Los detectives de Borges. ¿Qué se encontró en los archivos del escritor?

Los detectives de Borges

Mónica Yemayel
Fotografía de Félix Busso


Jorge Luis Borges es una figura de culto. Dos empleados de la Biblioteca Nacional de la República Argentina, Germán Álvarez y Laura Rosato, buscaron durante catorce años los rastros que el escritor dejó en esa institución mientras fue director.

Tiempo de lectura: 21 minutos

Jorge Luis Borges es una figura de culto. Dos empleados de la Biblio- teca Nacional de la República Argentina, Germán Álvarez y Laura Rosato, buscaron durante catorce años los rastros que el escritor dejó en esa institución mientras fue su director, entre los años 1955 y 1973. Se trata de las anotaciones que hizo en cada uno de los libros que tuvo en sus manos, y que permanecieron olvidados por décadas en los sótanos de la biblioteca. En 2010, publicaron un libro que echa luz acerca de la enorme maquinaria de citas borgianas y cuenta otra historia de su vida a través de las marcas plasmadas en los libros.


—Encontré algo— dijo Germán en el teléfono, a esa hora en que en el subsuelo de la Biblioteca Nacional de Buenos Aires sólo quedaban los libros y él.

Varios pisos más arriba, en la Sala del Tesoro, Laura no necesitó preguntar nada.

Germán tenía en sus manos una revista de tapas anaranjadas abierta en la página donde comenzaba un cuento. En esa página, alguien había hecho tachaduras con una lapicera de pluma, y dejado un papel en el que se leían varias líneas escritas a mano. Tembló. Conocía esa letra de memoria. La rastreaba como un sabueso desde hacía más de diez años. Se pasó las manos por los ojos y enseguida las secó en el pantalón: imbécil, a ver si mojaba el papel y se corría la tinta. Después, llamó a Laura. Caía la tarde un día de julio de 2013.

—Es lo que querías— le respondió ella—, lo que estabas buscando.

Jorge Luis Borges había publicado por primera vez el cuento «Tema del traidor y del héroe» en febrero de 1944, en el número 112 de la revista Sur, que dirigía Victoria Ocampo. Y allí estaba Germán, que había descubierto, entre cientos de revistas salpicadas de polvo, las correcciones que Borges había hecho sobre las páginas impresas, y el trozo de papel en el que había escrito, de puño y letra, el nuevo final del cuento que aparecería publicado ese mismo año en la primera edición de Ficciones.

«Un Borges escondido» titularon los periódicos en septiembre de 2013 cuando la Biblioteca Nacional dio a conocer la noticia. El manuscrito, con el final de «Tema del traidor y del héroe», se ha convertido en la pieza más importante, entre las poquísimas del escritor que están en manos del Estado argentino. La mayoría pertenece a la Fundación Internacional Jorge Luis Borges que dirige María Kodama; otros han sido vendidos a coleccionistas privados.

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