Virginie Despentes retrata el ocaso de una era
Llega al mercado editorial hispano «Vernon Subutex 1», el primer volumen de la reciente trilogía de Virginie Despentes, la niña terrible de las letras francesas.
Creímos, estúpidos y necios, que la juventud sería eterna y que el futuro no existía. Pero el futuro llega más pronto de lo que se piensa y tiene dientes y garras afilados. No hay espacio para los perdedores, ni Country for Old Men como reza aquél título de Cormac McCarthy. ¿Cómo enfrentarse a un siglo que ya no nos reconoce, donde todo lo que tenía valor se ha convertido en basura? La precariedad como signo de los tiempos que corren es uno de los ejes centrales que ahora aborda la novelista y cineasta francesa Virginie Despentes en su Vernon Subutex 1 (Literatura Random House, 2016).
Se trata, sin duda, de la novela de madurez de la escritora que tiene hoy 47 años de edad, y que hace casi veinte, en 1998, dejó boquiabiertos a los franceses, usualmente tan abiertos a temas de sexo, con su primera novela Baise-moi (traducida en España como Fóllame y en Latinoamérica como Viólame). La crítica la llamó entonces la “diva destroy punk” de las letras francesas. «Feminista, lesbiana, exprostituta. Novelista, punk, rockera. Lo que sabemos de Virginie Despentes se puede enunciar en sintagmas, y siempre son subversivos», publicó sobre ella el español El Diario.
Si Baise-moi era el grito feroz de dos mujeres para las que no existía ningún límite, que disfrutaban de todas las formas del sexo, incluidas las más violentas, estafando y robando a quien fuera necesario para satisfacerse, Vernon Subutex 1 —primera entrega de la trilogía que llega al mercado editorial hispano—, es la voz de extrañeza de una generación que ya no encuentra su lugar en este mundo, para la que el único tiempo posible es el pasado, y que quedará, irremediablemente, fuera, aislada, rezagada.
El personaje central se llama Vernon Subutex, el dueño de una tienda de discos que fue exitosa en los años noventa cuando la gente compraba discos y cuando tener lo último de la música significaba estar cool y en boca de todos. Pero con el cambio de siglo y la aparición del internet, con las posibilidades de descargar cientos (o miles) de canciones y almacenarlas en un iPod o en un téléfono, su tienda tuvo que cerrar. El personaje se encuentra, de pronto, rebasando los cincuenta años de edad y sin dinero para pagar la renta.
Al principio, se mantiene vendiendo su stock en eBay a coleccionistas melancólicos. Cuando eso se acaba, Alex Bleach, un cliente asiduo y estrella de rock a quien le gustaba echarse largos monólogos que Vernon soportaba hasta el final, empieza a pagarle la renta, incluso a darle un poco de dinero para gastos cotidianos. Pero cuando aparece muerto en la tina de un hotel, ya no hay quien lo ayude más. Es ahí donde empieza el camino vertiginoso hacia el desamparo que lo llevará a dormir en una banca de un parque en París. Vernon Subutex se vuelve invisible para el mundo: deja de existir para los que caminan erguidos, que de vez en cuando miran abajo para tirarle una moneda. Entonces él se convierte en el símbolo del fin de una era.
Virginie Despentes ha creado a un personaje de carne y hueso que habla, se mueve y actúa como un hombre. “Vernon no tenía una erección; era él, todo, una completa erección”, es una descripción que lo ejemplifica mejor. Y con la que contradice a aquellos que aseguraron que sus personajes de Baise-moi y Bye Bye Blondie estaban tan bien logrados porque Despentes, de acuerdo a la leyenda, había sido prostituta y era lesbiana.
Vernon Subutex 1 es la primera parte de una fascinante trilogía que este año termina en Francia. Por ahora, la segunda parte sólo se puede encontrar traducida al español en formato electrónico en México. La narración vertiginosa de las últimas líneas de este volumen, con “Voodo Child” de Jimi Hendrix de fondo, nos deja con las ganas de saber más, mucho más. No podemos dejar de lado a Vernon. Al menos no todavía.
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