Carlos Velázquez: La dualidad del control
El escritor coahuilense presenta “La efeba salvaje”, su nuevo libro de relatos cortos editado por Sexto Piso.
Para crear su nuevo libro de relatos cortos, La efeba salvaje (Sexto Piso, 2017), Carlos Velázquez montó un estudio: Libreros, escritorio, sillón para leer; sin embargo, terminó –como siempre– escribiendo en el comedor de su casa. “En mi vida cotidiana suelo ser muy desparpajado”, dice el autor. “Pero el cuento me permite esta posibilidad de seguir manejando un registro en el cual me siento que tengo el dominio de todo lo que estoy haciendo”.
La efeba salvaje se compone de seis relatos. “Es el libro de cuentos más ecléctico que tengo”, dice Velázquez, quien mantiene su característico humor negro pero se permite experimentar con elementos nuevos, como la ciencia ficción, algo que nunca se imaginó que haría.
“Yo escribo de lo que conozco”, dice el escritor. En La efeba salvaje, Velázquez explora el abismo entre la realidad y los deseos de sus personajes, así como la desesperación y despecho en la que pueden vivir. Desde una chica del clima que busca desenmascarar a un magnate de los deportes; un hombre encuentra una distracción de su decadente salud en una desventura amorosa, o un hombre que recurre a un resucitador de caballos para sacar a su hija de una depresión profunda.
Después de pasar una larga temporada y haberse casado con una mujer de la Ciudad de México, hizo de la capital del país uno de los escenarios para sus relatos, en el que un hombre adicto a la cocaína y las apuestas se refugia en la atención de una heredera hedonista. “Esta ciudad y yo hemos tenido una relación bastante estrecha. He pasado desde el 2010 yendo y viniendo. Eso no es bien visto a los ojos del regionalismo más acendrado”.
Velázquez se refiere a una visión que permea entre los escritores que conforman la llamada Literatura del norte, donde se explora el imaginario local, marcado por la violencia de la región y el centralismo del mundo literario en México. “Muchos escritores del norte lo tienen”. Para él, hay más que publicar novelas sobre el narcotráfico en pleno 2017, y que por muy bien escritas que puedan estar, un escritor no podrá mostrar su verdadero talento hasta que pruebe con otros temas. “Historias del narcotraficante y el policía son la literatura que menos me interesa, la que se está empantanando en una especie de chauvinismo muy ingenuo”.
Además, el término de Literatura del norte comienza a parecerle obsoleto, ya que la punta de lanza este movimiento –como Luis Jorge Boone– ha dejado la zona en la que crecieron. “En ese momento fue como un levantar la mano y decir ‘Aquí estamos’, dice Velázquez. “La región está ahí, por supuesto, pero yo creo que la literatura tiene que aspirar a convertirse en parte de una tradición entonces ¿Qué pasa en el norte? Ahí no hay una tradición”, afirma el escritor, quien señala que si bien ahí estuvo el origen, él no quiere circunscribir su obra a ninguna región geográfica. “Voy a escribir sobre el norte porque soy norteño, pero eso no significa que yo no pueda ampliar mi registro”.
Éste es el quinto libro de cuentos de Velázquez, quien dice que es mejor novelista que cuentista, y que se encuentra trabajando en una historia larga. “Me hubiera gustado ya publicar mi novela porque todo el mundo cree que soy un cuentista, pero también por otro lado, cuando me muera quiero dejar un volumen bastante grueso de cuentos porque siento que nací con esa vocación”, concluye.
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