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Pequeña Voz, la obra del británico Jim Cartwright, llega al Teatro Milán

La puerta del cuarto de ensayos de Squash 73, en la colonia San Rafael de la Ciudad de México, está cerrada. Pero desde afuera se escucha una potente voz cantar “Big Spender”, de Shirley Bassey. El elenco de Pequeña voz, una obra inglesa escrita por Jim Cartwright, ensaya para su debut de principios de mayo en el Teatro Milán. María Penella, Odiseo Bichir y Karina Gidi dan vida a los protagonistas de esta historia que habla de escuchar a las voces que menos se oyen.

La primera vez que Pequeña voz se puso en escena fue en 1992 en el Royal National Theatre. La producción estuvo nominada a seis premios Olivier, ganó el premio Evening Standard por mejor comedia del año y abrió en Broadway en 1995. Ahora, en los escenarios mexicanos, se dispone a conmover a su público con la nostalgia de la música de décadas pasadas y actuaciones personales.

La historia cuenta la vida de Pequeña Voz, o P.V., una mujer de 24 años que vive ensimismada en los discos que le dejó su padre al morir y que tiene un talento increíble para imitar a las mujeres que protagonizan sus grabaciones, pero no le gusta hablar o cantar en público. Es muy tímida y vive bajo la sombra de una madre a la que describen como un cable sin corriente. “P.V. está siempre callada, nadie la escucha y cree que es porque nadie la entiende y quiere escuchar lo que ella tiene que decir”, dice Penella. Su madre, Mary, interpretada por Karina Gidi, encuentra un nuevo novio cazador de talentos, Ray Say, quien ve en pvuna mina de oro. Su obstáculo principal es convencerla para que cante en público, lo cual resulta en una pelea de convicciones y explotación laboral.

“Tenemos el placer de poder interpretar estos personajes que cuentan historias que son pertinentes y que inmediatamente nos sentimos identificados con ellas y no tienen caducidad. Son para siempre, porque en sus detalles específicos se logra la universalidad”, comenta Bichir, que en interpreta a Ray Say.

Pequeña voz Jim Cartwright

Con una emotiva interpretación de “A mi manera”, de Frank Sinatra, Bichir proyecta la naturaleza de su personaje, un cazatalentos que no ha logrado tener suerte nunca en su vida y sólo le interesa la aprobación de los demás. “Ray Say necesita que crean en él, es un hombre que necesita aprobación, constantemente está pidiéndoles que por favor confíen en él. Mantiene una actitud de ganador aunque nada le ha funcionado. No puede darse el lujo de confesar públicamente que está desesperado”, sigue el actor. Las relaciones entre los personajes demuestran una falta de comunicación esencial. Mary no puede comunicarse con pvdesde que su esposo murió. Ray Say es incapaz de entender a P.V.y siempre le miente a Mary.

Las canciones sirven como diálogos y aparecen cuando las palabras faltan. “Las canciones se han convertido en su voz. Es la forma que encuentra mi personaje de comunicarse con su mamá y con la vecina que son su mundo entero”, comenta Penella. Su voz retumba por todo el cuarto de ensayos, y es todo menos pequeña. “PV un personaje difícil en el sentido de que hay que construir muchas cosas en silencio y con poco contacto visual, y eso es un reto”, continúa la protagonista. Incluso, se ha planteado la posibilidad de que esté en el espectro autista. “No se menciona en el texto como un hecho. Es algo con lo que hemos estado trabajando y que ha estado en el salón de ensayo muy presente”, dice.

Si bien la obra toma como hilo conductor las canciones y tiene un toque de comedia, la puesta en escena, dirigida por Alonso Íñiguez, tiene un trasfondo más serio. La obra es una metáfora adecuada para la situación por la que pasa el país con los casos de denuncia sobre abuso de poder y el movimiento #MeToo. La puesta en escena no sólo es una producción entonada y eléctrica, sino que logra usar su atemporalidad para anclar temas contemporáneos y diversos. Las mujeres de esta obra toman un papel sumiso, callado, y aún las que hacen más ruido, como Mary, están bajo el control, físico y emocional, de los hombres. La historia se enfoca en las relaciones regidas por una dinámica de poder.

“Resulta que la obra es una metáfora de esta mujer que encuentra su verdadera voz a través de ídolos que son mujeres muy fuertes y de ahí se agarra y se impulsa, pero es algo que ella encuentra en sí misma”, finaliza Penella sobre esta obra para cantar, reír y llorar.

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La puerta del cuarto de ensayos de Squash 73, en la colonia San Rafael de la Ciudad de México, está cerrada. Pero desde afuera se escucha una potente voz cantar “Big Spender”, de Shirley Bassey. El elenco de Pequeña voz, una obra inglesa escrita por Jim Cartwright, ensaya para su debut de principios de mayo en el Teatro Milán. María Penella, Odiseo Bichir y Karina Gidi dan vida a los protagonistas de esta historia que habla de escuchar a las voces que menos se oyen.

La primera vez que Pequeña voz se puso en escena fue en 1992 en el Royal National Theatre. La producción estuvo nominada a seis premios Olivier, ganó el premio Evening Standard por mejor comedia del año y abrió en Broadway en 1995. Ahora, en los escenarios mexicanos, se dispone a conmover a su público con la nostalgia de la música de décadas pasadas y actuaciones personales.

La historia cuenta la vida de Pequeña Voz, o P.V., una mujer de 24 años que vive ensimismada en los discos que le dejó su padre al morir y que tiene un talento increíble para imitar a las mujeres que protagonizan sus grabaciones, pero no le gusta hablar o cantar en público. Es muy tímida y vive bajo la sombra de una madre a la que describen como un cable sin corriente. “P.V. está siempre callada, nadie la escucha y cree que es porque nadie la entiende y quiere escuchar lo que ella tiene que decir”, dice Penella. Su madre, Mary, interpretada por Karina Gidi, encuentra un nuevo novio cazador de talentos, Ray Say, quien ve en pvuna mina de oro. Su obstáculo principal es convencerla para que cante en público, lo cual resulta en una pelea de convicciones y explotación laboral.

“Tenemos el placer de poder interpretar estos personajes que cuentan historias que son pertinentes y que inmediatamente nos sentimos identificados con ellas y no tienen caducidad. Son para siempre, porque en sus detalles específicos se logra la universalidad”, comenta Bichir, que en interpreta a Ray Say.

Pequeña voz Jim Cartwright

Con una emotiva interpretación de “A mi manera”, de Frank Sinatra, Bichir proyecta la naturaleza de su personaje, un cazatalentos que no ha logrado tener suerte nunca en su vida y sólo le interesa la aprobación de los demás. “Ray Say necesita que crean en él, es un hombre que necesita aprobación, constantemente está pidiéndoles que por favor confíen en él. Mantiene una actitud de ganador aunque nada le ha funcionado. No puede darse el lujo de confesar públicamente que está desesperado”, sigue el actor. Las relaciones entre los personajes demuestran una falta de comunicación esencial. Mary no puede comunicarse con pvdesde que su esposo murió. Ray Say es incapaz de entender a P.V.y siempre le miente a Mary.

Las canciones sirven como diálogos y aparecen cuando las palabras faltan. “Las canciones se han convertido en su voz. Es la forma que encuentra mi personaje de comunicarse con su mamá y con la vecina que son su mundo entero”, comenta Penella. Su voz retumba por todo el cuarto de ensayos, y es todo menos pequeña. “PV un personaje difícil en el sentido de que hay que construir muchas cosas en silencio y con poco contacto visual, y eso es un reto”, continúa la protagonista. Incluso, se ha planteado la posibilidad de que esté en el espectro autista. “No se menciona en el texto como un hecho. Es algo con lo que hemos estado trabajando y que ha estado en el salón de ensayo muy presente”, dice.

Si bien la obra toma como hilo conductor las canciones y tiene un toque de comedia, la puesta en escena, dirigida por Alonso Íñiguez, tiene un trasfondo más serio. La obra es una metáfora adecuada para la situación por la que pasa el país con los casos de denuncia sobre abuso de poder y el movimiento #MeToo. La puesta en escena no sólo es una producción entonada y eléctrica, sino que logra usar su atemporalidad para anclar temas contemporáneos y diversos. Las mujeres de esta obra toman un papel sumiso, callado, y aún las que hacen más ruido, como Mary, están bajo el control, físico y emocional, de los hombres. La historia se enfoca en las relaciones regidas por una dinámica de poder.

“Resulta que la obra es una metáfora de esta mujer que encuentra su verdadera voz a través de ídolos que son mujeres muy fuertes y de ahí se agarra y se impulsa, pero es algo que ella encuentra en sí misma”, finaliza Penella sobre esta obra para cantar, reír y llorar.

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La puerta del cuarto de ensayos de Squash 73, en la colonia San Rafael de la Ciudad de México, está cerrada. Pero desde afuera se escucha una potente voz cantar “Big Spender”, de Shirley Bassey. El elenco de Pequeña voz, una obra inglesa escrita por Jim Cartwright, ensaya para su debut de principios de mayo en el Teatro Milán. María Penella, Odiseo Bichir y Karina Gidi dan vida a los protagonistas de esta historia que habla de escuchar a las voces que menos se oyen.

La primera vez que Pequeña voz se puso en escena fue en 1992 en el Royal National Theatre. La producción estuvo nominada a seis premios Olivier, ganó el premio Evening Standard por mejor comedia del año y abrió en Broadway en 1995. Ahora, en los escenarios mexicanos, se dispone a conmover a su público con la nostalgia de la música de décadas pasadas y actuaciones personales.

La historia cuenta la vida de Pequeña Voz, o P.V., una mujer de 24 años que vive ensimismada en los discos que le dejó su padre al morir y que tiene un talento increíble para imitar a las mujeres que protagonizan sus grabaciones, pero no le gusta hablar o cantar en público. Es muy tímida y vive bajo la sombra de una madre a la que describen como un cable sin corriente. “P.V. está siempre callada, nadie la escucha y cree que es porque nadie la entiende y quiere escuchar lo que ella tiene que decir”, dice Penella. Su madre, Mary, interpretada por Karina Gidi, encuentra un nuevo novio cazador de talentos, Ray Say, quien ve en pvuna mina de oro. Su obstáculo principal es convencerla para que cante en público, lo cual resulta en una pelea de convicciones y explotación laboral.

“Tenemos el placer de poder interpretar estos personajes que cuentan historias que son pertinentes y que inmediatamente nos sentimos identificados con ellas y no tienen caducidad. Son para siempre, porque en sus detalles específicos se logra la universalidad”, comenta Bichir, que en interpreta a Ray Say.

Pequeña voz Jim Cartwright

Con una emotiva interpretación de “A mi manera”, de Frank Sinatra, Bichir proyecta la naturaleza de su personaje, un cazatalentos que no ha logrado tener suerte nunca en su vida y sólo le interesa la aprobación de los demás. “Ray Say necesita que crean en él, es un hombre que necesita aprobación, constantemente está pidiéndoles que por favor confíen en él. Mantiene una actitud de ganador aunque nada le ha funcionado. No puede darse el lujo de confesar públicamente que está desesperado”, sigue el actor. Las relaciones entre los personajes demuestran una falta de comunicación esencial. Mary no puede comunicarse con pvdesde que su esposo murió. Ray Say es incapaz de entender a P.V.y siempre le miente a Mary.

Las canciones sirven como diálogos y aparecen cuando las palabras faltan. “Las canciones se han convertido en su voz. Es la forma que encuentra mi personaje de comunicarse con su mamá y con la vecina que son su mundo entero”, comenta Penella. Su voz retumba por todo el cuarto de ensayos, y es todo menos pequeña. “PV un personaje difícil en el sentido de que hay que construir muchas cosas en silencio y con poco contacto visual, y eso es un reto”, continúa la protagonista. Incluso, se ha planteado la posibilidad de que esté en el espectro autista. “No se menciona en el texto como un hecho. Es algo con lo que hemos estado trabajando y que ha estado en el salón de ensayo muy presente”, dice.

Si bien la obra toma como hilo conductor las canciones y tiene un toque de comedia, la puesta en escena, dirigida por Alonso Íñiguez, tiene un trasfondo más serio. La obra es una metáfora adecuada para la situación por la que pasa el país con los casos de denuncia sobre abuso de poder y el movimiento #MeToo. La puesta en escena no sólo es una producción entonada y eléctrica, sino que logra usar su atemporalidad para anclar temas contemporáneos y diversos. Las mujeres de esta obra toman un papel sumiso, callado, y aún las que hacen más ruido, como Mary, están bajo el control, físico y emocional, de los hombres. La historia se enfoca en las relaciones regidas por una dinámica de poder.

“Resulta que la obra es una metáfora de esta mujer que encuentra su verdadera voz a través de ídolos que son mujeres muy fuertes y de ahí se agarra y se impulsa, pero es algo que ella encuentra en sí misma”, finaliza Penella sobre esta obra para cantar, reír y llorar.

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La puerta del cuarto de ensayos de Squash 73, en la colonia San Rafael de la Ciudad de México, está cerrada. Pero desde afuera se escucha una potente voz cantar “Big Spender”, de Shirley Bassey. El elenco de Pequeña voz, una obra inglesa escrita por Jim Cartwright, ensaya para su debut de principios de mayo en el Teatro Milán. María Penella, Odiseo Bichir y Karina Gidi dan vida a los protagonistas de esta historia que habla de escuchar a las voces que menos se oyen.

La primera vez que Pequeña voz se puso en escena fue en 1992 en el Royal National Theatre. La producción estuvo nominada a seis premios Olivier, ganó el premio Evening Standard por mejor comedia del año y abrió en Broadway en 1995. Ahora, en los escenarios mexicanos, se dispone a conmover a su público con la nostalgia de la música de décadas pasadas y actuaciones personales.

La historia cuenta la vida de Pequeña Voz, o P.V., una mujer de 24 años que vive ensimismada en los discos que le dejó su padre al morir y que tiene un talento increíble para imitar a las mujeres que protagonizan sus grabaciones, pero no le gusta hablar o cantar en público. Es muy tímida y vive bajo la sombra de una madre a la que describen como un cable sin corriente. “P.V. está siempre callada, nadie la escucha y cree que es porque nadie la entiende y quiere escuchar lo que ella tiene que decir”, dice Penella. Su madre, Mary, interpretada por Karina Gidi, encuentra un nuevo novio cazador de talentos, Ray Say, quien ve en pvuna mina de oro. Su obstáculo principal es convencerla para que cante en público, lo cual resulta en una pelea de convicciones y explotación laboral.

“Tenemos el placer de poder interpretar estos personajes que cuentan historias que son pertinentes y que inmediatamente nos sentimos identificados con ellas y no tienen caducidad. Son para siempre, porque en sus detalles específicos se logra la universalidad”, comenta Bichir, que en interpreta a Ray Say.

Pequeña voz Jim Cartwright

Con una emotiva interpretación de “A mi manera”, de Frank Sinatra, Bichir proyecta la naturaleza de su personaje, un cazatalentos que no ha logrado tener suerte nunca en su vida y sólo le interesa la aprobación de los demás. “Ray Say necesita que crean en él, es un hombre que necesita aprobación, constantemente está pidiéndoles que por favor confíen en él. Mantiene una actitud de ganador aunque nada le ha funcionado. No puede darse el lujo de confesar públicamente que está desesperado”, sigue el actor. Las relaciones entre los personajes demuestran una falta de comunicación esencial. Mary no puede comunicarse con pvdesde que su esposo murió. Ray Say es incapaz de entender a P.V.y siempre le miente a Mary.

Las canciones sirven como diálogos y aparecen cuando las palabras faltan. “Las canciones se han convertido en su voz. Es la forma que encuentra mi personaje de comunicarse con su mamá y con la vecina que son su mundo entero”, comenta Penella. Su voz retumba por todo el cuarto de ensayos, y es todo menos pequeña. “PV un personaje difícil en el sentido de que hay que construir muchas cosas en silencio y con poco contacto visual, y eso es un reto”, continúa la protagonista. Incluso, se ha planteado la posibilidad de que esté en el espectro autista. “No se menciona en el texto como un hecho. Es algo con lo que hemos estado trabajando y que ha estado en el salón de ensayo muy presente”, dice.

Si bien la obra toma como hilo conductor las canciones y tiene un toque de comedia, la puesta en escena, dirigida por Alonso Íñiguez, tiene un trasfondo más serio. La obra es una metáfora adecuada para la situación por la que pasa el país con los casos de denuncia sobre abuso de poder y el movimiento #MeToo. La puesta en escena no sólo es una producción entonada y eléctrica, sino que logra usar su atemporalidad para anclar temas contemporáneos y diversos. Las mujeres de esta obra toman un papel sumiso, callado, y aún las que hacen más ruido, como Mary, están bajo el control, físico y emocional, de los hombres. La historia se enfoca en las relaciones regidas por una dinámica de poder.

“Resulta que la obra es una metáfora de esta mujer que encuentra su verdadera voz a través de ídolos que son mujeres muy fuertes y de ahí se agarra y se impulsa, pero es algo que ella encuentra en sí misma”, finaliza Penella sobre esta obra para cantar, reír y llorar.

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La primera vez que Pequeña voz se puso en escena fue en 1992 en el Royal National Theatre. La producción estuvo nominada a seis premios Olivier, ganó el premio Evening Standard por mejor comedia del año y abrió en Broadway en 1995. Ahora, en los escenarios mexicanos, se dispone a conmover a su público con la nostalgia de la música de décadas pasadas y actuaciones personales.

La historia cuenta la vida de Pequeña Voz, o P.V., una mujer de 24 años que vive ensimismada en los discos que le dejó su padre al morir y que tiene un talento increíble para imitar a las mujeres que protagonizan sus grabaciones, pero no le gusta hablar o cantar en público. Es muy tímida y vive bajo la sombra de una madre a la que describen como un cable sin corriente. “P.V. está siempre callada, nadie la escucha y cree que es porque nadie la entiende y quiere escuchar lo que ella tiene que decir”, dice Penella. Su madre, Mary, interpretada por Karina Gidi, encuentra un nuevo novio cazador de talentos, Ray Say, quien ve en pvuna mina de oro. Su obstáculo principal es convencerla para que cante en público, lo cual resulta en una pelea de convicciones y explotación laboral.

“Tenemos el placer de poder interpretar estos personajes que cuentan historias que son pertinentes y que inmediatamente nos sentimos identificados con ellas y no tienen caducidad. Son para siempre, porque en sus detalles específicos se logra la universalidad”, comenta Bichir, que en interpreta a Ray Say.

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Con una emotiva interpretación de “A mi manera”, de Frank Sinatra, Bichir proyecta la naturaleza de su personaje, un cazatalentos que no ha logrado tener suerte nunca en su vida y sólo le interesa la aprobación de los demás. “Ray Say necesita que crean en él, es un hombre que necesita aprobación, constantemente está pidiéndoles que por favor confíen en él. Mantiene una actitud de ganador aunque nada le ha funcionado. No puede darse el lujo de confesar públicamente que está desesperado”, sigue el actor. Las relaciones entre los personajes demuestran una falta de comunicación esencial. Mary no puede comunicarse con pvdesde que su esposo murió. Ray Say es incapaz de entender a P.V.y siempre le miente a Mary.

Las canciones sirven como diálogos y aparecen cuando las palabras faltan. “Las canciones se han convertido en su voz. Es la forma que encuentra mi personaje de comunicarse con su mamá y con la vecina que son su mundo entero”, comenta Penella. Su voz retumba por todo el cuarto de ensayos, y es todo menos pequeña. “PV un personaje difícil en el sentido de que hay que construir muchas cosas en silencio y con poco contacto visual, y eso es un reto”, continúa la protagonista. Incluso, se ha planteado la posibilidad de que esté en el espectro autista. “No se menciona en el texto como un hecho. Es algo con lo que hemos estado trabajando y que ha estado en el salón de ensayo muy presente”, dice.

Si bien la obra toma como hilo conductor las canciones y tiene un toque de comedia, la puesta en escena, dirigida por Alonso Íñiguez, tiene un trasfondo más serio. La obra es una metáfora adecuada para la situación por la que pasa el país con los casos de denuncia sobre abuso de poder y el movimiento #MeToo. La puesta en escena no sólo es una producción entonada y eléctrica, sino que logra usar su atemporalidad para anclar temas contemporáneos y diversos. Las mujeres de esta obra toman un papel sumiso, callado, y aún las que hacen más ruido, como Mary, están bajo el control, físico y emocional, de los hombres. La historia se enfoca en las relaciones regidas por una dinámica de poder.

“Resulta que la obra es una metáfora de esta mujer que encuentra su verdadera voz a través de ídolos que son mujeres muy fuertes y de ahí se agarra y se impulsa, pero es algo que ella encuentra en sí misma”, finaliza Penella sobre esta obra para cantar, reír y llorar.

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La primera vez que Pequeña voz se puso en escena fue en 1992 en el Royal National Theatre. La producción estuvo nominada a seis premios Olivier, ganó el premio Evening Standard por mejor comedia del año y abrió en Broadway en 1995. Ahora, en los escenarios mexicanos, se dispone a conmover a su público con la nostalgia de la música de décadas pasadas y actuaciones personales.

La historia cuenta la vida de Pequeña Voz, o P.V., una mujer de 24 años que vive ensimismada en los discos que le dejó su padre al morir y que tiene un talento increíble para imitar a las mujeres que protagonizan sus grabaciones, pero no le gusta hablar o cantar en público. Es muy tímida y vive bajo la sombra de una madre a la que describen como un cable sin corriente. “P.V. está siempre callada, nadie la escucha y cree que es porque nadie la entiende y quiere escuchar lo que ella tiene que decir”, dice Penella. Su madre, Mary, interpretada por Karina Gidi, encuentra un nuevo novio cazador de talentos, Ray Say, quien ve en pvuna mina de oro. Su obstáculo principal es convencerla para que cante en público, lo cual resulta en una pelea de convicciones y explotación laboral.

“Tenemos el placer de poder interpretar estos personajes que cuentan historias que son pertinentes y que inmediatamente nos sentimos identificados con ellas y no tienen caducidad. Son para siempre, porque en sus detalles específicos se logra la universalidad”, comenta Bichir, que en interpreta a Ray Say.

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“Resulta que la obra es una metáfora de esta mujer que encuentra su verdadera voz a través de ídolos que son mujeres muy fuertes y de ahí se agarra y se impulsa, pero es algo que ella encuentra en sí misma”, finaliza Penella sobre esta obra para cantar, reír y llorar.

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