Seis cuentos sobre la Revolución mexicana

Seis cuentos sobre la Revolución mexicana

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Aunque la narrativa de la Revolución mexicana suele asociarse más con la novela, en este canon hay cuentos que destacan por su técnica, la perspectiva de sus protagonistas y por representar esta etapa importante para el país. Desde Mariano Azuela y Martín Luis Guzmán hasta Nellie Campobello y Carmen Báez, recomendamos esta selección.

Texto de
Fotografía de
Realización de
Ilustración de
Traducción de
Ilustración de Fernanda Jiménez.

La Revolución mexicana fue el gran tema del arte nacional durante la primera parte del siglo XX. Entre las múltiples expresiones artísticas que plasmaron este suceso histórico, se encuentran novelas y cuentos. “Las obras narrativas que ha inspirado la Revolución mexicana forman una importante serie que, por la presentación viva de una realidad intensa y, en ocasiones, por la novedad de su técnica, es una de las más valiosas manifestaciones de la literatura moderna de lengua española”, escribió Antonio Castro Leal en el prólogo a los dos tomos de la antología de novelas sobre esta etapa del país, publicadas por Editorial Aguilar en 1960.

Este tipo de obras, conocidas como la literatura de la Revolución mexicana, presenta una variedad en sus formas, desde las referencias autobiográficas hasta los relatos testimoniales, que aspiran a cierta mirada objetiva del suceso; están también aquellas con una esencia épica, que adopta al “pueblo” como protagonista; y otras que, por el contrario, tienen por protagonista a algún caudillo o soldado y cuya estructura se sustenta a partir de una acumulación de escenas, “como cuadros aislados de los momentos culminantes de una vida llena de sorpresas, como en un viaje o en una expedición, sin más organización y artificio que la que tienen los recuerdos que se van acumulando y superponiendo”, puntualiza Castro Leal.

Quizá por esto último la narrativa de la Revolución mexicana suele asociarse al género de la novela. Por mencionar algunas, se encuentran obras como Los de abajo, de Mariano Azuela; Tropa vieja de Francisco L. Urquizo; Se llevaron el cañón para Bachimba, de Rafael F. Muñoz, autor también de la novela Vámonos con Pancho Villa, adaptada después al cine bajo la dirección de Fernando de Fuentes.

Sin embargo, dentro de este conjunto de obras también hay cuentos destacables que en pocas páginas relatan la revolución y sus consecuencias en quienes la vivieron.

Ilustración de Fernanda Jiménez.

“La nostalgia de mi coronel”, Mariano Azuela
El nombre de este escritor remite de inmediato a la novela Los de abajo, un clásico de la literatura nacional. Pero además de novelista, y médico en un campamento villista, Azuela escribió varios cuentos sobre la Revolución mexicana. “La nostalgia de mi coronel” es un relato anecdótico en el que Azuela hace una crítica social del sadismo dentro de las tropas revolucionarias.

“La fiesta de las balas”, Martín Luis Guzmán
Martín Luis Guzmán participó en la Revolución mexicana como asesor de Francisco Villa, y es uno de los autores más representativos de la narrativa de este acontecimiento histórico. “Si Mariano Azuela es, en mucho, el precursor del género narrativo de la Revolución mexicana, Martín Luis Guzmán es quien le aporta la dimensión estética magistral”, así lo presenta el escritor Edmundo Valadés, quien incluyó este cuento, que en realidad es un capítulo de la novela El águila y la serpiente, en el tercer tomo de la antología temática Los cuentos de ‘El cuento’. A lo largo de las páginas de “La fiesta de las balas”, el lector presenciará la ejecución de una tropa orozquista a manos de un solo hombre, Rodolfo Fierro, general de Francisco Villa. En 2017, durante un episodio del programa Café Chéjov, el escritor Julián Herbert comentó que el texto de Guzmán “es uno de los mejores cuentos de la literatura mexicana”.

“El fusilado”, José Vasconcelos
Junto a Martín Luis Guzmán, José Vasconcelos fue uno de los miembros del Ateneo de la Juventud con mayor participación activa en la Revolución mexicana, afiliándose al maderismo. “El fusilado” es un texto que, si bien toca un tema habitual en la literatura de la revolución —el fusilamiento, además narrado en primera persona, siguiendo las convenciones de este tipo de literatura—, introduce un elemento fantástico que da un giro interesante a la trama. El cuento forma parte del libro La sonata mágica, publicado en 1933.

“El hijo de la tiznada”, Carmen Báez
Carmen Báez es una autora michoacana injustamente olvidada. Nació un año antes del comienzo de la Revolución mexicana y vivió los primeros años de la infancia durante el conflicto. Quizás el origen de este texto se deba a esa experiencia. Se trata de un cuento de apenas tres páginas, en el que la autora desarrolla la historia de un fusilamiento desde la óptica inocente de una niña pequeña.

“Oro, caballo y hombre”, Rafael F. Muñoz
Muñoz es otro de los grandes narradores de la Revolución mexicana, además de periodista. La mayor parte de su obra literaria la dedicó a Francisco Villa y sus tropas. Es el autor de esta lista que tuvo una mayor producción de cuentos. En este relato narra la muerte del ya conocido Rodolfo Fierro, general villista, quien se niega a perder el oro que ha robado. Bajo esta premisa, en apariencia sencilla, Muñoz consigue un texto que mantiene la tensión narrativa hasta el final.

“El general Rueda”, Nellie Campobello
Escritora y bailarina, fue la única autora que Castro Leal incluyó en su antología de la novela de la revolución. A pesar de ello, durante mucho tiempo su obra no fue valorada como se merecía, aunque en la actualidad se le reconoce como una de las autoras fundamentales de la literatura breve del México del siglo XX. “El general Rueda” es un cuento de menos de tres páginas en el que la escritora narra la vida de una niña luego de que el general Rueda y su tropa irrumpen en su casa. Campobello se aleja de las convenciones de este tipo de obras, pues en Cartucho, libro de cuentos brevísimos y predecesor de los libros de minificción serial, la autora narra la Revolución mexicana desde la mirada de las mujeres y de las infancias.

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Aunque la narrativa de la Revolución mexicana suele asociarse más con la novela, en este canon hay cuentos que destacan por su técnica, la perspectiva de sus protagonistas y por representar esta etapa importante para el país. Desde Mariano Azuela y Martín Luis Guzmán hasta Nellie Campobello y Carmen Báez, recomendamos esta selección.

La Revolución mexicana fue el gran tema del arte nacional durante la primera parte del siglo XX. Entre las múltiples expresiones artísticas que plasmaron este suceso histórico, se encuentran novelas y cuentos. “Las obras narrativas que ha inspirado la Revolución mexicana forman una importante serie que, por la presentación viva de una realidad intensa y, en ocasiones, por la novedad de su técnica, es una de las más valiosas manifestaciones de la literatura moderna de lengua española”, escribió Antonio Castro Leal en el prólogo a los dos tomos de la antología de novelas sobre esta etapa del país, publicadas por Editorial Aguilar en 1960.

Este tipo de obras, conocidas como la literatura de la Revolución mexicana, presenta una variedad en sus formas, desde las referencias autobiográficas hasta los relatos testimoniales, que aspiran a cierta mirada objetiva del suceso; están también aquellas con una esencia épica, que adopta al “pueblo” como protagonista; y otras que, por el contrario, tienen por protagonista a algún caudillo o soldado y cuya estructura se sustenta a partir de una acumulación de escenas, “como cuadros aislados de los momentos culminantes de una vida llena de sorpresas, como en un viaje o en una expedición, sin más organización y artificio que la que tienen los recuerdos que se van acumulando y superponiendo”, puntualiza Castro Leal.

Quizá por esto último la narrativa de la Revolución mexicana suele asociarse al género de la novela. Por mencionar algunas, se encuentran obras como Los de abajo, de Mariano Azuela; Tropa vieja de Francisco L. Urquizo; Se llevaron el cañón para Bachimba, de Rafael F. Muñoz, autor también de la novela Vámonos con Pancho Villa, adaptada después al cine bajo la dirección de Fernando de Fuentes.

Sin embargo, dentro de este conjunto de obras también hay cuentos destacables que en pocas páginas relatan la revolución y sus consecuencias en quienes la vivieron.

Ilustración de Fernanda Jiménez.

“La nostalgia de mi coronel”, Mariano Azuela
El nombre de este escritor remite de inmediato a la novela Los de abajo, un clásico de la literatura nacional. Pero además de novelista, y médico en un campamento villista, Azuela escribió varios cuentos sobre la Revolución mexicana. “La nostalgia de mi coronel” es un relato anecdótico en el que Azuela hace una crítica social del sadismo dentro de las tropas revolucionarias.

“La fiesta de las balas”, Martín Luis Guzmán
Martín Luis Guzmán participó en la Revolución mexicana como asesor de Francisco Villa, y es uno de los autores más representativos de la narrativa de este acontecimiento histórico. “Si Mariano Azuela es, en mucho, el precursor del género narrativo de la Revolución mexicana, Martín Luis Guzmán es quien le aporta la dimensión estética magistral”, así lo presenta el escritor Edmundo Valadés, quien incluyó este cuento, que en realidad es un capítulo de la novela El águila y la serpiente, en el tercer tomo de la antología temática Los cuentos de ‘El cuento’. A lo largo de las páginas de “La fiesta de las balas”, el lector presenciará la ejecución de una tropa orozquista a manos de un solo hombre, Rodolfo Fierro, general de Francisco Villa. En 2017, durante un episodio del programa Café Chéjov, el escritor Julián Herbert comentó que el texto de Guzmán “es uno de los mejores cuentos de la literatura mexicana”.

“El fusilado”, José Vasconcelos
Junto a Martín Luis Guzmán, José Vasconcelos fue uno de los miembros del Ateneo de la Juventud con mayor participación activa en la Revolución mexicana, afiliándose al maderismo. “El fusilado” es un texto que, si bien toca un tema habitual en la literatura de la revolución —el fusilamiento, además narrado en primera persona, siguiendo las convenciones de este tipo de literatura—, introduce un elemento fantástico que da un giro interesante a la trama. El cuento forma parte del libro La sonata mágica, publicado en 1933.

“El hijo de la tiznada”, Carmen Báez
Carmen Báez es una autora michoacana injustamente olvidada. Nació un año antes del comienzo de la Revolución mexicana y vivió los primeros años de la infancia durante el conflicto. Quizás el origen de este texto se deba a esa experiencia. Se trata de un cuento de apenas tres páginas, en el que la autora desarrolla la historia de un fusilamiento desde la óptica inocente de una niña pequeña.

“Oro, caballo y hombre”, Rafael F. Muñoz
Muñoz es otro de los grandes narradores de la Revolución mexicana, además de periodista. La mayor parte de su obra literaria la dedicó a Francisco Villa y sus tropas. Es el autor de esta lista que tuvo una mayor producción de cuentos. En este relato narra la muerte del ya conocido Rodolfo Fierro, general villista, quien se niega a perder el oro que ha robado. Bajo esta premisa, en apariencia sencilla, Muñoz consigue un texto que mantiene la tensión narrativa hasta el final.

“El general Rueda”, Nellie Campobello
Escritora y bailarina, fue la única autora que Castro Leal incluyó en su antología de la novela de la revolución. A pesar de ello, durante mucho tiempo su obra no fue valorada como se merecía, aunque en la actualidad se le reconoce como una de las autoras fundamentales de la literatura breve del México del siglo XX. “El general Rueda” es un cuento de menos de tres páginas en el que la escritora narra la vida de una niña luego de que el general Rueda y su tropa irrumpen en su casa. Campobello se aleja de las convenciones de este tipo de obras, pues en Cartucho, libro de cuentos brevísimos y predecesor de los libros de minificción serial, la autora narra la Revolución mexicana desde la mirada de las mujeres y de las infancias.

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Aunque la narrativa de la Revolución mexicana suele asociarse más con la novela, en este canon hay cuentos que destacan por su técnica, la perspectiva de sus protagonistas y por representar esta etapa importante para el país. Desde Mariano Azuela y Martín Luis Guzmán hasta Nellie Campobello y Carmen Báez, recomendamos esta selección.

La Revolución mexicana fue el gran tema del arte nacional durante la primera parte del siglo XX. Entre las múltiples expresiones artísticas que plasmaron este suceso histórico, se encuentran novelas y cuentos. “Las obras narrativas que ha inspirado la Revolución mexicana forman una importante serie que, por la presentación viva de una realidad intensa y, en ocasiones, por la novedad de su técnica, es una de las más valiosas manifestaciones de la literatura moderna de lengua española”, escribió Antonio Castro Leal en el prólogo a los dos tomos de la antología de novelas sobre esta etapa del país, publicadas por Editorial Aguilar en 1960.

Este tipo de obras, conocidas como la literatura de la Revolución mexicana, presenta una variedad en sus formas, desde las referencias autobiográficas hasta los relatos testimoniales, que aspiran a cierta mirada objetiva del suceso; están también aquellas con una esencia épica, que adopta al “pueblo” como protagonista; y otras que, por el contrario, tienen por protagonista a algún caudillo o soldado y cuya estructura se sustenta a partir de una acumulación de escenas, “como cuadros aislados de los momentos culminantes de una vida llena de sorpresas, como en un viaje o en una expedición, sin más organización y artificio que la que tienen los recuerdos que se van acumulando y superponiendo”, puntualiza Castro Leal.

Quizá por esto último la narrativa de la Revolución mexicana suele asociarse al género de la novela. Por mencionar algunas, se encuentran obras como Los de abajo, de Mariano Azuela; Tropa vieja de Francisco L. Urquizo; Se llevaron el cañón para Bachimba, de Rafael F. Muñoz, autor también de la novela Vámonos con Pancho Villa, adaptada después al cine bajo la dirección de Fernando de Fuentes.

Sin embargo, dentro de este conjunto de obras también hay cuentos destacables que en pocas páginas relatan la revolución y sus consecuencias en quienes la vivieron.

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“La nostalgia de mi coronel”, Mariano Azuela
El nombre de este escritor remite de inmediato a la novela Los de abajo, un clásico de la literatura nacional. Pero además de novelista, y médico en un campamento villista, Azuela escribió varios cuentos sobre la Revolución mexicana. “La nostalgia de mi coronel” es un relato anecdótico en el que Azuela hace una crítica social del sadismo dentro de las tropas revolucionarias.

“La fiesta de las balas”, Martín Luis Guzmán
Martín Luis Guzmán participó en la Revolución mexicana como asesor de Francisco Villa, y es uno de los autores más representativos de la narrativa de este acontecimiento histórico. “Si Mariano Azuela es, en mucho, el precursor del género narrativo de la Revolución mexicana, Martín Luis Guzmán es quien le aporta la dimensión estética magistral”, así lo presenta el escritor Edmundo Valadés, quien incluyó este cuento, que en realidad es un capítulo de la novela El águila y la serpiente, en el tercer tomo de la antología temática Los cuentos de ‘El cuento’. A lo largo de las páginas de “La fiesta de las balas”, el lector presenciará la ejecución de una tropa orozquista a manos de un solo hombre, Rodolfo Fierro, general de Francisco Villa. En 2017, durante un episodio del programa Café Chéjov, el escritor Julián Herbert comentó que el texto de Guzmán “es uno de los mejores cuentos de la literatura mexicana”.

“El fusilado”, José Vasconcelos
Junto a Martín Luis Guzmán, José Vasconcelos fue uno de los miembros del Ateneo de la Juventud con mayor participación activa en la Revolución mexicana, afiliándose al maderismo. “El fusilado” es un texto que, si bien toca un tema habitual en la literatura de la revolución —el fusilamiento, además narrado en primera persona, siguiendo las convenciones de este tipo de literatura—, introduce un elemento fantástico que da un giro interesante a la trama. El cuento forma parte del libro La sonata mágica, publicado en 1933.

“El hijo de la tiznada”, Carmen Báez
Carmen Báez es una autora michoacana injustamente olvidada. Nació un año antes del comienzo de la Revolución mexicana y vivió los primeros años de la infancia durante el conflicto. Quizás el origen de este texto se deba a esa experiencia. Se trata de un cuento de apenas tres páginas, en el que la autora desarrolla la historia de un fusilamiento desde la óptica inocente de una niña pequeña.

“Oro, caballo y hombre”, Rafael F. Muñoz
Muñoz es otro de los grandes narradores de la Revolución mexicana, además de periodista. La mayor parte de su obra literaria la dedicó a Francisco Villa y sus tropas. Es el autor de esta lista que tuvo una mayor producción de cuentos. En este relato narra la muerte del ya conocido Rodolfo Fierro, general villista, quien se niega a perder el oro que ha robado. Bajo esta premisa, en apariencia sencilla, Muñoz consigue un texto que mantiene la tensión narrativa hasta el final.

“El general Rueda”, Nellie Campobello
Escritora y bailarina, fue la única autora que Castro Leal incluyó en su antología de la novela de la revolución. A pesar de ello, durante mucho tiempo su obra no fue valorada como se merecía, aunque en la actualidad se le reconoce como una de las autoras fundamentales de la literatura breve del México del siglo XX. “El general Rueda” es un cuento de menos de tres páginas en el que la escritora narra la vida de una niña luego de que el general Rueda y su tropa irrumpen en su casa. Campobello se aleja de las convenciones de este tipo de obras, pues en Cartucho, libro de cuentos brevísimos y predecesor de los libros de minificción serial, la autora narra la Revolución mexicana desde la mirada de las mujeres y de las infancias.

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Aunque la narrativa de la Revolución mexicana suele asociarse más con la novela, en este canon hay cuentos que destacan por su técnica, la perspectiva de sus protagonistas y por representar esta etapa importante para el país. Desde Mariano Azuela y Martín Luis Guzmán hasta Nellie Campobello y Carmen Báez, recomendamos esta selección.

La Revolución mexicana fue el gran tema del arte nacional durante la primera parte del siglo XX. Entre las múltiples expresiones artísticas que plasmaron este suceso histórico, se encuentran novelas y cuentos. “Las obras narrativas que ha inspirado la Revolución mexicana forman una importante serie que, por la presentación viva de una realidad intensa y, en ocasiones, por la novedad de su técnica, es una de las más valiosas manifestaciones de la literatura moderna de lengua española”, escribió Antonio Castro Leal en el prólogo a los dos tomos de la antología de novelas sobre esta etapa del país, publicadas por Editorial Aguilar en 1960.

Este tipo de obras, conocidas como la literatura de la Revolución mexicana, presenta una variedad en sus formas, desde las referencias autobiográficas hasta los relatos testimoniales, que aspiran a cierta mirada objetiva del suceso; están también aquellas con una esencia épica, que adopta al “pueblo” como protagonista; y otras que, por el contrario, tienen por protagonista a algún caudillo o soldado y cuya estructura se sustenta a partir de una acumulación de escenas, “como cuadros aislados de los momentos culminantes de una vida llena de sorpresas, como en un viaje o en una expedición, sin más organización y artificio que la que tienen los recuerdos que se van acumulando y superponiendo”, puntualiza Castro Leal.

Quizá por esto último la narrativa de la Revolución mexicana suele asociarse al género de la novela. Por mencionar algunas, se encuentran obras como Los de abajo, de Mariano Azuela; Tropa vieja de Francisco L. Urquizo; Se llevaron el cañón para Bachimba, de Rafael F. Muñoz, autor también de la novela Vámonos con Pancho Villa, adaptada después al cine bajo la dirección de Fernando de Fuentes.

Sin embargo, dentro de este conjunto de obras también hay cuentos destacables que en pocas páginas relatan la revolución y sus consecuencias en quienes la vivieron.

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El nombre de este escritor remite de inmediato a la novela Los de abajo, un clásico de la literatura nacional. Pero además de novelista, y médico en un campamento villista, Azuela escribió varios cuentos sobre la Revolución mexicana. “La nostalgia de mi coronel” es un relato anecdótico en el que Azuela hace una crítica social del sadismo dentro de las tropas revolucionarias.

“La fiesta de las balas”, Martín Luis Guzmán
Martín Luis Guzmán participó en la Revolución mexicana como asesor de Francisco Villa, y es uno de los autores más representativos de la narrativa de este acontecimiento histórico. “Si Mariano Azuela es, en mucho, el precursor del género narrativo de la Revolución mexicana, Martín Luis Guzmán es quien le aporta la dimensión estética magistral”, así lo presenta el escritor Edmundo Valadés, quien incluyó este cuento, que en realidad es un capítulo de la novela El águila y la serpiente, en el tercer tomo de la antología temática Los cuentos de ‘El cuento’. A lo largo de las páginas de “La fiesta de las balas”, el lector presenciará la ejecución de una tropa orozquista a manos de un solo hombre, Rodolfo Fierro, general de Francisco Villa. En 2017, durante un episodio del programa Café Chéjov, el escritor Julián Herbert comentó que el texto de Guzmán “es uno de los mejores cuentos de la literatura mexicana”.

“El fusilado”, José Vasconcelos
Junto a Martín Luis Guzmán, José Vasconcelos fue uno de los miembros del Ateneo de la Juventud con mayor participación activa en la Revolución mexicana, afiliándose al maderismo. “El fusilado” es un texto que, si bien toca un tema habitual en la literatura de la revolución —el fusilamiento, además narrado en primera persona, siguiendo las convenciones de este tipo de literatura—, introduce un elemento fantástico que da un giro interesante a la trama. El cuento forma parte del libro La sonata mágica, publicado en 1933.

“El hijo de la tiznada”, Carmen Báez
Carmen Báez es una autora michoacana injustamente olvidada. Nació un año antes del comienzo de la Revolución mexicana y vivió los primeros años de la infancia durante el conflicto. Quizás el origen de este texto se deba a esa experiencia. Se trata de un cuento de apenas tres páginas, en el que la autora desarrolla la historia de un fusilamiento desde la óptica inocente de una niña pequeña.

“Oro, caballo y hombre”, Rafael F. Muñoz
Muñoz es otro de los grandes narradores de la Revolución mexicana, además de periodista. La mayor parte de su obra literaria la dedicó a Francisco Villa y sus tropas. Es el autor de esta lista que tuvo una mayor producción de cuentos. En este relato narra la muerte del ya conocido Rodolfo Fierro, general villista, quien se niega a perder el oro que ha robado. Bajo esta premisa, en apariencia sencilla, Muñoz consigue un texto que mantiene la tensión narrativa hasta el final.

“El general Rueda”, Nellie Campobello
Escritora y bailarina, fue la única autora que Castro Leal incluyó en su antología de la novela de la revolución. A pesar de ello, durante mucho tiempo su obra no fue valorada como se merecía, aunque en la actualidad se le reconoce como una de las autoras fundamentales de la literatura breve del México del siglo XX. “El general Rueda” es un cuento de menos de tres páginas en el que la escritora narra la vida de una niña luego de que el general Rueda y su tropa irrumpen en su casa. Campobello se aleja de las convenciones de este tipo de obras, pues en Cartucho, libro de cuentos brevísimos y predecesor de los libros de minificción serial, la autora narra la Revolución mexicana desde la mirada de las mujeres y de las infancias.

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La Revolución mexicana fue el gran tema del arte nacional durante la primera parte del siglo XX. Entre las múltiples expresiones artísticas que plasmaron este suceso histórico, se encuentran novelas y cuentos. “Las obras narrativas que ha inspirado la Revolución mexicana forman una importante serie que, por la presentación viva de una realidad intensa y, en ocasiones, por la novedad de su técnica, es una de las más valiosas manifestaciones de la literatura moderna de lengua española”, escribió Antonio Castro Leal en el prólogo a los dos tomos de la antología de novelas sobre esta etapa del país, publicadas por Editorial Aguilar en 1960.

Este tipo de obras, conocidas como la literatura de la Revolución mexicana, presenta una variedad en sus formas, desde las referencias autobiográficas hasta los relatos testimoniales, que aspiran a cierta mirada objetiva del suceso; están también aquellas con una esencia épica, que adopta al “pueblo” como protagonista; y otras que, por el contrario, tienen por protagonista a algún caudillo o soldado y cuya estructura se sustenta a partir de una acumulación de escenas, “como cuadros aislados de los momentos culminantes de una vida llena de sorpresas, como en un viaje o en una expedición, sin más organización y artificio que la que tienen los recuerdos que se van acumulando y superponiendo”, puntualiza Castro Leal.

Quizá por esto último la narrativa de la Revolución mexicana suele asociarse al género de la novela. Por mencionar algunas, se encuentran obras como Los de abajo, de Mariano Azuela; Tropa vieja de Francisco L. Urquizo; Se llevaron el cañón para Bachimba, de Rafael F. Muñoz, autor también de la novela Vámonos con Pancho Villa, adaptada después al cine bajo la dirección de Fernando de Fuentes.

Sin embargo, dentro de este conjunto de obras también hay cuentos destacables que en pocas páginas relatan la revolución y sus consecuencias en quienes la vivieron.

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El nombre de este escritor remite de inmediato a la novela Los de abajo, un clásico de la literatura nacional. Pero además de novelista, y médico en un campamento villista, Azuela escribió varios cuentos sobre la Revolución mexicana. “La nostalgia de mi coronel” es un relato anecdótico en el que Azuela hace una crítica social del sadismo dentro de las tropas revolucionarias.

“La fiesta de las balas”, Martín Luis Guzmán
Martín Luis Guzmán participó en la Revolución mexicana como asesor de Francisco Villa, y es uno de los autores más representativos de la narrativa de este acontecimiento histórico. “Si Mariano Azuela es, en mucho, el precursor del género narrativo de la Revolución mexicana, Martín Luis Guzmán es quien le aporta la dimensión estética magistral”, así lo presenta el escritor Edmundo Valadés, quien incluyó este cuento, que en realidad es un capítulo de la novela El águila y la serpiente, en el tercer tomo de la antología temática Los cuentos de ‘El cuento’. A lo largo de las páginas de “La fiesta de las balas”, el lector presenciará la ejecución de una tropa orozquista a manos de un solo hombre, Rodolfo Fierro, general de Francisco Villa. En 2017, durante un episodio del programa Café Chéjov, el escritor Julián Herbert comentó que el texto de Guzmán “es uno de los mejores cuentos de la literatura mexicana”.

“El fusilado”, José Vasconcelos
Junto a Martín Luis Guzmán, José Vasconcelos fue uno de los miembros del Ateneo de la Juventud con mayor participación activa en la Revolución mexicana, afiliándose al maderismo. “El fusilado” es un texto que, si bien toca un tema habitual en la literatura de la revolución —el fusilamiento, además narrado en primera persona, siguiendo las convenciones de este tipo de literatura—, introduce un elemento fantástico que da un giro interesante a la trama. El cuento forma parte del libro La sonata mágica, publicado en 1933.

“El hijo de la tiznada”, Carmen Báez
Carmen Báez es una autora michoacana injustamente olvidada. Nació un año antes del comienzo de la Revolución mexicana y vivió los primeros años de la infancia durante el conflicto. Quizás el origen de este texto se deba a esa experiencia. Se trata de un cuento de apenas tres páginas, en el que la autora desarrolla la historia de un fusilamiento desde la óptica inocente de una niña pequeña.

“Oro, caballo y hombre”, Rafael F. Muñoz
Muñoz es otro de los grandes narradores de la Revolución mexicana, además de periodista. La mayor parte de su obra literaria la dedicó a Francisco Villa y sus tropas. Es el autor de esta lista que tuvo una mayor producción de cuentos. En este relato narra la muerte del ya conocido Rodolfo Fierro, general villista, quien se niega a perder el oro que ha robado. Bajo esta premisa, en apariencia sencilla, Muñoz consigue un texto que mantiene la tensión narrativa hasta el final.

“El general Rueda”, Nellie Campobello
Escritora y bailarina, fue la única autora que Castro Leal incluyó en su antología de la novela de la revolución. A pesar de ello, durante mucho tiempo su obra no fue valorada como se merecía, aunque en la actualidad se le reconoce como una de las autoras fundamentales de la literatura breve del México del siglo XX. “El general Rueda” es un cuento de menos de tres páginas en el que la escritora narra la vida de una niña luego de que el general Rueda y su tropa irrumpen en su casa. Campobello se aleja de las convenciones de este tipo de obras, pues en Cartucho, libro de cuentos brevísimos y predecesor de los libros de minificción serial, la autora narra la Revolución mexicana desde la mirada de las mujeres y de las infancias.

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La Revolución mexicana fue el gran tema del arte nacional durante la primera parte del siglo XX. Entre las múltiples expresiones artísticas que plasmaron este suceso histórico, se encuentran novelas y cuentos. “Las obras narrativas que ha inspirado la Revolución mexicana forman una importante serie que, por la presentación viva de una realidad intensa y, en ocasiones, por la novedad de su técnica, es una de las más valiosas manifestaciones de la literatura moderna de lengua española”, escribió Antonio Castro Leal en el prólogo a los dos tomos de la antología de novelas sobre esta etapa del país, publicadas por Editorial Aguilar en 1960.

Este tipo de obras, conocidas como la literatura de la Revolución mexicana, presenta una variedad en sus formas, desde las referencias autobiográficas hasta los relatos testimoniales, que aspiran a cierta mirada objetiva del suceso; están también aquellas con una esencia épica, que adopta al “pueblo” como protagonista; y otras que, por el contrario, tienen por protagonista a algún caudillo o soldado y cuya estructura se sustenta a partir de una acumulación de escenas, “como cuadros aislados de los momentos culminantes de una vida llena de sorpresas, como en un viaje o en una expedición, sin más organización y artificio que la que tienen los recuerdos que se van acumulando y superponiendo”, puntualiza Castro Leal.

Quizá por esto último la narrativa de la Revolución mexicana suele asociarse al género de la novela. Por mencionar algunas, se encuentran obras como Los de abajo, de Mariano Azuela; Tropa vieja de Francisco L. Urquizo; Se llevaron el cañón para Bachimba, de Rafael F. Muñoz, autor también de la novela Vámonos con Pancho Villa, adaptada después al cine bajo la dirección de Fernando de Fuentes.

Sin embargo, dentro de este conjunto de obras también hay cuentos destacables que en pocas páginas relatan la revolución y sus consecuencias en quienes la vivieron.

Ilustración de Fernanda Jiménez.

“La nostalgia de mi coronel”, Mariano Azuela
El nombre de este escritor remite de inmediato a la novela Los de abajo, un clásico de la literatura nacional. Pero además de novelista, y médico en un campamento villista, Azuela escribió varios cuentos sobre la Revolución mexicana. “La nostalgia de mi coronel” es un relato anecdótico en el que Azuela hace una crítica social del sadismo dentro de las tropas revolucionarias.

“La fiesta de las balas”, Martín Luis Guzmán
Martín Luis Guzmán participó en la Revolución mexicana como asesor de Francisco Villa, y es uno de los autores más representativos de la narrativa de este acontecimiento histórico. “Si Mariano Azuela es, en mucho, el precursor del género narrativo de la Revolución mexicana, Martín Luis Guzmán es quien le aporta la dimensión estética magistral”, así lo presenta el escritor Edmundo Valadés, quien incluyó este cuento, que en realidad es un capítulo de la novela El águila y la serpiente, en el tercer tomo de la antología temática Los cuentos de ‘El cuento’. A lo largo de las páginas de “La fiesta de las balas”, el lector presenciará la ejecución de una tropa orozquista a manos de un solo hombre, Rodolfo Fierro, general de Francisco Villa. En 2017, durante un episodio del programa Café Chéjov, el escritor Julián Herbert comentó que el texto de Guzmán “es uno de los mejores cuentos de la literatura mexicana”.

“El fusilado”, José Vasconcelos
Junto a Martín Luis Guzmán, José Vasconcelos fue uno de los miembros del Ateneo de la Juventud con mayor participación activa en la Revolución mexicana, afiliándose al maderismo. “El fusilado” es un texto que, si bien toca un tema habitual en la literatura de la revolución —el fusilamiento, además narrado en primera persona, siguiendo las convenciones de este tipo de literatura—, introduce un elemento fantástico que da un giro interesante a la trama. El cuento forma parte del libro La sonata mágica, publicado en 1933.

“El hijo de la tiznada”, Carmen Báez
Carmen Báez es una autora michoacana injustamente olvidada. Nació un año antes del comienzo de la Revolución mexicana y vivió los primeros años de la infancia durante el conflicto. Quizás el origen de este texto se deba a esa experiencia. Se trata de un cuento de apenas tres páginas, en el que la autora desarrolla la historia de un fusilamiento desde la óptica inocente de una niña pequeña.

“Oro, caballo y hombre”, Rafael F. Muñoz
Muñoz es otro de los grandes narradores de la Revolución mexicana, además de periodista. La mayor parte de su obra literaria la dedicó a Francisco Villa y sus tropas. Es el autor de esta lista que tuvo una mayor producción de cuentos. En este relato narra la muerte del ya conocido Rodolfo Fierro, general villista, quien se niega a perder el oro que ha robado. Bajo esta premisa, en apariencia sencilla, Muñoz consigue un texto que mantiene la tensión narrativa hasta el final.

“El general Rueda”, Nellie Campobello
Escritora y bailarina, fue la única autora que Castro Leal incluyó en su antología de la novela de la revolución. A pesar de ello, durante mucho tiempo su obra no fue valorada como se merecía, aunque en la actualidad se le reconoce como una de las autoras fundamentales de la literatura breve del México del siglo XX. “El general Rueda” es un cuento de menos de tres páginas en el que la escritora narra la vida de una niña luego de que el general Rueda y su tropa irrumpen en su casa. Campobello se aleja de las convenciones de este tipo de obras, pues en Cartucho, libro de cuentos brevísimos y predecesor de los libros de minificción serial, la autora narra la Revolución mexicana desde la mirada de las mujeres y de las infancias.

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