“Por fin, se acaba la pesadilla”, expresó la ONG española Proactiva Open Arms luego de que el fiscal de la región de Agrigento en Sicilia, Luigi Patronaggio, dictaminó el desembarco inmediato de todas las personas en el Open Arms. Entrada la madrugada del 21 de agosto, el buque con 83 migrantes a bordo se dirigió al puerto de Lampedusa tras 20 días de bloqueo varados en el mar. Durante el camino a tierra firme, dos patrulleras de la Guardia Costera italiana los escoltaron. Aplausos, cantos y sonrisas protagonizaron el camino hasta el punto de atranco. Una vez en territorio italiano y tras una breve revisión de la policía portuaria, comenzaron a descender. En medio de la crisis de migración que se vive en el mediterráneo. El Open Arms tenía pocos meses de haber regresado a las aguas. El pasado mes de abril, el buque humanitario obtuvo autorización para zarpar del Puerto de Barcelona, en donde estuvo detenido por más de 100 días, con el único propósito de llevar ayuda humanitaria a las islas griegas de Samos y Lesbos. En medio de controversias, en enero de este año, el barco fue retenido por razones de seguridad, las autoridades habían señalado que no reunía los requisitos necesarios para realizar largos viajes, por otro lado, tampoco contaba con los permisos de los puertos de Malta e Italia para desembarcar. Sin importar el veto, la tripulación del Open Arms decidió ignorar las prohibiciones y el primer día de agosto, durante una de las jornadas en Nápoles, el buque realizó el rescate de 124 personas en mar. La operación, que sucedió en dos partes, rescató primero a 55 personas que habían naufragado en aguas libias, entre ellas dos bebés y 30 menores de edad. Horas más tarde, cerca de territorio maltés, la ONG rescató 69 migrantes más. El barco español se puso en contacto inmediato con los centros de coordinación marítima más cercanos: Malta e Italia. Ambas naciones mantuvieron firme su política de puertos cerrados para los inmigrantes y sugirió coordinar el desembarco con un puerto seguro.
Proactiva Open Arms La realidad era que el barco no estaba en condiciones de emprender un viaje largo y menos estando a tan pocas millas de territorio italiano. Sin embargo, el ministro del Interior, Matteo Salvini, advirtió las consecuencias de que el Open Arms entrara en sus aguas territoriales, entre ellas, la confiscación del barco y una multa de hasta 50 mil euros. Salvini, quien es Secretario Federal del partido la Liga Norte, con una fuerte postura antiinmigración, mostró una de las posturas más represivas ante la migración por mar desde que asumió el cargo en 2018. En junio de ese año, la situación en el Mediterráneo empeoró luego de que Italia prohibió que buques de rescate que pertenecieran a ONGs atrancaran en su territorio. Para septiembre de 2018, la tasa de muertes en el mar Mediterráneo alcanzó la preocupante cifra de 19% es decir, casi uno de cada cinco migrantes que intentó la ruta del mediterráneo central perdió la vida. El número más alto registrado desde, al menos, 2012. De acuerdo con datos del Barcelona Centre for International Affairs, durante la última década, millones de personas de países del norte de África y algunas zonas de Medio Oriente, recurren al Mediterráneo como ruta de escape para lograr huir de conflictos, violencia, persecución o pobreza que viven en sus países. Sin embargo, hubo un despunte significativo después de la Primavera Árabe y de la caída del régimen de Gadaffi en Libia en 2011. Italia, en particular la isla de Sicilia, fue el territorio que mayor número de migrantes por mar registró entre 2014 y 2015. En ese entonces, las autoridades de ese país estimaron una cantidad récord, al registrar 170,100 llegadas, comparadas con las 41,038 contabilizadas en Grecia y las 4,228 en España en ese mismo período. La situación comenzó a rebasar a las autoridades europeas, que optaron por medidas más duras para las políticas migratorias, lo cual complicó la labor de organizaciones como Proactiva Open Arms. A pesar de todo, las labores humanitarias en el Mediterráneo continúan. Con los días, la situación del Open Arms comenzó a complicarse pese a que el 6 de agosto el gobierno italiano accedió a recibir dos mujeres embarazadas y a la hermana de una de ellas. Sin embargo, ningún país, ni siquiera España, que en junio de 2018 fue el único país que dio puerto seguro al buque de la ONG Aquarious con 600 migrantes a bordo, daba respuesta positiva para que el buque catalán pudiera llegar a tierra. Los días pasaron y a través de Twitter, Oscar Camps, fundador de la ONG Open Arms, denunciaba la inhumana realidad en la que los migrantes permanecían en alta mar. Camps hizo un llamado a los jefes de Gobierno de España, Alemania y Francia a desbloquear la situación, pero las respuestas no llegaban.
Ganamos de nuevo: el Tribunal Administrativo de Lazio responde a nuestro segundo recurso ordenando hoy el desembarco inmediato. Las personas a bordo de nuestro barco ya están a salvo. Ahora toca apoyar a #OceanViking, seguiremos defendiendo la identidad liberal y democrática de UE pic.twitter.com/wyCuai1dyJ — Oscar Camps (@campsoscar) August 21, 2019
La situación se complicó aún más cuando en el día 10, la tripulación del Open Arms rescató a 39 náufragos más en el territorio marítimo de Malta. La presión se hizo más fuerte para las autoridades europeas y en un movimiento por aligerar la tensión, Malta accedió a hacerse cargo de las 39 personas recién rescatadas, pero se negó a recibir a los otros, pese a que entre ellos había menores de edad. Pasaron los días y la ONG logró convencer a los gobiernos de Italia y Malta de dar refugio a pequeños grupos de migrantes, entre ellos mujeres y niños. Pero lejos de mejorar, la situación empeoraba cada vez más. Comenzaron a haber peleas a bordo, la comida escaseaba, pero nada de eso hacía que Salvini cambiara de opinión. Fue hasta el día 15 que el Tribunal Administrativo Regional del Lazio, levantó la prohibición de entrada en aguas territoriales italianas impuesta al Open Arms para “permitir el socorro de las personas a bordo”. Las violaciones a derechos humanos eran evidentes y el tribunal argumentó que la respuesta debía ser inmediata pues era claro el peligro en el que se encontraban las personas a bordo. Ese mismo día, España accedió a dar paso a parte de los migrantes a bordo del buque, incluso alcanzó un pacto para que los migrantes se repartieran entre Portugal, Francia, Alemania, Rumania y Luxemburgo. A pesar de la orden italiana, la luz verde no llegó al Open Arms hasta el día 20 de agosto. Para ese entonces la gente y la tripulación ya estaba desesperada, algunos se lanzaron al mar para intentar nadar hasta la orilla, pero la guardia costera logró alcanzarlos y ponerlos a salvo. Luego de algunas horas, todos los migrantes restantes en el buque, al igual que la tripulación, lograron llegar a tierra firme. Sin embargo, el buque fue incautado una vez más y en caso de que regresara a España, podría enfrentar una multa de hasta 901.000 euros por cometer una “infracción muy grave contra la seguridad marítima”, según la Ley de Puertos y Marina Mercante.
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