Su contigüidad con la Ciudad de México ha convertido a Morelos en uno de los estados más explorados por los capitalinos. Se trata de un lugar con una herencia fascinante, como la historia detrás de sus vestigios arquitectónicos que se puede apreciar en la ruta de los conventos de Morelos.
Entre las muchas actividades que puede incluir un itinerario por el estado, esta ruta es un recorrido por algunos de los templos católicos más importantes del país. El Convento Franciscano de Nuestra Señora de la Asunción —actualmente, la Catedral de Cuernavaca— es el punto de inicio; a 400 años de su edificación, aún conserva algunos pasajes de esa religión plasmados en murales artísticos. Entre ellos, la historia del primer mártir novohispano, Felipe de Jesús, quien intentó llevar la evangelización a Japón. Para continuar, el místico Tepoztlán resguarda el Convento de Nuestra Señora de la Natividad. Construido por indígenas tepoztecos bajo la dirección de monjes dominicos en la segunda mitad del siglo XVI, es uno de los monasterios más distinguidos del recorrido. La decoración de sus bóvedas incorpora elementos tallados en piedra con mortero de cal, arena y aglutinantes vegetales. En 1994 fue declarado Patrimonio de la Humanidad y restaurado para servir como Centro de Documentación Histórica de la localidad.
Después de explorar el contenido del museo, la biblioteca y la librería, resulta apremiante descansar en un refugio perfecto. Amomoxtli, una antigua quinta familiar convertida en hotel, es un complejo protagonista en Tepoztlán. Con atardeceres magníficos y postales memorables del majestuoso Tepozteco, descubrir cada amenidad y recoveco hacen que este hotel sea una pausa obligada en la ruta de los conventos morelenses.
Su propuesta culinaria honra la cocina regional. En su restaurante, Mesa de Origen, recuperan los ingredientes endémicos de Morelos y agregan elementos de cocinas internacionales como las pizzas al horno y la coctelería, lo que le permite perfilarse como una de las mejores opciones gastronómicas en la zona. Cada habitación es un canto al paisaje local, y sus jardines privados, ríos que acotan el perímetro del hotel y ventanales que apuntan a la Sierra Tepozteca aseguran una estancia armónica y reparadora.
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Con un nuevo amanecer delante, llega el momento de continuar en el camino. A unos cuantos kilómetros en Oaxtepec, ubicado en el municipio de Yautepec, se erige el Convento de Santo Domingo de Guzmán, la primera edificación levantada por los dominicos en México que, impresionantemente, conserva el detalle en cada una de sus pinturas al fresco. En medio de mucha vegetación y distintos manantiales, uno sigue por la pista que conduce a Tlayacapan, un municipio que es hogar del Convento Agustino de San Juan Bautista. El recinto conjuga una herencia arquitectónica gótica con rasgos renacentistas, y es una estructura muy oportuna para instaurar un museo de arte sacro en el que se pueden observar momias del siglo XVI. Después, en el municipio de Totolapan, el Convento San Guillermo preserva la famosa figura del Cristo Aparecido que, se cuenta, fue robado por el pueblo de Iztapalapa, pero cada mañana aparecía de nuevo en Totolapan.
Hacia el noreste de Morelos, el Convento de San Mateo en Atlatlahucan es uno de los mejores conservados en la ruta. También es sede de la “fiesta de las negras”, en la que los hombres del pueblo se visten de mujeres y bailan con muñecas que simbolizan la fertilidad. Continuando por el Este en Tetela del Volcán, el Convento de San Juan Bautista es Patrimonio Mundial y es reconocido por fungir como cuartel para los soldados en la época de la Revolución.
Tras un recorrido enriquecedor por la historia detrás de cada una de las edificaciones, volver a Tepoztlán para un tiempo de reposo es indispensable. Inspirado en la medicina ancestral, el spa de Amomoxtli conjunta tradiciones prehispánicas, como el temazcal, las limpias y otras terapias energéticas, con avances contemporáneos como las cabinas de exfoliación corporal. El ritual desintoxicante copalli, que se hace con romero y toronjil, o el baño sagrado de Mayahuel, una terapia de belleza que conlleva un tibio baño con pulque, son algunos de los tratamientos más emblemáticos del hotel. Y, antes de partir, hay que despedirse con un baño de sol a la orilla de la piscina cobijada por el Tepozteco.
El paseo quedaría incompleto si no se visita el Convento de la Inmaculada Concepción en Zacualpan de Amilpas. Los detalles en barro, así como su claustro y sus pintorescos muros, en los que se puede admirar en pintura del árbol histórico de los agustinos, son algunos de los vestigios ideales para cerrar una travesía repleta de arte, religión y simbolismo por Morelos.
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Su contigüidad con la Ciudad de México ha convertido a Morelos en uno de los estados más explorados por los capitalinos. Se trata de un lugar con una herencia fascinante, como la historia detrás de sus vestigios arquitectónicos que se puede apreciar en la ruta de los conventos de Morelos.
Entre las muchas actividades que puede incluir un itinerario por el estado, esta ruta es un recorrido por algunos de los templos católicos más importantes del país. El Convento Franciscano de Nuestra Señora de la Asunción —actualmente, la Catedral de Cuernavaca— es el punto de inicio; a 400 años de su edificación, aún conserva algunos pasajes de esa religión plasmados en murales artísticos. Entre ellos, la historia del primer mártir novohispano, Felipe de Jesús, quien intentó llevar la evangelización a Japón. Para continuar, el místico Tepoztlán resguarda el Convento de Nuestra Señora de la Natividad. Construido por indígenas tepoztecos bajo la dirección de monjes dominicos en la segunda mitad del siglo XVI, es uno de los monasterios más distinguidos del recorrido. La decoración de sus bóvedas incorpora elementos tallados en piedra con mortero de cal, arena y aglutinantes vegetales. En 1994 fue declarado Patrimonio de la Humanidad y restaurado para servir como Centro de Documentación Histórica de la localidad.
Después de explorar el contenido del museo, la biblioteca y la librería, resulta apremiante descansar en un refugio perfecto. Amomoxtli, una antigua quinta familiar convertida en hotel, es un complejo protagonista en Tepoztlán. Con atardeceres magníficos y postales memorables del majestuoso Tepozteco, descubrir cada amenidad y recoveco hacen que este hotel sea una pausa obligada en la ruta de los conventos morelenses.
Su propuesta culinaria honra la cocina regional. En su restaurante, Mesa de Origen, recuperan los ingredientes endémicos de Morelos y agregan elementos de cocinas internacionales como las pizzas al horno y la coctelería, lo que le permite perfilarse como una de las mejores opciones gastronómicas en la zona. Cada habitación es un canto al paisaje local, y sus jardines privados, ríos que acotan el perímetro del hotel y ventanales que apuntan a la Sierra Tepozteca aseguran una estancia armónica y reparadora.
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Con un nuevo amanecer delante, llega el momento de continuar en el camino. A unos cuantos kilómetros en Oaxtepec, ubicado en el municipio de Yautepec, se erige el Convento de Santo Domingo de Guzmán, la primera edificación levantada por los dominicos en México que, impresionantemente, conserva el detalle en cada una de sus pinturas al fresco. En medio de mucha vegetación y distintos manantiales, uno sigue por la pista que conduce a Tlayacapan, un municipio que es hogar del Convento Agustino de San Juan Bautista. El recinto conjuga una herencia arquitectónica gótica con rasgos renacentistas, y es una estructura muy oportuna para instaurar un museo de arte sacro en el que se pueden observar momias del siglo XVI. Después, en el municipio de Totolapan, el Convento San Guillermo preserva la famosa figura del Cristo Aparecido que, se cuenta, fue robado por el pueblo de Iztapalapa, pero cada mañana aparecía de nuevo en Totolapan.
Hacia el noreste de Morelos, el Convento de San Mateo en Atlatlahucan es uno de los mejores conservados en la ruta. También es sede de la “fiesta de las negras”, en la que los hombres del pueblo se visten de mujeres y bailan con muñecas que simbolizan la fertilidad. Continuando por el Este en Tetela del Volcán, el Convento de San Juan Bautista es Patrimonio Mundial y es reconocido por fungir como cuartel para los soldados en la época de la Revolución.
Tras un recorrido enriquecedor por la historia detrás de cada una de las edificaciones, volver a Tepoztlán para un tiempo de reposo es indispensable. Inspirado en la medicina ancestral, el spa de Amomoxtli conjunta tradiciones prehispánicas, como el temazcal, las limpias y otras terapias energéticas, con avances contemporáneos como las cabinas de exfoliación corporal. El ritual desintoxicante copalli, que se hace con romero y toronjil, o el baño sagrado de Mayahuel, una terapia de belleza que conlleva un tibio baño con pulque, son algunos de los tratamientos más emblemáticos del hotel. Y, antes de partir, hay que despedirse con un baño de sol a la orilla de la piscina cobijada por el Tepozteco.
El paseo quedaría incompleto si no se visita el Convento de la Inmaculada Concepción en Zacualpan de Amilpas. Los detalles en barro, así como su claustro y sus pintorescos muros, en los que se puede admirar en pintura del árbol histórico de los agustinos, son algunos de los vestigios ideales para cerrar una travesía repleta de arte, religión y simbolismo por Morelos.
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Su contigüidad con la Ciudad de México ha convertido a Morelos en uno de los estados más explorados por los capitalinos. Se trata de un lugar con una herencia fascinante, como la historia detrás de sus vestigios arquitectónicos que se puede apreciar en la ruta de los conventos de Morelos.
Entre las muchas actividades que puede incluir un itinerario por el estado, esta ruta es un recorrido por algunos de los templos católicos más importantes del país. El Convento Franciscano de Nuestra Señora de la Asunción —actualmente, la Catedral de Cuernavaca— es el punto de inicio; a 400 años de su edificación, aún conserva algunos pasajes de esa religión plasmados en murales artísticos. Entre ellos, la historia del primer mártir novohispano, Felipe de Jesús, quien intentó llevar la evangelización a Japón. Para continuar, el místico Tepoztlán resguarda el Convento de Nuestra Señora de la Natividad. Construido por indígenas tepoztecos bajo la dirección de monjes dominicos en la segunda mitad del siglo XVI, es uno de los monasterios más distinguidos del recorrido. La decoración de sus bóvedas incorpora elementos tallados en piedra con mortero de cal, arena y aglutinantes vegetales. En 1994 fue declarado Patrimonio de la Humanidad y restaurado para servir como Centro de Documentación Histórica de la localidad.
Después de explorar el contenido del museo, la biblioteca y la librería, resulta apremiante descansar en un refugio perfecto. Amomoxtli, una antigua quinta familiar convertida en hotel, es un complejo protagonista en Tepoztlán. Con atardeceres magníficos y postales memorables del majestuoso Tepozteco, descubrir cada amenidad y recoveco hacen que este hotel sea una pausa obligada en la ruta de los conventos morelenses.
Su propuesta culinaria honra la cocina regional. En su restaurante, Mesa de Origen, recuperan los ingredientes endémicos de Morelos y agregan elementos de cocinas internacionales como las pizzas al horno y la coctelería, lo que le permite perfilarse como una de las mejores opciones gastronómicas en la zona. Cada habitación es un canto al paisaje local, y sus jardines privados, ríos que acotan el perímetro del hotel y ventanales que apuntan a la Sierra Tepozteca aseguran una estancia armónica y reparadora.
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Con un nuevo amanecer delante, llega el momento de continuar en el camino. A unos cuantos kilómetros en Oaxtepec, ubicado en el municipio de Yautepec, se erige el Convento de Santo Domingo de Guzmán, la primera edificación levantada por los dominicos en México que, impresionantemente, conserva el detalle en cada una de sus pinturas al fresco. En medio de mucha vegetación y distintos manantiales, uno sigue por la pista que conduce a Tlayacapan, un municipio que es hogar del Convento Agustino de San Juan Bautista. El recinto conjuga una herencia arquitectónica gótica con rasgos renacentistas, y es una estructura muy oportuna para instaurar un museo de arte sacro en el que se pueden observar momias del siglo XVI. Después, en el municipio de Totolapan, el Convento San Guillermo preserva la famosa figura del Cristo Aparecido que, se cuenta, fue robado por el pueblo de Iztapalapa, pero cada mañana aparecía de nuevo en Totolapan.
Hacia el noreste de Morelos, el Convento de San Mateo en Atlatlahucan es uno de los mejores conservados en la ruta. También es sede de la “fiesta de las negras”, en la que los hombres del pueblo se visten de mujeres y bailan con muñecas que simbolizan la fertilidad. Continuando por el Este en Tetela del Volcán, el Convento de San Juan Bautista es Patrimonio Mundial y es reconocido por fungir como cuartel para los soldados en la época de la Revolución.
Tras un recorrido enriquecedor por la historia detrás de cada una de las edificaciones, volver a Tepoztlán para un tiempo de reposo es indispensable. Inspirado en la medicina ancestral, el spa de Amomoxtli conjunta tradiciones prehispánicas, como el temazcal, las limpias y otras terapias energéticas, con avances contemporáneos como las cabinas de exfoliación corporal. El ritual desintoxicante copalli, que se hace con romero y toronjil, o el baño sagrado de Mayahuel, una terapia de belleza que conlleva un tibio baño con pulque, son algunos de los tratamientos más emblemáticos del hotel. Y, antes de partir, hay que despedirse con un baño de sol a la orilla de la piscina cobijada por el Tepozteco.
El paseo quedaría incompleto si no se visita el Convento de la Inmaculada Concepción en Zacualpan de Amilpas. Los detalles en barro, así como su claustro y sus pintorescos muros, en los que se puede admirar en pintura del árbol histórico de los agustinos, son algunos de los vestigios ideales para cerrar una travesía repleta de arte, religión y simbolismo por Morelos.
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Entre las muchas actividades que puede incluir un itinerario por el estado, esta ruta es un recorrido por algunos de los templos católicos más importantes del país. El Convento Franciscano de Nuestra Señora de la Asunción —actualmente, la Catedral de Cuernavaca— es el punto de inicio; a 400 años de su edificación, aún conserva algunos pasajes de esa religión plasmados en murales artísticos. Entre ellos, la historia del primer mártir novohispano, Felipe de Jesús, quien intentó llevar la evangelización a Japón. Para continuar, el místico Tepoztlán resguarda el Convento de Nuestra Señora de la Natividad. Construido por indígenas tepoztecos bajo la dirección de monjes dominicos en la segunda mitad del siglo XVI, es uno de los monasterios más distinguidos del recorrido. La decoración de sus bóvedas incorpora elementos tallados en piedra con mortero de cal, arena y aglutinantes vegetales. En 1994 fue declarado Patrimonio de la Humanidad y restaurado para servir como Centro de Documentación Histórica de la localidad.
Después de explorar el contenido del museo, la biblioteca y la librería, resulta apremiante descansar en un refugio perfecto. Amomoxtli, una antigua quinta familiar convertida en hotel, es un complejo protagonista en Tepoztlán. Con atardeceres magníficos y postales memorables del majestuoso Tepozteco, descubrir cada amenidad y recoveco hacen que este hotel sea una pausa obligada en la ruta de los conventos morelenses.
Su propuesta culinaria honra la cocina regional. En su restaurante, Mesa de Origen, recuperan los ingredientes endémicos de Morelos y agregan elementos de cocinas internacionales como las pizzas al horno y la coctelería, lo que le permite perfilarse como una de las mejores opciones gastronómicas en la zona. Cada habitación es un canto al paisaje local, y sus jardines privados, ríos que acotan el perímetro del hotel y ventanales que apuntan a la Sierra Tepozteca aseguran una estancia armónica y reparadora.
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Hacia el noreste de Morelos, el Convento de San Mateo en Atlatlahucan es uno de los mejores conservados en la ruta. También es sede de la “fiesta de las negras”, en la que los hombres del pueblo se visten de mujeres y bailan con muñecas que simbolizan la fertilidad. Continuando por el Este en Tetela del Volcán, el Convento de San Juan Bautista es Patrimonio Mundial y es reconocido por fungir como cuartel para los soldados en la época de la Revolución.
Tras un recorrido enriquecedor por la historia detrás de cada una de las edificaciones, volver a Tepoztlán para un tiempo de reposo es indispensable. Inspirado en la medicina ancestral, el spa de Amomoxtli conjunta tradiciones prehispánicas, como el temazcal, las limpias y otras terapias energéticas, con avances contemporáneos como las cabinas de exfoliación corporal. El ritual desintoxicante copalli, que se hace con romero y toronjil, o el baño sagrado de Mayahuel, una terapia de belleza que conlleva un tibio baño con pulque, son algunos de los tratamientos más emblemáticos del hotel. Y, antes de partir, hay que despedirse con un baño de sol a la orilla de la piscina cobijada por el Tepozteco.
El paseo quedaría incompleto si no se visita el Convento de la Inmaculada Concepción en Zacualpan de Amilpas. Los detalles en barro, así como su claustro y sus pintorescos muros, en los que se puede admirar en pintura del árbol histórico de los agustinos, son algunos de los vestigios ideales para cerrar una travesía repleta de arte, religión y simbolismo por Morelos.
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Su contigüidad con la Ciudad de México ha convertido a Morelos en uno de los estados más explorados por los capitalinos. Se trata de un lugar con una herencia fascinante, como la historia detrás de sus vestigios arquitectónicos que se puede apreciar en la ruta de los conventos de Morelos.
Entre las muchas actividades que puede incluir un itinerario por el estado, esta ruta es un recorrido por algunos de los templos católicos más importantes del país. El Convento Franciscano de Nuestra Señora de la Asunción —actualmente, la Catedral de Cuernavaca— es el punto de inicio; a 400 años de su edificación, aún conserva algunos pasajes de esa religión plasmados en murales artísticos. Entre ellos, la historia del primer mártir novohispano, Felipe de Jesús, quien intentó llevar la evangelización a Japón. Para continuar, el místico Tepoztlán resguarda el Convento de Nuestra Señora de la Natividad. Construido por indígenas tepoztecos bajo la dirección de monjes dominicos en la segunda mitad del siglo XVI, es uno de los monasterios más distinguidos del recorrido. La decoración de sus bóvedas incorpora elementos tallados en piedra con mortero de cal, arena y aglutinantes vegetales. En 1994 fue declarado Patrimonio de la Humanidad y restaurado para servir como Centro de Documentación Histórica de la localidad.
Después de explorar el contenido del museo, la biblioteca y la librería, resulta apremiante descansar en un refugio perfecto. Amomoxtli, una antigua quinta familiar convertida en hotel, es un complejo protagonista en Tepoztlán. Con atardeceres magníficos y postales memorables del majestuoso Tepozteco, descubrir cada amenidad y recoveco hacen que este hotel sea una pausa obligada en la ruta de los conventos morelenses.
Su propuesta culinaria honra la cocina regional. En su restaurante, Mesa de Origen, recuperan los ingredientes endémicos de Morelos y agregan elementos de cocinas internacionales como las pizzas al horno y la coctelería, lo que le permite perfilarse como una de las mejores opciones gastronómicas en la zona. Cada habitación es un canto al paisaje local, y sus jardines privados, ríos que acotan el perímetro del hotel y ventanales que apuntan a la Sierra Tepozteca aseguran una estancia armónica y reparadora.
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Con un nuevo amanecer delante, llega el momento de continuar en el camino. A unos cuantos kilómetros en Oaxtepec, ubicado en el municipio de Yautepec, se erige el Convento de Santo Domingo de Guzmán, la primera edificación levantada por los dominicos en México que, impresionantemente, conserva el detalle en cada una de sus pinturas al fresco. En medio de mucha vegetación y distintos manantiales, uno sigue por la pista que conduce a Tlayacapan, un municipio que es hogar del Convento Agustino de San Juan Bautista. El recinto conjuga una herencia arquitectónica gótica con rasgos renacentistas, y es una estructura muy oportuna para instaurar un museo de arte sacro en el que se pueden observar momias del siglo XVI. Después, en el municipio de Totolapan, el Convento San Guillermo preserva la famosa figura del Cristo Aparecido que, se cuenta, fue robado por el pueblo de Iztapalapa, pero cada mañana aparecía de nuevo en Totolapan.
Hacia el noreste de Morelos, el Convento de San Mateo en Atlatlahucan es uno de los mejores conservados en la ruta. También es sede de la “fiesta de las negras”, en la que los hombres del pueblo se visten de mujeres y bailan con muñecas que simbolizan la fertilidad. Continuando por el Este en Tetela del Volcán, el Convento de San Juan Bautista es Patrimonio Mundial y es reconocido por fungir como cuartel para los soldados en la época de la Revolución.
Tras un recorrido enriquecedor por la historia detrás de cada una de las edificaciones, volver a Tepoztlán para un tiempo de reposo es indispensable. Inspirado en la medicina ancestral, el spa de Amomoxtli conjunta tradiciones prehispánicas, como el temazcal, las limpias y otras terapias energéticas, con avances contemporáneos como las cabinas de exfoliación corporal. El ritual desintoxicante copalli, que se hace con romero y toronjil, o el baño sagrado de Mayahuel, una terapia de belleza que conlleva un tibio baño con pulque, son algunos de los tratamientos más emblemáticos del hotel. Y, antes de partir, hay que despedirse con un baño de sol a la orilla de la piscina cobijada por el Tepozteco.
El paseo quedaría incompleto si no se visita el Convento de la Inmaculada Concepción en Zacualpan de Amilpas. Los detalles en barro, así como su claustro y sus pintorescos muros, en los que se puede admirar en pintura del árbol histórico de los agustinos, son algunos de los vestigios ideales para cerrar una travesía repleta de arte, religión y simbolismo por Morelos.
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Su contigüidad con la Ciudad de México ha convertido a Morelos en uno de los estados más explorados por los capitalinos. Se trata de un lugar con una herencia fascinante, como la historia detrás de sus vestigios arquitectónicos que se puede apreciar en la ruta de los conventos de Morelos.
Entre las muchas actividades que puede incluir un itinerario por el estado, esta ruta es un recorrido por algunos de los templos católicos más importantes del país. El Convento Franciscano de Nuestra Señora de la Asunción —actualmente, la Catedral de Cuernavaca— es el punto de inicio; a 400 años de su edificación, aún conserva algunos pasajes de esa religión plasmados en murales artísticos. Entre ellos, la historia del primer mártir novohispano, Felipe de Jesús, quien intentó llevar la evangelización a Japón. Para continuar, el místico Tepoztlán resguarda el Convento de Nuestra Señora de la Natividad. Construido por indígenas tepoztecos bajo la dirección de monjes dominicos en la segunda mitad del siglo XVI, es uno de los monasterios más distinguidos del recorrido. La decoración de sus bóvedas incorpora elementos tallados en piedra con mortero de cal, arena y aglutinantes vegetales. En 1994 fue declarado Patrimonio de la Humanidad y restaurado para servir como Centro de Documentación Histórica de la localidad.
Después de explorar el contenido del museo, la biblioteca y la librería, resulta apremiante descansar en un refugio perfecto. Amomoxtli, una antigua quinta familiar convertida en hotel, es un complejo protagonista en Tepoztlán. Con atardeceres magníficos y postales memorables del majestuoso Tepozteco, descubrir cada amenidad y recoveco hacen que este hotel sea una pausa obligada en la ruta de los conventos morelenses.
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Con un nuevo amanecer delante, llega el momento de continuar en el camino. A unos cuantos kilómetros en Oaxtepec, ubicado en el municipio de Yautepec, se erige el Convento de Santo Domingo de Guzmán, la primera edificación levantada por los dominicos en México que, impresionantemente, conserva el detalle en cada una de sus pinturas al fresco. En medio de mucha vegetación y distintos manantiales, uno sigue por la pista que conduce a Tlayacapan, un municipio que es hogar del Convento Agustino de San Juan Bautista. El recinto conjuga una herencia arquitectónica gótica con rasgos renacentistas, y es una estructura muy oportuna para instaurar un museo de arte sacro en el que se pueden observar momias del siglo XVI. Después, en el municipio de Totolapan, el Convento San Guillermo preserva la famosa figura del Cristo Aparecido que, se cuenta, fue robado por el pueblo de Iztapalapa, pero cada mañana aparecía de nuevo en Totolapan.
Hacia el noreste de Morelos, el Convento de San Mateo en Atlatlahucan es uno de los mejores conservados en la ruta. También es sede de la “fiesta de las negras”, en la que los hombres del pueblo se visten de mujeres y bailan con muñecas que simbolizan la fertilidad. Continuando por el Este en Tetela del Volcán, el Convento de San Juan Bautista es Patrimonio Mundial y es reconocido por fungir como cuartel para los soldados en la época de la Revolución.
Tras un recorrido enriquecedor por la historia detrás de cada una de las edificaciones, volver a Tepoztlán para un tiempo de reposo es indispensable. Inspirado en la medicina ancestral, el spa de Amomoxtli conjunta tradiciones prehispánicas, como el temazcal, las limpias y otras terapias energéticas, con avances contemporáneos como las cabinas de exfoliación corporal. El ritual desintoxicante copalli, que se hace con romero y toronjil, o el baño sagrado de Mayahuel, una terapia de belleza que conlleva un tibio baño con pulque, son algunos de los tratamientos más emblemáticos del hotel. Y, antes de partir, hay que despedirse con un baño de sol a la orilla de la piscina cobijada por el Tepozteco.
El paseo quedaría incompleto si no se visita el Convento de la Inmaculada Concepción en Zacualpan de Amilpas. Los detalles en barro, así como su claustro y sus pintorescos muros, en los que se puede admirar en pintura del árbol histórico de los agustinos, son algunos de los vestigios ideales para cerrar una travesía repleta de arte, religión y simbolismo por Morelos.
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