Luis Jorge Boone, el rastro del norte
Regina Sienra
Fotografía de Diego Berruecos
Luis Jorge Boone es uno de los exponentes de la literatura mexicana contemporánea. Del ensayo a la poesía, de la novela al cuento, es un todoterreno.
Luis Jorge Boone escribe con una pluma y sólo con una pluma. La prefiere de marca Precise, azul y de punto extra fino. Con esa pluma, a sus 39 años, se ha expuesto como un autor versátil que domina cualquier género o reto que se interponga en una página en blanco. Ahora, el escritor coahuilense presenta Figuras humanas, su más reciente libro de cuentos que publica este año Alfaguara, ubicándolo como uno de los narradores más prolíficos de la actualidad en México. Uno que además comparte junto con Julián Herbert y Vicente Alfonso, y muchos otros más, el imaginario de la llamada “Literatura del norte”.
Ganador de una docena de premios nacionales, como el de cuento Inés Arredondo (2005), de poesía Elías Nandino (2007) y Carmen Alardín (2015), de ensayo Carlos Echánove Trujillo (2009) y de literatura Gilberto Owen (2013), Luis Jorge Boone ha navegado del ensayo a la novela, del cuento a la poesía, sin encasillarse en ninguno de ellos. “Para mí, los géneros no están separados, sino que son áreas de trabajo”, dice Boone en entrevista para Gatopardo. “Siempre me interesa saber qué puede aprovechar de la novela en un cuento, o qué puede aprovechar del cuento en la poesía, o en un ensayo. Yo más bien me siento escritor y me dejo llevar por esos oleajes; me dejo querer por sus dinámicas.”
Esto se hace presente en Figuras humanas, donde la poesía se integra de manera orgánica a la narrativa del escritor oriundo de Monclova, Coahuila. “Me gusta darle una sorpresa al lector. Siempre me ha gustado que la poesía narre, reflexione, o que tenga de pronto un acercamiento ensayístico, esta diversidad de búsquedas.” Boone cree que en un poema, un lector va a encontrar una trama, una narrativa y personajes. Es otra forma de narrar, asegura. “El verso es otro contenedor con otra temperatura y otro tipo de imágenes. Haces estos tratos con el lector de ‘vamos a leer un libro de cuentos pero te quiero dar algo más’ ”, señala el autor, en un café al sur de la Ciudad de México.
En esta nueva colección de relatos, el tema central son las relaciones entre personajes, dibujadas a partir de un escenario cotidiano. Incluso, podría decirse que la médula de estos cuentos es el amor: Entre padres e hijos, una pareja que atraviesa un buen momento, personas que se han ido o amantes que están por separarse; o simplemente, la ausencia de éste y los esfuerzos de los personajes por negar el vacío o llenarlo con algo más. Para ello, Luis Jorge Boone divide sus cuentos en secciones de “tiempos”: paz, ocupación, guerra y tregua.
Boone es un apasionado del cuento, y ha publicado títulos como La noche caníbal y Cavernas, donde ha reunido historias de toda índole. “Siempre me ha gustado que los cuentos tengan tres patas: el personaje, lo que está viviendo, y dónde lo está viviendo. Ir de un lugar a otro me parece que es como viajar. Es conocer distintas personas y conocer sus historias, pero también viajar con ellas a otros lugares”, apunta el autor, quien desde hace varios años vive en la Ciudad de México. “Yo tengo un pie aquí y un pie allá [el norte]. Siempre estoy pensando en el territorio donde crecí, donde aprendí a hacer muchas cosas, pero también estoy pensando en éste, y ya lo pienso de otra manera.”
Luis Jorge Boone escribe con una pluma y siempre a mano, pues le teme a la sensación de “producto final” de la computadora. Luce como un enamorado de la tinta, del cansancio en la mano, y los rayones. Usa libretas y cuadernos a las que les asigna textos según su forma —los medianos son para cuentos, los pequeños para poemas—. Para él, ése es el momento en que la escritura es enteramente suya. “Te vas rastreando en la escritura, en las tachaduras. Yo necesito el sucio, el fallo, la equivocación. Es una cosa que se vuelve más física y más real”, concluye.
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