Tennessee Williams: El escritor que luchó contra el machismo - Gatopardo
Escena

Letras contra el machismo

Recordamos la vida y obra de Tennesse Williams, a 36 años de su trágico deceso.

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Al igual que muchos hombres homosexuales nacidos a finales del siglo XIX, Thomas Lanier Williams III tuvo que enfrentarse constantemente al machismo que imperaba en la sociedad americana. Por un lado con su padre, quien en repetidas ocasiones lo crítico por su débil complexión –producto de un grave caso de difteria que casi acaba con su vida– y por otro el de su país, que lo consideró indigno de representar a su patria en combate dada su homosexualidad, catalogada dentro de un expediente psiquiátrico.

Por eso, no resulta extraño que Williams, nacido el 26 de marzo de 1911 en Columbus, Mississippi, decidiera convertir al machismo americano en uno de los grandes temas abordados en su obra, firmada y conocida mundialmente bajo el nuevo nombre con el que el autor comenzó una vida diferente a la que parecía estar destinado: Tennessee Williams.

Claro que, el camino para que Williams pudiera dedicarse a la escritura dramática no fue cosa fácil, especialmente por las condiciones que sorteó a lo largo de su vida. Creció en un hogar fragmentado en el que su padre, el vendedor de zapatos Cornelius Coffin Williams se mantenía lejos de casa gracias a su adicción al juego y su alcoholismo, el cuál detonaba en él una violenta conducta que sólo crecía conforme sus hijos –Thomas, Rose y Walter– iban creciendo. En 1918, CC Williams, como conocían al vendedor, consiguió un trabajo que necesitó que toda la familia se mudara a St. Louis, Missouri, donde Williams cursaría sus primeros años de enseñanza.

Ese mismo año, el pequeño Thomas Williams contrajo un severo caso de difteria que lo obligó a mantenerse en cama por casi un año. Su madre entonces le regaló una máquina de escribir con la que esperaba pudiera recuperar al menos un poco de la libertad que su enfermedad le había atraído. A pesar de ser periodo difícil, Williams lo sobrellevó con la escritura. Esto rendiría frutos a los 16 años, cuando fue reconocido con el tercer lugar de un concurso de ensayos promovido por la revista Smart Set con el texto “¿Puede una buena esposa ser una buena amiga?” (Can a Good Wife Be a Good Sport?). El premio, de tan sólo cinco dólares, fue suficiente para que el ahora escritor continuara con su pasión. Un año después, Williams publicó su historia “La venganza de Nitocris (The Vengeance of Nitocris) en el número de agosto de 1928 de la revista Weird Tales.

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Tennessee Williams en su juventud – Fotografía: The University of the South / Tennessee Williams State

En 1929, Williams ingresó a la Universidad de Missouri para estudiar periodismo. Sin embargo, su pasión lo llevaría a interesarse por la literatura, más que por el oficio periodístico. Escribió poesía, cuentos, ensayos y lo que serían sus primeras obras de teatro. En la universidad, Williams se enroló con miembros de la fraternidad Alpha Tau Omega, de quienes sólo obtuvo un apodo que lo acompañaría por el resto de su vida. A partir de ese momento, Thomas era Tennessee Williams.

Otra de las pruebas que el escritor tuvo que superar fue rechazo de su padre. En 1931, CC Williams obligó a su hijo a abandonar la universidad y lo metió a trabajar a la fábrica de zapatos donde él laboraba. Williams, convencido de que esa no era la vida que quería, se puso como meta escribir una historia a la semana, lo que lo mantendría activo. “Tom iba a su recámara con un café negro y cigarros y yo podía escuchar el sonido de las teclas de su máquina de escribir rompiendo con el silencio de la noche. Algunas mañanas, cuando iba a levantarlo para evitar que llegara tarde al trabajo, lo encontraba completamente dormido en su cama, tan cansado que no había tenido la energía para quitarse la ropa”, dijo en alguna ocasión su madre. Los constantes desvelos, la irritabilidad de su trabajo y la impotencia por no poder dedicarse a lo que realmente amaba hizo que Williams sufriera un colapso nervioso en su cumpleaños 24. Además de que eso lo motivó a dejar su trabajo, en el que se notaba infeliz, también lo inspiró para el personaje principal de una de sus más importantes obras.

Durante los últimos años de la década de los treinta, Tennessee Williams hizo todo lo que había que hacer para poder dedicarse enteramente a la dramaturgia. En 1936 se inscribió en la Universidad de Washington; en 1937 fue transferido a la Universidad de Iowa y en 1938 se licenció en Filosofía y Letras. Para el inicio de los cuarenta, Williams ya se había trasladado a Nueva York –con los casi 1000 dólares de premio que había recibido de la Fundación Rockefeller en reconocimiento a su obra Battle of Angels– para continuar con sus estudios escénicos. El premio de la fundación también atrajo la atención de un grupo de inversionistas cinematográficos y teatrales, quienes comenzaron a manifestar interés en el trabajo de Williams.

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Tennessee Williams recibiendo un premio de manos de Walter F. Kerr – Fotografía: The University of the South / Tennessee Williams State

En 1944, el estudio de cine Metro Goldwyn Mayer le ofreció un contrato como escritor en el que le garantizaba un sueldo de 250 dólares a la semana por seis meses. Williams aceptó y durante ese tiempo desarrolló su primera gran obra, El zoológico de cristal (The Glass Menagerie), por la que recibió el aclamo de la prensa neoyorquina. La pieza, en la que se abordaba la frágil relación de una familia sureña, estrenó en Broadway el 31 de marzo de 1945, protagonizada por Laurette Taylor y Julie Haydon. Aunque la pieza teatral significó la gran entrada del dramaturgo al mundo del teatro, el éxito obtenido no se compararía con los resultados de su siguiente trabajo.

Dos años después de su debut en Broadway, Williams estrenó Un tranvía llamado Deseo (A Streetcar Named Desire), una interesante pieza teatral en el que narraba la decadencia de Blanche DuBois, una aristócrata sureña que se obligada a refugiarse en la casa de su hermana tras caer en la miseria. Al llegar al hogar, DuBois se encuentra con Stanley Kowalski, un inmigrante obrero cuya presencia comienza a volverse peligrosa para todos. La pieza, considerada una de las grandes obras de la dramaturga estadounidense, abordaba muchos de los temas que habían perseguido al autor a lo largo de su vida, desde el machismo tóxico en la sociedad y la irrupción de la clase proletaria en la sociedad americana, hasta la locura que él experimentó en su juventud y que llenó de matices a la señora DuBois conforme la obra se acercaba a su final. “Si la escritura es honesta, no puede ir separada del hombre que la ha escrito”, declaró el autor posteriormente.

Un tranvía llamado Deseo, dirigida por Elia Kazan y protagonizada por Jessica Tandy, Kim Hunter, Karl Malden y, un aún desconocido, Marlon Brando, fue reconocida con dos premios Tony y el prestigioso Premio Pulitzer. A partir de ahí, Williams comenzó una década de gracia en la que estrenó siete obras –Summer and Smoke (1948), La rosa tatuada (The Rose Tattoo, 1951), Camino Real (1953), La gata sobre el tejado caliente (Cat on a Hot Tin Roof, 1955), La caída de Orfeo (Orpheus Descending, 1957), Garden District (1958) y Dulce Pájaro de Juventud (Sweet Bird of Youth, 1959)– y ganó otros dos premios Pulitzer, tres premios del Círculo de Críticos Dramáticos de Nueva York y un Tony.

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Escena del montaje de Un tranvía llamado Deseo – Fotografía: American Theatre Wing

La llegada de muchas de sus obras al cine también potencializaron su influencia en la cultura popular estadounidense de los años cincuenta y principios de los sesenta. Desafortundamente, su grandeza comenzaría a desdibujarse gracias a su adicción al alcohol y la depresión causada por la muerte de su pareja, el actor Frank Merlo, lo que incrementó su consumo de sustancias prohibidas. En los siguientes años, el autor presentó siete piezas teatrales más, entre ellas In the Bar of a Tokyo Hotel (1969) y The Red Devil Battery Sign (1976), que recibieron malas críticas y un pésimo comportamiento en taquilla. En 1982, un disminuido Tennessee Williams estrenó su última obra A House Not Meant To Stand, que sólo duró cuarenta representaciones en un mediano teatro de Chicago.

Sumido en la depresión, Williams se cerró al mundo. Aparentemente dejó de escribir y los productores teatrales de Nueva York y Chicago dejaron de buscarlo. La historia de Tennessee Williams llegaría a su fin el 25 de febrero de 1983. Ese día un trabajador del Hotel Elysée de Nueva York lo encontró en el piso de su habitación. De acuerdo con el reporte del forense, el escritor de 71 años murió atragantado con el tapón de un envase de gotas para los ojos que intentó abrir con los dientes. A pesar de que en vida pidió ser enterrado junto al mar, Williams descansa en el mismo lugar que una de sus grandes influencias, el poeta Hart Crane, quien, al igual que muchos hombres homosexuales nacidos a finales del siglo XIX, Thomas Lanier Williams III tuvo que enfrentarse constantemente al machismo que imperaba en la sociedad americana.

* Fotografía de portada: ACT Theatre


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