Yo Marcho Trans: "La T es la última de la sigla LGBT"

Yo Marcho Trans: «La T es la última de la sigla LGBT»

Ante la exclusión y la discriminación que padecen, lxs trans de Colombia crearon su marcha, disidente, propia y en una fecha distinta a la del Orgullo LGBT. Sus organizaciones –Lxs Locxs, el Grupo de Acción y Apoyo a Personas Trans y la Red Comunitaria Trans– exponen una amplia agenda por sus derechos de identidad, vivienda, trabajo, además de su lucha contra la impunidad por la violencia.

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El barrio Santa Fe es un enclave, inaugurado a finales de los años treinta, de enormes casas en el centro de Bogotá; fue el lugar de residencia de presidentes en los cuarenta; hospedaje para quienes llegaban en tren desde otras regiones en los cincuenta; ocasional sede de prostíbulos en los sesenta; epicentro de la vida nocturna en los setenta y ochenta; declarado zona de tolerancia para el trabajo sexual y Zona Especial de Servicios de Alto Impacto en 2002. En ese barrio, rodeado de joyas arquitectónicas y una joya él mismo, está hoy la organización trans más importante del país: la Red Comunitaria Trans.

–En el corazón de Bogotá, al lado del teatro Jorge Eliécer Gaitán y del Cementerio Central, hay marginalidad, microtráfico y violencia. El barrio Santa Fe es un rectángulo invisible –dice por teléfono Daniela Maldonado, fundadora de la Red Comunitaria Trans, que desde 2012 vela por los derechos de las personas trans, trabajadoras sexuales, usuarias de drogas, habitantes de la calle y cuando son privadas de la libertad.

El pasado 25 de noviembre, colectivas feministas y transfeministas tomaron el barrio en una marcha de unas ocho mil personas por el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer. Poco después, la dueña del edificio donde desde hace tres años funciona la sede de la Red Comunitaria Trans les dijo que no podía renovar el alquiler debido a las quejas de los vecinos.

–Nosotras nos movemos mucho con la población en el barrio, entonces tuvimos inconvenientes con los vecinos. Constantes acciones de transfobia y discriminación que se recrudecieron con la pandemia, porque las personas que habitaban el edificio nos veían como un foco de contagio por ser mujeres trans, trabajar con mujeres trans trabajadoras sexuales y habitantes de calle. Eso a la gente le molesta. Luego del 25N recogieron firmas y nos echaron, nos pidieron la casa porque nos veían como una amenaza para su salud y su integridad. Y así nos quedamos sin casa –dice Daniela.

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