo Semillas tiene 30 años de existencia y dedica sus esfuerzos a que todas las mujeres tengan acceso a la salud, el empleo con pago justo, la justicia y la felicidad. Alondra de la Parra y su equipo analizaron muchas organizaciones y éstas fueron las que más se apegaban a lo que soñaban.
—Nací en Nueva York de pura casualidad, pero soy mexicana; crecí en México y todo fue aquí. Me fui muy joven a estudiar, precisamente, a Nueva York. Estudié piano y después dirección de orquesta. Hice la carrera de pianista y cuando empecé a tener mucho trabajo como directora, dejé el piano, porque no pude mantener las dos cosas. La verdad, nunca tuve la aspiración de ser pianista solista; lo hice siempre como una base fundamental para la dirección de orquesta.
Alondra, justamente, toca el piano con La Orquesta Imposible. Sus manos largas, de uñas cortas sin esmalte, interpretan una introducción al “Danzón No. 2” que Márquez compuso especialmente para este proyecto. Es lo primero que el espectador escucha en el video; esta interpretación supuso un regreso a sus orígenes como músico.
A pesar del cansancio evidente, a De la Parra se le iluminan los ojos cuando comienza a hablar de este sueño al que le ha apostado tanto:
—Otra de las cosas posibles de este proyecto es que muchos compositores ya no están vivos; no puedes hablarle a Beethoven para preguntarle qué opina, pero a Márquez, sí. Fue una maravilla estar en contacto con él, preguntarle su opinión, que nos autorizara ciertas libertades que nos tomamos. Y nos divertimos mucho. Compuso dos partes nuevas para este proyecto: una es esa introducción preciosa, muy sencilla, para el piano, con la que empieza la pieza, y otra es la “Danza imposible”, para los créditos. Fue parte y cómplice de toda esta travesura muy de cerca.
Elisa Carillo, primera mexicana en llegar a ser prima ballerina del Staatsballett de Berlín (y una de las mejores amigas de De la Parra) también participó en La Orquesta Imposible. Cuando la buscamos para esta nota, declaró: “Tiene muchos años que conozco a Alondra. Tenemos una muy linda amistad y, sobre todo ahora, que ella también está aquí en Berlín, nos hemos acercado más que nunca. Desde que ella me dijo del proyecto, ni siquiera lo tuve que pensar: le dije que sí de inmediato, porque antes que nada amo a mi país y estoy muy consciente de la situación tan terrible que se vive con los niños y las mujeres allá”.
Recuerda que hace unos años le tocó ver un concierto con De la Parra en Berlín, con el “Danzón”: “Cuando la escuché en vivo, todo se me revolvió por dentro”. Cuando Alondra y Elisa se encontraron después de aquella función, fantasearon con hacer algo juntas, algún día. Algunos años después, en el video de La Orquesta Imposible, a un lado de Paquito de Rivera en el saxofón, como un haz de luz de contornos difuminados, surge la figura estilizada y poderosa de Elisa Carrillo Cabrera que baila una coreografía del norteamericano Christopher Wheeldon. Porta un vestido morado, diseñado especialmente para ella, inspirado en las jacarandas que tiñeron de violeta las calles de la Ciudad de México el 8 de marzo, el día en que se llevó a cabo la marcha contra la violencia hacia las mujeres.
Mientras De la Parra toca el piano y De Rivera el saxofón, la figura de la única bailarina se vuelve nítida y aparece un primer plano de las manos del tenor franco-mexicano Rolando Villazón (que no pudo cantar por razones de salud) tocando la clave. Gracias al trabajo de edición de Janine Dauterich, los músicos, entre quienes se cuentan algunos de los solistas más importantes de la actualidad, como el trompetista Pacho Flores, el contrabajista Edicson Ruiz o el fagotista Stefan Schweigert, se integran uno a uno o en pequeños grupos al video, como si todos estuvieran tocando ahí, al mismo tiempo, acompañados por el baile de Elisa y bajo la batuta de su directora y amiga.
—Lo bueno de esta situación de la pandemia—dice De la Parra—es que pude conectar con amigos: colaboradores, patrocinadores y gente con la que había trabajado en los últimos 20 años, de manera muy rápida, cosa que en una situación normal no hubiera sido posible. Hubiera tenido que ir a verlos, presentar, volver, viajar… y aquí era hacer un Zoom. Hice muchísimos y así se armó este proyecto.
¿Cómo hacer algo de alta calidad? No me interesaba hacer una orquesta por Zoom, con recursos caseros. Y para hacerlo tenía que acercarme a un grupo de expertos, recaudar dinero y demás.
Alondra hace una pausa breve, reflexiona; luego continúa el relato, emocionada.
—Nunca me imaginé interpretar el “Danzón” de Márquez así. Si no hubiera sido por la pandemia, jamás se me hubiera ocurrido. Fue realmente la circunstancia lo que me hizo pensar en nuevas maneras y buscar esta posibilidad tan rara e imposible. Y fue una necedad. En muchos momentos pudo haber fracasado, pero seguiamos y se logró.
Alondra de la Parra proviene de una familia dedicada al arte. Su padre es el guionista, director de cine, novelista y editor, Manelick de la Parra Vargas; su abuela fue Yolanda Vargas Dulché, la conocida autora de novelas del corazón que se convirtieron en verdaderos éxitos en la revista Lágrimas, Risas y Amor e inspiraron argumentos de telenovelas como Gabriel y Gabriela, Rubí o El pecado de Oyuki; su tía es la actriz Emoé de la Parra y su hermano, el actor y cantante Mane de la Parra. Nació en 1980 en Nueva York, pero regresó a los dos años a la Ciudad de México, donde comenzó a estudiar piano a los siete y violonchelo a los 13. A los 19, se inscribió en la Manhattan School of Music para estudiar la carrera de piano y, posteriormente, la maestría en dirección orquestal.
En 2004 fundó la Orquesta Filarmónica de las Américas en esa ciudad, con el objetivo de promover la obra de compositores latinoamericanos. No cabe duda de que De la Parra no se sabe quedar quieta, para fortuna de quienes aman sus interpretaciones. Hasta la fecha ha dirigido a más de 100 orquestas. Ahora vive en Berlín, desde donde se desplaza para cumplir sus compromisos laborales, algunos de los cuales se suspendieron durante junio por la pandemia, como un concierto con la Orquesta Nacional de Francia y Andreï Korobeinikov al piano o el que ofrecería en la Royal Opera House de Londres. Aun así, los días 24 y 25 de junio dirigió a la Orquesta Sinfónica de la Radio de Frankfurt en un par de conciertos que se transmitieron online, totalmente gratis, desde la plataforma Contigo en la Distancia de la Secretaría de Cultura de México.
A De la Parra parece no gustarle hablar de su vida privada. Su rostro cambia; se endurece. Pero es imposible desaprovechar estos minutos de entrevista sin preguntarle cómo compagina la maternidad con un trabajo tan demandante como el de directora de orquesta. Finalmente, el confinamiento no durará para siempre.
—Te mentiría si te dijera que es fácil y muchas veces siento que es totalmente incompatible. Pero vamos día a día, buscando el balance, con el gran apoyo de mi pareja, de mis padres, y echándole muchas ganas. Realmente no hay mucho espacio para gran cosa, más que para el trabajo y para mis hijos.
En la tarea de la crianza, también las amigas apoyan. Sobre todo si viven en la misma ciudad.
—Durante la pandemia, Elisa [Carrillo] y yo nos veíamos mucho. Aparte de hacer este proyecto juntas, tuvimos a nuestros hijos juntos. Se pasaban de casa en casa; son amiguitos.
Mientras espera a que pase la pandemia y pueda volver a los escenarios, ella permanece en casa: toca el piano, dedica tiempo a sus hijos y piensa en su país:
–Por más que viaje y vaya y venga, nunca voy a poder soltar mi amor, mi alma, de México. Aunque no vivo ahí, siempre que pueda hacer algo para contribuir, va a ser para mi país.
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Alondra de la Parra buscó hacer algo con la música para paliar la violencia doméstica que han vivido mujeres y niños durante el confinamiento. Un proyecto altruista que conjuntó a 30 músicos de 14 países para tocar juntos (y a la distancia) el "Danzón No. 2" de Arturo Márquez.
Camina con paso seguro por el proscenio. La acompañan los aplausos entusiastas, rítmicos, del público. La directora de orquesta Alondra de la Parra aparece con el cabello corto, rizado. Todos la miran. Lleva un traje negro con pantalón; su estampa es impecable. Sólo las mangas de tela translúcida permiten atisbar un rasgo de coquetería.
Es la noche del 13 de junio de 2015 y Alondra de la Parra está en la Filarmónica de París, en la avenida Jean Jaurès, en plena Cité de la Musique, en el 19e arrondissement, distrito parisino que alberga museos y salas de concierto. Es el año 2015 y la idea de que un virus pudiera confinar a la humanidad sonaba a argumento de novela de ciencia ficción. Con un brinco sube al podio y se planta al frente de l’Orchestre National d’Île de France (conocida en el mundo de habla hispana como la Orquesta de París) y aunque levanta la batuta, el público continúa aplaudiendo rabiosamente. Tanto que ella voltea y con la mano libre hace una seña para que cesen los aplausos.
Siguiendo su batuta, comienza suave, su ritmo de madera, la clave. Luego, el clarinete. Acordes después, la flauta transversa y el oboe. El resto de los instrumentos se van incorporando, siempre bajo la dirección de De la Parra, cuyo entusiasmo y movimiento de manos y de cuerpo va in crescendo, al compás de la música. Para cuando suenan los violines, aquello ya es una fiesta: la orquesta francesa interpreta el “Danzón No. 2” del compositor también mexicano Arturo Márquez. De la Parra se ha distinguido por buscar que suenen piezas de compositores latinoamericanos en orquestas de fama internacional como ésta (o como la Filarmónica de Londres, la Orquesta Tonhalle de Zúrich o la Sinfónica de Radio Berlín). Aunque nació en Nueva York —dice que por una casualidad— se ha interesado en que se toque la música de estas latitudes en todo el mundo.
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A pesar de que algunos países inician el “desconfinamiento”, en la mayor parte de América Latina la gente continúa encerrada en casa. En México, ya vamos por el sexto mes de cuarentena. Desde la pantalla de Zoom, iluminada por la luz azulada de su laptop, Alondra de la Parra luce cansada, pero aun así atiende esta entrevista para Gatopardo en medio de la contingencia sanitaria. Es una mañana del mes de septiembre de 2020.
En las últimas semanas, desde que se le metió en la cabeza la idea de que tenía que hacer algo con la música para ayudar a paliar la situación de violencia doméstica que están viviendo miles de mujeres y niños encerrados durante la pandemia, De la Parra no ha parado de contactar a colegas vía remota para ensayar, supervisar grabaciones, dar entrevistas, conferencias de prensa y más. El proyecto, que se estrenó de manera virtual el 25 de agosto, se llama La Orquesta Imposible porque logró lo que difícilmente sería plausible en la vida real en los tiempos que corren: conjuntar a 30 músicos originarios de 14 países, que interpretaron una de las piezas favoritas de la directora: sí, el “Danzón No. 2” de Arturo Márquez.
—Siempre tuve la idea de hacer algo para ayudar a México. Quería algo que tuviera una causa para estos temas que me preocupaban: soy mujer, soy mamá, soy mexicana, soy músico. Y, por supuesto, la violencia contra las mujeres y contra los niños me sigue teniendo angustiada —explica.
Según el informe “Las dos pandemias: violencia contra las mujeres en México en el contexto de Covid-19”, de las organizaciones Equis: Justicia para las Mujeres e Intersecta, y la Red Nacional de Refugios, tan sólo en el mes de abril de 2020 hubo un total de 337
mujeres asesinadas en el país, además de cien mil llamadas relacionadas con violencia contra las mujeres, sexual y familiar.
—Platicando con estos músicos, les dije: “¿Por qué no hacemos algo y recaudamos fondos para esto?” Y todos decían que sí —recuerda en entrevista y no oculta su emoción cuando narra cómo tomó forma su sueño—. Después de que todos los músicos se sumaran, músicos de altísimo nivel, la siguiente parte era ¿cómo hacer algo de alta calidad? No me interesaba hacer una orquesta por Zoom, con recursos caseros. Y para hacerlo tenía que acercarme a un grupo de expertos, recaudar dinero y demás.
De la Parra logró reunir patrocinadores entusiastas que aportaron los fondos para que, aunque cada músico grabara desde el lugar donde se encontrara, la posproducción completara el acto de magia: en el producto final, parece que todos están en el mismo lugar, interpretando la pieza del compositor sonorense, ganador de la Medalla Mozart y el Premio Nacional de Ciencias y Artes 2009.
Para cuando suenan los violines, aquello ya es una fiesta: la orquesta francesa interpreta el “Danzón No. 2” del compositor también mexicano Arturo Márquez.
Las asociaciones elegidas para recibir todo el dinero reunido a través de donaciones, gracias a un evento que se transmitió en vivo por el canal de YouTube de los Latin Grammy, el 4 de septiembre bajo la conducción de Ana de la Reguera, así como en la orquestaimposible.com, fueron Save The Children México y Fondo Semillas. La primera trabaja desde 1919 en el mundo con niños excluidos por razones de género, religión, geografía, etnia o discapacidad; mientras que Fondo Semillas tiene 30 años de existencia y dedica sus esfuerzos a que todas las mujeres tengan acceso a la salud, el empleo con pago justo, la justicia y la felicidad. Alondra de la Parra y su equipo analizaron muchas organizaciones y éstas fueron las que más se apegaban a lo que soñaban.
—Nací en Nueva York de pura casualidad, pero soy mexicana; crecí en México y todo fue aquí. Me fui muy joven a estudiar, precisamente, a Nueva York. Estudié piano y después dirección de orquesta. Hice la carrera de pianista y cuando empecé a tener mucho trabajo como directora, dejé el piano, porque no pude mantener las dos cosas. La verdad, nunca tuve la aspiración de ser pianista solista; lo hice siempre como una base fundamental para la dirección de orquesta.
Alondra, justamente, toca el piano con La Orquesta Imposible. Sus manos largas, de uñas cortas sin esmalte, interpretan una introducción al “Danzón No. 2” que Márquez compuso especialmente para este proyecto. Es lo primero que el espectador escucha en el video; esta interpretación supuso un regreso a sus orígenes como músico.
A pesar del cansancio evidente, a De la Parra se le iluminan los ojos cuando comienza a hablar de este sueño al que le ha apostado tanto:
—Otra de las cosas posibles de este proyecto es que muchos compositores ya no están vivos; no puedes hablarle a Beethoven para preguntarle qué opina, pero a Márquez, sí. Fue una maravilla estar en contacto con él, preguntarle su opinión, que nos autorizara ciertas libertades que nos tomamos. Y nos divertimos mucho. Compuso dos partes nuevas para este proyecto: una es esa introducción preciosa, muy sencilla, para el piano, con la que empieza la pieza, y otra es la “Danza imposible”, para los créditos. Fue parte y cómplice de toda esta travesura muy de cerca.
Elisa Carillo, primera mexicana en llegar a ser prima ballerina del Staatsballett de Berlín (y una de las mejores amigas de De la Parra) también participó en La Orquesta Imposible. Cuando la buscamos para esta nota, declaró: “Tiene muchos años que conozco a Alondra. Tenemos una muy linda amistad y, sobre todo ahora, que ella también está aquí en Berlín, nos hemos acercado más que nunca. Desde que ella me dijo del proyecto, ni siquiera lo tuve que pensar: le dije que sí de inmediato, porque antes que nada amo a mi país y estoy muy consciente de la situación tan terrible que se vive con los niños y las mujeres allá”.
Recuerda que hace unos años le tocó ver un concierto con De la Parra en Berlín, con el “Danzón”: “Cuando la escuché en vivo, todo se me revolvió por dentro”. Cuando Alondra y Elisa se encontraron después de aquella función, fantasearon con hacer algo juntas, algún día. Algunos años después, en el video de La Orquesta Imposible, a un lado de Paquito de Rivera en el saxofón, como un haz de luz de contornos difuminados, surge la figura estilizada y poderosa de Elisa Carrillo Cabrera que baila una coreografía del norteamericano Christopher Wheeldon. Porta un vestido morado, diseñado especialmente para ella, inspirado en las jacarandas que tiñeron de violeta las calles de la Ciudad de México el 8 de marzo, el día en que se llevó a cabo la marcha contra la violencia hacia las mujeres.
Mientras De la Parra toca el piano y De Rivera el saxofón, la figura de la única bailarina se vuelve nítida y aparece un primer plano de las manos del tenor franco-mexicano Rolando Villazón (que no pudo cantar por razones de salud) tocando la clave. Gracias al trabajo de edición de Janine Dauterich, los músicos, entre quienes se cuentan algunos de los solistas más importantes de la actualidad, como el trompetista Pacho Flores, el contrabajista Edicson Ruiz o el fagotista Stefan Schweigert, se integran uno a uno o en pequeños grupos al video, como si todos estuvieran tocando ahí, al mismo tiempo, acompañados por el baile de Elisa y bajo la batuta de su directora y amiga.
—Lo bueno de esta situación de la pandemia—dice De la Parra—es que pude conectar con amigos: colaboradores, patrocinadores y gente con la que había trabajado en los últimos 20 años, de manera muy rápida, cosa que en una situación normal no hubiera sido posible. Hubiera tenido que ir a verlos, presentar, volver, viajar… y aquí era hacer un Zoom. Hice muchísimos y así se armó este proyecto.
¿Cómo hacer algo de alta calidad? No me interesaba hacer una orquesta por Zoom, con recursos caseros. Y para hacerlo tenía que acercarme a un grupo de expertos, recaudar dinero y demás.
Alondra hace una pausa breve, reflexiona; luego continúa el relato, emocionada.
—Nunca me imaginé interpretar el “Danzón” de Márquez así. Si no hubiera sido por la pandemia, jamás se me hubiera ocurrido. Fue realmente la circunstancia lo que me hizo pensar en nuevas maneras y buscar esta posibilidad tan rara e imposible. Y fue una necedad. En muchos momentos pudo haber fracasado, pero seguiamos y se logró.
Alondra de la Parra proviene de una familia dedicada al arte. Su padre es el guionista, director de cine, novelista y editor, Manelick de la Parra Vargas; su abuela fue Yolanda Vargas Dulché, la conocida autora de novelas del corazón que se convirtieron en verdaderos éxitos en la revista Lágrimas, Risas y Amor e inspiraron argumentos de telenovelas como Gabriel y Gabriela, Rubí o El pecado de Oyuki; su tía es la actriz Emoé de la Parra y su hermano, el actor y cantante Mane de la Parra. Nació en 1980 en Nueva York, pero regresó a los dos años a la Ciudad de México, donde comenzó a estudiar piano a los siete y violonchelo a los 13. A los 19, se inscribió en la Manhattan School of Music para estudiar la carrera de piano y, posteriormente, la maestría en dirección orquestal.
En 2004 fundó la Orquesta Filarmónica de las Américas en esa ciudad, con el objetivo de promover la obra de compositores latinoamericanos. No cabe duda de que De la Parra no se sabe quedar quieta, para fortuna de quienes aman sus interpretaciones. Hasta la fecha ha dirigido a más de 100 orquestas. Ahora vive en Berlín, desde donde se desplaza para cumplir sus compromisos laborales, algunos de los cuales se suspendieron durante junio por la pandemia, como un concierto con la Orquesta Nacional de Francia y Andreï Korobeinikov al piano o el que ofrecería en la Royal Opera House de Londres. Aun así, los días 24 y 25 de junio dirigió a la Orquesta Sinfónica de la Radio de Frankfurt en un par de conciertos que se transmitieron online, totalmente gratis, desde la plataforma Contigo en la Distancia de la Secretaría de Cultura de México.
A De la Parra parece no gustarle hablar de su vida privada. Su rostro cambia; se endurece. Pero es imposible desaprovechar estos minutos de entrevista sin preguntarle cómo compagina la maternidad con un trabajo tan demandante como el de directora de orquesta. Finalmente, el confinamiento no durará para siempre.
—Te mentiría si te dijera que es fácil y muchas veces siento que es totalmente incompatible. Pero vamos día a día, buscando el balance, con el gran apoyo de mi pareja, de mis padres, y echándole muchas ganas. Realmente no hay mucho espacio para gran cosa, más que para el trabajo y para mis hijos.
En la tarea de la crianza, también las amigas apoyan. Sobre todo si viven en la misma ciudad.
—Durante la pandemia, Elisa [Carrillo] y yo nos veíamos mucho. Aparte de hacer este proyecto juntas, tuvimos a nuestros hijos juntos. Se pasaban de casa en casa; son amiguitos.
Mientras espera a que pase la pandemia y pueda volver a los escenarios, ella permanece en casa: toca el piano, dedica tiempo a sus hijos y piensa en su país:
–Por más que viaje y vaya y venga, nunca voy a poder soltar mi amor, mi alma, de México. Aunque no vivo ahí, siempre que pueda hacer algo para contribuir, va a ser para mi país.
[/read]
Alondra de la Parra buscó hacer algo con la música para paliar la violencia doméstica que han vivido mujeres y niños durante el confinamiento. Un proyecto altruista que conjuntó a 30 músicos de 14 países para tocar juntos (y a la distancia) el "Danzón No. 2" de Arturo Márquez.
Camina con paso seguro por el proscenio. La acompañan los aplausos entusiastas, rítmicos, del público. La directora de orquesta Alondra de la Parra aparece con el cabello corto, rizado. Todos la miran. Lleva un traje negro con pantalón; su estampa es impecable. Sólo las mangas de tela translúcida permiten atisbar un rasgo de coquetería.
Es la noche del 13 de junio de 2015 y Alondra de la Parra está en la Filarmónica de París, en la avenida Jean Jaurès, en plena Cité de la Musique, en el 19e arrondissement, distrito parisino que alberga museos y salas de concierto. Es el año 2015 y la idea de que un virus pudiera confinar a la humanidad sonaba a argumento de novela de ciencia ficción. Con un brinco sube al podio y se planta al frente de l’Orchestre National d’Île de France (conocida en el mundo de habla hispana como la Orquesta de París) y aunque levanta la batuta, el público continúa aplaudiendo rabiosamente. Tanto que ella voltea y con la mano libre hace una seña para que cesen los aplausos.
Siguiendo su batuta, comienza suave, su ritmo de madera, la clave. Luego, el clarinete. Acordes después, la flauta transversa y el oboe. El resto de los instrumentos se van incorporando, siempre bajo la dirección de De la Parra, cuyo entusiasmo y movimiento de manos y de cuerpo va in crescendo, al compás de la música. Para cuando suenan los violines, aquello ya es una fiesta: la orquesta francesa interpreta el “Danzón No. 2” del compositor también mexicano Arturo Márquez. De la Parra se ha distinguido por buscar que suenen piezas de compositores latinoamericanos en orquestas de fama internacional como ésta (o como la Filarmónica de Londres, la Orquesta Tonhalle de Zúrich o la Sinfónica de Radio Berlín). Aunque nació en Nueva York —dice que por una casualidad— se ha interesado en que se toque la música de estas latitudes en todo el mundo.
[read more]
***
A pesar de que algunos países inician el “desconfinamiento”, en la mayor parte de América Latina la gente continúa encerrada en casa. En México, ya vamos por el sexto mes de cuarentena. Desde la pantalla de Zoom, iluminada por la luz azulada de su laptop, Alondra de la Parra luce cansada, pero aun así atiende esta entrevista para Gatopardo en medio de la contingencia sanitaria. Es una mañana del mes de septiembre de 2020.
En las últimas semanas, desde que se le metió en la cabeza la idea de que tenía que hacer algo con la música para ayudar a paliar la situación de violencia doméstica que están viviendo miles de mujeres y niños encerrados durante la pandemia, De la Parra no ha parado de contactar a colegas vía remota para ensayar, supervisar grabaciones, dar entrevistas, conferencias de prensa y más. El proyecto, que se estrenó de manera virtual el 25 de agosto, se llama La Orquesta Imposible porque logró lo que difícilmente sería plausible en la vida real en los tiempos que corren: conjuntar a 30 músicos originarios de 14 países, que interpretaron una de las piezas favoritas de la directora: sí, el “Danzón No. 2” de Arturo Márquez.
—Siempre tuve la idea de hacer algo para ayudar a México. Quería algo que tuviera una causa para estos temas que me preocupaban: soy mujer, soy mamá, soy mexicana, soy músico. Y, por supuesto, la violencia contra las mujeres y contra los niños me sigue teniendo angustiada —explica.
Según el informe “Las dos pandemias: violencia contra las mujeres en México en el contexto de Covid-19”, de las organizaciones Equis: Justicia para las Mujeres e Intersecta, y la Red Nacional de Refugios, tan sólo en el mes de abril de 2020 hubo un total de 337
mujeres asesinadas en el país, además de cien mil llamadas relacionadas con violencia contra las mujeres, sexual y familiar.
—Platicando con estos músicos, les dije: “¿Por qué no hacemos algo y recaudamos fondos para esto?” Y todos decían que sí —recuerda en entrevista y no oculta su emoción cuando narra cómo tomó forma su sueño—. Después de que todos los músicos se sumaran, músicos de altísimo nivel, la siguiente parte era ¿cómo hacer algo de alta calidad? No me interesaba hacer una orquesta por Zoom, con recursos caseros. Y para hacerlo tenía que acercarme a un grupo de expertos, recaudar dinero y demás.
De la Parra logró reunir patrocinadores entusiastas que aportaron los fondos para que, aunque cada músico grabara desde el lugar donde se encontrara, la posproducción completara el acto de magia: en el producto final, parece que todos están en el mismo lugar, interpretando la pieza del compositor sonorense, ganador de la Medalla Mozart y el Premio Nacional de Ciencias y Artes 2009.
Para cuando suenan los violines, aquello ya es una fiesta: la orquesta francesa interpreta el “Danzón No. 2” del compositor también mexicano Arturo Márquez.
Las asociaciones elegidas para recibir todo el dinero reunido a través de donaciones, gracias a un evento que se transmitió en vivo por el canal de YouTube de los Latin Grammy, el 4 de septiembre bajo la conducción de Ana de la Reguera, así como en la orquestaimposible.com, fueron Save The Children México y Fondo Semillas. La primera trabaja desde 1919 en el mundo con niños excluidos por razones de género, religión, geografía, etnia o discapacidad; mientras que Fondo Semillas tiene 30 años de existencia y dedica sus esfuerzos a que todas las mujeres tengan acceso a la salud, el empleo con pago justo, la justicia y la felicidad. Alondra de la Parra y su equipo analizaron muchas organizaciones y éstas fueron las que más se apegaban a lo que soñaban.
—Nací en Nueva York de pura casualidad, pero soy mexicana; crecí en México y todo fue aquí. Me fui muy joven a estudiar, precisamente, a Nueva York. Estudié piano y después dirección de orquesta. Hice la carrera de pianista y cuando empecé a tener mucho trabajo como directora, dejé el piano, porque no pude mantener las dos cosas. La verdad, nunca tuve la aspiración de ser pianista solista; lo hice siempre como una base fundamental para la dirección de orquesta.
Alondra, justamente, toca el piano con La Orquesta Imposible. Sus manos largas, de uñas cortas sin esmalte, interpretan una introducción al “Danzón No. 2” que Márquez compuso especialmente para este proyecto. Es lo primero que el espectador escucha en el video; esta interpretación supuso un regreso a sus orígenes como músico.
A pesar del cansancio evidente, a De la Parra se le iluminan los ojos cuando comienza a hablar de este sueño al que le ha apostado tanto:
—Otra de las cosas posibles de este proyecto es que muchos compositores ya no están vivos; no puedes hablarle a Beethoven para preguntarle qué opina, pero a Márquez, sí. Fue una maravilla estar en contacto con él, preguntarle su opinión, que nos autorizara ciertas libertades que nos tomamos. Y nos divertimos mucho. Compuso dos partes nuevas para este proyecto: una es esa introducción preciosa, muy sencilla, para el piano, con la que empieza la pieza, y otra es la “Danza imposible”, para los créditos. Fue parte y cómplice de toda esta travesura muy de cerca.
Elisa Carillo, primera mexicana en llegar a ser prima ballerina del Staatsballett de Berlín (y una de las mejores amigas de De la Parra) también participó en La Orquesta Imposible. Cuando la buscamos para esta nota, declaró: “Tiene muchos años que conozco a Alondra. Tenemos una muy linda amistad y, sobre todo ahora, que ella también está aquí en Berlín, nos hemos acercado más que nunca. Desde que ella me dijo del proyecto, ni siquiera lo tuve que pensar: le dije que sí de inmediato, porque antes que nada amo a mi país y estoy muy consciente de la situación tan terrible que se vive con los niños y las mujeres allá”.
Recuerda que hace unos años le tocó ver un concierto con De la Parra en Berlín, con el “Danzón”: “Cuando la escuché en vivo, todo se me revolvió por dentro”. Cuando Alondra y Elisa se encontraron después de aquella función, fantasearon con hacer algo juntas, algún día. Algunos años después, en el video de La Orquesta Imposible, a un lado de Paquito de Rivera en el saxofón, como un haz de luz de contornos difuminados, surge la figura estilizada y poderosa de Elisa Carrillo Cabrera que baila una coreografía del norteamericano Christopher Wheeldon. Porta un vestido morado, diseñado especialmente para ella, inspirado en las jacarandas que tiñeron de violeta las calles de la Ciudad de México el 8 de marzo, el día en que se llevó a cabo la marcha contra la violencia hacia las mujeres.
Mientras De la Parra toca el piano y De Rivera el saxofón, la figura de la única bailarina se vuelve nítida y aparece un primer plano de las manos del tenor franco-mexicano Rolando Villazón (que no pudo cantar por razones de salud) tocando la clave. Gracias al trabajo de edición de Janine Dauterich, los músicos, entre quienes se cuentan algunos de los solistas más importantes de la actualidad, como el trompetista Pacho Flores, el contrabajista Edicson Ruiz o el fagotista Stefan Schweigert, se integran uno a uno o en pequeños grupos al video, como si todos estuvieran tocando ahí, al mismo tiempo, acompañados por el baile de Elisa y bajo la batuta de su directora y amiga.
—Lo bueno de esta situación de la pandemia—dice De la Parra—es que pude conectar con amigos: colaboradores, patrocinadores y gente con la que había trabajado en los últimos 20 años, de manera muy rápida, cosa que en una situación normal no hubiera sido posible. Hubiera tenido que ir a verlos, presentar, volver, viajar… y aquí era hacer un Zoom. Hice muchísimos y así se armó este proyecto.
¿Cómo hacer algo de alta calidad? No me interesaba hacer una orquesta por Zoom, con recursos caseros. Y para hacerlo tenía que acercarme a un grupo de expertos, recaudar dinero y demás.
Alondra hace una pausa breve, reflexiona; luego continúa el relato, emocionada.
—Nunca me imaginé interpretar el “Danzón” de Márquez así. Si no hubiera sido por la pandemia, jamás se me hubiera ocurrido. Fue realmente la circunstancia lo que me hizo pensar en nuevas maneras y buscar esta posibilidad tan rara e imposible. Y fue una necedad. En muchos momentos pudo haber fracasado, pero seguiamos y se logró.
Alondra de la Parra proviene de una familia dedicada al arte. Su padre es el guionista, director de cine, novelista y editor, Manelick de la Parra Vargas; su abuela fue Yolanda Vargas Dulché, la conocida autora de novelas del corazón que se convirtieron en verdaderos éxitos en la revista Lágrimas, Risas y Amor e inspiraron argumentos de telenovelas como Gabriel y Gabriela, Rubí o El pecado de Oyuki; su tía es la actriz Emoé de la Parra y su hermano, el actor y cantante Mane de la Parra. Nació en 1980 en Nueva York, pero regresó a los dos años a la Ciudad de México, donde comenzó a estudiar piano a los siete y violonchelo a los 13. A los 19, se inscribió en la Manhattan School of Music para estudiar la carrera de piano y, posteriormente, la maestría en dirección orquestal.
En 2004 fundó la Orquesta Filarmónica de las Américas en esa ciudad, con el objetivo de promover la obra de compositores latinoamericanos. No cabe duda de que De la Parra no se sabe quedar quieta, para fortuna de quienes aman sus interpretaciones. Hasta la fecha ha dirigido a más de 100 orquestas. Ahora vive en Berlín, desde donde se desplaza para cumplir sus compromisos laborales, algunos de los cuales se suspendieron durante junio por la pandemia, como un concierto con la Orquesta Nacional de Francia y Andreï Korobeinikov al piano o el que ofrecería en la Royal Opera House de Londres. Aun así, los días 24 y 25 de junio dirigió a la Orquesta Sinfónica de la Radio de Frankfurt en un par de conciertos que se transmitieron online, totalmente gratis, desde la plataforma Contigo en la Distancia de la Secretaría de Cultura de México.
A De la Parra parece no gustarle hablar de su vida privada. Su rostro cambia; se endurece. Pero es imposible desaprovechar estos minutos de entrevista sin preguntarle cómo compagina la maternidad con un trabajo tan demandante como el de directora de orquesta. Finalmente, el confinamiento no durará para siempre.
—Te mentiría si te dijera que es fácil y muchas veces siento que es totalmente incompatible. Pero vamos día a día, buscando el balance, con el gran apoyo de mi pareja, de mis padres, y echándole muchas ganas. Realmente no hay mucho espacio para gran cosa, más que para el trabajo y para mis hijos.
En la tarea de la crianza, también las amigas apoyan. Sobre todo si viven en la misma ciudad.
—Durante la pandemia, Elisa [Carrillo] y yo nos veíamos mucho. Aparte de hacer este proyecto juntas, tuvimos a nuestros hijos juntos. Se pasaban de casa en casa; son amiguitos.
Mientras espera a que pase la pandemia y pueda volver a los escenarios, ella permanece en casa: toca el piano, dedica tiempo a sus hijos y piensa en su país:
–Por más que viaje y vaya y venga, nunca voy a poder soltar mi amor, mi alma, de México. Aunque no vivo ahí, siempre que pueda hacer algo para contribuir, va a ser para mi país.
[/read]
Alondra de la Parra buscó hacer algo con la música para paliar la violencia doméstica que han vivido mujeres y niños durante el confinamiento. Un proyecto altruista que conjuntó a 30 músicos de 14 países para tocar juntos (y a la distancia) el "Danzón No. 2" de Arturo Márquez.
Camina con paso seguro por el proscenio. La acompañan los aplausos entusiastas, rítmicos, del público. La directora de orquesta Alondra de la Parra aparece con el cabello corto, rizado. Todos la miran. Lleva un traje negro con pantalón; su estampa es impecable. Sólo las mangas de tela translúcida permiten atisbar un rasgo de coquetería.
Es la noche del 13 de junio de 2015 y Alondra de la Parra está en la Filarmónica de París, en la avenida Jean Jaurès, en plena Cité de la Musique, en el 19e arrondissement, distrito parisino que alberga museos y salas de concierto. Es el año 2015 y la idea de que un virus pudiera confinar a la humanidad sonaba a argumento de novela de ciencia ficción. Con un brinco sube al podio y se planta al frente de l’Orchestre National d’Île de France (conocida en el mundo de habla hispana como la Orquesta de París) y aunque levanta la batuta, el público continúa aplaudiendo rabiosamente. Tanto que ella voltea y con la mano libre hace una seña para que cesen los aplausos.
Siguiendo su batuta, comienza suave, su ritmo de madera, la clave. Luego, el clarinete. Acordes después, la flauta transversa y el oboe. El resto de los instrumentos se van incorporando, siempre bajo la dirección de De la Parra, cuyo entusiasmo y movimiento de manos y de cuerpo va in crescendo, al compás de la música. Para cuando suenan los violines, aquello ya es una fiesta: la orquesta francesa interpreta el “Danzón No. 2” del compositor también mexicano Arturo Márquez. De la Parra se ha distinguido por buscar que suenen piezas de compositores latinoamericanos en orquestas de fama internacional como ésta (o como la Filarmónica de Londres, la Orquesta Tonhalle de Zúrich o la Sinfónica de Radio Berlín). Aunque nació en Nueva York —dice que por una casualidad— se ha interesado en que se toque la música de estas latitudes en todo el mundo.
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A pesar de que algunos países inician el “desconfinamiento”, en la mayor parte de América Latina la gente continúa encerrada en casa. En México, ya vamos por el sexto mes de cuarentena. Desde la pantalla de Zoom, iluminada por la luz azulada de su laptop, Alondra de la Parra luce cansada, pero aun así atiende esta entrevista para Gatopardo en medio de la contingencia sanitaria. Es una mañana del mes de septiembre de 2020.
En las últimas semanas, desde que se le metió en la cabeza la idea de que tenía que hacer algo con la música para ayudar a paliar la situación de violencia doméstica que están viviendo miles de mujeres y niños encerrados durante la pandemia, De la Parra no ha parado de contactar a colegas vía remota para ensayar, supervisar grabaciones, dar entrevistas, conferencias de prensa y más. El proyecto, que se estrenó de manera virtual el 25 de agosto, se llama La Orquesta Imposible porque logró lo que difícilmente sería plausible en la vida real en los tiempos que corren: conjuntar a 30 músicos originarios de 14 países, que interpretaron una de las piezas favoritas de la directora: sí, el “Danzón No. 2” de Arturo Márquez.
—Siempre tuve la idea de hacer algo para ayudar a México. Quería algo que tuviera una causa para estos temas que me preocupaban: soy mujer, soy mamá, soy mexicana, soy músico. Y, por supuesto, la violencia contra las mujeres y contra los niños me sigue teniendo angustiada —explica.
Según el informe “Las dos pandemias: violencia contra las mujeres en México en el contexto de Covid-19”, de las organizaciones Equis: Justicia para las Mujeres e Intersecta, y la Red Nacional de Refugios, tan sólo en el mes de abril de 2020 hubo un total de 337
mujeres asesinadas en el país, además de cien mil llamadas relacionadas con violencia contra las mujeres, sexual y familiar.
—Platicando con estos músicos, les dije: “¿Por qué no hacemos algo y recaudamos fondos para esto?” Y todos decían que sí —recuerda en entrevista y no oculta su emoción cuando narra cómo tomó forma su sueño—. Después de que todos los músicos se sumaran, músicos de altísimo nivel, la siguiente parte era ¿cómo hacer algo de alta calidad? No me interesaba hacer una orquesta por Zoom, con recursos caseros. Y para hacerlo tenía que acercarme a un grupo de expertos, recaudar dinero y demás.
De la Parra logró reunir patrocinadores entusiastas que aportaron los fondos para que, aunque cada músico grabara desde el lugar donde se encontrara, la posproducción completara el acto de magia: en el producto final, parece que todos están en el mismo lugar, interpretando la pieza del compositor sonorense, ganador de la Medalla Mozart y el Premio Nacional de Ciencias y Artes 2009.
Para cuando suenan los violines, aquello ya es una fiesta: la orquesta francesa interpreta el “Danzón No. 2” del compositor también mexicano Arturo Márquez.
Las asociaciones elegidas para recibir todo el dinero reunido a través de donaciones, gracias a un evento que se transmitió en vivo por el canal de YouTube de los Latin Grammy, el 4 de septiembre bajo la conducción de Ana de la Reguera, así como en la orquestaimposible.com, fueron Save The Children México y Fondo Semillas. La primera trabaja desde 1919 en el mundo con niños excluidos por razones de género, religión, geografía, etnia o discapacidad; mientras que Fondo Semillas tiene 30 años de existencia y dedica sus esfuerzos a que todas las mujeres tengan acceso a la salud, el empleo con pago justo, la justicia y la felicidad. Alondra de la Parra y su equipo analizaron muchas organizaciones y éstas fueron las que más se apegaban a lo que soñaban.
—Nací en Nueva York de pura casualidad, pero soy mexicana; crecí en México y todo fue aquí. Me fui muy joven a estudiar, precisamente, a Nueva York. Estudié piano y después dirección de orquesta. Hice la carrera de pianista y cuando empecé a tener mucho trabajo como directora, dejé el piano, porque no pude mantener las dos cosas. La verdad, nunca tuve la aspiración de ser pianista solista; lo hice siempre como una base fundamental para la dirección de orquesta.
Alondra, justamente, toca el piano con La Orquesta Imposible. Sus manos largas, de uñas cortas sin esmalte, interpretan una introducción al “Danzón No. 2” que Márquez compuso especialmente para este proyecto. Es lo primero que el espectador escucha en el video; esta interpretación supuso un regreso a sus orígenes como músico.
A pesar del cansancio evidente, a De la Parra se le iluminan los ojos cuando comienza a hablar de este sueño al que le ha apostado tanto:
—Otra de las cosas posibles de este proyecto es que muchos compositores ya no están vivos; no puedes hablarle a Beethoven para preguntarle qué opina, pero a Márquez, sí. Fue una maravilla estar en contacto con él, preguntarle su opinión, que nos autorizara ciertas libertades que nos tomamos. Y nos divertimos mucho. Compuso dos partes nuevas para este proyecto: una es esa introducción preciosa, muy sencilla, para el piano, con la que empieza la pieza, y otra es la “Danza imposible”, para los créditos. Fue parte y cómplice de toda esta travesura muy de cerca.
Elisa Carillo, primera mexicana en llegar a ser prima ballerina del Staatsballett de Berlín (y una de las mejores amigas de De la Parra) también participó en La Orquesta Imposible. Cuando la buscamos para esta nota, declaró: “Tiene muchos años que conozco a Alondra. Tenemos una muy linda amistad y, sobre todo ahora, que ella también está aquí en Berlín, nos hemos acercado más que nunca. Desde que ella me dijo del proyecto, ni siquiera lo tuve que pensar: le dije que sí de inmediato, porque antes que nada amo a mi país y estoy muy consciente de la situación tan terrible que se vive con los niños y las mujeres allá”.
Recuerda que hace unos años le tocó ver un concierto con De la Parra en Berlín, con el “Danzón”: “Cuando la escuché en vivo, todo se me revolvió por dentro”. Cuando Alondra y Elisa se encontraron después de aquella función, fantasearon con hacer algo juntas, algún día. Algunos años después, en el video de La Orquesta Imposible, a un lado de Paquito de Rivera en el saxofón, como un haz de luz de contornos difuminados, surge la figura estilizada y poderosa de Elisa Carrillo Cabrera que baila una coreografía del norteamericano Christopher Wheeldon. Porta un vestido morado, diseñado especialmente para ella, inspirado en las jacarandas que tiñeron de violeta las calles de la Ciudad de México el 8 de marzo, el día en que se llevó a cabo la marcha contra la violencia hacia las mujeres.
Mientras De la Parra toca el piano y De Rivera el saxofón, la figura de la única bailarina se vuelve nítida y aparece un primer plano de las manos del tenor franco-mexicano Rolando Villazón (que no pudo cantar por razones de salud) tocando la clave. Gracias al trabajo de edición de Janine Dauterich, los músicos, entre quienes se cuentan algunos de los solistas más importantes de la actualidad, como el trompetista Pacho Flores, el contrabajista Edicson Ruiz o el fagotista Stefan Schweigert, se integran uno a uno o en pequeños grupos al video, como si todos estuvieran tocando ahí, al mismo tiempo, acompañados por el baile de Elisa y bajo la batuta de su directora y amiga.
—Lo bueno de esta situación de la pandemia—dice De la Parra—es que pude conectar con amigos: colaboradores, patrocinadores y gente con la que había trabajado en los últimos 20 años, de manera muy rápida, cosa que en una situación normal no hubiera sido posible. Hubiera tenido que ir a verlos, presentar, volver, viajar… y aquí era hacer un Zoom. Hice muchísimos y así se armó este proyecto.
¿Cómo hacer algo de alta calidad? No me interesaba hacer una orquesta por Zoom, con recursos caseros. Y para hacerlo tenía que acercarme a un grupo de expertos, recaudar dinero y demás.
Alondra hace una pausa breve, reflexiona; luego continúa el relato, emocionada.
—Nunca me imaginé interpretar el “Danzón” de Márquez así. Si no hubiera sido por la pandemia, jamás se me hubiera ocurrido. Fue realmente la circunstancia lo que me hizo pensar en nuevas maneras y buscar esta posibilidad tan rara e imposible. Y fue una necedad. En muchos momentos pudo haber fracasado, pero seguiamos y se logró.
Alondra de la Parra proviene de una familia dedicada al arte. Su padre es el guionista, director de cine, novelista y editor, Manelick de la Parra Vargas; su abuela fue Yolanda Vargas Dulché, la conocida autora de novelas del corazón que se convirtieron en verdaderos éxitos en la revista Lágrimas, Risas y Amor e inspiraron argumentos de telenovelas como Gabriel y Gabriela, Rubí o El pecado de Oyuki; su tía es la actriz Emoé de la Parra y su hermano, el actor y cantante Mane de la Parra. Nació en 1980 en Nueva York, pero regresó a los dos años a la Ciudad de México, donde comenzó a estudiar piano a los siete y violonchelo a los 13. A los 19, se inscribió en la Manhattan School of Music para estudiar la carrera de piano y, posteriormente, la maestría en dirección orquestal.
En 2004 fundó la Orquesta Filarmónica de las Américas en esa ciudad, con el objetivo de promover la obra de compositores latinoamericanos. No cabe duda de que De la Parra no se sabe quedar quieta, para fortuna de quienes aman sus interpretaciones. Hasta la fecha ha dirigido a más de 100 orquestas. Ahora vive en Berlín, desde donde se desplaza para cumplir sus compromisos laborales, algunos de los cuales se suspendieron durante junio por la pandemia, como un concierto con la Orquesta Nacional de Francia y Andreï Korobeinikov al piano o el que ofrecería en la Royal Opera House de Londres. Aun así, los días 24 y 25 de junio dirigió a la Orquesta Sinfónica de la Radio de Frankfurt en un par de conciertos que se transmitieron online, totalmente gratis, desde la plataforma Contigo en la Distancia de la Secretaría de Cultura de México.
A De la Parra parece no gustarle hablar de su vida privada. Su rostro cambia; se endurece. Pero es imposible desaprovechar estos minutos de entrevista sin preguntarle cómo compagina la maternidad con un trabajo tan demandante como el de directora de orquesta. Finalmente, el confinamiento no durará para siempre.
—Te mentiría si te dijera que es fácil y muchas veces siento que es totalmente incompatible. Pero vamos día a día, buscando el balance, con el gran apoyo de mi pareja, de mis padres, y echándole muchas ganas. Realmente no hay mucho espacio para gran cosa, más que para el trabajo y para mis hijos.
En la tarea de la crianza, también las amigas apoyan. Sobre todo si viven en la misma ciudad.
—Durante la pandemia, Elisa [Carrillo] y yo nos veíamos mucho. Aparte de hacer este proyecto juntas, tuvimos a nuestros hijos juntos. Se pasaban de casa en casa; son amiguitos.
Mientras espera a que pase la pandemia y pueda volver a los escenarios, ella permanece en casa: toca el piano, dedica tiempo a sus hijos y piensa en su país:
–Por más que viaje y vaya y venga, nunca voy a poder soltar mi amor, mi alma, de México. Aunque no vivo ahí, siempre que pueda hacer algo para contribuir, va a ser para mi país.
[/read]
Alondra de la Parra buscó hacer algo con la música para paliar la violencia doméstica que han vivido mujeres y niños durante el confinamiento. Un proyecto altruista que conjuntó a 30 músicos de 14 países para tocar juntos (y a la distancia) el "Danzón No. 2" de Arturo Márquez.
Camina con paso seguro por el proscenio. La acompañan los aplausos entusiastas, rítmicos, del público. La directora de orquesta Alondra de la Parra aparece con el cabello corto, rizado. Todos la miran. Lleva un traje negro con pantalón; su estampa es impecable. Sólo las mangas de tela translúcida permiten atisbar un rasgo de coquetería.
Es la noche del 13 de junio de 2015 y Alondra de la Parra está en la Filarmónica de París, en la avenida Jean Jaurès, en plena Cité de la Musique, en el 19e arrondissement, distrito parisino que alberga museos y salas de concierto. Es el año 2015 y la idea de que un virus pudiera confinar a la humanidad sonaba a argumento de novela de ciencia ficción. Con un brinco sube al podio y se planta al frente de l’Orchestre National d’Île de France (conocida en el mundo de habla hispana como la Orquesta de París) y aunque levanta la batuta, el público continúa aplaudiendo rabiosamente. Tanto que ella voltea y con la mano libre hace una seña para que cesen los aplausos.
Siguiendo su batuta, comienza suave, su ritmo de madera, la clave. Luego, el clarinete. Acordes después, la flauta transversa y el oboe. El resto de los instrumentos se van incorporando, siempre bajo la dirección de De la Parra, cuyo entusiasmo y movimiento de manos y de cuerpo va in crescendo, al compás de la música. Para cuando suenan los violines, aquello ya es una fiesta: la orquesta francesa interpreta el “Danzón No. 2” del compositor también mexicano Arturo Márquez. De la Parra se ha distinguido por buscar que suenen piezas de compositores latinoamericanos en orquestas de fama internacional como ésta (o como la Filarmónica de Londres, la Orquesta Tonhalle de Zúrich o la Sinfónica de Radio Berlín). Aunque nació en Nueva York —dice que por una casualidad— se ha interesado en que se toque la música de estas latitudes en todo el mundo.
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A pesar de que algunos países inician el “desconfinamiento”, en la mayor parte de América Latina la gente continúa encerrada en casa. En México, ya vamos por el sexto mes de cuarentena. Desde la pantalla de Zoom, iluminada por la luz azulada de su laptop, Alondra de la Parra luce cansada, pero aun así atiende esta entrevista para Gatopardo en medio de la contingencia sanitaria. Es una mañana del mes de septiembre de 2020.
En las últimas semanas, desde que se le metió en la cabeza la idea de que tenía que hacer algo con la música para ayudar a paliar la situación de violencia doméstica que están viviendo miles de mujeres y niños encerrados durante la pandemia, De la Parra no ha parado de contactar a colegas vía remota para ensayar, supervisar grabaciones, dar entrevistas, conferencias de prensa y más. El proyecto, que se estrenó de manera virtual el 25 de agosto, se llama La Orquesta Imposible porque logró lo que difícilmente sería plausible en la vida real en los tiempos que corren: conjuntar a 30 músicos originarios de 14 países, que interpretaron una de las piezas favoritas de la directora: sí, el “Danzón No. 2” de Arturo Márquez.
—Siempre tuve la idea de hacer algo para ayudar a México. Quería algo que tuviera una causa para estos temas que me preocupaban: soy mujer, soy mamá, soy mexicana, soy músico. Y, por supuesto, la violencia contra las mujeres y contra los niños me sigue teniendo angustiada —explica.
Según el informe “Las dos pandemias: violencia contra las mujeres en México en el contexto de Covid-19”, de las organizaciones Equis: Justicia para las Mujeres e Intersecta, y la Red Nacional de Refugios, tan sólo en el mes de abril de 2020 hubo un total de 337
mujeres asesinadas en el país, además de cien mil llamadas relacionadas con violencia contra las mujeres, sexual y familiar.
—Platicando con estos músicos, les dije: “¿Por qué no hacemos algo y recaudamos fondos para esto?” Y todos decían que sí —recuerda en entrevista y no oculta su emoción cuando narra cómo tomó forma su sueño—. Después de que todos los músicos se sumaran, músicos de altísimo nivel, la siguiente parte era ¿cómo hacer algo de alta calidad? No me interesaba hacer una orquesta por Zoom, con recursos caseros. Y para hacerlo tenía que acercarme a un grupo de expertos, recaudar dinero y demás.
De la Parra logró reunir patrocinadores entusiastas que aportaron los fondos para que, aunque cada músico grabara desde el lugar donde se encontrara, la posproducción completara el acto de magia: en el producto final, parece que todos están en el mismo lugar, interpretando la pieza del compositor sonorense, ganador de la Medalla Mozart y el Premio Nacional de Ciencias y Artes 2009.
Para cuando suenan los violines, aquello ya es una fiesta: la orquesta francesa interpreta el “Danzón No. 2” del compositor también mexicano Arturo Márquez.
Las asociaciones elegidas para recibir todo el dinero reunido a través de donaciones, gracias a un evento que se transmitió en vivo por el canal de YouTube de los Latin Grammy, el 4 de septiembre bajo la conducción de Ana de la Reguera, así como en la orquestaimposible.com, fueron Save The Children México y Fondo Semillas. La primera trabaja desde 1919 en el mundo con niños excluidos por razones de género, religión, geografía, etnia o discapacidad; mientras que Fondo Semillas tiene 30 años de existencia y dedica sus esfuerzos a que todas las mujeres tengan acceso a la salud, el empleo con pago justo, la justicia y la felicidad. Alondra de la Parra y su equipo analizaron muchas organizaciones y éstas fueron las que más se apegaban a lo que soñaban.
—Nací en Nueva York de pura casualidad, pero soy mexicana; crecí en México y todo fue aquí. Me fui muy joven a estudiar, precisamente, a Nueva York. Estudié piano y después dirección de orquesta. Hice la carrera de pianista y cuando empecé a tener mucho trabajo como directora, dejé el piano, porque no pude mantener las dos cosas. La verdad, nunca tuve la aspiración de ser pianista solista; lo hice siempre como una base fundamental para la dirección de orquesta.
Alondra, justamente, toca el piano con La Orquesta Imposible. Sus manos largas, de uñas cortas sin esmalte, interpretan una introducción al “Danzón No. 2” que Márquez compuso especialmente para este proyecto. Es lo primero que el espectador escucha en el video; esta interpretación supuso un regreso a sus orígenes como músico.
A pesar del cansancio evidente, a De la Parra se le iluminan los ojos cuando comienza a hablar de este sueño al que le ha apostado tanto:
—Otra de las cosas posibles de este proyecto es que muchos compositores ya no están vivos; no puedes hablarle a Beethoven para preguntarle qué opina, pero a Márquez, sí. Fue una maravilla estar en contacto con él, preguntarle su opinión, que nos autorizara ciertas libertades que nos tomamos. Y nos divertimos mucho. Compuso dos partes nuevas para este proyecto: una es esa introducción preciosa, muy sencilla, para el piano, con la que empieza la pieza, y otra es la “Danza imposible”, para los créditos. Fue parte y cómplice de toda esta travesura muy de cerca.
Elisa Carillo, primera mexicana en llegar a ser prima ballerina del Staatsballett de Berlín (y una de las mejores amigas de De la Parra) también participó en La Orquesta Imposible. Cuando la buscamos para esta nota, declaró: “Tiene muchos años que conozco a Alondra. Tenemos una muy linda amistad y, sobre todo ahora, que ella también está aquí en Berlín, nos hemos acercado más que nunca. Desde que ella me dijo del proyecto, ni siquiera lo tuve que pensar: le dije que sí de inmediato, porque antes que nada amo a mi país y estoy muy consciente de la situación tan terrible que se vive con los niños y las mujeres allá”.
Recuerda que hace unos años le tocó ver un concierto con De la Parra en Berlín, con el “Danzón”: “Cuando la escuché en vivo, todo se me revolvió por dentro”. Cuando Alondra y Elisa se encontraron después de aquella función, fantasearon con hacer algo juntas, algún día. Algunos años después, en el video de La Orquesta Imposible, a un lado de Paquito de Rivera en el saxofón, como un haz de luz de contornos difuminados, surge la figura estilizada y poderosa de Elisa Carrillo Cabrera que baila una coreografía del norteamericano Christopher Wheeldon. Porta un vestido morado, diseñado especialmente para ella, inspirado en las jacarandas que tiñeron de violeta las calles de la Ciudad de México el 8 de marzo, el día en que se llevó a cabo la marcha contra la violencia hacia las mujeres.
Mientras De la Parra toca el piano y De Rivera el saxofón, la figura de la única bailarina se vuelve nítida y aparece un primer plano de las manos del tenor franco-mexicano Rolando Villazón (que no pudo cantar por razones de salud) tocando la clave. Gracias al trabajo de edición de Janine Dauterich, los músicos, entre quienes se cuentan algunos de los solistas más importantes de la actualidad, como el trompetista Pacho Flores, el contrabajista Edicson Ruiz o el fagotista Stefan Schweigert, se integran uno a uno o en pequeños grupos al video, como si todos estuvieran tocando ahí, al mismo tiempo, acompañados por el baile de Elisa y bajo la batuta de su directora y amiga.
—Lo bueno de esta situación de la pandemia—dice De la Parra—es que pude conectar con amigos: colaboradores, patrocinadores y gente con la que había trabajado en los últimos 20 años, de manera muy rápida, cosa que en una situación normal no hubiera sido posible. Hubiera tenido que ir a verlos, presentar, volver, viajar… y aquí era hacer un Zoom. Hice muchísimos y así se armó este proyecto.
¿Cómo hacer algo de alta calidad? No me interesaba hacer una orquesta por Zoom, con recursos caseros. Y para hacerlo tenía que acercarme a un grupo de expertos, recaudar dinero y demás.
Alondra hace una pausa breve, reflexiona; luego continúa el relato, emocionada.
—Nunca me imaginé interpretar el “Danzón” de Márquez así. Si no hubiera sido por la pandemia, jamás se me hubiera ocurrido. Fue realmente la circunstancia lo que me hizo pensar en nuevas maneras y buscar esta posibilidad tan rara e imposible. Y fue una necedad. En muchos momentos pudo haber fracasado, pero seguiamos y se logró.
Alondra de la Parra proviene de una familia dedicada al arte. Su padre es el guionista, director de cine, novelista y editor, Manelick de la Parra Vargas; su abuela fue Yolanda Vargas Dulché, la conocida autora de novelas del corazón que se convirtieron en verdaderos éxitos en la revista Lágrimas, Risas y Amor e inspiraron argumentos de telenovelas como Gabriel y Gabriela, Rubí o El pecado de Oyuki; su tía es la actriz Emoé de la Parra y su hermano, el actor y cantante Mane de la Parra. Nació en 1980 en Nueva York, pero regresó a los dos años a la Ciudad de México, donde comenzó a estudiar piano a los siete y violonchelo a los 13. A los 19, se inscribió en la Manhattan School of Music para estudiar la carrera de piano y, posteriormente, la maestría en dirección orquestal.
En 2004 fundó la Orquesta Filarmónica de las Américas en esa ciudad, con el objetivo de promover la obra de compositores latinoamericanos. No cabe duda de que De la Parra no se sabe quedar quieta, para fortuna de quienes aman sus interpretaciones. Hasta la fecha ha dirigido a más de 100 orquestas. Ahora vive en Berlín, desde donde se desplaza para cumplir sus compromisos laborales, algunos de los cuales se suspendieron durante junio por la pandemia, como un concierto con la Orquesta Nacional de Francia y Andreï Korobeinikov al piano o el que ofrecería en la Royal Opera House de Londres. Aun así, los días 24 y 25 de junio dirigió a la Orquesta Sinfónica de la Radio de Frankfurt en un par de conciertos que se transmitieron online, totalmente gratis, desde la plataforma Contigo en la Distancia de la Secretaría de Cultura de México.
A De la Parra parece no gustarle hablar de su vida privada. Su rostro cambia; se endurece. Pero es imposible desaprovechar estos minutos de entrevista sin preguntarle cómo compagina la maternidad con un trabajo tan demandante como el de directora de orquesta. Finalmente, el confinamiento no durará para siempre.
—Te mentiría si te dijera que es fácil y muchas veces siento que es totalmente incompatible. Pero vamos día a día, buscando el balance, con el gran apoyo de mi pareja, de mis padres, y echándole muchas ganas. Realmente no hay mucho espacio para gran cosa, más que para el trabajo y para mis hijos.
En la tarea de la crianza, también las amigas apoyan. Sobre todo si viven en la misma ciudad.
—Durante la pandemia, Elisa [Carrillo] y yo nos veíamos mucho. Aparte de hacer este proyecto juntas, tuvimos a nuestros hijos juntos. Se pasaban de casa en casa; son amiguitos.
Mientras espera a que pase la pandemia y pueda volver a los escenarios, ella permanece en casa: toca el piano, dedica tiempo a sus hijos y piensa en su país:
–Por más que viaje y vaya y venga, nunca voy a poder soltar mi amor, mi alma, de México. Aunque no vivo ahí, siempre que pueda hacer algo para contribuir, va a ser para mi país.
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