Calmar a los perturbados
Andrés Olascoaga
Fotografía de Adrián Duchateau
Con su cuarta novela, Dejarás la tierra, el escritor peruano Renato Cisneros explora la historia de su familia paterna desde su origen secreto.
La pregunta lo golpeó de manera inesperada: “Dime algo, ¿cómo se conocieron tus padres?”. Y sentado en un diván amarillo durante una sesión con el psicoanalista en la primavera de 2006, el joven periodista, poeta y escritor peruano Renato Cisneros se encontró ante una intriga. Salvo por algunos datos que había escuchado desde su infancia, poco sabía de la vida de sus padres. A partir de aquel encuentro, Cisneros emprendió una búsqueda por la verdad que ha explorado en la literatura y que lo ha convertido en una de las plumas más notables de la actualidad.
El resultado de su larga investigación fue un manuscrito que, por recomendación de su editor, se publicó en dos entregas. Primero La distancia que nos separa (2015) —finalista de la II Bienal de Novela Mario Vargas Llosa—, novela que se enfoca en la vida de su padre, el general Luis Federico Cisneros, una de las figuras más importantes de la última dictadura militar del Perú; y ahora en su más reciente obra, Dejarás la tierra (2018), dedicada a la historia de su familia paterna, partiendo desde la tumba de su tatarabuela Nicolasa Cisneros, la matriarca de la familia, que huyó de su casa y vivió en el autoexilio en la sierra tras engendrar a siete hijos con el cura Gregorio Cartagena durante los primeros años de independencia del país andino.
“Cuando empecé a indagar en la vida de mi padre me obsesioné tanto con la historia de mi familia hasta que descubrí que teníamos un origen clandestino, un antecedente espurio”, cuenta Cisneros en entrevista con Gatopardo. “Esta historia me fascinó y me pareció que no sólo tenía una novela en las manos, sino una gran saga familiar.”
En las primeras páginas de su reciente novela, publicada por Seix Barral, el autor establece un paralelismo entre los hijos de Nicolasa Cisneros y el país recién independiente como “una crisis de identidad natural”, un retrato íntimo del surgimiento de una familia y una nación a la vez. “Me gustaba pensar que esta familia debía gestarse casi al mismo tiempo que el país, que también se estaba gestando como República”, explica.
Así es como a lo largo de la novela los personajes familiares se enfrentan a momentos clave en la historia del Perú: los amantes Cisneros y Cartagena se conocen a la llegada del liberador argentino José de San Martín a la plaza del Huánuco en 1820; se reencuentran en 1824 cuando Cartagena hospedó a Simón Bolívar en una de sus propiedades durante la gira que el venezolano realizó para “consolidar” la independencia del país y los descendientes de Cisneros comenzarían a tomar notoriedad en la vida política del país durante el inicio del siglo XX.
“Después de escribir la novela descubrí que esto se cerraba incluso más, pues los hijos de esa primera generación nacieron bajo un enigma, no sabían quién era su padre y en el Perú pasaba lo mismo, el país no sabía si quería ser independiente, no sabía quién era su padre liberador, no sabía qué era la peruanidad.”
Dejarás la tierra está plenamente desarrollada como un testimonio de las mujeres de su familia, figuras como Nicolasa, que tuvo que hacerse cargo de sus hijos, o Dominga Prieto, la leal sirvienta de la familia, quien retrata a las que por años fueron rezagadas a personajes secundarios dentro de anécdotas grandilocuentes. “Yo crecí admirando a los hombres de mi familia paterna porque se contaban historias épicas y patrióticas que me fascinaban, pero escribiendo la novela aprendí a admirar a las mujeres. De hecho, creo que las verdaderas heroínas son ellas, porque tienen que aceptar las cobardías de estos hombres que, en nombre de su rol público, no toman decisiones en el fuero íntimo”, comenta Cisneros, quien expone dentro de la dinámica de su familia algunas de las claves que describen el comportamiento social y tradicional de las familias latinoamericanas.
Aunque en su narrativa habitan diferentes estilos, la literatura y el periodismo son las facetas más notables en su obra: “Yo creo que todos los Renatos que soy están retratados de alguna manera en este libro. Yo no podría escribir estas novelas sin el periodismo ni el psicoanálisis, quería que el lenguaje estuviera a la altura de esas anécdotas y su historia tan rocambolesca, delirante y exuberante”.
Con dos obras sobre su pasado familiar y una hija pequeña en casa, Cisneros abraza su historia y la utiliza, como diría David Foster Wallace, para “calmar a los perturbados y perturbar a los calmados”. “Creo que uno escribe para comprender, para ponerle nombre a determinados demonios. No quisiera nunca escribir pensando en los críticos, en los editores o en la familia, solamente quiero hacer los libros que tengo que escribir”, concluye.
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