El virus del ébola. El misterio de los trece gorilas muertos - Gatopardo

Relatos del Ébola. El misterio de los trece gorilas muertos.

Los virus zoonóticos son aquellos que saltan de animales a humanos y producen enfermedades infecciosas. David Quammen recapitula una visita a África central y la investigación de una serie de brotes entre aldeas que ocurrieron en los años noventa. Se trataba del Ébola. Este es un adelanto de Contagio. La evolución de las pandemias (Debate, 2020).

Tiempo de lectura: 22 minutos

No muchos meses después de los sucesos acaecidos en los establos de Vic Rail, se produjo otro contagio, esta vez en África central. A lo largo del curso superior del río Ivindo, al nordeste de Gabón, cerca de la frontera con la República del Congo, yace una pequeña aldea llamada Mayibout 2. Se trata de una especie de asentamiento satélite ubicado a 1.6 kilómetros río arriba de su homónima: la aldea Mayibout. A principios de febrero de 1996 esta comunidad fue azotada por una cadena de eventos terribles y desconcertantes: 18 personas enfermaron repentinamente tras alimentarse de un chimpancé.

Los síntomas incluían fiebre, dolor de cabeza y garganta, ojos inyectados de sangre, vómitos, sangrado de encías, hipo, dolor muscular y diarrea sanguinolenta. Por decisión del jefe del poblado, las dieciocho personas fueron evacuadas río abajo a un hospital de la capital del distrito, un pueblo llamado Makokou. De Mayibout 2 a Makokou hay aproximadamente ochenta kilómetros en línea recta, pero en canoa, por el sinuoso río Ivindo, se trata de un viaje de siete horas. Las embarcaciones con las víctimas a cuestas oscilaban a izquierda y derecha a través de la selva a lo largo del margen del río. Cuatro de las personas evacuadas llegaron moribundas y en dos días habían fallecido. Los cuerpos regresaron a Mayibout 2 y fueron sepultados de acuerdo con los rituales tradicionales, sin tomar ninguna precaución contra lo que fuera que hubiera sido la causa de la muerte. Una quinta víctima escapó del hospital y regresó a la aldea, donde murió. Pronto brotaron nuevos casos entre familiares cercanos y amigos que habían cuidado a las primeras víctimas o manipulado los cuerpos de los fallecidos.  Finalmente enfermaron 31 personas de las cuales murieron 21, por lo que la tasa de letalidad fue del 68 por ciento.

Estas cifras fueron recopiladas por un equipo médico de investigadores que llegó a Mayibout 2 durante el brote, formado por algunos gaboneses y por otros de nacionalidad francesa. Entre ellos se encontraba un vigoroso parisino llamado Eric M. Leroy, virólogo y veterinario que trabajaba en el Centro Internacional de Investigacio- nes Médicas de Franceville (CIRMF, por sus siglas en francés), al sudeste de Gabón. Leroy y sus colegas identificaron la enfermedad del virus del Ébola, y que refleja el hecho de que el sangrado no es esencialmente importante) y dedujeron que el chimpancé sacrificado estaba infectado: “El chimpancé parece ser el primer caso, debido a que infectó a 18 personas en un primer momento”1. Además, descubrieron que el animal no había sido cazado por los habitantes de la aldea, sino que lo habían encontrado muerto en la selva.

Esta era una prueba que requería mayor seguimiento: los chimpancés y los gorilas, como los humanos, eran altamente suceptibles al ébola. Además, dado que el virus les provocaba muertas rápidas y dolorosas, Leroy y los otros investigadores pensaron que no era posible que ni los chimpancés ni los gorilas fueran los huéspedes reservorio, es decir, las criaturas donde habita discretamente el virus durante un largo periodo. En realidad, el chimpancé muerto era una pista. Posiblemente, esta especie de rol ocasional en el que un chimpancé infectado pasa de ser una víctima a ser el transmisor podría ayudar a la identificación del huésped reservorio. ¿Sería un animal grande o uno pequeño con el que los chimpancés tuvieron contacto?

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