Horizontes para Frida Kahlo desde el presente

Horizontes para Frida Kahlo desde el presente

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Tiempo de Lectura: 00 min

El diario de Frida Kahlo. De la urgencia por la belleza, una exposición de La Vaca Independiente en el Museo de Arte Moderno, se acerca a la reconocida artista a partir de su diario y mediante piezas elaboradas por tres artistas mexicanas actuales: Lucía Hinojosa Gaxiola, Lorena Mal y Tania Candiani.

Texto de
Fotografía de
Realización de
Ilustración de
Traducción de
Fotografía INBAL.

Más que un ícono, Frida Kahlo es una industria. Los ejemplos sobran, desde la llamada Casa Azul, que cobra 250 pesos la entrada; pasando por una muñeca llamada “Friducha”, que es un “homenaje” a la pintora y que vende la marca Distroller por 700 pesos; hasta la videoinstalación Frida inmersiva, cuyos boletos tienen un costo de 330 pesos y que promete al interesado una sumersión “en el mundo de Frida, una mujer fuerte e imparable que hizo de su vida una obra de arte”.

Esta proliferación simbólica alrededor del ícono Frida Kahlo, que casi nunca aporta otra cosa que cascajo folclórico en forma de souvenirs, contrasta con la labor de la artista plástica Frida Kahlo, brillante e innovadora, que fue integrante del grupo subversivo universitario llamado los “Cachuchas”, que estuvo afiliada al Partido Comunista y que fue una militante de las causas de la mujer y de los indígenas. En su diario manifiesta reiteradamente sus creencias revolucionarias: “La convicción de que no estoy de acuerdo con la contrarrevolución - imperialismo - fascismo - religiones - estupidez - capitalismo - y toda la gama de trucos de la burguesía”; o más adelante: “Ya que no soy obrera, sí soy artesana – Y aliada incondicional del movimiento revolucionario comunista”.

Carlos Monsiváis, en su biografía sobre la artista, plantea: “En su caso, vida y obra no admiten el deslinde, porque la obra es el más detallado proyecto de su autobiografía”. ¿Esto es así? ¿No es la labor del crítico hacer una criba e intentar distinguir vida y obra? Se echan de menos las miradas que separen de la madeja los gestos oportunistas alrededor de las aportaciones valiosas que sí buscan profundizar en la mirada de la creadora. ¿Qué habría opinado Frida de toda esa expoliación de su obra y domesticación de su mito? El diario de Frida Kahlo. De la urgencia por la belleza, una exposición en la que participan La Vaca Independiente, el Museo de Arte Moderno y la Secretaría de Cultura, huye de esa lógica de explotación banalizadora, dirigida al consumo inmediato, y busca resignificar la obra de Kahlo, específicamente su diario, a partir de las visiones de tres artistas contemporáneas mexicanas y un colectivo, renovando así el horizonte de comprensión y entendimiento de una de las pintoras latinoamericanas más destacadas y con mayor trascendencia a escala global.

La exposición abre con un texto de su curadora, Jessica Berlanga Taylor. El escrito explica que “el proyecto surge de la necesidad de reconocer el carácter de obra del diario para romper con la visión hegemónica que desestima dicha tipología textual y aportar una nueva lectura sobre este objeto de creación —en el que la huella de autoinscripción se constata en la narración autobiográfica y en el vínculo indisoluble entre texto y dibujo”.

Hoy en día, los llamados géneros testimoniales —entre los que se encuentran el ensayo literario, la crónica periodística, el diario, el ensayo, la autobiografía o el documental cinematográfico— han tenido un auge en las sociedades contemporáneas. Esto se explica, al menos en parte, debido al imperativo de crear memoria frente a un mundo cada vez más olvidadizo, y en el que, si bien la superabundancia de información es notable, también lo es la igualdad indiferenciada de los hechos que se acumulan unos sobre otros indefectiblemente.

Esta exposición se acerca más a la construcción de la memoria de Frida Kahlo que todas aquellas manifestaciones consagratorias que celebran, fagocitan y fijan el mito de la artista. Jacques Rancière señala: “Una memoria no es un conjunto de recuerdos de una conciencia, de ser así la idea misma de memoria colectiva carecería de sentido. Una memoria es determinado conjunto, determinada ordenación de signos, de rastros de monumentos”. Las piezas exhibidas, en este sentido, movilizan las huellas de la artista dotándolas de una nueva ubicación.

La Vaca Independiente ha publicado, desde 1995, varias ediciones del diario de Frida Kahlo con el fin de proponer y organizar experiencias, desde la plástica y la literatura. Se trata de un laboratorio de conocimiento que tiene como propósito ensanchar los límites del aprendizaje, el arte y el desarrollo humanos, mostrando posibilidades para la evolución consciente del entorno social, natural y cultural. La fundadora de este proyecto, Claudia Madrazo, sostiene que este diario, central para la exposición, permite “reconocer en Frida Kahlo la experiencia creativa como un camino de desarrollo humano y personal”.

Este objeto, que algunos consideran una de las obras más valiosas de toda la trayectoria de la artista, fue escrito en la última década de su vida. Contiene dibujos, garabatos, cartas, poemas y apuntes; más que un conjunto de borradores, es una muestra destacada de una “obra en proceso”. Llaman la atención los colores vibrantes y la intensidad de las experiencias y los sueños relatados a lo largo de sus páginas. A todas luces resulta deliberado el “desorden” de la composición y la filiación con las técnicas de creación surrealista, como la escritura automática. Lo mismo caben el humor y el autoescarnio, el júbilo y la desdicha. Carlos Fuentes escribió: “El Diario es una línea de cabotaje con el mundo [...]. Cuando Frida vio el mundo, escribió, paradójicamente, un Diario pintado, gracias al cual nos enteramos de que, a pesar de la interioridad de su arte, este siempre fue un arte maravillosamente cercano al mundo material de animales, frutas, plantas, tierras, cielos”.

Tal vez la obra exhibida que emplaza de manera más directa a este diario sea la de Lucía Hinojosa Gaxiola (Ciudad de México, 1987), titulada “Ojosauros” y que alude a un pasaje del diario de la artista nacida en 1907. En esa página se observa a una criatura verde con un pico y una cresta roja que porta un enorme ojo. Este crustáceo fantástico evoca a un camarón o un ajolote. Reza el texto escrito en el contorno de la figura: “El horrendo ‘Ojosauro’ primitivo / animal antiguo, que se quedó muerto para encadenar las ciencias. Mira hacia arriba y no tiene nombre. Le pondremos uno: El horrendo OJOSAURO!”.

Este fragmento del diario fue el punto de partida que permitió a Hinojosa Gaxiola, interesada en la poesía visual y concreta, crear un objeto quiromántico o una “instalación participativa”, de acuerdo con el texto curatorial. Esta obra, lúdica y articulada con fortuna, apela al ojo del animal fantástico de una mitología personal. Consiste en una mesa redonda dividida en cuatro ejes. Al centro se ubica una estructura con una flecha de obsidiana encima. El espectador gira la flecha y destapa una de las cartas dispuestas en uno de los extremos de la mesa donde se detuvo la saeta. De esta manera se activa el oráculo.

“En toda mi vida he tenido 22 operaciones quirúrgicas”, se lee en una de las páginas del diario escrita con tinta morada y fechada en 1953. En otra, de 1951, la artista plástica escribió con letras marrones: “He estado enferma un año. Siete operaciones en la columna vertebral. El Doctor Farill me salvó”. En total, Frida Kahlo padeció 32 operaciones quirúrgicas, el mismo número de las cartas de este oráculo. Al respecto, la dinámica que propone esta obra recuerda las prácticas artísticas del grupo francés Oulipo.

Por su parte, Lorena Mal (Ciudad de México, 1986) presenta “Naturaleza bien muerta”, una obra que recupera la dualidad vida-muerte que recorre en las páginas del diario y en el trabajo plástico de Frida Kahlo. Esta pieza consiste en un “bodegón tridimensional y sonoro” que reúne algunos objetos de mármol, madera, barro y obsidiana alusivos a la obra de la autora y a ciertos trazos contenidos en el diario. El visitante se desplaza por esta naturaleza muerta dispuesta en un breve espacio de la sala con el acompañamiento del registro sonoro de algunos instrumentos prehispánicos.

En una de las páginas del diario aparece un dibujo en el que se muestran dos jarrones con un par de rostros. Del fondo emergen ramilletes amarillos y verdosos en los que es posible vislumbrar caras humanas. No obstante, la inscripción que acompaña la imagen es sarcástica: “naturaleza bien muerta!”; todo en la imagen parece sugerir vida: colores, flores, semblantes. La época en la que se creó el dibujo fue la de las operaciones y la postración que mantuvo a Kahlo meses enteros en cama y en la que se vio obligada a renunciar a los autorretratos, que requerían mucho tiempo frente al espejo, lo que hizo que se decantara por la representación de frutos y vegetales. Este hiato entre lo vivo y el cadáver, entre el cuerpo doliente y el ímpetu creativo, forman parte de esta naturaleza bien muerta.

El bodegón de Lorena Mal, que recuerda esa página del diario de Frida, explora uno de los intereses de la artista, como fueron las culturas prehispánicas, creando una atmósfera contemplativa. El objetivo fue romper el espacio bidimensional de la naturaleza muerta (estática, pintada sobre un lienzo rectangular), llevándola a un territorio expandido y transitable.

Tania Candiani (Ciudad de México, 1974) es la única artista presente en la exposición con dos obras. La primera, “Para el contingente”, es una pancarta que se utilizó el 8 de marzo de 2022 en la manifestación en la Ciudad de México por el Día Internacional de la Mujer. Esta manta de protesta portable, que se inscribe en una serie de acciones en las que ha participado la artista, consiste de un tendedero del que penden once faldas. Cada una alude a una mujer destacada en la cultura mexicana y contemporánea de Frida Kahlo o, al menos, cercana a su época. Los vestidos tienen en la parte superior una frase bordada del personaje que representan, y abajo, una cita relativa al color del atuendo extraída del diario. La pieza de Candiani fue concebida a partir de una página en la que se observa una especie de tendedero del que cuelgan “faldas? gente?”, como “precisa” la misma Frida en su diario. Estos elementos, en conjunto, forman un símbolo que trasciende lo artístico, y que repercute en lo político y lo social, haciendo eco de la sentencia de Jacques Rancière: “El arte consiste en construir espacios y relaciones para reconfigurar material y simbólicamente el territorio de lo común”.

Así, frases como “Es un delito ser mujer y tener talento” de María Izquierdo, “Las mujeres mexicanas en su relación con los hombres son esclavas. Casi siempre consideradas como cosa, y lo que es peor, aceptando ellas serlo”, de Antonieta Rivas Mercado, o “¡Cuídese! Porque también sé boxear”, de María Teresa Landa, son puestas en sintonía, apelando al visitante desde la historia que vivieron estas mujeres; desde la plástica de Frida, su reflexión sobre el color y la defensa que hizo a lo largo de su vida de las causas de la mujer; pero también desde el presente en nuestro país. La obra, lejos de pertenecer exclusivamente al espacio de la galería, ha sido empleada al menos en una manifestación, como muestra una fotografía del 8M también exhibida en la sala.

En vínculo estrecho con esta pieza se encuentra una videoinstalación de Candiani titulada “Sólo un monte conoce las entrañas de otro monte”, un diálogo hipotético entre diecinueve mujeres (las once que están incluidas en la pieza anterior más otras ocho), cuyos archivos han sido desatendidos o abandonados. Candiani emplea material de archivo de las artistas, activistas, académicas y pensadoras mexicanas con el fin de criticar la histórica desigualdad de género en México y las condiciones que favorecen la discriminación. Para ello utiliza tres pantallas en las que se alternan e interactúan registros sonoros y videograbados alusivos a Lola Álvarez Bravo, Tina Modotti, María Sabina, Concha Michel, Pita Amor, Benita Galeana y Nahui Olin, entre otras, con las proclamas de un grupo de mujeres actuales que forman la punta de una flecha. El resultado es venturoso, ya que permite confrontar el presente de las mujeres con aquellas condiciones que imperaban en la época de Frida Kahlo.

El colectivo Amasijo, por su parte, exhibe un fragmento de “¿Quién diría que las manchas ayudan a vivir?” Se elaboró un menú que se sirvió en la inauguración de la exposición; los ingredientes empleados se vinculan con la paleta de colores de Kahlo. La degustación consistió en tamales y mole. Los delantales salpicados que se usaron para la preparación se exhiben en la sala, junto con un código QR, que dirige a una página en la que es posible observar una muestra de los colores de algunas obras de la artista.

Finalmente, junto con estas cinco piezas, se exhiben retratos de Frida Kahlo (algunos verdaderamente portentosos) de la autoría de Manuel y Lola Álvarez Bravo, Héctor García, Fritz Henle, Gisèle Freund y Leo Matiz, y varias páginas del diario en gran formato.

El diario de Frida Kahlo. De la urgencia por la belleza es un ejercicio necesario para la reflexión sobre los caminos abiertos por la artista. Esta exposición, que se presenta en el Museo de Arte Moderno y en la que participa La Vaca Independiente, introduce nuevas posibilidades de lectura y permite crear otras rutas para pensar e interpretar la obra de una figura a veces parece demasiado manida debido a su sobreexplotación comercial.

La exposición permanecerá abierta hasta el 16 de octubre.

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El diario de Frida Kahlo. De la urgencia por la belleza, una exposición de La Vaca Independiente en el Museo de Arte Moderno, se acerca a la reconocida artista a partir de su diario y mediante piezas elaboradas por tres artistas mexicanas actuales: Lucía Hinojosa Gaxiola, Lorena Mal y Tania Candiani.

Más que un ícono, Frida Kahlo es una industria. Los ejemplos sobran, desde la llamada Casa Azul, que cobra 250 pesos la entrada; pasando por una muñeca llamada “Friducha”, que es un “homenaje” a la pintora y que vende la marca Distroller por 700 pesos; hasta la videoinstalación Frida inmersiva, cuyos boletos tienen un costo de 330 pesos y que promete al interesado una sumersión “en el mundo de Frida, una mujer fuerte e imparable que hizo de su vida una obra de arte”.

Esta proliferación simbólica alrededor del ícono Frida Kahlo, que casi nunca aporta otra cosa que cascajo folclórico en forma de souvenirs, contrasta con la labor de la artista plástica Frida Kahlo, brillante e innovadora, que fue integrante del grupo subversivo universitario llamado los “Cachuchas”, que estuvo afiliada al Partido Comunista y que fue una militante de las causas de la mujer y de los indígenas. En su diario manifiesta reiteradamente sus creencias revolucionarias: “La convicción de que no estoy de acuerdo con la contrarrevolución - imperialismo - fascismo - religiones - estupidez - capitalismo - y toda la gama de trucos de la burguesía”; o más adelante: “Ya que no soy obrera, sí soy artesana – Y aliada incondicional del movimiento revolucionario comunista”.

Carlos Monsiváis, en su biografía sobre la artista, plantea: “En su caso, vida y obra no admiten el deslinde, porque la obra es el más detallado proyecto de su autobiografía”. ¿Esto es así? ¿No es la labor del crítico hacer una criba e intentar distinguir vida y obra? Se echan de menos las miradas que separen de la madeja los gestos oportunistas alrededor de las aportaciones valiosas que sí buscan profundizar en la mirada de la creadora. ¿Qué habría opinado Frida de toda esa expoliación de su obra y domesticación de su mito? El diario de Frida Kahlo. De la urgencia por la belleza, una exposición en la que participan La Vaca Independiente, el Museo de Arte Moderno y la Secretaría de Cultura, huye de esa lógica de explotación banalizadora, dirigida al consumo inmediato, y busca resignificar la obra de Kahlo, específicamente su diario, a partir de las visiones de tres artistas contemporáneas mexicanas y un colectivo, renovando así el horizonte de comprensión y entendimiento de una de las pintoras latinoamericanas más destacadas y con mayor trascendencia a escala global.

La exposición abre con un texto de su curadora, Jessica Berlanga Taylor. El escrito explica que “el proyecto surge de la necesidad de reconocer el carácter de obra del diario para romper con la visión hegemónica que desestima dicha tipología textual y aportar una nueva lectura sobre este objeto de creación —en el que la huella de autoinscripción se constata en la narración autobiográfica y en el vínculo indisoluble entre texto y dibujo”.

Hoy en día, los llamados géneros testimoniales —entre los que se encuentran el ensayo literario, la crónica periodística, el diario, el ensayo, la autobiografía o el documental cinematográfico— han tenido un auge en las sociedades contemporáneas. Esto se explica, al menos en parte, debido al imperativo de crear memoria frente a un mundo cada vez más olvidadizo, y en el que, si bien la superabundancia de información es notable, también lo es la igualdad indiferenciada de los hechos que se acumulan unos sobre otros indefectiblemente.

Esta exposición se acerca más a la construcción de la memoria de Frida Kahlo que todas aquellas manifestaciones consagratorias que celebran, fagocitan y fijan el mito de la artista. Jacques Rancière señala: “Una memoria no es un conjunto de recuerdos de una conciencia, de ser así la idea misma de memoria colectiva carecería de sentido. Una memoria es determinado conjunto, determinada ordenación de signos, de rastros de monumentos”. Las piezas exhibidas, en este sentido, movilizan las huellas de la artista dotándolas de una nueva ubicación.

La Vaca Independiente ha publicado, desde 1995, varias ediciones del diario de Frida Kahlo con el fin de proponer y organizar experiencias, desde la plástica y la literatura. Se trata de un laboratorio de conocimiento que tiene como propósito ensanchar los límites del aprendizaje, el arte y el desarrollo humanos, mostrando posibilidades para la evolución consciente del entorno social, natural y cultural. La fundadora de este proyecto, Claudia Madrazo, sostiene que este diario, central para la exposición, permite “reconocer en Frida Kahlo la experiencia creativa como un camino de desarrollo humano y personal”.

Este objeto, que algunos consideran una de las obras más valiosas de toda la trayectoria de la artista, fue escrito en la última década de su vida. Contiene dibujos, garabatos, cartas, poemas y apuntes; más que un conjunto de borradores, es una muestra destacada de una “obra en proceso”. Llaman la atención los colores vibrantes y la intensidad de las experiencias y los sueños relatados a lo largo de sus páginas. A todas luces resulta deliberado el “desorden” de la composición y la filiación con las técnicas de creación surrealista, como la escritura automática. Lo mismo caben el humor y el autoescarnio, el júbilo y la desdicha. Carlos Fuentes escribió: “El Diario es una línea de cabotaje con el mundo [...]. Cuando Frida vio el mundo, escribió, paradójicamente, un Diario pintado, gracias al cual nos enteramos de que, a pesar de la interioridad de su arte, este siempre fue un arte maravillosamente cercano al mundo material de animales, frutas, plantas, tierras, cielos”.

Tal vez la obra exhibida que emplaza de manera más directa a este diario sea la de Lucía Hinojosa Gaxiola (Ciudad de México, 1987), titulada “Ojosauros” y que alude a un pasaje del diario de la artista nacida en 1907. En esa página se observa a una criatura verde con un pico y una cresta roja que porta un enorme ojo. Este crustáceo fantástico evoca a un camarón o un ajolote. Reza el texto escrito en el contorno de la figura: “El horrendo ‘Ojosauro’ primitivo / animal antiguo, que se quedó muerto para encadenar las ciencias. Mira hacia arriba y no tiene nombre. Le pondremos uno: El horrendo OJOSAURO!”.

Este fragmento del diario fue el punto de partida que permitió a Hinojosa Gaxiola, interesada en la poesía visual y concreta, crear un objeto quiromántico o una “instalación participativa”, de acuerdo con el texto curatorial. Esta obra, lúdica y articulada con fortuna, apela al ojo del animal fantástico de una mitología personal. Consiste en una mesa redonda dividida en cuatro ejes. Al centro se ubica una estructura con una flecha de obsidiana encima. El espectador gira la flecha y destapa una de las cartas dispuestas en uno de los extremos de la mesa donde se detuvo la saeta. De esta manera se activa el oráculo.

“En toda mi vida he tenido 22 operaciones quirúrgicas”, se lee en una de las páginas del diario escrita con tinta morada y fechada en 1953. En otra, de 1951, la artista plástica escribió con letras marrones: “He estado enferma un año. Siete operaciones en la columna vertebral. El Doctor Farill me salvó”. En total, Frida Kahlo padeció 32 operaciones quirúrgicas, el mismo número de las cartas de este oráculo. Al respecto, la dinámica que propone esta obra recuerda las prácticas artísticas del grupo francés Oulipo.

Por su parte, Lorena Mal (Ciudad de México, 1986) presenta “Naturaleza bien muerta”, una obra que recupera la dualidad vida-muerte que recorre en las páginas del diario y en el trabajo plástico de Frida Kahlo. Esta pieza consiste en un “bodegón tridimensional y sonoro” que reúne algunos objetos de mármol, madera, barro y obsidiana alusivos a la obra de la autora y a ciertos trazos contenidos en el diario. El visitante se desplaza por esta naturaleza muerta dispuesta en un breve espacio de la sala con el acompañamiento del registro sonoro de algunos instrumentos prehispánicos.

En una de las páginas del diario aparece un dibujo en el que se muestran dos jarrones con un par de rostros. Del fondo emergen ramilletes amarillos y verdosos en los que es posible vislumbrar caras humanas. No obstante, la inscripción que acompaña la imagen es sarcástica: “naturaleza bien muerta!”; todo en la imagen parece sugerir vida: colores, flores, semblantes. La época en la que se creó el dibujo fue la de las operaciones y la postración que mantuvo a Kahlo meses enteros en cama y en la que se vio obligada a renunciar a los autorretratos, que requerían mucho tiempo frente al espejo, lo que hizo que se decantara por la representación de frutos y vegetales. Este hiato entre lo vivo y el cadáver, entre el cuerpo doliente y el ímpetu creativo, forman parte de esta naturaleza bien muerta.

El bodegón de Lorena Mal, que recuerda esa página del diario de Frida, explora uno de los intereses de la artista, como fueron las culturas prehispánicas, creando una atmósfera contemplativa. El objetivo fue romper el espacio bidimensional de la naturaleza muerta (estática, pintada sobre un lienzo rectangular), llevándola a un territorio expandido y transitable.

Tania Candiani (Ciudad de México, 1974) es la única artista presente en la exposición con dos obras. La primera, “Para el contingente”, es una pancarta que se utilizó el 8 de marzo de 2022 en la manifestación en la Ciudad de México por el Día Internacional de la Mujer. Esta manta de protesta portable, que se inscribe en una serie de acciones en las que ha participado la artista, consiste de un tendedero del que penden once faldas. Cada una alude a una mujer destacada en la cultura mexicana y contemporánea de Frida Kahlo o, al menos, cercana a su época. Los vestidos tienen en la parte superior una frase bordada del personaje que representan, y abajo, una cita relativa al color del atuendo extraída del diario. La pieza de Candiani fue concebida a partir de una página en la que se observa una especie de tendedero del que cuelgan “faldas? gente?”, como “precisa” la misma Frida en su diario. Estos elementos, en conjunto, forman un símbolo que trasciende lo artístico, y que repercute en lo político y lo social, haciendo eco de la sentencia de Jacques Rancière: “El arte consiste en construir espacios y relaciones para reconfigurar material y simbólicamente el territorio de lo común”.

Así, frases como “Es un delito ser mujer y tener talento” de María Izquierdo, “Las mujeres mexicanas en su relación con los hombres son esclavas. Casi siempre consideradas como cosa, y lo que es peor, aceptando ellas serlo”, de Antonieta Rivas Mercado, o “¡Cuídese! Porque también sé boxear”, de María Teresa Landa, son puestas en sintonía, apelando al visitante desde la historia que vivieron estas mujeres; desde la plástica de Frida, su reflexión sobre el color y la defensa que hizo a lo largo de su vida de las causas de la mujer; pero también desde el presente en nuestro país. La obra, lejos de pertenecer exclusivamente al espacio de la galería, ha sido empleada al menos en una manifestación, como muestra una fotografía del 8M también exhibida en la sala.

En vínculo estrecho con esta pieza se encuentra una videoinstalación de Candiani titulada “Sólo un monte conoce las entrañas de otro monte”, un diálogo hipotético entre diecinueve mujeres (las once que están incluidas en la pieza anterior más otras ocho), cuyos archivos han sido desatendidos o abandonados. Candiani emplea material de archivo de las artistas, activistas, académicas y pensadoras mexicanas con el fin de criticar la histórica desigualdad de género en México y las condiciones que favorecen la discriminación. Para ello utiliza tres pantallas en las que se alternan e interactúan registros sonoros y videograbados alusivos a Lola Álvarez Bravo, Tina Modotti, María Sabina, Concha Michel, Pita Amor, Benita Galeana y Nahui Olin, entre otras, con las proclamas de un grupo de mujeres actuales que forman la punta de una flecha. El resultado es venturoso, ya que permite confrontar el presente de las mujeres con aquellas condiciones que imperaban en la época de Frida Kahlo.

El colectivo Amasijo, por su parte, exhibe un fragmento de “¿Quién diría que las manchas ayudan a vivir?” Se elaboró un menú que se sirvió en la inauguración de la exposición; los ingredientes empleados se vinculan con la paleta de colores de Kahlo. La degustación consistió en tamales y mole. Los delantales salpicados que se usaron para la preparación se exhiben en la sala, junto con un código QR, que dirige a una página en la que es posible observar una muestra de los colores de algunas obras de la artista.

Finalmente, junto con estas cinco piezas, se exhiben retratos de Frida Kahlo (algunos verdaderamente portentosos) de la autoría de Manuel y Lola Álvarez Bravo, Héctor García, Fritz Henle, Gisèle Freund y Leo Matiz, y varias páginas del diario en gran formato.

El diario de Frida Kahlo. De la urgencia por la belleza es un ejercicio necesario para la reflexión sobre los caminos abiertos por la artista. Esta exposición, que se presenta en el Museo de Arte Moderno y en la que participa La Vaca Independiente, introduce nuevas posibilidades de lectura y permite crear otras rutas para pensar e interpretar la obra de una figura a veces parece demasiado manida debido a su sobreexplotación comercial.

La exposición permanecerá abierta hasta el 16 de octubre.

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El diario de Frida Kahlo. De la urgencia por la belleza, una exposición de La Vaca Independiente en el Museo de Arte Moderno, se acerca a la reconocida artista a partir de su diario y mediante piezas elaboradas por tres artistas mexicanas actuales: Lucía Hinojosa Gaxiola, Lorena Mal y Tania Candiani.

Más que un ícono, Frida Kahlo es una industria. Los ejemplos sobran, desde la llamada Casa Azul, que cobra 250 pesos la entrada; pasando por una muñeca llamada “Friducha”, que es un “homenaje” a la pintora y que vende la marca Distroller por 700 pesos; hasta la videoinstalación Frida inmersiva, cuyos boletos tienen un costo de 330 pesos y que promete al interesado una sumersión “en el mundo de Frida, una mujer fuerte e imparable que hizo de su vida una obra de arte”.

Esta proliferación simbólica alrededor del ícono Frida Kahlo, que casi nunca aporta otra cosa que cascajo folclórico en forma de souvenirs, contrasta con la labor de la artista plástica Frida Kahlo, brillante e innovadora, que fue integrante del grupo subversivo universitario llamado los “Cachuchas”, que estuvo afiliada al Partido Comunista y que fue una militante de las causas de la mujer y de los indígenas. En su diario manifiesta reiteradamente sus creencias revolucionarias: “La convicción de que no estoy de acuerdo con la contrarrevolución - imperialismo - fascismo - religiones - estupidez - capitalismo - y toda la gama de trucos de la burguesía”; o más adelante: “Ya que no soy obrera, sí soy artesana – Y aliada incondicional del movimiento revolucionario comunista”.

Carlos Monsiváis, en su biografía sobre la artista, plantea: “En su caso, vida y obra no admiten el deslinde, porque la obra es el más detallado proyecto de su autobiografía”. ¿Esto es así? ¿No es la labor del crítico hacer una criba e intentar distinguir vida y obra? Se echan de menos las miradas que separen de la madeja los gestos oportunistas alrededor de las aportaciones valiosas que sí buscan profundizar en la mirada de la creadora. ¿Qué habría opinado Frida de toda esa expoliación de su obra y domesticación de su mito? El diario de Frida Kahlo. De la urgencia por la belleza, una exposición en la que participan La Vaca Independiente, el Museo de Arte Moderno y la Secretaría de Cultura, huye de esa lógica de explotación banalizadora, dirigida al consumo inmediato, y busca resignificar la obra de Kahlo, específicamente su diario, a partir de las visiones de tres artistas contemporáneas mexicanas y un colectivo, renovando así el horizonte de comprensión y entendimiento de una de las pintoras latinoamericanas más destacadas y con mayor trascendencia a escala global.

La exposición abre con un texto de su curadora, Jessica Berlanga Taylor. El escrito explica que “el proyecto surge de la necesidad de reconocer el carácter de obra del diario para romper con la visión hegemónica que desestima dicha tipología textual y aportar una nueva lectura sobre este objeto de creación —en el que la huella de autoinscripción se constata en la narración autobiográfica y en el vínculo indisoluble entre texto y dibujo”.

Hoy en día, los llamados géneros testimoniales —entre los que se encuentran el ensayo literario, la crónica periodística, el diario, el ensayo, la autobiografía o el documental cinematográfico— han tenido un auge en las sociedades contemporáneas. Esto se explica, al menos en parte, debido al imperativo de crear memoria frente a un mundo cada vez más olvidadizo, y en el que, si bien la superabundancia de información es notable, también lo es la igualdad indiferenciada de los hechos que se acumulan unos sobre otros indefectiblemente.

Esta exposición se acerca más a la construcción de la memoria de Frida Kahlo que todas aquellas manifestaciones consagratorias que celebran, fagocitan y fijan el mito de la artista. Jacques Rancière señala: “Una memoria no es un conjunto de recuerdos de una conciencia, de ser así la idea misma de memoria colectiva carecería de sentido. Una memoria es determinado conjunto, determinada ordenación de signos, de rastros de monumentos”. Las piezas exhibidas, en este sentido, movilizan las huellas de la artista dotándolas de una nueva ubicación.

La Vaca Independiente ha publicado, desde 1995, varias ediciones del diario de Frida Kahlo con el fin de proponer y organizar experiencias, desde la plástica y la literatura. Se trata de un laboratorio de conocimiento que tiene como propósito ensanchar los límites del aprendizaje, el arte y el desarrollo humanos, mostrando posibilidades para la evolución consciente del entorno social, natural y cultural. La fundadora de este proyecto, Claudia Madrazo, sostiene que este diario, central para la exposición, permite “reconocer en Frida Kahlo la experiencia creativa como un camino de desarrollo humano y personal”.

Este objeto, que algunos consideran una de las obras más valiosas de toda la trayectoria de la artista, fue escrito en la última década de su vida. Contiene dibujos, garabatos, cartas, poemas y apuntes; más que un conjunto de borradores, es una muestra destacada de una “obra en proceso”. Llaman la atención los colores vibrantes y la intensidad de las experiencias y los sueños relatados a lo largo de sus páginas. A todas luces resulta deliberado el “desorden” de la composición y la filiación con las técnicas de creación surrealista, como la escritura automática. Lo mismo caben el humor y el autoescarnio, el júbilo y la desdicha. Carlos Fuentes escribió: “El Diario es una línea de cabotaje con el mundo [...]. Cuando Frida vio el mundo, escribió, paradójicamente, un Diario pintado, gracias al cual nos enteramos de que, a pesar de la interioridad de su arte, este siempre fue un arte maravillosamente cercano al mundo material de animales, frutas, plantas, tierras, cielos”.

Tal vez la obra exhibida que emplaza de manera más directa a este diario sea la de Lucía Hinojosa Gaxiola (Ciudad de México, 1987), titulada “Ojosauros” y que alude a un pasaje del diario de la artista nacida en 1907. En esa página se observa a una criatura verde con un pico y una cresta roja que porta un enorme ojo. Este crustáceo fantástico evoca a un camarón o un ajolote. Reza el texto escrito en el contorno de la figura: “El horrendo ‘Ojosauro’ primitivo / animal antiguo, que se quedó muerto para encadenar las ciencias. Mira hacia arriba y no tiene nombre. Le pondremos uno: El horrendo OJOSAURO!”.

Este fragmento del diario fue el punto de partida que permitió a Hinojosa Gaxiola, interesada en la poesía visual y concreta, crear un objeto quiromántico o una “instalación participativa”, de acuerdo con el texto curatorial. Esta obra, lúdica y articulada con fortuna, apela al ojo del animal fantástico de una mitología personal. Consiste en una mesa redonda dividida en cuatro ejes. Al centro se ubica una estructura con una flecha de obsidiana encima. El espectador gira la flecha y destapa una de las cartas dispuestas en uno de los extremos de la mesa donde se detuvo la saeta. De esta manera se activa el oráculo.

“En toda mi vida he tenido 22 operaciones quirúrgicas”, se lee en una de las páginas del diario escrita con tinta morada y fechada en 1953. En otra, de 1951, la artista plástica escribió con letras marrones: “He estado enferma un año. Siete operaciones en la columna vertebral. El Doctor Farill me salvó”. En total, Frida Kahlo padeció 32 operaciones quirúrgicas, el mismo número de las cartas de este oráculo. Al respecto, la dinámica que propone esta obra recuerda las prácticas artísticas del grupo francés Oulipo.

Por su parte, Lorena Mal (Ciudad de México, 1986) presenta “Naturaleza bien muerta”, una obra que recupera la dualidad vida-muerte que recorre en las páginas del diario y en el trabajo plástico de Frida Kahlo. Esta pieza consiste en un “bodegón tridimensional y sonoro” que reúne algunos objetos de mármol, madera, barro y obsidiana alusivos a la obra de la autora y a ciertos trazos contenidos en el diario. El visitante se desplaza por esta naturaleza muerta dispuesta en un breve espacio de la sala con el acompañamiento del registro sonoro de algunos instrumentos prehispánicos.

En una de las páginas del diario aparece un dibujo en el que se muestran dos jarrones con un par de rostros. Del fondo emergen ramilletes amarillos y verdosos en los que es posible vislumbrar caras humanas. No obstante, la inscripción que acompaña la imagen es sarcástica: “naturaleza bien muerta!”; todo en la imagen parece sugerir vida: colores, flores, semblantes. La época en la que se creó el dibujo fue la de las operaciones y la postración que mantuvo a Kahlo meses enteros en cama y en la que se vio obligada a renunciar a los autorretratos, que requerían mucho tiempo frente al espejo, lo que hizo que se decantara por la representación de frutos y vegetales. Este hiato entre lo vivo y el cadáver, entre el cuerpo doliente y el ímpetu creativo, forman parte de esta naturaleza bien muerta.

El bodegón de Lorena Mal, que recuerda esa página del diario de Frida, explora uno de los intereses de la artista, como fueron las culturas prehispánicas, creando una atmósfera contemplativa. El objetivo fue romper el espacio bidimensional de la naturaleza muerta (estática, pintada sobre un lienzo rectangular), llevándola a un territorio expandido y transitable.

Tania Candiani (Ciudad de México, 1974) es la única artista presente en la exposición con dos obras. La primera, “Para el contingente”, es una pancarta que se utilizó el 8 de marzo de 2022 en la manifestación en la Ciudad de México por el Día Internacional de la Mujer. Esta manta de protesta portable, que se inscribe en una serie de acciones en las que ha participado la artista, consiste de un tendedero del que penden once faldas. Cada una alude a una mujer destacada en la cultura mexicana y contemporánea de Frida Kahlo o, al menos, cercana a su época. Los vestidos tienen en la parte superior una frase bordada del personaje que representan, y abajo, una cita relativa al color del atuendo extraída del diario. La pieza de Candiani fue concebida a partir de una página en la que se observa una especie de tendedero del que cuelgan “faldas? gente?”, como “precisa” la misma Frida en su diario. Estos elementos, en conjunto, forman un símbolo que trasciende lo artístico, y que repercute en lo político y lo social, haciendo eco de la sentencia de Jacques Rancière: “El arte consiste en construir espacios y relaciones para reconfigurar material y simbólicamente el territorio de lo común”.

Así, frases como “Es un delito ser mujer y tener talento” de María Izquierdo, “Las mujeres mexicanas en su relación con los hombres son esclavas. Casi siempre consideradas como cosa, y lo que es peor, aceptando ellas serlo”, de Antonieta Rivas Mercado, o “¡Cuídese! Porque también sé boxear”, de María Teresa Landa, son puestas en sintonía, apelando al visitante desde la historia que vivieron estas mujeres; desde la plástica de Frida, su reflexión sobre el color y la defensa que hizo a lo largo de su vida de las causas de la mujer; pero también desde el presente en nuestro país. La obra, lejos de pertenecer exclusivamente al espacio de la galería, ha sido empleada al menos en una manifestación, como muestra una fotografía del 8M también exhibida en la sala.

En vínculo estrecho con esta pieza se encuentra una videoinstalación de Candiani titulada “Sólo un monte conoce las entrañas de otro monte”, un diálogo hipotético entre diecinueve mujeres (las once que están incluidas en la pieza anterior más otras ocho), cuyos archivos han sido desatendidos o abandonados. Candiani emplea material de archivo de las artistas, activistas, académicas y pensadoras mexicanas con el fin de criticar la histórica desigualdad de género en México y las condiciones que favorecen la discriminación. Para ello utiliza tres pantallas en las que se alternan e interactúan registros sonoros y videograbados alusivos a Lola Álvarez Bravo, Tina Modotti, María Sabina, Concha Michel, Pita Amor, Benita Galeana y Nahui Olin, entre otras, con las proclamas de un grupo de mujeres actuales que forman la punta de una flecha. El resultado es venturoso, ya que permite confrontar el presente de las mujeres con aquellas condiciones que imperaban en la época de Frida Kahlo.

El colectivo Amasijo, por su parte, exhibe un fragmento de “¿Quién diría que las manchas ayudan a vivir?” Se elaboró un menú que se sirvió en la inauguración de la exposición; los ingredientes empleados se vinculan con la paleta de colores de Kahlo. La degustación consistió en tamales y mole. Los delantales salpicados que se usaron para la preparación se exhiben en la sala, junto con un código QR, que dirige a una página en la que es posible observar una muestra de los colores de algunas obras de la artista.

Finalmente, junto con estas cinco piezas, se exhiben retratos de Frida Kahlo (algunos verdaderamente portentosos) de la autoría de Manuel y Lola Álvarez Bravo, Héctor García, Fritz Henle, Gisèle Freund y Leo Matiz, y varias páginas del diario en gran formato.

El diario de Frida Kahlo. De la urgencia por la belleza es un ejercicio necesario para la reflexión sobre los caminos abiertos por la artista. Esta exposición, que se presenta en el Museo de Arte Moderno y en la que participa La Vaca Independiente, introduce nuevas posibilidades de lectura y permite crear otras rutas para pensar e interpretar la obra de una figura a veces parece demasiado manida debido a su sobreexplotación comercial.

La exposición permanecerá abierta hasta el 16 de octubre.

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Horizontes para Frida Kahlo desde el presente

Horizontes para Frida Kahlo desde el presente

Texto de
Fotografía de
Realización de
Ilustración de
Traducción de
Fotografía INBAL.
30
.
08
.
22
AAAA
Tiempo de Lectura: 00 min

El diario de Frida Kahlo. De la urgencia por la belleza, una exposición de La Vaca Independiente en el Museo de Arte Moderno, se acerca a la reconocida artista a partir de su diario y mediante piezas elaboradas por tres artistas mexicanas actuales: Lucía Hinojosa Gaxiola, Lorena Mal y Tania Candiani.

Más que un ícono, Frida Kahlo es una industria. Los ejemplos sobran, desde la llamada Casa Azul, que cobra 250 pesos la entrada; pasando por una muñeca llamada “Friducha”, que es un “homenaje” a la pintora y que vende la marca Distroller por 700 pesos; hasta la videoinstalación Frida inmersiva, cuyos boletos tienen un costo de 330 pesos y que promete al interesado una sumersión “en el mundo de Frida, una mujer fuerte e imparable que hizo de su vida una obra de arte”.

Esta proliferación simbólica alrededor del ícono Frida Kahlo, que casi nunca aporta otra cosa que cascajo folclórico en forma de souvenirs, contrasta con la labor de la artista plástica Frida Kahlo, brillante e innovadora, que fue integrante del grupo subversivo universitario llamado los “Cachuchas”, que estuvo afiliada al Partido Comunista y que fue una militante de las causas de la mujer y de los indígenas. En su diario manifiesta reiteradamente sus creencias revolucionarias: “La convicción de que no estoy de acuerdo con la contrarrevolución - imperialismo - fascismo - religiones - estupidez - capitalismo - y toda la gama de trucos de la burguesía”; o más adelante: “Ya que no soy obrera, sí soy artesana – Y aliada incondicional del movimiento revolucionario comunista”.

Carlos Monsiváis, en su biografía sobre la artista, plantea: “En su caso, vida y obra no admiten el deslinde, porque la obra es el más detallado proyecto de su autobiografía”. ¿Esto es así? ¿No es la labor del crítico hacer una criba e intentar distinguir vida y obra? Se echan de menos las miradas que separen de la madeja los gestos oportunistas alrededor de las aportaciones valiosas que sí buscan profundizar en la mirada de la creadora. ¿Qué habría opinado Frida de toda esa expoliación de su obra y domesticación de su mito? El diario de Frida Kahlo. De la urgencia por la belleza, una exposición en la que participan La Vaca Independiente, el Museo de Arte Moderno y la Secretaría de Cultura, huye de esa lógica de explotación banalizadora, dirigida al consumo inmediato, y busca resignificar la obra de Kahlo, específicamente su diario, a partir de las visiones de tres artistas contemporáneas mexicanas y un colectivo, renovando así el horizonte de comprensión y entendimiento de una de las pintoras latinoamericanas más destacadas y con mayor trascendencia a escala global.

La exposición abre con un texto de su curadora, Jessica Berlanga Taylor. El escrito explica que “el proyecto surge de la necesidad de reconocer el carácter de obra del diario para romper con la visión hegemónica que desestima dicha tipología textual y aportar una nueva lectura sobre este objeto de creación —en el que la huella de autoinscripción se constata en la narración autobiográfica y en el vínculo indisoluble entre texto y dibujo”.

Hoy en día, los llamados géneros testimoniales —entre los que se encuentran el ensayo literario, la crónica periodística, el diario, el ensayo, la autobiografía o el documental cinematográfico— han tenido un auge en las sociedades contemporáneas. Esto se explica, al menos en parte, debido al imperativo de crear memoria frente a un mundo cada vez más olvidadizo, y en el que, si bien la superabundancia de información es notable, también lo es la igualdad indiferenciada de los hechos que se acumulan unos sobre otros indefectiblemente.

Esta exposición se acerca más a la construcción de la memoria de Frida Kahlo que todas aquellas manifestaciones consagratorias que celebran, fagocitan y fijan el mito de la artista. Jacques Rancière señala: “Una memoria no es un conjunto de recuerdos de una conciencia, de ser así la idea misma de memoria colectiva carecería de sentido. Una memoria es determinado conjunto, determinada ordenación de signos, de rastros de monumentos”. Las piezas exhibidas, en este sentido, movilizan las huellas de la artista dotándolas de una nueva ubicación.

La Vaca Independiente ha publicado, desde 1995, varias ediciones del diario de Frida Kahlo con el fin de proponer y organizar experiencias, desde la plástica y la literatura. Se trata de un laboratorio de conocimiento que tiene como propósito ensanchar los límites del aprendizaje, el arte y el desarrollo humanos, mostrando posibilidades para la evolución consciente del entorno social, natural y cultural. La fundadora de este proyecto, Claudia Madrazo, sostiene que este diario, central para la exposición, permite “reconocer en Frida Kahlo la experiencia creativa como un camino de desarrollo humano y personal”.

Este objeto, que algunos consideran una de las obras más valiosas de toda la trayectoria de la artista, fue escrito en la última década de su vida. Contiene dibujos, garabatos, cartas, poemas y apuntes; más que un conjunto de borradores, es una muestra destacada de una “obra en proceso”. Llaman la atención los colores vibrantes y la intensidad de las experiencias y los sueños relatados a lo largo de sus páginas. A todas luces resulta deliberado el “desorden” de la composición y la filiación con las técnicas de creación surrealista, como la escritura automática. Lo mismo caben el humor y el autoescarnio, el júbilo y la desdicha. Carlos Fuentes escribió: “El Diario es una línea de cabotaje con el mundo [...]. Cuando Frida vio el mundo, escribió, paradójicamente, un Diario pintado, gracias al cual nos enteramos de que, a pesar de la interioridad de su arte, este siempre fue un arte maravillosamente cercano al mundo material de animales, frutas, plantas, tierras, cielos”.

Tal vez la obra exhibida que emplaza de manera más directa a este diario sea la de Lucía Hinojosa Gaxiola (Ciudad de México, 1987), titulada “Ojosauros” y que alude a un pasaje del diario de la artista nacida en 1907. En esa página se observa a una criatura verde con un pico y una cresta roja que porta un enorme ojo. Este crustáceo fantástico evoca a un camarón o un ajolote. Reza el texto escrito en el contorno de la figura: “El horrendo ‘Ojosauro’ primitivo / animal antiguo, que se quedó muerto para encadenar las ciencias. Mira hacia arriba y no tiene nombre. Le pondremos uno: El horrendo OJOSAURO!”.

Este fragmento del diario fue el punto de partida que permitió a Hinojosa Gaxiola, interesada en la poesía visual y concreta, crear un objeto quiromántico o una “instalación participativa”, de acuerdo con el texto curatorial. Esta obra, lúdica y articulada con fortuna, apela al ojo del animal fantástico de una mitología personal. Consiste en una mesa redonda dividida en cuatro ejes. Al centro se ubica una estructura con una flecha de obsidiana encima. El espectador gira la flecha y destapa una de las cartas dispuestas en uno de los extremos de la mesa donde se detuvo la saeta. De esta manera se activa el oráculo.

“En toda mi vida he tenido 22 operaciones quirúrgicas”, se lee en una de las páginas del diario escrita con tinta morada y fechada en 1953. En otra, de 1951, la artista plástica escribió con letras marrones: “He estado enferma un año. Siete operaciones en la columna vertebral. El Doctor Farill me salvó”. En total, Frida Kahlo padeció 32 operaciones quirúrgicas, el mismo número de las cartas de este oráculo. Al respecto, la dinámica que propone esta obra recuerda las prácticas artísticas del grupo francés Oulipo.

Por su parte, Lorena Mal (Ciudad de México, 1986) presenta “Naturaleza bien muerta”, una obra que recupera la dualidad vida-muerte que recorre en las páginas del diario y en el trabajo plástico de Frida Kahlo. Esta pieza consiste en un “bodegón tridimensional y sonoro” que reúne algunos objetos de mármol, madera, barro y obsidiana alusivos a la obra de la autora y a ciertos trazos contenidos en el diario. El visitante se desplaza por esta naturaleza muerta dispuesta en un breve espacio de la sala con el acompañamiento del registro sonoro de algunos instrumentos prehispánicos.

En una de las páginas del diario aparece un dibujo en el que se muestran dos jarrones con un par de rostros. Del fondo emergen ramilletes amarillos y verdosos en los que es posible vislumbrar caras humanas. No obstante, la inscripción que acompaña la imagen es sarcástica: “naturaleza bien muerta!”; todo en la imagen parece sugerir vida: colores, flores, semblantes. La época en la que se creó el dibujo fue la de las operaciones y la postración que mantuvo a Kahlo meses enteros en cama y en la que se vio obligada a renunciar a los autorretratos, que requerían mucho tiempo frente al espejo, lo que hizo que se decantara por la representación de frutos y vegetales. Este hiato entre lo vivo y el cadáver, entre el cuerpo doliente y el ímpetu creativo, forman parte de esta naturaleza bien muerta.

El bodegón de Lorena Mal, que recuerda esa página del diario de Frida, explora uno de los intereses de la artista, como fueron las culturas prehispánicas, creando una atmósfera contemplativa. El objetivo fue romper el espacio bidimensional de la naturaleza muerta (estática, pintada sobre un lienzo rectangular), llevándola a un territorio expandido y transitable.

Tania Candiani (Ciudad de México, 1974) es la única artista presente en la exposición con dos obras. La primera, “Para el contingente”, es una pancarta que se utilizó el 8 de marzo de 2022 en la manifestación en la Ciudad de México por el Día Internacional de la Mujer. Esta manta de protesta portable, que se inscribe en una serie de acciones en las que ha participado la artista, consiste de un tendedero del que penden once faldas. Cada una alude a una mujer destacada en la cultura mexicana y contemporánea de Frida Kahlo o, al menos, cercana a su época. Los vestidos tienen en la parte superior una frase bordada del personaje que representan, y abajo, una cita relativa al color del atuendo extraída del diario. La pieza de Candiani fue concebida a partir de una página en la que se observa una especie de tendedero del que cuelgan “faldas? gente?”, como “precisa” la misma Frida en su diario. Estos elementos, en conjunto, forman un símbolo que trasciende lo artístico, y que repercute en lo político y lo social, haciendo eco de la sentencia de Jacques Rancière: “El arte consiste en construir espacios y relaciones para reconfigurar material y simbólicamente el territorio de lo común”.

Así, frases como “Es un delito ser mujer y tener talento” de María Izquierdo, “Las mujeres mexicanas en su relación con los hombres son esclavas. Casi siempre consideradas como cosa, y lo que es peor, aceptando ellas serlo”, de Antonieta Rivas Mercado, o “¡Cuídese! Porque también sé boxear”, de María Teresa Landa, son puestas en sintonía, apelando al visitante desde la historia que vivieron estas mujeres; desde la plástica de Frida, su reflexión sobre el color y la defensa que hizo a lo largo de su vida de las causas de la mujer; pero también desde el presente en nuestro país. La obra, lejos de pertenecer exclusivamente al espacio de la galería, ha sido empleada al menos en una manifestación, como muestra una fotografía del 8M también exhibida en la sala.

En vínculo estrecho con esta pieza se encuentra una videoinstalación de Candiani titulada “Sólo un monte conoce las entrañas de otro monte”, un diálogo hipotético entre diecinueve mujeres (las once que están incluidas en la pieza anterior más otras ocho), cuyos archivos han sido desatendidos o abandonados. Candiani emplea material de archivo de las artistas, activistas, académicas y pensadoras mexicanas con el fin de criticar la histórica desigualdad de género en México y las condiciones que favorecen la discriminación. Para ello utiliza tres pantallas en las que se alternan e interactúan registros sonoros y videograbados alusivos a Lola Álvarez Bravo, Tina Modotti, María Sabina, Concha Michel, Pita Amor, Benita Galeana y Nahui Olin, entre otras, con las proclamas de un grupo de mujeres actuales que forman la punta de una flecha. El resultado es venturoso, ya que permite confrontar el presente de las mujeres con aquellas condiciones que imperaban en la época de Frida Kahlo.

El colectivo Amasijo, por su parte, exhibe un fragmento de “¿Quién diría que las manchas ayudan a vivir?” Se elaboró un menú que se sirvió en la inauguración de la exposición; los ingredientes empleados se vinculan con la paleta de colores de Kahlo. La degustación consistió en tamales y mole. Los delantales salpicados que se usaron para la preparación se exhiben en la sala, junto con un código QR, que dirige a una página en la que es posible observar una muestra de los colores de algunas obras de la artista.

Finalmente, junto con estas cinco piezas, se exhiben retratos de Frida Kahlo (algunos verdaderamente portentosos) de la autoría de Manuel y Lola Álvarez Bravo, Héctor García, Fritz Henle, Gisèle Freund y Leo Matiz, y varias páginas del diario en gran formato.

El diario de Frida Kahlo. De la urgencia por la belleza es un ejercicio necesario para la reflexión sobre los caminos abiertos por la artista. Esta exposición, que se presenta en el Museo de Arte Moderno y en la que participa La Vaca Independiente, introduce nuevas posibilidades de lectura y permite crear otras rutas para pensar e interpretar la obra de una figura a veces parece demasiado manida debido a su sobreexplotación comercial.

La exposición permanecerá abierta hasta el 16 de octubre.

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2022
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El diario de Frida Kahlo. De la urgencia por la belleza, una exposición de La Vaca Independiente en el Museo de Arte Moderno, se acerca a la reconocida artista a partir de su diario y mediante piezas elaboradas por tres artistas mexicanas actuales: Lucía Hinojosa Gaxiola, Lorena Mal y Tania Candiani.

Más que un ícono, Frida Kahlo es una industria. Los ejemplos sobran, desde la llamada Casa Azul, que cobra 250 pesos la entrada; pasando por una muñeca llamada “Friducha”, que es un “homenaje” a la pintora y que vende la marca Distroller por 700 pesos; hasta la videoinstalación Frida inmersiva, cuyos boletos tienen un costo de 330 pesos y que promete al interesado una sumersión “en el mundo de Frida, una mujer fuerte e imparable que hizo de su vida una obra de arte”.

Esta proliferación simbólica alrededor del ícono Frida Kahlo, que casi nunca aporta otra cosa que cascajo folclórico en forma de souvenirs, contrasta con la labor de la artista plástica Frida Kahlo, brillante e innovadora, que fue integrante del grupo subversivo universitario llamado los “Cachuchas”, que estuvo afiliada al Partido Comunista y que fue una militante de las causas de la mujer y de los indígenas. En su diario manifiesta reiteradamente sus creencias revolucionarias: “La convicción de que no estoy de acuerdo con la contrarrevolución - imperialismo - fascismo - religiones - estupidez - capitalismo - y toda la gama de trucos de la burguesía”; o más adelante: “Ya que no soy obrera, sí soy artesana – Y aliada incondicional del movimiento revolucionario comunista”.

Carlos Monsiváis, en su biografía sobre la artista, plantea: “En su caso, vida y obra no admiten el deslinde, porque la obra es el más detallado proyecto de su autobiografía”. ¿Esto es así? ¿No es la labor del crítico hacer una criba e intentar distinguir vida y obra? Se echan de menos las miradas que separen de la madeja los gestos oportunistas alrededor de las aportaciones valiosas que sí buscan profundizar en la mirada de la creadora. ¿Qué habría opinado Frida de toda esa expoliación de su obra y domesticación de su mito? El diario de Frida Kahlo. De la urgencia por la belleza, una exposición en la que participan La Vaca Independiente, el Museo de Arte Moderno y la Secretaría de Cultura, huye de esa lógica de explotación banalizadora, dirigida al consumo inmediato, y busca resignificar la obra de Kahlo, específicamente su diario, a partir de las visiones de tres artistas contemporáneas mexicanas y un colectivo, renovando así el horizonte de comprensión y entendimiento de una de las pintoras latinoamericanas más destacadas y con mayor trascendencia a escala global.

La exposición abre con un texto de su curadora, Jessica Berlanga Taylor. El escrito explica que “el proyecto surge de la necesidad de reconocer el carácter de obra del diario para romper con la visión hegemónica que desestima dicha tipología textual y aportar una nueva lectura sobre este objeto de creación —en el que la huella de autoinscripción se constata en la narración autobiográfica y en el vínculo indisoluble entre texto y dibujo”.

Hoy en día, los llamados géneros testimoniales —entre los que se encuentran el ensayo literario, la crónica periodística, el diario, el ensayo, la autobiografía o el documental cinematográfico— han tenido un auge en las sociedades contemporáneas. Esto se explica, al menos en parte, debido al imperativo de crear memoria frente a un mundo cada vez más olvidadizo, y en el que, si bien la superabundancia de información es notable, también lo es la igualdad indiferenciada de los hechos que se acumulan unos sobre otros indefectiblemente.

Esta exposición se acerca más a la construcción de la memoria de Frida Kahlo que todas aquellas manifestaciones consagratorias que celebran, fagocitan y fijan el mito de la artista. Jacques Rancière señala: “Una memoria no es un conjunto de recuerdos de una conciencia, de ser así la idea misma de memoria colectiva carecería de sentido. Una memoria es determinado conjunto, determinada ordenación de signos, de rastros de monumentos”. Las piezas exhibidas, en este sentido, movilizan las huellas de la artista dotándolas de una nueva ubicación.

La Vaca Independiente ha publicado, desde 1995, varias ediciones del diario de Frida Kahlo con el fin de proponer y organizar experiencias, desde la plástica y la literatura. Se trata de un laboratorio de conocimiento que tiene como propósito ensanchar los límites del aprendizaje, el arte y el desarrollo humanos, mostrando posibilidades para la evolución consciente del entorno social, natural y cultural. La fundadora de este proyecto, Claudia Madrazo, sostiene que este diario, central para la exposición, permite “reconocer en Frida Kahlo la experiencia creativa como un camino de desarrollo humano y personal”.

Este objeto, que algunos consideran una de las obras más valiosas de toda la trayectoria de la artista, fue escrito en la última década de su vida. Contiene dibujos, garabatos, cartas, poemas y apuntes; más que un conjunto de borradores, es una muestra destacada de una “obra en proceso”. Llaman la atención los colores vibrantes y la intensidad de las experiencias y los sueños relatados a lo largo de sus páginas. A todas luces resulta deliberado el “desorden” de la composición y la filiación con las técnicas de creación surrealista, como la escritura automática. Lo mismo caben el humor y el autoescarnio, el júbilo y la desdicha. Carlos Fuentes escribió: “El Diario es una línea de cabotaje con el mundo [...]. Cuando Frida vio el mundo, escribió, paradójicamente, un Diario pintado, gracias al cual nos enteramos de que, a pesar de la interioridad de su arte, este siempre fue un arte maravillosamente cercano al mundo material de animales, frutas, plantas, tierras, cielos”.

Tal vez la obra exhibida que emplaza de manera más directa a este diario sea la de Lucía Hinojosa Gaxiola (Ciudad de México, 1987), titulada “Ojosauros” y que alude a un pasaje del diario de la artista nacida en 1907. En esa página se observa a una criatura verde con un pico y una cresta roja que porta un enorme ojo. Este crustáceo fantástico evoca a un camarón o un ajolote. Reza el texto escrito en el contorno de la figura: “El horrendo ‘Ojosauro’ primitivo / animal antiguo, que se quedó muerto para encadenar las ciencias. Mira hacia arriba y no tiene nombre. Le pondremos uno: El horrendo OJOSAURO!”.

Este fragmento del diario fue el punto de partida que permitió a Hinojosa Gaxiola, interesada en la poesía visual y concreta, crear un objeto quiromántico o una “instalación participativa”, de acuerdo con el texto curatorial. Esta obra, lúdica y articulada con fortuna, apela al ojo del animal fantástico de una mitología personal. Consiste en una mesa redonda dividida en cuatro ejes. Al centro se ubica una estructura con una flecha de obsidiana encima. El espectador gira la flecha y destapa una de las cartas dispuestas en uno de los extremos de la mesa donde se detuvo la saeta. De esta manera se activa el oráculo.

“En toda mi vida he tenido 22 operaciones quirúrgicas”, se lee en una de las páginas del diario escrita con tinta morada y fechada en 1953. En otra, de 1951, la artista plástica escribió con letras marrones: “He estado enferma un año. Siete operaciones en la columna vertebral. El Doctor Farill me salvó”. En total, Frida Kahlo padeció 32 operaciones quirúrgicas, el mismo número de las cartas de este oráculo. Al respecto, la dinámica que propone esta obra recuerda las prácticas artísticas del grupo francés Oulipo.

Por su parte, Lorena Mal (Ciudad de México, 1986) presenta “Naturaleza bien muerta”, una obra que recupera la dualidad vida-muerte que recorre en las páginas del diario y en el trabajo plástico de Frida Kahlo. Esta pieza consiste en un “bodegón tridimensional y sonoro” que reúne algunos objetos de mármol, madera, barro y obsidiana alusivos a la obra de la autora y a ciertos trazos contenidos en el diario. El visitante se desplaza por esta naturaleza muerta dispuesta en un breve espacio de la sala con el acompañamiento del registro sonoro de algunos instrumentos prehispánicos.

En una de las páginas del diario aparece un dibujo en el que se muestran dos jarrones con un par de rostros. Del fondo emergen ramilletes amarillos y verdosos en los que es posible vislumbrar caras humanas. No obstante, la inscripción que acompaña la imagen es sarcástica: “naturaleza bien muerta!”; todo en la imagen parece sugerir vida: colores, flores, semblantes. La época en la que se creó el dibujo fue la de las operaciones y la postración que mantuvo a Kahlo meses enteros en cama y en la que se vio obligada a renunciar a los autorretratos, que requerían mucho tiempo frente al espejo, lo que hizo que se decantara por la representación de frutos y vegetales. Este hiato entre lo vivo y el cadáver, entre el cuerpo doliente y el ímpetu creativo, forman parte de esta naturaleza bien muerta.

El bodegón de Lorena Mal, que recuerda esa página del diario de Frida, explora uno de los intereses de la artista, como fueron las culturas prehispánicas, creando una atmósfera contemplativa. El objetivo fue romper el espacio bidimensional de la naturaleza muerta (estática, pintada sobre un lienzo rectangular), llevándola a un territorio expandido y transitable.

Tania Candiani (Ciudad de México, 1974) es la única artista presente en la exposición con dos obras. La primera, “Para el contingente”, es una pancarta que se utilizó el 8 de marzo de 2022 en la manifestación en la Ciudad de México por el Día Internacional de la Mujer. Esta manta de protesta portable, que se inscribe en una serie de acciones en las que ha participado la artista, consiste de un tendedero del que penden once faldas. Cada una alude a una mujer destacada en la cultura mexicana y contemporánea de Frida Kahlo o, al menos, cercana a su época. Los vestidos tienen en la parte superior una frase bordada del personaje que representan, y abajo, una cita relativa al color del atuendo extraída del diario. La pieza de Candiani fue concebida a partir de una página en la que se observa una especie de tendedero del que cuelgan “faldas? gente?”, como “precisa” la misma Frida en su diario. Estos elementos, en conjunto, forman un símbolo que trasciende lo artístico, y que repercute en lo político y lo social, haciendo eco de la sentencia de Jacques Rancière: “El arte consiste en construir espacios y relaciones para reconfigurar material y simbólicamente el territorio de lo común”.

Así, frases como “Es un delito ser mujer y tener talento” de María Izquierdo, “Las mujeres mexicanas en su relación con los hombres son esclavas. Casi siempre consideradas como cosa, y lo que es peor, aceptando ellas serlo”, de Antonieta Rivas Mercado, o “¡Cuídese! Porque también sé boxear”, de María Teresa Landa, son puestas en sintonía, apelando al visitante desde la historia que vivieron estas mujeres; desde la plástica de Frida, su reflexión sobre el color y la defensa que hizo a lo largo de su vida de las causas de la mujer; pero también desde el presente en nuestro país. La obra, lejos de pertenecer exclusivamente al espacio de la galería, ha sido empleada al menos en una manifestación, como muestra una fotografía del 8M también exhibida en la sala.

En vínculo estrecho con esta pieza se encuentra una videoinstalación de Candiani titulada “Sólo un monte conoce las entrañas de otro monte”, un diálogo hipotético entre diecinueve mujeres (las once que están incluidas en la pieza anterior más otras ocho), cuyos archivos han sido desatendidos o abandonados. Candiani emplea material de archivo de las artistas, activistas, académicas y pensadoras mexicanas con el fin de criticar la histórica desigualdad de género en México y las condiciones que favorecen la discriminación. Para ello utiliza tres pantallas en las que se alternan e interactúan registros sonoros y videograbados alusivos a Lola Álvarez Bravo, Tina Modotti, María Sabina, Concha Michel, Pita Amor, Benita Galeana y Nahui Olin, entre otras, con las proclamas de un grupo de mujeres actuales que forman la punta de una flecha. El resultado es venturoso, ya que permite confrontar el presente de las mujeres con aquellas condiciones que imperaban en la época de Frida Kahlo.

El colectivo Amasijo, por su parte, exhibe un fragmento de “¿Quién diría que las manchas ayudan a vivir?” Se elaboró un menú que se sirvió en la inauguración de la exposición; los ingredientes empleados se vinculan con la paleta de colores de Kahlo. La degustación consistió en tamales y mole. Los delantales salpicados que se usaron para la preparación se exhiben en la sala, junto con un código QR, que dirige a una página en la que es posible observar una muestra de los colores de algunas obras de la artista.

Finalmente, junto con estas cinco piezas, se exhiben retratos de Frida Kahlo (algunos verdaderamente portentosos) de la autoría de Manuel y Lola Álvarez Bravo, Héctor García, Fritz Henle, Gisèle Freund y Leo Matiz, y varias páginas del diario en gran formato.

El diario de Frida Kahlo. De la urgencia por la belleza es un ejercicio necesario para la reflexión sobre los caminos abiertos por la artista. Esta exposición, que se presenta en el Museo de Arte Moderno y en la que participa La Vaca Independiente, introduce nuevas posibilidades de lectura y permite crear otras rutas para pensar e interpretar la obra de una figura a veces parece demasiado manida debido a su sobreexplotación comercial.

La exposición permanecerá abierta hasta el 16 de octubre.

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El diario de Frida Kahlo. De la urgencia por la belleza, una exposición de La Vaca Independiente en el Museo de Arte Moderno, se acerca a la reconocida artista a partir de su diario y mediante piezas elaboradas por tres artistas mexicanas actuales: Lucía Hinojosa Gaxiola, Lorena Mal y Tania Candiani.

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Más que un ícono, Frida Kahlo es una industria. Los ejemplos sobran, desde la llamada Casa Azul, que cobra 250 pesos la entrada; pasando por una muñeca llamada “Friducha”, que es un “homenaje” a la pintora y que vende la marca Distroller por 700 pesos; hasta la videoinstalación Frida inmersiva, cuyos boletos tienen un costo de 330 pesos y que promete al interesado una sumersión “en el mundo de Frida, una mujer fuerte e imparable que hizo de su vida una obra de arte”.

Esta proliferación simbólica alrededor del ícono Frida Kahlo, que casi nunca aporta otra cosa que cascajo folclórico en forma de souvenirs, contrasta con la labor de la artista plástica Frida Kahlo, brillante e innovadora, que fue integrante del grupo subversivo universitario llamado los “Cachuchas”, que estuvo afiliada al Partido Comunista y que fue una militante de las causas de la mujer y de los indígenas. En su diario manifiesta reiteradamente sus creencias revolucionarias: “La convicción de que no estoy de acuerdo con la contrarrevolución - imperialismo - fascismo - religiones - estupidez - capitalismo - y toda la gama de trucos de la burguesía”; o más adelante: “Ya que no soy obrera, sí soy artesana – Y aliada incondicional del movimiento revolucionario comunista”.

Carlos Monsiváis, en su biografía sobre la artista, plantea: “En su caso, vida y obra no admiten el deslinde, porque la obra es el más detallado proyecto de su autobiografía”. ¿Esto es así? ¿No es la labor del crítico hacer una criba e intentar distinguir vida y obra? Se echan de menos las miradas que separen de la madeja los gestos oportunistas alrededor de las aportaciones valiosas que sí buscan profundizar en la mirada de la creadora. ¿Qué habría opinado Frida de toda esa expoliación de su obra y domesticación de su mito? El diario de Frida Kahlo. De la urgencia por la belleza, una exposición en la que participan La Vaca Independiente, el Museo de Arte Moderno y la Secretaría de Cultura, huye de esa lógica de explotación banalizadora, dirigida al consumo inmediato, y busca resignificar la obra de Kahlo, específicamente su diario, a partir de las visiones de tres artistas contemporáneas mexicanas y un colectivo, renovando así el horizonte de comprensión y entendimiento de una de las pintoras latinoamericanas más destacadas y con mayor trascendencia a escala global.

La exposición abre con un texto de su curadora, Jessica Berlanga Taylor. El escrito explica que “el proyecto surge de la necesidad de reconocer el carácter de obra del diario para romper con la visión hegemónica que desestima dicha tipología textual y aportar una nueva lectura sobre este objeto de creación —en el que la huella de autoinscripción se constata en la narración autobiográfica y en el vínculo indisoluble entre texto y dibujo”.

Hoy en día, los llamados géneros testimoniales —entre los que se encuentran el ensayo literario, la crónica periodística, el diario, el ensayo, la autobiografía o el documental cinematográfico— han tenido un auge en las sociedades contemporáneas. Esto se explica, al menos en parte, debido al imperativo de crear memoria frente a un mundo cada vez más olvidadizo, y en el que, si bien la superabundancia de información es notable, también lo es la igualdad indiferenciada de los hechos que se acumulan unos sobre otros indefectiblemente.

Esta exposición se acerca más a la construcción de la memoria de Frida Kahlo que todas aquellas manifestaciones consagratorias que celebran, fagocitan y fijan el mito de la artista. Jacques Rancière señala: “Una memoria no es un conjunto de recuerdos de una conciencia, de ser así la idea misma de memoria colectiva carecería de sentido. Una memoria es determinado conjunto, determinada ordenación de signos, de rastros de monumentos”. Las piezas exhibidas, en este sentido, movilizan las huellas de la artista dotándolas de una nueva ubicación.

La Vaca Independiente ha publicado, desde 1995, varias ediciones del diario de Frida Kahlo con el fin de proponer y organizar experiencias, desde la plástica y la literatura. Se trata de un laboratorio de conocimiento que tiene como propósito ensanchar los límites del aprendizaje, el arte y el desarrollo humanos, mostrando posibilidades para la evolución consciente del entorno social, natural y cultural. La fundadora de este proyecto, Claudia Madrazo, sostiene que este diario, central para la exposición, permite “reconocer en Frida Kahlo la experiencia creativa como un camino de desarrollo humano y personal”.

Este objeto, que algunos consideran una de las obras más valiosas de toda la trayectoria de la artista, fue escrito en la última década de su vida. Contiene dibujos, garabatos, cartas, poemas y apuntes; más que un conjunto de borradores, es una muestra destacada de una “obra en proceso”. Llaman la atención los colores vibrantes y la intensidad de las experiencias y los sueños relatados a lo largo de sus páginas. A todas luces resulta deliberado el “desorden” de la composición y la filiación con las técnicas de creación surrealista, como la escritura automática. Lo mismo caben el humor y el autoescarnio, el júbilo y la desdicha. Carlos Fuentes escribió: “El Diario es una línea de cabotaje con el mundo [...]. Cuando Frida vio el mundo, escribió, paradójicamente, un Diario pintado, gracias al cual nos enteramos de que, a pesar de la interioridad de su arte, este siempre fue un arte maravillosamente cercano al mundo material de animales, frutas, plantas, tierras, cielos”.

Tal vez la obra exhibida que emplaza de manera más directa a este diario sea la de Lucía Hinojosa Gaxiola (Ciudad de México, 1987), titulada “Ojosauros” y que alude a un pasaje del diario de la artista nacida en 1907. En esa página se observa a una criatura verde con un pico y una cresta roja que porta un enorme ojo. Este crustáceo fantástico evoca a un camarón o un ajolote. Reza el texto escrito en el contorno de la figura: “El horrendo ‘Ojosauro’ primitivo / animal antiguo, que se quedó muerto para encadenar las ciencias. Mira hacia arriba y no tiene nombre. Le pondremos uno: El horrendo OJOSAURO!”.

Este fragmento del diario fue el punto de partida que permitió a Hinojosa Gaxiola, interesada en la poesía visual y concreta, crear un objeto quiromántico o una “instalación participativa”, de acuerdo con el texto curatorial. Esta obra, lúdica y articulada con fortuna, apela al ojo del animal fantástico de una mitología personal. Consiste en una mesa redonda dividida en cuatro ejes. Al centro se ubica una estructura con una flecha de obsidiana encima. El espectador gira la flecha y destapa una de las cartas dispuestas en uno de los extremos de la mesa donde se detuvo la saeta. De esta manera se activa el oráculo.

“En toda mi vida he tenido 22 operaciones quirúrgicas”, se lee en una de las páginas del diario escrita con tinta morada y fechada en 1953. En otra, de 1951, la artista plástica escribió con letras marrones: “He estado enferma un año. Siete operaciones en la columna vertebral. El Doctor Farill me salvó”. En total, Frida Kahlo padeció 32 operaciones quirúrgicas, el mismo número de las cartas de este oráculo. Al respecto, la dinámica que propone esta obra recuerda las prácticas artísticas del grupo francés Oulipo.

Por su parte, Lorena Mal (Ciudad de México, 1986) presenta “Naturaleza bien muerta”, una obra que recupera la dualidad vida-muerte que recorre en las páginas del diario y en el trabajo plástico de Frida Kahlo. Esta pieza consiste en un “bodegón tridimensional y sonoro” que reúne algunos objetos de mármol, madera, barro y obsidiana alusivos a la obra de la autora y a ciertos trazos contenidos en el diario. El visitante se desplaza por esta naturaleza muerta dispuesta en un breve espacio de la sala con el acompañamiento del registro sonoro de algunos instrumentos prehispánicos.

En una de las páginas del diario aparece un dibujo en el que se muestran dos jarrones con un par de rostros. Del fondo emergen ramilletes amarillos y verdosos en los que es posible vislumbrar caras humanas. No obstante, la inscripción que acompaña la imagen es sarcástica: “naturaleza bien muerta!”; todo en la imagen parece sugerir vida: colores, flores, semblantes. La época en la que se creó el dibujo fue la de las operaciones y la postración que mantuvo a Kahlo meses enteros en cama y en la que se vio obligada a renunciar a los autorretratos, que requerían mucho tiempo frente al espejo, lo que hizo que se decantara por la representación de frutos y vegetales. Este hiato entre lo vivo y el cadáver, entre el cuerpo doliente y el ímpetu creativo, forman parte de esta naturaleza bien muerta.

El bodegón de Lorena Mal, que recuerda esa página del diario de Frida, explora uno de los intereses de la artista, como fueron las culturas prehispánicas, creando una atmósfera contemplativa. El objetivo fue romper el espacio bidimensional de la naturaleza muerta (estática, pintada sobre un lienzo rectangular), llevándola a un territorio expandido y transitable.

Tania Candiani (Ciudad de México, 1974) es la única artista presente en la exposición con dos obras. La primera, “Para el contingente”, es una pancarta que se utilizó el 8 de marzo de 2022 en la manifestación en la Ciudad de México por el Día Internacional de la Mujer. Esta manta de protesta portable, que se inscribe en una serie de acciones en las que ha participado la artista, consiste de un tendedero del que penden once faldas. Cada una alude a una mujer destacada en la cultura mexicana y contemporánea de Frida Kahlo o, al menos, cercana a su época. Los vestidos tienen en la parte superior una frase bordada del personaje que representan, y abajo, una cita relativa al color del atuendo extraída del diario. La pieza de Candiani fue concebida a partir de una página en la que se observa una especie de tendedero del que cuelgan “faldas? gente?”, como “precisa” la misma Frida en su diario. Estos elementos, en conjunto, forman un símbolo que trasciende lo artístico, y que repercute en lo político y lo social, haciendo eco de la sentencia de Jacques Rancière: “El arte consiste en construir espacios y relaciones para reconfigurar material y simbólicamente el territorio de lo común”.

Así, frases como “Es un delito ser mujer y tener talento” de María Izquierdo, “Las mujeres mexicanas en su relación con los hombres son esclavas. Casi siempre consideradas como cosa, y lo que es peor, aceptando ellas serlo”, de Antonieta Rivas Mercado, o “¡Cuídese! Porque también sé boxear”, de María Teresa Landa, son puestas en sintonía, apelando al visitante desde la historia que vivieron estas mujeres; desde la plástica de Frida, su reflexión sobre el color y la defensa que hizo a lo largo de su vida de las causas de la mujer; pero también desde el presente en nuestro país. La obra, lejos de pertenecer exclusivamente al espacio de la galería, ha sido empleada al menos en una manifestación, como muestra una fotografía del 8M también exhibida en la sala.

En vínculo estrecho con esta pieza se encuentra una videoinstalación de Candiani titulada “Sólo un monte conoce las entrañas de otro monte”, un diálogo hipotético entre diecinueve mujeres (las once que están incluidas en la pieza anterior más otras ocho), cuyos archivos han sido desatendidos o abandonados. Candiani emplea material de archivo de las artistas, activistas, académicas y pensadoras mexicanas con el fin de criticar la histórica desigualdad de género en México y las condiciones que favorecen la discriminación. Para ello utiliza tres pantallas en las que se alternan e interactúan registros sonoros y videograbados alusivos a Lola Álvarez Bravo, Tina Modotti, María Sabina, Concha Michel, Pita Amor, Benita Galeana y Nahui Olin, entre otras, con las proclamas de un grupo de mujeres actuales que forman la punta de una flecha. El resultado es venturoso, ya que permite confrontar el presente de las mujeres con aquellas condiciones que imperaban en la época de Frida Kahlo.

El colectivo Amasijo, por su parte, exhibe un fragmento de “¿Quién diría que las manchas ayudan a vivir?” Se elaboró un menú que se sirvió en la inauguración de la exposición; los ingredientes empleados se vinculan con la paleta de colores de Kahlo. La degustación consistió en tamales y mole. Los delantales salpicados que se usaron para la preparación se exhiben en la sala, junto con un código QR, que dirige a una página en la que es posible observar una muestra de los colores de algunas obras de la artista.

Finalmente, junto con estas cinco piezas, se exhiben retratos de Frida Kahlo (algunos verdaderamente portentosos) de la autoría de Manuel y Lola Álvarez Bravo, Héctor García, Fritz Henle, Gisèle Freund y Leo Matiz, y varias páginas del diario en gran formato.

El diario de Frida Kahlo. De la urgencia por la belleza es un ejercicio necesario para la reflexión sobre los caminos abiertos por la artista. Esta exposición, que se presenta en el Museo de Arte Moderno y en la que participa La Vaca Independiente, introduce nuevas posibilidades de lectura y permite crear otras rutas para pensar e interpretar la obra de una figura a veces parece demasiado manida debido a su sobreexplotación comercial.

La exposición permanecerá abierta hasta el 16 de octubre.

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