La sala principal de la Galería LABOR —hace unos meses luminosa— está hoy casi en la penumbra, excepto por un gran hueco en el techo de la construcción funcionalista por donde entra un rayo de luz del exterior. El mismo rayo está dirigido hacia un agujero de tres o cuatro metros de profundidad, desde cuyo fondo un charco refleja la luz. Cuando el artista Pablo Vargas Lugo, observa su obra titulada Cenote, lo hace cuidadosamente. “Ya se está oxidando la tapa”, señala. A la orilla del profundo agujero se asoma la tapa de una coladera de hierro con intrincados diseños tibetanos. Vargas Lugo —uno de los artistas contemporáneos más reconocidos del país— fue recientemente nombrado representante de México en la próxima Bienal de Venecia.
Mientras sigue mirando los agujeros del suelo y el techo, cuenta brevemente en entrevista para Gatopardo, que la dueña de la galería le dijo inicialmente que solo podía hacer uno.“La apertura era necesaria para que los elementos, el aire, la lluvia, la luz, transformaran la obra y convivieran con ella”, dice. Pero el reto de perforarlos implicó “pensar en las consideraciones arquitectónicas y de ingeniería para no dañar el espacio”.
Gran parte del trabajo de este artista nacido en la Ciudad de México, que se ha presentado en espacios como el Museo Tamayo, el Museo de Arte Carrillo Gil y el Museo Amparo de Puebla, toca temas relacionados con la arqueología, la religión y el lenguaje. Por ello y pensando “en el significado ritual de ese mundo subacuático de la península de Yucatán”, creó una serie de cenotes que él mismo llama “urbanos”.
"Los cenotes de la urbe son las coladeras, esas que llevan al mundo de la suciedad y a las entrañas de todas las ciudades", dice sentado en una de las bancas de la galería con las manos recargadas en las rodillas. La idea de la alcantarilla y sus símbolos tibetanos y masónicos, son una referencia al contacto que hay entre el mundo exterior y el “yo” interior (representado por los mandalas). Vargas Lugo dice que “al quitar la tapa o dejarla en un borde, se crea una metáfora de lo caótico del exterior y el interior y como sus fuerzas se cohesionan”.
El proyecto presentado en la galería LABOR, está relacionado con otra exposición que Vargas Lugo tituló Naj Tunich y que actualmente se presenta en La Tallera de Cuernava. La obra es resultado de un trabajo de investigación que hizo en una cueva llamada Naj Tunich, en Guatemala , que contiene algunas de las pinturas rupestres más importantes del mundo y que lo hizo pensar en la ritualidad de los espacios.
"Este trabajo no es precisamente un proyecto que tenga que ver con la arqueología, está pensado en cómo creamos imágenes de lo invisible, como lo son las creencias o los significados que hay detrás de los símbolos —en este caso los mandalas— y de cómo buscamos un origen y cómo queremos entender nuestro pasado, pero también cómo hacemos corresponder eso con nuestras aspiraciones”, comenta el artista.
Sobre lo que será su próxima exposición en la Bienal de Venecia, titulada Actos de Dios, solo da pequeños detalles. Será una video-instalación que tendrá que ver con los milagros y las profecías y cómo se representan en el cine, pero también hablará de la fe y los valores que han sostenido a Occidente por siglos.
Una de las pasiones de Vargas Lugo es el la cinematografía pues, dice, es “una fuente de referencias visuales tan importantes como la propia historia del arte”. Tiene preferencia por el cine de autor de los años 60 y 70, con el que creció. Vargas Lugo, ya ha trabajado antes con referencias cinematográficas, en marzo presentó su propia visión de 2001: Odisea en el espacio de Stanley Kubrick en el Museo Universitario del Chopo, y al parecer, la tendencia continuará
“Para nosotros los artistas el cine es un muy importante referente, pues hay un empate entre cierta producción cinematográfica y otros tipos de producción artística", dice el también admirador de Pasolini.
Sin dar más detalles sobre Actos de Dios “pues irán saliendo poco a poco”, cuenta que recibió en su casa la noticia de que representaría a México en la Bienal de Venecia.
“Estoy muy contento, muy emocionado, pero esa ola va a pasar y vendrá la etapa de trabajo. Será hasta el 11 de mayo, el día de la inauguración, que se conozca el resultado”, remata.
Pablo Vargas Lugo (1968)
Cenote (Mandala)
2018
Hierro forjado, excavación en sitio.
Aro: 90 cm de diametro x 5 cm
Cubierta: 85 cm de diametro x 5 cm
Excavación: 300 cm de profundidad
Cenote
Hasta el 17 de noviembre de 2018
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El artista habla de su nueva exposición y de su participación en la próxima Bienal de Venecia
La sala principal de la Galería LABOR —hace unos meses luminosa— está hoy casi en la penumbra, excepto por un gran hueco en el techo de la construcción funcionalista por donde entra un rayo de luz del exterior. El mismo rayo está dirigido hacia un agujero de tres o cuatro metros de profundidad, desde cuyo fondo un charco refleja la luz. Cuando el artista Pablo Vargas Lugo, observa su obra titulada Cenote, lo hace cuidadosamente. “Ya se está oxidando la tapa”, señala. A la orilla del profundo agujero se asoma la tapa de una coladera de hierro con intrincados diseños tibetanos. Vargas Lugo —uno de los artistas contemporáneos más reconocidos del país— fue recientemente nombrado representante de México en la próxima Bienal de Venecia.
Mientras sigue mirando los agujeros del suelo y el techo, cuenta brevemente en entrevista para Gatopardo, que la dueña de la galería le dijo inicialmente que solo podía hacer uno.“La apertura era necesaria para que los elementos, el aire, la lluvia, la luz, transformaran la obra y convivieran con ella”, dice. Pero el reto de perforarlos implicó “pensar en las consideraciones arquitectónicas y de ingeniería para no dañar el espacio”.
Gran parte del trabajo de este artista nacido en la Ciudad de México, que se ha presentado en espacios como el Museo Tamayo, el Museo de Arte Carrillo Gil y el Museo Amparo de Puebla, toca temas relacionados con la arqueología, la religión y el lenguaje. Por ello y pensando “en el significado ritual de ese mundo subacuático de la península de Yucatán”, creó una serie de cenotes que él mismo llama “urbanos”.
"Los cenotes de la urbe son las coladeras, esas que llevan al mundo de la suciedad y a las entrañas de todas las ciudades", dice sentado en una de las bancas de la galería con las manos recargadas en las rodillas. La idea de la alcantarilla y sus símbolos tibetanos y masónicos, son una referencia al contacto que hay entre el mundo exterior y el “yo” interior (representado por los mandalas). Vargas Lugo dice que “al quitar la tapa o dejarla en un borde, se crea una metáfora de lo caótico del exterior y el interior y como sus fuerzas se cohesionan”.
El proyecto presentado en la galería LABOR, está relacionado con otra exposición que Vargas Lugo tituló Naj Tunich y que actualmente se presenta en La Tallera de Cuernava. La obra es resultado de un trabajo de investigación que hizo en una cueva llamada Naj Tunich, en Guatemala , que contiene algunas de las pinturas rupestres más importantes del mundo y que lo hizo pensar en la ritualidad de los espacios.
"Este trabajo no es precisamente un proyecto que tenga que ver con la arqueología, está pensado en cómo creamos imágenes de lo invisible, como lo son las creencias o los significados que hay detrás de los símbolos —en este caso los mandalas— y de cómo buscamos un origen y cómo queremos entender nuestro pasado, pero también cómo hacemos corresponder eso con nuestras aspiraciones”, comenta el artista.
Sobre lo que será su próxima exposición en la Bienal de Venecia, titulada Actos de Dios, solo da pequeños detalles. Será una video-instalación que tendrá que ver con los milagros y las profecías y cómo se representan en el cine, pero también hablará de la fe y los valores que han sostenido a Occidente por siglos.
Una de las pasiones de Vargas Lugo es el la cinematografía pues, dice, es “una fuente de referencias visuales tan importantes como la propia historia del arte”. Tiene preferencia por el cine de autor de los años 60 y 70, con el que creció. Vargas Lugo, ya ha trabajado antes con referencias cinematográficas, en marzo presentó su propia visión de 2001: Odisea en el espacio de Stanley Kubrick en el Museo Universitario del Chopo, y al parecer, la tendencia continuará
“Para nosotros los artistas el cine es un muy importante referente, pues hay un empate entre cierta producción cinematográfica y otros tipos de producción artística", dice el también admirador de Pasolini.
Sin dar más detalles sobre Actos de Dios “pues irán saliendo poco a poco”, cuenta que recibió en su casa la noticia de que representaría a México en la Bienal de Venecia.
“Estoy muy contento, muy emocionado, pero esa ola va a pasar y vendrá la etapa de trabajo. Será hasta el 11 de mayo, el día de la inauguración, que se conozca el resultado”, remata.
Pablo Vargas Lugo (1968)
Cenote (Mandala)
2018
Hierro forjado, excavación en sitio.
Aro: 90 cm de diametro x 5 cm
Cubierta: 85 cm de diametro x 5 cm
Excavación: 300 cm de profundidad
Cenote
Hasta el 17 de noviembre de 2018
El artista habla de su nueva exposición y de su participación en la próxima Bienal de Venecia
La sala principal de la Galería LABOR —hace unos meses luminosa— está hoy casi en la penumbra, excepto por un gran hueco en el techo de la construcción funcionalista por donde entra un rayo de luz del exterior. El mismo rayo está dirigido hacia un agujero de tres o cuatro metros de profundidad, desde cuyo fondo un charco refleja la luz. Cuando el artista Pablo Vargas Lugo, observa su obra titulada Cenote, lo hace cuidadosamente. “Ya se está oxidando la tapa”, señala. A la orilla del profundo agujero se asoma la tapa de una coladera de hierro con intrincados diseños tibetanos. Vargas Lugo —uno de los artistas contemporáneos más reconocidos del país— fue recientemente nombrado representante de México en la próxima Bienal de Venecia.
Mientras sigue mirando los agujeros del suelo y el techo, cuenta brevemente en entrevista para Gatopardo, que la dueña de la galería le dijo inicialmente que solo podía hacer uno.“La apertura era necesaria para que los elementos, el aire, la lluvia, la luz, transformaran la obra y convivieran con ella”, dice. Pero el reto de perforarlos implicó “pensar en las consideraciones arquitectónicas y de ingeniería para no dañar el espacio”.
Gran parte del trabajo de este artista nacido en la Ciudad de México, que se ha presentado en espacios como el Museo Tamayo, el Museo de Arte Carrillo Gil y el Museo Amparo de Puebla, toca temas relacionados con la arqueología, la religión y el lenguaje. Por ello y pensando “en el significado ritual de ese mundo subacuático de la península de Yucatán”, creó una serie de cenotes que él mismo llama “urbanos”.
"Los cenotes de la urbe son las coladeras, esas que llevan al mundo de la suciedad y a las entrañas de todas las ciudades", dice sentado en una de las bancas de la galería con las manos recargadas en las rodillas. La idea de la alcantarilla y sus símbolos tibetanos y masónicos, son una referencia al contacto que hay entre el mundo exterior y el “yo” interior (representado por los mandalas). Vargas Lugo dice que “al quitar la tapa o dejarla en un borde, se crea una metáfora de lo caótico del exterior y el interior y como sus fuerzas se cohesionan”.
El proyecto presentado en la galería LABOR, está relacionado con otra exposición que Vargas Lugo tituló Naj Tunich y que actualmente se presenta en La Tallera de Cuernava. La obra es resultado de un trabajo de investigación que hizo en una cueva llamada Naj Tunich, en Guatemala , que contiene algunas de las pinturas rupestres más importantes del mundo y que lo hizo pensar en la ritualidad de los espacios.
"Este trabajo no es precisamente un proyecto que tenga que ver con la arqueología, está pensado en cómo creamos imágenes de lo invisible, como lo son las creencias o los significados que hay detrás de los símbolos —en este caso los mandalas— y de cómo buscamos un origen y cómo queremos entender nuestro pasado, pero también cómo hacemos corresponder eso con nuestras aspiraciones”, comenta el artista.
Sobre lo que será su próxima exposición en la Bienal de Venecia, titulada Actos de Dios, solo da pequeños detalles. Será una video-instalación que tendrá que ver con los milagros y las profecías y cómo se representan en el cine, pero también hablará de la fe y los valores que han sostenido a Occidente por siglos.
Una de las pasiones de Vargas Lugo es el la cinematografía pues, dice, es “una fuente de referencias visuales tan importantes como la propia historia del arte”. Tiene preferencia por el cine de autor de los años 60 y 70, con el que creció. Vargas Lugo, ya ha trabajado antes con referencias cinematográficas, en marzo presentó su propia visión de 2001: Odisea en el espacio de Stanley Kubrick en el Museo Universitario del Chopo, y al parecer, la tendencia continuará
“Para nosotros los artistas el cine es un muy importante referente, pues hay un empate entre cierta producción cinematográfica y otros tipos de producción artística", dice el también admirador de Pasolini.
Sin dar más detalles sobre Actos de Dios “pues irán saliendo poco a poco”, cuenta que recibió en su casa la noticia de que representaría a México en la Bienal de Venecia.
“Estoy muy contento, muy emocionado, pero esa ola va a pasar y vendrá la etapa de trabajo. Será hasta el 11 de mayo, el día de la inauguración, que se conozca el resultado”, remata.
Pablo Vargas Lugo (1968)
Cenote (Mandala)
2018
Hierro forjado, excavación en sitio.
Aro: 90 cm de diametro x 5 cm
Cubierta: 85 cm de diametro x 5 cm
Excavación: 300 cm de profundidad
Cenote
Hasta el 17 de noviembre de 2018
El artista habla de su nueva exposición y de su participación en la próxima Bienal de Venecia
La sala principal de la Galería LABOR —hace unos meses luminosa— está hoy casi en la penumbra, excepto por un gran hueco en el techo de la construcción funcionalista por donde entra un rayo de luz del exterior. El mismo rayo está dirigido hacia un agujero de tres o cuatro metros de profundidad, desde cuyo fondo un charco refleja la luz. Cuando el artista Pablo Vargas Lugo, observa su obra titulada Cenote, lo hace cuidadosamente. “Ya se está oxidando la tapa”, señala. A la orilla del profundo agujero se asoma la tapa de una coladera de hierro con intrincados diseños tibetanos. Vargas Lugo —uno de los artistas contemporáneos más reconocidos del país— fue recientemente nombrado representante de México en la próxima Bienal de Venecia.
Mientras sigue mirando los agujeros del suelo y el techo, cuenta brevemente en entrevista para Gatopardo, que la dueña de la galería le dijo inicialmente que solo podía hacer uno.“La apertura era necesaria para que los elementos, el aire, la lluvia, la luz, transformaran la obra y convivieran con ella”, dice. Pero el reto de perforarlos implicó “pensar en las consideraciones arquitectónicas y de ingeniería para no dañar el espacio”.
Gran parte del trabajo de este artista nacido en la Ciudad de México, que se ha presentado en espacios como el Museo Tamayo, el Museo de Arte Carrillo Gil y el Museo Amparo de Puebla, toca temas relacionados con la arqueología, la religión y el lenguaje. Por ello y pensando “en el significado ritual de ese mundo subacuático de la península de Yucatán”, creó una serie de cenotes que él mismo llama “urbanos”.
"Los cenotes de la urbe son las coladeras, esas que llevan al mundo de la suciedad y a las entrañas de todas las ciudades", dice sentado en una de las bancas de la galería con las manos recargadas en las rodillas. La idea de la alcantarilla y sus símbolos tibetanos y masónicos, son una referencia al contacto que hay entre el mundo exterior y el “yo” interior (representado por los mandalas). Vargas Lugo dice que “al quitar la tapa o dejarla en un borde, se crea una metáfora de lo caótico del exterior y el interior y como sus fuerzas se cohesionan”.
El proyecto presentado en la galería LABOR, está relacionado con otra exposición que Vargas Lugo tituló Naj Tunich y que actualmente se presenta en La Tallera de Cuernava. La obra es resultado de un trabajo de investigación que hizo en una cueva llamada Naj Tunich, en Guatemala , que contiene algunas de las pinturas rupestres más importantes del mundo y que lo hizo pensar en la ritualidad de los espacios.
"Este trabajo no es precisamente un proyecto que tenga que ver con la arqueología, está pensado en cómo creamos imágenes de lo invisible, como lo son las creencias o los significados que hay detrás de los símbolos —en este caso los mandalas— y de cómo buscamos un origen y cómo queremos entender nuestro pasado, pero también cómo hacemos corresponder eso con nuestras aspiraciones”, comenta el artista.
Sobre lo que será su próxima exposición en la Bienal de Venecia, titulada Actos de Dios, solo da pequeños detalles. Será una video-instalación que tendrá que ver con los milagros y las profecías y cómo se representan en el cine, pero también hablará de la fe y los valores que han sostenido a Occidente por siglos.
Una de las pasiones de Vargas Lugo es el la cinematografía pues, dice, es “una fuente de referencias visuales tan importantes como la propia historia del arte”. Tiene preferencia por el cine de autor de los años 60 y 70, con el que creció. Vargas Lugo, ya ha trabajado antes con referencias cinematográficas, en marzo presentó su propia visión de 2001: Odisea en el espacio de Stanley Kubrick en el Museo Universitario del Chopo, y al parecer, la tendencia continuará
“Para nosotros los artistas el cine es un muy importante referente, pues hay un empate entre cierta producción cinematográfica y otros tipos de producción artística", dice el también admirador de Pasolini.
Sin dar más detalles sobre Actos de Dios “pues irán saliendo poco a poco”, cuenta que recibió en su casa la noticia de que representaría a México en la Bienal de Venecia.
“Estoy muy contento, muy emocionado, pero esa ola va a pasar y vendrá la etapa de trabajo. Será hasta el 11 de mayo, el día de la inauguración, que se conozca el resultado”, remata.
Pablo Vargas Lugo (1968)
Cenote (Mandala)
2018
Hierro forjado, excavación en sitio.
Aro: 90 cm de diametro x 5 cm
Cubierta: 85 cm de diametro x 5 cm
Excavación: 300 cm de profundidad
Cenote
Hasta el 17 de noviembre de 2018
El artista habla de su nueva exposición y de su participación en la próxima Bienal de Venecia
La sala principal de la Galería LABOR —hace unos meses luminosa— está hoy casi en la penumbra, excepto por un gran hueco en el techo de la construcción funcionalista por donde entra un rayo de luz del exterior. El mismo rayo está dirigido hacia un agujero de tres o cuatro metros de profundidad, desde cuyo fondo un charco refleja la luz. Cuando el artista Pablo Vargas Lugo, observa su obra titulada Cenote, lo hace cuidadosamente. “Ya se está oxidando la tapa”, señala. A la orilla del profundo agujero se asoma la tapa de una coladera de hierro con intrincados diseños tibetanos. Vargas Lugo —uno de los artistas contemporáneos más reconocidos del país— fue recientemente nombrado representante de México en la próxima Bienal de Venecia.
Mientras sigue mirando los agujeros del suelo y el techo, cuenta brevemente en entrevista para Gatopardo, que la dueña de la galería le dijo inicialmente que solo podía hacer uno.“La apertura era necesaria para que los elementos, el aire, la lluvia, la luz, transformaran la obra y convivieran con ella”, dice. Pero el reto de perforarlos implicó “pensar en las consideraciones arquitectónicas y de ingeniería para no dañar el espacio”.
Gran parte del trabajo de este artista nacido en la Ciudad de México, que se ha presentado en espacios como el Museo Tamayo, el Museo de Arte Carrillo Gil y el Museo Amparo de Puebla, toca temas relacionados con la arqueología, la religión y el lenguaje. Por ello y pensando “en el significado ritual de ese mundo subacuático de la península de Yucatán”, creó una serie de cenotes que él mismo llama “urbanos”.
"Los cenotes de la urbe son las coladeras, esas que llevan al mundo de la suciedad y a las entrañas de todas las ciudades", dice sentado en una de las bancas de la galería con las manos recargadas en las rodillas. La idea de la alcantarilla y sus símbolos tibetanos y masónicos, son una referencia al contacto que hay entre el mundo exterior y el “yo” interior (representado por los mandalas). Vargas Lugo dice que “al quitar la tapa o dejarla en un borde, se crea una metáfora de lo caótico del exterior y el interior y como sus fuerzas se cohesionan”.
El proyecto presentado en la galería LABOR, está relacionado con otra exposición que Vargas Lugo tituló Naj Tunich y que actualmente se presenta en La Tallera de Cuernava. La obra es resultado de un trabajo de investigación que hizo en una cueva llamada Naj Tunich, en Guatemala , que contiene algunas de las pinturas rupestres más importantes del mundo y que lo hizo pensar en la ritualidad de los espacios.
"Este trabajo no es precisamente un proyecto que tenga que ver con la arqueología, está pensado en cómo creamos imágenes de lo invisible, como lo son las creencias o los significados que hay detrás de los símbolos —en este caso los mandalas— y de cómo buscamos un origen y cómo queremos entender nuestro pasado, pero también cómo hacemos corresponder eso con nuestras aspiraciones”, comenta el artista.
Sobre lo que será su próxima exposición en la Bienal de Venecia, titulada Actos de Dios, solo da pequeños detalles. Será una video-instalación que tendrá que ver con los milagros y las profecías y cómo se representan en el cine, pero también hablará de la fe y los valores que han sostenido a Occidente por siglos.
Una de las pasiones de Vargas Lugo es el la cinematografía pues, dice, es “una fuente de referencias visuales tan importantes como la propia historia del arte”. Tiene preferencia por el cine de autor de los años 60 y 70, con el que creció. Vargas Lugo, ya ha trabajado antes con referencias cinematográficas, en marzo presentó su propia visión de 2001: Odisea en el espacio de Stanley Kubrick en el Museo Universitario del Chopo, y al parecer, la tendencia continuará
“Para nosotros los artistas el cine es un muy importante referente, pues hay un empate entre cierta producción cinematográfica y otros tipos de producción artística", dice el también admirador de Pasolini.
Sin dar más detalles sobre Actos de Dios “pues irán saliendo poco a poco”, cuenta que recibió en su casa la noticia de que representaría a México en la Bienal de Venecia.
“Estoy muy contento, muy emocionado, pero esa ola va a pasar y vendrá la etapa de trabajo. Será hasta el 11 de mayo, el día de la inauguración, que se conozca el resultado”, remata.
Pablo Vargas Lugo (1968)
Cenote (Mandala)
2018
Hierro forjado, excavación en sitio.
Aro: 90 cm de diametro x 5 cm
Cubierta: 85 cm de diametro x 5 cm
Excavación: 300 cm de profundidad
Cenote
Hasta el 17 de noviembre de 2018
La sala principal de la Galería LABOR —hace unos meses luminosa— está hoy casi en la penumbra, excepto por un gran hueco en el techo de la construcción funcionalista por donde entra un rayo de luz del exterior. El mismo rayo está dirigido hacia un agujero de tres o cuatro metros de profundidad, desde cuyo fondo un charco refleja la luz. Cuando el artista Pablo Vargas Lugo, observa su obra titulada Cenote, lo hace cuidadosamente. “Ya se está oxidando la tapa”, señala. A la orilla del profundo agujero se asoma la tapa de una coladera de hierro con intrincados diseños tibetanos. Vargas Lugo —uno de los artistas contemporáneos más reconocidos del país— fue recientemente nombrado representante de México en la próxima Bienal de Venecia.
Mientras sigue mirando los agujeros del suelo y el techo, cuenta brevemente en entrevista para Gatopardo, que la dueña de la galería le dijo inicialmente que solo podía hacer uno.“La apertura era necesaria para que los elementos, el aire, la lluvia, la luz, transformaran la obra y convivieran con ella”, dice. Pero el reto de perforarlos implicó “pensar en las consideraciones arquitectónicas y de ingeniería para no dañar el espacio”.
Gran parte del trabajo de este artista nacido en la Ciudad de México, que se ha presentado en espacios como el Museo Tamayo, el Museo de Arte Carrillo Gil y el Museo Amparo de Puebla, toca temas relacionados con la arqueología, la religión y el lenguaje. Por ello y pensando “en el significado ritual de ese mundo subacuático de la península de Yucatán”, creó una serie de cenotes que él mismo llama “urbanos”.
"Los cenotes de la urbe son las coladeras, esas que llevan al mundo de la suciedad y a las entrañas de todas las ciudades", dice sentado en una de las bancas de la galería con las manos recargadas en las rodillas. La idea de la alcantarilla y sus símbolos tibetanos y masónicos, son una referencia al contacto que hay entre el mundo exterior y el “yo” interior (representado por los mandalas). Vargas Lugo dice que “al quitar la tapa o dejarla en un borde, se crea una metáfora de lo caótico del exterior y el interior y como sus fuerzas se cohesionan”.
El proyecto presentado en la galería LABOR, está relacionado con otra exposición que Vargas Lugo tituló Naj Tunich y que actualmente se presenta en La Tallera de Cuernava. La obra es resultado de un trabajo de investigación que hizo en una cueva llamada Naj Tunich, en Guatemala , que contiene algunas de las pinturas rupestres más importantes del mundo y que lo hizo pensar en la ritualidad de los espacios.
"Este trabajo no es precisamente un proyecto que tenga que ver con la arqueología, está pensado en cómo creamos imágenes de lo invisible, como lo son las creencias o los significados que hay detrás de los símbolos —en este caso los mandalas— y de cómo buscamos un origen y cómo queremos entender nuestro pasado, pero también cómo hacemos corresponder eso con nuestras aspiraciones”, comenta el artista.
Sobre lo que será su próxima exposición en la Bienal de Venecia, titulada Actos de Dios, solo da pequeños detalles. Será una video-instalación que tendrá que ver con los milagros y las profecías y cómo se representan en el cine, pero también hablará de la fe y los valores que han sostenido a Occidente por siglos.
Una de las pasiones de Vargas Lugo es el la cinematografía pues, dice, es “una fuente de referencias visuales tan importantes como la propia historia del arte”. Tiene preferencia por el cine de autor de los años 60 y 70, con el que creció. Vargas Lugo, ya ha trabajado antes con referencias cinematográficas, en marzo presentó su propia visión de 2001: Odisea en el espacio de Stanley Kubrick en el Museo Universitario del Chopo, y al parecer, la tendencia continuará
“Para nosotros los artistas el cine es un muy importante referente, pues hay un empate entre cierta producción cinematográfica y otros tipos de producción artística", dice el también admirador de Pasolini.
Sin dar más detalles sobre Actos de Dios “pues irán saliendo poco a poco”, cuenta que recibió en su casa la noticia de que representaría a México en la Bienal de Venecia.
“Estoy muy contento, muy emocionado, pero esa ola va a pasar y vendrá la etapa de trabajo. Será hasta el 11 de mayo, el día de la inauguración, que se conozca el resultado”, remata.
Pablo Vargas Lugo (1968)
Cenote (Mandala)
2018
Hierro forjado, excavación en sitio.
Aro: 90 cm de diametro x 5 cm
Cubierta: 85 cm de diametro x 5 cm
Excavación: 300 cm de profundidad
Cenote
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