"Nadie como ella ha estudiado los mares de la Tierra y la vida marina”, dijo el rey de España durante la ceremonia de los Premios Princesa de Asturias, que se celebró en Santiago de Compostela. Se refería a Sylvia Earle, oceanógrafa e incansable luchadora, con quien tuve la suerte de platicar el año pasado en Cabo Pulmo.
De pronto aparece Sylvia y todos callamos. Es más pequeña de lo que pensaba, muy delgada con una mirada amable y atenta. Uno a uno va saludando a cada integrante de nuestro grupo. Tiene 82 años y nada la hace más feliz que enfundarse en un traje de neopreno y bucear.—¿Singapur?, acabo de estar allá hace unos días.—¿Italiana?, estaré ahí en unas semanas.—Australia, grandes mares por allá.No hay un lugar de la tierra que Sylvia no conozca, su labor es incansable. “Si pudiera me pasaría el día en el agua pero no puedo”, asegura. Lo que le impide su sueño de vivir como sirena, buceando, es la misión de salvar los océanos, pues no hay otra manera de hacerlo que recorrer el mundo contándole a la gente lo que está pasando debajo de esa capa azul.
“El problema con el mar es que no vemos lo que sucede debajo. No nos damos cuenta de lo mal que están las cosas porque en la superficie todo parece igual”, denuncia. Nos instalamos en una palapa, al borde de la playa, en Cabo Pulmo y nos disponemos a escuchar a Sylvia, quién durante las próximas cuatro horas nos habla del estado de los mares, de la dramática situación de los habitantes de esas aguas y de cómo, si no hacemos algo para frenar este deterioro, acabaremos con los océanos y de paso, con la Tierra completa.¿Pero quién es Sylvia Earle? Se trata de una de las oceanógrafas más reconocidas del planeta. Esa sería la respuesta más sencilla, pero Sylvia es más que eso. Apasionada de la vida marina, creció en las costas del Golfo de México y se enamoró del mar desde niña. Exploradora de corazón, fue pionera en estudios de aguas profundas, bajando 381 metros con un JIM Suite (una especie de submarino personal con apariencia de traje de astronauta) y fue la líder de Tektite II, una misión submarina que llevó a un crew conformado por cinco mujeres a vivir 20 días debajo del mar.Cuarenta años más tarde Sylvia encabeza uno de los proyectos más importantes de conservación del planeta: Mission Blue. Se trata de un iniciativa que busca la creación de Hope Spots alrededor del mundo. Un Hope Spot sería algo similar a una Reserva Natural Protegida o a un Parque Nacional, un espacio delimitado donde no hay explotación pesquera y donde se protege y respeta el ecosistema marino. Con apenas un 4% de los océanos protegidos, los plásticos, la basura y la pesca excesiva han hecho que la química del agua se altere, poniendo en riesgo lo que Sylvia denomina el sistema circulatorio de nuestro planeta.
La plática se extiende por horas y sin interrupciones. Somos nueve periodistas que estamos aquí invitados por Rolex, una marca que desde hace más de 30 años trabaja con Sylvia apoyando sus exploraciones, pero que además ha sido una pieza clave en el desarrollo de Mission Blue. Estamos aquí para difundir las enseñanzas de Sylvia, para ayudar a hacer conciencia y contar lo que hemos escuchado.Más tarde, cuando tengo oportunidad de platicar un rato con ella, le pregunto si no pierde la esperanza. “Claro que no, no pierdo la esperanza porque sé que tú harás algo, sé que todos lo haremos. Nosotros podemos decidir, es sólo cuestión de hacerlo”, responde.Para ser alguien que dedica su vida a contarnos malas noticias, el buen ánimo y el optimismo de Sylvia es sorprendente. Su sonrisa, cuando sale del agua, después de haber nadado con una escuela de sardinas, lo dice todo. Y se contagia. Esa noche nos sentamos a cenar y a hablar del mar, pues con ella no hay otro tema. Pasión, es la palabra que mejor la describe y eso también se contagia.Para cuidar nuestros océanos, hay cinco maneras de hacer la diferencia:
- Dejar de consumir pescado. O por lo menos, no consumas ninguna especie en peligro, empezando por el atún.
- Ve el documental Mission Blue en Netflix, donde Sylvia explica a detalle cómo funciona su proyecto y por qué es tan importante para la vida en la Tierra.
- Conoce el mar y a sus habitantes. Nuestro país tiene algunas de zonas de buceo más ricas del mundo, Sylvia te diría que cuando veas lo que hay allá abajo vas a aprender a protegerlo.
- Apoya una iniciativa local. En la Península de Baja California, en los alrededores de Los Cabos, La Paz, Cabo Pulmo etc., existen varias organizaciones que trabajan para preservar el Mar de Cortés y su ecosistema.
- Cuando viajes apoya un proyecto como Cabo Pulmo, una comunidad de pescadores que decidió abandonar el negocio de las redes y ponerle toda su energía a la protección y el turismo sustentable. Hoy, este pequeño pueblito mexicano es un ejemplo de éxito a nivel mundial.
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Sylvia Earle recibió el Premio Princesa de Asturias por su labor en defensa de la vida marina.
"Nadie como ella ha estudiado los mares de la Tierra y la vida marina”, dijo el rey de España durante la ceremonia de los Premios Princesa de Asturias, que se celebró en Santiago de Compostela. Se refería a Sylvia Earle, oceanógrafa e incansable luchadora, con quien tuve la suerte de platicar el año pasado en Cabo Pulmo.
De pronto aparece Sylvia y todos callamos. Es más pequeña de lo que pensaba, muy delgada con una mirada amable y atenta. Uno a uno va saludando a cada integrante de nuestro grupo. Tiene 82 años y nada la hace más feliz que enfundarse en un traje de neopreno y bucear.—¿Singapur?, acabo de estar allá hace unos días.—¿Italiana?, estaré ahí en unas semanas.—Australia, grandes mares por allá.No hay un lugar de la tierra que Sylvia no conozca, su labor es incansable. “Si pudiera me pasaría el día en el agua pero no puedo”, asegura. Lo que le impide su sueño de vivir como sirena, buceando, es la misión de salvar los océanos, pues no hay otra manera de hacerlo que recorrer el mundo contándole a la gente lo que está pasando debajo de esa capa azul.
“El problema con el mar es que no vemos lo que sucede debajo. No nos damos cuenta de lo mal que están las cosas porque en la superficie todo parece igual”, denuncia. Nos instalamos en una palapa, al borde de la playa, en Cabo Pulmo y nos disponemos a escuchar a Sylvia, quién durante las próximas cuatro horas nos habla del estado de los mares, de la dramática situación de los habitantes de esas aguas y de cómo, si no hacemos algo para frenar este deterioro, acabaremos con los océanos y de paso, con la Tierra completa.¿Pero quién es Sylvia Earle? Se trata de una de las oceanógrafas más reconocidas del planeta. Esa sería la respuesta más sencilla, pero Sylvia es más que eso. Apasionada de la vida marina, creció en las costas del Golfo de México y se enamoró del mar desde niña. Exploradora de corazón, fue pionera en estudios de aguas profundas, bajando 381 metros con un JIM Suite (una especie de submarino personal con apariencia de traje de astronauta) y fue la líder de Tektite II, una misión submarina que llevó a un crew conformado por cinco mujeres a vivir 20 días debajo del mar.Cuarenta años más tarde Sylvia encabeza uno de los proyectos más importantes de conservación del planeta: Mission Blue. Se trata de un iniciativa que busca la creación de Hope Spots alrededor del mundo. Un Hope Spot sería algo similar a una Reserva Natural Protegida o a un Parque Nacional, un espacio delimitado donde no hay explotación pesquera y donde se protege y respeta el ecosistema marino. Con apenas un 4% de los océanos protegidos, los plásticos, la basura y la pesca excesiva han hecho que la química del agua se altere, poniendo en riesgo lo que Sylvia denomina el sistema circulatorio de nuestro planeta.
La plática se extiende por horas y sin interrupciones. Somos nueve periodistas que estamos aquí invitados por Rolex, una marca que desde hace más de 30 años trabaja con Sylvia apoyando sus exploraciones, pero que además ha sido una pieza clave en el desarrollo de Mission Blue. Estamos aquí para difundir las enseñanzas de Sylvia, para ayudar a hacer conciencia y contar lo que hemos escuchado.Más tarde, cuando tengo oportunidad de platicar un rato con ella, le pregunto si no pierde la esperanza. “Claro que no, no pierdo la esperanza porque sé que tú harás algo, sé que todos lo haremos. Nosotros podemos decidir, es sólo cuestión de hacerlo”, responde.Para ser alguien que dedica su vida a contarnos malas noticias, el buen ánimo y el optimismo de Sylvia es sorprendente. Su sonrisa, cuando sale del agua, después de haber nadado con una escuela de sardinas, lo dice todo. Y se contagia. Esa noche nos sentamos a cenar y a hablar del mar, pues con ella no hay otro tema. Pasión, es la palabra que mejor la describe y eso también se contagia.Para cuidar nuestros océanos, hay cinco maneras de hacer la diferencia:
- Dejar de consumir pescado. O por lo menos, no consumas ninguna especie en peligro, empezando por el atún.
- Ve el documental Mission Blue en Netflix, donde Sylvia explica a detalle cómo funciona su proyecto y por qué es tan importante para la vida en la Tierra.
- Conoce el mar y a sus habitantes. Nuestro país tiene algunas de zonas de buceo más ricas del mundo, Sylvia te diría que cuando veas lo que hay allá abajo vas a aprender a protegerlo.
- Apoya una iniciativa local. En la Península de Baja California, en los alrededores de Los Cabos, La Paz, Cabo Pulmo etc., existen varias organizaciones que trabajan para preservar el Mar de Cortés y su ecosistema.
- Cuando viajes apoya un proyecto como Cabo Pulmo, una comunidad de pescadores que decidió abandonar el negocio de las redes y ponerle toda su energía a la protección y el turismo sustentable. Hoy, este pequeño pueblito mexicano es un ejemplo de éxito a nivel mundial.
Sylvia Earle recibió el Premio Princesa de Asturias por su labor en defensa de la vida marina.
"Nadie como ella ha estudiado los mares de la Tierra y la vida marina”, dijo el rey de España durante la ceremonia de los Premios Princesa de Asturias, que se celebró en Santiago de Compostela. Se refería a Sylvia Earle, oceanógrafa e incansable luchadora, con quien tuve la suerte de platicar el año pasado en Cabo Pulmo.
De pronto aparece Sylvia y todos callamos. Es más pequeña de lo que pensaba, muy delgada con una mirada amable y atenta. Uno a uno va saludando a cada integrante de nuestro grupo. Tiene 82 años y nada la hace más feliz que enfundarse en un traje de neopreno y bucear.—¿Singapur?, acabo de estar allá hace unos días.—¿Italiana?, estaré ahí en unas semanas.—Australia, grandes mares por allá.No hay un lugar de la tierra que Sylvia no conozca, su labor es incansable. “Si pudiera me pasaría el día en el agua pero no puedo”, asegura. Lo que le impide su sueño de vivir como sirena, buceando, es la misión de salvar los océanos, pues no hay otra manera de hacerlo que recorrer el mundo contándole a la gente lo que está pasando debajo de esa capa azul.
“El problema con el mar es que no vemos lo que sucede debajo. No nos damos cuenta de lo mal que están las cosas porque en la superficie todo parece igual”, denuncia. Nos instalamos en una palapa, al borde de la playa, en Cabo Pulmo y nos disponemos a escuchar a Sylvia, quién durante las próximas cuatro horas nos habla del estado de los mares, de la dramática situación de los habitantes de esas aguas y de cómo, si no hacemos algo para frenar este deterioro, acabaremos con los océanos y de paso, con la Tierra completa.¿Pero quién es Sylvia Earle? Se trata de una de las oceanógrafas más reconocidas del planeta. Esa sería la respuesta más sencilla, pero Sylvia es más que eso. Apasionada de la vida marina, creció en las costas del Golfo de México y se enamoró del mar desde niña. Exploradora de corazón, fue pionera en estudios de aguas profundas, bajando 381 metros con un JIM Suite (una especie de submarino personal con apariencia de traje de astronauta) y fue la líder de Tektite II, una misión submarina que llevó a un crew conformado por cinco mujeres a vivir 20 días debajo del mar.Cuarenta años más tarde Sylvia encabeza uno de los proyectos más importantes de conservación del planeta: Mission Blue. Se trata de un iniciativa que busca la creación de Hope Spots alrededor del mundo. Un Hope Spot sería algo similar a una Reserva Natural Protegida o a un Parque Nacional, un espacio delimitado donde no hay explotación pesquera y donde se protege y respeta el ecosistema marino. Con apenas un 4% de los océanos protegidos, los plásticos, la basura y la pesca excesiva han hecho que la química del agua se altere, poniendo en riesgo lo que Sylvia denomina el sistema circulatorio de nuestro planeta.
La plática se extiende por horas y sin interrupciones. Somos nueve periodistas que estamos aquí invitados por Rolex, una marca que desde hace más de 30 años trabaja con Sylvia apoyando sus exploraciones, pero que además ha sido una pieza clave en el desarrollo de Mission Blue. Estamos aquí para difundir las enseñanzas de Sylvia, para ayudar a hacer conciencia y contar lo que hemos escuchado.Más tarde, cuando tengo oportunidad de platicar un rato con ella, le pregunto si no pierde la esperanza. “Claro que no, no pierdo la esperanza porque sé que tú harás algo, sé que todos lo haremos. Nosotros podemos decidir, es sólo cuestión de hacerlo”, responde.Para ser alguien que dedica su vida a contarnos malas noticias, el buen ánimo y el optimismo de Sylvia es sorprendente. Su sonrisa, cuando sale del agua, después de haber nadado con una escuela de sardinas, lo dice todo. Y se contagia. Esa noche nos sentamos a cenar y a hablar del mar, pues con ella no hay otro tema. Pasión, es la palabra que mejor la describe y eso también se contagia.Para cuidar nuestros océanos, hay cinco maneras de hacer la diferencia:
- Dejar de consumir pescado. O por lo menos, no consumas ninguna especie en peligro, empezando por el atún.
- Ve el documental Mission Blue en Netflix, donde Sylvia explica a detalle cómo funciona su proyecto y por qué es tan importante para la vida en la Tierra.
- Conoce el mar y a sus habitantes. Nuestro país tiene algunas de zonas de buceo más ricas del mundo, Sylvia te diría que cuando veas lo que hay allá abajo vas a aprender a protegerlo.
- Apoya una iniciativa local. En la Península de Baja California, en los alrededores de Los Cabos, La Paz, Cabo Pulmo etc., existen varias organizaciones que trabajan para preservar el Mar de Cortés y su ecosistema.
- Cuando viajes apoya un proyecto como Cabo Pulmo, una comunidad de pescadores que decidió abandonar el negocio de las redes y ponerle toda su energía a la protección y el turismo sustentable. Hoy, este pequeño pueblito mexicano es un ejemplo de éxito a nivel mundial.
Sylvia Earle recibió el Premio Princesa de Asturias por su labor en defensa de la vida marina.
"Nadie como ella ha estudiado los mares de la Tierra y la vida marina”, dijo el rey de España durante la ceremonia de los Premios Princesa de Asturias, que se celebró en Santiago de Compostela. Se refería a Sylvia Earle, oceanógrafa e incansable luchadora, con quien tuve la suerte de platicar el año pasado en Cabo Pulmo.
De pronto aparece Sylvia y todos callamos. Es más pequeña de lo que pensaba, muy delgada con una mirada amable y atenta. Uno a uno va saludando a cada integrante de nuestro grupo. Tiene 82 años y nada la hace más feliz que enfundarse en un traje de neopreno y bucear.—¿Singapur?, acabo de estar allá hace unos días.—¿Italiana?, estaré ahí en unas semanas.—Australia, grandes mares por allá.No hay un lugar de la tierra que Sylvia no conozca, su labor es incansable. “Si pudiera me pasaría el día en el agua pero no puedo”, asegura. Lo que le impide su sueño de vivir como sirena, buceando, es la misión de salvar los océanos, pues no hay otra manera de hacerlo que recorrer el mundo contándole a la gente lo que está pasando debajo de esa capa azul.
“El problema con el mar es que no vemos lo que sucede debajo. No nos damos cuenta de lo mal que están las cosas porque en la superficie todo parece igual”, denuncia. Nos instalamos en una palapa, al borde de la playa, en Cabo Pulmo y nos disponemos a escuchar a Sylvia, quién durante las próximas cuatro horas nos habla del estado de los mares, de la dramática situación de los habitantes de esas aguas y de cómo, si no hacemos algo para frenar este deterioro, acabaremos con los océanos y de paso, con la Tierra completa.¿Pero quién es Sylvia Earle? Se trata de una de las oceanógrafas más reconocidas del planeta. Esa sería la respuesta más sencilla, pero Sylvia es más que eso. Apasionada de la vida marina, creció en las costas del Golfo de México y se enamoró del mar desde niña. Exploradora de corazón, fue pionera en estudios de aguas profundas, bajando 381 metros con un JIM Suite (una especie de submarino personal con apariencia de traje de astronauta) y fue la líder de Tektite II, una misión submarina que llevó a un crew conformado por cinco mujeres a vivir 20 días debajo del mar.Cuarenta años más tarde Sylvia encabeza uno de los proyectos más importantes de conservación del planeta: Mission Blue. Se trata de un iniciativa que busca la creación de Hope Spots alrededor del mundo. Un Hope Spot sería algo similar a una Reserva Natural Protegida o a un Parque Nacional, un espacio delimitado donde no hay explotación pesquera y donde se protege y respeta el ecosistema marino. Con apenas un 4% de los océanos protegidos, los plásticos, la basura y la pesca excesiva han hecho que la química del agua se altere, poniendo en riesgo lo que Sylvia denomina el sistema circulatorio de nuestro planeta.
La plática se extiende por horas y sin interrupciones. Somos nueve periodistas que estamos aquí invitados por Rolex, una marca que desde hace más de 30 años trabaja con Sylvia apoyando sus exploraciones, pero que además ha sido una pieza clave en el desarrollo de Mission Blue. Estamos aquí para difundir las enseñanzas de Sylvia, para ayudar a hacer conciencia y contar lo que hemos escuchado.Más tarde, cuando tengo oportunidad de platicar un rato con ella, le pregunto si no pierde la esperanza. “Claro que no, no pierdo la esperanza porque sé que tú harás algo, sé que todos lo haremos. Nosotros podemos decidir, es sólo cuestión de hacerlo”, responde.Para ser alguien que dedica su vida a contarnos malas noticias, el buen ánimo y el optimismo de Sylvia es sorprendente. Su sonrisa, cuando sale del agua, después de haber nadado con una escuela de sardinas, lo dice todo. Y se contagia. Esa noche nos sentamos a cenar y a hablar del mar, pues con ella no hay otro tema. Pasión, es la palabra que mejor la describe y eso también se contagia.Para cuidar nuestros océanos, hay cinco maneras de hacer la diferencia:
- Dejar de consumir pescado. O por lo menos, no consumas ninguna especie en peligro, empezando por el atún.
- Ve el documental Mission Blue en Netflix, donde Sylvia explica a detalle cómo funciona su proyecto y por qué es tan importante para la vida en la Tierra.
- Conoce el mar y a sus habitantes. Nuestro país tiene algunas de zonas de buceo más ricas del mundo, Sylvia te diría que cuando veas lo que hay allá abajo vas a aprender a protegerlo.
- Apoya una iniciativa local. En la Península de Baja California, en los alrededores de Los Cabos, La Paz, Cabo Pulmo etc., existen varias organizaciones que trabajan para preservar el Mar de Cortés y su ecosistema.
- Cuando viajes apoya un proyecto como Cabo Pulmo, una comunidad de pescadores que decidió abandonar el negocio de las redes y ponerle toda su energía a la protección y el turismo sustentable. Hoy, este pequeño pueblito mexicano es un ejemplo de éxito a nivel mundial.
Sylvia Earle recibió el Premio Princesa de Asturias por su labor en defensa de la vida marina.
"Nadie como ella ha estudiado los mares de la Tierra y la vida marina”, dijo el rey de España durante la ceremonia de los Premios Princesa de Asturias, que se celebró en Santiago de Compostela. Se refería a Sylvia Earle, oceanógrafa e incansable luchadora, con quien tuve la suerte de platicar el año pasado en Cabo Pulmo.
De pronto aparece Sylvia y todos callamos. Es más pequeña de lo que pensaba, muy delgada con una mirada amable y atenta. Uno a uno va saludando a cada integrante de nuestro grupo. Tiene 82 años y nada la hace más feliz que enfundarse en un traje de neopreno y bucear.—¿Singapur?, acabo de estar allá hace unos días.—¿Italiana?, estaré ahí en unas semanas.—Australia, grandes mares por allá.No hay un lugar de la tierra que Sylvia no conozca, su labor es incansable. “Si pudiera me pasaría el día en el agua pero no puedo”, asegura. Lo que le impide su sueño de vivir como sirena, buceando, es la misión de salvar los océanos, pues no hay otra manera de hacerlo que recorrer el mundo contándole a la gente lo que está pasando debajo de esa capa azul.
“El problema con el mar es que no vemos lo que sucede debajo. No nos damos cuenta de lo mal que están las cosas porque en la superficie todo parece igual”, denuncia. Nos instalamos en una palapa, al borde de la playa, en Cabo Pulmo y nos disponemos a escuchar a Sylvia, quién durante las próximas cuatro horas nos habla del estado de los mares, de la dramática situación de los habitantes de esas aguas y de cómo, si no hacemos algo para frenar este deterioro, acabaremos con los océanos y de paso, con la Tierra completa.¿Pero quién es Sylvia Earle? Se trata de una de las oceanógrafas más reconocidas del planeta. Esa sería la respuesta más sencilla, pero Sylvia es más que eso. Apasionada de la vida marina, creció en las costas del Golfo de México y se enamoró del mar desde niña. Exploradora de corazón, fue pionera en estudios de aguas profundas, bajando 381 metros con un JIM Suite (una especie de submarino personal con apariencia de traje de astronauta) y fue la líder de Tektite II, una misión submarina que llevó a un crew conformado por cinco mujeres a vivir 20 días debajo del mar.Cuarenta años más tarde Sylvia encabeza uno de los proyectos más importantes de conservación del planeta: Mission Blue. Se trata de un iniciativa que busca la creación de Hope Spots alrededor del mundo. Un Hope Spot sería algo similar a una Reserva Natural Protegida o a un Parque Nacional, un espacio delimitado donde no hay explotación pesquera y donde se protege y respeta el ecosistema marino. Con apenas un 4% de los océanos protegidos, los plásticos, la basura y la pesca excesiva han hecho que la química del agua se altere, poniendo en riesgo lo que Sylvia denomina el sistema circulatorio de nuestro planeta.
La plática se extiende por horas y sin interrupciones. Somos nueve periodistas que estamos aquí invitados por Rolex, una marca que desde hace más de 30 años trabaja con Sylvia apoyando sus exploraciones, pero que además ha sido una pieza clave en el desarrollo de Mission Blue. Estamos aquí para difundir las enseñanzas de Sylvia, para ayudar a hacer conciencia y contar lo que hemos escuchado.Más tarde, cuando tengo oportunidad de platicar un rato con ella, le pregunto si no pierde la esperanza. “Claro que no, no pierdo la esperanza porque sé que tú harás algo, sé que todos lo haremos. Nosotros podemos decidir, es sólo cuestión de hacerlo”, responde.Para ser alguien que dedica su vida a contarnos malas noticias, el buen ánimo y el optimismo de Sylvia es sorprendente. Su sonrisa, cuando sale del agua, después de haber nadado con una escuela de sardinas, lo dice todo. Y se contagia. Esa noche nos sentamos a cenar y a hablar del mar, pues con ella no hay otro tema. Pasión, es la palabra que mejor la describe y eso también se contagia.Para cuidar nuestros océanos, hay cinco maneras de hacer la diferencia:
- Dejar de consumir pescado. O por lo menos, no consumas ninguna especie en peligro, empezando por el atún.
- Ve el documental Mission Blue en Netflix, donde Sylvia explica a detalle cómo funciona su proyecto y por qué es tan importante para la vida en la Tierra.
- Conoce el mar y a sus habitantes. Nuestro país tiene algunas de zonas de buceo más ricas del mundo, Sylvia te diría que cuando veas lo que hay allá abajo vas a aprender a protegerlo.
- Apoya una iniciativa local. En la Península de Baja California, en los alrededores de Los Cabos, La Paz, Cabo Pulmo etc., existen varias organizaciones que trabajan para preservar el Mar de Cortés y su ecosistema.
- Cuando viajes apoya un proyecto como Cabo Pulmo, una comunidad de pescadores que decidió abandonar el negocio de las redes y ponerle toda su energía a la protección y el turismo sustentable. Hoy, este pequeño pueblito mexicano es un ejemplo de éxito a nivel mundial.
"Nadie como ella ha estudiado los mares de la Tierra y la vida marina”, dijo el rey de España durante la ceremonia de los Premios Princesa de Asturias, que se celebró en Santiago de Compostela. Se refería a Sylvia Earle, oceanógrafa e incansable luchadora, con quien tuve la suerte de platicar el año pasado en Cabo Pulmo.
De pronto aparece Sylvia y todos callamos. Es más pequeña de lo que pensaba, muy delgada con una mirada amable y atenta. Uno a uno va saludando a cada integrante de nuestro grupo. Tiene 82 años y nada la hace más feliz que enfundarse en un traje de neopreno y bucear.—¿Singapur?, acabo de estar allá hace unos días.—¿Italiana?, estaré ahí en unas semanas.—Australia, grandes mares por allá.No hay un lugar de la tierra que Sylvia no conozca, su labor es incansable. “Si pudiera me pasaría el día en el agua pero no puedo”, asegura. Lo que le impide su sueño de vivir como sirena, buceando, es la misión de salvar los océanos, pues no hay otra manera de hacerlo que recorrer el mundo contándole a la gente lo que está pasando debajo de esa capa azul.
“El problema con el mar es que no vemos lo que sucede debajo. No nos damos cuenta de lo mal que están las cosas porque en la superficie todo parece igual”, denuncia. Nos instalamos en una palapa, al borde de la playa, en Cabo Pulmo y nos disponemos a escuchar a Sylvia, quién durante las próximas cuatro horas nos habla del estado de los mares, de la dramática situación de los habitantes de esas aguas y de cómo, si no hacemos algo para frenar este deterioro, acabaremos con los océanos y de paso, con la Tierra completa.¿Pero quién es Sylvia Earle? Se trata de una de las oceanógrafas más reconocidas del planeta. Esa sería la respuesta más sencilla, pero Sylvia es más que eso. Apasionada de la vida marina, creció en las costas del Golfo de México y se enamoró del mar desde niña. Exploradora de corazón, fue pionera en estudios de aguas profundas, bajando 381 metros con un JIM Suite (una especie de submarino personal con apariencia de traje de astronauta) y fue la líder de Tektite II, una misión submarina que llevó a un crew conformado por cinco mujeres a vivir 20 días debajo del mar.Cuarenta años más tarde Sylvia encabeza uno de los proyectos más importantes de conservación del planeta: Mission Blue. Se trata de un iniciativa que busca la creación de Hope Spots alrededor del mundo. Un Hope Spot sería algo similar a una Reserva Natural Protegida o a un Parque Nacional, un espacio delimitado donde no hay explotación pesquera y donde se protege y respeta el ecosistema marino. Con apenas un 4% de los océanos protegidos, los plásticos, la basura y la pesca excesiva han hecho que la química del agua se altere, poniendo en riesgo lo que Sylvia denomina el sistema circulatorio de nuestro planeta.
La plática se extiende por horas y sin interrupciones. Somos nueve periodistas que estamos aquí invitados por Rolex, una marca que desde hace más de 30 años trabaja con Sylvia apoyando sus exploraciones, pero que además ha sido una pieza clave en el desarrollo de Mission Blue. Estamos aquí para difundir las enseñanzas de Sylvia, para ayudar a hacer conciencia y contar lo que hemos escuchado.Más tarde, cuando tengo oportunidad de platicar un rato con ella, le pregunto si no pierde la esperanza. “Claro que no, no pierdo la esperanza porque sé que tú harás algo, sé que todos lo haremos. Nosotros podemos decidir, es sólo cuestión de hacerlo”, responde.Para ser alguien que dedica su vida a contarnos malas noticias, el buen ánimo y el optimismo de Sylvia es sorprendente. Su sonrisa, cuando sale del agua, después de haber nadado con una escuela de sardinas, lo dice todo. Y se contagia. Esa noche nos sentamos a cenar y a hablar del mar, pues con ella no hay otro tema. Pasión, es la palabra que mejor la describe y eso también se contagia.Para cuidar nuestros océanos, hay cinco maneras de hacer la diferencia:
- Dejar de consumir pescado. O por lo menos, no consumas ninguna especie en peligro, empezando por el atún.
- Ve el documental Mission Blue en Netflix, donde Sylvia explica a detalle cómo funciona su proyecto y por qué es tan importante para la vida en la Tierra.
- Conoce el mar y a sus habitantes. Nuestro país tiene algunas de zonas de buceo más ricas del mundo, Sylvia te diría que cuando veas lo que hay allá abajo vas a aprender a protegerlo.
- Apoya una iniciativa local. En la Península de Baja California, en los alrededores de Los Cabos, La Paz, Cabo Pulmo etc., existen varias organizaciones que trabajan para preservar el Mar de Cortés y su ecosistema.
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