François-Henri Pinault, Apple, Moët, Hennessy, L'Oréal, el grupo Louis Vuitton, el Banco Central Europeo, empresas petroleras y decenas de instituciones más se apuntaron para hacer donaciones millonarias para la reconstrucción de la catedral Notre Dame en París. En abril se reportó que la iglesia parisina estaba en llamas y, aunque el fuego fue controlado, destruyó la aguja de la estructura y dejó daños irreparables en el techo. Parisinos, franceses y turistas mostraron su preocupación y tristeza por el trágico suceso, que por fortuna, no cobró vidas. El pasado 2 de septiembre el Museo Nacional de Brasil con 200 años de antigüedad también fue destruido en su totalidad, luego de que un incendio incontrolable arrasara durante varias horas en la madrugada. Del museo sólo quedaron intactos unos meteoritos que resguardaba el edificio. De igual forma, aunque referente a otro tipo de archivos, en 2008 se incendiaron unas bodegas de la disquera Universal que resguardaba miles de grabaciones maestras, piezas únicas de músicos como Aretha Franklin, Elton John, Tupac, entre otros. Ante los distintos siniestros varios cuestionamientos surgieron sobre las responsabilidades de las instituciones privadas y públicas, y la falta de recursos para el resguardo y protección de patrimonio. Especialistas en restauración y conservación coinciden en que la prevención es clave para evitar la pérdida de patrimonio cultural.
Notre Dame en París arde en llamas el pasado 15 de abril
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No solo son incendios. Los daños y deterioro que presentan piezas históricas van desde la humedad, el paso del tiempo, hasta explosivos por ataques de odio, como ocurrió con la mezquita Nabi Yunus en julio de 2014 en Irak, inmueble que tenía 600 años de historia. Otro factor que atenta contra la conservación del patrimonio material, son las políticas culturales. “Aquí en México hacemos fiestas de 15 años, bautizos, primeras comuniones enormes que cuestan un dineral, pero, ¿qué tal tu casa? Le falta una puerta o una ventana, lo mismo pasa con un museo, haces la gran fiesta que es la gran exposición, preparas todo para recibir a tus invitados aunque tu museo se esté cayendo”, explica Yanely Toledo, directora del Instituto Mexicano de Curaduría y Restauración (IMCR). En 2019, la Dirección General de Sitios y Monumentos del Patrimonio Cultural en México recibió en gastos de operación 24 millones 47 mil 184 pesos, frente a 26 millones 384 mil 523 pesos asignados en 2018. Asimismo, el Instituto Nacional de Antropología e Historia recibió mil 224 millones 888 mil 535 pesos frente a mil 262 millones 823 mil 919 pesos otorgados en el año anterior. Aunque en ocasiones existan los recursos disponibles, también son utilizados para mejoras o exposiciones temporales y superficiales que no sirven para la conservación a largo plazo, comenta Luis Enrique Castillo Narrea, Conservador y Restaurador de bienes patrimoniales ubicado en Perú. “Es decir hacen una restauración estética y gastan menos para que se vea bonito y hacen la gran fiesta”, explica Luis Enrique Castillo. En México, la conservación de museos y lugares históricos enfrenta la reducción de presupuesto lo que implica un aumento en el riesgo de destrucción. Así como las "exposiciones blockbusters" en las que los asistentes hacen filas muy largas para observar la pieza o colección durante 15 minutos. "Las salas no están listas para recibir en ese tiempo a tantas personas con personal insuficiente e incapacitado”, explica Yanely. Lo cual es también un problema que enfrentan las piezas por posibles daños que pueden sufrir ante los constantes traslados en exposiciones temporales. Krupskaia Pardo Campos, gestora cultural y experta en conservación de bienes muebles ubicada en España, plantea la pregunta de si es necesario movilizar una sola pieza desde Malta hasta México. La también especialista en conservación de bienes culturales comenta que con tanto movimiento surge el tema de los seguros privados, en caso de que los Estados implicados no cubran todos los daños. "En Perú ocurre lo mismo, pero el problema de las exposiciones internacionales y temporales son las salidas. Las tumbas Lambayeque, una pieza icónica, conoce más el mundo que nosotros. Y tiene que descansar", indica Luis Enrique Castillo. Otro obstáculo que enfrentan en el país andino es la falta de acceso a sustancias químicas necesarias para la preservación de piezas específicas. Algunas requieren de acetona o amoniaco, pero a los restauradores les es imposible obtener estos químicos debido al mal uso que le dan los cárteles de droga para generar cocaína. El especialista lamenta la incapacidad burocrática de ese país, porque aunque pueden obtener permisos, la constante rotación del personal hace que se pierda el orden.
Fotografía por Buda Mendes / Getty Images
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Sobre si los recientes eventos catastróficos de emblemas arquitectónicos cambió la percepción sobre la importancia de los bienes materiales, los especialistas no se ven tan optimistas. En España, Italia y otros países del Mediterráneo existe una cultura material tan potente que se ven obligados a realizar constantes proyectos de restauración, de conservación preventiva y por ende, disminuir la intervención en las piezas. “El horizonte 2020 en la Unión Europea implica que cada estado miembro planifique con más tiempo de ejecución sus planes de conservación preventiva. Es el futuro”, opina Krupskaia, que ofrece mediante el IMCR un curso de especialización en este rubro. Krupskaia opina que la cultura y el patrimonio sustituyen muchas veces la labor diplomática o estatal de los políticos porque existe el prejuicio de que la cultura siempre es positiva. Esa es la razón por la cual los millonarios salieron a mansalva a donar millones y no a donar dinero para niños en África, porque eso implicaría una postura política de alguna manera en la que se deben posicionar a favor de los países del tercer mundo. Los especialistas insisten en que tanto gobiernos como sociedad civil deben entender la relevancia sobre la labor interdisciplinaria de los profesionales en la conservación y restauración de bienes culturales, tanto materiales como inmateriales. “Somos guardianes del patrimonio y tenemos que defender nuestras identidades culturales, porque no solamente es un patrimonio local sino mundial”, concluye Kruspskaia.
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