La serotonina es la moneda de cambio de la alegría. Casi podemos comprarla, imaginamos, con un par de zapatos, un lindo recuerdo, una pastilla (legal o ilegal). Nos dicen que es la hormona de la felicidad, de la amistad y de la sensación de bienestar. Pero aquí está la cosa: en la economía de la serotonina, la fábrica de billetes somos nosotros.
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