Tiempo de lectura: 2 minutosEn Bielorrusia se vive una tensión silenciosa. Hay represión, pocas libertades civiles y un ambiente dictatorial. Es, además, el único país de Europa que aplica la pena de muerte, en ejecuciones extraoficiales y clandestinas.
Detrás de esto está Aleksandr Lukashenko, en el poder desde 1995. El presidente se otorgó a sí mismo el poder de disolver el parlamento y anuló la separación de poderes. Desde entonces, el gobierno celebra elecciones cada cuatro años y Lukashenko las gana con el 80% de los votos. La oposición es brutalmente reprimida.
Mientras esto ocurre, los bielorrusos prefieren voltear la mirada.
Existe un incipiente activismo entre jóvenes universitarios. Aquí un grupo de ellos: Dimitry Golushko, Usevalad Henin, Nikita Chervonik y Yahor Levachou.
Lyubov Kovaleva es madre del joven ejecutado por el gobierno, acusado por el atentado de Oktyabrskaya en 2011. Un montaje para distraer a la sociedad.
Lyubov Kovaleva desconoce el paradero del cuerpo de su hijo (Vladislav Kovalev). Nunca le avisaron la fecha de ejecución.
Andrei Sushko, abogado y defensor de derechos humanos, en la puerta principal de la KGB bielorrusa.
Valiantsin Stefanovic, vicedirector de Viasna, la principal asociación de derechos humanos de Belorrusia.
Svetlana Sugato es lesbiana. En la imagen junto a su novia Nadia Brodskaya, en un escondido patio a las afueras de la ciudad.
El pueblo de Krasnaja Gora, afectado por la radiación de Chernóbil (1986), fue destruído por la antigua Unión Soviética. Sólo una casa queda en pie, en ella viven Iván Shilets (en la foto) y su mujer Vera de 88 y 82 años.
Sergei Zorin perdió a su padre debido al accidente de Chernóbil. Muestra su foto junto a un familiar totalmente ebrio.
El 11 de abril de 2011, explotó una bomba en la parada de metro de Oktyabrskaya, epicentro de Minsk. Memorial de los caídos.