Cuando Joaquín del Paso volvió a México tras estudiar cine en Lodz, Polonia, a principios de 2014, su padre fue a recogerlo al aeropuerto. “No traigo coche”, le dijo a su hijo, y se lo llevó caminando a la oficina del empleo que acababa de aceptar, en una empresa de maquinaria de construcción a unos metros de la terminal aérea. Ahí, unos minutos después de haber aterrizado en su ciudad, el joven director descubrió el singular universo que protagonizaría su ópera prima Maquinaria Panamericana. Una cinta que ha tenido un exitoso paso por festivales, estrenada en la Berlinale de 2016 y que ha ganado premios en los festivales de Guadalajara y Guanajuato.

Ese espacio tan vibrante de una fábrica gris inspiró al joven cineasta a escribir el guion de su primer largometraje. Y no sólo eso, se determinó a filmar ahí. “Nos enteramos de que iban a demoler esa fábrica en cuatro meses, así que trabajamos a contrarreloj. Todo el mundo estaba encantado de que al final de esa etapa, que duró muchos años para la compañía, alguien se animara a hacer una película y retratara ese universo, que lo inmortalizara”, relata del Paso. Así, el director puso manos a la obra para concebir una historia que reflejara lo obsoleto y lo nostálgico. “Es un México que ya no existe o que está desapareciendo.”

Maquinaria Panamericana presenta a un grupo de trabajadores en un viernes normal por la mañana: se festeja el cumpleaños de una secretaria con pastel, se discuten los planes del fin de semana…, de pronto, una tragedia cambia el curso del día: el dueño de la compañía ha muerto, el que estuvo pagando la nómina de sus bolsillos a falta de utilidades en el negocio. Ahora no queda nada para ellos. La histeria colectiva se apodera de la situación, por lo que deciden buscar dinero que se puedan repartir, así como defender el inmueble de cobradores bancarios. Un trabajador imparte un curso de superación del duelo con acetatos, mientras otros preparan una bebida alcohólica misteriosa con la loción del dueño. Esa ironía crea una deliciosa comedia oscura.

En la locación, los diversos detalles hacen tan real a la película, de los anticuados cubículos personalizados, el gusto de las secretarias, hasta las imágenes religiosas con luces navideñas con sonido. Esto se suma al ensamble de actores, uno de los pilares de la historia. Y es que Maquinaria Panamericana es una película coral.

“La película agarra profundidad por el simple hecho de esforzarse en hablar sobre un grupo de personas”, dice el director. Esto se logra a partir de una combinación entre actores profesionales y no profesionales. De estos últimos, la mayoría fue descubierto entre los mismos empleados de la empresa que inspiró la película. “Al ser una película coral, como un buen coro, necesitas diferentes voces para que cobre riqueza”, comenta.

Del Paso aborda la pérdida del empleo y la inestabilidad de una comunidad a través de la comedia: “Al hablar de manera ligera podemos hablar de temas más fuertes. Y este pánico colectivo iba a funcionar con un tono que le hiciera contrapunto. Es una película de la gente común”.

Maquinaria Panamericana trata de la promesa de modernidad que nunca se cumplió, y también del México urbano, donde ir a trabajar a una oficina es la columna vertebral de la vida cotidiana. Ésa es una de las cosas que la hace irresistible.