Una bruma sobre Paraguay
La autora ecuatoriana Gabriela Alemán escribe una cautivante novela sobre el Paraguay del pasado y del presente.
El primero de abril de 2004, antes del mediodía, el centro comercial Ycuá Bolaños, de Asunción, la capital paraguaya, era abrazado por enormes flamas tras dos explosiones en la cocina de un restaurante. Los guardias de seguridad recibieron órdenes de cerrar las puertas, lo que resultó en un número oficial de 327 muertos y 249 heridos, aunque fuentes afirman que fueron 400 decesos y cerca de 500 heridos.
Cuando Gabriela Alemán leyó la noticia quedó pasmada. Ella había vivido ahí hace algunos años. Era muy probable que conocidos suyos se hubieran quedado detrás de esas puertas. Contactó a todas las personas que recordó que había conocido en la Universidad Católica, donde estudió el primer año de Filosofía, o en la academia donde hacía danza o del Club Olimpia, donde jugó basquetbol.
“Cuando me fui de Paraguay tenía 17 años y ni se me ocurría que en el futuro iba a ser escritora. Ese país me convirtió en otra persona y nunca se ha ido de mí. Ahora, con el tiempo, me he dado cuenta de que en los ocho libros que he escrito, Paraguay aparece de alguna manera, en un personaje o en una referencia”, contó a Gatopardo.
Alemán es de nacionalidad ecuatoriana, pero nació en Río de Janeiro en 1968. Ha trabajado como mesera, administradora, traductora, guionista de radio, asistente de dirección, editora, correctora de pruebas y periodista, además de escritora, y sale en la película Quijotes negros (2016) como ministra asesina. Ha sido galardonada en repetidas ocasiones, entre esos múltiples se encuentra el Bogotá39 y el CISEPAL por Mejor Crónica, el Joaquín Gallegos Lara, la Beca Guggenheim y la contienda finalista del Premio Hispanoamericano de Cuento Gabriel García Márquez con La muerte silba un blues.
Su más reciente publicación es Humo, editada por Literatura Random House. Es una construcción histórica, con elipsis y saltos temporales en 201 páginas, que cuentan la historia de Paraguay desde que el mayor dictador de esta nación, Alfredo Stroessner, empezó a subir de rango en el ejército hasta su historia reciente. Su punto de partida fue aquel terrible incendio de 2004. “La prensa decía que había sido la avaricia del dueño del centro comercial. En cuanto vi esto en las noticias, sabía que este hombre tenía una conexión muy fuerte con el gobierno, porque sabía que no iba a pasar nada. Nadie en sus sano juicio hace lo que hizo: dar una orden para cerrar puertas y que mueran 400 personas”, dice.
Humo cuenta la historia de dos personajes principales, Andrei y Gabriela, individuos que es evidente que se conocen, cuyas historias son narradas en momentos completamente distintos. Andrei está contado en los años treinta y Gabriela en el presente, pero todo el tiempo están extrañamente cerca. Mientras Alemán cuenta sobre estos personajes y otros cuantos más —algunos de ellos reales y otros ficcionalizados—, se narra la historia de la Guerra del Chaco y la de la Triple Alianza, del inicio de una dictadura que sometió a Paraguay durante años, y que lo sigue haciendo; de las migraciones, de cómo habla la gente, de cómo vive. “Yo quería contar sobre este Paraguay desconocido, cruzado por el tiempo donde el presente no acaba de aterrizar porque el pasado no acaba de ser discutido, de ser pensado, de ser puesto en un futuro distinto. Entonces me imaginé esta estructura donde hay todas estas elipsis que ves en la novela, para que se involucre el lector”, dijo Alemán.
La escritora utilizó a su favor la neurociencia, la capacidad del cerebro de rellenar espacios vacíos con conocimientos y aprendizajes, para contar una historia a dos tiempos, juntando la ficción y lo histórico. Y asevera que es en la ficción donde aflora algo que puede estar cercano a la verdad. Así cuestiona sobre la paz, la guerra, las migraciones, la invención del bolígrafo y la penicilina, la amistad, la lingüística y la comunicación. Un trabajo de profundo sobre la humanidad, “que flota en una bruma, donde hay un humo que circunda, donde hay una sombra larguísima de una dictadura que no se acaba de ir”.
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