Me gusta ir a lugares nuevos que me sorprendan. Y no siempre están a la vuelta para ir caminando. La Ciudad de México suele ser un caos, pero mi vehículo me lleva por los mejores caminos con su navegador para llegar a tiempo. Y en medio del tráfico, sólo oigo mi música.

Así llegué a Frëims. Un lindo café en el corazón de la Condesa pero con un extra: su ambiente cultural. Tiene una propuesta muy curiosa: el pan de sus sándwiches se asemeja a un waffle y lo hacen ahí mismo. En el fondo hay un jardín donde suena muy buena música. Aunque está en una de las zonas más transitadas de la ciudad, es una especie de oasis donde los pájaros visitan los árboles en la terraza de Frëims o tomando agua de su fuente. Alrededor hay bancas de madera, y los comensales comen o leen con tranquilidad. Desde la entrada puedes consultar libros en venta. Hay un poco de todo, desde filosofía hasta literatura. Como por ejemplo algunos de Kazuo Ishiguro, el premio Nobel de Literatura este año.

Aún hay más. Lo que me gusta mucho de Frëims son sus discos. Mi vida se define con la música que oigo cada día y que me toca escuchar tanto en mi Buick Enclave, que tiene un sistema de sonido con 10 bocinas. Se oye impresionante. En contraste, en Frëims tienen un tocadiscos lo cual lo hace divertido para ir a comer, leer y escuchar con calma en medio de la imparable Condesa.

Compré comida para llevar y un par de discos: uno de Chemical Brothers y otro Patty Smith. También libros que siempre serán el mejor regalo. Por suerte, mi camioneta tiene un sensor que me abre la cajuela: solo deslizas el pie por debajo y te evitas hacer malabares con tus manos llenas.

Recorrer la Ciudad de México para llegar a mis citas y lugares favoritos es imprescindible para mí. El trayecto también tiene que ser disfrutable. Así deben ser esos momentos: de lujo a cada instante.