Después de los Globos de Oro y de camino a los premios Oscar, una diseñadora quiso subirse al éxito de Hayao Miyazaki pero el tiempo, y las redes sociales, desmontaron esta mentira y otras más que llevaba construyendo desde hace años. ¿Cómo empezó la farsa y por qué llegó tan lejos?
La fama de Geraldine Fernández Ruiz, la diseñadora colombiana que engañó a millones de personas con su supuesta participación en la película “El niño y la garza”, de Hayao Miyazaki, le duró apenas dos semanas. Su cadena de mentiras se rompió cuando no pudo sostener todas las evidencias en su contra. Pero esta no era su primera vez, Geraldine llevaba mintiendo desde el 2017. En su portafolio, redes sociales y videos se atribuía maestrías, premios y trabajos que no realizó. Presumía haber formado parte de proyectos donde no la conocían.
Con su más reciente mentira —aquél cuento de trabajar con el afamado director de cine japonés que ganó un Globo de Oro— cayeron desde amigos, conocidos, universidades, hasta periodistas de los principales medios colombianos como El Tiempo, El Heraldo, la emisora Caracol Radio y la agencia de noticias Infobae.
La diseñadora gráfica de treinta años, originaria de Barranquilla, una ciudad con más de 1.3 millones de habitantes y ubicada al norte de Colombia, pasó del anonimato a la viralidad tras la entrega del premio a Miyazaki, el pasado 7 de enero. Su nombre protagonizó los encabezados de medios en todo el mundo que la entrevistaron durante dos semanas para hablar de la participación en la cinta.
Una mujer callada, responsable, colaborativa, con pocos amigos, que generaba confianza y de quien no se dudaría. Así recordaron algunos conocidos a Geraldine Fernández Ruiz, pero su aparición en medios destapó mucho más que eso.
De fotogramas y premios Oscar
Una de las pocas verdades sobre la historia de Fernández Ruiz es que desde junio del año pasado ha trabajado como diseñadora gráfica en Tecnoglass, una compañía que fabrica vidrios. La empresa también participó del escándalo, ya que el 14 de enero envió un comunicado titulado “Una colombiana en la cumbre del cine animado del mundo. La proeza de Geraldine es digna del premio”; además, venía acompañado por un video donde Fernández Ruiz hablaba de su trabajo con Miyazaki y proporcionaba el número de la diseñadora para quien buscara entrevistarla.
Christian Daes, jefe de la diseñadora, es un viejo conocido y amigo de los medios de comunicación tradicionales de la región Caribe; un prominente empresario de Barranquilla con influencia en la comunidad. Protagonista de noticias por extravagancias como teñirse el cabello de rojo cuando su equipo de fútbol, el Junior, quedó campeón en diciembre de 2023; también donó cerca de 26 000 dólares para atletas olímpicos que no recibían apoyo gubernamental. Construyó monumentos como La Ventana al Mundo, que se convirtió en símbolo de la ciudad; incluso financió campañas políticas con el envío de bolsos de dinero en efectivo. Tecnoglass es una de las empresas colombianas más importantes y cotiza en la bolsa de valores de Nueva York. Pero ni este perspicaz empresario se detuvo a cuestionar lo dicho por Fernández Ruiz y fue su principal promotor.
“Todo fue producto de su imaginación”, dijo Daes ante la polémica, sin mencionar que él comenzó esta campaña para difundir el supuesto logro de la diseñadora. Los representantes de Tecnoglass y el empresario no otorgaron más entrevistas sobre el tema.
Tan confiable parecía Fernández Ruiz, que el 17 de octubre de 2023 estuvo en un panel de expertos en una universidad privada colombiana. La carrera de pregrado de Diseño Digital, de la Universidad Sergio Arboleda —una de las instituciones privadas con mayor reconocimiento en Barranquilla—, llevó a Geraldine y a tres ilustradores más al evento “Encuentro de Ilustradores Studio Ghibli”. Conocimos el perfil de los tres invitados y su trayectoria, pero al comunicarnos con ellos solicitaron omitir la publicación de sus nombres porque no deseaban ser relacionados con una persona que afectó a su gremio e informaron que solo la vieron ese día.
“Fue un conversatorio en la sede de Barranquilla, en el que se habló del diseño y ella fue invitada. Geraldine no es egresada ni profesora, ni existe ni ha existido relación contractual alguna con ella”, respondió el área de comunicación de la universidad. Además aclararon que no se le pagó por participar en el evento y tampoco le pidieron acreditar la experiencia que la hizo famosa en internet. “Actuamos bajo el principio de la buena fe”, puntualizó la institución.
El video de esta participación se dio a conocer varios meses después, cuando la historia de Fernández Ruiz ya había llegado a los medios. “Tengo que realizar en 25 000 hojas de papel la escena. Después de casi ilustrar más de 50 000, 20 000 fotogramas, la mano te queda así”, mencionó frente a los estudiantes mientras doblaba su mano izquierda hacia abajo. Para el 16 de enero, cuando aún sostenía su mentira, la diseñadora declaró en la emisora radial Blu Radio, una de las principales cadenas del país, que su demostración de “torcer la mano” era una simple broma.
Fernández Ruiz sostuvo diez días seguidos, tras el anunció del Globo de Oro para la película de Miyazaki, la misma mentira en las entrevistas: elaboró 25 000 fotogramas, es decir unos treinta minutos, para la cinta “El niño y la garza” que recientemente fue nominada al Oscar como mejor película animada. Su novela de engaños creció al afirmar, entre muchas otras cosas, que perdió quince kilos porque supuestamente trabajaba de noche hasta entrada la madrugada para elaborar entre doscientos y trescientos dibujos, y que recibió un pago mensual de 400 dólares por su trabajo.
“Como para darles un spoiler, la primera parte de la película que son casi quince minutos, toda esa escena la hice yo. Literal, la colombiana abre la película”, contó en uno de los videos publicados en su cuenta de la red social X, que cerró luego del escándalo. Incluso aseguró que, a través de videollamada, conoció al propio Miyazaki: “Cuando hacíamos trabajos me decía, la colombiana que haga esto o que haga lo otro. Tuve en tres ocasiones contacto con él: cuando firmé el contrato, al 50% de la película y al final”. En el mismo video, Geraldine dibujó varios círculos en distintas hojas de una libreta amarilla para simular el proceso de animación y demostrar su “experiencia”.
Ante los cuestionamientos surgidos en las redes sociales acerca de que una sola persona no podía diseñar todo ese material, la colombiana admitió que fue “poca” su participación y que exageró. Finalmente, el 17 de enero —con todas las pruebas en su contra y la ausencia de su nombre en los créditos de la película— reconoció su mentira. “Nunca existió participación en la ilustración y diseño de la película ‘El niño y la garza’. Todo lo sucedido fue producto de un mal ejercicio que reconozco y de lo cual me siento arrepentida. Reconozco que la situación se me salió de las manos y para mí fue muy difícil retractarme en esos momentos [...] No tuve la madurez necesaria para retractarme y tuve que seguir con la versión de haber participado en dicha cinta”, escribió Geraldine en el comunicado. Sostuvo que mintió ante la “afición y admiración en la técnica de la ilustración y mi profesión como diseñadora”. Al final, todo era una ficción creada por Geraldine, digna de un Oscar.
“Estoy recuperándome y aceptando mi error y trabajando sobre eso. Eliminé mis redes sociales y mi hoja de vida porque me estaban haciendo matoneo [bullying]. Quiero volver a mi vida normal, aceptando mis errores”, Fernández Ruiz no ofrece más entrevistas y esta fue su respuesta ante la solicitud de Gatopardo.
Fernández Ruiz sostuvo que dentro de un grupo cerrado de amigos habló de su colaboración con Miyazaki y que uno de ellos contactó al periodista que hizo viral la noticia. Pero sus antiguos compañeros de trabajo aseguran que hablaba comúnmente de sus ilustraciones en el Studio Ghibli. “Ella se la pasaba hablando del tema en reuniones y ante todo el mundo, es mentira que solo se lo dijera a unos amigos y que ellos lo hubieran filtrado. También hizo prácticas en un medio de comunicación y por eso conocía a periodistas y le creyeron más fácil. No es ninguna víctima y sigue mintiendo”, dijo un excolega que pidió no revelar su nombre.
Un compañero en El Heraldo, medio colombiano en el que Fernández Ruiz hizo sus prácticas profesionales como diseñadora gráfica, la recuerda como una persona callada, responsable y colaborativa. “La conocí hace como diez años, la recuerdo con cariño porque era muy colaborativa. Cuando vi la publicación le dije que felicidades y luego me pareció terrible cómo fue escalando la mentira, pero solo lo comenté en grupos no quise llevar eso a las redes. Ella se buscó todo esto y espero que pueda recuperar su carrera”.
Ni maestrías ni premios
Lo único cierto en su hoja de vida son sus grados como diseñadora gráfica y especialista en Mercadeo de la Universidad Autónoma del Caribe. El resto de sus títulos y premios fueron desmentidos. También borró su perfil de LinkedIn, donde aseguraba poseer una maestría en diseño y artes aplicadas de la Universidad de Tokio. Geraldine dijo en su cuenta de X que había sido becada por la universidad entre 2020 y 2023, pero al revisar la página web de la institución descubrimos que este programa no existe. Además, la Revista Cambio, medio de investigación colombiano, obtuvo los documentos en japonés que Geraldine entregó a Tecnoglass; al traducirlos se evidenció que eran solo constancias de participación en un simposio de cerámica.
En su historial profesional también destacaba su trabajo en la Agencia Pópuli donde se atribuyó un premio en el que no participó ni ganó: El Ojo de Iberoamérica, en la categoría Real time marketing, por la campaña “El meteorito de la transformación”. La campaña, lanzada el 8 de septiembre de 2021, se hizo famosa porque generó confusión entre los habitantes del barrio Villas de San Pablo, al sur de Barranquilla. La gente creyó que se trataba de un meteorito real y se tomaron fotos con una simple piedra que simbolizaba la construcción de un complejo habitacional en la zona.
Grace Gómez, directora de comunicaciones de la Agencia Pópuli, confirmó que Fernández Ruiz trabajó ahí como diseñadora gráfica entre 2018 y 2022, pero no fue parte del proyecto. “Ella solo hizo parte de diseño gráfico, no tuvo participación ni en los comités ni en el desarrollo de ‘El meteorito de la transformación’. Ella se dedicó a hacer productos editoriales”, contó Gómez, quien fue jefe de Geraldine y la describe como alguien responsable y cumplida. “Nos sorprendió que mintiera con la película y hasta le creímos que sí había participado de manera parcial”, agregó. Fernández Ruiz nunca acreditó diplomas ni certificados a la Agencia Pópuli, pero ellos tampoco verificaron la información.
Desde el 2017, en su portafolio digital de Issue —eliminado como el resto de sus redes sociales— Fernández Ruiz presentaba trabajos que no eran suyos: un afiche de la Feria de las Flores del año 2016 diseñado por Juan Fernando Gómez, una imagen de dos guerreros firmado por el artista LOZ y una ilustración del videojuego llamado “Demo”. En una entrevista con el streamer español Pablo González, conocido como Caitch Sitch, Fernández Ruiz aceptó que se robó ese último diseño aunque en un comienzo aseguró: “las composiciones son 100% mías”.
Fernández Ruiz tenía en su portafolio ilustraciones que eran de uno de los diseñadores del equipo editorial de El Heraldo, según narra otro excompañero: “No tengo un mal recuerdo de ella, cubrió unas vacaciones y estuvo haciendo prácticas en el periódico. Pero revisando su portafolio vimos que dejaba un diseño que se hizo para el Mundial de Brasil de 2014, esos trabajos no son de ella. Ese estilo es de un compañero. Si me la encontrara de nuevo simplemente le preguntaría por qué hizo eso, cuál era la necesidad”.
Barranquilla, amante del “realismo mágico”
El mundo entre lo real y mágico ha sido noticia en Barranquilla no solo con la historia de Fernández Ruiz. En 1997 se hizo famoso en los titulares de prensa el caso de Liliana Cáceres, una joven de dieciséis años que simulaba tener un embarazo múltiple y para eso llenó su vientre con retazos de tela a fin de hacerle creer a su esposo —y al resto del país— que tendría no solo un bebé sino nueve. A Liliana le llamaron “la mujer con barriga de trapo”, y su mentira fue descubierta el 28 de noviembre de ese año cuando la ataron a una camilla del hospital para que se dejara analizar y bajo la observación de una psicóloga. En ese momento, los médicos, que ya sospechaban del extraño embarazo, descubrieron que era un bulto de tela.
La historia de Geraldine Hernández pone nuevamente en evidencia la facilidad con la que una mentira se viraliza, ante, por un lado, la falta de verificación de los medios de comunicación y, por otro, la capacidad de algunos para mentir sin medir las consecuencias.
Mauricio Castaño Ramírez, médico psiquiatra y presidente de la Asociación Colombiana de Psiquiatría, explicó que “las personas que dicen mentiras están buscando un beneficio económico, social, de salud o un reconocimiento. Se puede encontrar en dos condiciones de salud mental: una, el trastorno facticio que es de manera inconsciente y, en el otro, el trastorno ficticio que es donde se simulan síntomas físicos, psicológicos o sociales”.
Cuando una persona dice mentiras de manera exagerada, debe ser valorada por un especialista para determinar si es una idea delirante o una creencia extraña que está fuera de la realidad, consideró el experto y para ello, la familia debe hacer un poco de introspección y ayudar a que se reconozca lo que no es cierto: “Para reconocer que una persona está diciendo mentiras debe ser valorado por un especialista en psiquiatría para que determine si en realidad es una mitomanía o es un delirio, donde también relata hechos o habla de una manera exagerada de un acontecimiento o tiene una creencia extraña”.
Por último, como en el caso de Fernández Ruiz, Castaño aclaró que no podemos decir que es una persona mitómana o que está diciendo mentiras con solo escucharla en redes sociales o en noticias. “Se debe conocer qué hay detrás. No se puede juzgar a la persona sin analizar su conducta y si se trata de un delirio, mentira o un error en su forma de pensar y eso solo lo establece un diagnóstico. Por eso, la necesidad de que se consulte a varias personas porque una información puede estar sesgada por la subjetividad”, asegura y continúa, “la persona debe hacer una introspección, reconocer que dijo una mentira y evaluar qué otras conductas similares tiene. Determinar si la persona quiere obtener beneficios o es un trastorno por simulación o un trastorno de personalidad en donde dicen mentiras y la sostienen hasta el final para no perder lo que han ganado hasta ahora”.
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Fotografía de Rober Gonzalez / Unsplash.
Después de los Globos de Oro y de camino a los premios Oscar, una diseñadora quiso subirse al éxito de Hayao Miyazaki pero el tiempo, y las redes sociales, desmontaron esta mentira y otras más que llevaba construyendo desde hace años. ¿Cómo empezó la farsa y por qué llegó tan lejos?
La fama de Geraldine Fernández Ruiz, la diseñadora colombiana que engañó a millones de personas con su supuesta participación en la película “El niño y la garza”, de Hayao Miyazaki, le duró apenas dos semanas. Su cadena de mentiras se rompió cuando no pudo sostener todas las evidencias en su contra. Pero esta no era su primera vez, Geraldine llevaba mintiendo desde el 2017. En su portafolio, redes sociales y videos se atribuía maestrías, premios y trabajos que no realizó. Presumía haber formado parte de proyectos donde no la conocían.
Con su más reciente mentira —aquél cuento de trabajar con el afamado director de cine japonés que ganó un Globo de Oro— cayeron desde amigos, conocidos, universidades, hasta periodistas de los principales medios colombianos como El Tiempo, El Heraldo, la emisora Caracol Radio y la agencia de noticias Infobae.
La diseñadora gráfica de treinta años, originaria de Barranquilla, una ciudad con más de 1.3 millones de habitantes y ubicada al norte de Colombia, pasó del anonimato a la viralidad tras la entrega del premio a Miyazaki, el pasado 7 de enero. Su nombre protagonizó los encabezados de medios en todo el mundo que la entrevistaron durante dos semanas para hablar de la participación en la cinta.
Una mujer callada, responsable, colaborativa, con pocos amigos, que generaba confianza y de quien no se dudaría. Así recordaron algunos conocidos a Geraldine Fernández Ruiz, pero su aparición en medios destapó mucho más que eso.
De fotogramas y premios Oscar
Una de las pocas verdades sobre la historia de Fernández Ruiz es que desde junio del año pasado ha trabajado como diseñadora gráfica en Tecnoglass, una compañía que fabrica vidrios. La empresa también participó del escándalo, ya que el 14 de enero envió un comunicado titulado “Una colombiana en la cumbre del cine animado del mundo. La proeza de Geraldine es digna del premio”; además, venía acompañado por un video donde Fernández Ruiz hablaba de su trabajo con Miyazaki y proporcionaba el número de la diseñadora para quien buscara entrevistarla.
Christian Daes, jefe de la diseñadora, es un viejo conocido y amigo de los medios de comunicación tradicionales de la región Caribe; un prominente empresario de Barranquilla con influencia en la comunidad. Protagonista de noticias por extravagancias como teñirse el cabello de rojo cuando su equipo de fútbol, el Junior, quedó campeón en diciembre de 2023; también donó cerca de 26 000 dólares para atletas olímpicos que no recibían apoyo gubernamental. Construyó monumentos como La Ventana al Mundo, que se convirtió en símbolo de la ciudad; incluso financió campañas políticas con el envío de bolsos de dinero en efectivo. Tecnoglass es una de las empresas colombianas más importantes y cotiza en la bolsa de valores de Nueva York. Pero ni este perspicaz empresario se detuvo a cuestionar lo dicho por Fernández Ruiz y fue su principal promotor.
“Todo fue producto de su imaginación”, dijo Daes ante la polémica, sin mencionar que él comenzó esta campaña para difundir el supuesto logro de la diseñadora. Los representantes de Tecnoglass y el empresario no otorgaron más entrevistas sobre el tema.
Tan confiable parecía Fernández Ruiz, que el 17 de octubre de 2023 estuvo en un panel de expertos en una universidad privada colombiana. La carrera de pregrado de Diseño Digital, de la Universidad Sergio Arboleda —una de las instituciones privadas con mayor reconocimiento en Barranquilla—, llevó a Geraldine y a tres ilustradores más al evento “Encuentro de Ilustradores Studio Ghibli”. Conocimos el perfil de los tres invitados y su trayectoria, pero al comunicarnos con ellos solicitaron omitir la publicación de sus nombres porque no deseaban ser relacionados con una persona que afectó a su gremio e informaron que solo la vieron ese día.
“Fue un conversatorio en la sede de Barranquilla, en el que se habló del diseño y ella fue invitada. Geraldine no es egresada ni profesora, ni existe ni ha existido relación contractual alguna con ella”, respondió el área de comunicación de la universidad. Además aclararon que no se le pagó por participar en el evento y tampoco le pidieron acreditar la experiencia que la hizo famosa en internet. “Actuamos bajo el principio de la buena fe”, puntualizó la institución.
El video de esta participación se dio a conocer varios meses después, cuando la historia de Fernández Ruiz ya había llegado a los medios. “Tengo que realizar en 25 000 hojas de papel la escena. Después de casi ilustrar más de 50 000, 20 000 fotogramas, la mano te queda así”, mencionó frente a los estudiantes mientras doblaba su mano izquierda hacia abajo. Para el 16 de enero, cuando aún sostenía su mentira, la diseñadora declaró en la emisora radial Blu Radio, una de las principales cadenas del país, que su demostración de “torcer la mano” era una simple broma.
Fernández Ruiz sostuvo diez días seguidos, tras el anunció del Globo de Oro para la película de Miyazaki, la misma mentira en las entrevistas: elaboró 25 000 fotogramas, es decir unos treinta minutos, para la cinta “El niño y la garza” que recientemente fue nominada al Oscar como mejor película animada. Su novela de engaños creció al afirmar, entre muchas otras cosas, que perdió quince kilos porque supuestamente trabajaba de noche hasta entrada la madrugada para elaborar entre doscientos y trescientos dibujos, y que recibió un pago mensual de 400 dólares por su trabajo.
“Como para darles un spoiler, la primera parte de la película que son casi quince minutos, toda esa escena la hice yo. Literal, la colombiana abre la película”, contó en uno de los videos publicados en su cuenta de la red social X, que cerró luego del escándalo. Incluso aseguró que, a través de videollamada, conoció al propio Miyazaki: “Cuando hacíamos trabajos me decía, la colombiana que haga esto o que haga lo otro. Tuve en tres ocasiones contacto con él: cuando firmé el contrato, al 50% de la película y al final”. En el mismo video, Geraldine dibujó varios círculos en distintas hojas de una libreta amarilla para simular el proceso de animación y demostrar su “experiencia”.
Ante los cuestionamientos surgidos en las redes sociales acerca de que una sola persona no podía diseñar todo ese material, la colombiana admitió que fue “poca” su participación y que exageró. Finalmente, el 17 de enero —con todas las pruebas en su contra y la ausencia de su nombre en los créditos de la película— reconoció su mentira. “Nunca existió participación en la ilustración y diseño de la película ‘El niño y la garza’. Todo lo sucedido fue producto de un mal ejercicio que reconozco y de lo cual me siento arrepentida. Reconozco que la situación se me salió de las manos y para mí fue muy difícil retractarme en esos momentos [...] No tuve la madurez necesaria para retractarme y tuve que seguir con la versión de haber participado en dicha cinta”, escribió Geraldine en el comunicado. Sostuvo que mintió ante la “afición y admiración en la técnica de la ilustración y mi profesión como diseñadora”. Al final, todo era una ficción creada por Geraldine, digna de un Oscar.
“Estoy recuperándome y aceptando mi error y trabajando sobre eso. Eliminé mis redes sociales y mi hoja de vida porque me estaban haciendo matoneo [bullying]. Quiero volver a mi vida normal, aceptando mis errores”, Fernández Ruiz no ofrece más entrevistas y esta fue su respuesta ante la solicitud de Gatopardo.
Fernández Ruiz sostuvo que dentro de un grupo cerrado de amigos habló de su colaboración con Miyazaki y que uno de ellos contactó al periodista que hizo viral la noticia. Pero sus antiguos compañeros de trabajo aseguran que hablaba comúnmente de sus ilustraciones en el Studio Ghibli. “Ella se la pasaba hablando del tema en reuniones y ante todo el mundo, es mentira que solo se lo dijera a unos amigos y que ellos lo hubieran filtrado. También hizo prácticas en un medio de comunicación y por eso conocía a periodistas y le creyeron más fácil. No es ninguna víctima y sigue mintiendo”, dijo un excolega que pidió no revelar su nombre.
Un compañero en El Heraldo, medio colombiano en el que Fernández Ruiz hizo sus prácticas profesionales como diseñadora gráfica, la recuerda como una persona callada, responsable y colaborativa. “La conocí hace como diez años, la recuerdo con cariño porque era muy colaborativa. Cuando vi la publicación le dije que felicidades y luego me pareció terrible cómo fue escalando la mentira, pero solo lo comenté en grupos no quise llevar eso a las redes. Ella se buscó todo esto y espero que pueda recuperar su carrera”.
Ni maestrías ni premios
Lo único cierto en su hoja de vida son sus grados como diseñadora gráfica y especialista en Mercadeo de la Universidad Autónoma del Caribe. El resto de sus títulos y premios fueron desmentidos. También borró su perfil de LinkedIn, donde aseguraba poseer una maestría en diseño y artes aplicadas de la Universidad de Tokio. Geraldine dijo en su cuenta de X que había sido becada por la universidad entre 2020 y 2023, pero al revisar la página web de la institución descubrimos que este programa no existe. Además, la Revista Cambio, medio de investigación colombiano, obtuvo los documentos en japonés que Geraldine entregó a Tecnoglass; al traducirlos se evidenció que eran solo constancias de participación en un simposio de cerámica.
En su historial profesional también destacaba su trabajo en la Agencia Pópuli donde se atribuyó un premio en el que no participó ni ganó: El Ojo de Iberoamérica, en la categoría Real time marketing, por la campaña “El meteorito de la transformación”. La campaña, lanzada el 8 de septiembre de 2021, se hizo famosa porque generó confusión entre los habitantes del barrio Villas de San Pablo, al sur de Barranquilla. La gente creyó que se trataba de un meteorito real y se tomaron fotos con una simple piedra que simbolizaba la construcción de un complejo habitacional en la zona.
Grace Gómez, directora de comunicaciones de la Agencia Pópuli, confirmó que Fernández Ruiz trabajó ahí como diseñadora gráfica entre 2018 y 2022, pero no fue parte del proyecto. “Ella solo hizo parte de diseño gráfico, no tuvo participación ni en los comités ni en el desarrollo de ‘El meteorito de la transformación’. Ella se dedicó a hacer productos editoriales”, contó Gómez, quien fue jefe de Geraldine y la describe como alguien responsable y cumplida. “Nos sorprendió que mintiera con la película y hasta le creímos que sí había participado de manera parcial”, agregó. Fernández Ruiz nunca acreditó diplomas ni certificados a la Agencia Pópuli, pero ellos tampoco verificaron la información.
Desde el 2017, en su portafolio digital de Issue —eliminado como el resto de sus redes sociales— Fernández Ruiz presentaba trabajos que no eran suyos: un afiche de la Feria de las Flores del año 2016 diseñado por Juan Fernando Gómez, una imagen de dos guerreros firmado por el artista LOZ y una ilustración del videojuego llamado “Demo”. En una entrevista con el streamer español Pablo González, conocido como Caitch Sitch, Fernández Ruiz aceptó que se robó ese último diseño aunque en un comienzo aseguró: “las composiciones son 100% mías”.
Fernández Ruiz tenía en su portafolio ilustraciones que eran de uno de los diseñadores del equipo editorial de El Heraldo, según narra otro excompañero: “No tengo un mal recuerdo de ella, cubrió unas vacaciones y estuvo haciendo prácticas en el periódico. Pero revisando su portafolio vimos que dejaba un diseño que se hizo para el Mundial de Brasil de 2014, esos trabajos no son de ella. Ese estilo es de un compañero. Si me la encontrara de nuevo simplemente le preguntaría por qué hizo eso, cuál era la necesidad”.
Barranquilla, amante del “realismo mágico”
El mundo entre lo real y mágico ha sido noticia en Barranquilla no solo con la historia de Fernández Ruiz. En 1997 se hizo famoso en los titulares de prensa el caso de Liliana Cáceres, una joven de dieciséis años que simulaba tener un embarazo múltiple y para eso llenó su vientre con retazos de tela a fin de hacerle creer a su esposo —y al resto del país— que tendría no solo un bebé sino nueve. A Liliana le llamaron “la mujer con barriga de trapo”, y su mentira fue descubierta el 28 de noviembre de ese año cuando la ataron a una camilla del hospital para que se dejara analizar y bajo la observación de una psicóloga. En ese momento, los médicos, que ya sospechaban del extraño embarazo, descubrieron que era un bulto de tela.
La historia de Geraldine Hernández pone nuevamente en evidencia la facilidad con la que una mentira se viraliza, ante, por un lado, la falta de verificación de los medios de comunicación y, por otro, la capacidad de algunos para mentir sin medir las consecuencias.
Mauricio Castaño Ramírez, médico psiquiatra y presidente de la Asociación Colombiana de Psiquiatría, explicó que “las personas que dicen mentiras están buscando un beneficio económico, social, de salud o un reconocimiento. Se puede encontrar en dos condiciones de salud mental: una, el trastorno facticio que es de manera inconsciente y, en el otro, el trastorno ficticio que es donde se simulan síntomas físicos, psicológicos o sociales”.
Cuando una persona dice mentiras de manera exagerada, debe ser valorada por un especialista para determinar si es una idea delirante o una creencia extraña que está fuera de la realidad, consideró el experto y para ello, la familia debe hacer un poco de introspección y ayudar a que se reconozca lo que no es cierto: “Para reconocer que una persona está diciendo mentiras debe ser valorado por un especialista en psiquiatría para que determine si en realidad es una mitomanía o es un delirio, donde también relata hechos o habla de una manera exagerada de un acontecimiento o tiene una creencia extraña”.
Por último, como en el caso de Fernández Ruiz, Castaño aclaró que no podemos decir que es una persona mitómana o que está diciendo mentiras con solo escucharla en redes sociales o en noticias. “Se debe conocer qué hay detrás. No se puede juzgar a la persona sin analizar su conducta y si se trata de un delirio, mentira o un error en su forma de pensar y eso solo lo establece un diagnóstico. Por eso, la necesidad de que se consulte a varias personas porque una información puede estar sesgada por la subjetividad”, asegura y continúa, “la persona debe hacer una introspección, reconocer que dijo una mentira y evaluar qué otras conductas similares tiene. Determinar si la persona quiere obtener beneficios o es un trastorno por simulación o un trastorno de personalidad en donde dicen mentiras y la sostienen hasta el final para no perder lo que han ganado hasta ahora”.
Después de los Globos de Oro y de camino a los premios Oscar, una diseñadora quiso subirse al éxito de Hayao Miyazaki pero el tiempo, y las redes sociales, desmontaron esta mentira y otras más que llevaba construyendo desde hace años. ¿Cómo empezó la farsa y por qué llegó tan lejos?
La fama de Geraldine Fernández Ruiz, la diseñadora colombiana que engañó a millones de personas con su supuesta participación en la película “El niño y la garza”, de Hayao Miyazaki, le duró apenas dos semanas. Su cadena de mentiras se rompió cuando no pudo sostener todas las evidencias en su contra. Pero esta no era su primera vez, Geraldine llevaba mintiendo desde el 2017. En su portafolio, redes sociales y videos se atribuía maestrías, premios y trabajos que no realizó. Presumía haber formado parte de proyectos donde no la conocían.
Con su más reciente mentira —aquél cuento de trabajar con el afamado director de cine japonés que ganó un Globo de Oro— cayeron desde amigos, conocidos, universidades, hasta periodistas de los principales medios colombianos como El Tiempo, El Heraldo, la emisora Caracol Radio y la agencia de noticias Infobae.
La diseñadora gráfica de treinta años, originaria de Barranquilla, una ciudad con más de 1.3 millones de habitantes y ubicada al norte de Colombia, pasó del anonimato a la viralidad tras la entrega del premio a Miyazaki, el pasado 7 de enero. Su nombre protagonizó los encabezados de medios en todo el mundo que la entrevistaron durante dos semanas para hablar de la participación en la cinta.
Una mujer callada, responsable, colaborativa, con pocos amigos, que generaba confianza y de quien no se dudaría. Así recordaron algunos conocidos a Geraldine Fernández Ruiz, pero su aparición en medios destapó mucho más que eso.
De fotogramas y premios Oscar
Una de las pocas verdades sobre la historia de Fernández Ruiz es que desde junio del año pasado ha trabajado como diseñadora gráfica en Tecnoglass, una compañía que fabrica vidrios. La empresa también participó del escándalo, ya que el 14 de enero envió un comunicado titulado “Una colombiana en la cumbre del cine animado del mundo. La proeza de Geraldine es digna del premio”; además, venía acompañado por un video donde Fernández Ruiz hablaba de su trabajo con Miyazaki y proporcionaba el número de la diseñadora para quien buscara entrevistarla.
Christian Daes, jefe de la diseñadora, es un viejo conocido y amigo de los medios de comunicación tradicionales de la región Caribe; un prominente empresario de Barranquilla con influencia en la comunidad. Protagonista de noticias por extravagancias como teñirse el cabello de rojo cuando su equipo de fútbol, el Junior, quedó campeón en diciembre de 2023; también donó cerca de 26 000 dólares para atletas olímpicos que no recibían apoyo gubernamental. Construyó monumentos como La Ventana al Mundo, que se convirtió en símbolo de la ciudad; incluso financió campañas políticas con el envío de bolsos de dinero en efectivo. Tecnoglass es una de las empresas colombianas más importantes y cotiza en la bolsa de valores de Nueva York. Pero ni este perspicaz empresario se detuvo a cuestionar lo dicho por Fernández Ruiz y fue su principal promotor.
“Todo fue producto de su imaginación”, dijo Daes ante la polémica, sin mencionar que él comenzó esta campaña para difundir el supuesto logro de la diseñadora. Los representantes de Tecnoglass y el empresario no otorgaron más entrevistas sobre el tema.
Tan confiable parecía Fernández Ruiz, que el 17 de octubre de 2023 estuvo en un panel de expertos en una universidad privada colombiana. La carrera de pregrado de Diseño Digital, de la Universidad Sergio Arboleda —una de las instituciones privadas con mayor reconocimiento en Barranquilla—, llevó a Geraldine y a tres ilustradores más al evento “Encuentro de Ilustradores Studio Ghibli”. Conocimos el perfil de los tres invitados y su trayectoria, pero al comunicarnos con ellos solicitaron omitir la publicación de sus nombres porque no deseaban ser relacionados con una persona que afectó a su gremio e informaron que solo la vieron ese día.
“Fue un conversatorio en la sede de Barranquilla, en el que se habló del diseño y ella fue invitada. Geraldine no es egresada ni profesora, ni existe ni ha existido relación contractual alguna con ella”, respondió el área de comunicación de la universidad. Además aclararon que no se le pagó por participar en el evento y tampoco le pidieron acreditar la experiencia que la hizo famosa en internet. “Actuamos bajo el principio de la buena fe”, puntualizó la institución.
El video de esta participación se dio a conocer varios meses después, cuando la historia de Fernández Ruiz ya había llegado a los medios. “Tengo que realizar en 25 000 hojas de papel la escena. Después de casi ilustrar más de 50 000, 20 000 fotogramas, la mano te queda así”, mencionó frente a los estudiantes mientras doblaba su mano izquierda hacia abajo. Para el 16 de enero, cuando aún sostenía su mentira, la diseñadora declaró en la emisora radial Blu Radio, una de las principales cadenas del país, que su demostración de “torcer la mano” era una simple broma.
Fernández Ruiz sostuvo diez días seguidos, tras el anunció del Globo de Oro para la película de Miyazaki, la misma mentira en las entrevistas: elaboró 25 000 fotogramas, es decir unos treinta minutos, para la cinta “El niño y la garza” que recientemente fue nominada al Oscar como mejor película animada. Su novela de engaños creció al afirmar, entre muchas otras cosas, que perdió quince kilos porque supuestamente trabajaba de noche hasta entrada la madrugada para elaborar entre doscientos y trescientos dibujos, y que recibió un pago mensual de 400 dólares por su trabajo.
“Como para darles un spoiler, la primera parte de la película que son casi quince minutos, toda esa escena la hice yo. Literal, la colombiana abre la película”, contó en uno de los videos publicados en su cuenta de la red social X, que cerró luego del escándalo. Incluso aseguró que, a través de videollamada, conoció al propio Miyazaki: “Cuando hacíamos trabajos me decía, la colombiana que haga esto o que haga lo otro. Tuve en tres ocasiones contacto con él: cuando firmé el contrato, al 50% de la película y al final”. En el mismo video, Geraldine dibujó varios círculos en distintas hojas de una libreta amarilla para simular el proceso de animación y demostrar su “experiencia”.
Ante los cuestionamientos surgidos en las redes sociales acerca de que una sola persona no podía diseñar todo ese material, la colombiana admitió que fue “poca” su participación y que exageró. Finalmente, el 17 de enero —con todas las pruebas en su contra y la ausencia de su nombre en los créditos de la película— reconoció su mentira. “Nunca existió participación en la ilustración y diseño de la película ‘El niño y la garza’. Todo lo sucedido fue producto de un mal ejercicio que reconozco y de lo cual me siento arrepentida. Reconozco que la situación se me salió de las manos y para mí fue muy difícil retractarme en esos momentos [...] No tuve la madurez necesaria para retractarme y tuve que seguir con la versión de haber participado en dicha cinta”, escribió Geraldine en el comunicado. Sostuvo que mintió ante la “afición y admiración en la técnica de la ilustración y mi profesión como diseñadora”. Al final, todo era una ficción creada por Geraldine, digna de un Oscar.
“Estoy recuperándome y aceptando mi error y trabajando sobre eso. Eliminé mis redes sociales y mi hoja de vida porque me estaban haciendo matoneo [bullying]. Quiero volver a mi vida normal, aceptando mis errores”, Fernández Ruiz no ofrece más entrevistas y esta fue su respuesta ante la solicitud de Gatopardo.
Fernández Ruiz sostuvo que dentro de un grupo cerrado de amigos habló de su colaboración con Miyazaki y que uno de ellos contactó al periodista que hizo viral la noticia. Pero sus antiguos compañeros de trabajo aseguran que hablaba comúnmente de sus ilustraciones en el Studio Ghibli. “Ella se la pasaba hablando del tema en reuniones y ante todo el mundo, es mentira que solo se lo dijera a unos amigos y que ellos lo hubieran filtrado. También hizo prácticas en un medio de comunicación y por eso conocía a periodistas y le creyeron más fácil. No es ninguna víctima y sigue mintiendo”, dijo un excolega que pidió no revelar su nombre.
Un compañero en El Heraldo, medio colombiano en el que Fernández Ruiz hizo sus prácticas profesionales como diseñadora gráfica, la recuerda como una persona callada, responsable y colaborativa. “La conocí hace como diez años, la recuerdo con cariño porque era muy colaborativa. Cuando vi la publicación le dije que felicidades y luego me pareció terrible cómo fue escalando la mentira, pero solo lo comenté en grupos no quise llevar eso a las redes. Ella se buscó todo esto y espero que pueda recuperar su carrera”.
Ni maestrías ni premios
Lo único cierto en su hoja de vida son sus grados como diseñadora gráfica y especialista en Mercadeo de la Universidad Autónoma del Caribe. El resto de sus títulos y premios fueron desmentidos. También borró su perfil de LinkedIn, donde aseguraba poseer una maestría en diseño y artes aplicadas de la Universidad de Tokio. Geraldine dijo en su cuenta de X que había sido becada por la universidad entre 2020 y 2023, pero al revisar la página web de la institución descubrimos que este programa no existe. Además, la Revista Cambio, medio de investigación colombiano, obtuvo los documentos en japonés que Geraldine entregó a Tecnoglass; al traducirlos se evidenció que eran solo constancias de participación en un simposio de cerámica.
En su historial profesional también destacaba su trabajo en la Agencia Pópuli donde se atribuyó un premio en el que no participó ni ganó: El Ojo de Iberoamérica, en la categoría Real time marketing, por la campaña “El meteorito de la transformación”. La campaña, lanzada el 8 de septiembre de 2021, se hizo famosa porque generó confusión entre los habitantes del barrio Villas de San Pablo, al sur de Barranquilla. La gente creyó que se trataba de un meteorito real y se tomaron fotos con una simple piedra que simbolizaba la construcción de un complejo habitacional en la zona.
Grace Gómez, directora de comunicaciones de la Agencia Pópuli, confirmó que Fernández Ruiz trabajó ahí como diseñadora gráfica entre 2018 y 2022, pero no fue parte del proyecto. “Ella solo hizo parte de diseño gráfico, no tuvo participación ni en los comités ni en el desarrollo de ‘El meteorito de la transformación’. Ella se dedicó a hacer productos editoriales”, contó Gómez, quien fue jefe de Geraldine y la describe como alguien responsable y cumplida. “Nos sorprendió que mintiera con la película y hasta le creímos que sí había participado de manera parcial”, agregó. Fernández Ruiz nunca acreditó diplomas ni certificados a la Agencia Pópuli, pero ellos tampoco verificaron la información.
Desde el 2017, en su portafolio digital de Issue —eliminado como el resto de sus redes sociales— Fernández Ruiz presentaba trabajos que no eran suyos: un afiche de la Feria de las Flores del año 2016 diseñado por Juan Fernando Gómez, una imagen de dos guerreros firmado por el artista LOZ y una ilustración del videojuego llamado “Demo”. En una entrevista con el streamer español Pablo González, conocido como Caitch Sitch, Fernández Ruiz aceptó que se robó ese último diseño aunque en un comienzo aseguró: “las composiciones son 100% mías”.
Fernández Ruiz tenía en su portafolio ilustraciones que eran de uno de los diseñadores del equipo editorial de El Heraldo, según narra otro excompañero: “No tengo un mal recuerdo de ella, cubrió unas vacaciones y estuvo haciendo prácticas en el periódico. Pero revisando su portafolio vimos que dejaba un diseño que se hizo para el Mundial de Brasil de 2014, esos trabajos no son de ella. Ese estilo es de un compañero. Si me la encontrara de nuevo simplemente le preguntaría por qué hizo eso, cuál era la necesidad”.
Barranquilla, amante del “realismo mágico”
El mundo entre lo real y mágico ha sido noticia en Barranquilla no solo con la historia de Fernández Ruiz. En 1997 se hizo famoso en los titulares de prensa el caso de Liliana Cáceres, una joven de dieciséis años que simulaba tener un embarazo múltiple y para eso llenó su vientre con retazos de tela a fin de hacerle creer a su esposo —y al resto del país— que tendría no solo un bebé sino nueve. A Liliana le llamaron “la mujer con barriga de trapo”, y su mentira fue descubierta el 28 de noviembre de ese año cuando la ataron a una camilla del hospital para que se dejara analizar y bajo la observación de una psicóloga. En ese momento, los médicos, que ya sospechaban del extraño embarazo, descubrieron que era un bulto de tela.
La historia de Geraldine Hernández pone nuevamente en evidencia la facilidad con la que una mentira se viraliza, ante, por un lado, la falta de verificación de los medios de comunicación y, por otro, la capacidad de algunos para mentir sin medir las consecuencias.
Mauricio Castaño Ramírez, médico psiquiatra y presidente de la Asociación Colombiana de Psiquiatría, explicó que “las personas que dicen mentiras están buscando un beneficio económico, social, de salud o un reconocimiento. Se puede encontrar en dos condiciones de salud mental: una, el trastorno facticio que es de manera inconsciente y, en el otro, el trastorno ficticio que es donde se simulan síntomas físicos, psicológicos o sociales”.
Cuando una persona dice mentiras de manera exagerada, debe ser valorada por un especialista para determinar si es una idea delirante o una creencia extraña que está fuera de la realidad, consideró el experto y para ello, la familia debe hacer un poco de introspección y ayudar a que se reconozca lo que no es cierto: “Para reconocer que una persona está diciendo mentiras debe ser valorado por un especialista en psiquiatría para que determine si en realidad es una mitomanía o es un delirio, donde también relata hechos o habla de una manera exagerada de un acontecimiento o tiene una creencia extraña”.
Por último, como en el caso de Fernández Ruiz, Castaño aclaró que no podemos decir que es una persona mitómana o que está diciendo mentiras con solo escucharla en redes sociales o en noticias. “Se debe conocer qué hay detrás. No se puede juzgar a la persona sin analizar su conducta y si se trata de un delirio, mentira o un error en su forma de pensar y eso solo lo establece un diagnóstico. Por eso, la necesidad de que se consulte a varias personas porque una información puede estar sesgada por la subjetividad”, asegura y continúa, “la persona debe hacer una introspección, reconocer que dijo una mentira y evaluar qué otras conductas similares tiene. Determinar si la persona quiere obtener beneficios o es un trastorno por simulación o un trastorno de personalidad en donde dicen mentiras y la sostienen hasta el final para no perder lo que han ganado hasta ahora”.
Fotografía de Rober Gonzalez / Unsplash.
Después de los Globos de Oro y de camino a los premios Oscar, una diseñadora quiso subirse al éxito de Hayao Miyazaki pero el tiempo, y las redes sociales, desmontaron esta mentira y otras más que llevaba construyendo desde hace años. ¿Cómo empezó la farsa y por qué llegó tan lejos?
La fama de Geraldine Fernández Ruiz, la diseñadora colombiana que engañó a millones de personas con su supuesta participación en la película “El niño y la garza”, de Hayao Miyazaki, le duró apenas dos semanas. Su cadena de mentiras se rompió cuando no pudo sostener todas las evidencias en su contra. Pero esta no era su primera vez, Geraldine llevaba mintiendo desde el 2017. En su portafolio, redes sociales y videos se atribuía maestrías, premios y trabajos que no realizó. Presumía haber formado parte de proyectos donde no la conocían.
Con su más reciente mentira —aquél cuento de trabajar con el afamado director de cine japonés que ganó un Globo de Oro— cayeron desde amigos, conocidos, universidades, hasta periodistas de los principales medios colombianos como El Tiempo, El Heraldo, la emisora Caracol Radio y la agencia de noticias Infobae.
La diseñadora gráfica de treinta años, originaria de Barranquilla, una ciudad con más de 1.3 millones de habitantes y ubicada al norte de Colombia, pasó del anonimato a la viralidad tras la entrega del premio a Miyazaki, el pasado 7 de enero. Su nombre protagonizó los encabezados de medios en todo el mundo que la entrevistaron durante dos semanas para hablar de la participación en la cinta.
Una mujer callada, responsable, colaborativa, con pocos amigos, que generaba confianza y de quien no se dudaría. Así recordaron algunos conocidos a Geraldine Fernández Ruiz, pero su aparición en medios destapó mucho más que eso.
De fotogramas y premios Oscar
Una de las pocas verdades sobre la historia de Fernández Ruiz es que desde junio del año pasado ha trabajado como diseñadora gráfica en Tecnoglass, una compañía que fabrica vidrios. La empresa también participó del escándalo, ya que el 14 de enero envió un comunicado titulado “Una colombiana en la cumbre del cine animado del mundo. La proeza de Geraldine es digna del premio”; además, venía acompañado por un video donde Fernández Ruiz hablaba de su trabajo con Miyazaki y proporcionaba el número de la diseñadora para quien buscara entrevistarla.
Christian Daes, jefe de la diseñadora, es un viejo conocido y amigo de los medios de comunicación tradicionales de la región Caribe; un prominente empresario de Barranquilla con influencia en la comunidad. Protagonista de noticias por extravagancias como teñirse el cabello de rojo cuando su equipo de fútbol, el Junior, quedó campeón en diciembre de 2023; también donó cerca de 26 000 dólares para atletas olímpicos que no recibían apoyo gubernamental. Construyó monumentos como La Ventana al Mundo, que se convirtió en símbolo de la ciudad; incluso financió campañas políticas con el envío de bolsos de dinero en efectivo. Tecnoglass es una de las empresas colombianas más importantes y cotiza en la bolsa de valores de Nueva York. Pero ni este perspicaz empresario se detuvo a cuestionar lo dicho por Fernández Ruiz y fue su principal promotor.
“Todo fue producto de su imaginación”, dijo Daes ante la polémica, sin mencionar que él comenzó esta campaña para difundir el supuesto logro de la diseñadora. Los representantes de Tecnoglass y el empresario no otorgaron más entrevistas sobre el tema.
Tan confiable parecía Fernández Ruiz, que el 17 de octubre de 2023 estuvo en un panel de expertos en una universidad privada colombiana. La carrera de pregrado de Diseño Digital, de la Universidad Sergio Arboleda —una de las instituciones privadas con mayor reconocimiento en Barranquilla—, llevó a Geraldine y a tres ilustradores más al evento “Encuentro de Ilustradores Studio Ghibli”. Conocimos el perfil de los tres invitados y su trayectoria, pero al comunicarnos con ellos solicitaron omitir la publicación de sus nombres porque no deseaban ser relacionados con una persona que afectó a su gremio e informaron que solo la vieron ese día.
“Fue un conversatorio en la sede de Barranquilla, en el que se habló del diseño y ella fue invitada. Geraldine no es egresada ni profesora, ni existe ni ha existido relación contractual alguna con ella”, respondió el área de comunicación de la universidad. Además aclararon que no se le pagó por participar en el evento y tampoco le pidieron acreditar la experiencia que la hizo famosa en internet. “Actuamos bajo el principio de la buena fe”, puntualizó la institución.
El video de esta participación se dio a conocer varios meses después, cuando la historia de Fernández Ruiz ya había llegado a los medios. “Tengo que realizar en 25 000 hojas de papel la escena. Después de casi ilustrar más de 50 000, 20 000 fotogramas, la mano te queda así”, mencionó frente a los estudiantes mientras doblaba su mano izquierda hacia abajo. Para el 16 de enero, cuando aún sostenía su mentira, la diseñadora declaró en la emisora radial Blu Radio, una de las principales cadenas del país, que su demostración de “torcer la mano” era una simple broma.
Fernández Ruiz sostuvo diez días seguidos, tras el anunció del Globo de Oro para la película de Miyazaki, la misma mentira en las entrevistas: elaboró 25 000 fotogramas, es decir unos treinta minutos, para la cinta “El niño y la garza” que recientemente fue nominada al Oscar como mejor película animada. Su novela de engaños creció al afirmar, entre muchas otras cosas, que perdió quince kilos porque supuestamente trabajaba de noche hasta entrada la madrugada para elaborar entre doscientos y trescientos dibujos, y que recibió un pago mensual de 400 dólares por su trabajo.
“Como para darles un spoiler, la primera parte de la película que son casi quince minutos, toda esa escena la hice yo. Literal, la colombiana abre la película”, contó en uno de los videos publicados en su cuenta de la red social X, que cerró luego del escándalo. Incluso aseguró que, a través de videollamada, conoció al propio Miyazaki: “Cuando hacíamos trabajos me decía, la colombiana que haga esto o que haga lo otro. Tuve en tres ocasiones contacto con él: cuando firmé el contrato, al 50% de la película y al final”. En el mismo video, Geraldine dibujó varios círculos en distintas hojas de una libreta amarilla para simular el proceso de animación y demostrar su “experiencia”.
Ante los cuestionamientos surgidos en las redes sociales acerca de que una sola persona no podía diseñar todo ese material, la colombiana admitió que fue “poca” su participación y que exageró. Finalmente, el 17 de enero —con todas las pruebas en su contra y la ausencia de su nombre en los créditos de la película— reconoció su mentira. “Nunca existió participación en la ilustración y diseño de la película ‘El niño y la garza’. Todo lo sucedido fue producto de un mal ejercicio que reconozco y de lo cual me siento arrepentida. Reconozco que la situación se me salió de las manos y para mí fue muy difícil retractarme en esos momentos [...] No tuve la madurez necesaria para retractarme y tuve que seguir con la versión de haber participado en dicha cinta”, escribió Geraldine en el comunicado. Sostuvo que mintió ante la “afición y admiración en la técnica de la ilustración y mi profesión como diseñadora”. Al final, todo era una ficción creada por Geraldine, digna de un Oscar.
“Estoy recuperándome y aceptando mi error y trabajando sobre eso. Eliminé mis redes sociales y mi hoja de vida porque me estaban haciendo matoneo [bullying]. Quiero volver a mi vida normal, aceptando mis errores”, Fernández Ruiz no ofrece más entrevistas y esta fue su respuesta ante la solicitud de Gatopardo.
Fernández Ruiz sostuvo que dentro de un grupo cerrado de amigos habló de su colaboración con Miyazaki y que uno de ellos contactó al periodista que hizo viral la noticia. Pero sus antiguos compañeros de trabajo aseguran que hablaba comúnmente de sus ilustraciones en el Studio Ghibli. “Ella se la pasaba hablando del tema en reuniones y ante todo el mundo, es mentira que solo se lo dijera a unos amigos y que ellos lo hubieran filtrado. También hizo prácticas en un medio de comunicación y por eso conocía a periodistas y le creyeron más fácil. No es ninguna víctima y sigue mintiendo”, dijo un excolega que pidió no revelar su nombre.
Un compañero en El Heraldo, medio colombiano en el que Fernández Ruiz hizo sus prácticas profesionales como diseñadora gráfica, la recuerda como una persona callada, responsable y colaborativa. “La conocí hace como diez años, la recuerdo con cariño porque era muy colaborativa. Cuando vi la publicación le dije que felicidades y luego me pareció terrible cómo fue escalando la mentira, pero solo lo comenté en grupos no quise llevar eso a las redes. Ella se buscó todo esto y espero que pueda recuperar su carrera”.
Ni maestrías ni premios
Lo único cierto en su hoja de vida son sus grados como diseñadora gráfica y especialista en Mercadeo de la Universidad Autónoma del Caribe. El resto de sus títulos y premios fueron desmentidos. También borró su perfil de LinkedIn, donde aseguraba poseer una maestría en diseño y artes aplicadas de la Universidad de Tokio. Geraldine dijo en su cuenta de X que había sido becada por la universidad entre 2020 y 2023, pero al revisar la página web de la institución descubrimos que este programa no existe. Además, la Revista Cambio, medio de investigación colombiano, obtuvo los documentos en japonés que Geraldine entregó a Tecnoglass; al traducirlos se evidenció que eran solo constancias de participación en un simposio de cerámica.
En su historial profesional también destacaba su trabajo en la Agencia Pópuli donde se atribuyó un premio en el que no participó ni ganó: El Ojo de Iberoamérica, en la categoría Real time marketing, por la campaña “El meteorito de la transformación”. La campaña, lanzada el 8 de septiembre de 2021, se hizo famosa porque generó confusión entre los habitantes del barrio Villas de San Pablo, al sur de Barranquilla. La gente creyó que se trataba de un meteorito real y se tomaron fotos con una simple piedra que simbolizaba la construcción de un complejo habitacional en la zona.
Grace Gómez, directora de comunicaciones de la Agencia Pópuli, confirmó que Fernández Ruiz trabajó ahí como diseñadora gráfica entre 2018 y 2022, pero no fue parte del proyecto. “Ella solo hizo parte de diseño gráfico, no tuvo participación ni en los comités ni en el desarrollo de ‘El meteorito de la transformación’. Ella se dedicó a hacer productos editoriales”, contó Gómez, quien fue jefe de Geraldine y la describe como alguien responsable y cumplida. “Nos sorprendió que mintiera con la película y hasta le creímos que sí había participado de manera parcial”, agregó. Fernández Ruiz nunca acreditó diplomas ni certificados a la Agencia Pópuli, pero ellos tampoco verificaron la información.
Desde el 2017, en su portafolio digital de Issue —eliminado como el resto de sus redes sociales— Fernández Ruiz presentaba trabajos que no eran suyos: un afiche de la Feria de las Flores del año 2016 diseñado por Juan Fernando Gómez, una imagen de dos guerreros firmado por el artista LOZ y una ilustración del videojuego llamado “Demo”. En una entrevista con el streamer español Pablo González, conocido como Caitch Sitch, Fernández Ruiz aceptó que se robó ese último diseño aunque en un comienzo aseguró: “las composiciones son 100% mías”.
Fernández Ruiz tenía en su portafolio ilustraciones que eran de uno de los diseñadores del equipo editorial de El Heraldo, según narra otro excompañero: “No tengo un mal recuerdo de ella, cubrió unas vacaciones y estuvo haciendo prácticas en el periódico. Pero revisando su portafolio vimos que dejaba un diseño que se hizo para el Mundial de Brasil de 2014, esos trabajos no son de ella. Ese estilo es de un compañero. Si me la encontrara de nuevo simplemente le preguntaría por qué hizo eso, cuál era la necesidad”.
Barranquilla, amante del “realismo mágico”
El mundo entre lo real y mágico ha sido noticia en Barranquilla no solo con la historia de Fernández Ruiz. En 1997 se hizo famoso en los titulares de prensa el caso de Liliana Cáceres, una joven de dieciséis años que simulaba tener un embarazo múltiple y para eso llenó su vientre con retazos de tela a fin de hacerle creer a su esposo —y al resto del país— que tendría no solo un bebé sino nueve. A Liliana le llamaron “la mujer con barriga de trapo”, y su mentira fue descubierta el 28 de noviembre de ese año cuando la ataron a una camilla del hospital para que se dejara analizar y bajo la observación de una psicóloga. En ese momento, los médicos, que ya sospechaban del extraño embarazo, descubrieron que era un bulto de tela.
La historia de Geraldine Hernández pone nuevamente en evidencia la facilidad con la que una mentira se viraliza, ante, por un lado, la falta de verificación de los medios de comunicación y, por otro, la capacidad de algunos para mentir sin medir las consecuencias.
Mauricio Castaño Ramírez, médico psiquiatra y presidente de la Asociación Colombiana de Psiquiatría, explicó que “las personas que dicen mentiras están buscando un beneficio económico, social, de salud o un reconocimiento. Se puede encontrar en dos condiciones de salud mental: una, el trastorno facticio que es de manera inconsciente y, en el otro, el trastorno ficticio que es donde se simulan síntomas físicos, psicológicos o sociales”.
Cuando una persona dice mentiras de manera exagerada, debe ser valorada por un especialista para determinar si es una idea delirante o una creencia extraña que está fuera de la realidad, consideró el experto y para ello, la familia debe hacer un poco de introspección y ayudar a que se reconozca lo que no es cierto: “Para reconocer que una persona está diciendo mentiras debe ser valorado por un especialista en psiquiatría para que determine si en realidad es una mitomanía o es un delirio, donde también relata hechos o habla de una manera exagerada de un acontecimiento o tiene una creencia extraña”.
Por último, como en el caso de Fernández Ruiz, Castaño aclaró que no podemos decir que es una persona mitómana o que está diciendo mentiras con solo escucharla en redes sociales o en noticias. “Se debe conocer qué hay detrás. No se puede juzgar a la persona sin analizar su conducta y si se trata de un delirio, mentira o un error en su forma de pensar y eso solo lo establece un diagnóstico. Por eso, la necesidad de que se consulte a varias personas porque una información puede estar sesgada por la subjetividad”, asegura y continúa, “la persona debe hacer una introspección, reconocer que dijo una mentira y evaluar qué otras conductas similares tiene. Determinar si la persona quiere obtener beneficios o es un trastorno por simulación o un trastorno de personalidad en donde dicen mentiras y la sostienen hasta el final para no perder lo que han ganado hasta ahora”.
Después de los Globos de Oro y de camino a los premios Oscar, una diseñadora quiso subirse al éxito de Hayao Miyazaki pero el tiempo, y las redes sociales, desmontaron esta mentira y otras más que llevaba construyendo desde hace años. ¿Cómo empezó la farsa y por qué llegó tan lejos?
La fama de Geraldine Fernández Ruiz, la diseñadora colombiana que engañó a millones de personas con su supuesta participación en la película “El niño y la garza”, de Hayao Miyazaki, le duró apenas dos semanas. Su cadena de mentiras se rompió cuando no pudo sostener todas las evidencias en su contra. Pero esta no era su primera vez, Geraldine llevaba mintiendo desde el 2017. En su portafolio, redes sociales y videos se atribuía maestrías, premios y trabajos que no realizó. Presumía haber formado parte de proyectos donde no la conocían.
Con su más reciente mentira —aquél cuento de trabajar con el afamado director de cine japonés que ganó un Globo de Oro— cayeron desde amigos, conocidos, universidades, hasta periodistas de los principales medios colombianos como El Tiempo, El Heraldo, la emisora Caracol Radio y la agencia de noticias Infobae.
La diseñadora gráfica de treinta años, originaria de Barranquilla, una ciudad con más de 1.3 millones de habitantes y ubicada al norte de Colombia, pasó del anonimato a la viralidad tras la entrega del premio a Miyazaki, el pasado 7 de enero. Su nombre protagonizó los encabezados de medios en todo el mundo que la entrevistaron durante dos semanas para hablar de la participación en la cinta.
Una mujer callada, responsable, colaborativa, con pocos amigos, que generaba confianza y de quien no se dudaría. Así recordaron algunos conocidos a Geraldine Fernández Ruiz, pero su aparición en medios destapó mucho más que eso.
De fotogramas y premios Oscar
Una de las pocas verdades sobre la historia de Fernández Ruiz es que desde junio del año pasado ha trabajado como diseñadora gráfica en Tecnoglass, una compañía que fabrica vidrios. La empresa también participó del escándalo, ya que el 14 de enero envió un comunicado titulado “Una colombiana en la cumbre del cine animado del mundo. La proeza de Geraldine es digna del premio”; además, venía acompañado por un video donde Fernández Ruiz hablaba de su trabajo con Miyazaki y proporcionaba el número de la diseñadora para quien buscara entrevistarla.
Christian Daes, jefe de la diseñadora, es un viejo conocido y amigo de los medios de comunicación tradicionales de la región Caribe; un prominente empresario de Barranquilla con influencia en la comunidad. Protagonista de noticias por extravagancias como teñirse el cabello de rojo cuando su equipo de fútbol, el Junior, quedó campeón en diciembre de 2023; también donó cerca de 26 000 dólares para atletas olímpicos que no recibían apoyo gubernamental. Construyó monumentos como La Ventana al Mundo, que se convirtió en símbolo de la ciudad; incluso financió campañas políticas con el envío de bolsos de dinero en efectivo. Tecnoglass es una de las empresas colombianas más importantes y cotiza en la bolsa de valores de Nueva York. Pero ni este perspicaz empresario se detuvo a cuestionar lo dicho por Fernández Ruiz y fue su principal promotor.
“Todo fue producto de su imaginación”, dijo Daes ante la polémica, sin mencionar que él comenzó esta campaña para difundir el supuesto logro de la diseñadora. Los representantes de Tecnoglass y el empresario no otorgaron más entrevistas sobre el tema.
Tan confiable parecía Fernández Ruiz, que el 17 de octubre de 2023 estuvo en un panel de expertos en una universidad privada colombiana. La carrera de pregrado de Diseño Digital, de la Universidad Sergio Arboleda —una de las instituciones privadas con mayor reconocimiento en Barranquilla—, llevó a Geraldine y a tres ilustradores más al evento “Encuentro de Ilustradores Studio Ghibli”. Conocimos el perfil de los tres invitados y su trayectoria, pero al comunicarnos con ellos solicitaron omitir la publicación de sus nombres porque no deseaban ser relacionados con una persona que afectó a su gremio e informaron que solo la vieron ese día.
“Fue un conversatorio en la sede de Barranquilla, en el que se habló del diseño y ella fue invitada. Geraldine no es egresada ni profesora, ni existe ni ha existido relación contractual alguna con ella”, respondió el área de comunicación de la universidad. Además aclararon que no se le pagó por participar en el evento y tampoco le pidieron acreditar la experiencia que la hizo famosa en internet. “Actuamos bajo el principio de la buena fe”, puntualizó la institución.
El video de esta participación se dio a conocer varios meses después, cuando la historia de Fernández Ruiz ya había llegado a los medios. “Tengo que realizar en 25 000 hojas de papel la escena. Después de casi ilustrar más de 50 000, 20 000 fotogramas, la mano te queda así”, mencionó frente a los estudiantes mientras doblaba su mano izquierda hacia abajo. Para el 16 de enero, cuando aún sostenía su mentira, la diseñadora declaró en la emisora radial Blu Radio, una de las principales cadenas del país, que su demostración de “torcer la mano” era una simple broma.
Fernández Ruiz sostuvo diez días seguidos, tras el anunció del Globo de Oro para la película de Miyazaki, la misma mentira en las entrevistas: elaboró 25 000 fotogramas, es decir unos treinta minutos, para la cinta “El niño y la garza” que recientemente fue nominada al Oscar como mejor película animada. Su novela de engaños creció al afirmar, entre muchas otras cosas, que perdió quince kilos porque supuestamente trabajaba de noche hasta entrada la madrugada para elaborar entre doscientos y trescientos dibujos, y que recibió un pago mensual de 400 dólares por su trabajo.
“Como para darles un spoiler, la primera parte de la película que son casi quince minutos, toda esa escena la hice yo. Literal, la colombiana abre la película”, contó en uno de los videos publicados en su cuenta de la red social X, que cerró luego del escándalo. Incluso aseguró que, a través de videollamada, conoció al propio Miyazaki: “Cuando hacíamos trabajos me decía, la colombiana que haga esto o que haga lo otro. Tuve en tres ocasiones contacto con él: cuando firmé el contrato, al 50% de la película y al final”. En el mismo video, Geraldine dibujó varios círculos en distintas hojas de una libreta amarilla para simular el proceso de animación y demostrar su “experiencia”.
Ante los cuestionamientos surgidos en las redes sociales acerca de que una sola persona no podía diseñar todo ese material, la colombiana admitió que fue “poca” su participación y que exageró. Finalmente, el 17 de enero —con todas las pruebas en su contra y la ausencia de su nombre en los créditos de la película— reconoció su mentira. “Nunca existió participación en la ilustración y diseño de la película ‘El niño y la garza’. Todo lo sucedido fue producto de un mal ejercicio que reconozco y de lo cual me siento arrepentida. Reconozco que la situación se me salió de las manos y para mí fue muy difícil retractarme en esos momentos [...] No tuve la madurez necesaria para retractarme y tuve que seguir con la versión de haber participado en dicha cinta”, escribió Geraldine en el comunicado. Sostuvo que mintió ante la “afición y admiración en la técnica de la ilustración y mi profesión como diseñadora”. Al final, todo era una ficción creada por Geraldine, digna de un Oscar.
“Estoy recuperándome y aceptando mi error y trabajando sobre eso. Eliminé mis redes sociales y mi hoja de vida porque me estaban haciendo matoneo [bullying]. Quiero volver a mi vida normal, aceptando mis errores”, Fernández Ruiz no ofrece más entrevistas y esta fue su respuesta ante la solicitud de Gatopardo.
Fernández Ruiz sostuvo que dentro de un grupo cerrado de amigos habló de su colaboración con Miyazaki y que uno de ellos contactó al periodista que hizo viral la noticia. Pero sus antiguos compañeros de trabajo aseguran que hablaba comúnmente de sus ilustraciones en el Studio Ghibli. “Ella se la pasaba hablando del tema en reuniones y ante todo el mundo, es mentira que solo se lo dijera a unos amigos y que ellos lo hubieran filtrado. También hizo prácticas en un medio de comunicación y por eso conocía a periodistas y le creyeron más fácil. No es ninguna víctima y sigue mintiendo”, dijo un excolega que pidió no revelar su nombre.
Un compañero en El Heraldo, medio colombiano en el que Fernández Ruiz hizo sus prácticas profesionales como diseñadora gráfica, la recuerda como una persona callada, responsable y colaborativa. “La conocí hace como diez años, la recuerdo con cariño porque era muy colaborativa. Cuando vi la publicación le dije que felicidades y luego me pareció terrible cómo fue escalando la mentira, pero solo lo comenté en grupos no quise llevar eso a las redes. Ella se buscó todo esto y espero que pueda recuperar su carrera”.
Ni maestrías ni premios
Lo único cierto en su hoja de vida son sus grados como diseñadora gráfica y especialista en Mercadeo de la Universidad Autónoma del Caribe. El resto de sus títulos y premios fueron desmentidos. También borró su perfil de LinkedIn, donde aseguraba poseer una maestría en diseño y artes aplicadas de la Universidad de Tokio. Geraldine dijo en su cuenta de X que había sido becada por la universidad entre 2020 y 2023, pero al revisar la página web de la institución descubrimos que este programa no existe. Además, la Revista Cambio, medio de investigación colombiano, obtuvo los documentos en japonés que Geraldine entregó a Tecnoglass; al traducirlos se evidenció que eran solo constancias de participación en un simposio de cerámica.
En su historial profesional también destacaba su trabajo en la Agencia Pópuli donde se atribuyó un premio en el que no participó ni ganó: El Ojo de Iberoamérica, en la categoría Real time marketing, por la campaña “El meteorito de la transformación”. La campaña, lanzada el 8 de septiembre de 2021, se hizo famosa porque generó confusión entre los habitantes del barrio Villas de San Pablo, al sur de Barranquilla. La gente creyó que se trataba de un meteorito real y se tomaron fotos con una simple piedra que simbolizaba la construcción de un complejo habitacional en la zona.
Grace Gómez, directora de comunicaciones de la Agencia Pópuli, confirmó que Fernández Ruiz trabajó ahí como diseñadora gráfica entre 2018 y 2022, pero no fue parte del proyecto. “Ella solo hizo parte de diseño gráfico, no tuvo participación ni en los comités ni en el desarrollo de ‘El meteorito de la transformación’. Ella se dedicó a hacer productos editoriales”, contó Gómez, quien fue jefe de Geraldine y la describe como alguien responsable y cumplida. “Nos sorprendió que mintiera con la película y hasta le creímos que sí había participado de manera parcial”, agregó. Fernández Ruiz nunca acreditó diplomas ni certificados a la Agencia Pópuli, pero ellos tampoco verificaron la información.
Desde el 2017, en su portafolio digital de Issue —eliminado como el resto de sus redes sociales— Fernández Ruiz presentaba trabajos que no eran suyos: un afiche de la Feria de las Flores del año 2016 diseñado por Juan Fernando Gómez, una imagen de dos guerreros firmado por el artista LOZ y una ilustración del videojuego llamado “Demo”. En una entrevista con el streamer español Pablo González, conocido como Caitch Sitch, Fernández Ruiz aceptó que se robó ese último diseño aunque en un comienzo aseguró: “las composiciones son 100% mías”.
Fernández Ruiz tenía en su portafolio ilustraciones que eran de uno de los diseñadores del equipo editorial de El Heraldo, según narra otro excompañero: “No tengo un mal recuerdo de ella, cubrió unas vacaciones y estuvo haciendo prácticas en el periódico. Pero revisando su portafolio vimos que dejaba un diseño que se hizo para el Mundial de Brasil de 2014, esos trabajos no son de ella. Ese estilo es de un compañero. Si me la encontrara de nuevo simplemente le preguntaría por qué hizo eso, cuál era la necesidad”.
Barranquilla, amante del “realismo mágico”
El mundo entre lo real y mágico ha sido noticia en Barranquilla no solo con la historia de Fernández Ruiz. En 1997 se hizo famoso en los titulares de prensa el caso de Liliana Cáceres, una joven de dieciséis años que simulaba tener un embarazo múltiple y para eso llenó su vientre con retazos de tela a fin de hacerle creer a su esposo —y al resto del país— que tendría no solo un bebé sino nueve. A Liliana le llamaron “la mujer con barriga de trapo”, y su mentira fue descubierta el 28 de noviembre de ese año cuando la ataron a una camilla del hospital para que se dejara analizar y bajo la observación de una psicóloga. En ese momento, los médicos, que ya sospechaban del extraño embarazo, descubrieron que era un bulto de tela.
La historia de Geraldine Hernández pone nuevamente en evidencia la facilidad con la que una mentira se viraliza, ante, por un lado, la falta de verificación de los medios de comunicación y, por otro, la capacidad de algunos para mentir sin medir las consecuencias.
Mauricio Castaño Ramírez, médico psiquiatra y presidente de la Asociación Colombiana de Psiquiatría, explicó que “las personas que dicen mentiras están buscando un beneficio económico, social, de salud o un reconocimiento. Se puede encontrar en dos condiciones de salud mental: una, el trastorno facticio que es de manera inconsciente y, en el otro, el trastorno ficticio que es donde se simulan síntomas físicos, psicológicos o sociales”.
Cuando una persona dice mentiras de manera exagerada, debe ser valorada por un especialista para determinar si es una idea delirante o una creencia extraña que está fuera de la realidad, consideró el experto y para ello, la familia debe hacer un poco de introspección y ayudar a que se reconozca lo que no es cierto: “Para reconocer que una persona está diciendo mentiras debe ser valorado por un especialista en psiquiatría para que determine si en realidad es una mitomanía o es un delirio, donde también relata hechos o habla de una manera exagerada de un acontecimiento o tiene una creencia extraña”.
Por último, como en el caso de Fernández Ruiz, Castaño aclaró que no podemos decir que es una persona mitómana o que está diciendo mentiras con solo escucharla en redes sociales o en noticias. “Se debe conocer qué hay detrás. No se puede juzgar a la persona sin analizar su conducta y si se trata de un delirio, mentira o un error en su forma de pensar y eso solo lo establece un diagnóstico. Por eso, la necesidad de que se consulte a varias personas porque una información puede estar sesgada por la subjetividad”, asegura y continúa, “la persona debe hacer una introspección, reconocer que dijo una mentira y evaluar qué otras conductas similares tiene. Determinar si la persona quiere obtener beneficios o es un trastorno por simulación o un trastorno de personalidad en donde dicen mentiras y la sostienen hasta el final para no perder lo que han ganado hasta ahora”.
Fotografía de Rober Gonzalez / Unsplash.
Después de los Globos de Oro y de camino a los premios Oscar, una diseñadora quiso subirse al éxito de Hayao Miyazaki pero el tiempo, y las redes sociales, desmontaron esta mentira y otras más que llevaba construyendo desde hace años. ¿Cómo empezó la farsa y por qué llegó tan lejos?
La fama de Geraldine Fernández Ruiz, la diseñadora colombiana que engañó a millones de personas con su supuesta participación en la película “El niño y la garza”, de Hayao Miyazaki, le duró apenas dos semanas. Su cadena de mentiras se rompió cuando no pudo sostener todas las evidencias en su contra. Pero esta no era su primera vez, Geraldine llevaba mintiendo desde el 2017. En su portafolio, redes sociales y videos se atribuía maestrías, premios y trabajos que no realizó. Presumía haber formado parte de proyectos donde no la conocían.
Con su más reciente mentira —aquél cuento de trabajar con el afamado director de cine japonés que ganó un Globo de Oro— cayeron desde amigos, conocidos, universidades, hasta periodistas de los principales medios colombianos como El Tiempo, El Heraldo, la emisora Caracol Radio y la agencia de noticias Infobae.
La diseñadora gráfica de treinta años, originaria de Barranquilla, una ciudad con más de 1.3 millones de habitantes y ubicada al norte de Colombia, pasó del anonimato a la viralidad tras la entrega del premio a Miyazaki, el pasado 7 de enero. Su nombre protagonizó los encabezados de medios en todo el mundo que la entrevistaron durante dos semanas para hablar de la participación en la cinta.
Una mujer callada, responsable, colaborativa, con pocos amigos, que generaba confianza y de quien no se dudaría. Así recordaron algunos conocidos a Geraldine Fernández Ruiz, pero su aparición en medios destapó mucho más que eso.
De fotogramas y premios Oscar
Una de las pocas verdades sobre la historia de Fernández Ruiz es que desde junio del año pasado ha trabajado como diseñadora gráfica en Tecnoglass, una compañía que fabrica vidrios. La empresa también participó del escándalo, ya que el 14 de enero envió un comunicado titulado “Una colombiana en la cumbre del cine animado del mundo. La proeza de Geraldine es digna del premio”; además, venía acompañado por un video donde Fernández Ruiz hablaba de su trabajo con Miyazaki y proporcionaba el número de la diseñadora para quien buscara entrevistarla.
Christian Daes, jefe de la diseñadora, es un viejo conocido y amigo de los medios de comunicación tradicionales de la región Caribe; un prominente empresario de Barranquilla con influencia en la comunidad. Protagonista de noticias por extravagancias como teñirse el cabello de rojo cuando su equipo de fútbol, el Junior, quedó campeón en diciembre de 2023; también donó cerca de 26 000 dólares para atletas olímpicos que no recibían apoyo gubernamental. Construyó monumentos como La Ventana al Mundo, que se convirtió en símbolo de la ciudad; incluso financió campañas políticas con el envío de bolsos de dinero en efectivo. Tecnoglass es una de las empresas colombianas más importantes y cotiza en la bolsa de valores de Nueva York. Pero ni este perspicaz empresario se detuvo a cuestionar lo dicho por Fernández Ruiz y fue su principal promotor.
“Todo fue producto de su imaginación”, dijo Daes ante la polémica, sin mencionar que él comenzó esta campaña para difundir el supuesto logro de la diseñadora. Los representantes de Tecnoglass y el empresario no otorgaron más entrevistas sobre el tema.
Tan confiable parecía Fernández Ruiz, que el 17 de octubre de 2023 estuvo en un panel de expertos en una universidad privada colombiana. La carrera de pregrado de Diseño Digital, de la Universidad Sergio Arboleda —una de las instituciones privadas con mayor reconocimiento en Barranquilla—, llevó a Geraldine y a tres ilustradores más al evento “Encuentro de Ilustradores Studio Ghibli”. Conocimos el perfil de los tres invitados y su trayectoria, pero al comunicarnos con ellos solicitaron omitir la publicación de sus nombres porque no deseaban ser relacionados con una persona que afectó a su gremio e informaron que solo la vieron ese día.
“Fue un conversatorio en la sede de Barranquilla, en el que se habló del diseño y ella fue invitada. Geraldine no es egresada ni profesora, ni existe ni ha existido relación contractual alguna con ella”, respondió el área de comunicación de la universidad. Además aclararon que no se le pagó por participar en el evento y tampoco le pidieron acreditar la experiencia que la hizo famosa en internet. “Actuamos bajo el principio de la buena fe”, puntualizó la institución.
El video de esta participación se dio a conocer varios meses después, cuando la historia de Fernández Ruiz ya había llegado a los medios. “Tengo que realizar en 25 000 hojas de papel la escena. Después de casi ilustrar más de 50 000, 20 000 fotogramas, la mano te queda así”, mencionó frente a los estudiantes mientras doblaba su mano izquierda hacia abajo. Para el 16 de enero, cuando aún sostenía su mentira, la diseñadora declaró en la emisora radial Blu Radio, una de las principales cadenas del país, que su demostración de “torcer la mano” era una simple broma.
Fernández Ruiz sostuvo diez días seguidos, tras el anunció del Globo de Oro para la película de Miyazaki, la misma mentira en las entrevistas: elaboró 25 000 fotogramas, es decir unos treinta minutos, para la cinta “El niño y la garza” que recientemente fue nominada al Oscar como mejor película animada. Su novela de engaños creció al afirmar, entre muchas otras cosas, que perdió quince kilos porque supuestamente trabajaba de noche hasta entrada la madrugada para elaborar entre doscientos y trescientos dibujos, y que recibió un pago mensual de 400 dólares por su trabajo.
“Como para darles un spoiler, la primera parte de la película que son casi quince minutos, toda esa escena la hice yo. Literal, la colombiana abre la película”, contó en uno de los videos publicados en su cuenta de la red social X, que cerró luego del escándalo. Incluso aseguró que, a través de videollamada, conoció al propio Miyazaki: “Cuando hacíamos trabajos me decía, la colombiana que haga esto o que haga lo otro. Tuve en tres ocasiones contacto con él: cuando firmé el contrato, al 50% de la película y al final”. En el mismo video, Geraldine dibujó varios círculos en distintas hojas de una libreta amarilla para simular el proceso de animación y demostrar su “experiencia”.
Ante los cuestionamientos surgidos en las redes sociales acerca de que una sola persona no podía diseñar todo ese material, la colombiana admitió que fue “poca” su participación y que exageró. Finalmente, el 17 de enero —con todas las pruebas en su contra y la ausencia de su nombre en los créditos de la película— reconoció su mentira. “Nunca existió participación en la ilustración y diseño de la película ‘El niño y la garza’. Todo lo sucedido fue producto de un mal ejercicio que reconozco y de lo cual me siento arrepentida. Reconozco que la situación se me salió de las manos y para mí fue muy difícil retractarme en esos momentos [...] No tuve la madurez necesaria para retractarme y tuve que seguir con la versión de haber participado en dicha cinta”, escribió Geraldine en el comunicado. Sostuvo que mintió ante la “afición y admiración en la técnica de la ilustración y mi profesión como diseñadora”. Al final, todo era una ficción creada por Geraldine, digna de un Oscar.
“Estoy recuperándome y aceptando mi error y trabajando sobre eso. Eliminé mis redes sociales y mi hoja de vida porque me estaban haciendo matoneo [bullying]. Quiero volver a mi vida normal, aceptando mis errores”, Fernández Ruiz no ofrece más entrevistas y esta fue su respuesta ante la solicitud de Gatopardo.
Fernández Ruiz sostuvo que dentro de un grupo cerrado de amigos habló de su colaboración con Miyazaki y que uno de ellos contactó al periodista que hizo viral la noticia. Pero sus antiguos compañeros de trabajo aseguran que hablaba comúnmente de sus ilustraciones en el Studio Ghibli. “Ella se la pasaba hablando del tema en reuniones y ante todo el mundo, es mentira que solo se lo dijera a unos amigos y que ellos lo hubieran filtrado. También hizo prácticas en un medio de comunicación y por eso conocía a periodistas y le creyeron más fácil. No es ninguna víctima y sigue mintiendo”, dijo un excolega que pidió no revelar su nombre.
Un compañero en El Heraldo, medio colombiano en el que Fernández Ruiz hizo sus prácticas profesionales como diseñadora gráfica, la recuerda como una persona callada, responsable y colaborativa. “La conocí hace como diez años, la recuerdo con cariño porque era muy colaborativa. Cuando vi la publicación le dije que felicidades y luego me pareció terrible cómo fue escalando la mentira, pero solo lo comenté en grupos no quise llevar eso a las redes. Ella se buscó todo esto y espero que pueda recuperar su carrera”.
Ni maestrías ni premios
Lo único cierto en su hoja de vida son sus grados como diseñadora gráfica y especialista en Mercadeo de la Universidad Autónoma del Caribe. El resto de sus títulos y premios fueron desmentidos. También borró su perfil de LinkedIn, donde aseguraba poseer una maestría en diseño y artes aplicadas de la Universidad de Tokio. Geraldine dijo en su cuenta de X que había sido becada por la universidad entre 2020 y 2023, pero al revisar la página web de la institución descubrimos que este programa no existe. Además, la Revista Cambio, medio de investigación colombiano, obtuvo los documentos en japonés que Geraldine entregó a Tecnoglass; al traducirlos se evidenció que eran solo constancias de participación en un simposio de cerámica.
En su historial profesional también destacaba su trabajo en la Agencia Pópuli donde se atribuyó un premio en el que no participó ni ganó: El Ojo de Iberoamérica, en la categoría Real time marketing, por la campaña “El meteorito de la transformación”. La campaña, lanzada el 8 de septiembre de 2021, se hizo famosa porque generó confusión entre los habitantes del barrio Villas de San Pablo, al sur de Barranquilla. La gente creyó que se trataba de un meteorito real y se tomaron fotos con una simple piedra que simbolizaba la construcción de un complejo habitacional en la zona.
Grace Gómez, directora de comunicaciones de la Agencia Pópuli, confirmó que Fernández Ruiz trabajó ahí como diseñadora gráfica entre 2018 y 2022, pero no fue parte del proyecto. “Ella solo hizo parte de diseño gráfico, no tuvo participación ni en los comités ni en el desarrollo de ‘El meteorito de la transformación’. Ella se dedicó a hacer productos editoriales”, contó Gómez, quien fue jefe de Geraldine y la describe como alguien responsable y cumplida. “Nos sorprendió que mintiera con la película y hasta le creímos que sí había participado de manera parcial”, agregó. Fernández Ruiz nunca acreditó diplomas ni certificados a la Agencia Pópuli, pero ellos tampoco verificaron la información.
Desde el 2017, en su portafolio digital de Issue —eliminado como el resto de sus redes sociales— Fernández Ruiz presentaba trabajos que no eran suyos: un afiche de la Feria de las Flores del año 2016 diseñado por Juan Fernando Gómez, una imagen de dos guerreros firmado por el artista LOZ y una ilustración del videojuego llamado “Demo”. En una entrevista con el streamer español Pablo González, conocido como Caitch Sitch, Fernández Ruiz aceptó que se robó ese último diseño aunque en un comienzo aseguró: “las composiciones son 100% mías”.
Fernández Ruiz tenía en su portafolio ilustraciones que eran de uno de los diseñadores del equipo editorial de El Heraldo, según narra otro excompañero: “No tengo un mal recuerdo de ella, cubrió unas vacaciones y estuvo haciendo prácticas en el periódico. Pero revisando su portafolio vimos que dejaba un diseño que se hizo para el Mundial de Brasil de 2014, esos trabajos no son de ella. Ese estilo es de un compañero. Si me la encontrara de nuevo simplemente le preguntaría por qué hizo eso, cuál era la necesidad”.
Barranquilla, amante del “realismo mágico”
El mundo entre lo real y mágico ha sido noticia en Barranquilla no solo con la historia de Fernández Ruiz. En 1997 se hizo famoso en los titulares de prensa el caso de Liliana Cáceres, una joven de dieciséis años que simulaba tener un embarazo múltiple y para eso llenó su vientre con retazos de tela a fin de hacerle creer a su esposo —y al resto del país— que tendría no solo un bebé sino nueve. A Liliana le llamaron “la mujer con barriga de trapo”, y su mentira fue descubierta el 28 de noviembre de ese año cuando la ataron a una camilla del hospital para que se dejara analizar y bajo la observación de una psicóloga. En ese momento, los médicos, que ya sospechaban del extraño embarazo, descubrieron que era un bulto de tela.
La historia de Geraldine Hernández pone nuevamente en evidencia la facilidad con la que una mentira se viraliza, ante, por un lado, la falta de verificación de los medios de comunicación y, por otro, la capacidad de algunos para mentir sin medir las consecuencias.
Mauricio Castaño Ramírez, médico psiquiatra y presidente de la Asociación Colombiana de Psiquiatría, explicó que “las personas que dicen mentiras están buscando un beneficio económico, social, de salud o un reconocimiento. Se puede encontrar en dos condiciones de salud mental: una, el trastorno facticio que es de manera inconsciente y, en el otro, el trastorno ficticio que es donde se simulan síntomas físicos, psicológicos o sociales”.
Cuando una persona dice mentiras de manera exagerada, debe ser valorada por un especialista para determinar si es una idea delirante o una creencia extraña que está fuera de la realidad, consideró el experto y para ello, la familia debe hacer un poco de introspección y ayudar a que se reconozca lo que no es cierto: “Para reconocer que una persona está diciendo mentiras debe ser valorado por un especialista en psiquiatría para que determine si en realidad es una mitomanía o es un delirio, donde también relata hechos o habla de una manera exagerada de un acontecimiento o tiene una creencia extraña”.
Por último, como en el caso de Fernández Ruiz, Castaño aclaró que no podemos decir que es una persona mitómana o que está diciendo mentiras con solo escucharla en redes sociales o en noticias. “Se debe conocer qué hay detrás. No se puede juzgar a la persona sin analizar su conducta y si se trata de un delirio, mentira o un error en su forma de pensar y eso solo lo establece un diagnóstico. Por eso, la necesidad de que se consulte a varias personas porque una información puede estar sesgada por la subjetividad”, asegura y continúa, “la persona debe hacer una introspección, reconocer que dijo una mentira y evaluar qué otras conductas similares tiene. Determinar si la persona quiere obtener beneficios o es un trastorno por simulación o un trastorno de personalidad en donde dicen mentiras y la sostienen hasta el final para no perder lo que han ganado hasta ahora”.
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