En una era posthumanista, en la que una parte significativa de la información de muchos seres humanos se encuentra expandida en soportes tecnológicos, ¿cuál será el rasgo característico de la vida, lo que la define como tal, y hasta dónde comprendemos su inherente linde con la tecnología?
Para Amor Muñoz, artista mexicana, la aproximación a estas reflexiones es abstracta. Y de eso va Hybrida, una serie de bioesculturas que interconectan procesos vivos y técnicos. Dentro de un estómago de cristal, una colonia simbiótica de bacterias y levaduras (SCOBY, por sus siglas en inglés) origina un proceso de fermentación constante. Al interior de estas membranas bacterianas se encuentra un injerto de microchip, diseñado para su identificación por radiofrecuencia, lo que asigna una identidad digital a cada una de las hybridas. La actividad metabólica de la SCOBY se traduce en datos informáticos y, mediante sensores de CO² y pH, también se expresa en sonidos gástricos. Esta instalación se presentó al público en 2021 en el Museo Universitario Arte Contemporáneo, en la Ciudad de México. La segunda evolución se exhibirá en septiembre en el Centro de Cultura Digital, como parte de la exposición “Vendrán lluvias suaves”.