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Alonso Arreola musicalizó un cuento de Juan José Arreola

La muerte nos aterra, intriga y a algunos hasta corteja. Tal vez por eso se ha convertido en un tema recurrente en el arte, la música o el cine, un sinnúmero de casos para reflexionar a través de obras, y no es difícil reunir a una cantidad enorme de famosos suicidas. Crear un diálogo creativo y no caer en una profunda crisis emocional es un gran reto para muchos creadores, y es justo lo que cuatro músicos mexicanos se han aventurado a realizar.

La Migala, una lectura suicida no es una fiesta ni un funeral. Concebida por el músico Alonso Arreola —todo un emblema del rock, conocido por sus colaboraciones con miembros de King Crimson, la banda de David Bowie, y la mera realeza del rock mexicano—, la obra parte de “La Migala”, el cuento del legendario (y abuelo de Alonso) Juan José Arreola. Esta puesta no se limita a musicalizar el cuento, sino que se torna en un híbrido de radionovela, concierto de covers, recital de poesía y performance. Arreola ha convocado a grandes exponentes de la música nacional, como a Denise Gutiérrez (voz de Hello Seahorse!), Juan Manuel Torreblanca y Sofía Mora (bajista y productora escénica de La Banderville, Masfaldas o Ernenek) a ser protagonistas, foleys y banda de apoyo a la vez, para crear en conjunto una historia a través de canciones de Joy Division, Lucha Reyes, Nirvana, Eugenio Toussaint y otros más, así como de poemas de Jorge Cuesta, Jaime Torres y Antonieta Rivas Mercado. El resultado es un espectáculo minimalista y expansivo, que tendrá sólo dos únicas funciones: el 7 de junio en el Foro del Tejedor en la Ciudad de México, y el 12 en el Teatro Juárez, en Guanajuato.

“La idea del suicidio me ha rondado desde siempre. No como un posible suicida; más bien me parece fascinante”, cuenta el bajista, quien hace hincapié en que tampoco buscó hacer una apología. “Platiqué con Sofía sobre buscar periódicos de la época [en que se publicó el cuento de Juan José Arreola] para ver cómo se narraba la muerte de suicidas”. De ahí comenzaron a trabajar, a desarrollar un programa de radio que pudiera acompañar la narrativa, creando una telaraña donde se entrelazan un locutor alcohólico (Arreola), un suicida en potencia (Torreblanca), Beatriz, el “amor imposible” (Gutiérrez), y una araña (Mora) tejedora del destino donde los personajes se encuentran atrapados, entre la derrota, el despecho y la soledad.

“Nunca había tenido una experiencia tan teatral”, dice Gutiérrez durante un ensayo en entrevista para Gatopardo. “Ha sido muy interesante que puedes entrar y salir de una historia a otra”. Mientras que para Torreblanca “hay algo muy lúdico, inocente o infantil en el ejercicio, como niños jugando. Pero en otro nivel. Es una obra con una materia prima muy dolorosa y profunda y llena de misterios. Eso hace que se genere una combinación de energías bien locas”.

“La fuerza de la palabra es lo que nos tiene a los cuatro sentados juntos en este momento, es algo muy importante para todos”, dice Mora sobre el motor fundamental de La Migala. “El ejercicio de entrar y salir de personajes nos confronta con el ser artístico”.

Los cuatro músicos coinciden en que al hablar de la pérdida y la ausencia, se está hablando de fuerzas poderosas. A veces no quieren enfrentarlo, les han costado trabajo los ensayos, pero han tenido grandes ocasiones donde ha sido un alivio ensayar. “Para nosotros es como un taller emocional”, añade Gutiérrez. Y aciertan que la puesta no sería la misma si no tuvieran un afecto más allá de lo artístico. Tal vez por eso se pueden aproximar a un tema tan emocional de una manera multifacética y sea también la razón, por parte del público, para presenciar este espectáculo.

Hay mucha vida dentro y alrededor de La Migala, aunque resulte irónico. “Todos tenemos problemas y la vida es muy difícil”, dice Arreola. “Podríamos estar muertos, pero todavía hay cosas por hacer”.

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La muerte nos aterra, intriga y a algunos hasta corteja. Tal vez por eso se ha convertido en un tema recurrente en el arte, la música o el cine, un sinnúmero de casos para reflexionar a través de obras, y no es difícil reunir a una cantidad enorme de famosos suicidas. Crear un diálogo creativo y no caer en una profunda crisis emocional es un gran reto para muchos creadores, y es justo lo que cuatro músicos mexicanos se han aventurado a realizar.

La Migala, una lectura suicida no es una fiesta ni un funeral. Concebida por el músico Alonso Arreola —todo un emblema del rock, conocido por sus colaboraciones con miembros de King Crimson, la banda de David Bowie, y la mera realeza del rock mexicano—, la obra parte de “La Migala”, el cuento del legendario (y abuelo de Alonso) Juan José Arreola. Esta puesta no se limita a musicalizar el cuento, sino que se torna en un híbrido de radionovela, concierto de covers, recital de poesía y performance. Arreola ha convocado a grandes exponentes de la música nacional, como a Denise Gutiérrez (voz de Hello Seahorse!), Juan Manuel Torreblanca y Sofía Mora (bajista y productora escénica de La Banderville, Masfaldas o Ernenek) a ser protagonistas, foleys y banda de apoyo a la vez, para crear en conjunto una historia a través de canciones de Joy Division, Lucha Reyes, Nirvana, Eugenio Toussaint y otros más, así como de poemas de Jorge Cuesta, Jaime Torres y Antonieta Rivas Mercado. El resultado es un espectáculo minimalista y expansivo, que tendrá sólo dos únicas funciones: el 7 de junio en el Foro del Tejedor en la Ciudad de México, y el 12 en el Teatro Juárez, en Guanajuato.

“La idea del suicidio me ha rondado desde siempre. No como un posible suicida; más bien me parece fascinante”, cuenta el bajista, quien hace hincapié en que tampoco buscó hacer una apología. “Platiqué con Sofía sobre buscar periódicos de la época [en que se publicó el cuento de Juan José Arreola] para ver cómo se narraba la muerte de suicidas”. De ahí comenzaron a trabajar, a desarrollar un programa de radio que pudiera acompañar la narrativa, creando una telaraña donde se entrelazan un locutor alcohólico (Arreola), un suicida en potencia (Torreblanca), Beatriz, el “amor imposible” (Gutiérrez), y una araña (Mora) tejedora del destino donde los personajes se encuentran atrapados, entre la derrota, el despecho y la soledad.

“Nunca había tenido una experiencia tan teatral”, dice Gutiérrez durante un ensayo en entrevista para Gatopardo. “Ha sido muy interesante que puedes entrar y salir de una historia a otra”. Mientras que para Torreblanca “hay algo muy lúdico, inocente o infantil en el ejercicio, como niños jugando. Pero en otro nivel. Es una obra con una materia prima muy dolorosa y profunda y llena de misterios. Eso hace que se genere una combinación de energías bien locas”.

“La fuerza de la palabra es lo que nos tiene a los cuatro sentados juntos en este momento, es algo muy importante para todos”, dice Mora sobre el motor fundamental de La Migala. “El ejercicio de entrar y salir de personajes nos confronta con el ser artístico”.

Los cuatro músicos coinciden en que al hablar de la pérdida y la ausencia, se está hablando de fuerzas poderosas. A veces no quieren enfrentarlo, les han costado trabajo los ensayos, pero han tenido grandes ocasiones donde ha sido un alivio ensayar. “Para nosotros es como un taller emocional”, añade Gutiérrez. Y aciertan que la puesta no sería la misma si no tuvieran un afecto más allá de lo artístico. Tal vez por eso se pueden aproximar a un tema tan emocional de una manera multifacética y sea también la razón, por parte del público, para presenciar este espectáculo.

Hay mucha vida dentro y alrededor de La Migala, aunque resulte irónico. “Todos tenemos problemas y la vida es muy difícil”, dice Arreola. “Podríamos estar muertos, pero todavía hay cosas por hacer”.

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La muerte nos aterra, intriga y a algunos hasta corteja. Tal vez por eso se ha convertido en un tema recurrente en el arte, la música o el cine, un sinnúmero de casos para reflexionar a través de obras, y no es difícil reunir a una cantidad enorme de famosos suicidas. Crear un diálogo creativo y no caer en una profunda crisis emocional es un gran reto para muchos creadores, y es justo lo que cuatro músicos mexicanos se han aventurado a realizar.

La Migala, una lectura suicida no es una fiesta ni un funeral. Concebida por el músico Alonso Arreola —todo un emblema del rock, conocido por sus colaboraciones con miembros de King Crimson, la banda de David Bowie, y la mera realeza del rock mexicano—, la obra parte de “La Migala”, el cuento del legendario (y abuelo de Alonso) Juan José Arreola. Esta puesta no se limita a musicalizar el cuento, sino que se torna en un híbrido de radionovela, concierto de covers, recital de poesía y performance. Arreola ha convocado a grandes exponentes de la música nacional, como a Denise Gutiérrez (voz de Hello Seahorse!), Juan Manuel Torreblanca y Sofía Mora (bajista y productora escénica de La Banderville, Masfaldas o Ernenek) a ser protagonistas, foleys y banda de apoyo a la vez, para crear en conjunto una historia a través de canciones de Joy Division, Lucha Reyes, Nirvana, Eugenio Toussaint y otros más, así como de poemas de Jorge Cuesta, Jaime Torres y Antonieta Rivas Mercado. El resultado es un espectáculo minimalista y expansivo, que tendrá sólo dos únicas funciones: el 7 de junio en el Foro del Tejedor en la Ciudad de México, y el 12 en el Teatro Juárez, en Guanajuato.

“La idea del suicidio me ha rondado desde siempre. No como un posible suicida; más bien me parece fascinante”, cuenta el bajista, quien hace hincapié en que tampoco buscó hacer una apología. “Platiqué con Sofía sobre buscar periódicos de la época [en que se publicó el cuento de Juan José Arreola] para ver cómo se narraba la muerte de suicidas”. De ahí comenzaron a trabajar, a desarrollar un programa de radio que pudiera acompañar la narrativa, creando una telaraña donde se entrelazan un locutor alcohólico (Arreola), un suicida en potencia (Torreblanca), Beatriz, el “amor imposible” (Gutiérrez), y una araña (Mora) tejedora del destino donde los personajes se encuentran atrapados, entre la derrota, el despecho y la soledad.

“Nunca había tenido una experiencia tan teatral”, dice Gutiérrez durante un ensayo en entrevista para Gatopardo. “Ha sido muy interesante que puedes entrar y salir de una historia a otra”. Mientras que para Torreblanca “hay algo muy lúdico, inocente o infantil en el ejercicio, como niños jugando. Pero en otro nivel. Es una obra con una materia prima muy dolorosa y profunda y llena de misterios. Eso hace que se genere una combinación de energías bien locas”.

“La fuerza de la palabra es lo que nos tiene a los cuatro sentados juntos en este momento, es algo muy importante para todos”, dice Mora sobre el motor fundamental de La Migala. “El ejercicio de entrar y salir de personajes nos confronta con el ser artístico”.

Los cuatro músicos coinciden en que al hablar de la pérdida y la ausencia, se está hablando de fuerzas poderosas. A veces no quieren enfrentarlo, les han costado trabajo los ensayos, pero han tenido grandes ocasiones donde ha sido un alivio ensayar. “Para nosotros es como un taller emocional”, añade Gutiérrez. Y aciertan que la puesta no sería la misma si no tuvieran un afecto más allá de lo artístico. Tal vez por eso se pueden aproximar a un tema tan emocional de una manera multifacética y sea también la razón, por parte del público, para presenciar este espectáculo.

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La muerte nos aterra, intriga y a algunos hasta corteja. Tal vez por eso se ha convertido en un tema recurrente en el arte, la música o el cine, un sinnúmero de casos para reflexionar a través de obras, y no es difícil reunir a una cantidad enorme de famosos suicidas. Crear un diálogo creativo y no caer en una profunda crisis emocional es un gran reto para muchos creadores, y es justo lo que cuatro músicos mexicanos se han aventurado a realizar.

La Migala, una lectura suicida no es una fiesta ni un funeral. Concebida por el músico Alonso Arreola —todo un emblema del rock, conocido por sus colaboraciones con miembros de King Crimson, la banda de David Bowie, y la mera realeza del rock mexicano—, la obra parte de “La Migala”, el cuento del legendario (y abuelo de Alonso) Juan José Arreola. Esta puesta no se limita a musicalizar el cuento, sino que se torna en un híbrido de radionovela, concierto de covers, recital de poesía y performance. Arreola ha convocado a grandes exponentes de la música nacional, como a Denise Gutiérrez (voz de Hello Seahorse!), Juan Manuel Torreblanca y Sofía Mora (bajista y productora escénica de La Banderville, Masfaldas o Ernenek) a ser protagonistas, foleys y banda de apoyo a la vez, para crear en conjunto una historia a través de canciones de Joy Division, Lucha Reyes, Nirvana, Eugenio Toussaint y otros más, así como de poemas de Jorge Cuesta, Jaime Torres y Antonieta Rivas Mercado. El resultado es un espectáculo minimalista y expansivo, que tendrá sólo dos únicas funciones: el 7 de junio en el Foro del Tejedor en la Ciudad de México, y el 12 en el Teatro Juárez, en Guanajuato.

“La idea del suicidio me ha rondado desde siempre. No como un posible suicida; más bien me parece fascinante”, cuenta el bajista, quien hace hincapié en que tampoco buscó hacer una apología. “Platiqué con Sofía sobre buscar periódicos de la época [en que se publicó el cuento de Juan José Arreola] para ver cómo se narraba la muerte de suicidas”. De ahí comenzaron a trabajar, a desarrollar un programa de radio que pudiera acompañar la narrativa, creando una telaraña donde se entrelazan un locutor alcohólico (Arreola), un suicida en potencia (Torreblanca), Beatriz, el “amor imposible” (Gutiérrez), y una araña (Mora) tejedora del destino donde los personajes se encuentran atrapados, entre la derrota, el despecho y la soledad.

“Nunca había tenido una experiencia tan teatral”, dice Gutiérrez durante un ensayo en entrevista para Gatopardo. “Ha sido muy interesante que puedes entrar y salir de una historia a otra”. Mientras que para Torreblanca “hay algo muy lúdico, inocente o infantil en el ejercicio, como niños jugando. Pero en otro nivel. Es una obra con una materia prima muy dolorosa y profunda y llena de misterios. Eso hace que se genere una combinación de energías bien locas”.

“La fuerza de la palabra es lo que nos tiene a los cuatro sentados juntos en este momento, es algo muy importante para todos”, dice Mora sobre el motor fundamental de La Migala. “El ejercicio de entrar y salir de personajes nos confronta con el ser artístico”.

Los cuatro músicos coinciden en que al hablar de la pérdida y la ausencia, se está hablando de fuerzas poderosas. A veces no quieren enfrentarlo, les han costado trabajo los ensayos, pero han tenido grandes ocasiones donde ha sido un alivio ensayar. “Para nosotros es como un taller emocional”, añade Gutiérrez. Y aciertan que la puesta no sería la misma si no tuvieran un afecto más allá de lo artístico. Tal vez por eso se pueden aproximar a un tema tan emocional de una manera multifacética y sea también la razón, por parte del público, para presenciar este espectáculo.

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La muerte nos aterra, intriga y a algunos hasta corteja. Tal vez por eso se ha convertido en un tema recurrente en el arte, la música o el cine, un sinnúmero de casos para reflexionar a través de obras, y no es difícil reunir a una cantidad enorme de famosos suicidas. Crear un diálogo creativo y no caer en una profunda crisis emocional es un gran reto para muchos creadores, y es justo lo que cuatro músicos mexicanos se han aventurado a realizar.

La Migala, una lectura suicida no es una fiesta ni un funeral. Concebida por el músico Alonso Arreola —todo un emblema del rock, conocido por sus colaboraciones con miembros de King Crimson, la banda de David Bowie, y la mera realeza del rock mexicano—, la obra parte de “La Migala”, el cuento del legendario (y abuelo de Alonso) Juan José Arreola. Esta puesta no se limita a musicalizar el cuento, sino que se torna en un híbrido de radionovela, concierto de covers, recital de poesía y performance. Arreola ha convocado a grandes exponentes de la música nacional, como a Denise Gutiérrez (voz de Hello Seahorse!), Juan Manuel Torreblanca y Sofía Mora (bajista y productora escénica de La Banderville, Masfaldas o Ernenek) a ser protagonistas, foleys y banda de apoyo a la vez, para crear en conjunto una historia a través de canciones de Joy Division, Lucha Reyes, Nirvana, Eugenio Toussaint y otros más, así como de poemas de Jorge Cuesta, Jaime Torres y Antonieta Rivas Mercado. El resultado es un espectáculo minimalista y expansivo, que tendrá sólo dos únicas funciones: el 7 de junio en el Foro del Tejedor en la Ciudad de México, y el 12 en el Teatro Juárez, en Guanajuato.

“La idea del suicidio me ha rondado desde siempre. No como un posible suicida; más bien me parece fascinante”, cuenta el bajista, quien hace hincapié en que tampoco buscó hacer una apología. “Platiqué con Sofía sobre buscar periódicos de la época [en que se publicó el cuento de Juan José Arreola] para ver cómo se narraba la muerte de suicidas”. De ahí comenzaron a trabajar, a desarrollar un programa de radio que pudiera acompañar la narrativa, creando una telaraña donde se entrelazan un locutor alcohólico (Arreola), un suicida en potencia (Torreblanca), Beatriz, el “amor imposible” (Gutiérrez), y una araña (Mora) tejedora del destino donde los personajes se encuentran atrapados, entre la derrota, el despecho y la soledad.

“Nunca había tenido una experiencia tan teatral”, dice Gutiérrez durante un ensayo en entrevista para Gatopardo. “Ha sido muy interesante que puedes entrar y salir de una historia a otra”. Mientras que para Torreblanca “hay algo muy lúdico, inocente o infantil en el ejercicio, como niños jugando. Pero en otro nivel. Es una obra con una materia prima muy dolorosa y profunda y llena de misterios. Eso hace que se genere una combinación de energías bien locas”.

“La fuerza de la palabra es lo que nos tiene a los cuatro sentados juntos en este momento, es algo muy importante para todos”, dice Mora sobre el motor fundamental de La Migala. “El ejercicio de entrar y salir de personajes nos confronta con el ser artístico”.

Los cuatro músicos coinciden en que al hablar de la pérdida y la ausencia, se está hablando de fuerzas poderosas. A veces no quieren enfrentarlo, les han costado trabajo los ensayos, pero han tenido grandes ocasiones donde ha sido un alivio ensayar. “Para nosotros es como un taller emocional”, añade Gutiérrez. Y aciertan que la puesta no sería la misma si no tuvieran un afecto más allá de lo artístico. Tal vez por eso se pueden aproximar a un tema tan emocional de una manera multifacética y sea también la razón, por parte del público, para presenciar este espectáculo.

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La Migala, una lectura suicida no es una fiesta ni un funeral. Concebida por el músico Alonso Arreola —todo un emblema del rock, conocido por sus colaboraciones con miembros de King Crimson, la banda de David Bowie, y la mera realeza del rock mexicano—, la obra parte de “La Migala”, el cuento del legendario (y abuelo de Alonso) Juan José Arreola. Esta puesta no se limita a musicalizar el cuento, sino que se torna en un híbrido de radionovela, concierto de covers, recital de poesía y performance. Arreola ha convocado a grandes exponentes de la música nacional, como a Denise Gutiérrez (voz de Hello Seahorse!), Juan Manuel Torreblanca y Sofía Mora (bajista y productora escénica de La Banderville, Masfaldas o Ernenek) a ser protagonistas, foleys y banda de apoyo a la vez, para crear en conjunto una historia a través de canciones de Joy Division, Lucha Reyes, Nirvana, Eugenio Toussaint y otros más, así como de poemas de Jorge Cuesta, Jaime Torres y Antonieta Rivas Mercado. El resultado es un espectáculo minimalista y expansivo, que tendrá sólo dos únicas funciones: el 7 de junio en el Foro del Tejedor en la Ciudad de México, y el 12 en el Teatro Juárez, en Guanajuato.

“La idea del suicidio me ha rondado desde siempre. No como un posible suicida; más bien me parece fascinante”, cuenta el bajista, quien hace hincapié en que tampoco buscó hacer una apología. “Platiqué con Sofía sobre buscar periódicos de la época [en que se publicó el cuento de Juan José Arreola] para ver cómo se narraba la muerte de suicidas”. De ahí comenzaron a trabajar, a desarrollar un programa de radio que pudiera acompañar la narrativa, creando una telaraña donde se entrelazan un locutor alcohólico (Arreola), un suicida en potencia (Torreblanca), Beatriz, el “amor imposible” (Gutiérrez), y una araña (Mora) tejedora del destino donde los personajes se encuentran atrapados, entre la derrota, el despecho y la soledad.

“Nunca había tenido una experiencia tan teatral”, dice Gutiérrez durante un ensayo en entrevista para Gatopardo. “Ha sido muy interesante que puedes entrar y salir de una historia a otra”. Mientras que para Torreblanca “hay algo muy lúdico, inocente o infantil en el ejercicio, como niños jugando. Pero en otro nivel. Es una obra con una materia prima muy dolorosa y profunda y llena de misterios. Eso hace que se genere una combinación de energías bien locas”.

“La fuerza de la palabra es lo que nos tiene a los cuatro sentados juntos en este momento, es algo muy importante para todos”, dice Mora sobre el motor fundamental de La Migala. “El ejercicio de entrar y salir de personajes nos confronta con el ser artístico”.

Los cuatro músicos coinciden en que al hablar de la pérdida y la ausencia, se está hablando de fuerzas poderosas. A veces no quieren enfrentarlo, les han costado trabajo los ensayos, pero han tenido grandes ocasiones donde ha sido un alivio ensayar. “Para nosotros es como un taller emocional”, añade Gutiérrez. Y aciertan que la puesta no sería la misma si no tuvieran un afecto más allá de lo artístico. Tal vez por eso se pueden aproximar a un tema tan emocional de una manera multifacética y sea también la razón, por parte del público, para presenciar este espectáculo.

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