El autor Don DeLillo logró capturar el estilo de vida estadounidense de finales del siglo XX.
La literatura llegó como un hábito tardío para el joven estadounidense Don DeLillo. Proveniente de un barrio italoamericano del Bronx neoyorquino, DeLillo había pasado la mayor parte de su vida en la calle, huyendo de los problemas que inundaban la zona y buscando un trabajo con el que pudiera pagar sus cuentas en el futuro. Durante uno de esos empleos temporales, DeLillo encontró en los libros una forma de escape de su realidad. Hoy por hoy, a sus 82 años, es uno de los autores más importantes de la corriente posmodernista encumbrada a finales del siglo XX.
A pesar del ambiente que se vivía en las zonas de clase media de Nueva York pasada la Gran Depresión, la infancia de DeLillo, nacido como Donald Richard DeLillo el 20 de noviembre de 1936, transcurrió sin mayores preocupaciones. Su familia, altamente católica, lo acostumbró a mantenerse a raya, cumplir con todos los requerimientos de la escuela, ir a la iglesia todos los domingos, buscar buenas amistades y evitar caer en cualquier vicio que pudiera nublar su futuro.
Casi al final de su adolescencia, mientras buscaba un ingreso económico que pudiera solventar sus gastos escolares, DeLillo empezó a trabajar como asistente en un estacionamiento de la zona centro de Nueva York. Las largas jornadas y la poca actividad que se vivía en su trabajo lo orillaron a buscar formas de entretenerse. Una fue la música jazz de John Coltrane y Miles Davis a la que le prestaba sus oídos; la otra fue la literatura de personajes como James Joyce, William Faulkner y, especialmente, Ernest Hemingway, a quienes les prestaría su atención. Aunque sus actividades en el estacionamiento no fueron más que un empleo que ocupó sus días de verano, el amor por la lectura quedó entre sus aficiones, incluso interesándose por la escritura de textos propios.
«Tuve una época de oro en la lectura en mis veintes y principios de los treintas, pero después el proceso de escritura comenzó a tomarme mucho tiempo», declaró al periódico The Australian en 2010. Después de terminar sus estudios preparatorianos en Cardinal Hayes, un colegio perteneciente a la Arquidiócesis de Nueva York, DeLillo ingresó a la Universidad de Fordham para cursar la carrera de Ciencias de la comunicación. Tras su graduación, el neoyorquino empezó a trabajar como redactor en la agencia de publicidad Ogilvy & Mather, en donde trabajó en algunas de las campañas para Sears Roebuck.
Una vez más, la literatura entró al rescate de DeLillo durante sus ocupaciones laborales. Mientras trabajaba en su oficina de la quinta avenida, el comunicólogo comenzó a escribir su primeros relatos cortos, muchos de ellos serían publicados décadas después. En 1960, la revista Epoch de la Universidad de Cornell publicó su historia The River Jordan, en la que contaba la historia de un líder septuagenario que busca salvar a todos los pecadores que acuden a la Iglesia de Cristo Crucificado en la novena avenida.
El relativo éxito de su primera publicación intrigó a DeDillo, quien se convenció que quizá era muy bueno escribiendo. En 1964, DeLillo renunció definitivamente a su trabajo en la agencia y comenzó a dedicarse a la escritura de su primera novela. «Renuncié a mi trabajo sólo por renunciar. No renuncié para escribir una ficción. Simplemente no quería trabajar nunca más», contó a The New York Times en 1991.
Por los próximos cuatro años, DeLillo escribió una serie de relatos cortos y su primera novela, Americana, en la que hacía una especie de autobiografía y retrato del hombre corporativo en la década de los sesenta, a través de la historia de David Bell, un ejecutivo televisivo convertido en cineasta.
La publicación del libro, editado por Houghton Mifflin en 1971, inició un periodo de gracia en la carrera de DeLillo, quien presentaría siete textos largos más en la próxima década: Fin de campo (End Zone), de 1972; La calle Great Jones (Great Jones Street), de 1973; La estrella de Ratner (Ratner’s Star), de 1976; Jugadores (Players), de 1977; Fascinación (Running Dog), de 1978; Los nombres (The Names), de 1982 y Amazons, de 1980, publicada bajo el seudónimo Cleo Birdwell.
Sin embargo, el reconocimiento llegaría en 1985 con la publicación de Ruido de fondo (White Noise), reconocida como una de las piezas centrales del posmodernismo estadounidense de finales del siglo XX. En el texto, reconocido con el Book Award for Fiction, DeLillo seguía el día a día del profesor universitario Jack Gladney y su familia, quienes tratan de llevar una vida tranquila hasta que un accidente industrial pone en peligro la pequeña ciudad en la que viven. Gracias a su consciente crítica al consumismo marcado por el American Way of Life, DeLillo se convirtió en uno de los autores más reconocidos de la escena estadounidense contemporánea.
Su siguiente texto, Libra (1988), una interpretación de los pensamientos y acciones de Lee Harvey Oswald antes de convertirse en el único sospechoso del asesinato de John F. Kennedy, se convirtió en un éxito de ventas a lo largo de la unión americana e impulsó aún más la figura de DeLillo como una voz narrativa imprescindible para entender a la sociedad de los Estados Unidos. Mao II, su siguiente trabajo, le valió el Premio PEN/Faulkner en 1992 y figuró entre los finalistas del Pulitzer de Ficción en 1992.
Antes del inicio del nuevo milenio, DeLillo capturó cincuenta años de historia estadounidense en Submundo (Underworld, 1997), una visión única a los miedos, obsesiones, esperanzas, deseos, logros y frustraciones de la sociedad americana. La novela fue considerada por el New York Times como uno de los mejores cinco libros de ficción publicadas en el último cuarto del siglo XX, además de que se convirtió con el tiempo en el trabajo más emblemático del autor.
La caída de las Torres Gemelas el 11 de septiembre y la posterior guerra contra el terrorismo emprendida por el gobierno de George W. Bush afectó el trabajo e intenciones de DeLillo, ahora enfocado en mostrar ácidamente el sistema de vida nortamericano actual. Sus siguientes novelas, Cosmópolis (Cosmopolis, 2003), El hombre del salto (Falling Man, 2007), Punto Omega (Point Omega, 2010) y Cero K (Zero K), esta última editada en 2016, muestran a una sociedad en ebullición, afectada por todos los cambios sociales y tecnológicos que los rodean.
Reconocido junto a autores como Thomas Pynchon (responsable de Vicio propio), Cormac McCarthy (autor de La carretera) y el recientemente fallecido Philip Roth, Don DeLillo ha logrado capturar con sus letras al ciudadano estadounidense común, representando en sus palabras a aquel chico que descubrió la literatura en un estacionamiento durante su juventud, al adulto que dejó su empleo fijo para entregarse a su pasión y al autor que en sólo 17 novelas ha conseguido llevar el posmodernismo a los lectores.
* Fotografía de portada: PEN America, vía Flickr
Más en Gatopardo:
Ezra Pound: El poeta que murió dos veces
Recomendaciones Gatopardo
Más historias que podrían interesarte.