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El arquitecto sin compromisos

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.
18
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Recordamos la vida del reconocido arquitecto mexicano Luis Barragán, fallecido el 22 de noviembre de 1988.

El 22 de noviembre de 1988, el barrio de Tacubaya, en la Ciudad de México, vio morir a uno de sus más ilustres vecinos: el ingeniero mexicano Luis Barragán, reconocido como una de las figuras clave para entender el estilo arquitectónico en el México del siglo XX. Aunque su partida no marcó el fin de su historia, ni siquiera en lo corpóreo, pues recientemente una artista convirtió parte de sus cenizas en un anillo de compromiso.

Pero al igual que las espectaculares construcciones que ideó, el mito alrededor de Luis Ramiro Barragán Morfín no se construyó en un día. El interés por la arquitectura se desarrolló en el tapatío desde su etapa adolescente y creció después de que el joven hijo del matrimonio Barragán Morfín viajó a Europa y quedó maravillado con la belleza de los jardines y construcciones mediterráneas.

Barragán, nacido en Jalisco el 9 de abril de 1902, asistió a la Escuela Libre de Ingenieros de Guadalajara, donde comenzó a prepararse como ingeniero y arquitecto. Después de su graduación en 1925, hizo un viaje que le permitió recorrer España, donde se cautivó con el Generalife de Granada, una villa rural repleta de jardines y huertos; Italia y Francia, en este último lugar fue donde el joven ingeniero conoció a Charles-Édouard Jeanneret-Gris, mejor conocido como Le Corbusier, un urbanista suizo convertido en uno de los más importantes exponentes de la arquitectura moderna.

Influenciado por la corriente paisajista y las ideas urbanistas que había recogido durante su estancia en el viejo continente, el mexicano regresó a Guadalajara, donde comenzó a trabajar remodelando casas de personajes destacados de la vida política, social y económica de la capital jalisciense. El primero de sus proyectos fue la modificación de la casa del abogado Emiliano Robles León, en el centro de la capital.

Luis Barragán premio Pritzker
Barragán fue el primer latinoamericano y el único mexicano reconocido con el prestigioso Premio Pritzker / Wikimedia Commons

El estilo libre y orgánico con el que ejecutaba sus obras le valió el reconocimiento de su ciudad natal y el ser publicado en medios internacionales como el Architectual Record de los Estados Unidos. En 1936, seis años después de que la muerte de su padre lo obligara a hacerse cargo de los negocios familiares, Luis Barragán se trasladó al barrio de Tacubaya, en la Ciudad de México, donde reformaría un antiguo terreno y lo convertiría en un espacio donde se acumulaban sin compromisos elementos tradicionales propios de nuestra arquitectura vernácula, con ideales recogidos por el arquitecto durante sus viajes. El lugar, hoy conocido como La Casa Luis Barragán, sería reconocido por la UNESCO como Patrimonio Mundial en 2004.

Ya instalado en la capital del país, Barragán dedicó sus días a la construcción de diversos conjuntos habitacionales y edificaciones especiales que dieron identidad a la ciudad durante la última mitad del siglo XX. El más famoso de ellos fue el proyecto Jardines del Pedregal de San Ángel, proyectado para convertirse en un fraccionamiento con grandes jardines y obras ornamentales, buscando conservar un ambiente armónico en términos arquitectónicos sin destruir la belleza natural del lugar. El proyecto lo mantuvo ocupado hasta 1952, año en el que dejó la asociación creada junto a al empresario José Alberto Bustamante para enfocarse en otros proyectos.

Entre 1955 y 1979, Barragán diseñó el fraccionamiento residencial Jardines del Bosque en Guadalajara; supervisó la construcción de los jardines del hotel Pierre Marques de Acapulco; promovió el proyecto de planificación del fraccionamiento residencial de Las arboledas, ubicado en Tlalnepantla, Estado de México; proyectó el Faro de Comercio de Monterrey, Nuevo León; se involucró en la creación del fraccionamiento de Lomas Verdes, también al norte de la Ciudad de México; construyó la Casa Giraldi, una vivienda unifamiliar de la colonia San Miguel Chapultepec con sus emblemático uso del color.  Además,  diseñó juntó al escultor Mathias Goeritz las famosas Torres de Satélite, símbolo que marcaría el inicio del suburbio de Satélite, en el Estado de México.

Luis Barragán Torres de Satélite
Luis Barragán trabajó, junto al escultor Mathias Goeritz, en la creación de las famosas Torres de Satélite, al norte de la Ciudad de México / Júbilo Haku, Flickr

Los trabajos realizados por Luis Barragán, así como su uso de estilos, colores, texturas y disposiciones de espacio en sus diseños, lo convirtieron en uno de los arquitectos más renombrados de la escena mundial. En 1980, Barragán recibió el prestigioso Premio Pritzker, siendo el primer latinomericano y el único mexicano a la fecha que ha conseguido hacerse del reconocimiento más importante de la arquitectura internacional. Siete años después, el gobierno mexicano lo honraría con el Premio Nacional de Arquitectura.

El mal de Parkinson aquejaría sus últimos años de vida, alejándolo del trabajo y el ojo público. El 22 de noviembre de 1988, Barragán murió en su casa de Tacubaya. Desde entonces su labor ha sido alabada alrededor del mundo. En 2016, una artista estadounidense retiró (con apoyo de la familia Barragán) casi 600 gramos de las cenizas del arquitecto las convirtió en un anillo de compromiso.

En su justificación, Jill Magid afirmó que lo había hecho para ofrecerle la pieza a Federica Zanco, directora de la fundación sueca Barragán Foundation, a cambio de que ésta cediera el archivo profesional del arquitecto, perteneciente a la organización europea. La propuesta fracasó, no sin antes levantar revuelo entre los líderes de opinión mexicanos, quienes criticaron ampliamente la transformación. Luis Barragán a los titulares mexicanos.

* Fotografía de portada: Ursula Bernath, cortesía de Barragán Foundation

Más en Gatopardo:

Alberto Kalach: La ciudad es una obra

Frida Escobedo: La ruina y la idea

Tatiana Bilbao: Por una arquitectura humana

Un legado en disputa: Las cenizas de Luis Barragán convertidas en un anillo

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Recordamos la vida del reconocido arquitecto mexicano Luis Barragán, fallecido el 22 de noviembre de 1988.

El 22 de noviembre de 1988, el barrio de Tacubaya, en la Ciudad de México, vio morir a uno de sus más ilustres vecinos: el ingeniero mexicano Luis Barragán, reconocido como una de las figuras clave para entender el estilo arquitectónico en el México del siglo XX. Aunque su partida no marcó el fin de su historia, ni siquiera en lo corpóreo, pues recientemente una artista convirtió parte de sus cenizas en un anillo de compromiso.

Pero al igual que las espectaculares construcciones que ideó, el mito alrededor de Luis Ramiro Barragán Morfín no se construyó en un día. El interés por la arquitectura se desarrolló en el tapatío desde su etapa adolescente y creció después de que el joven hijo del matrimonio Barragán Morfín viajó a Europa y quedó maravillado con la belleza de los jardines y construcciones mediterráneas.

Barragán, nacido en Jalisco el 9 de abril de 1902, asistió a la Escuela Libre de Ingenieros de Guadalajara, donde comenzó a prepararse como ingeniero y arquitecto. Después de su graduación en 1925, hizo un viaje que le permitió recorrer España, donde se cautivó con el Generalife de Granada, una villa rural repleta de jardines y huertos; Italia y Francia, en este último lugar fue donde el joven ingeniero conoció a Charles-Édouard Jeanneret-Gris, mejor conocido como Le Corbusier, un urbanista suizo convertido en uno de los más importantes exponentes de la arquitectura moderna.

Influenciado por la corriente paisajista y las ideas urbanistas que había recogido durante su estancia en el viejo continente, el mexicano regresó a Guadalajara, donde comenzó a trabajar remodelando casas de personajes destacados de la vida política, social y económica de la capital jalisciense. El primero de sus proyectos fue la modificación de la casa del abogado Emiliano Robles León, en el centro de la capital.

Luis Barragán premio Pritzker
Barragán fue el primer latinoamericano y el único mexicano reconocido con el prestigioso Premio Pritzker / Wikimedia Commons

El estilo libre y orgánico con el que ejecutaba sus obras le valió el reconocimiento de su ciudad natal y el ser publicado en medios internacionales como el Architectual Record de los Estados Unidos. En 1936, seis años después de que la muerte de su padre lo obligara a hacerse cargo de los negocios familiares, Luis Barragán se trasladó al barrio de Tacubaya, en la Ciudad de México, donde reformaría un antiguo terreno y lo convertiría en un espacio donde se acumulaban sin compromisos elementos tradicionales propios de nuestra arquitectura vernácula, con ideales recogidos por el arquitecto durante sus viajes. El lugar, hoy conocido como La Casa Luis Barragán, sería reconocido por la UNESCO como Patrimonio Mundial en 2004.

Ya instalado en la capital del país, Barragán dedicó sus días a la construcción de diversos conjuntos habitacionales y edificaciones especiales que dieron identidad a la ciudad durante la última mitad del siglo XX. El más famoso de ellos fue el proyecto Jardines del Pedregal de San Ángel, proyectado para convertirse en un fraccionamiento con grandes jardines y obras ornamentales, buscando conservar un ambiente armónico en términos arquitectónicos sin destruir la belleza natural del lugar. El proyecto lo mantuvo ocupado hasta 1952, año en el que dejó la asociación creada junto a al empresario José Alberto Bustamante para enfocarse en otros proyectos.

Entre 1955 y 1979, Barragán diseñó el fraccionamiento residencial Jardines del Bosque en Guadalajara; supervisó la construcción de los jardines del hotel Pierre Marques de Acapulco; promovió el proyecto de planificación del fraccionamiento residencial de Las arboledas, ubicado en Tlalnepantla, Estado de México; proyectó el Faro de Comercio de Monterrey, Nuevo León; se involucró en la creación del fraccionamiento de Lomas Verdes, también al norte de la Ciudad de México; construyó la Casa Giraldi, una vivienda unifamiliar de la colonia San Miguel Chapultepec con sus emblemático uso del color.  Además,  diseñó juntó al escultor Mathias Goeritz las famosas Torres de Satélite, símbolo que marcaría el inicio del suburbio de Satélite, en el Estado de México.

Luis Barragán Torres de Satélite
Luis Barragán trabajó, junto al escultor Mathias Goeritz, en la creación de las famosas Torres de Satélite, al norte de la Ciudad de México / Júbilo Haku, Flickr

Los trabajos realizados por Luis Barragán, así como su uso de estilos, colores, texturas y disposiciones de espacio en sus diseños, lo convirtieron en uno de los arquitectos más renombrados de la escena mundial. En 1980, Barragán recibió el prestigioso Premio Pritzker, siendo el primer latinomericano y el único mexicano a la fecha que ha conseguido hacerse del reconocimiento más importante de la arquitectura internacional. Siete años después, el gobierno mexicano lo honraría con el Premio Nacional de Arquitectura.

El mal de Parkinson aquejaría sus últimos años de vida, alejándolo del trabajo y el ojo público. El 22 de noviembre de 1988, Barragán murió en su casa de Tacubaya. Desde entonces su labor ha sido alabada alrededor del mundo. En 2016, una artista estadounidense retiró (con apoyo de la familia Barragán) casi 600 gramos de las cenizas del arquitecto las convirtió en un anillo de compromiso.

En su justificación, Jill Magid afirmó que lo había hecho para ofrecerle la pieza a Federica Zanco, directora de la fundación sueca Barragán Foundation, a cambio de que ésta cediera el archivo profesional del arquitecto, perteneciente a la organización europea. La propuesta fracasó, no sin antes levantar revuelo entre los líderes de opinión mexicanos, quienes criticaron ampliamente la transformación. Luis Barragán a los titulares mexicanos.

* Fotografía de portada: Ursula Bernath, cortesía de Barragán Foundation

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El 22 de noviembre de 1988, el barrio de Tacubaya, en la Ciudad de México, vio morir a uno de sus más ilustres vecinos: el ingeniero mexicano Luis Barragán, reconocido como una de las figuras clave para entender el estilo arquitectónico en el México del siglo XX. Aunque su partida no marcó el fin de su historia, ni siquiera en lo corpóreo, pues recientemente una artista convirtió parte de sus cenizas en un anillo de compromiso.

Pero al igual que las espectaculares construcciones que ideó, el mito alrededor de Luis Ramiro Barragán Morfín no se construyó en un día. El interés por la arquitectura se desarrolló en el tapatío desde su etapa adolescente y creció después de que el joven hijo del matrimonio Barragán Morfín viajó a Europa y quedó maravillado con la belleza de los jardines y construcciones mediterráneas.

Barragán, nacido en Jalisco el 9 de abril de 1902, asistió a la Escuela Libre de Ingenieros de Guadalajara, donde comenzó a prepararse como ingeniero y arquitecto. Después de su graduación en 1925, hizo un viaje que le permitió recorrer España, donde se cautivó con el Generalife de Granada, una villa rural repleta de jardines y huertos; Italia y Francia, en este último lugar fue donde el joven ingeniero conoció a Charles-Édouard Jeanneret-Gris, mejor conocido como Le Corbusier, un urbanista suizo convertido en uno de los más importantes exponentes de la arquitectura moderna.

Influenciado por la corriente paisajista y las ideas urbanistas que había recogido durante su estancia en el viejo continente, el mexicano regresó a Guadalajara, donde comenzó a trabajar remodelando casas de personajes destacados de la vida política, social y económica de la capital jalisciense. El primero de sus proyectos fue la modificación de la casa del abogado Emiliano Robles León, en el centro de la capital.

Luis Barragán premio Pritzker
Barragán fue el primer latinoamericano y el único mexicano reconocido con el prestigioso Premio Pritzker / Wikimedia Commons

El estilo libre y orgánico con el que ejecutaba sus obras le valió el reconocimiento de su ciudad natal y el ser publicado en medios internacionales como el Architectual Record de los Estados Unidos. En 1936, seis años después de que la muerte de su padre lo obligara a hacerse cargo de los negocios familiares, Luis Barragán se trasladó al barrio de Tacubaya, en la Ciudad de México, donde reformaría un antiguo terreno y lo convertiría en un espacio donde se acumulaban sin compromisos elementos tradicionales propios de nuestra arquitectura vernácula, con ideales recogidos por el arquitecto durante sus viajes. El lugar, hoy conocido como La Casa Luis Barragán, sería reconocido por la UNESCO como Patrimonio Mundial en 2004.

Ya instalado en la capital del país, Barragán dedicó sus días a la construcción de diversos conjuntos habitacionales y edificaciones especiales que dieron identidad a la ciudad durante la última mitad del siglo XX. El más famoso de ellos fue el proyecto Jardines del Pedregal de San Ángel, proyectado para convertirse en un fraccionamiento con grandes jardines y obras ornamentales, buscando conservar un ambiente armónico en términos arquitectónicos sin destruir la belleza natural del lugar. El proyecto lo mantuvo ocupado hasta 1952, año en el que dejó la asociación creada junto a al empresario José Alberto Bustamante para enfocarse en otros proyectos.

Entre 1955 y 1979, Barragán diseñó el fraccionamiento residencial Jardines del Bosque en Guadalajara; supervisó la construcción de los jardines del hotel Pierre Marques de Acapulco; promovió el proyecto de planificación del fraccionamiento residencial de Las arboledas, ubicado en Tlalnepantla, Estado de México; proyectó el Faro de Comercio de Monterrey, Nuevo León; se involucró en la creación del fraccionamiento de Lomas Verdes, también al norte de la Ciudad de México; construyó la Casa Giraldi, una vivienda unifamiliar de la colonia San Miguel Chapultepec con sus emblemático uso del color.  Además,  diseñó juntó al escultor Mathias Goeritz las famosas Torres de Satélite, símbolo que marcaría el inicio del suburbio de Satélite, en el Estado de México.

Luis Barragán Torres de Satélite
Luis Barragán trabajó, junto al escultor Mathias Goeritz, en la creación de las famosas Torres de Satélite, al norte de la Ciudad de México / Júbilo Haku, Flickr

Los trabajos realizados por Luis Barragán, así como su uso de estilos, colores, texturas y disposiciones de espacio en sus diseños, lo convirtieron en uno de los arquitectos más renombrados de la escena mundial. En 1980, Barragán recibió el prestigioso Premio Pritzker, siendo el primer latinomericano y el único mexicano a la fecha que ha conseguido hacerse del reconocimiento más importante de la arquitectura internacional. Siete años después, el gobierno mexicano lo honraría con el Premio Nacional de Arquitectura.

El mal de Parkinson aquejaría sus últimos años de vida, alejándolo del trabajo y el ojo público. El 22 de noviembre de 1988, Barragán murió en su casa de Tacubaya. Desde entonces su labor ha sido alabada alrededor del mundo. En 2016, una artista estadounidense retiró (con apoyo de la familia Barragán) casi 600 gramos de las cenizas del arquitecto las convirtió en un anillo de compromiso.

En su justificación, Jill Magid afirmó que lo había hecho para ofrecerle la pieza a Federica Zanco, directora de la fundación sueca Barragán Foundation, a cambio de que ésta cediera el archivo profesional del arquitecto, perteneciente a la organización europea. La propuesta fracasó, no sin antes levantar revuelo entre los líderes de opinión mexicanos, quienes criticaron ampliamente la transformación. Luis Barragán a los titulares mexicanos.

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El 22 de noviembre de 1988, el barrio de Tacubaya, en la Ciudad de México, vio morir a uno de sus más ilustres vecinos: el ingeniero mexicano Luis Barragán, reconocido como una de las figuras clave para entender el estilo arquitectónico en el México del siglo XX. Aunque su partida no marcó el fin de su historia, ni siquiera en lo corpóreo, pues recientemente una artista convirtió parte de sus cenizas en un anillo de compromiso.

Pero al igual que las espectaculares construcciones que ideó, el mito alrededor de Luis Ramiro Barragán Morfín no se construyó en un día. El interés por la arquitectura se desarrolló en el tapatío desde su etapa adolescente y creció después de que el joven hijo del matrimonio Barragán Morfín viajó a Europa y quedó maravillado con la belleza de los jardines y construcciones mediterráneas.

Barragán, nacido en Jalisco el 9 de abril de 1902, asistió a la Escuela Libre de Ingenieros de Guadalajara, donde comenzó a prepararse como ingeniero y arquitecto. Después de su graduación en 1925, hizo un viaje que le permitió recorrer España, donde se cautivó con el Generalife de Granada, una villa rural repleta de jardines y huertos; Italia y Francia, en este último lugar fue donde el joven ingeniero conoció a Charles-Édouard Jeanneret-Gris, mejor conocido como Le Corbusier, un urbanista suizo convertido en uno de los más importantes exponentes de la arquitectura moderna.

Influenciado por la corriente paisajista y las ideas urbanistas que había recogido durante su estancia en el viejo continente, el mexicano regresó a Guadalajara, donde comenzó a trabajar remodelando casas de personajes destacados de la vida política, social y económica de la capital jalisciense. El primero de sus proyectos fue la modificación de la casa del abogado Emiliano Robles León, en el centro de la capital.

Luis Barragán premio Pritzker
Barragán fue el primer latinoamericano y el único mexicano reconocido con el prestigioso Premio Pritzker / Wikimedia Commons

El estilo libre y orgánico con el que ejecutaba sus obras le valió el reconocimiento de su ciudad natal y el ser publicado en medios internacionales como el Architectual Record de los Estados Unidos. En 1936, seis años después de que la muerte de su padre lo obligara a hacerse cargo de los negocios familiares, Luis Barragán se trasladó al barrio de Tacubaya, en la Ciudad de México, donde reformaría un antiguo terreno y lo convertiría en un espacio donde se acumulaban sin compromisos elementos tradicionales propios de nuestra arquitectura vernácula, con ideales recogidos por el arquitecto durante sus viajes. El lugar, hoy conocido como La Casa Luis Barragán, sería reconocido por la UNESCO como Patrimonio Mundial en 2004.

Ya instalado en la capital del país, Barragán dedicó sus días a la construcción de diversos conjuntos habitacionales y edificaciones especiales que dieron identidad a la ciudad durante la última mitad del siglo XX. El más famoso de ellos fue el proyecto Jardines del Pedregal de San Ángel, proyectado para convertirse en un fraccionamiento con grandes jardines y obras ornamentales, buscando conservar un ambiente armónico en términos arquitectónicos sin destruir la belleza natural del lugar. El proyecto lo mantuvo ocupado hasta 1952, año en el que dejó la asociación creada junto a al empresario José Alberto Bustamante para enfocarse en otros proyectos.

Entre 1955 y 1979, Barragán diseñó el fraccionamiento residencial Jardines del Bosque en Guadalajara; supervisó la construcción de los jardines del hotel Pierre Marques de Acapulco; promovió el proyecto de planificación del fraccionamiento residencial de Las arboledas, ubicado en Tlalnepantla, Estado de México; proyectó el Faro de Comercio de Monterrey, Nuevo León; se involucró en la creación del fraccionamiento de Lomas Verdes, también al norte de la Ciudad de México; construyó la Casa Giraldi, una vivienda unifamiliar de la colonia San Miguel Chapultepec con sus emblemático uso del color.  Además,  diseñó juntó al escultor Mathias Goeritz las famosas Torres de Satélite, símbolo que marcaría el inicio del suburbio de Satélite, en el Estado de México.

Luis Barragán Torres de Satélite
Luis Barragán trabajó, junto al escultor Mathias Goeritz, en la creación de las famosas Torres de Satélite, al norte de la Ciudad de México / Júbilo Haku, Flickr

Los trabajos realizados por Luis Barragán, así como su uso de estilos, colores, texturas y disposiciones de espacio en sus diseños, lo convirtieron en uno de los arquitectos más renombrados de la escena mundial. En 1980, Barragán recibió el prestigioso Premio Pritzker, siendo el primer latinomericano y el único mexicano a la fecha que ha conseguido hacerse del reconocimiento más importante de la arquitectura internacional. Siete años después, el gobierno mexicano lo honraría con el Premio Nacional de Arquitectura.

El mal de Parkinson aquejaría sus últimos años de vida, alejándolo del trabajo y el ojo público. El 22 de noviembre de 1988, Barragán murió en su casa de Tacubaya. Desde entonces su labor ha sido alabada alrededor del mundo. En 2016, una artista estadounidense retiró (con apoyo de la familia Barragán) casi 600 gramos de las cenizas del arquitecto las convirtió en un anillo de compromiso.

En su justificación, Jill Magid afirmó que lo había hecho para ofrecerle la pieza a Federica Zanco, directora de la fundación sueca Barragán Foundation, a cambio de que ésta cediera el archivo profesional del arquitecto, perteneciente a la organización europea. La propuesta fracasó, no sin antes levantar revuelo entre los líderes de opinión mexicanos, quienes criticaron ampliamente la transformación. Luis Barragán a los titulares mexicanos.

* Fotografía de portada: Ursula Bernath, cortesía de Barragán Foundation

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El 22 de noviembre de 1988, el barrio de Tacubaya, en la Ciudad de México, vio morir a uno de sus más ilustres vecinos: el ingeniero mexicano Luis Barragán, reconocido como una de las figuras clave para entender el estilo arquitectónico en el México del siglo XX. Aunque su partida no marcó el fin de su historia, ni siquiera en lo corpóreo, pues recientemente una artista convirtió parte de sus cenizas en un anillo de compromiso.

Pero al igual que las espectaculares construcciones que ideó, el mito alrededor de Luis Ramiro Barragán Morfín no se construyó en un día. El interés por la arquitectura se desarrolló en el tapatío desde su etapa adolescente y creció después de que el joven hijo del matrimonio Barragán Morfín viajó a Europa y quedó maravillado con la belleza de los jardines y construcciones mediterráneas.

Barragán, nacido en Jalisco el 9 de abril de 1902, asistió a la Escuela Libre de Ingenieros de Guadalajara, donde comenzó a prepararse como ingeniero y arquitecto. Después de su graduación en 1925, hizo un viaje que le permitió recorrer España, donde se cautivó con el Generalife de Granada, una villa rural repleta de jardines y huertos; Italia y Francia, en este último lugar fue donde el joven ingeniero conoció a Charles-Édouard Jeanneret-Gris, mejor conocido como Le Corbusier, un urbanista suizo convertido en uno de los más importantes exponentes de la arquitectura moderna.

Influenciado por la corriente paisajista y las ideas urbanistas que había recogido durante su estancia en el viejo continente, el mexicano regresó a Guadalajara, donde comenzó a trabajar remodelando casas de personajes destacados de la vida política, social y económica de la capital jalisciense. El primero de sus proyectos fue la modificación de la casa del abogado Emiliano Robles León, en el centro de la capital.

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El estilo libre y orgánico con el que ejecutaba sus obras le valió el reconocimiento de su ciudad natal y el ser publicado en medios internacionales como el Architectual Record de los Estados Unidos. En 1936, seis años después de que la muerte de su padre lo obligara a hacerse cargo de los negocios familiares, Luis Barragán se trasladó al barrio de Tacubaya, en la Ciudad de México, donde reformaría un antiguo terreno y lo convertiría en un espacio donde se acumulaban sin compromisos elementos tradicionales propios de nuestra arquitectura vernácula, con ideales recogidos por el arquitecto durante sus viajes. El lugar, hoy conocido como La Casa Luis Barragán, sería reconocido por la UNESCO como Patrimonio Mundial en 2004.

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Entre 1955 y 1979, Barragán diseñó el fraccionamiento residencial Jardines del Bosque en Guadalajara; supervisó la construcción de los jardines del hotel Pierre Marques de Acapulco; promovió el proyecto de planificación del fraccionamiento residencial de Las arboledas, ubicado en Tlalnepantla, Estado de México; proyectó el Faro de Comercio de Monterrey, Nuevo León; se involucró en la creación del fraccionamiento de Lomas Verdes, también al norte de la Ciudad de México; construyó la Casa Giraldi, una vivienda unifamiliar de la colonia San Miguel Chapultepec con sus emblemático uso del color.  Además,  diseñó juntó al escultor Mathias Goeritz las famosas Torres de Satélite, símbolo que marcaría el inicio del suburbio de Satélite, en el Estado de México.

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Los trabajos realizados por Luis Barragán, así como su uso de estilos, colores, texturas y disposiciones de espacio en sus diseños, lo convirtieron en uno de los arquitectos más renombrados de la escena mundial. En 1980, Barragán recibió el prestigioso Premio Pritzker, siendo el primer latinomericano y el único mexicano a la fecha que ha conseguido hacerse del reconocimiento más importante de la arquitectura internacional. Siete años después, el gobierno mexicano lo honraría con el Premio Nacional de Arquitectura.

El mal de Parkinson aquejaría sus últimos años de vida, alejándolo del trabajo y el ojo público. El 22 de noviembre de 1988, Barragán murió en su casa de Tacubaya. Desde entonces su labor ha sido alabada alrededor del mundo. En 2016, una artista estadounidense retiró (con apoyo de la familia Barragán) casi 600 gramos de las cenizas del arquitecto las convirtió en un anillo de compromiso.

En su justificación, Jill Magid afirmó que lo había hecho para ofrecerle la pieza a Federica Zanco, directora de la fundación sueca Barragán Foundation, a cambio de que ésta cediera el archivo profesional del arquitecto, perteneciente a la organización europea. La propuesta fracasó, no sin antes levantar revuelo entre los líderes de opinión mexicanos, quienes criticaron ampliamente la transformación. Luis Barragán a los titulares mexicanos.

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Pero al igual que las espectaculares construcciones que ideó, el mito alrededor de Luis Ramiro Barragán Morfín no se construyó en un día. El interés por la arquitectura se desarrolló en el tapatío desde su etapa adolescente y creció después de que el joven hijo del matrimonio Barragán Morfín viajó a Europa y quedó maravillado con la belleza de los jardines y construcciones mediterráneas.

Barragán, nacido en Jalisco el 9 de abril de 1902, asistió a la Escuela Libre de Ingenieros de Guadalajara, donde comenzó a prepararse como ingeniero y arquitecto. Después de su graduación en 1925, hizo un viaje que le permitió recorrer España, donde se cautivó con el Generalife de Granada, una villa rural repleta de jardines y huertos; Italia y Francia, en este último lugar fue donde el joven ingeniero conoció a Charles-Édouard Jeanneret-Gris, mejor conocido como Le Corbusier, un urbanista suizo convertido en uno de los más importantes exponentes de la arquitectura moderna.

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Barragán fue el primer latinoamericano y el único mexicano reconocido con el prestigioso Premio Pritzker / Wikimedia Commons

El estilo libre y orgánico con el que ejecutaba sus obras le valió el reconocimiento de su ciudad natal y el ser publicado en medios internacionales como el Architectual Record de los Estados Unidos. En 1936, seis años después de que la muerte de su padre lo obligara a hacerse cargo de los negocios familiares, Luis Barragán se trasladó al barrio de Tacubaya, en la Ciudad de México, donde reformaría un antiguo terreno y lo convertiría en un espacio donde se acumulaban sin compromisos elementos tradicionales propios de nuestra arquitectura vernácula, con ideales recogidos por el arquitecto durante sus viajes. El lugar, hoy conocido como La Casa Luis Barragán, sería reconocido por la UNESCO como Patrimonio Mundial en 2004.

Ya instalado en la capital del país, Barragán dedicó sus días a la construcción de diversos conjuntos habitacionales y edificaciones especiales que dieron identidad a la ciudad durante la última mitad del siglo XX. El más famoso de ellos fue el proyecto Jardines del Pedregal de San Ángel, proyectado para convertirse en un fraccionamiento con grandes jardines y obras ornamentales, buscando conservar un ambiente armónico en términos arquitectónicos sin destruir la belleza natural del lugar. El proyecto lo mantuvo ocupado hasta 1952, año en el que dejó la asociación creada junto a al empresario José Alberto Bustamante para enfocarse en otros proyectos.

Entre 1955 y 1979, Barragán diseñó el fraccionamiento residencial Jardines del Bosque en Guadalajara; supervisó la construcción de los jardines del hotel Pierre Marques de Acapulco; promovió el proyecto de planificación del fraccionamiento residencial de Las arboledas, ubicado en Tlalnepantla, Estado de México; proyectó el Faro de Comercio de Monterrey, Nuevo León; se involucró en la creación del fraccionamiento de Lomas Verdes, también al norte de la Ciudad de México; construyó la Casa Giraldi, una vivienda unifamiliar de la colonia San Miguel Chapultepec con sus emblemático uso del color.  Además,  diseñó juntó al escultor Mathias Goeritz las famosas Torres de Satélite, símbolo que marcaría el inicio del suburbio de Satélite, en el Estado de México.

Luis Barragán Torres de Satélite
Luis Barragán trabajó, junto al escultor Mathias Goeritz, en la creación de las famosas Torres de Satélite, al norte de la Ciudad de México / Júbilo Haku, Flickr

Los trabajos realizados por Luis Barragán, así como su uso de estilos, colores, texturas y disposiciones de espacio en sus diseños, lo convirtieron en uno de los arquitectos más renombrados de la escena mundial. En 1980, Barragán recibió el prestigioso Premio Pritzker, siendo el primer latinomericano y el único mexicano a la fecha que ha conseguido hacerse del reconocimiento más importante de la arquitectura internacional. Siete años después, el gobierno mexicano lo honraría con el Premio Nacional de Arquitectura.

El mal de Parkinson aquejaría sus últimos años de vida, alejándolo del trabajo y el ojo público. El 22 de noviembre de 1988, Barragán murió en su casa de Tacubaya. Desde entonces su labor ha sido alabada alrededor del mundo. En 2016, una artista estadounidense retiró (con apoyo de la familia Barragán) casi 600 gramos de las cenizas del arquitecto las convirtió en un anillo de compromiso.

En su justificación, Jill Magid afirmó que lo había hecho para ofrecerle la pieza a Federica Zanco, directora de la fundación sueca Barragán Foundation, a cambio de que ésta cediera el archivo profesional del arquitecto, perteneciente a la organización europea. La propuesta fracasó, no sin antes levantar revuelo entre los líderes de opinión mexicanos, quienes criticaron ampliamente la transformación. Luis Barragán a los titulares mexicanos.

* Fotografía de portada: Ursula Bernath, cortesía de Barragán Foundation

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