A sus 52 años de edad, Moby se mantiene a una distancia prudente de los reflectores. Los 20 millones de discos que ha vendido en el mundo y su reconocimiento internacional como ídolo de la música dance parecieran estorbarle un poco. Mantiene una vida privada en el sur de California, desde donde todavía compone, produce y lucha por los derechos de los animales. En 2016, Moby publicó Porcelain, un volumen de memorias que abarcan una década completa de su vida personal y donde la coprotagonista es la ciudad de Nueva York. Editorial Sexto Piso ahora publica este título en español.

En entrevistas durante la promoción del libro, Moby bromeó acerca de cómo eligió el título de esta autobiografía: la porcelana es como él, blanca y frágil. El músico aborda sus propios recuerdos con una honestidad brutal cuyo resultado guarda cierta similitud con el arte japonés del kintsugi, técnica para reparar objetos de cerámica, barro o porcelana y unir sus piezas con barniz de resina mezclado con polvo de metales preciosos, como oro, plata y platino, para que las roturas del objeto se conviertan en cicatrices brillantes que celebren su historia y sus cambios. Así, Porcelain retoma algunos de los momentos más oscuros de la vida de Moby —como la muerte de su madre o su propio alcoholismo— que lo llevaron a consolidar su personalidad y su presente.

El libro abarca diez años de su carrera, desde sus inicios como DJ en 1989 hasta justo antes de que su álbum Play (1999) lo convirtiera en el rey absoluto de las listas de popularidad. Antes de tomar por asalto el mainstream, el músico pasó gran parte de la década sobreviviendo día a día y aceptando prácticamente cualquier trabajo que llegara a su puerta. Durante ese tiempo, su amor por la música lo sostuvo. Pero si la historia de su vida —hijo de una madre soltera con una infancia marcada por las tribulaciones económicas— suena trágica, Moby la cuenta con una naturalidad anecdótica y mordaz que quita a este libro autobiográfico el riesgo de atorarse en el melodrama.

“En Porcelain no soy un narrador cool ni un antihéroe desafecto, sólo soy un ser humano perdido y aterrorizado que intenta comprender el extraño mundo en que se encontraba”, anuncia el músico en la contraportada del libro. El miedo del que habla se refleja de manera poco convencional en sus memorias y resulta conmovedor leer la vida de este joven asceta y cristiano cuyo compromiso con la música lo interna en la sucia, peligrosa y seductora Nueva York de los años noventa.

Moby narra episodios que van de lo embarazoso, a lo hilarante, a lo espeluznante. Sus complejos e inseguridades están al descubierto. Él insiste en su calidad de persona común, con envidias y recelos, pero también con algo de ingenuidad. Incluso cuando describe su proceso creativo, se mira a sí mismo como ese punk adolescente y nerd que es por dentro y no como el genio del techno que todos ven desde afuera.

Porcelain no es un volumen más de memorias de una superestrella de la industria musical. Tampoco es un ejercicio ególatra para un rockstar venido a menos. Este libro es una colección de historias para leer en las buenas y en las malas, para aminorar una jaqueca o para degustar un día en la playa. Es el acompañante ideal para la discografía de uno de los músicos más creativos y disruptivos de finales del siglo pasado.