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Niddo, un nuevo restaurante en la Juárez que te hace sentir como en casa. La idea nació en una servilleta de papel en un café de Ginza, Japón, en 2017, del sueño de una madre y un hijo que siempre quisieron un lugar propio, hoy lo tienen y en una de las sensaciones de la zona.
Entre las calles de Oxford y Dresde, en la Juárez, hay un pequeño restaurante que desborda gente. En la terraza se pueden escuchar al menos tres idiomas diferentes, así como el seseo del sartén y el olor que se filtra hasta la siguiente cuadra. Huele a pan recién horneado y café. Eduardo Plaschinski recibe a los comensales con una sonrisa, quienes llegan con la esperanza de encontrar un lugar donde sentarse. A Niddo se debe entrar por la cocina de Karen Drijanski, madre de Eduardo, quien recibe a todos con su melena rubia y mirada amable. Niddo nació en una servilleta de papel en un café de Ginza, Japón, en diciembre de 2017. El dúo de madre e hijo siempre había soñado con tener un lugar propio, y en noviembre pasado abrieron este local, que solía ser antes una galería de arte. “Empezamos a dibujar en la servilleta una cocina abierta al público porque queríamos romper la parte de que vas a un restaurante y es tradicional tu experiencia. Te sientas en una mesa, te dan el menú, hay una pared y estás en un cuarto con el mesero enfrente. Está padre cambiar esa dinámica”, explica Plaschinski. [caption id="attachment_252183" align="alignnone" width="468"]
Karen Drijanski y su hijo Eduardo Plaschinski[/caption]Aunque Niddo tiene apenas 50 metros cuadrados, se puede sentir un ambiente expansivo. El café de al lado y la terraza hacen que Niddo parezca más grande de lo que es. El diseño de espejos, arcos y colores cálidos, a cargo de Regina Galvanduque y Andrés Mier y Teran, crean una atmósfera cálida donde la cocina siempre es el núcleo. “No es una cocina de autor, es una cocina que te llena el alma, y al romper la frontera entre cocina y salón, la gente escucha, huele y ve el escenario y ven realmente lo que es cocinar y cocer y freír. Ven el estrés, la pasión o lo intenso que es una cocina en verdad”, comenta Karen. La propuesta gastronómica de Niddo no tiene pretensiones. Ellos la definen como “comida de apapacho”. Grilled cheese, latke de papas, polenta fries, burrata con jamón serrano, kebab en pita y pancakes son platillos que se pueden encontrar en la carta. Es cocina temporal y fresca, pero sobre todo hecha con amor. Todos los platillos están enraizados en la familia e inspirados en las experiencias que han tenido Karen y Eduardo en los países que han visitado. “Siento que es una cocina muy noble, muy casera, de todas las mujeres de mi familia, porque hay recetas de mi abuela y de mi bisabuela. Imagínate cuántas generaciones no han pasado por estas recetas y por este amor alrededor de la cocina”, comenta Drijanski con emoción. La locación es poco ortodoxa, un café así encajaría en otros barrios más concurridos, pero Plaschinski asegura que no podrían estar en otro lugar. Aquí, a unas cuadras de los hoteles más lujosos de la ciudad y a pocos metros de la avenida Reforma, se respira una calma inusual. “Nos gusta mucho esta zona, era una zona muy muerta, no había casi nada. Está ese restaurante coreano, que es muy bueno, y está padre que la gente lo empiece a conocer por venir aquí. Es una zona que ha levantado muchísimo por Niddo”, sigue Plaschinski.
Karen y Eduardo están al pendiente de todo lo que sucede en Niddo, y junto a su tercer socio Mauricio Reyes Retana, han logrado crear una experiencia especial. Todos los detalles están pensados hasta las últimas consecuencias. Incluso tienen una marca propia, Niddo Contigo, que permite a los comensales llevarse un poco del local, como velas, cremas y jabones de una fragancia propia, tazas, café chiapaneco y dulces hechos in-house. El trío tiene planes para expandirse. Están pensando en crear más experiencias. Mauricio, que ayuda a aterrizar la creatividad de Eduardo y su madre, es el encargado de las estrategias y coordinación, mientras que el hijo lleva el manejo del frente y la comunicación, y Karen es quien se encarga de la cocina. Las tres piezas del rompecabezas de este lugar encajan de maravilla. Niddo es, sin duda, un hogar en forma de restaurante donde Karen, Eduardo y Mauricio abren las puertas e invitan a cualquiera a formar parte de su familia.
Niddo Dresde 2, Juárez, Ciudad de Méxiconiddo.mx
Niddo, un nuevo restaurante en la Juárez que te hace sentir como en casa. La idea nació en una servilleta de papel en un café de Ginza, Japón, en 2017, del sueño de una madre y un hijo que siempre quisieron un lugar propio, hoy lo tienen y en una de las sensaciones de la zona.
Entre las calles de Oxford y Dresde, en la Juárez, hay un pequeño restaurante que desborda gente. En la terraza se pueden escuchar al menos tres idiomas diferentes, así como el seseo del sartén y el olor que se filtra hasta la siguiente cuadra. Huele a pan recién horneado y café. Eduardo Plaschinski recibe a los comensales con una sonrisa, quienes llegan con la esperanza de encontrar un lugar donde sentarse. A Niddo se debe entrar por la cocina de Karen Drijanski, madre de Eduardo, quien recibe a todos con su melena rubia y mirada amable. Niddo nació en una servilleta de papel en un café de Ginza, Japón, en diciembre de 2017. El dúo de madre e hijo siempre había soñado con tener un lugar propio, y en noviembre pasado abrieron este local, que solía ser antes una galería de arte. “Empezamos a dibujar en la servilleta una cocina abierta al público porque queríamos romper la parte de que vas a un restaurante y es tradicional tu experiencia. Te sientas en una mesa, te dan el menú, hay una pared y estás en un cuarto con el mesero enfrente. Está padre cambiar esa dinámica”, explica Plaschinski. [caption id="attachment_252183" align="alignnone" width="468"]
Karen Drijanski y su hijo Eduardo Plaschinski[/caption]Aunque Niddo tiene apenas 50 metros cuadrados, se puede sentir un ambiente expansivo. El café de al lado y la terraza hacen que Niddo parezca más grande de lo que es. El diseño de espejos, arcos y colores cálidos, a cargo de Regina Galvanduque y Andrés Mier y Teran, crean una atmósfera cálida donde la cocina siempre es el núcleo. “No es una cocina de autor, es una cocina que te llena el alma, y al romper la frontera entre cocina y salón, la gente escucha, huele y ve el escenario y ven realmente lo que es cocinar y cocer y freír. Ven el estrés, la pasión o lo intenso que es una cocina en verdad”, comenta Karen. La propuesta gastronómica de Niddo no tiene pretensiones. Ellos la definen como “comida de apapacho”. Grilled cheese, latke de papas, polenta fries, burrata con jamón serrano, kebab en pita y pancakes son platillos que se pueden encontrar en la carta. Es cocina temporal y fresca, pero sobre todo hecha con amor. Todos los platillos están enraizados en la familia e inspirados en las experiencias que han tenido Karen y Eduardo en los países que han visitado. “Siento que es una cocina muy noble, muy casera, de todas las mujeres de mi familia, porque hay recetas de mi abuela y de mi bisabuela. Imagínate cuántas generaciones no han pasado por estas recetas y por este amor alrededor de la cocina”, comenta Drijanski con emoción. La locación es poco ortodoxa, un café así encajaría en otros barrios más concurridos, pero Plaschinski asegura que no podrían estar en otro lugar. Aquí, a unas cuadras de los hoteles más lujosos de la ciudad y a pocos metros de la avenida Reforma, se respira una calma inusual. “Nos gusta mucho esta zona, era una zona muy muerta, no había casi nada. Está ese restaurante coreano, que es muy bueno, y está padre que la gente lo empiece a conocer por venir aquí. Es una zona que ha levantado muchísimo por Niddo”, sigue Plaschinski.
Karen y Eduardo están al pendiente de todo lo que sucede en Niddo, y junto a su tercer socio Mauricio Reyes Retana, han logrado crear una experiencia especial. Todos los detalles están pensados hasta las últimas consecuencias. Incluso tienen una marca propia, Niddo Contigo, que permite a los comensales llevarse un poco del local, como velas, cremas y jabones de una fragancia propia, tazas, café chiapaneco y dulces hechos in-house. El trío tiene planes para expandirse. Están pensando en crear más experiencias. Mauricio, que ayuda a aterrizar la creatividad de Eduardo y su madre, es el encargado de las estrategias y coordinación, mientras que el hijo lleva el manejo del frente y la comunicación, y Karen es quien se encarga de la cocina. Las tres piezas del rompecabezas de este lugar encajan de maravilla. Niddo es, sin duda, un hogar en forma de restaurante donde Karen, Eduardo y Mauricio abren las puertas e invitan a cualquiera a formar parte de su familia.
Niddo Dresde 2, Juárez, Ciudad de Méxiconiddo.mx
Niddo, un nuevo restaurante en la Juárez que te hace sentir como en casa. La idea nació en una servilleta de papel en un café de Ginza, Japón, en 2017, del sueño de una madre y un hijo que siempre quisieron un lugar propio, hoy lo tienen y en una de las sensaciones de la zona.
Entre las calles de Oxford y Dresde, en la Juárez, hay un pequeño restaurante que desborda gente. En la terraza se pueden escuchar al menos tres idiomas diferentes, así como el seseo del sartén y el olor que se filtra hasta la siguiente cuadra. Huele a pan recién horneado y café. Eduardo Plaschinski recibe a los comensales con una sonrisa, quienes llegan con la esperanza de encontrar un lugar donde sentarse. A Niddo se debe entrar por la cocina de Karen Drijanski, madre de Eduardo, quien recibe a todos con su melena rubia y mirada amable. Niddo nació en una servilleta de papel en un café de Ginza, Japón, en diciembre de 2017. El dúo de madre e hijo siempre había soñado con tener un lugar propio, y en noviembre pasado abrieron este local, que solía ser antes una galería de arte. “Empezamos a dibujar en la servilleta una cocina abierta al público porque queríamos romper la parte de que vas a un restaurante y es tradicional tu experiencia. Te sientas en una mesa, te dan el menú, hay una pared y estás en un cuarto con el mesero enfrente. Está padre cambiar esa dinámica”, explica Plaschinski. [caption id="attachment_252183" align="alignnone" width="468"]
Karen Drijanski y su hijo Eduardo Plaschinski[/caption]Aunque Niddo tiene apenas 50 metros cuadrados, se puede sentir un ambiente expansivo. El café de al lado y la terraza hacen que Niddo parezca más grande de lo que es. El diseño de espejos, arcos y colores cálidos, a cargo de Regina Galvanduque y Andrés Mier y Teran, crean una atmósfera cálida donde la cocina siempre es el núcleo. “No es una cocina de autor, es una cocina que te llena el alma, y al romper la frontera entre cocina y salón, la gente escucha, huele y ve el escenario y ven realmente lo que es cocinar y cocer y freír. Ven el estrés, la pasión o lo intenso que es una cocina en verdad”, comenta Karen. La propuesta gastronómica de Niddo no tiene pretensiones. Ellos la definen como “comida de apapacho”. Grilled cheese, latke de papas, polenta fries, burrata con jamón serrano, kebab en pita y pancakes son platillos que se pueden encontrar en la carta. Es cocina temporal y fresca, pero sobre todo hecha con amor. Todos los platillos están enraizados en la familia e inspirados en las experiencias que han tenido Karen y Eduardo en los países que han visitado. “Siento que es una cocina muy noble, muy casera, de todas las mujeres de mi familia, porque hay recetas de mi abuela y de mi bisabuela. Imagínate cuántas generaciones no han pasado por estas recetas y por este amor alrededor de la cocina”, comenta Drijanski con emoción. La locación es poco ortodoxa, un café así encajaría en otros barrios más concurridos, pero Plaschinski asegura que no podrían estar en otro lugar. Aquí, a unas cuadras de los hoteles más lujosos de la ciudad y a pocos metros de la avenida Reforma, se respira una calma inusual. “Nos gusta mucho esta zona, era una zona muy muerta, no había casi nada. Está ese restaurante coreano, que es muy bueno, y está padre que la gente lo empiece a conocer por venir aquí. Es una zona que ha levantado muchísimo por Niddo”, sigue Plaschinski.
Karen y Eduardo están al pendiente de todo lo que sucede en Niddo, y junto a su tercer socio Mauricio Reyes Retana, han logrado crear una experiencia especial. Todos los detalles están pensados hasta las últimas consecuencias. Incluso tienen una marca propia, Niddo Contigo, que permite a los comensales llevarse un poco del local, como velas, cremas y jabones de una fragancia propia, tazas, café chiapaneco y dulces hechos in-house. El trío tiene planes para expandirse. Están pensando en crear más experiencias. Mauricio, que ayuda a aterrizar la creatividad de Eduardo y su madre, es el encargado de las estrategias y coordinación, mientras que el hijo lleva el manejo del frente y la comunicación, y Karen es quien se encarga de la cocina. Las tres piezas del rompecabezas de este lugar encajan de maravilla. Niddo es, sin duda, un hogar en forma de restaurante donde Karen, Eduardo y Mauricio abren las puertas e invitan a cualquiera a formar parte de su familia.
Niddo Dresde 2, Juárez, Ciudad de Méxiconiddo.mx
Niddo, un nuevo restaurante en la Juárez que te hace sentir como en casa. La idea nació en una servilleta de papel en un café de Ginza, Japón, en 2017, del sueño de una madre y un hijo que siempre quisieron un lugar propio, hoy lo tienen y en una de las sensaciones de la zona.
Entre las calles de Oxford y Dresde, en la Juárez, hay un pequeño restaurante que desborda gente. En la terraza se pueden escuchar al menos tres idiomas diferentes, así como el seseo del sartén y el olor que se filtra hasta la siguiente cuadra. Huele a pan recién horneado y café. Eduardo Plaschinski recibe a los comensales con una sonrisa, quienes llegan con la esperanza de encontrar un lugar donde sentarse. A Niddo se debe entrar por la cocina de Karen Drijanski, madre de Eduardo, quien recibe a todos con su melena rubia y mirada amable. Niddo nació en una servilleta de papel en un café de Ginza, Japón, en diciembre de 2017. El dúo de madre e hijo siempre había soñado con tener un lugar propio, y en noviembre pasado abrieron este local, que solía ser antes una galería de arte. “Empezamos a dibujar en la servilleta una cocina abierta al público porque queríamos romper la parte de que vas a un restaurante y es tradicional tu experiencia. Te sientas en una mesa, te dan el menú, hay una pared y estás en un cuarto con el mesero enfrente. Está padre cambiar esa dinámica”, explica Plaschinski. [caption id="attachment_252183" align="alignnone" width="468"]
Karen Drijanski y su hijo Eduardo Plaschinski[/caption]Aunque Niddo tiene apenas 50 metros cuadrados, se puede sentir un ambiente expansivo. El café de al lado y la terraza hacen que Niddo parezca más grande de lo que es. El diseño de espejos, arcos y colores cálidos, a cargo de Regina Galvanduque y Andrés Mier y Teran, crean una atmósfera cálida donde la cocina siempre es el núcleo. “No es una cocina de autor, es una cocina que te llena el alma, y al romper la frontera entre cocina y salón, la gente escucha, huele y ve el escenario y ven realmente lo que es cocinar y cocer y freír. Ven el estrés, la pasión o lo intenso que es una cocina en verdad”, comenta Karen. La propuesta gastronómica de Niddo no tiene pretensiones. Ellos la definen como “comida de apapacho”. Grilled cheese, latke de papas, polenta fries, burrata con jamón serrano, kebab en pita y pancakes son platillos que se pueden encontrar en la carta. Es cocina temporal y fresca, pero sobre todo hecha con amor. Todos los platillos están enraizados en la familia e inspirados en las experiencias que han tenido Karen y Eduardo en los países que han visitado. “Siento que es una cocina muy noble, muy casera, de todas las mujeres de mi familia, porque hay recetas de mi abuela y de mi bisabuela. Imagínate cuántas generaciones no han pasado por estas recetas y por este amor alrededor de la cocina”, comenta Drijanski con emoción. La locación es poco ortodoxa, un café así encajaría en otros barrios más concurridos, pero Plaschinski asegura que no podrían estar en otro lugar. Aquí, a unas cuadras de los hoteles más lujosos de la ciudad y a pocos metros de la avenida Reforma, se respira una calma inusual. “Nos gusta mucho esta zona, era una zona muy muerta, no había casi nada. Está ese restaurante coreano, que es muy bueno, y está padre que la gente lo empiece a conocer por venir aquí. Es una zona que ha levantado muchísimo por Niddo”, sigue Plaschinski.
Karen y Eduardo están al pendiente de todo lo que sucede en Niddo, y junto a su tercer socio Mauricio Reyes Retana, han logrado crear una experiencia especial. Todos los detalles están pensados hasta las últimas consecuencias. Incluso tienen una marca propia, Niddo Contigo, que permite a los comensales llevarse un poco del local, como velas, cremas y jabones de una fragancia propia, tazas, café chiapaneco y dulces hechos in-house. El trío tiene planes para expandirse. Están pensando en crear más experiencias. Mauricio, que ayuda a aterrizar la creatividad de Eduardo y su madre, es el encargado de las estrategias y coordinación, mientras que el hijo lleva el manejo del frente y la comunicación, y Karen es quien se encarga de la cocina. Las tres piezas del rompecabezas de este lugar encajan de maravilla. Niddo es, sin duda, un hogar en forma de restaurante donde Karen, Eduardo y Mauricio abren las puertas e invitan a cualquiera a formar parte de su familia.
Niddo Dresde 2, Juárez, Ciudad de Méxiconiddo.mx
Niddo, un nuevo restaurante en la Juárez que te hace sentir como en casa. La idea nació en una servilleta de papel en un café de Ginza, Japón, en 2017, del sueño de una madre y un hijo que siempre quisieron un lugar propio, hoy lo tienen y en una de las sensaciones de la zona.
Entre las calles de Oxford y Dresde, en la Juárez, hay un pequeño restaurante que desborda gente. En la terraza se pueden escuchar al menos tres idiomas diferentes, así como el seseo del sartén y el olor que se filtra hasta la siguiente cuadra. Huele a pan recién horneado y café. Eduardo Plaschinski recibe a los comensales con una sonrisa, quienes llegan con la esperanza de encontrar un lugar donde sentarse. A Niddo se debe entrar por la cocina de Karen Drijanski, madre de Eduardo, quien recibe a todos con su melena rubia y mirada amable. Niddo nació en una servilleta de papel en un café de Ginza, Japón, en diciembre de 2017. El dúo de madre e hijo siempre había soñado con tener un lugar propio, y en noviembre pasado abrieron este local, que solía ser antes una galería de arte. “Empezamos a dibujar en la servilleta una cocina abierta al público porque queríamos romper la parte de que vas a un restaurante y es tradicional tu experiencia. Te sientas en una mesa, te dan el menú, hay una pared y estás en un cuarto con el mesero enfrente. Está padre cambiar esa dinámica”, explica Plaschinski. [caption id="attachment_252183" align="alignnone" width="468"]
Karen Drijanski y su hijo Eduardo Plaschinski[/caption]Aunque Niddo tiene apenas 50 metros cuadrados, se puede sentir un ambiente expansivo. El café de al lado y la terraza hacen que Niddo parezca más grande de lo que es. El diseño de espejos, arcos y colores cálidos, a cargo de Regina Galvanduque y Andrés Mier y Teran, crean una atmósfera cálida donde la cocina siempre es el núcleo. “No es una cocina de autor, es una cocina que te llena el alma, y al romper la frontera entre cocina y salón, la gente escucha, huele y ve el escenario y ven realmente lo que es cocinar y cocer y freír. Ven el estrés, la pasión o lo intenso que es una cocina en verdad”, comenta Karen. La propuesta gastronómica de Niddo no tiene pretensiones. Ellos la definen como “comida de apapacho”. Grilled cheese, latke de papas, polenta fries, burrata con jamón serrano, kebab en pita y pancakes son platillos que se pueden encontrar en la carta. Es cocina temporal y fresca, pero sobre todo hecha con amor. Todos los platillos están enraizados en la familia e inspirados en las experiencias que han tenido Karen y Eduardo en los países que han visitado. “Siento que es una cocina muy noble, muy casera, de todas las mujeres de mi familia, porque hay recetas de mi abuela y de mi bisabuela. Imagínate cuántas generaciones no han pasado por estas recetas y por este amor alrededor de la cocina”, comenta Drijanski con emoción. La locación es poco ortodoxa, un café así encajaría en otros barrios más concurridos, pero Plaschinski asegura que no podrían estar en otro lugar. Aquí, a unas cuadras de los hoteles más lujosos de la ciudad y a pocos metros de la avenida Reforma, se respira una calma inusual. “Nos gusta mucho esta zona, era una zona muy muerta, no había casi nada. Está ese restaurante coreano, que es muy bueno, y está padre que la gente lo empiece a conocer por venir aquí. Es una zona que ha levantado muchísimo por Niddo”, sigue Plaschinski.
Karen y Eduardo están al pendiente de todo lo que sucede en Niddo, y junto a su tercer socio Mauricio Reyes Retana, han logrado crear una experiencia especial. Todos los detalles están pensados hasta las últimas consecuencias. Incluso tienen una marca propia, Niddo Contigo, que permite a los comensales llevarse un poco del local, como velas, cremas y jabones de una fragancia propia, tazas, café chiapaneco y dulces hechos in-house. El trío tiene planes para expandirse. Están pensando en crear más experiencias. Mauricio, que ayuda a aterrizar la creatividad de Eduardo y su madre, es el encargado de las estrategias y coordinación, mientras que el hijo lleva el manejo del frente y la comunicación, y Karen es quien se encarga de la cocina. Las tres piezas del rompecabezas de este lugar encajan de maravilla. Niddo es, sin duda, un hogar en forma de restaurante donde Karen, Eduardo y Mauricio abren las puertas e invitan a cualquiera a formar parte de su familia.
Niddo Dresde 2, Juárez, Ciudad de Méxiconiddo.mx
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