Geometrías sonoras: Kazuya Sakai
Roberto García Hernández
Fotografía de Paulina Figueroa
El Museo de Arte Moderno revisa la obra de Kazuya Sakai, quien experimentó con la pintura abstracta en el México de los años sesenta y setenta.
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Llegó al país como profesor de El Colegio de México en los sesenta; trabajó como programador y conductor de radio, diseñó escenografías, portadas de discos, vestuarios y, sobre todo, fue diseñador y crítico de la revista Plural —creada y dirigida por Octavio Paz—. Asignarle un lugar a Kazuya Sakai en la historia del arte resulta complicado. La obra del artista de origen japonés, nacido en Argentina en 1927, a quien Fernando Gamboa (pionero de la museografía en México) definiera como el introductor del geometrismo en nuestro país, se resiste a las clasificaciones. Porque a lo largo de su obra, dotó a la pintura de intenciones sonoras y buscó una sinestesia entre la pintura, el diseño gráfico y la música.
Para redimensionar la práctica de Sakai, el Museo de Arte Moderno ha organizado “Kazuya Sakai en México (1965-1977) Pintura-diseño-crítica-música”, exposición integrada por más de cien pinturas, dibujos, fotografías y publicaciones que relatan los puentes que él tendió entre disciplinas durante su paso por México. El curador Daniel Garza Usabiaga —el director artístico de Zona Maco— buscó no sólo repasar la obra del pintor, sino abordar la complejidad de su práctica.
“Creo que siempre es un momento oportuno para revisar el trabajo de un artista que no ha sido tan estudiado, discutido o analizado —dice Garza Usabiaga en entrevista para Gatopardo—, porque muchas veces, sobre todo en México, donde no hay una tradición histórica sobre la teorización de la abstracción, generalmente se tiende a decir de la abstracción que es un reflejo de los sentimientos. Entonces la idea era mostrar la complejidad de su producción más allá de la plástica.”
La exposición inicia con su obra desarrollada en su paso por Nueva York en 1963, en la que exploró estrategias cercanas al pop, el informalismo y la pintura de campos de color en cuadros en los que predomina el óleo y el collage. Sin embargo, es en México donde él encontraría su estilo definitivo: colores vibrantes en ágiles composiciones que no eran exclusivas de la pintura, sino que también se manifestaban en el diseño gráfico de la época, como en los trabajos de Vicente Rojo, Pedro Ramírez Vázquez o Lance Wyman.
Bajo esta idea, Sakai creó su obra más conocida: Ondulaciones, una serie de pinturas en las que bandas multicolores serpentean sobre campos de color puro, trazando un camino enredado que el ojo sigue desde un borde del cuadro hasta el otro. La intención de estas piezas no es sólo visual, sino también sonora, a través de fuertes contrastes y el dinamismo de sus franjas de color, además de títulos que aluden a compositores clave del jazz y la música de vanguardia. “Sakai tiende puentes, en este caso con la música. Trata de hacer una pintura que, aunque a simple vista está dirigida totalmente a lo óptico, a la mirada, trata de tender un puente con otra esfera sensorial, que es lo aural. Entonces, todo este tipo de cosas te llevan a pensar en esta preocupación sinestésica”, explica el curador.
Un aspecto clave de la muestra es la idea del geometrismo, término que en su oficialización terminó por oscurecer sus propias obras. “Creo que no hay ningún problema con el término de geometrismo per se, era un término muy general para referirse a muchas prácticas, y lo que en verdad hace particular a esta pintura no es que sea una obra geometrista, sino el hecho de que tiene ciertas preocupaciones conceptuales: trata de tender puentes con otros campos de creatividad.” En 1976, Sakai ya había expuesto en este museo una exhibición sobre geometrismo como una “tendencia actual”.
Lejos de etiquetas, la labor de Garza Usabiaga fue volver a poner sobre la mesa la complejidad del autor bajo un análisis que revisara su práctica en su justa dimensión, ubicando a la práctica pictórica de nuestro país en un fenómeno global. El curador explica: “Era una pintura muy internacional. Esto lo digo en consonancia con la idea de que en los años noventa se dice que el arte mexicano se volvió global, y no es cierto, estaba presente desde los setenta. Aunque aquí se le ponga el término de mexicano, a esta obra yo no le veo el sombrero en ningún lado. Es una pintura realmente en diálogo con las tendencias internacionales de su época, tanto de América Latina como de Estados Unidos”.
Junto con Sakai, el curador señala a artistas como Manuel Felguérez y Vicente Rojo como ejemplos de la pintura de vanguardia. “Creo que ellos son muy interesantes en el sentido de que llevan la pintura hacia nuevos campos, como la música o con estrategias conceptuales. Eran preocupaciones interdisciplinarias que hoy en día se estiman tanto en el arte contemporáneo”, dice.
Así, quizás lo más valioso de revisitar a Sakai, que falleció en Dallas, en 2001, sea redimensionar el curso de la pintura abstracta en México y evidenciar su verdadera importancia para comprender el arte mexicano de hoy.
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