Durante meses recientes, la lucha en contra de la violencia sexual ha dado mucho de qué hablar en México. En este contexto llega a la pantalla grande Me quedo contigo, del cineasta y artista plástico Artemio Narro, cinta que explora un cuestionamiento interesante: ¿qué pasaría en la sociedad si se intercambiaran los papeles de víctimas y victimarios en un caso emblemáticos de violencia de género en México? Pese a que Narro, autodenominado “hacedor de cosas”, se ha caracterizado por trabajar un filtro de humor e ironía en su obra, experimentando con toda clase de soportes, nunca antes había logrado un resultado tan crudo como el de Me quedo contigo. La idea de contar una historia en la que se invierten los roles de género respecto a una situación de violencia específica surgió de su participación en “Proyecto Juárez”, una exhibición orientada a hacer conciencia sobre las mujeres desaparecidas y asesinadas en aquella ciudad fronteriza. “ dialogaba mucho con Antonio de la Rosa, un artista español con el que discutía la situación de las estructuras de poder, los feminicidios y pues nos clavamos mucho con el tema”, explica Artemio Narro en entrevista con Gatopardo. Con la violencia y las estructuras de poder como temas recurrentes en su obra plástica, Narro se preguntó qué sucedería si los hombres se convertían en víctimas. “Para mí era importante plantear el hecho de que como especie somos igualmente capaces de ejercer el poder y la violencia”, agrega el ahora cineasta, quien no quería hacer una película más sobre roles de género, sino algo enfocado en la humanidad como especie. Con el apoyo de Renato Ornelas –productor de Me quedo contigo– y algunos amigos del ambiente artístico, Artemio Narro echó a andar la producción de se debut cinematográfico. Con una minúscula participación de Diego Luna como Esteban y José María de Tavira como su mejor amigo, Me quedo contigo aparenta ser una historia de amor convencional que, sin embargo, da un giro temático radical que deja atónito al espectador. El peso histriónico recae en sus protagonistas femeninas (Ximena Rubio, Flor Edwarda, Anajosé Aldrete y la española Beatriz Arjona), quienes se apoderan de la pantalla para mostrar ángulos insospechados de la crueldad humana. En un juego que busca demostrar hasta dónde llega la impunidad en México, Artemio Narro logra una cinta en donde audiencia y personajes pierden la cordura. “Siento que estuvimos en una especie de burbuja de enloquecimiento todos juntos, sin ella no habría sido posible transmitir lo que logramos”, explica el director. La víctima de este banquete de violencia es el Vaquero –interpretado por el actor Iván Arana–, un hombre joven que, sin proponérselo, se convierte en el blanco de la catarsis de un grupo de mujeres a quienes se les pasa la mano en la borrachera. Lo que comienza como una noche de fiesta se transforma en una pesadilla para el Vaquero, que tras perder la conciencia por los excesos de la noche despierta desnudo, atado a un tubo, a merced de sus captoras. “A mí me tocaba la parte vulnerable, la parte de estar aguantando”, explica Arana, para quien el proceso de filmación tuvo mucho de resistencia física, ya que a veces sus compañeras se metían tanto en el personaje, que dejaban de medir la fuerza de sus golpes. “Les pedía que me cuidaran, pero ¡qué bueno que no me pelaron! Ahora veo la película y hay escenas en las que realmente ya estoy molesto, pero sin ellas no se habría logrado ”. La forma cruda de Narro de poner la violencia en pantalla hace que Me quedo contigo coquetee con un caos visual que dificulta el disfrute de la cinta. Esto también ha determinado su paso más de 30 festivales internacionales. “Para una película de esta naturaleza es bastante, ha estado en festivales de todo tipo, desde los muy serios como es el caso de Rotterdam y el Festival de Taipei, o en festivales de terror como Slasher Film Festival en Austria. Incluso ha sido catalogada como Cinema Queer en Lisboa y participamos en el de Cine Porno de Berlín”, dice Narro. Me quedo contigo es un claro reclamo ante la actual percepción de la violencia y el grado al que en México y el mundo se ha normalizado la brutalidad como algo cotidiano, que ya no provoca sorpresa. A pesar del juego de cambio de roles y de la inspiración detrás de la idea original, Narro asegura que no se trata de una película feminista, sino de demostrar que el poder puede dañar a cualquiera, que el ser humano finalmente es un animal.
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“Me quedo contigo”, de Artemio Narro, explora la brutalidad humana desde la violencia de género.
Durante meses recientes, la lucha en contra de la violencia sexual ha dado mucho de qué hablar en México. En este contexto llega a la pantalla grande Me quedo contigo, del cineasta y artista plástico Artemio Narro, cinta que explora un cuestionamiento interesante: ¿qué pasaría en la sociedad si se intercambiaran los papeles de víctimas y victimarios en un caso emblemáticos de violencia de género en México? Pese a que Narro, autodenominado “hacedor de cosas”, se ha caracterizado por trabajar un filtro de humor e ironía en su obra, experimentando con toda clase de soportes, nunca antes había logrado un resultado tan crudo como el de Me quedo contigo. La idea de contar una historia en la que se invierten los roles de género respecto a una situación de violencia específica surgió de su participación en “Proyecto Juárez”, una exhibición orientada a hacer conciencia sobre las mujeres desaparecidas y asesinadas en aquella ciudad fronteriza. “ dialogaba mucho con Antonio de la Rosa, un artista español con el que discutía la situación de las estructuras de poder, los feminicidios y pues nos clavamos mucho con el tema”, explica Artemio Narro en entrevista con Gatopardo. Con la violencia y las estructuras de poder como temas recurrentes en su obra plástica, Narro se preguntó qué sucedería si los hombres se convertían en víctimas. “Para mí era importante plantear el hecho de que como especie somos igualmente capaces de ejercer el poder y la violencia”, agrega el ahora cineasta, quien no quería hacer una película más sobre roles de género, sino algo enfocado en la humanidad como especie. Con el apoyo de Renato Ornelas –productor de Me quedo contigo– y algunos amigos del ambiente artístico, Artemio Narro echó a andar la producción de se debut cinematográfico. Con una minúscula participación de Diego Luna como Esteban y José María de Tavira como su mejor amigo, Me quedo contigo aparenta ser una historia de amor convencional que, sin embargo, da un giro temático radical que deja atónito al espectador. El peso histriónico recae en sus protagonistas femeninas (Ximena Rubio, Flor Edwarda, Anajosé Aldrete y la española Beatriz Arjona), quienes se apoderan de la pantalla para mostrar ángulos insospechados de la crueldad humana. En un juego que busca demostrar hasta dónde llega la impunidad en México, Artemio Narro logra una cinta en donde audiencia y personajes pierden la cordura. “Siento que estuvimos en una especie de burbuja de enloquecimiento todos juntos, sin ella no habría sido posible transmitir lo que logramos”, explica el director. La víctima de este banquete de violencia es el Vaquero –interpretado por el actor Iván Arana–, un hombre joven que, sin proponérselo, se convierte en el blanco de la catarsis de un grupo de mujeres a quienes se les pasa la mano en la borrachera. Lo que comienza como una noche de fiesta se transforma en una pesadilla para el Vaquero, que tras perder la conciencia por los excesos de la noche despierta desnudo, atado a un tubo, a merced de sus captoras. “A mí me tocaba la parte vulnerable, la parte de estar aguantando”, explica Arana, para quien el proceso de filmación tuvo mucho de resistencia física, ya que a veces sus compañeras se metían tanto en el personaje, que dejaban de medir la fuerza de sus golpes. “Les pedía que me cuidaran, pero ¡qué bueno que no me pelaron! Ahora veo la película y hay escenas en las que realmente ya estoy molesto, pero sin ellas no se habría logrado ”. La forma cruda de Narro de poner la violencia en pantalla hace que Me quedo contigo coquetee con un caos visual que dificulta el disfrute de la cinta. Esto también ha determinado su paso más de 30 festivales internacionales. “Para una película de esta naturaleza es bastante, ha estado en festivales de todo tipo, desde los muy serios como es el caso de Rotterdam y el Festival de Taipei, o en festivales de terror como Slasher Film Festival en Austria. Incluso ha sido catalogada como Cinema Queer en Lisboa y participamos en el de Cine Porno de Berlín”, dice Narro. Me quedo contigo es un claro reclamo ante la actual percepción de la violencia y el grado al que en México y el mundo se ha normalizado la brutalidad como algo cotidiano, que ya no provoca sorpresa. A pesar del juego de cambio de roles y de la inspiración detrás de la idea original, Narro asegura que no se trata de una película feminista, sino de demostrar que el poder puede dañar a cualquiera, que el ser humano finalmente es un animal.
“Me quedo contigo”, de Artemio Narro, explora la brutalidad humana desde la violencia de género.
Durante meses recientes, la lucha en contra de la violencia sexual ha dado mucho de qué hablar en México. En este contexto llega a la pantalla grande Me quedo contigo, del cineasta y artista plástico Artemio Narro, cinta que explora un cuestionamiento interesante: ¿qué pasaría en la sociedad si se intercambiaran los papeles de víctimas y victimarios en un caso emblemáticos de violencia de género en México? Pese a que Narro, autodenominado “hacedor de cosas”, se ha caracterizado por trabajar un filtro de humor e ironía en su obra, experimentando con toda clase de soportes, nunca antes había logrado un resultado tan crudo como el de Me quedo contigo. La idea de contar una historia en la que se invierten los roles de género respecto a una situación de violencia específica surgió de su participación en “Proyecto Juárez”, una exhibición orientada a hacer conciencia sobre las mujeres desaparecidas y asesinadas en aquella ciudad fronteriza. “ dialogaba mucho con Antonio de la Rosa, un artista español con el que discutía la situación de las estructuras de poder, los feminicidios y pues nos clavamos mucho con el tema”, explica Artemio Narro en entrevista con Gatopardo. Con la violencia y las estructuras de poder como temas recurrentes en su obra plástica, Narro se preguntó qué sucedería si los hombres se convertían en víctimas. “Para mí era importante plantear el hecho de que como especie somos igualmente capaces de ejercer el poder y la violencia”, agrega el ahora cineasta, quien no quería hacer una película más sobre roles de género, sino algo enfocado en la humanidad como especie. Con el apoyo de Renato Ornelas –productor de Me quedo contigo– y algunos amigos del ambiente artístico, Artemio Narro echó a andar la producción de se debut cinematográfico. Con una minúscula participación de Diego Luna como Esteban y José María de Tavira como su mejor amigo, Me quedo contigo aparenta ser una historia de amor convencional que, sin embargo, da un giro temático radical que deja atónito al espectador. El peso histriónico recae en sus protagonistas femeninas (Ximena Rubio, Flor Edwarda, Anajosé Aldrete y la española Beatriz Arjona), quienes se apoderan de la pantalla para mostrar ángulos insospechados de la crueldad humana. En un juego que busca demostrar hasta dónde llega la impunidad en México, Artemio Narro logra una cinta en donde audiencia y personajes pierden la cordura. “Siento que estuvimos en una especie de burbuja de enloquecimiento todos juntos, sin ella no habría sido posible transmitir lo que logramos”, explica el director. La víctima de este banquete de violencia es el Vaquero –interpretado por el actor Iván Arana–, un hombre joven que, sin proponérselo, se convierte en el blanco de la catarsis de un grupo de mujeres a quienes se les pasa la mano en la borrachera. Lo que comienza como una noche de fiesta se transforma en una pesadilla para el Vaquero, que tras perder la conciencia por los excesos de la noche despierta desnudo, atado a un tubo, a merced de sus captoras. “A mí me tocaba la parte vulnerable, la parte de estar aguantando”, explica Arana, para quien el proceso de filmación tuvo mucho de resistencia física, ya que a veces sus compañeras se metían tanto en el personaje, que dejaban de medir la fuerza de sus golpes. “Les pedía que me cuidaran, pero ¡qué bueno que no me pelaron! Ahora veo la película y hay escenas en las que realmente ya estoy molesto, pero sin ellas no se habría logrado ”. La forma cruda de Narro de poner la violencia en pantalla hace que Me quedo contigo coquetee con un caos visual que dificulta el disfrute de la cinta. Esto también ha determinado su paso más de 30 festivales internacionales. “Para una película de esta naturaleza es bastante, ha estado en festivales de todo tipo, desde los muy serios como es el caso de Rotterdam y el Festival de Taipei, o en festivales de terror como Slasher Film Festival en Austria. Incluso ha sido catalogada como Cinema Queer en Lisboa y participamos en el de Cine Porno de Berlín”, dice Narro. Me quedo contigo es un claro reclamo ante la actual percepción de la violencia y el grado al que en México y el mundo se ha normalizado la brutalidad como algo cotidiano, que ya no provoca sorpresa. A pesar del juego de cambio de roles y de la inspiración detrás de la idea original, Narro asegura que no se trata de una película feminista, sino de demostrar que el poder puede dañar a cualquiera, que el ser humano finalmente es un animal.
“Me quedo contigo”, de Artemio Narro, explora la brutalidad humana desde la violencia de género.
Durante meses recientes, la lucha en contra de la violencia sexual ha dado mucho de qué hablar en México. En este contexto llega a la pantalla grande Me quedo contigo, del cineasta y artista plástico Artemio Narro, cinta que explora un cuestionamiento interesante: ¿qué pasaría en la sociedad si se intercambiaran los papeles de víctimas y victimarios en un caso emblemáticos de violencia de género en México? Pese a que Narro, autodenominado “hacedor de cosas”, se ha caracterizado por trabajar un filtro de humor e ironía en su obra, experimentando con toda clase de soportes, nunca antes había logrado un resultado tan crudo como el de Me quedo contigo. La idea de contar una historia en la que se invierten los roles de género respecto a una situación de violencia específica surgió de su participación en “Proyecto Juárez”, una exhibición orientada a hacer conciencia sobre las mujeres desaparecidas y asesinadas en aquella ciudad fronteriza. “ dialogaba mucho con Antonio de la Rosa, un artista español con el que discutía la situación de las estructuras de poder, los feminicidios y pues nos clavamos mucho con el tema”, explica Artemio Narro en entrevista con Gatopardo. Con la violencia y las estructuras de poder como temas recurrentes en su obra plástica, Narro se preguntó qué sucedería si los hombres se convertían en víctimas. “Para mí era importante plantear el hecho de que como especie somos igualmente capaces de ejercer el poder y la violencia”, agrega el ahora cineasta, quien no quería hacer una película más sobre roles de género, sino algo enfocado en la humanidad como especie. Con el apoyo de Renato Ornelas –productor de Me quedo contigo– y algunos amigos del ambiente artístico, Artemio Narro echó a andar la producción de se debut cinematográfico. Con una minúscula participación de Diego Luna como Esteban y José María de Tavira como su mejor amigo, Me quedo contigo aparenta ser una historia de amor convencional que, sin embargo, da un giro temático radical que deja atónito al espectador. El peso histriónico recae en sus protagonistas femeninas (Ximena Rubio, Flor Edwarda, Anajosé Aldrete y la española Beatriz Arjona), quienes se apoderan de la pantalla para mostrar ángulos insospechados de la crueldad humana. En un juego que busca demostrar hasta dónde llega la impunidad en México, Artemio Narro logra una cinta en donde audiencia y personajes pierden la cordura. “Siento que estuvimos en una especie de burbuja de enloquecimiento todos juntos, sin ella no habría sido posible transmitir lo que logramos”, explica el director. La víctima de este banquete de violencia es el Vaquero –interpretado por el actor Iván Arana–, un hombre joven que, sin proponérselo, se convierte en el blanco de la catarsis de un grupo de mujeres a quienes se les pasa la mano en la borrachera. Lo que comienza como una noche de fiesta se transforma en una pesadilla para el Vaquero, que tras perder la conciencia por los excesos de la noche despierta desnudo, atado a un tubo, a merced de sus captoras. “A mí me tocaba la parte vulnerable, la parte de estar aguantando”, explica Arana, para quien el proceso de filmación tuvo mucho de resistencia física, ya que a veces sus compañeras se metían tanto en el personaje, que dejaban de medir la fuerza de sus golpes. “Les pedía que me cuidaran, pero ¡qué bueno que no me pelaron! Ahora veo la película y hay escenas en las que realmente ya estoy molesto, pero sin ellas no se habría logrado ”. La forma cruda de Narro de poner la violencia en pantalla hace que Me quedo contigo coquetee con un caos visual que dificulta el disfrute de la cinta. Esto también ha determinado su paso más de 30 festivales internacionales. “Para una película de esta naturaleza es bastante, ha estado en festivales de todo tipo, desde los muy serios como es el caso de Rotterdam y el Festival de Taipei, o en festivales de terror como Slasher Film Festival en Austria. Incluso ha sido catalogada como Cinema Queer en Lisboa y participamos en el de Cine Porno de Berlín”, dice Narro. Me quedo contigo es un claro reclamo ante la actual percepción de la violencia y el grado al que en México y el mundo se ha normalizado la brutalidad como algo cotidiano, que ya no provoca sorpresa. A pesar del juego de cambio de roles y de la inspiración detrás de la idea original, Narro asegura que no se trata de una película feminista, sino de demostrar que el poder puede dañar a cualquiera, que el ser humano finalmente es un animal.
“Me quedo contigo”, de Artemio Narro, explora la brutalidad humana desde la violencia de género.
Durante meses recientes, la lucha en contra de la violencia sexual ha dado mucho de qué hablar en México. En este contexto llega a la pantalla grande Me quedo contigo, del cineasta y artista plástico Artemio Narro, cinta que explora un cuestionamiento interesante: ¿qué pasaría en la sociedad si se intercambiaran los papeles de víctimas y victimarios en un caso emblemáticos de violencia de género en México? Pese a que Narro, autodenominado “hacedor de cosas”, se ha caracterizado por trabajar un filtro de humor e ironía en su obra, experimentando con toda clase de soportes, nunca antes había logrado un resultado tan crudo como el de Me quedo contigo. La idea de contar una historia en la que se invierten los roles de género respecto a una situación de violencia específica surgió de su participación en “Proyecto Juárez”, una exhibición orientada a hacer conciencia sobre las mujeres desaparecidas y asesinadas en aquella ciudad fronteriza. “ dialogaba mucho con Antonio de la Rosa, un artista español con el que discutía la situación de las estructuras de poder, los feminicidios y pues nos clavamos mucho con el tema”, explica Artemio Narro en entrevista con Gatopardo. Con la violencia y las estructuras de poder como temas recurrentes en su obra plástica, Narro se preguntó qué sucedería si los hombres se convertían en víctimas. “Para mí era importante plantear el hecho de que como especie somos igualmente capaces de ejercer el poder y la violencia”, agrega el ahora cineasta, quien no quería hacer una película más sobre roles de género, sino algo enfocado en la humanidad como especie. Con el apoyo de Renato Ornelas –productor de Me quedo contigo– y algunos amigos del ambiente artístico, Artemio Narro echó a andar la producción de se debut cinematográfico. Con una minúscula participación de Diego Luna como Esteban y José María de Tavira como su mejor amigo, Me quedo contigo aparenta ser una historia de amor convencional que, sin embargo, da un giro temático radical que deja atónito al espectador. El peso histriónico recae en sus protagonistas femeninas (Ximena Rubio, Flor Edwarda, Anajosé Aldrete y la española Beatriz Arjona), quienes se apoderan de la pantalla para mostrar ángulos insospechados de la crueldad humana. En un juego que busca demostrar hasta dónde llega la impunidad en México, Artemio Narro logra una cinta en donde audiencia y personajes pierden la cordura. “Siento que estuvimos en una especie de burbuja de enloquecimiento todos juntos, sin ella no habría sido posible transmitir lo que logramos”, explica el director. La víctima de este banquete de violencia es el Vaquero –interpretado por el actor Iván Arana–, un hombre joven que, sin proponérselo, se convierte en el blanco de la catarsis de un grupo de mujeres a quienes se les pasa la mano en la borrachera. Lo que comienza como una noche de fiesta se transforma en una pesadilla para el Vaquero, que tras perder la conciencia por los excesos de la noche despierta desnudo, atado a un tubo, a merced de sus captoras. “A mí me tocaba la parte vulnerable, la parte de estar aguantando”, explica Arana, para quien el proceso de filmación tuvo mucho de resistencia física, ya que a veces sus compañeras se metían tanto en el personaje, que dejaban de medir la fuerza de sus golpes. “Les pedía que me cuidaran, pero ¡qué bueno que no me pelaron! Ahora veo la película y hay escenas en las que realmente ya estoy molesto, pero sin ellas no se habría logrado ”. La forma cruda de Narro de poner la violencia en pantalla hace que Me quedo contigo coquetee con un caos visual que dificulta el disfrute de la cinta. Esto también ha determinado su paso más de 30 festivales internacionales. “Para una película de esta naturaleza es bastante, ha estado en festivales de todo tipo, desde los muy serios como es el caso de Rotterdam y el Festival de Taipei, o en festivales de terror como Slasher Film Festival en Austria. Incluso ha sido catalogada como Cinema Queer en Lisboa y participamos en el de Cine Porno de Berlín”, dice Narro. Me quedo contigo es un claro reclamo ante la actual percepción de la violencia y el grado al que en México y el mundo se ha normalizado la brutalidad como algo cotidiano, que ya no provoca sorpresa. A pesar del juego de cambio de roles y de la inspiración detrás de la idea original, Narro asegura que no se trata de una película feminista, sino de demostrar que el poder puede dañar a cualquiera, que el ser humano finalmente es un animal.
Durante meses recientes, la lucha en contra de la violencia sexual ha dado mucho de qué hablar en México. En este contexto llega a la pantalla grande Me quedo contigo, del cineasta y artista plástico Artemio Narro, cinta que explora un cuestionamiento interesante: ¿qué pasaría en la sociedad si se intercambiaran los papeles de víctimas y victimarios en un caso emblemáticos de violencia de género en México? Pese a que Narro, autodenominado “hacedor de cosas”, se ha caracterizado por trabajar un filtro de humor e ironía en su obra, experimentando con toda clase de soportes, nunca antes había logrado un resultado tan crudo como el de Me quedo contigo. La idea de contar una historia en la que se invierten los roles de género respecto a una situación de violencia específica surgió de su participación en “Proyecto Juárez”, una exhibición orientada a hacer conciencia sobre las mujeres desaparecidas y asesinadas en aquella ciudad fronteriza. “ dialogaba mucho con Antonio de la Rosa, un artista español con el que discutía la situación de las estructuras de poder, los feminicidios y pues nos clavamos mucho con el tema”, explica Artemio Narro en entrevista con Gatopardo. Con la violencia y las estructuras de poder como temas recurrentes en su obra plástica, Narro se preguntó qué sucedería si los hombres se convertían en víctimas. “Para mí era importante plantear el hecho de que como especie somos igualmente capaces de ejercer el poder y la violencia”, agrega el ahora cineasta, quien no quería hacer una película más sobre roles de género, sino algo enfocado en la humanidad como especie. Con el apoyo de Renato Ornelas –productor de Me quedo contigo– y algunos amigos del ambiente artístico, Artemio Narro echó a andar la producción de se debut cinematográfico. Con una minúscula participación de Diego Luna como Esteban y José María de Tavira como su mejor amigo, Me quedo contigo aparenta ser una historia de amor convencional que, sin embargo, da un giro temático radical que deja atónito al espectador. El peso histriónico recae en sus protagonistas femeninas (Ximena Rubio, Flor Edwarda, Anajosé Aldrete y la española Beatriz Arjona), quienes se apoderan de la pantalla para mostrar ángulos insospechados de la crueldad humana. En un juego que busca demostrar hasta dónde llega la impunidad en México, Artemio Narro logra una cinta en donde audiencia y personajes pierden la cordura. “Siento que estuvimos en una especie de burbuja de enloquecimiento todos juntos, sin ella no habría sido posible transmitir lo que logramos”, explica el director. La víctima de este banquete de violencia es el Vaquero –interpretado por el actor Iván Arana–, un hombre joven que, sin proponérselo, se convierte en el blanco de la catarsis de un grupo de mujeres a quienes se les pasa la mano en la borrachera. Lo que comienza como una noche de fiesta se transforma en una pesadilla para el Vaquero, que tras perder la conciencia por los excesos de la noche despierta desnudo, atado a un tubo, a merced de sus captoras. “A mí me tocaba la parte vulnerable, la parte de estar aguantando”, explica Arana, para quien el proceso de filmación tuvo mucho de resistencia física, ya que a veces sus compañeras se metían tanto en el personaje, que dejaban de medir la fuerza de sus golpes. “Les pedía que me cuidaran, pero ¡qué bueno que no me pelaron! Ahora veo la película y hay escenas en las que realmente ya estoy molesto, pero sin ellas no se habría logrado ”. La forma cruda de Narro de poner la violencia en pantalla hace que Me quedo contigo coquetee con un caos visual que dificulta el disfrute de la cinta. Esto también ha determinado su paso más de 30 festivales internacionales. “Para una película de esta naturaleza es bastante, ha estado en festivales de todo tipo, desde los muy serios como es el caso de Rotterdam y el Festival de Taipei, o en festivales de terror como Slasher Film Festival en Austria. Incluso ha sido catalogada como Cinema Queer en Lisboa y participamos en el de Cine Porno de Berlín”, dice Narro. Me quedo contigo es un claro reclamo ante la actual percepción de la violencia y el grado al que en México y el mundo se ha normalizado la brutalidad como algo cotidiano, que ya no provoca sorpresa. A pesar del juego de cambio de roles y de la inspiración detrás de la idea original, Narro asegura que no se trata de una película feminista, sino de demostrar que el poder puede dañar a cualquiera, que el ser humano finalmente es un animal.
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