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Ayer, un día antes del 8 de marzo (8M), el señor presidente decidió utilizar la conferencia mañanera para afirmar que detrás de las marchas feministas hay “grupos con otros fines políticos” que pretenden vandalizar el Palacio Nacional y la Catedral para “proyectar la imagen de un México en llamas” porque están en contra de su gestión. No es la primera vez que López Obrador usa ese espacio para criminalizar el movimiento de las mujeres y negar los datos que presentan las feministas, pero ¿por qué es grave que lo haga?
Para empezar, porque el presidente insiste en una postura que ya es clara en su gobierno y que las feministas hemos denunciado reiteradamente: la negación de la violencia contra las mujeres y, con ésta, la desaparición de las políticas para combatirla. Al hacer ambas cosas, nos pone en riesgo.
La violencia contra las mujeres en México se ha incrementado y la pandemia de covid no la redujo. Sucedió lo contrario. El encierro fue como una lupa que magnificó los problemas que nos aquejan: las violencias contra ellas aumentaron, porque muchas pasaron más tiempo en casa con su violentador, y la crisis de cuidados que ocurrió cuando cerraron las escuelas derivó en el desempleo para otras tantas.*
Un ejemplo del contraste entre los datos que presentamos las feministas y los que dice tener el presidente López Obrador está en la violencia contra las mujeres dentro del hogar. Según la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares de 2016, el 42% de las mujeres casadas reportó sufrir o haber sufrido violencia de parte de sus parejas. Además, de acuerdo con Data Cívica, basándose en datos del Inegi, en 2020 la tasa de homicidios dolosos de mujeres fue de 5.8 por cada cien mil mujeres. Es la segunda tasa más alta desde que tenemos registro, sólo después de 2019, cuando fue de 5.9. Asimismo, el crecimiento de los asesinatos de mujeres en el hogar muestra un crecimiento gradual.
Lo anterior no sorprende cuando se observa cuánto se incrementaron las llamadas al 911. De acuerdo con Intersecta, en abril de 2020 se registró un total de 103,117 llamadas relacionadas con violencia sexual, familiar y contra las mujeres, un promedio de 143 llamadas por hora. Al comparar ese número con el de años anteriores, se puede ver que abril de 2020 fue el mes con más llamadas de este tipo. Contra los datos de las feministas, el presidente salió el 15 de mayo de 2020 a decir que nueve de cada diez llamadas eran falsas.
En EQUIS Justicia para las Mujeres nos preocupó mucho esa declaración porque el presidente estaba enviando el mensaje de que las mujeres víctimas de violencia eran unas mentirosas. Solicitamos información sobre la fuente que debió haber usado López Obrador para sostener lo dicho. La respuesta de la Oficina de Comunicación de la Presidencia fue declarar su notoria incompetencia. Entonces apelamos la decisión ante el Instituto Nacional de Acceso a la Información y la Presidencia de la República admitió que el 86% de las llamadas eran improcedentes. ¿Qué quiere decir eso? Entre otras explicaciones, que hay llamadas mudas o incompletas, lo que tiene lógica: las mujeres están encerradas con su agresor, si él entra a la habitación donde ella hace la llamada, tiene que colgar. A pesar de ello, hemos visto que el mensaje de “las llamadas son falsas” se replica por funcionarios y funcionarias para desacreditar los datos del 911 y las declaraciones de las víctimas.
El presidente no se queda en la negación del problema, además desapareció políticas que garantizaban los derechos de las mujeres, pese a que tomó décadas consolidarlas. En cambio, anuncia, habrá transferencias directas para sustituirlas (se ha discutido si hacerlo es parte del ingreso mínimo universal; no sería un problema si no sustituyeran las políticas públicas). Por lo tanto, en lugar de abordar las causas, crea un sistema asistencialista, dependiente y clientelar.
Otro ejemplo es la crisis de cuidados que ya mencioné y que también contribuye a la violencia doméstica. El confinamiento causó que muchas mujeres terminaran desempleadas por la imposibilidad de cubrir ambos roles. En México las mujeres dedican 90% más tiempo al trabajo de cuidados que los hombres y las que son madres lo hacen en mayor proporción: ellas dedican 53 horas a la semana a los trabajos de cuidado (doce horas más que las mujeres sin hijas e hijos y veinticinco horas más que los hombres).
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Al respecto, un informe de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, titulado “La autonomía económica de las mujeres en la recuperación sostenible y con igualdad”, muestra que la fuerte contracción económica está afectando negativamente la ocupación laboral y aumentando la precarización de las condiciones de empleo en la región. En el caso de las mujeres, hay un retroceso de más de diez años en su participación en el mercado laboral.
Ante esto, el presidente López Obrador, en lugar de abordar la crisis, ha tomado decisiones para desmantelar el sistema de cuidados, en contra de las recomendaciones de las feministas. En 2019 decidió reducir a la mitad el programa de estancias infantiles que permitía a las madres trabajadoras dejar a sus hijas e hijos en esas instalaciones. La medida que tomó ha dificultado la incorporación laboral de las madres. Su gobierno, en cambio, entrega 1,600 pesos a madres y padres de familia para que decidan si pagan guarderías o a algún familiar para que cuide a sus hijos, pero no a las estancias infantiles porque se descubrieron informes alterados y otras irregularidades. Las feministas respondimos que puede haber irregularidades, pero el programa de estancias infantiles es sumamente importante: había que mejorar los controles, no desaparecerlo, porque era parte de un sistema de cuidados.
No paró ahí. Tan sólo hace unos días la Secretaría de Educación Pública eliminó definitivamente las escuelas de tiempo completo de sus reglas de operación. Esas escuelas eran fundamentales para la incorporación laboral de las madres. No sólo les permitía tener más tiempo para trabajar, también reducían el trabajo de cuidado y los costos, pues ahí alimentaban a las niñas y los niños. Al igual que en el punto anterior, en la mañanera el presidente declaró que se darán transferencias directas para contrarrestar este recorte.
Diferentes organizaciones y feministas hemos advertido la gravedad de esta decisión: se sigue desmantelando el sistema de cuidados. Lamentablemente, ya sabemos que no nos escucharán. Así ha sucedido desde que López Obrador tomó el cargo.
Un ejemplo más son los homicidios en el espacio público. Según Data Cívica, a partir de datos del Inegi, desde 2009 los homicidios de mujeres en el espacio público superan a los que ocurren en las viviendas. Es un fenómeno que tiene lógica: se ha incrementado la violencia en México con el crimen organizado y la militarización, desde que empezó la guerra contra las drogas. Las mujeres vivimos en un país con esa violencia, es natural que nos afecte.
Un ejemplo más es la desaparición de las mujeres. De nuevo, según Data Cívica, con datos del Inegi, a partir de 2007 las desapariciones de mujeres en México se dispararon. De 2006 a 2007 la cifra pasó de 242 desaparecidas a 1,429. De 2000 a 2020 desaparecieron 69,363 mujeres en total. Las que desaparecen son más jóvenes en comparación con los hombres que también desaparecen. Las adolescentes de entre diez y diecinueve años representan el 58% de las desaparecidas entre 2000 y 2020; los hombres adolescentes representan el 19.1%.
¿Qué hace el presidente López Obrador ante tanta violencia? En contra de su promesa de campaña, que era retirar a los militares, y pese a que declaró el fin de la guerra contra las drogas en su Plan Nacional de Desarrollo, su verdadera respuesta fue aumentar el número de militares en las calles y sus facultades. Cada tanto amanecemos con que las fuerzas armadas tienen una nueva tarea. Se nos ha hecho creer que nos protegen, pero la evidencia muestra lo contrario. De acuerdo con la Encuesta Nacional de Personas Privadas de la Libertad, el 41% de las mujeres entrevistadas y detenidas por la Marina declararon que fueron violadas (en contraste con el 5% de los hombres); lo mismo dijo el 21% de las mujeres detenidas por el Ejército (en contraste con el 5% con los hombres). No hay política de prevención. Las personas que pertenecen a las instituciones que deberían cuidarnos, en realidad, están violando a muchas mujeres.
Todos estos datos prueban que las feministas en México hemos sido ignoradas por las autoridades: no le dan importancia a las violencias que vivimos y, pese a la evidencia, toman decisiones que significan un retroceso en nuestros derechos.
En este contexto ocurre la marcha del 8M de 2022, con vallas en el centro histórico, la presencia de la Marina y la Policía, y la promesa de la jefa de Gobierno de que “no van a reprimir, pero sí contener”. Las autoridades emiten declaraciones confusas –por ejemplo, desaparecen a los granaderos y aparecen policías con las mismas características–. Estamos seguras de que tratarán de enfrentarnos con las policías. Claudia Sheinbaum ha hecho declaraciones tan contradictorias en las últimas semanas que no sabemos si se van a garantizar nuestros derechos en la marcha o si sucederá lo contrario.
Pese a todo, las marchas del 8M alrededor del país prometen ser multitudinarias. De acuerdo con las redes sociales, tienen una gran convocatoria. Como cada año, habrá distintos contingentes que representarán diferentes feminismos. Al respecto, el gran reto de hoy, dentro de los feminismos, son los contingentes transexcluyentes que rechazamos desde el feminismo interseccional. En EQUIS Justicia para las Mujeres formamos parte de un contingente que abraza la diversidad de mujeres. Iremos al 8M en el marco de una campaña que hemos promovido: #SinMiedoASer invita a todas a vivir sus vidas sin miedo, unidas desde distintas opresiones, haciendo que las diferencias fomenten la unidad. Precisamente la unión se vuelve sumamente necesaria en el entorno que estamos viviendo en México.
* Como documentamos en EQUIS Justicia para las Mujeres, Intersecta y la Red Nacional de Refugios, realmente se desataron dos pandemias, la de covid y la de violencia contra las mujeres.
Isabel Erreguerena es codirectora de EQUIS Justicia para las Mujeres.