El paraíso en la Roma
Ignacia Guest House, un hotel con lo último en interiorismo, es ideal para refugiarse del bullicio urbano de la Ciudad de México.
Sobre la calle de Jalapa, en pleno corazón de la Roma, una casona porfiriana se transforma en una lujosa casa de huéspedes con lo último en interiorismo. Su nombre es Ignacia Guest House. Y hospedarse aquí es refugiarse del bullicio urbano de la capital.
En el número 208-B, frente a una jacaranda, se encuentra este bed & breakfast cuya inspiración viene del ama de llaves que vivió en esta mansión durante muchos años. Ella trabajó para la familia que habitó aquí por tres generaciones, y hoy Ignacia se ha convertido en una suerte de emblema. Incluso hay dos pinturas inspiradas en ella. Todos cuentan que plantó dos naranjos que sobreviven en el jardín; y sus naranjas se utilizan para una deliciosa mermelada casera para el desayuno.
A las cuatro de la tarde, Pablo Pedrosa, el concierge, nos recibe para hospedarnos aquí y nos lleva a conocer este hotel con encanto. Sus salones han sido revestidos de diseño contemporáneo con colores monocromáticos en las habitaciones, detalles de barro y alfarería, así como mobiliario moderno. Un trabajo a cargo del diseñador Andrés Gutiérrez: ambientes que funcionan como escapes sensoriales. También hay muchísimos detalles que recuerdan a los 1910 en que esta casa se construyó: desde las molduras clásicas en techos y paredes o el porche diseñado para carruaje.
Ignacia cuenta con cinco suites, cada una lleva el nombre del color con el que fueron diseñadas: Negra, Azul, Amarilla, Rosa y Verde. La master suite (Negra), donde nos quedamos, cuenta con un baño hecho de mármol negro de ensueño y regaderas de presión. Una terraza para trabajar o simplemente tomar una copa de vino y mirar al jardín con sus fuentes y nopales.
Cada suite cuenta con amenidades de Loredana —marca mexicana de productos orgánicos— como shampoo, jabón líquido y loción corporal hechos de té blanco con jengibre; aire acondicionado, máquina de Nespresso, sonido bluetooth Bose, así como agua embotellada por Casa del Agua. Cada suite tiene Wi-Fi, Netflix y Roku TV independientes. Son habitaciones de las que no tendrás ganas de salir nunca más.
Este pequeño luxury hotel es, además, autosustentable. Está equipado con celdas solares y recupera el agua pluvial que se filtra por el jardín y los techos.
A las cinco de la tarde hay un happy hour en el jardín. Ahí nos han traído cocteles hechos a base de mezcal, aunque también puedes pedir al bartender todo lo que se te antoje. Es el momento ideal para conocer a los otros huéspedes que también visitan la ciudad. Pablo Pedroza, como el anfitrión que es, puede dar recomendaciones sobre los mejores lugares para cenar o bailar; cuenta con tarjetas de Ecobici, o simplemente puede pedirte un Uber y listo.
Al día siguiente, hay que levantarse de esa cama queen size y dejar esas almohadas que no querrás soltar por lo increíbles que son. Un desayuno delicioso sorprende a los huéspedes. En el jardín aguardan café, fruta, jugos y panadería de Rosetta, de Elena Reygadas, y la famosísima mermelada de naranja casera. El chef, del proyecto culinario Casa Jacaranda, ha servido huevos divorciados y enfrijoladas con crema orgánica y queso cotija, además de chorizo artesanal del tradicional Mercado de Medellín de la Roma.
Es un nuevo día y la ciudad invita a recorrerla y vivirla otra vez. Pero Ignacia Guest House promete recibirnos otra noche más para desconectarnos del mundo y vivir una mansión de 1910 en pleno siglo XXI.
Ignacia Guest House
Jalapa 208, Roma Norte, Ciudad de México
ignacia.mx
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