No items found.
No items found.
No items found.
No items found.

La comida chatarra y el Rojo 3, ¿veneno para la infancia en las escuelas de México?

La comida chatarra y el Rojo 3, ¿veneno para la infancia en las escuelas de México?

Texto de
Fotografía de
Realización de
Ilustración de
Traducción de
El 98 % de las escuelas venden algún tipo de producto chatarra: dulce, golosina, paleta, helado. El 78 % vende refresco al interior.
03
.
02
.
25
AAAA
Tiempo de Lectura: 00 min

A partir de marzo de 2025 se prohibirá la venta de alimentos y bebidas hipercalóricas en las escuelas mexicanas. ¿Será suficiente para mejorar la alimentación de niñas, niños y adolescentes?

Es una sensación placentera, dulce. Por eso, cuando consumimos alimentos o bebidas que contienen altos niveles de azúcar, se libera dopamina en nuestro cerebro. Somos felices. Pero es una felicidad peligrosa: el exceso de esta sustancia, el azúcar, puede producir adicción. Es un tema polémico, pero hay evidencia científica. En 2019, un grupo de científicos de la Universidad de Aarhus, Dinamarca, realizó un estudio que consistió en dar dos litros de agua azucarada a siete cerdos durante 12 días. A la conclusión que llegaron es que el azúcar influye en los mismos circuitos de recompensa cerebral que las drogas, y el azúcar es uno de los principales ingredientes en los alimentos procesados de las escuelas de México.

“Los cerdos con acceso intermitente a una solución de sacarosa [azúcar] durante 12 días consecutivos demostraron una disminución de la disponibilidad de los receptores de dopamina […], lo que implica que los alimentos con alto contenido de sacarosa influyen en el circuito de recompensa cerebral de formas similares a las observadas cuando se consumen drogas adictivas”, escribieron en sus conclusiones.

Desde hace varios años el gobierno mexicano ha aplicado diversas medidas para disminuir el consumo de alimentos chatarra y bebidas azucaradas en nuestro país. En 2020 se implementó el Sistema de Etiquetado Frontal de Alimentos y Bebidas (SEFAB), desarrollado por el Instituto Nacional de Salud Pública (INSP). Desde entonces alimentos y bebidas llevan en sus empaques octágonos de color negro con letras blancas donde se informa de manera sencilla cantidades altas de azúcares, calorías, grasas trans y grasas saturadas. También hay dos leyendas rectangulares donde se advierte que el alimento contiene cafeína o edulcorantes. A partir de marzo de 2025 llegará una nueva medida, ahora aplicada en las escuelas.

El 21 octubre de 2024 la Secretaría de Educación Pública (SEP) anunció que a partir de marzo de 2025 se prohibirá la venta de comidas ultraprocesadas y bebidas azucaradas dentro de las escuelas de todos los niveles educativos del país. En la conferencia la “Mañanera del Pueblo”, encabezada por la presidenta Claudia Sheinbaum, en la que el secretario de Educación Pública Mario Delgado anunció esta medida, también se informó que, según un monitoreo realizado por la SEP en 10 533 escuelas durante el ciclo escolar 2023-2024, se detectó que en el 98% de las escuelas se vendía comida chatarra; en el 95% bebidas azucaradas; en el 77% había venta externa de comida chatarra, y en el 25% de ellas había publicidad de comida chatarra.

La obesidad en menores de edad mexicanos

Más de 15 millones de mexicanos menores de edad tienen obesidad. La Encuesta de Salud y Nutrición (ENSANUT) 2020-2023 del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) reveló que 5.7 millones de estudiantes de 5 a 11 años (a quienes se cataloga como “escolares”) y 10.4 millones de alumnos de 12 a 19 años tienen obesidad. Además, 7 de cada 10 chicos de 5 a 11 años y 5 de cada 10 adolescentes no realizan ninguna actividad física.

Otro dato que muestra la ENSANUT es que dos terceras partes de estos grupos demográficos consumen más del 10% de azúcares en su ingesta calórica total diaria, que es el porcentaje máximo que recomienda la Organización Mundial de la Salud (OMS). 

A esto se suma que solo uno de cada cuatro escolares y adolescentes cubre la recomendación de la OMS de consumo de frutas y verduras: 400 gramos o cinco porciones de frutas y verduras al día. De acuerdo con una investigación de Mi escuela Saludable (una plataforma de vigilancia ciudadana dedicada a informar sobre la venta y expendio de alimentos y bebidas dentro de las escuelas, desarrollada por El poder del consumidor y la Red por los Derechos de la Infancia en México), en nuestro país “solo 2 de cada 10 escuelas tienen acceso a frutas, verduras y bebederos funcionales”. Solo el 20% de las escuelas podrían cumplir con los lineamientos de alimentación escolar que a partir de marzo de 2025 exigirá la SEP a los planteles de todos los niveles educativos de México.

Sin embargo, existe la esperanza de que sea un primer paso. En entrevista  para Gatopardo, Liliana Bahena, coordinadora de Mi Escuela Saludable, habló sobre la urgencia y pertinencia de implementar la prohibición de alimentos procesados en las escuelas: “A esta nueva política de alimentación escolar le tenemos fe. Hay una urgencia inminente, tiene que ser modificado el ambiente escolar, ya que un tercio de la población, que son niñas, niños, adolescentes y jóvenes, están en las escuelas, en un espacio cautivo, donde el Estado debe garantizar sus derechos”.

Te recomendamos leer: En busca de las claves genéticas de los “cánceres latinos”

Durante el ciclo escolar 2023-2024, explica Bahena, tuvieron más de 15 000 reportes de escuelas de todo el país. “El 98 % de las escuelas reportadas venden algún tipo de producto chatarra: dulce, golosina, paleta, helado. El 78 % vende refresco al interior. Cuando nosotras vemos este panorama, el acceso que tienen niños y niñas a consumo en las escuelas es únicamente a productos ultraprocesados. Eso es lo único que tienen a la mano”, dice.

Además, en algunos casos existe un conflicto de intereses relacionados con la venta de alimentos y bebidas hipercalóricas: “Hemos hecho múltiples investigaciones en escuelas y es una práctica muy común. Al interior de las escuelas hay un interés personal de directivos, de apoyo a sus familiares o personal docente que tienen a su cargo la concesión de las tienditas o cooperativas y pues de ahí reciben un bien mismo”.

Para Bahena es necesario comenzar a actuar contra “la epidemia de sobrepeso y obesidad” en el país, y crear  hábitos alimentarios saludables en contextos escolares debe ser una prioridad, ya que “una de cada tres calorías que consumen las niñas y los niños de productos ultraprocesados los obtienen al interior de las escuelas. Lo cual es gravísimo”, comenta.

El TLCAN: una respuesta al incremento de la obesidad en México

La obesidad ha aumentado en la población adulta mexicana desde hace más de 30 años. Eso es lo que las estadísticas demuestran: de 1988 a 2016, la prevalencia combinada de sobrepeso y de obesidad en adultos mexicanos pasó de 34.5 a 72.5%, de acuerdo con los datos de la ENSANUT. ¿Qué sucedió? El aumento en el consumo de alimentos de alto aporte calórico. Hay datos que lo explican: según las encuestas de Ingreso-gasto de los Hogares del Inegi, de 1992 a 1996 hubo un incremento del 198% en la proporción del gasto destinado a la adquisición de dulces y golosinas.

“Esto tiene muchas explicaciones, pero desde el punto de vista económico, lo que encontré en mi investigación es que esto obedece a un cambio en la estructura económica. Cambios en la estructura productiva y de comercio, que datan desde el TLCAN [Tratado de Libre Comercio de América del Norte]”, dijo en entrevista para Gatopardo Agustín Rojas Martínez, doctor en Economía por la Universidad Nacional Autónoma de México e investigador de tiempo completo en el Instituto de Investigaciones Económicas de la misma universidad. 

“También tiene que ver con que la industria alimentaria tuvo un proceso de reestructuración a su interior. Por cuestiones de mercado, de rentabilidad, de competitividad, lo que hicieron fue aumentar su productividad y para ello abarataron precios, costos y calidades en sus productos. Los alimentos se fueron cayendo en cuanto a su calidad”, explica.

En su investigación “Obesidad y salud pública en México: transformación del patrón hegemónico de oferta-demanda de alimentos”, el doctor Rojas Martínez explica que el rápido incremento de la obesidad en México es resultado de las transformaciones en las condiciones de producción y demanda alimentaria. “La obesidad, en mayor medida, dejó de ser una preocupación netamente sociocultural, por ejemplo, la conservación estética de la figura, para convertirse en un grave problema de salud pública que deriva de los padecimientos asociados al exceso de peso y acumulación de grasa corporal” explica Agustín Rojas Martínez en su trabajo académico publicado en la Revista Latinoamericana de Economía.

Para él este problema de salud pública no debe reducirse a la falta de inactividad física de las personas, es multifactorial: elementos como la cultura, hábitos, conocimientos de nutrición, publicidad y disponibilidad de tiempo influyen; también la disponibilidad de comestibles y la capacidad de compra de las familias. Como los alimentos se empobrecieron en términos de calidad, se abarataron, y con ello, explica el economista de la UNAM, se masificaron, “pues la oferta de este tipo de productos resuelve el pragmatismo del consumidor, porque con la crisis económica empobreció a los hogares, el ingreso disminuye y no se puede acceder a alimentos de mejor calidad”, comenta el economista.

Para el doctor Rojas Martínez la prohibición de la venta de productos ultraprocesados en las escuelas mexicanas no resuelve a gran escala el problema real: la excesiva oferta y el elevado consumo de alimentos y bebidas hipercalóricos.

Rojo 3, ¿cáncer en los productos mexicanos?

Por ejemplo, algunos alimentos ultraprocesados tienen aditivos que son peligrosos para la salud. En enero de 2025, la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA, por sus siglas en inglés) de los Estados Unidos emitió una orden que prohíbe el uso del aditivo eritrosina (también conocido como “Rojo 3”, colorante alimentario sintético presente en productos ultraprocesados de sabor fresa, frambuesa, cereza, sandía) en alimentos y bebidas, ya que tras unas pruebas en laboratorios se encontró que “este ingrediente causa cáncer en ratas de laboratorio macho expuestas a altos niveles […] debido a un mecanismo hormonal que ocurre en las ratas macho”.

Al igual que el aditivo Rojo 3, el colorante Rojo 40, también conocido como Rojo Allura AC, es otro colorante alimentario que puede ser dañino para la salud. En 2009, la European Food Safety Authority informó que el Rojo 40 puede causar reacciones alérgicas como urticaria o asma cuando se encuentra en mezclas con otros aditivos sintéticos de color.

De igual forma, un estudio publicado en 2023 por la Universidad de Carolina del Sur reveló que este aditivo pudiese estar relacionado con un tipo de cáncer colorrectal: “Nuestros resultados muestran que el [aditivo] Rojo 40 daña el ADN tanto in vitro como in vivo y que el consumo de Rojo 40 en presencia de una dieta rica en grasas durante 10 meses provoca disbiosis e inflamación colónica de bajo grado en ratones”, informa la investigación. No obstante, hasta la publicación de esta nota la FDA no ha emitido ningún comunicado respecto a este colorante.

Para la elaboración de este texto se realizó una búsqueda en distintos supermercados y tiendas de la Ciudad de México, y se encontró que algunos  alimentos y  bebidas que contienen Rojo 3 o eritrosina en sus etiquetas son los siguientes : la gelatina sabor grosella y sabor fresa de la marca D’Gari; la gelatina marca Spinni sabor fresa; Maizena sabor fresa y los atoles de fresa de las marcas Great Value y Buenatole; las galletas Arcoiris y las Sponch.

Tras la declaración de la FDA sobre el Rojo 3, la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco) publicó un boletín donde se menciona que “es recomendable preferir alimentos con colorantes naturales, como la Curcumina (E-100) o la Clorofila (E-140, E-141)”, y que la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris) “es la dependencia encargada de regular el uso de los colorantes”.

El 23 de enero de 2025, la Cofepris anunció que está analizando si el uso del aditivo Rojo 3 debe ser modificado o restringido de los productos consumibles en México. Al momento de la publicación de esta nota, todavía no se ha publicado el resultado de esta evaluación.

Más allá de las escuelas

Para el doctor Rojas Martínez la prohibición de la venta de productos ultraprocesados en las escuelas mexicanas no resuelve a gran escala el problema real: la excesiva oferta y el elevado consumo de alimentos y bebidas hipercalóricos.

“Ya no se van a vender galletas en la primaria o en el kínder, sí, pero lo que van a hacer muchos papás es que esas mismas galletas van a ponérselas en un tupper [a sus hijos] para que se las lleven a la escuela”, dice. Esto sucede, explica, porque el consumo tiene que ver con la dinámica social y económica en la que vivimos: la alimentación se está sacrificando, no solo en términos de gasto, también en términos del tiempo que se requiere destinar a alimentarse y muchos productos ultraprocesados son creados para ser consumidos de inmediato, ya que no requieren preparación previa alguna para ingerirlos.

“No tenemos tiempo para cocinar, tenemos una o dos horas de comida; es imposible que alguien que trabaja en oficina la pueda preparar, simplemente porque está afuera. Muchos (padres y madres) no tienen tiempo para cocinar; y los niños, también hay que decirlo, están acostumbrados a comer alimentos que están alterados para que sean más apetecibles”, dice.

“En la investigación había encontrado un dato importante: en México del total de la oferta alimentaria casi el 64% son alimentos ultraprocesados”, dice el doctor Rojas Martínez. Todo parece indicar que esto ha sido así durante años. En 2013, según un estudio realizado por la Organización Panamericana de la Salud y la OMS, México ocupaba el cuarto lugar en ventas de productos ultraprocesados entre 80 países analizados, con 214 kilogramos per cápita anualmente. Los únicos países que lo superaban eran Estados Unidos, Canadá y Alemania.

También te podría interesar: Las batallas de un padre en un sistema fallido

El crecimiento del consumo de los alimentos ultraprocesados y las bebidas azucaradas en nuestro país no puede entenderse sin el crecimiento paralelo de sus canales de distribución. Rojas Martínez emplea el concepto “hibridación de la industria de alimentos”, y así lo explica: “La industria alimentaria, en su proceso de expansión y reestructuración económica, también tuvo que expandirse al área de distribución”.

En otras palabras, crear los espacios donde vender sus productos. “En México experimentamos esta expansión: son los Oxxo, los 7-Eleven, y demás, que están controlados y son parte de la actividad de la industria de alimentos y bebidas. Por ejemplo, los OXXO son del grupo FEMSA. La misma empresa no solamente tuvo que crear nuevos productos, más rentables, también tuvo que crear los espacios para distribuir sus alimentos”, comenta el economista miembro del Sistema Nacional de Investigadores del Consejo Nacional Consejo Nacional de Humanidades, Ciencias y Tecnologías.

En su página de internet, la cadena de tiendas OXXO menciona que “está a 8 minutos de distancia” del 80% de sus consumidores, además informa que abre dos tiendas nuevas cada día: tiene más de 20 000 sucursales en México, 70 en Perú, 370 en Chile, 231 en Colombia y 1 468 en Brasil. También puede leerse: “Diariamente se atienden a más de 13 millones de clientes en OXXO, atendiendo sus necesidades y ofreciendo soluciones prácticas para satisfacer su hambre, sed, antojo…”.

Aunque coexisten estos canales de distribución corporativos y los canales tradicionales (tianguis, mercados), de manera simultánea hay un crecimiento de los primeros y una disminución de los segundos. Y esta expansión ha logrado que en muchas partes del país “sea más fácil encontrar un OXXO que un mercado público funcional”, dice el economista.

Reeducar el paladar

La obesidad es un problema multifactorial y una sola acción no atenúa este problema de salud pública. Por eso, Liliana Bahena, coordinadora de Mi Escuela Saludable, considera que es necesario acompañar la prohibición de alimentos ultraprocesados y bebidas azucaradas de las escuelas con un paquete de políticas públicas como “impuestos a estos productos, uno mayor; el nuestro es muy bajo”.

Sin embargo, como la exposición a la publicidad de alimentos ultraprocesados y procesados y bebidas está asociada a la preferencia, creencias y hábitos alimentarios de las personas, dice, es necesario también “una ley que prohíba los productos chatarra en publicidad digital, en influencers, en medios de comunicación”.

“También ampliar la cobertura de la provisión de alimentos saludables en las escuelas, como desayunos o comedores, que en nuestro país es sumamente bajo”, agrega la coordinadora del proyecto Mi Escuela Saludable.

Bahena se muestra más optimista con la prohibición que ha emitido la SEP porque en su experiencia el proceso de reeducación de los hábitos alimenticios puede ser tardado, pero posible:

Por ejemplo, en Morelos hay una escuela, que nace su iniciativa de no consumir productos ultraprocesados porque tenían un basurero muy cerca, y veían que la generación de basura va a ser un grave problema, y dijeron ‘¿cómo erradicar este problema?, pues no podemos vender productos ultraprocesados’. 

Las experiencias fueron positivas: nos han dicho que al principio, las primeras exposiciones, los primeros meses, fueron difíciles, fue complicado para que niñas y niños puedan modificar su consumo a algo saludable, pero conforme van interactuando y ven que sus mismos compañeros lo consumen, que las mismas maestras y maestros lo consumen, que es lo que está disponible, que es atractivo, que se relaciona con la educación que le están dando en el aula, hablando de ‘El Plato del Bien Comer’, de los beneficios para sus salud, poco a poco se van exponiendo y van adaptando estos hábitos de alimentación, que se llama reeducando el paladar. La experiencia nos ha dicho que al principio hay resistencia, pero conforme pasa el tiempo se acostumbran y se moldean a estos nuevos contextos.

{{ linea }}

Newsletter
¡Gracias!
Oops! Something went wrong while submitting the form.

La comida chatarra y el Rojo 3, ¿veneno para la infancia en las escuelas de México?

La comida chatarra y el Rojo 3, ¿veneno para la infancia en las escuelas de México?

Texto de
Fotografía de
Realización de
Ilustración de
Traducción de
03
.
02
.
25
AAAA
Tiempo de Lectura: 00 min

A partir de marzo de 2025 se prohibirá la venta de alimentos y bebidas hipercalóricas en las escuelas mexicanas. ¿Será suficiente para mejorar la alimentación de niñas, niños y adolescentes?

Es una sensación placentera, dulce. Por eso, cuando consumimos alimentos o bebidas que contienen altos niveles de azúcar, se libera dopamina en nuestro cerebro. Somos felices. Pero es una felicidad peligrosa: el exceso de esta sustancia, el azúcar, puede producir adicción. Es un tema polémico, pero hay evidencia científica. En 2019, un grupo de científicos de la Universidad de Aarhus, Dinamarca, realizó un estudio que consistió en dar dos litros de agua azucarada a siete cerdos durante 12 días. A la conclusión que llegaron es que el azúcar influye en los mismos circuitos de recompensa cerebral que las drogas, y el azúcar es uno de los principales ingredientes en los alimentos procesados de las escuelas de México.

“Los cerdos con acceso intermitente a una solución de sacarosa [azúcar] durante 12 días consecutivos demostraron una disminución de la disponibilidad de los receptores de dopamina […], lo que implica que los alimentos con alto contenido de sacarosa influyen en el circuito de recompensa cerebral de formas similares a las observadas cuando se consumen drogas adictivas”, escribieron en sus conclusiones.

Desde hace varios años el gobierno mexicano ha aplicado diversas medidas para disminuir el consumo de alimentos chatarra y bebidas azucaradas en nuestro país. En 2020 se implementó el Sistema de Etiquetado Frontal de Alimentos y Bebidas (SEFAB), desarrollado por el Instituto Nacional de Salud Pública (INSP). Desde entonces alimentos y bebidas llevan en sus empaques octágonos de color negro con letras blancas donde se informa de manera sencilla cantidades altas de azúcares, calorías, grasas trans y grasas saturadas. También hay dos leyendas rectangulares donde se advierte que el alimento contiene cafeína o edulcorantes. A partir de marzo de 2025 llegará una nueva medida, ahora aplicada en las escuelas.

El 21 octubre de 2024 la Secretaría de Educación Pública (SEP) anunció que a partir de marzo de 2025 se prohibirá la venta de comidas ultraprocesadas y bebidas azucaradas dentro de las escuelas de todos los niveles educativos del país. En la conferencia la “Mañanera del Pueblo”, encabezada por la presidenta Claudia Sheinbaum, en la que el secretario de Educación Pública Mario Delgado anunció esta medida, también se informó que, según un monitoreo realizado por la SEP en 10 533 escuelas durante el ciclo escolar 2023-2024, se detectó que en el 98% de las escuelas se vendía comida chatarra; en el 95% bebidas azucaradas; en el 77% había venta externa de comida chatarra, y en el 25% de ellas había publicidad de comida chatarra.

La obesidad en menores de edad mexicanos

Más de 15 millones de mexicanos menores de edad tienen obesidad. La Encuesta de Salud y Nutrición (ENSANUT) 2020-2023 del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) reveló que 5.7 millones de estudiantes de 5 a 11 años (a quienes se cataloga como “escolares”) y 10.4 millones de alumnos de 12 a 19 años tienen obesidad. Además, 7 de cada 10 chicos de 5 a 11 años y 5 de cada 10 adolescentes no realizan ninguna actividad física.

Otro dato que muestra la ENSANUT es que dos terceras partes de estos grupos demográficos consumen más del 10% de azúcares en su ingesta calórica total diaria, que es el porcentaje máximo que recomienda la Organización Mundial de la Salud (OMS). 

A esto se suma que solo uno de cada cuatro escolares y adolescentes cubre la recomendación de la OMS de consumo de frutas y verduras: 400 gramos o cinco porciones de frutas y verduras al día. De acuerdo con una investigación de Mi escuela Saludable (una plataforma de vigilancia ciudadana dedicada a informar sobre la venta y expendio de alimentos y bebidas dentro de las escuelas, desarrollada por El poder del consumidor y la Red por los Derechos de la Infancia en México), en nuestro país “solo 2 de cada 10 escuelas tienen acceso a frutas, verduras y bebederos funcionales”. Solo el 20% de las escuelas podrían cumplir con los lineamientos de alimentación escolar que a partir de marzo de 2025 exigirá la SEP a los planteles de todos los niveles educativos de México.

Sin embargo, existe la esperanza de que sea un primer paso. En entrevista  para Gatopardo, Liliana Bahena, coordinadora de Mi Escuela Saludable, habló sobre la urgencia y pertinencia de implementar la prohibición de alimentos procesados en las escuelas: “A esta nueva política de alimentación escolar le tenemos fe. Hay una urgencia inminente, tiene que ser modificado el ambiente escolar, ya que un tercio de la población, que son niñas, niños, adolescentes y jóvenes, están en las escuelas, en un espacio cautivo, donde el Estado debe garantizar sus derechos”.

Te recomendamos leer: En busca de las claves genéticas de los “cánceres latinos”

Durante el ciclo escolar 2023-2024, explica Bahena, tuvieron más de 15 000 reportes de escuelas de todo el país. “El 98 % de las escuelas reportadas venden algún tipo de producto chatarra: dulce, golosina, paleta, helado. El 78 % vende refresco al interior. Cuando nosotras vemos este panorama, el acceso que tienen niños y niñas a consumo en las escuelas es únicamente a productos ultraprocesados. Eso es lo único que tienen a la mano”, dice.

Además, en algunos casos existe un conflicto de intereses relacionados con la venta de alimentos y bebidas hipercalóricas: “Hemos hecho múltiples investigaciones en escuelas y es una práctica muy común. Al interior de las escuelas hay un interés personal de directivos, de apoyo a sus familiares o personal docente que tienen a su cargo la concesión de las tienditas o cooperativas y pues de ahí reciben un bien mismo”.

Para Bahena es necesario comenzar a actuar contra “la epidemia de sobrepeso y obesidad” en el país, y crear  hábitos alimentarios saludables en contextos escolares debe ser una prioridad, ya que “una de cada tres calorías que consumen las niñas y los niños de productos ultraprocesados los obtienen al interior de las escuelas. Lo cual es gravísimo”, comenta.

El TLCAN: una respuesta al incremento de la obesidad en México

La obesidad ha aumentado en la población adulta mexicana desde hace más de 30 años. Eso es lo que las estadísticas demuestran: de 1988 a 2016, la prevalencia combinada de sobrepeso y de obesidad en adultos mexicanos pasó de 34.5 a 72.5%, de acuerdo con los datos de la ENSANUT. ¿Qué sucedió? El aumento en el consumo de alimentos de alto aporte calórico. Hay datos que lo explican: según las encuestas de Ingreso-gasto de los Hogares del Inegi, de 1992 a 1996 hubo un incremento del 198% en la proporción del gasto destinado a la adquisición de dulces y golosinas.

“Esto tiene muchas explicaciones, pero desde el punto de vista económico, lo que encontré en mi investigación es que esto obedece a un cambio en la estructura económica. Cambios en la estructura productiva y de comercio, que datan desde el TLCAN [Tratado de Libre Comercio de América del Norte]”, dijo en entrevista para Gatopardo Agustín Rojas Martínez, doctor en Economía por la Universidad Nacional Autónoma de México e investigador de tiempo completo en el Instituto de Investigaciones Económicas de la misma universidad. 

“También tiene que ver con que la industria alimentaria tuvo un proceso de reestructuración a su interior. Por cuestiones de mercado, de rentabilidad, de competitividad, lo que hicieron fue aumentar su productividad y para ello abarataron precios, costos y calidades en sus productos. Los alimentos se fueron cayendo en cuanto a su calidad”, explica.

En su investigación “Obesidad y salud pública en México: transformación del patrón hegemónico de oferta-demanda de alimentos”, el doctor Rojas Martínez explica que el rápido incremento de la obesidad en México es resultado de las transformaciones en las condiciones de producción y demanda alimentaria. “La obesidad, en mayor medida, dejó de ser una preocupación netamente sociocultural, por ejemplo, la conservación estética de la figura, para convertirse en un grave problema de salud pública que deriva de los padecimientos asociados al exceso de peso y acumulación de grasa corporal” explica Agustín Rojas Martínez en su trabajo académico publicado en la Revista Latinoamericana de Economía.

Para él este problema de salud pública no debe reducirse a la falta de inactividad física de las personas, es multifactorial: elementos como la cultura, hábitos, conocimientos de nutrición, publicidad y disponibilidad de tiempo influyen; también la disponibilidad de comestibles y la capacidad de compra de las familias. Como los alimentos se empobrecieron en términos de calidad, se abarataron, y con ello, explica el economista de la UNAM, se masificaron, “pues la oferta de este tipo de productos resuelve el pragmatismo del consumidor, porque con la crisis económica empobreció a los hogares, el ingreso disminuye y no se puede acceder a alimentos de mejor calidad”, comenta el economista.

Para el doctor Rojas Martínez la prohibición de la venta de productos ultraprocesados en las escuelas mexicanas no resuelve a gran escala el problema real: la excesiva oferta y el elevado consumo de alimentos y bebidas hipercalóricos.

Rojo 3, ¿cáncer en los productos mexicanos?

Por ejemplo, algunos alimentos ultraprocesados tienen aditivos que son peligrosos para la salud. En enero de 2025, la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA, por sus siglas en inglés) de los Estados Unidos emitió una orden que prohíbe el uso del aditivo eritrosina (también conocido como “Rojo 3”, colorante alimentario sintético presente en productos ultraprocesados de sabor fresa, frambuesa, cereza, sandía) en alimentos y bebidas, ya que tras unas pruebas en laboratorios se encontró que “este ingrediente causa cáncer en ratas de laboratorio macho expuestas a altos niveles […] debido a un mecanismo hormonal que ocurre en las ratas macho”.

Al igual que el aditivo Rojo 3, el colorante Rojo 40, también conocido como Rojo Allura AC, es otro colorante alimentario que puede ser dañino para la salud. En 2009, la European Food Safety Authority informó que el Rojo 40 puede causar reacciones alérgicas como urticaria o asma cuando se encuentra en mezclas con otros aditivos sintéticos de color.

De igual forma, un estudio publicado en 2023 por la Universidad de Carolina del Sur reveló que este aditivo pudiese estar relacionado con un tipo de cáncer colorrectal: “Nuestros resultados muestran que el [aditivo] Rojo 40 daña el ADN tanto in vitro como in vivo y que el consumo de Rojo 40 en presencia de una dieta rica en grasas durante 10 meses provoca disbiosis e inflamación colónica de bajo grado en ratones”, informa la investigación. No obstante, hasta la publicación de esta nota la FDA no ha emitido ningún comunicado respecto a este colorante.

Para la elaboración de este texto se realizó una búsqueda en distintos supermercados y tiendas de la Ciudad de México, y se encontró que algunos  alimentos y  bebidas que contienen Rojo 3 o eritrosina en sus etiquetas son los siguientes : la gelatina sabor grosella y sabor fresa de la marca D’Gari; la gelatina marca Spinni sabor fresa; Maizena sabor fresa y los atoles de fresa de las marcas Great Value y Buenatole; las galletas Arcoiris y las Sponch.

Tras la declaración de la FDA sobre el Rojo 3, la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco) publicó un boletín donde se menciona que “es recomendable preferir alimentos con colorantes naturales, como la Curcumina (E-100) o la Clorofila (E-140, E-141)”, y que la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris) “es la dependencia encargada de regular el uso de los colorantes”.

El 23 de enero de 2025, la Cofepris anunció que está analizando si el uso del aditivo Rojo 3 debe ser modificado o restringido de los productos consumibles en México. Al momento de la publicación de esta nota, todavía no se ha publicado el resultado de esta evaluación.

Más allá de las escuelas

Para el doctor Rojas Martínez la prohibición de la venta de productos ultraprocesados en las escuelas mexicanas no resuelve a gran escala el problema real: la excesiva oferta y el elevado consumo de alimentos y bebidas hipercalóricos.

“Ya no se van a vender galletas en la primaria o en el kínder, sí, pero lo que van a hacer muchos papás es que esas mismas galletas van a ponérselas en un tupper [a sus hijos] para que se las lleven a la escuela”, dice. Esto sucede, explica, porque el consumo tiene que ver con la dinámica social y económica en la que vivimos: la alimentación se está sacrificando, no solo en términos de gasto, también en términos del tiempo que se requiere destinar a alimentarse y muchos productos ultraprocesados son creados para ser consumidos de inmediato, ya que no requieren preparación previa alguna para ingerirlos.

“No tenemos tiempo para cocinar, tenemos una o dos horas de comida; es imposible que alguien que trabaja en oficina la pueda preparar, simplemente porque está afuera. Muchos (padres y madres) no tienen tiempo para cocinar; y los niños, también hay que decirlo, están acostumbrados a comer alimentos que están alterados para que sean más apetecibles”, dice.

“En la investigación había encontrado un dato importante: en México del total de la oferta alimentaria casi el 64% son alimentos ultraprocesados”, dice el doctor Rojas Martínez. Todo parece indicar que esto ha sido así durante años. En 2013, según un estudio realizado por la Organización Panamericana de la Salud y la OMS, México ocupaba el cuarto lugar en ventas de productos ultraprocesados entre 80 países analizados, con 214 kilogramos per cápita anualmente. Los únicos países que lo superaban eran Estados Unidos, Canadá y Alemania.

También te podría interesar: Las batallas de un padre en un sistema fallido

El crecimiento del consumo de los alimentos ultraprocesados y las bebidas azucaradas en nuestro país no puede entenderse sin el crecimiento paralelo de sus canales de distribución. Rojas Martínez emplea el concepto “hibridación de la industria de alimentos”, y así lo explica: “La industria alimentaria, en su proceso de expansión y reestructuración económica, también tuvo que expandirse al área de distribución”.

En otras palabras, crear los espacios donde vender sus productos. “En México experimentamos esta expansión: son los Oxxo, los 7-Eleven, y demás, que están controlados y son parte de la actividad de la industria de alimentos y bebidas. Por ejemplo, los OXXO son del grupo FEMSA. La misma empresa no solamente tuvo que crear nuevos productos, más rentables, también tuvo que crear los espacios para distribuir sus alimentos”, comenta el economista miembro del Sistema Nacional de Investigadores del Consejo Nacional Consejo Nacional de Humanidades, Ciencias y Tecnologías.

En su página de internet, la cadena de tiendas OXXO menciona que “está a 8 minutos de distancia” del 80% de sus consumidores, además informa que abre dos tiendas nuevas cada día: tiene más de 20 000 sucursales en México, 70 en Perú, 370 en Chile, 231 en Colombia y 1 468 en Brasil. También puede leerse: “Diariamente se atienden a más de 13 millones de clientes en OXXO, atendiendo sus necesidades y ofreciendo soluciones prácticas para satisfacer su hambre, sed, antojo…”.

Aunque coexisten estos canales de distribución corporativos y los canales tradicionales (tianguis, mercados), de manera simultánea hay un crecimiento de los primeros y una disminución de los segundos. Y esta expansión ha logrado que en muchas partes del país “sea más fácil encontrar un OXXO que un mercado público funcional”, dice el economista.

Reeducar el paladar

La obesidad es un problema multifactorial y una sola acción no atenúa este problema de salud pública. Por eso, Liliana Bahena, coordinadora de Mi Escuela Saludable, considera que es necesario acompañar la prohibición de alimentos ultraprocesados y bebidas azucaradas de las escuelas con un paquete de políticas públicas como “impuestos a estos productos, uno mayor; el nuestro es muy bajo”.

Sin embargo, como la exposición a la publicidad de alimentos ultraprocesados y procesados y bebidas está asociada a la preferencia, creencias y hábitos alimentarios de las personas, dice, es necesario también “una ley que prohíba los productos chatarra en publicidad digital, en influencers, en medios de comunicación”.

“También ampliar la cobertura de la provisión de alimentos saludables en las escuelas, como desayunos o comedores, que en nuestro país es sumamente bajo”, agrega la coordinadora del proyecto Mi Escuela Saludable.

Bahena se muestra más optimista con la prohibición que ha emitido la SEP porque en su experiencia el proceso de reeducación de los hábitos alimenticios puede ser tardado, pero posible:

Por ejemplo, en Morelos hay una escuela, que nace su iniciativa de no consumir productos ultraprocesados porque tenían un basurero muy cerca, y veían que la generación de basura va a ser un grave problema, y dijeron ‘¿cómo erradicar este problema?, pues no podemos vender productos ultraprocesados’. 

Las experiencias fueron positivas: nos han dicho que al principio, las primeras exposiciones, los primeros meses, fueron difíciles, fue complicado para que niñas y niños puedan modificar su consumo a algo saludable, pero conforme van interactuando y ven que sus mismos compañeros lo consumen, que las mismas maestras y maestros lo consumen, que es lo que está disponible, que es atractivo, que se relaciona con la educación que le están dando en el aula, hablando de ‘El Plato del Bien Comer’, de los beneficios para sus salud, poco a poco se van exponiendo y van adaptando estos hábitos de alimentación, que se llama reeducando el paladar. La experiencia nos ha dicho que al principio hay resistencia, pero conforme pasa el tiempo se acostumbran y se moldean a estos nuevos contextos.

{{ linea }}

Newsletter
¡Gracias!
Oops! Something went wrong while submitting the form.

La comida chatarra y el Rojo 3, ¿veneno para la infancia en las escuelas de México?

La comida chatarra y el Rojo 3, ¿veneno para la infancia en las escuelas de México?

Texto de
Fotografía de
Realización de
Ilustración de
Traducción de
El 98 % de las escuelas venden algún tipo de producto chatarra: dulce, golosina, paleta, helado. El 78 % vende refresco al interior.
03
.
02
.
25
AAAA
Tiempo de Lectura: 00 min

A partir de marzo de 2025 se prohibirá la venta de alimentos y bebidas hipercalóricas en las escuelas mexicanas. ¿Será suficiente para mejorar la alimentación de niñas, niños y adolescentes?

Es una sensación placentera, dulce. Por eso, cuando consumimos alimentos o bebidas que contienen altos niveles de azúcar, se libera dopamina en nuestro cerebro. Somos felices. Pero es una felicidad peligrosa: el exceso de esta sustancia, el azúcar, puede producir adicción. Es un tema polémico, pero hay evidencia científica. En 2019, un grupo de científicos de la Universidad de Aarhus, Dinamarca, realizó un estudio que consistió en dar dos litros de agua azucarada a siete cerdos durante 12 días. A la conclusión que llegaron es que el azúcar influye en los mismos circuitos de recompensa cerebral que las drogas, y el azúcar es uno de los principales ingredientes en los alimentos procesados de las escuelas de México.

“Los cerdos con acceso intermitente a una solución de sacarosa [azúcar] durante 12 días consecutivos demostraron una disminución de la disponibilidad de los receptores de dopamina […], lo que implica que los alimentos con alto contenido de sacarosa influyen en el circuito de recompensa cerebral de formas similares a las observadas cuando se consumen drogas adictivas”, escribieron en sus conclusiones.

Desde hace varios años el gobierno mexicano ha aplicado diversas medidas para disminuir el consumo de alimentos chatarra y bebidas azucaradas en nuestro país. En 2020 se implementó el Sistema de Etiquetado Frontal de Alimentos y Bebidas (SEFAB), desarrollado por el Instituto Nacional de Salud Pública (INSP). Desde entonces alimentos y bebidas llevan en sus empaques octágonos de color negro con letras blancas donde se informa de manera sencilla cantidades altas de azúcares, calorías, grasas trans y grasas saturadas. También hay dos leyendas rectangulares donde se advierte que el alimento contiene cafeína o edulcorantes. A partir de marzo de 2025 llegará una nueva medida, ahora aplicada en las escuelas.

El 21 octubre de 2024 la Secretaría de Educación Pública (SEP) anunció que a partir de marzo de 2025 se prohibirá la venta de comidas ultraprocesadas y bebidas azucaradas dentro de las escuelas de todos los niveles educativos del país. En la conferencia la “Mañanera del Pueblo”, encabezada por la presidenta Claudia Sheinbaum, en la que el secretario de Educación Pública Mario Delgado anunció esta medida, también se informó que, según un monitoreo realizado por la SEP en 10 533 escuelas durante el ciclo escolar 2023-2024, se detectó que en el 98% de las escuelas se vendía comida chatarra; en el 95% bebidas azucaradas; en el 77% había venta externa de comida chatarra, y en el 25% de ellas había publicidad de comida chatarra.

La obesidad en menores de edad mexicanos

Más de 15 millones de mexicanos menores de edad tienen obesidad. La Encuesta de Salud y Nutrición (ENSANUT) 2020-2023 del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) reveló que 5.7 millones de estudiantes de 5 a 11 años (a quienes se cataloga como “escolares”) y 10.4 millones de alumnos de 12 a 19 años tienen obesidad. Además, 7 de cada 10 chicos de 5 a 11 años y 5 de cada 10 adolescentes no realizan ninguna actividad física.

Otro dato que muestra la ENSANUT es que dos terceras partes de estos grupos demográficos consumen más del 10% de azúcares en su ingesta calórica total diaria, que es el porcentaje máximo que recomienda la Organización Mundial de la Salud (OMS). 

A esto se suma que solo uno de cada cuatro escolares y adolescentes cubre la recomendación de la OMS de consumo de frutas y verduras: 400 gramos o cinco porciones de frutas y verduras al día. De acuerdo con una investigación de Mi escuela Saludable (una plataforma de vigilancia ciudadana dedicada a informar sobre la venta y expendio de alimentos y bebidas dentro de las escuelas, desarrollada por El poder del consumidor y la Red por los Derechos de la Infancia en México), en nuestro país “solo 2 de cada 10 escuelas tienen acceso a frutas, verduras y bebederos funcionales”. Solo el 20% de las escuelas podrían cumplir con los lineamientos de alimentación escolar que a partir de marzo de 2025 exigirá la SEP a los planteles de todos los niveles educativos de México.

Sin embargo, existe la esperanza de que sea un primer paso. En entrevista  para Gatopardo, Liliana Bahena, coordinadora de Mi Escuela Saludable, habló sobre la urgencia y pertinencia de implementar la prohibición de alimentos procesados en las escuelas: “A esta nueva política de alimentación escolar le tenemos fe. Hay una urgencia inminente, tiene que ser modificado el ambiente escolar, ya que un tercio de la población, que son niñas, niños, adolescentes y jóvenes, están en las escuelas, en un espacio cautivo, donde el Estado debe garantizar sus derechos”.

Te recomendamos leer: En busca de las claves genéticas de los “cánceres latinos”

Durante el ciclo escolar 2023-2024, explica Bahena, tuvieron más de 15 000 reportes de escuelas de todo el país. “El 98 % de las escuelas reportadas venden algún tipo de producto chatarra: dulce, golosina, paleta, helado. El 78 % vende refresco al interior. Cuando nosotras vemos este panorama, el acceso que tienen niños y niñas a consumo en las escuelas es únicamente a productos ultraprocesados. Eso es lo único que tienen a la mano”, dice.

Además, en algunos casos existe un conflicto de intereses relacionados con la venta de alimentos y bebidas hipercalóricas: “Hemos hecho múltiples investigaciones en escuelas y es una práctica muy común. Al interior de las escuelas hay un interés personal de directivos, de apoyo a sus familiares o personal docente que tienen a su cargo la concesión de las tienditas o cooperativas y pues de ahí reciben un bien mismo”.

Para Bahena es necesario comenzar a actuar contra “la epidemia de sobrepeso y obesidad” en el país, y crear  hábitos alimentarios saludables en contextos escolares debe ser una prioridad, ya que “una de cada tres calorías que consumen las niñas y los niños de productos ultraprocesados los obtienen al interior de las escuelas. Lo cual es gravísimo”, comenta.

El TLCAN: una respuesta al incremento de la obesidad en México

La obesidad ha aumentado en la población adulta mexicana desde hace más de 30 años. Eso es lo que las estadísticas demuestran: de 1988 a 2016, la prevalencia combinada de sobrepeso y de obesidad en adultos mexicanos pasó de 34.5 a 72.5%, de acuerdo con los datos de la ENSANUT. ¿Qué sucedió? El aumento en el consumo de alimentos de alto aporte calórico. Hay datos que lo explican: según las encuestas de Ingreso-gasto de los Hogares del Inegi, de 1992 a 1996 hubo un incremento del 198% en la proporción del gasto destinado a la adquisición de dulces y golosinas.

“Esto tiene muchas explicaciones, pero desde el punto de vista económico, lo que encontré en mi investigación es que esto obedece a un cambio en la estructura económica. Cambios en la estructura productiva y de comercio, que datan desde el TLCAN [Tratado de Libre Comercio de América del Norte]”, dijo en entrevista para Gatopardo Agustín Rojas Martínez, doctor en Economía por la Universidad Nacional Autónoma de México e investigador de tiempo completo en el Instituto de Investigaciones Económicas de la misma universidad. 

“También tiene que ver con que la industria alimentaria tuvo un proceso de reestructuración a su interior. Por cuestiones de mercado, de rentabilidad, de competitividad, lo que hicieron fue aumentar su productividad y para ello abarataron precios, costos y calidades en sus productos. Los alimentos se fueron cayendo en cuanto a su calidad”, explica.

En su investigación “Obesidad y salud pública en México: transformación del patrón hegemónico de oferta-demanda de alimentos”, el doctor Rojas Martínez explica que el rápido incremento de la obesidad en México es resultado de las transformaciones en las condiciones de producción y demanda alimentaria. “La obesidad, en mayor medida, dejó de ser una preocupación netamente sociocultural, por ejemplo, la conservación estética de la figura, para convertirse en un grave problema de salud pública que deriva de los padecimientos asociados al exceso de peso y acumulación de grasa corporal” explica Agustín Rojas Martínez en su trabajo académico publicado en la Revista Latinoamericana de Economía.

Para él este problema de salud pública no debe reducirse a la falta de inactividad física de las personas, es multifactorial: elementos como la cultura, hábitos, conocimientos de nutrición, publicidad y disponibilidad de tiempo influyen; también la disponibilidad de comestibles y la capacidad de compra de las familias. Como los alimentos se empobrecieron en términos de calidad, se abarataron, y con ello, explica el economista de la UNAM, se masificaron, “pues la oferta de este tipo de productos resuelve el pragmatismo del consumidor, porque con la crisis económica empobreció a los hogares, el ingreso disminuye y no se puede acceder a alimentos de mejor calidad”, comenta el economista.

Para el doctor Rojas Martínez la prohibición de la venta de productos ultraprocesados en las escuelas mexicanas no resuelve a gran escala el problema real: la excesiva oferta y el elevado consumo de alimentos y bebidas hipercalóricos.

Rojo 3, ¿cáncer en los productos mexicanos?

Por ejemplo, algunos alimentos ultraprocesados tienen aditivos que son peligrosos para la salud. En enero de 2025, la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA, por sus siglas en inglés) de los Estados Unidos emitió una orden que prohíbe el uso del aditivo eritrosina (también conocido como “Rojo 3”, colorante alimentario sintético presente en productos ultraprocesados de sabor fresa, frambuesa, cereza, sandía) en alimentos y bebidas, ya que tras unas pruebas en laboratorios se encontró que “este ingrediente causa cáncer en ratas de laboratorio macho expuestas a altos niveles […] debido a un mecanismo hormonal que ocurre en las ratas macho”.

Al igual que el aditivo Rojo 3, el colorante Rojo 40, también conocido como Rojo Allura AC, es otro colorante alimentario que puede ser dañino para la salud. En 2009, la European Food Safety Authority informó que el Rojo 40 puede causar reacciones alérgicas como urticaria o asma cuando se encuentra en mezclas con otros aditivos sintéticos de color.

De igual forma, un estudio publicado en 2023 por la Universidad de Carolina del Sur reveló que este aditivo pudiese estar relacionado con un tipo de cáncer colorrectal: “Nuestros resultados muestran que el [aditivo] Rojo 40 daña el ADN tanto in vitro como in vivo y que el consumo de Rojo 40 en presencia de una dieta rica en grasas durante 10 meses provoca disbiosis e inflamación colónica de bajo grado en ratones”, informa la investigación. No obstante, hasta la publicación de esta nota la FDA no ha emitido ningún comunicado respecto a este colorante.

Para la elaboración de este texto se realizó una búsqueda en distintos supermercados y tiendas de la Ciudad de México, y se encontró que algunos  alimentos y  bebidas que contienen Rojo 3 o eritrosina en sus etiquetas son los siguientes : la gelatina sabor grosella y sabor fresa de la marca D’Gari; la gelatina marca Spinni sabor fresa; Maizena sabor fresa y los atoles de fresa de las marcas Great Value y Buenatole; las galletas Arcoiris y las Sponch.

Tras la declaración de la FDA sobre el Rojo 3, la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco) publicó un boletín donde se menciona que “es recomendable preferir alimentos con colorantes naturales, como la Curcumina (E-100) o la Clorofila (E-140, E-141)”, y que la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris) “es la dependencia encargada de regular el uso de los colorantes”.

El 23 de enero de 2025, la Cofepris anunció que está analizando si el uso del aditivo Rojo 3 debe ser modificado o restringido de los productos consumibles en México. Al momento de la publicación de esta nota, todavía no se ha publicado el resultado de esta evaluación.

Más allá de las escuelas

Para el doctor Rojas Martínez la prohibición de la venta de productos ultraprocesados en las escuelas mexicanas no resuelve a gran escala el problema real: la excesiva oferta y el elevado consumo de alimentos y bebidas hipercalóricos.

“Ya no se van a vender galletas en la primaria o en el kínder, sí, pero lo que van a hacer muchos papás es que esas mismas galletas van a ponérselas en un tupper [a sus hijos] para que se las lleven a la escuela”, dice. Esto sucede, explica, porque el consumo tiene que ver con la dinámica social y económica en la que vivimos: la alimentación se está sacrificando, no solo en términos de gasto, también en términos del tiempo que se requiere destinar a alimentarse y muchos productos ultraprocesados son creados para ser consumidos de inmediato, ya que no requieren preparación previa alguna para ingerirlos.

“No tenemos tiempo para cocinar, tenemos una o dos horas de comida; es imposible que alguien que trabaja en oficina la pueda preparar, simplemente porque está afuera. Muchos (padres y madres) no tienen tiempo para cocinar; y los niños, también hay que decirlo, están acostumbrados a comer alimentos que están alterados para que sean más apetecibles”, dice.

“En la investigación había encontrado un dato importante: en México del total de la oferta alimentaria casi el 64% son alimentos ultraprocesados”, dice el doctor Rojas Martínez. Todo parece indicar que esto ha sido así durante años. En 2013, según un estudio realizado por la Organización Panamericana de la Salud y la OMS, México ocupaba el cuarto lugar en ventas de productos ultraprocesados entre 80 países analizados, con 214 kilogramos per cápita anualmente. Los únicos países que lo superaban eran Estados Unidos, Canadá y Alemania.

También te podría interesar: Las batallas de un padre en un sistema fallido

El crecimiento del consumo de los alimentos ultraprocesados y las bebidas azucaradas en nuestro país no puede entenderse sin el crecimiento paralelo de sus canales de distribución. Rojas Martínez emplea el concepto “hibridación de la industria de alimentos”, y así lo explica: “La industria alimentaria, en su proceso de expansión y reestructuración económica, también tuvo que expandirse al área de distribución”.

En otras palabras, crear los espacios donde vender sus productos. “En México experimentamos esta expansión: son los Oxxo, los 7-Eleven, y demás, que están controlados y son parte de la actividad de la industria de alimentos y bebidas. Por ejemplo, los OXXO son del grupo FEMSA. La misma empresa no solamente tuvo que crear nuevos productos, más rentables, también tuvo que crear los espacios para distribuir sus alimentos”, comenta el economista miembro del Sistema Nacional de Investigadores del Consejo Nacional Consejo Nacional de Humanidades, Ciencias y Tecnologías.

En su página de internet, la cadena de tiendas OXXO menciona que “está a 8 minutos de distancia” del 80% de sus consumidores, además informa que abre dos tiendas nuevas cada día: tiene más de 20 000 sucursales en México, 70 en Perú, 370 en Chile, 231 en Colombia y 1 468 en Brasil. También puede leerse: “Diariamente se atienden a más de 13 millones de clientes en OXXO, atendiendo sus necesidades y ofreciendo soluciones prácticas para satisfacer su hambre, sed, antojo…”.

Aunque coexisten estos canales de distribución corporativos y los canales tradicionales (tianguis, mercados), de manera simultánea hay un crecimiento de los primeros y una disminución de los segundos. Y esta expansión ha logrado que en muchas partes del país “sea más fácil encontrar un OXXO que un mercado público funcional”, dice el economista.

Reeducar el paladar

La obesidad es un problema multifactorial y una sola acción no atenúa este problema de salud pública. Por eso, Liliana Bahena, coordinadora de Mi Escuela Saludable, considera que es necesario acompañar la prohibición de alimentos ultraprocesados y bebidas azucaradas de las escuelas con un paquete de políticas públicas como “impuestos a estos productos, uno mayor; el nuestro es muy bajo”.

Sin embargo, como la exposición a la publicidad de alimentos ultraprocesados y procesados y bebidas está asociada a la preferencia, creencias y hábitos alimentarios de las personas, dice, es necesario también “una ley que prohíba los productos chatarra en publicidad digital, en influencers, en medios de comunicación”.

“También ampliar la cobertura de la provisión de alimentos saludables en las escuelas, como desayunos o comedores, que en nuestro país es sumamente bajo”, agrega la coordinadora del proyecto Mi Escuela Saludable.

Bahena se muestra más optimista con la prohibición que ha emitido la SEP porque en su experiencia el proceso de reeducación de los hábitos alimenticios puede ser tardado, pero posible:

Por ejemplo, en Morelos hay una escuela, que nace su iniciativa de no consumir productos ultraprocesados porque tenían un basurero muy cerca, y veían que la generación de basura va a ser un grave problema, y dijeron ‘¿cómo erradicar este problema?, pues no podemos vender productos ultraprocesados’. 

Las experiencias fueron positivas: nos han dicho que al principio, las primeras exposiciones, los primeros meses, fueron difíciles, fue complicado para que niñas y niños puedan modificar su consumo a algo saludable, pero conforme van interactuando y ven que sus mismos compañeros lo consumen, que las mismas maestras y maestros lo consumen, que es lo que está disponible, que es atractivo, que se relaciona con la educación que le están dando en el aula, hablando de ‘El Plato del Bien Comer’, de los beneficios para sus salud, poco a poco se van exponiendo y van adaptando estos hábitos de alimentación, que se llama reeducando el paladar. La experiencia nos ha dicho que al principio hay resistencia, pero conforme pasa el tiempo se acostumbran y se moldean a estos nuevos contextos.

{{ linea }}

Newsletter
¡Gracias!
Oops! Something went wrong while submitting the form.

La comida chatarra y el Rojo 3, ¿veneno para la infancia en las escuelas de México?

La comida chatarra y el Rojo 3, ¿veneno para la infancia en las escuelas de México?

03
.
02
.
25
2025
Texto de
Fotografía de
Realización de
Ilustración de
Traducción de
Ver Videos

A partir de marzo de 2025 se prohibirá la venta de alimentos y bebidas hipercalóricas en las escuelas mexicanas. ¿Será suficiente para mejorar la alimentación de niñas, niños y adolescentes?

Es una sensación placentera, dulce. Por eso, cuando consumimos alimentos o bebidas que contienen altos niveles de azúcar, se libera dopamina en nuestro cerebro. Somos felices. Pero es una felicidad peligrosa: el exceso de esta sustancia, el azúcar, puede producir adicción. Es un tema polémico, pero hay evidencia científica. En 2019, un grupo de científicos de la Universidad de Aarhus, Dinamarca, realizó un estudio que consistió en dar dos litros de agua azucarada a siete cerdos durante 12 días. A la conclusión que llegaron es que el azúcar influye en los mismos circuitos de recompensa cerebral que las drogas, y el azúcar es uno de los principales ingredientes en los alimentos procesados de las escuelas de México.

“Los cerdos con acceso intermitente a una solución de sacarosa [azúcar] durante 12 días consecutivos demostraron una disminución de la disponibilidad de los receptores de dopamina […], lo que implica que los alimentos con alto contenido de sacarosa influyen en el circuito de recompensa cerebral de formas similares a las observadas cuando se consumen drogas adictivas”, escribieron en sus conclusiones.

Desde hace varios años el gobierno mexicano ha aplicado diversas medidas para disminuir el consumo de alimentos chatarra y bebidas azucaradas en nuestro país. En 2020 se implementó el Sistema de Etiquetado Frontal de Alimentos y Bebidas (SEFAB), desarrollado por el Instituto Nacional de Salud Pública (INSP). Desde entonces alimentos y bebidas llevan en sus empaques octágonos de color negro con letras blancas donde se informa de manera sencilla cantidades altas de azúcares, calorías, grasas trans y grasas saturadas. También hay dos leyendas rectangulares donde se advierte que el alimento contiene cafeína o edulcorantes. A partir de marzo de 2025 llegará una nueva medida, ahora aplicada en las escuelas.

El 21 octubre de 2024 la Secretaría de Educación Pública (SEP) anunció que a partir de marzo de 2025 se prohibirá la venta de comidas ultraprocesadas y bebidas azucaradas dentro de las escuelas de todos los niveles educativos del país. En la conferencia la “Mañanera del Pueblo”, encabezada por la presidenta Claudia Sheinbaum, en la que el secretario de Educación Pública Mario Delgado anunció esta medida, también se informó que, según un monitoreo realizado por la SEP en 10 533 escuelas durante el ciclo escolar 2023-2024, se detectó que en el 98% de las escuelas se vendía comida chatarra; en el 95% bebidas azucaradas; en el 77% había venta externa de comida chatarra, y en el 25% de ellas había publicidad de comida chatarra.

La obesidad en menores de edad mexicanos

Más de 15 millones de mexicanos menores de edad tienen obesidad. La Encuesta de Salud y Nutrición (ENSANUT) 2020-2023 del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) reveló que 5.7 millones de estudiantes de 5 a 11 años (a quienes se cataloga como “escolares”) y 10.4 millones de alumnos de 12 a 19 años tienen obesidad. Además, 7 de cada 10 chicos de 5 a 11 años y 5 de cada 10 adolescentes no realizan ninguna actividad física.

Otro dato que muestra la ENSANUT es que dos terceras partes de estos grupos demográficos consumen más del 10% de azúcares en su ingesta calórica total diaria, que es el porcentaje máximo que recomienda la Organización Mundial de la Salud (OMS). 

A esto se suma que solo uno de cada cuatro escolares y adolescentes cubre la recomendación de la OMS de consumo de frutas y verduras: 400 gramos o cinco porciones de frutas y verduras al día. De acuerdo con una investigación de Mi escuela Saludable (una plataforma de vigilancia ciudadana dedicada a informar sobre la venta y expendio de alimentos y bebidas dentro de las escuelas, desarrollada por El poder del consumidor y la Red por los Derechos de la Infancia en México), en nuestro país “solo 2 de cada 10 escuelas tienen acceso a frutas, verduras y bebederos funcionales”. Solo el 20% de las escuelas podrían cumplir con los lineamientos de alimentación escolar que a partir de marzo de 2025 exigirá la SEP a los planteles de todos los niveles educativos de México.

Sin embargo, existe la esperanza de que sea un primer paso. En entrevista  para Gatopardo, Liliana Bahena, coordinadora de Mi Escuela Saludable, habló sobre la urgencia y pertinencia de implementar la prohibición de alimentos procesados en las escuelas: “A esta nueva política de alimentación escolar le tenemos fe. Hay una urgencia inminente, tiene que ser modificado el ambiente escolar, ya que un tercio de la población, que son niñas, niños, adolescentes y jóvenes, están en las escuelas, en un espacio cautivo, donde el Estado debe garantizar sus derechos”.

Te recomendamos leer: En busca de las claves genéticas de los “cánceres latinos”

Durante el ciclo escolar 2023-2024, explica Bahena, tuvieron más de 15 000 reportes de escuelas de todo el país. “El 98 % de las escuelas reportadas venden algún tipo de producto chatarra: dulce, golosina, paleta, helado. El 78 % vende refresco al interior. Cuando nosotras vemos este panorama, el acceso que tienen niños y niñas a consumo en las escuelas es únicamente a productos ultraprocesados. Eso es lo único que tienen a la mano”, dice.

Además, en algunos casos existe un conflicto de intereses relacionados con la venta de alimentos y bebidas hipercalóricas: “Hemos hecho múltiples investigaciones en escuelas y es una práctica muy común. Al interior de las escuelas hay un interés personal de directivos, de apoyo a sus familiares o personal docente que tienen a su cargo la concesión de las tienditas o cooperativas y pues de ahí reciben un bien mismo”.

Para Bahena es necesario comenzar a actuar contra “la epidemia de sobrepeso y obesidad” en el país, y crear  hábitos alimentarios saludables en contextos escolares debe ser una prioridad, ya que “una de cada tres calorías que consumen las niñas y los niños de productos ultraprocesados los obtienen al interior de las escuelas. Lo cual es gravísimo”, comenta.

El TLCAN: una respuesta al incremento de la obesidad en México

La obesidad ha aumentado en la población adulta mexicana desde hace más de 30 años. Eso es lo que las estadísticas demuestran: de 1988 a 2016, la prevalencia combinada de sobrepeso y de obesidad en adultos mexicanos pasó de 34.5 a 72.5%, de acuerdo con los datos de la ENSANUT. ¿Qué sucedió? El aumento en el consumo de alimentos de alto aporte calórico. Hay datos que lo explican: según las encuestas de Ingreso-gasto de los Hogares del Inegi, de 1992 a 1996 hubo un incremento del 198% en la proporción del gasto destinado a la adquisición de dulces y golosinas.

“Esto tiene muchas explicaciones, pero desde el punto de vista económico, lo que encontré en mi investigación es que esto obedece a un cambio en la estructura económica. Cambios en la estructura productiva y de comercio, que datan desde el TLCAN [Tratado de Libre Comercio de América del Norte]”, dijo en entrevista para Gatopardo Agustín Rojas Martínez, doctor en Economía por la Universidad Nacional Autónoma de México e investigador de tiempo completo en el Instituto de Investigaciones Económicas de la misma universidad. 

“También tiene que ver con que la industria alimentaria tuvo un proceso de reestructuración a su interior. Por cuestiones de mercado, de rentabilidad, de competitividad, lo que hicieron fue aumentar su productividad y para ello abarataron precios, costos y calidades en sus productos. Los alimentos se fueron cayendo en cuanto a su calidad”, explica.

En su investigación “Obesidad y salud pública en México: transformación del patrón hegemónico de oferta-demanda de alimentos”, el doctor Rojas Martínez explica que el rápido incremento de la obesidad en México es resultado de las transformaciones en las condiciones de producción y demanda alimentaria. “La obesidad, en mayor medida, dejó de ser una preocupación netamente sociocultural, por ejemplo, la conservación estética de la figura, para convertirse en un grave problema de salud pública que deriva de los padecimientos asociados al exceso de peso y acumulación de grasa corporal” explica Agustín Rojas Martínez en su trabajo académico publicado en la Revista Latinoamericana de Economía.

Para él este problema de salud pública no debe reducirse a la falta de inactividad física de las personas, es multifactorial: elementos como la cultura, hábitos, conocimientos de nutrición, publicidad y disponibilidad de tiempo influyen; también la disponibilidad de comestibles y la capacidad de compra de las familias. Como los alimentos se empobrecieron en términos de calidad, se abarataron, y con ello, explica el economista de la UNAM, se masificaron, “pues la oferta de este tipo de productos resuelve el pragmatismo del consumidor, porque con la crisis económica empobreció a los hogares, el ingreso disminuye y no se puede acceder a alimentos de mejor calidad”, comenta el economista.

Para el doctor Rojas Martínez la prohibición de la venta de productos ultraprocesados en las escuelas mexicanas no resuelve a gran escala el problema real: la excesiva oferta y el elevado consumo de alimentos y bebidas hipercalóricos.

Rojo 3, ¿cáncer en los productos mexicanos?

Por ejemplo, algunos alimentos ultraprocesados tienen aditivos que son peligrosos para la salud. En enero de 2025, la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA, por sus siglas en inglés) de los Estados Unidos emitió una orden que prohíbe el uso del aditivo eritrosina (también conocido como “Rojo 3”, colorante alimentario sintético presente en productos ultraprocesados de sabor fresa, frambuesa, cereza, sandía) en alimentos y bebidas, ya que tras unas pruebas en laboratorios se encontró que “este ingrediente causa cáncer en ratas de laboratorio macho expuestas a altos niveles […] debido a un mecanismo hormonal que ocurre en las ratas macho”.

Al igual que el aditivo Rojo 3, el colorante Rojo 40, también conocido como Rojo Allura AC, es otro colorante alimentario que puede ser dañino para la salud. En 2009, la European Food Safety Authority informó que el Rojo 40 puede causar reacciones alérgicas como urticaria o asma cuando se encuentra en mezclas con otros aditivos sintéticos de color.

De igual forma, un estudio publicado en 2023 por la Universidad de Carolina del Sur reveló que este aditivo pudiese estar relacionado con un tipo de cáncer colorrectal: “Nuestros resultados muestran que el [aditivo] Rojo 40 daña el ADN tanto in vitro como in vivo y que el consumo de Rojo 40 en presencia de una dieta rica en grasas durante 10 meses provoca disbiosis e inflamación colónica de bajo grado en ratones”, informa la investigación. No obstante, hasta la publicación de esta nota la FDA no ha emitido ningún comunicado respecto a este colorante.

Para la elaboración de este texto se realizó una búsqueda en distintos supermercados y tiendas de la Ciudad de México, y se encontró que algunos  alimentos y  bebidas que contienen Rojo 3 o eritrosina en sus etiquetas son los siguientes : la gelatina sabor grosella y sabor fresa de la marca D’Gari; la gelatina marca Spinni sabor fresa; Maizena sabor fresa y los atoles de fresa de las marcas Great Value y Buenatole; las galletas Arcoiris y las Sponch.

Tras la declaración de la FDA sobre el Rojo 3, la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco) publicó un boletín donde se menciona que “es recomendable preferir alimentos con colorantes naturales, como la Curcumina (E-100) o la Clorofila (E-140, E-141)”, y que la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris) “es la dependencia encargada de regular el uso de los colorantes”.

El 23 de enero de 2025, la Cofepris anunció que está analizando si el uso del aditivo Rojo 3 debe ser modificado o restringido de los productos consumibles en México. Al momento de la publicación de esta nota, todavía no se ha publicado el resultado de esta evaluación.

Más allá de las escuelas

Para el doctor Rojas Martínez la prohibición de la venta de productos ultraprocesados en las escuelas mexicanas no resuelve a gran escala el problema real: la excesiva oferta y el elevado consumo de alimentos y bebidas hipercalóricos.

“Ya no se van a vender galletas en la primaria o en el kínder, sí, pero lo que van a hacer muchos papás es que esas mismas galletas van a ponérselas en un tupper [a sus hijos] para que se las lleven a la escuela”, dice. Esto sucede, explica, porque el consumo tiene que ver con la dinámica social y económica en la que vivimos: la alimentación se está sacrificando, no solo en términos de gasto, también en términos del tiempo que se requiere destinar a alimentarse y muchos productos ultraprocesados son creados para ser consumidos de inmediato, ya que no requieren preparación previa alguna para ingerirlos.

“No tenemos tiempo para cocinar, tenemos una o dos horas de comida; es imposible que alguien que trabaja en oficina la pueda preparar, simplemente porque está afuera. Muchos (padres y madres) no tienen tiempo para cocinar; y los niños, también hay que decirlo, están acostumbrados a comer alimentos que están alterados para que sean más apetecibles”, dice.

“En la investigación había encontrado un dato importante: en México del total de la oferta alimentaria casi el 64% son alimentos ultraprocesados”, dice el doctor Rojas Martínez. Todo parece indicar que esto ha sido así durante años. En 2013, según un estudio realizado por la Organización Panamericana de la Salud y la OMS, México ocupaba el cuarto lugar en ventas de productos ultraprocesados entre 80 países analizados, con 214 kilogramos per cápita anualmente. Los únicos países que lo superaban eran Estados Unidos, Canadá y Alemania.

También te podría interesar: Las batallas de un padre en un sistema fallido

El crecimiento del consumo de los alimentos ultraprocesados y las bebidas azucaradas en nuestro país no puede entenderse sin el crecimiento paralelo de sus canales de distribución. Rojas Martínez emplea el concepto “hibridación de la industria de alimentos”, y así lo explica: “La industria alimentaria, en su proceso de expansión y reestructuración económica, también tuvo que expandirse al área de distribución”.

En otras palabras, crear los espacios donde vender sus productos. “En México experimentamos esta expansión: son los Oxxo, los 7-Eleven, y demás, que están controlados y son parte de la actividad de la industria de alimentos y bebidas. Por ejemplo, los OXXO son del grupo FEMSA. La misma empresa no solamente tuvo que crear nuevos productos, más rentables, también tuvo que crear los espacios para distribuir sus alimentos”, comenta el economista miembro del Sistema Nacional de Investigadores del Consejo Nacional Consejo Nacional de Humanidades, Ciencias y Tecnologías.

En su página de internet, la cadena de tiendas OXXO menciona que “está a 8 minutos de distancia” del 80% de sus consumidores, además informa que abre dos tiendas nuevas cada día: tiene más de 20 000 sucursales en México, 70 en Perú, 370 en Chile, 231 en Colombia y 1 468 en Brasil. También puede leerse: “Diariamente se atienden a más de 13 millones de clientes en OXXO, atendiendo sus necesidades y ofreciendo soluciones prácticas para satisfacer su hambre, sed, antojo…”.

Aunque coexisten estos canales de distribución corporativos y los canales tradicionales (tianguis, mercados), de manera simultánea hay un crecimiento de los primeros y una disminución de los segundos. Y esta expansión ha logrado que en muchas partes del país “sea más fácil encontrar un OXXO que un mercado público funcional”, dice el economista.

Reeducar el paladar

La obesidad es un problema multifactorial y una sola acción no atenúa este problema de salud pública. Por eso, Liliana Bahena, coordinadora de Mi Escuela Saludable, considera que es necesario acompañar la prohibición de alimentos ultraprocesados y bebidas azucaradas de las escuelas con un paquete de políticas públicas como “impuestos a estos productos, uno mayor; el nuestro es muy bajo”.

Sin embargo, como la exposición a la publicidad de alimentos ultraprocesados y procesados y bebidas está asociada a la preferencia, creencias y hábitos alimentarios de las personas, dice, es necesario también “una ley que prohíba los productos chatarra en publicidad digital, en influencers, en medios de comunicación”.

“También ampliar la cobertura de la provisión de alimentos saludables en las escuelas, como desayunos o comedores, que en nuestro país es sumamente bajo”, agrega la coordinadora del proyecto Mi Escuela Saludable.

Bahena se muestra más optimista con la prohibición que ha emitido la SEP porque en su experiencia el proceso de reeducación de los hábitos alimenticios puede ser tardado, pero posible:

Por ejemplo, en Morelos hay una escuela, que nace su iniciativa de no consumir productos ultraprocesados porque tenían un basurero muy cerca, y veían que la generación de basura va a ser un grave problema, y dijeron ‘¿cómo erradicar este problema?, pues no podemos vender productos ultraprocesados’. 

Las experiencias fueron positivas: nos han dicho que al principio, las primeras exposiciones, los primeros meses, fueron difíciles, fue complicado para que niñas y niños puedan modificar su consumo a algo saludable, pero conforme van interactuando y ven que sus mismos compañeros lo consumen, que las mismas maestras y maestros lo consumen, que es lo que está disponible, que es atractivo, que se relaciona con la educación que le están dando en el aula, hablando de ‘El Plato del Bien Comer’, de los beneficios para sus salud, poco a poco se van exponiendo y van adaptando estos hábitos de alimentación, que se llama reeducando el paladar. La experiencia nos ha dicho que al principio hay resistencia, pero conforme pasa el tiempo se acostumbran y se moldean a estos nuevos contextos.

{{ linea }}

Newsletter
¡Gracias!
Oops! Something went wrong while submitting the form.
El 98 % de las escuelas venden algún tipo de producto chatarra: dulce, golosina, paleta, helado. El 78 % vende refresco al interior.

La comida chatarra y el Rojo 3, ¿veneno para la infancia en las escuelas de México?

La comida chatarra y el Rojo 3, ¿veneno para la infancia en las escuelas de México?

03
.
02
.
25
AAAA
Tiempo de Lectura: 00 min

A partir de marzo de 2025 se prohibirá la venta de alimentos y bebidas hipercalóricas en las escuelas mexicanas. ¿Será suficiente para mejorar la alimentación de niñas, niños y adolescentes?

Texto de
Fotografía de
Realización de
Ilustración de
Traducción de

Es una sensación placentera, dulce. Por eso, cuando consumimos alimentos o bebidas que contienen altos niveles de azúcar, se libera dopamina en nuestro cerebro. Somos felices. Pero es una felicidad peligrosa: el exceso de esta sustancia, el azúcar, puede producir adicción. Es un tema polémico, pero hay evidencia científica. En 2019, un grupo de científicos de la Universidad de Aarhus, Dinamarca, realizó un estudio que consistió en dar dos litros de agua azucarada a siete cerdos durante 12 días. A la conclusión que llegaron es que el azúcar influye en los mismos circuitos de recompensa cerebral que las drogas, y el azúcar es uno de los principales ingredientes en los alimentos procesados de las escuelas de México.

“Los cerdos con acceso intermitente a una solución de sacarosa [azúcar] durante 12 días consecutivos demostraron una disminución de la disponibilidad de los receptores de dopamina […], lo que implica que los alimentos con alto contenido de sacarosa influyen en el circuito de recompensa cerebral de formas similares a las observadas cuando se consumen drogas adictivas”, escribieron en sus conclusiones.

Desde hace varios años el gobierno mexicano ha aplicado diversas medidas para disminuir el consumo de alimentos chatarra y bebidas azucaradas en nuestro país. En 2020 se implementó el Sistema de Etiquetado Frontal de Alimentos y Bebidas (SEFAB), desarrollado por el Instituto Nacional de Salud Pública (INSP). Desde entonces alimentos y bebidas llevan en sus empaques octágonos de color negro con letras blancas donde se informa de manera sencilla cantidades altas de azúcares, calorías, grasas trans y grasas saturadas. También hay dos leyendas rectangulares donde se advierte que el alimento contiene cafeína o edulcorantes. A partir de marzo de 2025 llegará una nueva medida, ahora aplicada en las escuelas.

El 21 octubre de 2024 la Secretaría de Educación Pública (SEP) anunció que a partir de marzo de 2025 se prohibirá la venta de comidas ultraprocesadas y bebidas azucaradas dentro de las escuelas de todos los niveles educativos del país. En la conferencia la “Mañanera del Pueblo”, encabezada por la presidenta Claudia Sheinbaum, en la que el secretario de Educación Pública Mario Delgado anunció esta medida, también se informó que, según un monitoreo realizado por la SEP en 10 533 escuelas durante el ciclo escolar 2023-2024, se detectó que en el 98% de las escuelas se vendía comida chatarra; en el 95% bebidas azucaradas; en el 77% había venta externa de comida chatarra, y en el 25% de ellas había publicidad de comida chatarra.

La obesidad en menores de edad mexicanos

Más de 15 millones de mexicanos menores de edad tienen obesidad. La Encuesta de Salud y Nutrición (ENSANUT) 2020-2023 del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) reveló que 5.7 millones de estudiantes de 5 a 11 años (a quienes se cataloga como “escolares”) y 10.4 millones de alumnos de 12 a 19 años tienen obesidad. Además, 7 de cada 10 chicos de 5 a 11 años y 5 de cada 10 adolescentes no realizan ninguna actividad física.

Otro dato que muestra la ENSANUT es que dos terceras partes de estos grupos demográficos consumen más del 10% de azúcares en su ingesta calórica total diaria, que es el porcentaje máximo que recomienda la Organización Mundial de la Salud (OMS). 

A esto se suma que solo uno de cada cuatro escolares y adolescentes cubre la recomendación de la OMS de consumo de frutas y verduras: 400 gramos o cinco porciones de frutas y verduras al día. De acuerdo con una investigación de Mi escuela Saludable (una plataforma de vigilancia ciudadana dedicada a informar sobre la venta y expendio de alimentos y bebidas dentro de las escuelas, desarrollada por El poder del consumidor y la Red por los Derechos de la Infancia en México), en nuestro país “solo 2 de cada 10 escuelas tienen acceso a frutas, verduras y bebederos funcionales”. Solo el 20% de las escuelas podrían cumplir con los lineamientos de alimentación escolar que a partir de marzo de 2025 exigirá la SEP a los planteles de todos los niveles educativos de México.

Sin embargo, existe la esperanza de que sea un primer paso. En entrevista  para Gatopardo, Liliana Bahena, coordinadora de Mi Escuela Saludable, habló sobre la urgencia y pertinencia de implementar la prohibición de alimentos procesados en las escuelas: “A esta nueva política de alimentación escolar le tenemos fe. Hay una urgencia inminente, tiene que ser modificado el ambiente escolar, ya que un tercio de la población, que son niñas, niños, adolescentes y jóvenes, están en las escuelas, en un espacio cautivo, donde el Estado debe garantizar sus derechos”.

Te recomendamos leer: En busca de las claves genéticas de los “cánceres latinos”

Durante el ciclo escolar 2023-2024, explica Bahena, tuvieron más de 15 000 reportes de escuelas de todo el país. “El 98 % de las escuelas reportadas venden algún tipo de producto chatarra: dulce, golosina, paleta, helado. El 78 % vende refresco al interior. Cuando nosotras vemos este panorama, el acceso que tienen niños y niñas a consumo en las escuelas es únicamente a productos ultraprocesados. Eso es lo único que tienen a la mano”, dice.

Además, en algunos casos existe un conflicto de intereses relacionados con la venta de alimentos y bebidas hipercalóricas: “Hemos hecho múltiples investigaciones en escuelas y es una práctica muy común. Al interior de las escuelas hay un interés personal de directivos, de apoyo a sus familiares o personal docente que tienen a su cargo la concesión de las tienditas o cooperativas y pues de ahí reciben un bien mismo”.

Para Bahena es necesario comenzar a actuar contra “la epidemia de sobrepeso y obesidad” en el país, y crear  hábitos alimentarios saludables en contextos escolares debe ser una prioridad, ya que “una de cada tres calorías que consumen las niñas y los niños de productos ultraprocesados los obtienen al interior de las escuelas. Lo cual es gravísimo”, comenta.

El TLCAN: una respuesta al incremento de la obesidad en México

La obesidad ha aumentado en la población adulta mexicana desde hace más de 30 años. Eso es lo que las estadísticas demuestran: de 1988 a 2016, la prevalencia combinada de sobrepeso y de obesidad en adultos mexicanos pasó de 34.5 a 72.5%, de acuerdo con los datos de la ENSANUT. ¿Qué sucedió? El aumento en el consumo de alimentos de alto aporte calórico. Hay datos que lo explican: según las encuestas de Ingreso-gasto de los Hogares del Inegi, de 1992 a 1996 hubo un incremento del 198% en la proporción del gasto destinado a la adquisición de dulces y golosinas.

“Esto tiene muchas explicaciones, pero desde el punto de vista económico, lo que encontré en mi investigación es que esto obedece a un cambio en la estructura económica. Cambios en la estructura productiva y de comercio, que datan desde el TLCAN [Tratado de Libre Comercio de América del Norte]”, dijo en entrevista para Gatopardo Agustín Rojas Martínez, doctor en Economía por la Universidad Nacional Autónoma de México e investigador de tiempo completo en el Instituto de Investigaciones Económicas de la misma universidad. 

“También tiene que ver con que la industria alimentaria tuvo un proceso de reestructuración a su interior. Por cuestiones de mercado, de rentabilidad, de competitividad, lo que hicieron fue aumentar su productividad y para ello abarataron precios, costos y calidades en sus productos. Los alimentos se fueron cayendo en cuanto a su calidad”, explica.

En su investigación “Obesidad y salud pública en México: transformación del patrón hegemónico de oferta-demanda de alimentos”, el doctor Rojas Martínez explica que el rápido incremento de la obesidad en México es resultado de las transformaciones en las condiciones de producción y demanda alimentaria. “La obesidad, en mayor medida, dejó de ser una preocupación netamente sociocultural, por ejemplo, la conservación estética de la figura, para convertirse en un grave problema de salud pública que deriva de los padecimientos asociados al exceso de peso y acumulación de grasa corporal” explica Agustín Rojas Martínez en su trabajo académico publicado en la Revista Latinoamericana de Economía.

Para él este problema de salud pública no debe reducirse a la falta de inactividad física de las personas, es multifactorial: elementos como la cultura, hábitos, conocimientos de nutrición, publicidad y disponibilidad de tiempo influyen; también la disponibilidad de comestibles y la capacidad de compra de las familias. Como los alimentos se empobrecieron en términos de calidad, se abarataron, y con ello, explica el economista de la UNAM, se masificaron, “pues la oferta de este tipo de productos resuelve el pragmatismo del consumidor, porque con la crisis económica empobreció a los hogares, el ingreso disminuye y no se puede acceder a alimentos de mejor calidad”, comenta el economista.

Para el doctor Rojas Martínez la prohibición de la venta de productos ultraprocesados en las escuelas mexicanas no resuelve a gran escala el problema real: la excesiva oferta y el elevado consumo de alimentos y bebidas hipercalóricos.

Rojo 3, ¿cáncer en los productos mexicanos?

Por ejemplo, algunos alimentos ultraprocesados tienen aditivos que son peligrosos para la salud. En enero de 2025, la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA, por sus siglas en inglés) de los Estados Unidos emitió una orden que prohíbe el uso del aditivo eritrosina (también conocido como “Rojo 3”, colorante alimentario sintético presente en productos ultraprocesados de sabor fresa, frambuesa, cereza, sandía) en alimentos y bebidas, ya que tras unas pruebas en laboratorios se encontró que “este ingrediente causa cáncer en ratas de laboratorio macho expuestas a altos niveles […] debido a un mecanismo hormonal que ocurre en las ratas macho”.

Al igual que el aditivo Rojo 3, el colorante Rojo 40, también conocido como Rojo Allura AC, es otro colorante alimentario que puede ser dañino para la salud. En 2009, la European Food Safety Authority informó que el Rojo 40 puede causar reacciones alérgicas como urticaria o asma cuando se encuentra en mezclas con otros aditivos sintéticos de color.

De igual forma, un estudio publicado en 2023 por la Universidad de Carolina del Sur reveló que este aditivo pudiese estar relacionado con un tipo de cáncer colorrectal: “Nuestros resultados muestran que el [aditivo] Rojo 40 daña el ADN tanto in vitro como in vivo y que el consumo de Rojo 40 en presencia de una dieta rica en grasas durante 10 meses provoca disbiosis e inflamación colónica de bajo grado en ratones”, informa la investigación. No obstante, hasta la publicación de esta nota la FDA no ha emitido ningún comunicado respecto a este colorante.

Para la elaboración de este texto se realizó una búsqueda en distintos supermercados y tiendas de la Ciudad de México, y se encontró que algunos  alimentos y  bebidas que contienen Rojo 3 o eritrosina en sus etiquetas son los siguientes : la gelatina sabor grosella y sabor fresa de la marca D’Gari; la gelatina marca Spinni sabor fresa; Maizena sabor fresa y los atoles de fresa de las marcas Great Value y Buenatole; las galletas Arcoiris y las Sponch.

Tras la declaración de la FDA sobre el Rojo 3, la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco) publicó un boletín donde se menciona que “es recomendable preferir alimentos con colorantes naturales, como la Curcumina (E-100) o la Clorofila (E-140, E-141)”, y que la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris) “es la dependencia encargada de regular el uso de los colorantes”.

El 23 de enero de 2025, la Cofepris anunció que está analizando si el uso del aditivo Rojo 3 debe ser modificado o restringido de los productos consumibles en México. Al momento de la publicación de esta nota, todavía no se ha publicado el resultado de esta evaluación.

Más allá de las escuelas

Para el doctor Rojas Martínez la prohibición de la venta de productos ultraprocesados en las escuelas mexicanas no resuelve a gran escala el problema real: la excesiva oferta y el elevado consumo de alimentos y bebidas hipercalóricos.

“Ya no se van a vender galletas en la primaria o en el kínder, sí, pero lo que van a hacer muchos papás es que esas mismas galletas van a ponérselas en un tupper [a sus hijos] para que se las lleven a la escuela”, dice. Esto sucede, explica, porque el consumo tiene que ver con la dinámica social y económica en la que vivimos: la alimentación se está sacrificando, no solo en términos de gasto, también en términos del tiempo que se requiere destinar a alimentarse y muchos productos ultraprocesados son creados para ser consumidos de inmediato, ya que no requieren preparación previa alguna para ingerirlos.

“No tenemos tiempo para cocinar, tenemos una o dos horas de comida; es imposible que alguien que trabaja en oficina la pueda preparar, simplemente porque está afuera. Muchos (padres y madres) no tienen tiempo para cocinar; y los niños, también hay que decirlo, están acostumbrados a comer alimentos que están alterados para que sean más apetecibles”, dice.

“En la investigación había encontrado un dato importante: en México del total de la oferta alimentaria casi el 64% son alimentos ultraprocesados”, dice el doctor Rojas Martínez. Todo parece indicar que esto ha sido así durante años. En 2013, según un estudio realizado por la Organización Panamericana de la Salud y la OMS, México ocupaba el cuarto lugar en ventas de productos ultraprocesados entre 80 países analizados, con 214 kilogramos per cápita anualmente. Los únicos países que lo superaban eran Estados Unidos, Canadá y Alemania.

También te podría interesar: Las batallas de un padre en un sistema fallido

El crecimiento del consumo de los alimentos ultraprocesados y las bebidas azucaradas en nuestro país no puede entenderse sin el crecimiento paralelo de sus canales de distribución. Rojas Martínez emplea el concepto “hibridación de la industria de alimentos”, y así lo explica: “La industria alimentaria, en su proceso de expansión y reestructuración económica, también tuvo que expandirse al área de distribución”.

En otras palabras, crear los espacios donde vender sus productos. “En México experimentamos esta expansión: son los Oxxo, los 7-Eleven, y demás, que están controlados y son parte de la actividad de la industria de alimentos y bebidas. Por ejemplo, los OXXO son del grupo FEMSA. La misma empresa no solamente tuvo que crear nuevos productos, más rentables, también tuvo que crear los espacios para distribuir sus alimentos”, comenta el economista miembro del Sistema Nacional de Investigadores del Consejo Nacional Consejo Nacional de Humanidades, Ciencias y Tecnologías.

En su página de internet, la cadena de tiendas OXXO menciona que “está a 8 minutos de distancia” del 80% de sus consumidores, además informa que abre dos tiendas nuevas cada día: tiene más de 20 000 sucursales en México, 70 en Perú, 370 en Chile, 231 en Colombia y 1 468 en Brasil. También puede leerse: “Diariamente se atienden a más de 13 millones de clientes en OXXO, atendiendo sus necesidades y ofreciendo soluciones prácticas para satisfacer su hambre, sed, antojo…”.

Aunque coexisten estos canales de distribución corporativos y los canales tradicionales (tianguis, mercados), de manera simultánea hay un crecimiento de los primeros y una disminución de los segundos. Y esta expansión ha logrado que en muchas partes del país “sea más fácil encontrar un OXXO que un mercado público funcional”, dice el economista.

Reeducar el paladar

La obesidad es un problema multifactorial y una sola acción no atenúa este problema de salud pública. Por eso, Liliana Bahena, coordinadora de Mi Escuela Saludable, considera que es necesario acompañar la prohibición de alimentos ultraprocesados y bebidas azucaradas de las escuelas con un paquete de políticas públicas como “impuestos a estos productos, uno mayor; el nuestro es muy bajo”.

Sin embargo, como la exposición a la publicidad de alimentos ultraprocesados y procesados y bebidas está asociada a la preferencia, creencias y hábitos alimentarios de las personas, dice, es necesario también “una ley que prohíba los productos chatarra en publicidad digital, en influencers, en medios de comunicación”.

“También ampliar la cobertura de la provisión de alimentos saludables en las escuelas, como desayunos o comedores, que en nuestro país es sumamente bajo”, agrega la coordinadora del proyecto Mi Escuela Saludable.

Bahena se muestra más optimista con la prohibición que ha emitido la SEP porque en su experiencia el proceso de reeducación de los hábitos alimenticios puede ser tardado, pero posible:

Por ejemplo, en Morelos hay una escuela, que nace su iniciativa de no consumir productos ultraprocesados porque tenían un basurero muy cerca, y veían que la generación de basura va a ser un grave problema, y dijeron ‘¿cómo erradicar este problema?, pues no podemos vender productos ultraprocesados’. 

Las experiencias fueron positivas: nos han dicho que al principio, las primeras exposiciones, los primeros meses, fueron difíciles, fue complicado para que niñas y niños puedan modificar su consumo a algo saludable, pero conforme van interactuando y ven que sus mismos compañeros lo consumen, que las mismas maestras y maestros lo consumen, que es lo que está disponible, que es atractivo, que se relaciona con la educación que le están dando en el aula, hablando de ‘El Plato del Bien Comer’, de los beneficios para sus salud, poco a poco se van exponiendo y van adaptando estos hábitos de alimentación, que se llama reeducando el paladar. La experiencia nos ha dicho que al principio hay resistencia, pero conforme pasa el tiempo se acostumbran y se moldean a estos nuevos contextos.

{{ linea }}

Newsletter
¡Gracias!
Oops! Something went wrong while submitting the form.
No items found.

Suscríbete a nuestro Newsletter

¡Bienvenido! Ya eres parte de nuestra comunidad.
Hay un error, por favor intenta nuevamente.