Luego de sesenta años del rock, hay músicos que se han convertido en vestigios monumentales. Figuras que reflejaron las emociones de una generación, envueltas en sonidos que daban una patada de adrenalina y el público podía gritar con una sonrisa en el rostro. Figuras que subieron a escenarios multitudinarios y se convirtieron en héroes, dioses o monstruos. Su impacto es irrefutable y los golpes que dieron se quedaron para siempre.
Los orígenes de estos íconos siguen siendo una fuente de intriga para fans. Para algunos, resulta obvio que su popularidad se haya vuelto apoteósicade nacimiento, entre talento y carisma. Pero hay otros más cuya fama se ha hecho por no quitar el dedo del renglón y darnos arte que apela directo a las emociones. Éste es el caso de Metallica.
Autores de ya varios éxitos de la radio y MTV, vendedores de millonarios discos y giras mundiales donde siguen reuniendo a muchas generaciones, lograron su éxito a través de canales fuera de lo común y cimentaron lo que se convertiría en un ritual de vida para muchos jóvenes al abrirse a nuevos mundoshasta hoy. Durante sus primeros años rechazaron la imagen de rockstar, saliendo al escenario con jeans y camisetas de sus bandas favoritas como Misfits o Venom; tampoco estaban consternados por lanzar sencillos a radio o video. Tomando como ejemplo el hardcore punk del cual se inspiraron, todo lo que hacían intentaba que la atención de sus escuchas siempre fuera a su música y nada más a ello. Así fue como se fundó la escena del thrash metal, distanciándose del glam metal de Mötley Crüe, Poison y Bon Jovi, para darnos música cruda, rebosante de realidad y sin glamour. Metallica y sus contemporáneos, como Exodus, Anthrax, Megadeth y Slayer, empujaron la música a niveles extremos insospechados, casualmente encontrando gente que se identificaba con ellos en todo el mundo.
Esta etapa se explora en el volumen 1 del libro Nacer, Crecer, Metallica, Morir de los autores Ian Winwood y Paul Brannigan, editado por Malpaso Ediciones. Cubre el periodo entre la formación del grupo hasta el lanzamiento de su disco homónimo —conocido entre fans como el Álbum Negro— en 1991. Los autores se adentranen los pormenores de la historia de la banda, sus relaciones entre sí, entrevistas con sus miembros, así como de colaboradores y gente cercana.
El libro hace un recuento de sus interminables giras, en las que tocaban música pesada y emocionante con toda la intensidad que les demandaba, con la que daban forma sonora a sentimientos como el miedo y la frustración. Si algo une la narrativa de su obra hasta 1991 —conformada por canciones como “Seek & Destroy”, “Fade To Black”, “Master Of Puppets” y “One”—sobre adversidad, depresión, guerra, adicciones, corrupción, hipocresía— es la rabia contra una sociedad conformista, la frustración frente a esperanzas rotas, dolor y muerte que son inevitables en la vida, pero a lo que quisiéramos renunciar.
En su primera década lanzaron cinco discos, cada uno más ambicioso y expansivo que el otro. Su influencia en el género del heavy metal fue casi instantánea, logrando que muchos siguieran sus pasos o por lo menos emprendieran una rivalidad amigable para ser más pesados que el cuarteto de Los Ángeles. A la vez, la carrera de Metallica durante estos años es quizá una de las más trágicas y ambiciosas en la historia del rock. Por poner un ejemplo, en 1986 muere el bajista Cliff Burton tras un accidente mientras la banda se encontraba de gira; un mes después ya habían reclutado a su reemplazo y otro mes después ya estaban tocando en vivo de nuevo.
Hoy Metallica sigue siendo un monstruo dentro del rock; aunque su obra ya no tenga la emoción de antes, sus giras son grandes eventos en todo el mundo. Leer este tomo, así como escuchar los discos que dejaron durante esta década, invita al redescubrimiento. El sentir joven y rabioso por ganarle a la muerte sigue presente, lo cual hace a Metallica vital para todos aquellos que quieran sentir la emoción de uno de los más grandes del rock.
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Malpaso Ediciones revisa en un imperdible libro los primeros años de una banda icónica.
Luego de sesenta años del rock, hay músicos que se han convertido en vestigios monumentales. Figuras que reflejaron las emociones de una generación, envueltas en sonidos que daban una patada de adrenalina y el público podía gritar con una sonrisa en el rostro. Figuras que subieron a escenarios multitudinarios y se convirtieron en héroes, dioses o monstruos. Su impacto es irrefutable y los golpes que dieron se quedaron para siempre.
Los orígenes de estos íconos siguen siendo una fuente de intriga para fans. Para algunos, resulta obvio que su popularidad se haya vuelto apoteósicade nacimiento, entre talento y carisma. Pero hay otros más cuya fama se ha hecho por no quitar el dedo del renglón y darnos arte que apela directo a las emociones. Éste es el caso de Metallica.
Autores de ya varios éxitos de la radio y MTV, vendedores de millonarios discos y giras mundiales donde siguen reuniendo a muchas generaciones, lograron su éxito a través de canales fuera de lo común y cimentaron lo que se convertiría en un ritual de vida para muchos jóvenes al abrirse a nuevos mundoshasta hoy. Durante sus primeros años rechazaron la imagen de rockstar, saliendo al escenario con jeans y camisetas de sus bandas favoritas como Misfits o Venom; tampoco estaban consternados por lanzar sencillos a radio o video. Tomando como ejemplo el hardcore punk del cual se inspiraron, todo lo que hacían intentaba que la atención de sus escuchas siempre fuera a su música y nada más a ello. Así fue como se fundó la escena del thrash metal, distanciándose del glam metal de Mötley Crüe, Poison y Bon Jovi, para darnos música cruda, rebosante de realidad y sin glamour. Metallica y sus contemporáneos, como Exodus, Anthrax, Megadeth y Slayer, empujaron la música a niveles extremos insospechados, casualmente encontrando gente que se identificaba con ellos en todo el mundo.
Esta etapa se explora en el volumen 1 del libro Nacer, Crecer, Metallica, Morir de los autores Ian Winwood y Paul Brannigan, editado por Malpaso Ediciones. Cubre el periodo entre la formación del grupo hasta el lanzamiento de su disco homónimo —conocido entre fans como el Álbum Negro— en 1991. Los autores se adentranen los pormenores de la historia de la banda, sus relaciones entre sí, entrevistas con sus miembros, así como de colaboradores y gente cercana.
El libro hace un recuento de sus interminables giras, en las que tocaban música pesada y emocionante con toda la intensidad que les demandaba, con la que daban forma sonora a sentimientos como el miedo y la frustración. Si algo une la narrativa de su obra hasta 1991 —conformada por canciones como “Seek & Destroy”, “Fade To Black”, “Master Of Puppets” y “One”—sobre adversidad, depresión, guerra, adicciones, corrupción, hipocresía— es la rabia contra una sociedad conformista, la frustración frente a esperanzas rotas, dolor y muerte que son inevitables en la vida, pero a lo que quisiéramos renunciar.
En su primera década lanzaron cinco discos, cada uno más ambicioso y expansivo que el otro. Su influencia en el género del heavy metal fue casi instantánea, logrando que muchos siguieran sus pasos o por lo menos emprendieran una rivalidad amigable para ser más pesados que el cuarteto de Los Ángeles. A la vez, la carrera de Metallica durante estos años es quizá una de las más trágicas y ambiciosas en la historia del rock. Por poner un ejemplo, en 1986 muere el bajista Cliff Burton tras un accidente mientras la banda se encontraba de gira; un mes después ya habían reclutado a su reemplazo y otro mes después ya estaban tocando en vivo de nuevo.
Hoy Metallica sigue siendo un monstruo dentro del rock; aunque su obra ya no tenga la emoción de antes, sus giras son grandes eventos en todo el mundo. Leer este tomo, así como escuchar los discos que dejaron durante esta década, invita al redescubrimiento. El sentir joven y rabioso por ganarle a la muerte sigue presente, lo cual hace a Metallica vital para todos aquellos que quieran sentir la emoción de uno de los más grandes del rock.
Malpaso Ediciones revisa en un imperdible libro los primeros años de una banda icónica.
Luego de sesenta años del rock, hay músicos que se han convertido en vestigios monumentales. Figuras que reflejaron las emociones de una generación, envueltas en sonidos que daban una patada de adrenalina y el público podía gritar con una sonrisa en el rostro. Figuras que subieron a escenarios multitudinarios y se convirtieron en héroes, dioses o monstruos. Su impacto es irrefutable y los golpes que dieron se quedaron para siempre.
Los orígenes de estos íconos siguen siendo una fuente de intriga para fans. Para algunos, resulta obvio que su popularidad se haya vuelto apoteósicade nacimiento, entre talento y carisma. Pero hay otros más cuya fama se ha hecho por no quitar el dedo del renglón y darnos arte que apela directo a las emociones. Éste es el caso de Metallica.
Autores de ya varios éxitos de la radio y MTV, vendedores de millonarios discos y giras mundiales donde siguen reuniendo a muchas generaciones, lograron su éxito a través de canales fuera de lo común y cimentaron lo que se convertiría en un ritual de vida para muchos jóvenes al abrirse a nuevos mundoshasta hoy. Durante sus primeros años rechazaron la imagen de rockstar, saliendo al escenario con jeans y camisetas de sus bandas favoritas como Misfits o Venom; tampoco estaban consternados por lanzar sencillos a radio o video. Tomando como ejemplo el hardcore punk del cual se inspiraron, todo lo que hacían intentaba que la atención de sus escuchas siempre fuera a su música y nada más a ello. Así fue como se fundó la escena del thrash metal, distanciándose del glam metal de Mötley Crüe, Poison y Bon Jovi, para darnos música cruda, rebosante de realidad y sin glamour. Metallica y sus contemporáneos, como Exodus, Anthrax, Megadeth y Slayer, empujaron la música a niveles extremos insospechados, casualmente encontrando gente que se identificaba con ellos en todo el mundo.
Esta etapa se explora en el volumen 1 del libro Nacer, Crecer, Metallica, Morir de los autores Ian Winwood y Paul Brannigan, editado por Malpaso Ediciones. Cubre el periodo entre la formación del grupo hasta el lanzamiento de su disco homónimo —conocido entre fans como el Álbum Negro— en 1991. Los autores se adentranen los pormenores de la historia de la banda, sus relaciones entre sí, entrevistas con sus miembros, así como de colaboradores y gente cercana.
El libro hace un recuento de sus interminables giras, en las que tocaban música pesada y emocionante con toda la intensidad que les demandaba, con la que daban forma sonora a sentimientos como el miedo y la frustración. Si algo une la narrativa de su obra hasta 1991 —conformada por canciones como “Seek & Destroy”, “Fade To Black”, “Master Of Puppets” y “One”—sobre adversidad, depresión, guerra, adicciones, corrupción, hipocresía— es la rabia contra una sociedad conformista, la frustración frente a esperanzas rotas, dolor y muerte que son inevitables en la vida, pero a lo que quisiéramos renunciar.
En su primera década lanzaron cinco discos, cada uno más ambicioso y expansivo que el otro. Su influencia en el género del heavy metal fue casi instantánea, logrando que muchos siguieran sus pasos o por lo menos emprendieran una rivalidad amigable para ser más pesados que el cuarteto de Los Ángeles. A la vez, la carrera de Metallica durante estos años es quizá una de las más trágicas y ambiciosas en la historia del rock. Por poner un ejemplo, en 1986 muere el bajista Cliff Burton tras un accidente mientras la banda se encontraba de gira; un mes después ya habían reclutado a su reemplazo y otro mes después ya estaban tocando en vivo de nuevo.
Hoy Metallica sigue siendo un monstruo dentro del rock; aunque su obra ya no tenga la emoción de antes, sus giras son grandes eventos en todo el mundo. Leer este tomo, así como escuchar los discos que dejaron durante esta década, invita al redescubrimiento. El sentir joven y rabioso por ganarle a la muerte sigue presente, lo cual hace a Metallica vital para todos aquellos que quieran sentir la emoción de uno de los más grandes del rock.
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Luego de sesenta años del rock, hay músicos que se han convertido en vestigios monumentales. Figuras que reflejaron las emociones de una generación, envueltas en sonidos que daban una patada de adrenalina y el público podía gritar con una sonrisa en el rostro. Figuras que subieron a escenarios multitudinarios y se convirtieron en héroes, dioses o monstruos. Su impacto es irrefutable y los golpes que dieron se quedaron para siempre.
Los orígenes de estos íconos siguen siendo una fuente de intriga para fans. Para algunos, resulta obvio que su popularidad se haya vuelto apoteósicade nacimiento, entre talento y carisma. Pero hay otros más cuya fama se ha hecho por no quitar el dedo del renglón y darnos arte que apela directo a las emociones. Éste es el caso de Metallica.
Autores de ya varios éxitos de la radio y MTV, vendedores de millonarios discos y giras mundiales donde siguen reuniendo a muchas generaciones, lograron su éxito a través de canales fuera de lo común y cimentaron lo que se convertiría en un ritual de vida para muchos jóvenes al abrirse a nuevos mundoshasta hoy. Durante sus primeros años rechazaron la imagen de rockstar, saliendo al escenario con jeans y camisetas de sus bandas favoritas como Misfits o Venom; tampoco estaban consternados por lanzar sencillos a radio o video. Tomando como ejemplo el hardcore punk del cual se inspiraron, todo lo que hacían intentaba que la atención de sus escuchas siempre fuera a su música y nada más a ello. Así fue como se fundó la escena del thrash metal, distanciándose del glam metal de Mötley Crüe, Poison y Bon Jovi, para darnos música cruda, rebosante de realidad y sin glamour. Metallica y sus contemporáneos, como Exodus, Anthrax, Megadeth y Slayer, empujaron la música a niveles extremos insospechados, casualmente encontrando gente que se identificaba con ellos en todo el mundo.
Esta etapa se explora en el volumen 1 del libro Nacer, Crecer, Metallica, Morir de los autores Ian Winwood y Paul Brannigan, editado por Malpaso Ediciones. Cubre el periodo entre la formación del grupo hasta el lanzamiento de su disco homónimo —conocido entre fans como el Álbum Negro— en 1991. Los autores se adentranen los pormenores de la historia de la banda, sus relaciones entre sí, entrevistas con sus miembros, así como de colaboradores y gente cercana.
El libro hace un recuento de sus interminables giras, en las que tocaban música pesada y emocionante con toda la intensidad que les demandaba, con la que daban forma sonora a sentimientos como el miedo y la frustración. Si algo une la narrativa de su obra hasta 1991 —conformada por canciones como “Seek & Destroy”, “Fade To Black”, “Master Of Puppets” y “One”—sobre adversidad, depresión, guerra, adicciones, corrupción, hipocresía— es la rabia contra una sociedad conformista, la frustración frente a esperanzas rotas, dolor y muerte que son inevitables en la vida, pero a lo que quisiéramos renunciar.
En su primera década lanzaron cinco discos, cada uno más ambicioso y expansivo que el otro. Su influencia en el género del heavy metal fue casi instantánea, logrando que muchos siguieran sus pasos o por lo menos emprendieran una rivalidad amigable para ser más pesados que el cuarteto de Los Ángeles. A la vez, la carrera de Metallica durante estos años es quizá una de las más trágicas y ambiciosas en la historia del rock. Por poner un ejemplo, en 1986 muere el bajista Cliff Burton tras un accidente mientras la banda se encontraba de gira; un mes después ya habían reclutado a su reemplazo y otro mes después ya estaban tocando en vivo de nuevo.
Hoy Metallica sigue siendo un monstruo dentro del rock; aunque su obra ya no tenga la emoción de antes, sus giras son grandes eventos en todo el mundo. Leer este tomo, así como escuchar los discos que dejaron durante esta década, invita al redescubrimiento. El sentir joven y rabioso por ganarle a la muerte sigue presente, lo cual hace a Metallica vital para todos aquellos que quieran sentir la emoción de uno de los más grandes del rock.
Malpaso Ediciones revisa en un imperdible libro los primeros años de una banda icónica.
Luego de sesenta años del rock, hay músicos que se han convertido en vestigios monumentales. Figuras que reflejaron las emociones de una generación, envueltas en sonidos que daban una patada de adrenalina y el público podía gritar con una sonrisa en el rostro. Figuras que subieron a escenarios multitudinarios y se convirtieron en héroes, dioses o monstruos. Su impacto es irrefutable y los golpes que dieron se quedaron para siempre.
Los orígenes de estos íconos siguen siendo una fuente de intriga para fans. Para algunos, resulta obvio que su popularidad se haya vuelto apoteósicade nacimiento, entre talento y carisma. Pero hay otros más cuya fama se ha hecho por no quitar el dedo del renglón y darnos arte que apela directo a las emociones. Éste es el caso de Metallica.
Autores de ya varios éxitos de la radio y MTV, vendedores de millonarios discos y giras mundiales donde siguen reuniendo a muchas generaciones, lograron su éxito a través de canales fuera de lo común y cimentaron lo que se convertiría en un ritual de vida para muchos jóvenes al abrirse a nuevos mundoshasta hoy. Durante sus primeros años rechazaron la imagen de rockstar, saliendo al escenario con jeans y camisetas de sus bandas favoritas como Misfits o Venom; tampoco estaban consternados por lanzar sencillos a radio o video. Tomando como ejemplo el hardcore punk del cual se inspiraron, todo lo que hacían intentaba que la atención de sus escuchas siempre fuera a su música y nada más a ello. Así fue como se fundó la escena del thrash metal, distanciándose del glam metal de Mötley Crüe, Poison y Bon Jovi, para darnos música cruda, rebosante de realidad y sin glamour. Metallica y sus contemporáneos, como Exodus, Anthrax, Megadeth y Slayer, empujaron la música a niveles extremos insospechados, casualmente encontrando gente que se identificaba con ellos en todo el mundo.
Esta etapa se explora en el volumen 1 del libro Nacer, Crecer, Metallica, Morir de los autores Ian Winwood y Paul Brannigan, editado por Malpaso Ediciones. Cubre el periodo entre la formación del grupo hasta el lanzamiento de su disco homónimo —conocido entre fans como el Álbum Negro— en 1991. Los autores se adentranen los pormenores de la historia de la banda, sus relaciones entre sí, entrevistas con sus miembros, así como de colaboradores y gente cercana.
El libro hace un recuento de sus interminables giras, en las que tocaban música pesada y emocionante con toda la intensidad que les demandaba, con la que daban forma sonora a sentimientos como el miedo y la frustración. Si algo une la narrativa de su obra hasta 1991 —conformada por canciones como “Seek & Destroy”, “Fade To Black”, “Master Of Puppets” y “One”—sobre adversidad, depresión, guerra, adicciones, corrupción, hipocresía— es la rabia contra una sociedad conformista, la frustración frente a esperanzas rotas, dolor y muerte que son inevitables en la vida, pero a lo que quisiéramos renunciar.
En su primera década lanzaron cinco discos, cada uno más ambicioso y expansivo que el otro. Su influencia en el género del heavy metal fue casi instantánea, logrando que muchos siguieran sus pasos o por lo menos emprendieran una rivalidad amigable para ser más pesados que el cuarteto de Los Ángeles. A la vez, la carrera de Metallica durante estos años es quizá una de las más trágicas y ambiciosas en la historia del rock. Por poner un ejemplo, en 1986 muere el bajista Cliff Burton tras un accidente mientras la banda se encontraba de gira; un mes después ya habían reclutado a su reemplazo y otro mes después ya estaban tocando en vivo de nuevo.
Hoy Metallica sigue siendo un monstruo dentro del rock; aunque su obra ya no tenga la emoción de antes, sus giras son grandes eventos en todo el mundo. Leer este tomo, así como escuchar los discos que dejaron durante esta década, invita al redescubrimiento. El sentir joven y rabioso por ganarle a la muerte sigue presente, lo cual hace a Metallica vital para todos aquellos que quieran sentir la emoción de uno de los más grandes del rock.
Luego de sesenta años del rock, hay músicos que se han convertido en vestigios monumentales. Figuras que reflejaron las emociones de una generación, envueltas en sonidos que daban una patada de adrenalina y el público podía gritar con una sonrisa en el rostro. Figuras que subieron a escenarios multitudinarios y se convirtieron en héroes, dioses o monstruos. Su impacto es irrefutable y los golpes que dieron se quedaron para siempre.
Los orígenes de estos íconos siguen siendo una fuente de intriga para fans. Para algunos, resulta obvio que su popularidad se haya vuelto apoteósicade nacimiento, entre talento y carisma. Pero hay otros más cuya fama se ha hecho por no quitar el dedo del renglón y darnos arte que apela directo a las emociones. Éste es el caso de Metallica.
Autores de ya varios éxitos de la radio y MTV, vendedores de millonarios discos y giras mundiales donde siguen reuniendo a muchas generaciones, lograron su éxito a través de canales fuera de lo común y cimentaron lo que se convertiría en un ritual de vida para muchos jóvenes al abrirse a nuevos mundoshasta hoy. Durante sus primeros años rechazaron la imagen de rockstar, saliendo al escenario con jeans y camisetas de sus bandas favoritas como Misfits o Venom; tampoco estaban consternados por lanzar sencillos a radio o video. Tomando como ejemplo el hardcore punk del cual se inspiraron, todo lo que hacían intentaba que la atención de sus escuchas siempre fuera a su música y nada más a ello. Así fue como se fundó la escena del thrash metal, distanciándose del glam metal de Mötley Crüe, Poison y Bon Jovi, para darnos música cruda, rebosante de realidad y sin glamour. Metallica y sus contemporáneos, como Exodus, Anthrax, Megadeth y Slayer, empujaron la música a niveles extremos insospechados, casualmente encontrando gente que se identificaba con ellos en todo el mundo.
Esta etapa se explora en el volumen 1 del libro Nacer, Crecer, Metallica, Morir de los autores Ian Winwood y Paul Brannigan, editado por Malpaso Ediciones. Cubre el periodo entre la formación del grupo hasta el lanzamiento de su disco homónimo —conocido entre fans como el Álbum Negro— en 1991. Los autores se adentranen los pormenores de la historia de la banda, sus relaciones entre sí, entrevistas con sus miembros, así como de colaboradores y gente cercana.
El libro hace un recuento de sus interminables giras, en las que tocaban música pesada y emocionante con toda la intensidad que les demandaba, con la que daban forma sonora a sentimientos como el miedo y la frustración. Si algo une la narrativa de su obra hasta 1991 —conformada por canciones como “Seek & Destroy”, “Fade To Black”, “Master Of Puppets” y “One”—sobre adversidad, depresión, guerra, adicciones, corrupción, hipocresía— es la rabia contra una sociedad conformista, la frustración frente a esperanzas rotas, dolor y muerte que son inevitables en la vida, pero a lo que quisiéramos renunciar.
En su primera década lanzaron cinco discos, cada uno más ambicioso y expansivo que el otro. Su influencia en el género del heavy metal fue casi instantánea, logrando que muchos siguieran sus pasos o por lo menos emprendieran una rivalidad amigable para ser más pesados que el cuarteto de Los Ángeles. A la vez, la carrera de Metallica durante estos años es quizá una de las más trágicas y ambiciosas en la historia del rock. Por poner un ejemplo, en 1986 muere el bajista Cliff Burton tras un accidente mientras la banda se encontraba de gira; un mes después ya habían reclutado a su reemplazo y otro mes después ya estaban tocando en vivo de nuevo.
Hoy Metallica sigue siendo un monstruo dentro del rock; aunque su obra ya no tenga la emoción de antes, sus giras son grandes eventos en todo el mundo. Leer este tomo, así como escuchar los discos que dejaron durante esta década, invita al redescubrimiento. El sentir joven y rabioso por ganarle a la muerte sigue presente, lo cual hace a Metallica vital para todos aquellos que quieran sentir la emoción de uno de los más grandes del rock.
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