Años atrás los hermanos Mael se encontraron con Léos Carax en Cannes y le hablaron de un proyecto. Era la historia de un comediante de stand-up furibundo, macho, confrontativo, que se enamora de una muy admirada y delicada cantante de ópera. El resultado es Annette, disponible en Mubi a partir de este 26 de noviembre.
Some might find me
Borderline attractive from afar
But afar is not where I can stay
And there you are
-Johnny Delusional, FFS
“So may we start?”, me pregunta el encantador Ron Mael, con ese bigote apenas perceptible sobre sus labios afinados. La suya es una sonrisa que ha atravesado cinco décadas de música.
Sparks es una banda legendaria y al mismo tiempo poco apreciada. Recorrió el mundo inspirando a generaciones de músicos: dialogaron con el rock de The Kinks en Inglaterra, se aliaron con Giorgio Moroder para crear un sonido pop de sintetizadores en los ochenta, compusieron discos de ópera rock en los dosmiles y en 2015 hicieron equipo con Franz Ferdinand para formar FFS. Años después Edgar Wright les hizo un documental de más de dos horas y fueron parodiados por Paul McCartney. Por si fuera poco, recientemente abrieron el festival de Cannes con una película que escribieron para Léos Carax: Annette.
Pero este no es su primer acercamiento al cine. Hace años trataron de hacer una película con un Jacques Tati ya enfermo y cansado. El proyecto se derrumbó como un pastel flácido. Después, en los noventa, trabajaron durante seis años en una película musical basada en un manga. La iba a dirigir Tim Burton, pero a la mera hora, el director los abandonó. Ahora, por fin, están en la pantalla grande.
Annette, de cierta forma, es su merecida coronación y la película es una amalgama de todo lo que han hecho: una reinvención del rock que pasa por los sintetizadores para llegar a la grandilocuencia operística glam.
¿Qué puedo preguntarles en 15 minutos que abarque lo antes mencionado más sus 25 discos?
“Hemos intentado”, comenta Ron, “durante toda nuestra carrera, crear un musical. Porque tenemos tanta pasión por las películas como por la música”.
Cuando eran pequeños su padre los llevaba al cine, pero sin planearlo. Entraban a cualquier sala, espontáneamente, a la mitad de las películas, tratando de entender el argumento e inventando lo que se perdieron. Esto, alguna vez dijo Ron, fundamentó la manera en que luego escribirían sus canciones, que cuentan historias interrumpidas, torcidas. Los hermanos Mael escriben extraños dramas en los que ellos mismos son personajes y en los que el mundo y la música son su objeto de burla. No hay que olvidarlo, Ron y Russell son actores que dominan la sátira.
“Tenemos fe en la manera en que se conecta la música con las imágenes y al mismo tiempo creemos que hay una relación entre música e imágenes que no se ha explorado. En ese sentido, Annette es una reinvención de los musicales”, explica Ron.
Años atrás se encontraron con Carax en Cannes y le hablaron de un proyecto. Era la historia de un comediante de stand-up furibundo, macho, confrontativo, que se enamora de una muy admirada y delicada cantante de ópera.
“No hay nada en común entre ellos, más allá de que los dos son hermosos, claro. No entiendes por qué están juntos, pero te gusta que estén enamorados”, dice Russell. “Por supuesto, todo sale mal en esa relación y este amor condenado y su desarrollo problemático nos intriga”.
El cine de Carax es caprichoso, inquieto, libre en asociaciones y pasiones. El director controla de cerca lo que quiere y obtiene lo que busca.
“Estar en un proceso en el que tienes que entregar algo de control es muy diferente a lo que estamos acostumbrados. Sobre todo con un director tan fuerte y personal como Carax, pero fue una experiencia que, según nuestra apreciación, funcionó de manera hermosa. En todas las películas de Carax hay un elemento musical. Todas tienen al menos un segmento musical muy fuerte. Así que nos pareció algo muy natural que ahora hiciera un musical completo. No puedo hablar por él, pero creo que disfrutó el proceso”.
Como era de esperarse, el resultado es algo único. Las formas caprichosas y grandilocuentes de Carax se mezclan con una paleta sonora diversa en la que se juega con la ópera rock de Zappa en Joe’s Garage y las composiciones con leitmotif de Les Parapluies de Cherbourg de Jaques Demy.
“Queríamos exactamente eso”, explica Russell. “Tiene piezas que son más cercanas al rock, casi como canciones de Sparks (la canción del principio, So May we Start?), pero luego hay otras que son muy orquestadas. Hay piezas que casi son habladas, como un diálogo sobre un fondo rítmico. Nunca sentimos que tenía que haber coherencia en los estilos musicales. Queríamos, más bien, que la música de esta película creara un estilo propio”.
La conjunción de las imágenes de Carax, la fuerza física de la actuación de Driver y la música de Sparks crea, en efecto, algo inesperado. Si bien la idea detrás de la película es una reflexión más sobre los peligros de la fama, la realización de la cinta es muy distinta a lo que hemos visto antes: particularmente intrincada, autoconsciente y compleja.
Con la música de Sparks, la cámara de Carax parece siempre estar danzando. A veces con ritmo, a veces anárquicamente. Por momentos crea contrapicados imponentes para potenciar la brutalidad física de Adam Driver, para luego seguir una tormenta al ritmo de un vals. En otros, su cámara rodea a un conductor de orquesta con círculos claustrofóbicos.
Para el funcionamiento de una banda como Sparks y casi cualquier otra, sus personajes, su imagen, son esenciales. Su espectáculo trasciende lo auditivo. Así que el dúo comprende perfectamente las reglas de esta cinta, donde el mundo es un escenario y todos somos marionetas; marionetas del deseo, de la representación ajena, de las expectativas vacías que nos rodean.
En Annette hay dos tipos de intérpretes, el que se sacrifica en el escenario para salvar a su público (Marion Cotillard) y el que mata en el escenario para salvarse a sí mismo (Adam Driver).
“Hay algo muy visceral, por ejemplo, en la reacción del público hacia Henry y su comedia y no es una exageración. Hemos llegado a ver cosas mucho peores, a lo largo de los años, actuando en el escenario”, comenta Ron.
Annette también es una película sobre cómo consumimos productos culturales. Lo que propone Carax es, finalmente, que no hay una diferencia sustancial entre lo que se espera de una cantante de ópera y de un standupero vulgar. Como tampoco hay una clara oposición entre una pretendida “alta cultura” y los productos de entretenimiento popular.
“Nunca hemos sentido que la música pop sea una forma 'baja' de música frente a la pretendida 'altura' de otros géneros como la música clásica o el jazz”, dice Ron. “Yo pensaba que para 2021 ya habríamos dejado atrás esa falsa dicotomía entre el ‘arte elevado’ y el ‘bajo arte’, pero, al parecer, este prejuicio se mantiene”.
Para acabar una conversación que es demasiado breve, les hago la pregunta con la que siempre cierro mis entrevistas.
“¿Creen que el arte puede cambiar al mundo?”.
“Bueno, es una pregunta muy complicada”, dice entre risas Ron. “Creo que todo aquel que está haciendo algo que cree artísticamente válido, tiene en mente la idea de que puede cambiar el mundo, aunque sólo sea una fantasía. Pero aún en mis momentos más realistas, creo que el arte contribuye de alguna manera al cambio y hay algo muy político en hacer un arte que se niega a aceptar el statu quo. Si podemos inspirar a las personas, creo que podemos decir que logramos algo”.
Annette está disponible el Mubi a partir del 26 de noviembre.