Sor Juana: cinco libros para redescubrir a la Décima Musa

Sor Juana: cinco libros para redescubrir a la Décima Musa

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Tiempo de Lectura: 00 min

Por casi cuatro siglos, como todo mito, sor Juana Inés de la Cruz se ha transformado y reinventado. Hoy es motivo de reflexiones dentro del feminismo, la teología, la filosofía, el teatro, la poesía. Pero su pluma, una de las más valiosas de la literatura novohispana, se enfrenta a un fenómeno común entre los grandes escritores: sabemos mucho más de ella como personaje de lo que realmente hemos leído de su obra.

Texto de
Fotografía de
Realización de
Ilustración de
Traducción de

Aunque el momento exacto de su nacimiento continúa siendo motivo de debate, el 12 de noviembre de 1648 es reconocido como la fecha oficial del nacimiento de la Décima Musa, ocurrido en San Miguel Nepantla, Nueva España, que actualmente se ubica en el Estado de México, en el municipio de Tepetlixpa.

Juana Inés de Asbaje y Ramírez de Santillana nació en la ilegitimidad puesto que sus padres jamás estuvieron unidos en matrimonio. Siendo la segunda de seis hijos que su madre procreó con dos hombres distintos, Juana Inés fue criada en la hacienda de maíz y trigo de su abuelo materno, donde su afinidad con la cultura no tardó en germinar, según cuentan sus propias palabras: “desde que me rayó la primera luz de la razón”. Con apenas tres años de edad, aprendió a leer y escribir gracias a que asistía, a escondidas de su madre, a las clases que le eran impartidas a su hermana mayor, además de que desde entonces tuvo acceso a la biblioteca personal de su abuelo donde pasó sus primeros años leyendo clásicos griegos y romanos. Aún siendo una niña, gracias al contacto que tenía con las personas esclavizadas dentro de las tierras de su familia, aprendió a hablar náhuatl, lengua en la que años más tarde escribiría un algunos de sus trabajos literarios.

Su avidez intelectual provocó que, desde temprana edad, fuera reconocida en distinguidos círculos intelectuales dentro de la corte virreinal de Antonio Sebastián de Toledo. Aunque no existe gran nitidez de los años de adolescencia de la escritora, se sabe que es en este momento cuando aprende latín y continúa forjando su conocimiento al participar en grandes tertulias concurridas por filósofos, teólogos y matemáticos, entre muchos otros intelectuales de la Colonia.

Su deseo por seguir aprendiendo la llevó a unirse a una orden religiosa, pues era la única manera de librarse del matrimonio y tener acceso al conocimiento ya que la asistencia de mujeres a la universidad estaba prohibida.

El renombre de sor Juana Inés de la Cruz continuó adquiriendo peso entre los círculos sociales de la Nueva España gracias a sus logros intelectuales como convertirse en la primera mujer de América en publicar su obra en Europa. Para el momento de su muerte en la Ciudad de México, el 17 de abril de 1695, supuestamente a causa de tifus, sor Juana ya era un mito que ni siquiera la propia escritora lograba reconocer:

“No soy yo la que pensáis, / si no es que ya me habéis dado/ otro aliento en vuestras plumas / y otro ser en vuestros labios”, escribió sobre sí misma en el poema “Las inimitables plumas”.

Por casi cuatro siglos, sor Juana Inés de la Cruz, como todo mito, se ha transformado y reinventado. Más que un libro, era “una especie de biblioteca andante que igual se interesa por la música que por Egipto; por la contaduría, las matemáticas o la arqueología”, la define el poeta e investigador mexicano Jorge Gutiérrez Reyna. “Como personaje se vuelve una especie de depositario de las inquietudes de cada momento histórico que la descifra”. Es por esto que, a pesar del paso de los años, su obra continúa siendo imprescindible. “Personajes como ella echan a andar los engranajes de una sociedad y hacen que la sociedad que los alberga se cuestione sus principios más elementales”, añade el investigador.

En el presente, sor Juana es discutida dentro del campo del feminismo, la teología, la filosofía, el teatro, la poesía; en un panorama en el que la especialización se vuelve apremiante, Gutiérrez Reyna considera que acercarse a la obra de sor Juana puede darnos otra visión de la realidad y “oxigenar la práctica académica que se ha concentrado en especializaciones”. Su pluma, una de las más valiosas de la literatura novohispana, se enfrenta a un fenómeno común entre los grandes escritores: “es mucho más lo que sabemos de ella como personaje, que lo que realmente leemos de su obra”, explica Jorge Gutiérrez. Es decir, más allá de conocer la existencia de sor Juana como símbolo nacional mexicano y referencia de la literatura barroca, son pocas las personas que realmente han leído la extensa bibliografía de la sor Juana. Por eso, Gatopardo seleccionó cinco recomendaciones editoriales para emprender una lectura que redescubra la obra sorjuanista.

Obras completas de sor Juana Inés de la Cruz

Editados por el Fondo de Cultura Económica, es una publicación imprescindible para aquellos que deseen adentrarse en la obra de la escritora barroca. Editado y comentado por el escritor mexicano Antonio Alatorre, en el primer tomo se pueden encontrar líricas personales de corte poético, romántico y filosófico que la monja escribió por iniciativa propia y por encargo, en formato de endechas, redondillas, décimas, sonetos, liras; a partir del segundo tomo, editado y prologado por Alfonso Méndez Plancarte, se encuentran compilados sus villancicos y letras sacras que muestran el extenso recorrido de la autora por los pasajes de la poesía religiosa; en el tercero: loas y autos sacramentales (obra de teatro religiosas); y finalmente, el cuarto tomo que recoge dos de sus comedia más celebradas, “Los empeños de una casa” y “Amor es más laberinto'', además de sainetes y prosa en la que se ve reflejado el vasto mundo intelectual que dominaba la autora.

Ingenio y feminidad: nuevos enfoques en la estética de sor Juana Inés de la Cruz

Sor Juana Inés de la Cruz fue consciente que, en un contexto histórico en el que el conocimiento era privativo de los hombres, su condición de mujer la mantendría amurallada de sus más altas ambiciones que era el intelecto, el conocimiento y el ejercicio de las letras. Esta conciencia la llevó a escribir célebres textos como “Hombres necios que acusáis”, poema que hasta la actualidad tiene una fuerte incidencia en los estudios de género. En 2015 fue celebrado en Berlín, Alemania el Congreso Internacional “Ingenio y feminidad. Nuevos enfoques en la estética de sor Juana Inés de la Cruz”, evento del que surgió este libro homónimo, editado por la catedrática de la Universidad Libre de Berlín, Barbara Ventarola, y publicado por Iberoamericana-Vervuerte en 2017. En esta publicación distintas autoras ensayan a partir de la obra sorjuanista sobre la exclusión sistemática del sexo femenino y del concepto de genialidad, tienen el fin de analizar la relación entre ingenio y feminidad, diseccionar los procedimientos literarios, declaraciones temáticas y la conciencia crítica de sor Juana, así como un breve recorrido cronológico de su obra. “Hablar de una sor Juana feminista sería un absoluto anacronismo, pero eso no nos impide pensar en una sor Juana que hizo todo lo que estaba en sus manos y luchó por toda una vida para defender su derecho al conocimiento, al ejercicio de la razón y al cultivo de su escritura”, explica Jorge Gutiérrez Reyna. “Aunque no fue feminista, sí es un personaje extraordinario al pensarla como una defensora y pionera de los derechos de la mujer”, añade.

Antología poética de Juana Inés de la Cruz 

La poesía es en la obra de Juana Inés uno de los paradigmas que demuestran su gran capacidad para el manejo de la palabra poética y para la construcción de metáforas. Una de las mayores fuentes de inspiración de Juana Inés para la creación de poemas fue María Luisa Manrique de Lara y Gonzaga, conocida como la Condesa de Paredes, quien fue mecenas de la escritora. A través de los años, el estudio de la mancuerna conformada por estas dos mujeres se reduce a la llana especulación de una relación lésbica. Sin embargo, “decir que María Luisa y sor Juana tenían una relación lésbico-erótica es lo menos que podemos decir de ellas”, asegura Gutiérrez Reyna. “María Luisa fue la musa de la Décima Musa, inspiró grandes poemas”. En el libro Antología poética de Juana Inés de la Cruz, (Akal, 2019), Ariadna G. García, escritora y crítica literaria española, hace una curaduría y comenta algunas de estas creaciones que también se diversificaron en temáticas sacras y profanas. Al pensar en la incidencia que María Luisa tuvo en la obra de sor Juana, Gutiérrez Reyna hace hincapié en que “antes que pensar en la relación amorosa tenemos que pensar en una gran complicidad intelectual entre dos mujeres del siglo XVII. Son una especie de mancuerna intelectual como Borges y Adolfo Bioy Casares, como T. S. Eliot y Ezra Pound, como Rulfo y Arreola. Estamos hablando de dos aliadas de lo intelectual y lo literario: una editora y su escritora, una mecenas y su artista”.

Ecos de mi pluma: Antología en prosa y verso 

“La relectura que hizo Octavio Paz de sor Juana Inés de la Cruz, la que hizo Alfonso Méndez Plancarte, la de Amado Nervo a principios del siglo veinte o la Xavier Villaurrutia, son muy importantes. Entre todas se acumulan y contribuyen a construir el personaje que hoy tenemos enfrente”, dice Jorge Gutiérrez Reyna, “pero nos toca proponer una relectura que esté a la altura de nuestro presente, de una sor Juana del siglo veintiuno”. Para esto, el poeta propone el libro Ecos de mi pluma (Penguin Clásicos, 2018), en el que la investigadora especialista en poesía barroca, Martha Lilia Tenorio plantea una representativa compilación de prosa y verso, que comenta con agudeza desde la concepción de sor Juana como una mujer religiosa, erudita y defensora de la capacidad intelectual de las mujeres, al mismo tiempo que con sencillez permite a cualquier lector acercarse a la obra de sor Juana. Además, incorpora la Carta de Monterrey a su confesor, el padre Antonio Núñez de Miranda, y la Respuesta a sor Filotea, dirigida al obispo de Puebla, Manuel Fernández de la Santa Cruz, textos destacados en la bibliografía de la autora novohispana, pero que, de acuerdo con Tenorio, como muchos otros textos, no sólo deben gozar de fama, sino ser realmente leídos.

El discurso de la espiritualidad dirigida: Antonio Núñez de Miranda, confesor de Sor Juana

El investigador Jorge Gutiérrez Reyna dice que “es muy fácil pensar que en el siglo XVII, sor Juana estaba rodeada de pura gente retrógrada y absolutamente obstruida y misógina”, sin embargo, remarca que tuvo tanto adversarios como aliados a lo largo de toda su vida, “grandes protectores gracias a los cuales hoy se habla de ella”. Tal fue el caso de la Condesa de Paredes. Dentro de los personajes opositores, el más notorio fue Antonio Núñez de Miranda, su padre espiritual, que fue quien al enterarse de que la joven erudita no deseaba contraer matrimonio, le propuso entrar en una orden religiosa, pero que con el paso del tiempo, cuando la escritora cobró mayor relevancia, según escribió el investigador Antonio Alatorre en la Nueva Revista de Filología Hispánica, el confesor comenzó a mirar con malos ojos que su hija espiritual escribiera y que se dedicara al estudio, sobre todo de temas mundanos.

A pesar de que esta investigación realizada en 2001, por María Dolores Bravo Arriaga, académica de Universidad Nacional Autónoma de México, y editada por Alicante, está enfocado en la obra literaria de Núñez de Miranda, resulta un texto nodal para el estudio de las letras, el arte y la cultura virreinal en la Nueva España, contexto en el que sor Juana desarrolló su obra, y para la comprensión del papel que el jesuita desempeñó como confesor y guía espiritual de la monja.

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Por casi cuatro siglos, como todo mito, sor Juana Inés de la Cruz se ha transformado y reinventado. Hoy es motivo de reflexiones dentro del feminismo, la teología, la filosofía, el teatro, la poesía. Pero su pluma, una de las más valiosas de la literatura novohispana, se enfrenta a un fenómeno común entre los grandes escritores: sabemos mucho más de ella como personaje de lo que realmente hemos leído de su obra.

Aunque el momento exacto de su nacimiento continúa siendo motivo de debate, el 12 de noviembre de 1648 es reconocido como la fecha oficial del nacimiento de la Décima Musa, ocurrido en San Miguel Nepantla, Nueva España, que actualmente se ubica en el Estado de México, en el municipio de Tepetlixpa.

Juana Inés de Asbaje y Ramírez de Santillana nació en la ilegitimidad puesto que sus padres jamás estuvieron unidos en matrimonio. Siendo la segunda de seis hijos que su madre procreó con dos hombres distintos, Juana Inés fue criada en la hacienda de maíz y trigo de su abuelo materno, donde su afinidad con la cultura no tardó en germinar, según cuentan sus propias palabras: “desde que me rayó la primera luz de la razón”. Con apenas tres años de edad, aprendió a leer y escribir gracias a que asistía, a escondidas de su madre, a las clases que le eran impartidas a su hermana mayor, además de que desde entonces tuvo acceso a la biblioteca personal de su abuelo donde pasó sus primeros años leyendo clásicos griegos y romanos. Aún siendo una niña, gracias al contacto que tenía con las personas esclavizadas dentro de las tierras de su familia, aprendió a hablar náhuatl, lengua en la que años más tarde escribiría un algunos de sus trabajos literarios.

Su avidez intelectual provocó que, desde temprana edad, fuera reconocida en distinguidos círculos intelectuales dentro de la corte virreinal de Antonio Sebastián de Toledo. Aunque no existe gran nitidez de los años de adolescencia de la escritora, se sabe que es en este momento cuando aprende latín y continúa forjando su conocimiento al participar en grandes tertulias concurridas por filósofos, teólogos y matemáticos, entre muchos otros intelectuales de la Colonia.

Su deseo por seguir aprendiendo la llevó a unirse a una orden religiosa, pues era la única manera de librarse del matrimonio y tener acceso al conocimiento ya que la asistencia de mujeres a la universidad estaba prohibida.

El renombre de sor Juana Inés de la Cruz continuó adquiriendo peso entre los círculos sociales de la Nueva España gracias a sus logros intelectuales como convertirse en la primera mujer de América en publicar su obra en Europa. Para el momento de su muerte en la Ciudad de México, el 17 de abril de 1695, supuestamente a causa de tifus, sor Juana ya era un mito que ni siquiera la propia escritora lograba reconocer:

“No soy yo la que pensáis, / si no es que ya me habéis dado/ otro aliento en vuestras plumas / y otro ser en vuestros labios”, escribió sobre sí misma en el poema “Las inimitables plumas”.

Por casi cuatro siglos, sor Juana Inés de la Cruz, como todo mito, se ha transformado y reinventado. Más que un libro, era “una especie de biblioteca andante que igual se interesa por la música que por Egipto; por la contaduría, las matemáticas o la arqueología”, la define el poeta e investigador mexicano Jorge Gutiérrez Reyna. “Como personaje se vuelve una especie de depositario de las inquietudes de cada momento histórico que la descifra”. Es por esto que, a pesar del paso de los años, su obra continúa siendo imprescindible. “Personajes como ella echan a andar los engranajes de una sociedad y hacen que la sociedad que los alberga se cuestione sus principios más elementales”, añade el investigador.

En el presente, sor Juana es discutida dentro del campo del feminismo, la teología, la filosofía, el teatro, la poesía; en un panorama en el que la especialización se vuelve apremiante, Gutiérrez Reyna considera que acercarse a la obra de sor Juana puede darnos otra visión de la realidad y “oxigenar la práctica académica que se ha concentrado en especializaciones”. Su pluma, una de las más valiosas de la literatura novohispana, se enfrenta a un fenómeno común entre los grandes escritores: “es mucho más lo que sabemos de ella como personaje, que lo que realmente leemos de su obra”, explica Jorge Gutiérrez. Es decir, más allá de conocer la existencia de sor Juana como símbolo nacional mexicano y referencia de la literatura barroca, son pocas las personas que realmente han leído la extensa bibliografía de la sor Juana. Por eso, Gatopardo seleccionó cinco recomendaciones editoriales para emprender una lectura que redescubra la obra sorjuanista.

Obras completas de sor Juana Inés de la Cruz

Editados por el Fondo de Cultura Económica, es una publicación imprescindible para aquellos que deseen adentrarse en la obra de la escritora barroca. Editado y comentado por el escritor mexicano Antonio Alatorre, en el primer tomo se pueden encontrar líricas personales de corte poético, romántico y filosófico que la monja escribió por iniciativa propia y por encargo, en formato de endechas, redondillas, décimas, sonetos, liras; a partir del segundo tomo, editado y prologado por Alfonso Méndez Plancarte, se encuentran compilados sus villancicos y letras sacras que muestran el extenso recorrido de la autora por los pasajes de la poesía religiosa; en el tercero: loas y autos sacramentales (obra de teatro religiosas); y finalmente, el cuarto tomo que recoge dos de sus comedia más celebradas, “Los empeños de una casa” y “Amor es más laberinto'', además de sainetes y prosa en la que se ve reflejado el vasto mundo intelectual que dominaba la autora.

Ingenio y feminidad: nuevos enfoques en la estética de sor Juana Inés de la Cruz

Sor Juana Inés de la Cruz fue consciente que, en un contexto histórico en el que el conocimiento era privativo de los hombres, su condición de mujer la mantendría amurallada de sus más altas ambiciones que era el intelecto, el conocimiento y el ejercicio de las letras. Esta conciencia la llevó a escribir célebres textos como “Hombres necios que acusáis”, poema que hasta la actualidad tiene una fuerte incidencia en los estudios de género. En 2015 fue celebrado en Berlín, Alemania el Congreso Internacional “Ingenio y feminidad. Nuevos enfoques en la estética de sor Juana Inés de la Cruz”, evento del que surgió este libro homónimo, editado por la catedrática de la Universidad Libre de Berlín, Barbara Ventarola, y publicado por Iberoamericana-Vervuerte en 2017. En esta publicación distintas autoras ensayan a partir de la obra sorjuanista sobre la exclusión sistemática del sexo femenino y del concepto de genialidad, tienen el fin de analizar la relación entre ingenio y feminidad, diseccionar los procedimientos literarios, declaraciones temáticas y la conciencia crítica de sor Juana, así como un breve recorrido cronológico de su obra. “Hablar de una sor Juana feminista sería un absoluto anacronismo, pero eso no nos impide pensar en una sor Juana que hizo todo lo que estaba en sus manos y luchó por toda una vida para defender su derecho al conocimiento, al ejercicio de la razón y al cultivo de su escritura”, explica Jorge Gutiérrez Reyna. “Aunque no fue feminista, sí es un personaje extraordinario al pensarla como una defensora y pionera de los derechos de la mujer”, añade.

Antología poética de Juana Inés de la Cruz 

La poesía es en la obra de Juana Inés uno de los paradigmas que demuestran su gran capacidad para el manejo de la palabra poética y para la construcción de metáforas. Una de las mayores fuentes de inspiración de Juana Inés para la creación de poemas fue María Luisa Manrique de Lara y Gonzaga, conocida como la Condesa de Paredes, quien fue mecenas de la escritora. A través de los años, el estudio de la mancuerna conformada por estas dos mujeres se reduce a la llana especulación de una relación lésbica. Sin embargo, “decir que María Luisa y sor Juana tenían una relación lésbico-erótica es lo menos que podemos decir de ellas”, asegura Gutiérrez Reyna. “María Luisa fue la musa de la Décima Musa, inspiró grandes poemas”. En el libro Antología poética de Juana Inés de la Cruz, (Akal, 2019), Ariadna G. García, escritora y crítica literaria española, hace una curaduría y comenta algunas de estas creaciones que también se diversificaron en temáticas sacras y profanas. Al pensar en la incidencia que María Luisa tuvo en la obra de sor Juana, Gutiérrez Reyna hace hincapié en que “antes que pensar en la relación amorosa tenemos que pensar en una gran complicidad intelectual entre dos mujeres del siglo XVII. Son una especie de mancuerna intelectual como Borges y Adolfo Bioy Casares, como T. S. Eliot y Ezra Pound, como Rulfo y Arreola. Estamos hablando de dos aliadas de lo intelectual y lo literario: una editora y su escritora, una mecenas y su artista”.

Ecos de mi pluma: Antología en prosa y verso 

“La relectura que hizo Octavio Paz de sor Juana Inés de la Cruz, la que hizo Alfonso Méndez Plancarte, la de Amado Nervo a principios del siglo veinte o la Xavier Villaurrutia, son muy importantes. Entre todas se acumulan y contribuyen a construir el personaje que hoy tenemos enfrente”, dice Jorge Gutiérrez Reyna, “pero nos toca proponer una relectura que esté a la altura de nuestro presente, de una sor Juana del siglo veintiuno”. Para esto, el poeta propone el libro Ecos de mi pluma (Penguin Clásicos, 2018), en el que la investigadora especialista en poesía barroca, Martha Lilia Tenorio plantea una representativa compilación de prosa y verso, que comenta con agudeza desde la concepción de sor Juana como una mujer religiosa, erudita y defensora de la capacidad intelectual de las mujeres, al mismo tiempo que con sencillez permite a cualquier lector acercarse a la obra de sor Juana. Además, incorpora la Carta de Monterrey a su confesor, el padre Antonio Núñez de Miranda, y la Respuesta a sor Filotea, dirigida al obispo de Puebla, Manuel Fernández de la Santa Cruz, textos destacados en la bibliografía de la autora novohispana, pero que, de acuerdo con Tenorio, como muchos otros textos, no sólo deben gozar de fama, sino ser realmente leídos.

El discurso de la espiritualidad dirigida: Antonio Núñez de Miranda, confesor de Sor Juana

El investigador Jorge Gutiérrez Reyna dice que “es muy fácil pensar que en el siglo XVII, sor Juana estaba rodeada de pura gente retrógrada y absolutamente obstruida y misógina”, sin embargo, remarca que tuvo tanto adversarios como aliados a lo largo de toda su vida, “grandes protectores gracias a los cuales hoy se habla de ella”. Tal fue el caso de la Condesa de Paredes. Dentro de los personajes opositores, el más notorio fue Antonio Núñez de Miranda, su padre espiritual, que fue quien al enterarse de que la joven erudita no deseaba contraer matrimonio, le propuso entrar en una orden religiosa, pero que con el paso del tiempo, cuando la escritora cobró mayor relevancia, según escribió el investigador Antonio Alatorre en la Nueva Revista de Filología Hispánica, el confesor comenzó a mirar con malos ojos que su hija espiritual escribiera y que se dedicara al estudio, sobre todo de temas mundanos.

A pesar de que esta investigación realizada en 2001, por María Dolores Bravo Arriaga, académica de Universidad Nacional Autónoma de México, y editada por Alicante, está enfocado en la obra literaria de Núñez de Miranda, resulta un texto nodal para el estudio de las letras, el arte y la cultura virreinal en la Nueva España, contexto en el que sor Juana desarrolló su obra, y para la comprensión del papel que el jesuita desempeñó como confesor y guía espiritual de la monja.

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Por casi cuatro siglos, como todo mito, sor Juana Inés de la Cruz se ha transformado y reinventado. Hoy es motivo de reflexiones dentro del feminismo, la teología, la filosofía, el teatro, la poesía. Pero su pluma, una de las más valiosas de la literatura novohispana, se enfrenta a un fenómeno común entre los grandes escritores: sabemos mucho más de ella como personaje de lo que realmente hemos leído de su obra.

Aunque el momento exacto de su nacimiento continúa siendo motivo de debate, el 12 de noviembre de 1648 es reconocido como la fecha oficial del nacimiento de la Décima Musa, ocurrido en San Miguel Nepantla, Nueva España, que actualmente se ubica en el Estado de México, en el municipio de Tepetlixpa.

Juana Inés de Asbaje y Ramírez de Santillana nació en la ilegitimidad puesto que sus padres jamás estuvieron unidos en matrimonio. Siendo la segunda de seis hijos que su madre procreó con dos hombres distintos, Juana Inés fue criada en la hacienda de maíz y trigo de su abuelo materno, donde su afinidad con la cultura no tardó en germinar, según cuentan sus propias palabras: “desde que me rayó la primera luz de la razón”. Con apenas tres años de edad, aprendió a leer y escribir gracias a que asistía, a escondidas de su madre, a las clases que le eran impartidas a su hermana mayor, además de que desde entonces tuvo acceso a la biblioteca personal de su abuelo donde pasó sus primeros años leyendo clásicos griegos y romanos. Aún siendo una niña, gracias al contacto que tenía con las personas esclavizadas dentro de las tierras de su familia, aprendió a hablar náhuatl, lengua en la que años más tarde escribiría un algunos de sus trabajos literarios.

Su avidez intelectual provocó que, desde temprana edad, fuera reconocida en distinguidos círculos intelectuales dentro de la corte virreinal de Antonio Sebastián de Toledo. Aunque no existe gran nitidez de los años de adolescencia de la escritora, se sabe que es en este momento cuando aprende latín y continúa forjando su conocimiento al participar en grandes tertulias concurridas por filósofos, teólogos y matemáticos, entre muchos otros intelectuales de la Colonia.

Su deseo por seguir aprendiendo la llevó a unirse a una orden religiosa, pues era la única manera de librarse del matrimonio y tener acceso al conocimiento ya que la asistencia de mujeres a la universidad estaba prohibida.

El renombre de sor Juana Inés de la Cruz continuó adquiriendo peso entre los círculos sociales de la Nueva España gracias a sus logros intelectuales como convertirse en la primera mujer de América en publicar su obra en Europa. Para el momento de su muerte en la Ciudad de México, el 17 de abril de 1695, supuestamente a causa de tifus, sor Juana ya era un mito que ni siquiera la propia escritora lograba reconocer:

“No soy yo la que pensáis, / si no es que ya me habéis dado/ otro aliento en vuestras plumas / y otro ser en vuestros labios”, escribió sobre sí misma en el poema “Las inimitables plumas”.

Por casi cuatro siglos, sor Juana Inés de la Cruz, como todo mito, se ha transformado y reinventado. Más que un libro, era “una especie de biblioteca andante que igual se interesa por la música que por Egipto; por la contaduría, las matemáticas o la arqueología”, la define el poeta e investigador mexicano Jorge Gutiérrez Reyna. “Como personaje se vuelve una especie de depositario de las inquietudes de cada momento histórico que la descifra”. Es por esto que, a pesar del paso de los años, su obra continúa siendo imprescindible. “Personajes como ella echan a andar los engranajes de una sociedad y hacen que la sociedad que los alberga se cuestione sus principios más elementales”, añade el investigador.

En el presente, sor Juana es discutida dentro del campo del feminismo, la teología, la filosofía, el teatro, la poesía; en un panorama en el que la especialización se vuelve apremiante, Gutiérrez Reyna considera que acercarse a la obra de sor Juana puede darnos otra visión de la realidad y “oxigenar la práctica académica que se ha concentrado en especializaciones”. Su pluma, una de las más valiosas de la literatura novohispana, se enfrenta a un fenómeno común entre los grandes escritores: “es mucho más lo que sabemos de ella como personaje, que lo que realmente leemos de su obra”, explica Jorge Gutiérrez. Es decir, más allá de conocer la existencia de sor Juana como símbolo nacional mexicano y referencia de la literatura barroca, son pocas las personas que realmente han leído la extensa bibliografía de la sor Juana. Por eso, Gatopardo seleccionó cinco recomendaciones editoriales para emprender una lectura que redescubra la obra sorjuanista.

Obras completas de sor Juana Inés de la Cruz

Editados por el Fondo de Cultura Económica, es una publicación imprescindible para aquellos que deseen adentrarse en la obra de la escritora barroca. Editado y comentado por el escritor mexicano Antonio Alatorre, en el primer tomo se pueden encontrar líricas personales de corte poético, romántico y filosófico que la monja escribió por iniciativa propia y por encargo, en formato de endechas, redondillas, décimas, sonetos, liras; a partir del segundo tomo, editado y prologado por Alfonso Méndez Plancarte, se encuentran compilados sus villancicos y letras sacras que muestran el extenso recorrido de la autora por los pasajes de la poesía religiosa; en el tercero: loas y autos sacramentales (obra de teatro religiosas); y finalmente, el cuarto tomo que recoge dos de sus comedia más celebradas, “Los empeños de una casa” y “Amor es más laberinto'', además de sainetes y prosa en la que se ve reflejado el vasto mundo intelectual que dominaba la autora.

Ingenio y feminidad: nuevos enfoques en la estética de sor Juana Inés de la Cruz

Sor Juana Inés de la Cruz fue consciente que, en un contexto histórico en el que el conocimiento era privativo de los hombres, su condición de mujer la mantendría amurallada de sus más altas ambiciones que era el intelecto, el conocimiento y el ejercicio de las letras. Esta conciencia la llevó a escribir célebres textos como “Hombres necios que acusáis”, poema que hasta la actualidad tiene una fuerte incidencia en los estudios de género. En 2015 fue celebrado en Berlín, Alemania el Congreso Internacional “Ingenio y feminidad. Nuevos enfoques en la estética de sor Juana Inés de la Cruz”, evento del que surgió este libro homónimo, editado por la catedrática de la Universidad Libre de Berlín, Barbara Ventarola, y publicado por Iberoamericana-Vervuerte en 2017. En esta publicación distintas autoras ensayan a partir de la obra sorjuanista sobre la exclusión sistemática del sexo femenino y del concepto de genialidad, tienen el fin de analizar la relación entre ingenio y feminidad, diseccionar los procedimientos literarios, declaraciones temáticas y la conciencia crítica de sor Juana, así como un breve recorrido cronológico de su obra. “Hablar de una sor Juana feminista sería un absoluto anacronismo, pero eso no nos impide pensar en una sor Juana que hizo todo lo que estaba en sus manos y luchó por toda una vida para defender su derecho al conocimiento, al ejercicio de la razón y al cultivo de su escritura”, explica Jorge Gutiérrez Reyna. “Aunque no fue feminista, sí es un personaje extraordinario al pensarla como una defensora y pionera de los derechos de la mujer”, añade.

Antología poética de Juana Inés de la Cruz 

La poesía es en la obra de Juana Inés uno de los paradigmas que demuestran su gran capacidad para el manejo de la palabra poética y para la construcción de metáforas. Una de las mayores fuentes de inspiración de Juana Inés para la creación de poemas fue María Luisa Manrique de Lara y Gonzaga, conocida como la Condesa de Paredes, quien fue mecenas de la escritora. A través de los años, el estudio de la mancuerna conformada por estas dos mujeres se reduce a la llana especulación de una relación lésbica. Sin embargo, “decir que María Luisa y sor Juana tenían una relación lésbico-erótica es lo menos que podemos decir de ellas”, asegura Gutiérrez Reyna. “María Luisa fue la musa de la Décima Musa, inspiró grandes poemas”. En el libro Antología poética de Juana Inés de la Cruz, (Akal, 2019), Ariadna G. García, escritora y crítica literaria española, hace una curaduría y comenta algunas de estas creaciones que también se diversificaron en temáticas sacras y profanas. Al pensar en la incidencia que María Luisa tuvo en la obra de sor Juana, Gutiérrez Reyna hace hincapié en que “antes que pensar en la relación amorosa tenemos que pensar en una gran complicidad intelectual entre dos mujeres del siglo XVII. Son una especie de mancuerna intelectual como Borges y Adolfo Bioy Casares, como T. S. Eliot y Ezra Pound, como Rulfo y Arreola. Estamos hablando de dos aliadas de lo intelectual y lo literario: una editora y su escritora, una mecenas y su artista”.

Ecos de mi pluma: Antología en prosa y verso 

“La relectura que hizo Octavio Paz de sor Juana Inés de la Cruz, la que hizo Alfonso Méndez Plancarte, la de Amado Nervo a principios del siglo veinte o la Xavier Villaurrutia, son muy importantes. Entre todas se acumulan y contribuyen a construir el personaje que hoy tenemos enfrente”, dice Jorge Gutiérrez Reyna, “pero nos toca proponer una relectura que esté a la altura de nuestro presente, de una sor Juana del siglo veintiuno”. Para esto, el poeta propone el libro Ecos de mi pluma (Penguin Clásicos, 2018), en el que la investigadora especialista en poesía barroca, Martha Lilia Tenorio plantea una representativa compilación de prosa y verso, que comenta con agudeza desde la concepción de sor Juana como una mujer religiosa, erudita y defensora de la capacidad intelectual de las mujeres, al mismo tiempo que con sencillez permite a cualquier lector acercarse a la obra de sor Juana. Además, incorpora la Carta de Monterrey a su confesor, el padre Antonio Núñez de Miranda, y la Respuesta a sor Filotea, dirigida al obispo de Puebla, Manuel Fernández de la Santa Cruz, textos destacados en la bibliografía de la autora novohispana, pero que, de acuerdo con Tenorio, como muchos otros textos, no sólo deben gozar de fama, sino ser realmente leídos.

El discurso de la espiritualidad dirigida: Antonio Núñez de Miranda, confesor de Sor Juana

El investigador Jorge Gutiérrez Reyna dice que “es muy fácil pensar que en el siglo XVII, sor Juana estaba rodeada de pura gente retrógrada y absolutamente obstruida y misógina”, sin embargo, remarca que tuvo tanto adversarios como aliados a lo largo de toda su vida, “grandes protectores gracias a los cuales hoy se habla de ella”. Tal fue el caso de la Condesa de Paredes. Dentro de los personajes opositores, el más notorio fue Antonio Núñez de Miranda, su padre espiritual, que fue quien al enterarse de que la joven erudita no deseaba contraer matrimonio, le propuso entrar en una orden religiosa, pero que con el paso del tiempo, cuando la escritora cobró mayor relevancia, según escribió el investigador Antonio Alatorre en la Nueva Revista de Filología Hispánica, el confesor comenzó a mirar con malos ojos que su hija espiritual escribiera y que se dedicara al estudio, sobre todo de temas mundanos.

A pesar de que esta investigación realizada en 2001, por María Dolores Bravo Arriaga, académica de Universidad Nacional Autónoma de México, y editada por Alicante, está enfocado en la obra literaria de Núñez de Miranda, resulta un texto nodal para el estudio de las letras, el arte y la cultura virreinal en la Nueva España, contexto en el que sor Juana desarrolló su obra, y para la comprensión del papel que el jesuita desempeñó como confesor y guía espiritual de la monja.

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Sor Juana: cinco libros para redescubrir a la Décima Musa

Sor Juana: cinco libros para redescubrir a la Décima Musa

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Fotografía de
Realización de
Ilustración de
Traducción de
13
.
11
.
21
AAAA
Tiempo de Lectura: 00 min

Por casi cuatro siglos, como todo mito, sor Juana Inés de la Cruz se ha transformado y reinventado. Hoy es motivo de reflexiones dentro del feminismo, la teología, la filosofía, el teatro, la poesía. Pero su pluma, una de las más valiosas de la literatura novohispana, se enfrenta a un fenómeno común entre los grandes escritores: sabemos mucho más de ella como personaje de lo que realmente hemos leído de su obra.

Aunque el momento exacto de su nacimiento continúa siendo motivo de debate, el 12 de noviembre de 1648 es reconocido como la fecha oficial del nacimiento de la Décima Musa, ocurrido en San Miguel Nepantla, Nueva España, que actualmente se ubica en el Estado de México, en el municipio de Tepetlixpa.

Juana Inés de Asbaje y Ramírez de Santillana nació en la ilegitimidad puesto que sus padres jamás estuvieron unidos en matrimonio. Siendo la segunda de seis hijos que su madre procreó con dos hombres distintos, Juana Inés fue criada en la hacienda de maíz y trigo de su abuelo materno, donde su afinidad con la cultura no tardó en germinar, según cuentan sus propias palabras: “desde que me rayó la primera luz de la razón”. Con apenas tres años de edad, aprendió a leer y escribir gracias a que asistía, a escondidas de su madre, a las clases que le eran impartidas a su hermana mayor, además de que desde entonces tuvo acceso a la biblioteca personal de su abuelo donde pasó sus primeros años leyendo clásicos griegos y romanos. Aún siendo una niña, gracias al contacto que tenía con las personas esclavizadas dentro de las tierras de su familia, aprendió a hablar náhuatl, lengua en la que años más tarde escribiría un algunos de sus trabajos literarios.

Su avidez intelectual provocó que, desde temprana edad, fuera reconocida en distinguidos círculos intelectuales dentro de la corte virreinal de Antonio Sebastián de Toledo. Aunque no existe gran nitidez de los años de adolescencia de la escritora, se sabe que es en este momento cuando aprende latín y continúa forjando su conocimiento al participar en grandes tertulias concurridas por filósofos, teólogos y matemáticos, entre muchos otros intelectuales de la Colonia.

Su deseo por seguir aprendiendo la llevó a unirse a una orden religiosa, pues era la única manera de librarse del matrimonio y tener acceso al conocimiento ya que la asistencia de mujeres a la universidad estaba prohibida.

El renombre de sor Juana Inés de la Cruz continuó adquiriendo peso entre los círculos sociales de la Nueva España gracias a sus logros intelectuales como convertirse en la primera mujer de América en publicar su obra en Europa. Para el momento de su muerte en la Ciudad de México, el 17 de abril de 1695, supuestamente a causa de tifus, sor Juana ya era un mito que ni siquiera la propia escritora lograba reconocer:

“No soy yo la que pensáis, / si no es que ya me habéis dado/ otro aliento en vuestras plumas / y otro ser en vuestros labios”, escribió sobre sí misma en el poema “Las inimitables plumas”.

Por casi cuatro siglos, sor Juana Inés de la Cruz, como todo mito, se ha transformado y reinventado. Más que un libro, era “una especie de biblioteca andante que igual se interesa por la música que por Egipto; por la contaduría, las matemáticas o la arqueología”, la define el poeta e investigador mexicano Jorge Gutiérrez Reyna. “Como personaje se vuelve una especie de depositario de las inquietudes de cada momento histórico que la descifra”. Es por esto que, a pesar del paso de los años, su obra continúa siendo imprescindible. “Personajes como ella echan a andar los engranajes de una sociedad y hacen que la sociedad que los alberga se cuestione sus principios más elementales”, añade el investigador.

En el presente, sor Juana es discutida dentro del campo del feminismo, la teología, la filosofía, el teatro, la poesía; en un panorama en el que la especialización se vuelve apremiante, Gutiérrez Reyna considera que acercarse a la obra de sor Juana puede darnos otra visión de la realidad y “oxigenar la práctica académica que se ha concentrado en especializaciones”. Su pluma, una de las más valiosas de la literatura novohispana, se enfrenta a un fenómeno común entre los grandes escritores: “es mucho más lo que sabemos de ella como personaje, que lo que realmente leemos de su obra”, explica Jorge Gutiérrez. Es decir, más allá de conocer la existencia de sor Juana como símbolo nacional mexicano y referencia de la literatura barroca, son pocas las personas que realmente han leído la extensa bibliografía de la sor Juana. Por eso, Gatopardo seleccionó cinco recomendaciones editoriales para emprender una lectura que redescubra la obra sorjuanista.

Obras completas de sor Juana Inés de la Cruz

Editados por el Fondo de Cultura Económica, es una publicación imprescindible para aquellos que deseen adentrarse en la obra de la escritora barroca. Editado y comentado por el escritor mexicano Antonio Alatorre, en el primer tomo se pueden encontrar líricas personales de corte poético, romántico y filosófico que la monja escribió por iniciativa propia y por encargo, en formato de endechas, redondillas, décimas, sonetos, liras; a partir del segundo tomo, editado y prologado por Alfonso Méndez Plancarte, se encuentran compilados sus villancicos y letras sacras que muestran el extenso recorrido de la autora por los pasajes de la poesía religiosa; en el tercero: loas y autos sacramentales (obra de teatro religiosas); y finalmente, el cuarto tomo que recoge dos de sus comedia más celebradas, “Los empeños de una casa” y “Amor es más laberinto'', además de sainetes y prosa en la que se ve reflejado el vasto mundo intelectual que dominaba la autora.

Ingenio y feminidad: nuevos enfoques en la estética de sor Juana Inés de la Cruz

Sor Juana Inés de la Cruz fue consciente que, en un contexto histórico en el que el conocimiento era privativo de los hombres, su condición de mujer la mantendría amurallada de sus más altas ambiciones que era el intelecto, el conocimiento y el ejercicio de las letras. Esta conciencia la llevó a escribir célebres textos como “Hombres necios que acusáis”, poema que hasta la actualidad tiene una fuerte incidencia en los estudios de género. En 2015 fue celebrado en Berlín, Alemania el Congreso Internacional “Ingenio y feminidad. Nuevos enfoques en la estética de sor Juana Inés de la Cruz”, evento del que surgió este libro homónimo, editado por la catedrática de la Universidad Libre de Berlín, Barbara Ventarola, y publicado por Iberoamericana-Vervuerte en 2017. En esta publicación distintas autoras ensayan a partir de la obra sorjuanista sobre la exclusión sistemática del sexo femenino y del concepto de genialidad, tienen el fin de analizar la relación entre ingenio y feminidad, diseccionar los procedimientos literarios, declaraciones temáticas y la conciencia crítica de sor Juana, así como un breve recorrido cronológico de su obra. “Hablar de una sor Juana feminista sería un absoluto anacronismo, pero eso no nos impide pensar en una sor Juana que hizo todo lo que estaba en sus manos y luchó por toda una vida para defender su derecho al conocimiento, al ejercicio de la razón y al cultivo de su escritura”, explica Jorge Gutiérrez Reyna. “Aunque no fue feminista, sí es un personaje extraordinario al pensarla como una defensora y pionera de los derechos de la mujer”, añade.

Antología poética de Juana Inés de la Cruz 

La poesía es en la obra de Juana Inés uno de los paradigmas que demuestran su gran capacidad para el manejo de la palabra poética y para la construcción de metáforas. Una de las mayores fuentes de inspiración de Juana Inés para la creación de poemas fue María Luisa Manrique de Lara y Gonzaga, conocida como la Condesa de Paredes, quien fue mecenas de la escritora. A través de los años, el estudio de la mancuerna conformada por estas dos mujeres se reduce a la llana especulación de una relación lésbica. Sin embargo, “decir que María Luisa y sor Juana tenían una relación lésbico-erótica es lo menos que podemos decir de ellas”, asegura Gutiérrez Reyna. “María Luisa fue la musa de la Décima Musa, inspiró grandes poemas”. En el libro Antología poética de Juana Inés de la Cruz, (Akal, 2019), Ariadna G. García, escritora y crítica literaria española, hace una curaduría y comenta algunas de estas creaciones que también se diversificaron en temáticas sacras y profanas. Al pensar en la incidencia que María Luisa tuvo en la obra de sor Juana, Gutiérrez Reyna hace hincapié en que “antes que pensar en la relación amorosa tenemos que pensar en una gran complicidad intelectual entre dos mujeres del siglo XVII. Son una especie de mancuerna intelectual como Borges y Adolfo Bioy Casares, como T. S. Eliot y Ezra Pound, como Rulfo y Arreola. Estamos hablando de dos aliadas de lo intelectual y lo literario: una editora y su escritora, una mecenas y su artista”.

Ecos de mi pluma: Antología en prosa y verso 

“La relectura que hizo Octavio Paz de sor Juana Inés de la Cruz, la que hizo Alfonso Méndez Plancarte, la de Amado Nervo a principios del siglo veinte o la Xavier Villaurrutia, son muy importantes. Entre todas se acumulan y contribuyen a construir el personaje que hoy tenemos enfrente”, dice Jorge Gutiérrez Reyna, “pero nos toca proponer una relectura que esté a la altura de nuestro presente, de una sor Juana del siglo veintiuno”. Para esto, el poeta propone el libro Ecos de mi pluma (Penguin Clásicos, 2018), en el que la investigadora especialista en poesía barroca, Martha Lilia Tenorio plantea una representativa compilación de prosa y verso, que comenta con agudeza desde la concepción de sor Juana como una mujer religiosa, erudita y defensora de la capacidad intelectual de las mujeres, al mismo tiempo que con sencillez permite a cualquier lector acercarse a la obra de sor Juana. Además, incorpora la Carta de Monterrey a su confesor, el padre Antonio Núñez de Miranda, y la Respuesta a sor Filotea, dirigida al obispo de Puebla, Manuel Fernández de la Santa Cruz, textos destacados en la bibliografía de la autora novohispana, pero que, de acuerdo con Tenorio, como muchos otros textos, no sólo deben gozar de fama, sino ser realmente leídos.

El discurso de la espiritualidad dirigida: Antonio Núñez de Miranda, confesor de Sor Juana

El investigador Jorge Gutiérrez Reyna dice que “es muy fácil pensar que en el siglo XVII, sor Juana estaba rodeada de pura gente retrógrada y absolutamente obstruida y misógina”, sin embargo, remarca que tuvo tanto adversarios como aliados a lo largo de toda su vida, “grandes protectores gracias a los cuales hoy se habla de ella”. Tal fue el caso de la Condesa de Paredes. Dentro de los personajes opositores, el más notorio fue Antonio Núñez de Miranda, su padre espiritual, que fue quien al enterarse de que la joven erudita no deseaba contraer matrimonio, le propuso entrar en una orden religiosa, pero que con el paso del tiempo, cuando la escritora cobró mayor relevancia, según escribió el investigador Antonio Alatorre en la Nueva Revista de Filología Hispánica, el confesor comenzó a mirar con malos ojos que su hija espiritual escribiera y que se dedicara al estudio, sobre todo de temas mundanos.

A pesar de que esta investigación realizada en 2001, por María Dolores Bravo Arriaga, académica de Universidad Nacional Autónoma de México, y editada por Alicante, está enfocado en la obra literaria de Núñez de Miranda, resulta un texto nodal para el estudio de las letras, el arte y la cultura virreinal en la Nueva España, contexto en el que sor Juana desarrolló su obra, y para la comprensión del papel que el jesuita desempeñó como confesor y guía espiritual de la monja.

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Sor Juana: cinco libros para redescubrir a la Décima Musa

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2021
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Por casi cuatro siglos, como todo mito, sor Juana Inés de la Cruz se ha transformado y reinventado. Hoy es motivo de reflexiones dentro del feminismo, la teología, la filosofía, el teatro, la poesía. Pero su pluma, una de las más valiosas de la literatura novohispana, se enfrenta a un fenómeno común entre los grandes escritores: sabemos mucho más de ella como personaje de lo que realmente hemos leído de su obra.

Aunque el momento exacto de su nacimiento continúa siendo motivo de debate, el 12 de noviembre de 1648 es reconocido como la fecha oficial del nacimiento de la Décima Musa, ocurrido en San Miguel Nepantla, Nueva España, que actualmente se ubica en el Estado de México, en el municipio de Tepetlixpa.

Juana Inés de Asbaje y Ramírez de Santillana nació en la ilegitimidad puesto que sus padres jamás estuvieron unidos en matrimonio. Siendo la segunda de seis hijos que su madre procreó con dos hombres distintos, Juana Inés fue criada en la hacienda de maíz y trigo de su abuelo materno, donde su afinidad con la cultura no tardó en germinar, según cuentan sus propias palabras: “desde que me rayó la primera luz de la razón”. Con apenas tres años de edad, aprendió a leer y escribir gracias a que asistía, a escondidas de su madre, a las clases que le eran impartidas a su hermana mayor, además de que desde entonces tuvo acceso a la biblioteca personal de su abuelo donde pasó sus primeros años leyendo clásicos griegos y romanos. Aún siendo una niña, gracias al contacto que tenía con las personas esclavizadas dentro de las tierras de su familia, aprendió a hablar náhuatl, lengua en la que años más tarde escribiría un algunos de sus trabajos literarios.

Su avidez intelectual provocó que, desde temprana edad, fuera reconocida en distinguidos círculos intelectuales dentro de la corte virreinal de Antonio Sebastián de Toledo. Aunque no existe gran nitidez de los años de adolescencia de la escritora, se sabe que es en este momento cuando aprende latín y continúa forjando su conocimiento al participar en grandes tertulias concurridas por filósofos, teólogos y matemáticos, entre muchos otros intelectuales de la Colonia.

Su deseo por seguir aprendiendo la llevó a unirse a una orden religiosa, pues era la única manera de librarse del matrimonio y tener acceso al conocimiento ya que la asistencia de mujeres a la universidad estaba prohibida.

El renombre de sor Juana Inés de la Cruz continuó adquiriendo peso entre los círculos sociales de la Nueva España gracias a sus logros intelectuales como convertirse en la primera mujer de América en publicar su obra en Europa. Para el momento de su muerte en la Ciudad de México, el 17 de abril de 1695, supuestamente a causa de tifus, sor Juana ya era un mito que ni siquiera la propia escritora lograba reconocer:

“No soy yo la que pensáis, / si no es que ya me habéis dado/ otro aliento en vuestras plumas / y otro ser en vuestros labios”, escribió sobre sí misma en el poema “Las inimitables plumas”.

Por casi cuatro siglos, sor Juana Inés de la Cruz, como todo mito, se ha transformado y reinventado. Más que un libro, era “una especie de biblioteca andante que igual se interesa por la música que por Egipto; por la contaduría, las matemáticas o la arqueología”, la define el poeta e investigador mexicano Jorge Gutiérrez Reyna. “Como personaje se vuelve una especie de depositario de las inquietudes de cada momento histórico que la descifra”. Es por esto que, a pesar del paso de los años, su obra continúa siendo imprescindible. “Personajes como ella echan a andar los engranajes de una sociedad y hacen que la sociedad que los alberga se cuestione sus principios más elementales”, añade el investigador.

En el presente, sor Juana es discutida dentro del campo del feminismo, la teología, la filosofía, el teatro, la poesía; en un panorama en el que la especialización se vuelve apremiante, Gutiérrez Reyna considera que acercarse a la obra de sor Juana puede darnos otra visión de la realidad y “oxigenar la práctica académica que se ha concentrado en especializaciones”. Su pluma, una de las más valiosas de la literatura novohispana, se enfrenta a un fenómeno común entre los grandes escritores: “es mucho más lo que sabemos de ella como personaje, que lo que realmente leemos de su obra”, explica Jorge Gutiérrez. Es decir, más allá de conocer la existencia de sor Juana como símbolo nacional mexicano y referencia de la literatura barroca, son pocas las personas que realmente han leído la extensa bibliografía de la sor Juana. Por eso, Gatopardo seleccionó cinco recomendaciones editoriales para emprender una lectura que redescubra la obra sorjuanista.

Obras completas de sor Juana Inés de la Cruz

Editados por el Fondo de Cultura Económica, es una publicación imprescindible para aquellos que deseen adentrarse en la obra de la escritora barroca. Editado y comentado por el escritor mexicano Antonio Alatorre, en el primer tomo se pueden encontrar líricas personales de corte poético, romántico y filosófico que la monja escribió por iniciativa propia y por encargo, en formato de endechas, redondillas, décimas, sonetos, liras; a partir del segundo tomo, editado y prologado por Alfonso Méndez Plancarte, se encuentran compilados sus villancicos y letras sacras que muestran el extenso recorrido de la autora por los pasajes de la poesía religiosa; en el tercero: loas y autos sacramentales (obra de teatro religiosas); y finalmente, el cuarto tomo que recoge dos de sus comedia más celebradas, “Los empeños de una casa” y “Amor es más laberinto'', además de sainetes y prosa en la que se ve reflejado el vasto mundo intelectual que dominaba la autora.

Ingenio y feminidad: nuevos enfoques en la estética de sor Juana Inés de la Cruz

Sor Juana Inés de la Cruz fue consciente que, en un contexto histórico en el que el conocimiento era privativo de los hombres, su condición de mujer la mantendría amurallada de sus más altas ambiciones que era el intelecto, el conocimiento y el ejercicio de las letras. Esta conciencia la llevó a escribir célebres textos como “Hombres necios que acusáis”, poema que hasta la actualidad tiene una fuerte incidencia en los estudios de género. En 2015 fue celebrado en Berlín, Alemania el Congreso Internacional “Ingenio y feminidad. Nuevos enfoques en la estética de sor Juana Inés de la Cruz”, evento del que surgió este libro homónimo, editado por la catedrática de la Universidad Libre de Berlín, Barbara Ventarola, y publicado por Iberoamericana-Vervuerte en 2017. En esta publicación distintas autoras ensayan a partir de la obra sorjuanista sobre la exclusión sistemática del sexo femenino y del concepto de genialidad, tienen el fin de analizar la relación entre ingenio y feminidad, diseccionar los procedimientos literarios, declaraciones temáticas y la conciencia crítica de sor Juana, así como un breve recorrido cronológico de su obra. “Hablar de una sor Juana feminista sería un absoluto anacronismo, pero eso no nos impide pensar en una sor Juana que hizo todo lo que estaba en sus manos y luchó por toda una vida para defender su derecho al conocimiento, al ejercicio de la razón y al cultivo de su escritura”, explica Jorge Gutiérrez Reyna. “Aunque no fue feminista, sí es un personaje extraordinario al pensarla como una defensora y pionera de los derechos de la mujer”, añade.

Antología poética de Juana Inés de la Cruz 

La poesía es en la obra de Juana Inés uno de los paradigmas que demuestran su gran capacidad para el manejo de la palabra poética y para la construcción de metáforas. Una de las mayores fuentes de inspiración de Juana Inés para la creación de poemas fue María Luisa Manrique de Lara y Gonzaga, conocida como la Condesa de Paredes, quien fue mecenas de la escritora. A través de los años, el estudio de la mancuerna conformada por estas dos mujeres se reduce a la llana especulación de una relación lésbica. Sin embargo, “decir que María Luisa y sor Juana tenían una relación lésbico-erótica es lo menos que podemos decir de ellas”, asegura Gutiérrez Reyna. “María Luisa fue la musa de la Décima Musa, inspiró grandes poemas”. En el libro Antología poética de Juana Inés de la Cruz, (Akal, 2019), Ariadna G. García, escritora y crítica literaria española, hace una curaduría y comenta algunas de estas creaciones que también se diversificaron en temáticas sacras y profanas. Al pensar en la incidencia que María Luisa tuvo en la obra de sor Juana, Gutiérrez Reyna hace hincapié en que “antes que pensar en la relación amorosa tenemos que pensar en una gran complicidad intelectual entre dos mujeres del siglo XVII. Son una especie de mancuerna intelectual como Borges y Adolfo Bioy Casares, como T. S. Eliot y Ezra Pound, como Rulfo y Arreola. Estamos hablando de dos aliadas de lo intelectual y lo literario: una editora y su escritora, una mecenas y su artista”.

Ecos de mi pluma: Antología en prosa y verso 

“La relectura que hizo Octavio Paz de sor Juana Inés de la Cruz, la que hizo Alfonso Méndez Plancarte, la de Amado Nervo a principios del siglo veinte o la Xavier Villaurrutia, son muy importantes. Entre todas se acumulan y contribuyen a construir el personaje que hoy tenemos enfrente”, dice Jorge Gutiérrez Reyna, “pero nos toca proponer una relectura que esté a la altura de nuestro presente, de una sor Juana del siglo veintiuno”. Para esto, el poeta propone el libro Ecos de mi pluma (Penguin Clásicos, 2018), en el que la investigadora especialista en poesía barroca, Martha Lilia Tenorio plantea una representativa compilación de prosa y verso, que comenta con agudeza desde la concepción de sor Juana como una mujer religiosa, erudita y defensora de la capacidad intelectual de las mujeres, al mismo tiempo que con sencillez permite a cualquier lector acercarse a la obra de sor Juana. Además, incorpora la Carta de Monterrey a su confesor, el padre Antonio Núñez de Miranda, y la Respuesta a sor Filotea, dirigida al obispo de Puebla, Manuel Fernández de la Santa Cruz, textos destacados en la bibliografía de la autora novohispana, pero que, de acuerdo con Tenorio, como muchos otros textos, no sólo deben gozar de fama, sino ser realmente leídos.

El discurso de la espiritualidad dirigida: Antonio Núñez de Miranda, confesor de Sor Juana

El investigador Jorge Gutiérrez Reyna dice que “es muy fácil pensar que en el siglo XVII, sor Juana estaba rodeada de pura gente retrógrada y absolutamente obstruida y misógina”, sin embargo, remarca que tuvo tanto adversarios como aliados a lo largo de toda su vida, “grandes protectores gracias a los cuales hoy se habla de ella”. Tal fue el caso de la Condesa de Paredes. Dentro de los personajes opositores, el más notorio fue Antonio Núñez de Miranda, su padre espiritual, que fue quien al enterarse de que la joven erudita no deseaba contraer matrimonio, le propuso entrar en una orden religiosa, pero que con el paso del tiempo, cuando la escritora cobró mayor relevancia, según escribió el investigador Antonio Alatorre en la Nueva Revista de Filología Hispánica, el confesor comenzó a mirar con malos ojos que su hija espiritual escribiera y que se dedicara al estudio, sobre todo de temas mundanos.

A pesar de que esta investigación realizada en 2001, por María Dolores Bravo Arriaga, académica de Universidad Nacional Autónoma de México, y editada por Alicante, está enfocado en la obra literaria de Núñez de Miranda, resulta un texto nodal para el estudio de las letras, el arte y la cultura virreinal en la Nueva España, contexto en el que sor Juana desarrolló su obra, y para la comprensión del papel que el jesuita desempeñó como confesor y guía espiritual de la monja.

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Por casi cuatro siglos, como todo mito, sor Juana Inés de la Cruz se ha transformado y reinventado. Hoy es motivo de reflexiones dentro del feminismo, la teología, la filosofía, el teatro, la poesía. Pero su pluma, una de las más valiosas de la literatura novohispana, se enfrenta a un fenómeno común entre los grandes escritores: sabemos mucho más de ella como personaje de lo que realmente hemos leído de su obra.

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Aunque el momento exacto de su nacimiento continúa siendo motivo de debate, el 12 de noviembre de 1648 es reconocido como la fecha oficial del nacimiento de la Décima Musa, ocurrido en San Miguel Nepantla, Nueva España, que actualmente se ubica en el Estado de México, en el municipio de Tepetlixpa.

Juana Inés de Asbaje y Ramírez de Santillana nació en la ilegitimidad puesto que sus padres jamás estuvieron unidos en matrimonio. Siendo la segunda de seis hijos que su madre procreó con dos hombres distintos, Juana Inés fue criada en la hacienda de maíz y trigo de su abuelo materno, donde su afinidad con la cultura no tardó en germinar, según cuentan sus propias palabras: “desde que me rayó la primera luz de la razón”. Con apenas tres años de edad, aprendió a leer y escribir gracias a que asistía, a escondidas de su madre, a las clases que le eran impartidas a su hermana mayor, además de que desde entonces tuvo acceso a la biblioteca personal de su abuelo donde pasó sus primeros años leyendo clásicos griegos y romanos. Aún siendo una niña, gracias al contacto que tenía con las personas esclavizadas dentro de las tierras de su familia, aprendió a hablar náhuatl, lengua en la que años más tarde escribiría un algunos de sus trabajos literarios.

Su avidez intelectual provocó que, desde temprana edad, fuera reconocida en distinguidos círculos intelectuales dentro de la corte virreinal de Antonio Sebastián de Toledo. Aunque no existe gran nitidez de los años de adolescencia de la escritora, se sabe que es en este momento cuando aprende latín y continúa forjando su conocimiento al participar en grandes tertulias concurridas por filósofos, teólogos y matemáticos, entre muchos otros intelectuales de la Colonia.

Su deseo por seguir aprendiendo la llevó a unirse a una orden religiosa, pues era la única manera de librarse del matrimonio y tener acceso al conocimiento ya que la asistencia de mujeres a la universidad estaba prohibida.

El renombre de sor Juana Inés de la Cruz continuó adquiriendo peso entre los círculos sociales de la Nueva España gracias a sus logros intelectuales como convertirse en la primera mujer de América en publicar su obra en Europa. Para el momento de su muerte en la Ciudad de México, el 17 de abril de 1695, supuestamente a causa de tifus, sor Juana ya era un mito que ni siquiera la propia escritora lograba reconocer:

“No soy yo la que pensáis, / si no es que ya me habéis dado/ otro aliento en vuestras plumas / y otro ser en vuestros labios”, escribió sobre sí misma en el poema “Las inimitables plumas”.

Por casi cuatro siglos, sor Juana Inés de la Cruz, como todo mito, se ha transformado y reinventado. Más que un libro, era “una especie de biblioteca andante que igual se interesa por la música que por Egipto; por la contaduría, las matemáticas o la arqueología”, la define el poeta e investigador mexicano Jorge Gutiérrez Reyna. “Como personaje se vuelve una especie de depositario de las inquietudes de cada momento histórico que la descifra”. Es por esto que, a pesar del paso de los años, su obra continúa siendo imprescindible. “Personajes como ella echan a andar los engranajes de una sociedad y hacen que la sociedad que los alberga se cuestione sus principios más elementales”, añade el investigador.

En el presente, sor Juana es discutida dentro del campo del feminismo, la teología, la filosofía, el teatro, la poesía; en un panorama en el que la especialización se vuelve apremiante, Gutiérrez Reyna considera que acercarse a la obra de sor Juana puede darnos otra visión de la realidad y “oxigenar la práctica académica que se ha concentrado en especializaciones”. Su pluma, una de las más valiosas de la literatura novohispana, se enfrenta a un fenómeno común entre los grandes escritores: “es mucho más lo que sabemos de ella como personaje, que lo que realmente leemos de su obra”, explica Jorge Gutiérrez. Es decir, más allá de conocer la existencia de sor Juana como símbolo nacional mexicano y referencia de la literatura barroca, son pocas las personas que realmente han leído la extensa bibliografía de la sor Juana. Por eso, Gatopardo seleccionó cinco recomendaciones editoriales para emprender una lectura que redescubra la obra sorjuanista.

Obras completas de sor Juana Inés de la Cruz

Editados por el Fondo de Cultura Económica, es una publicación imprescindible para aquellos que deseen adentrarse en la obra de la escritora barroca. Editado y comentado por el escritor mexicano Antonio Alatorre, en el primer tomo se pueden encontrar líricas personales de corte poético, romántico y filosófico que la monja escribió por iniciativa propia y por encargo, en formato de endechas, redondillas, décimas, sonetos, liras; a partir del segundo tomo, editado y prologado por Alfonso Méndez Plancarte, se encuentran compilados sus villancicos y letras sacras que muestran el extenso recorrido de la autora por los pasajes de la poesía religiosa; en el tercero: loas y autos sacramentales (obra de teatro religiosas); y finalmente, el cuarto tomo que recoge dos de sus comedia más celebradas, “Los empeños de una casa” y “Amor es más laberinto'', además de sainetes y prosa en la que se ve reflejado el vasto mundo intelectual que dominaba la autora.

Ingenio y feminidad: nuevos enfoques en la estética de sor Juana Inés de la Cruz

Sor Juana Inés de la Cruz fue consciente que, en un contexto histórico en el que el conocimiento era privativo de los hombres, su condición de mujer la mantendría amurallada de sus más altas ambiciones que era el intelecto, el conocimiento y el ejercicio de las letras. Esta conciencia la llevó a escribir célebres textos como “Hombres necios que acusáis”, poema que hasta la actualidad tiene una fuerte incidencia en los estudios de género. En 2015 fue celebrado en Berlín, Alemania el Congreso Internacional “Ingenio y feminidad. Nuevos enfoques en la estética de sor Juana Inés de la Cruz”, evento del que surgió este libro homónimo, editado por la catedrática de la Universidad Libre de Berlín, Barbara Ventarola, y publicado por Iberoamericana-Vervuerte en 2017. En esta publicación distintas autoras ensayan a partir de la obra sorjuanista sobre la exclusión sistemática del sexo femenino y del concepto de genialidad, tienen el fin de analizar la relación entre ingenio y feminidad, diseccionar los procedimientos literarios, declaraciones temáticas y la conciencia crítica de sor Juana, así como un breve recorrido cronológico de su obra. “Hablar de una sor Juana feminista sería un absoluto anacronismo, pero eso no nos impide pensar en una sor Juana que hizo todo lo que estaba en sus manos y luchó por toda una vida para defender su derecho al conocimiento, al ejercicio de la razón y al cultivo de su escritura”, explica Jorge Gutiérrez Reyna. “Aunque no fue feminista, sí es un personaje extraordinario al pensarla como una defensora y pionera de los derechos de la mujer”, añade.

Antología poética de Juana Inés de la Cruz 

La poesía es en la obra de Juana Inés uno de los paradigmas que demuestran su gran capacidad para el manejo de la palabra poética y para la construcción de metáforas. Una de las mayores fuentes de inspiración de Juana Inés para la creación de poemas fue María Luisa Manrique de Lara y Gonzaga, conocida como la Condesa de Paredes, quien fue mecenas de la escritora. A través de los años, el estudio de la mancuerna conformada por estas dos mujeres se reduce a la llana especulación de una relación lésbica. Sin embargo, “decir que María Luisa y sor Juana tenían una relación lésbico-erótica es lo menos que podemos decir de ellas”, asegura Gutiérrez Reyna. “María Luisa fue la musa de la Décima Musa, inspiró grandes poemas”. En el libro Antología poética de Juana Inés de la Cruz, (Akal, 2019), Ariadna G. García, escritora y crítica literaria española, hace una curaduría y comenta algunas de estas creaciones que también se diversificaron en temáticas sacras y profanas. Al pensar en la incidencia que María Luisa tuvo en la obra de sor Juana, Gutiérrez Reyna hace hincapié en que “antes que pensar en la relación amorosa tenemos que pensar en una gran complicidad intelectual entre dos mujeres del siglo XVII. Son una especie de mancuerna intelectual como Borges y Adolfo Bioy Casares, como T. S. Eliot y Ezra Pound, como Rulfo y Arreola. Estamos hablando de dos aliadas de lo intelectual y lo literario: una editora y su escritora, una mecenas y su artista”.

Ecos de mi pluma: Antología en prosa y verso 

“La relectura que hizo Octavio Paz de sor Juana Inés de la Cruz, la que hizo Alfonso Méndez Plancarte, la de Amado Nervo a principios del siglo veinte o la Xavier Villaurrutia, son muy importantes. Entre todas se acumulan y contribuyen a construir el personaje que hoy tenemos enfrente”, dice Jorge Gutiérrez Reyna, “pero nos toca proponer una relectura que esté a la altura de nuestro presente, de una sor Juana del siglo veintiuno”. Para esto, el poeta propone el libro Ecos de mi pluma (Penguin Clásicos, 2018), en el que la investigadora especialista en poesía barroca, Martha Lilia Tenorio plantea una representativa compilación de prosa y verso, que comenta con agudeza desde la concepción de sor Juana como una mujer religiosa, erudita y defensora de la capacidad intelectual de las mujeres, al mismo tiempo que con sencillez permite a cualquier lector acercarse a la obra de sor Juana. Además, incorpora la Carta de Monterrey a su confesor, el padre Antonio Núñez de Miranda, y la Respuesta a sor Filotea, dirigida al obispo de Puebla, Manuel Fernández de la Santa Cruz, textos destacados en la bibliografía de la autora novohispana, pero que, de acuerdo con Tenorio, como muchos otros textos, no sólo deben gozar de fama, sino ser realmente leídos.

El discurso de la espiritualidad dirigida: Antonio Núñez de Miranda, confesor de Sor Juana

El investigador Jorge Gutiérrez Reyna dice que “es muy fácil pensar que en el siglo XVII, sor Juana estaba rodeada de pura gente retrógrada y absolutamente obstruida y misógina”, sin embargo, remarca que tuvo tanto adversarios como aliados a lo largo de toda su vida, “grandes protectores gracias a los cuales hoy se habla de ella”. Tal fue el caso de la Condesa de Paredes. Dentro de los personajes opositores, el más notorio fue Antonio Núñez de Miranda, su padre espiritual, que fue quien al enterarse de que la joven erudita no deseaba contraer matrimonio, le propuso entrar en una orden religiosa, pero que con el paso del tiempo, cuando la escritora cobró mayor relevancia, según escribió el investigador Antonio Alatorre en la Nueva Revista de Filología Hispánica, el confesor comenzó a mirar con malos ojos que su hija espiritual escribiera y que se dedicara al estudio, sobre todo de temas mundanos.

A pesar de que esta investigación realizada en 2001, por María Dolores Bravo Arriaga, académica de Universidad Nacional Autónoma de México, y editada por Alicante, está enfocado en la obra literaria de Núñez de Miranda, resulta un texto nodal para el estudio de las letras, el arte y la cultura virreinal en la Nueva España, contexto en el que sor Juana desarrolló su obra, y para la comprensión del papel que el jesuita desempeñó como confesor y guía espiritual de la monja.

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