Antonio Barrera Tyszka se concibe, ante todo, como un poeta en un país cuya única utopía es dejar de ser país. Así lo cuenta, a manera de confesión, mientras charla sobre su nueva novela Mujeres que matan, que editó Literatura Random House a finales del año pasado. Sentado en un café de la Roma, en la Ciudad de México, esta entrevista sucede al tiempo en que la situación de su país, Venezuela, se vuelve crítica y Nicolás Maduro esquiva la presión que hay para que abandone el poder. “Siempre he sido crítico del chavismo, un proyecto militar que decidió que ya no habría elecciones libres porque era ir en contra de lo que concebían como ‘el bien común’. Se ha vuelto un proceso muy complejo. Maduro adoptó al chavismo como una especie de secta, cuyo dogma es el antiimperialismo, donde la alternancia es vista como pecado o traición. Hoy en día la oposición está despojada de cualquier legitimidad”, dice. [caption id="attachment_231370" align="aligncenter" width="620"]

Mujeres que matan de Alberto Barrera Tyszka[/caption]Nacido en Caracas en 1960, Barrera Tyszka es un aficionado a la poesía de Gorostiza, Rafael Cadenas y Lezama Lima. Cree que este género devuelve siempre al lector a la musicalidad de las palabras. Desde hace más de 10 años vive en México. Ha sido guionista de teleseries (quizás Nada personal es uno de sus títulos más sonados), narrador, novelista, ensayista. En la década de los ochenta formó parte de los legendarios grupos poéticos Güairé y Tráfico, que renovaron la forma de hacer poesía en Venezuela. En 2006, con su novela La enfermedad ganó el Premio Herralde de Novela, y en 2015, el Tusquets por Patria o muerte, que versa sobre la batalla contra el cáncer del polémico Hugo Chávez. Sobre este último personaje, Barrera Tyszka y la periodista Cristina Marcano escribieron una de las más leídas y veraces biografías que se han hecho sobre el dictador: Hugo Chávez sin uniforme: una historia personal.Su reciente Mujeres que matan se ubica en una ciudad sin nombre en manos de un “Alto Mando” (un poder fáctico que por momentos nos recuerda al Gran Hermano de George Orwell) que lo controla todo y reprime cualquier crítica o intento de cambiar la situación de hambre, carencia y violencia que se vive. En este panorama, un grupo de seis mujeres encuentra una válvula de escape en un club de lectura, donde un libro de autoayuda que están leyendo se convierte en el detonador para que una de ellas, humillada, termine asesinando a su amante. Éste sería el primer crimen de muchos.

“En Caracas, durante la dictadura, recuerdo con asombro cómo se empezaron a formar muchos círculos de lectura, que servían como espacios de oxígeno o como oasis, ante una realidad inhóspita, difícil, de represión. Muchos de ellos eran de mujeres que se reunían a leer y discutir libros para protegerse de la realidad que se vivía. De ese recuerdo me inspiré para hacer esta historia”, dice el autor sobre la trama, acompañado de un expreso.La impunidad y represión que lleva a cabo el Alto Mando es el pretexto que el autor utiliza para ahondar también sobre el universo femenino, y lo hace con una sensibilidad inigualable: “Escribir para mí es una forma de ordenar el caos. Quise hablar de lo femenino a través de un grupo de mujeres desesperadas, deprimidas, marginadas que, de pronto, leen un libro de autoayuda que les cambia la vida. A través de ello, quise también profundizar en cómo, en esos ‘recetarios’, ellas, que han perdido hijos por una dictadura que no entienden, pueden adquirir una nueva dimensión”.Se trata de una novela que aborda ideas acerca de que los libros pueden ser detonantes de la locura, la venganza o la justicia. Para Barrera Tyszka fue una manera de hablar de su país, la impunidad, la injusticia, el machismo, y de la relación del ser humano con el verbo matar. “En realidad, la inquietante pregunta que recorre estas páginas es si toda mujer, en nuestras sociedades impunes y machistas, esconde un deseo latente de venganza: todas tiene un crimen pendiente, y son distintas en todo. Incluso a la hora de morir o matar”, concluye el autor.