Cáscara de naranja, ciruela pasa, coco tostado, madera y vainilla son los aromas que plagaron el ambiente de Casa Gatopardo mientras se degustaban rones añejos en una cata orquestada por Bacardí. El evento, celebrado al interior de una residencia de los años setenta en Lomas de Chapultepec, tenía el propósito de invitar a sus asistentes a descubrir el estilo de vida que Gatopardo ha encarnado con dedicación desde hace 19 años y, entre pláticas y actividades, permitirles disfrutar de la curaduría hecha por el equipo editorial con lo mejor en autos, lujo, gastronomía y, por supuesto, mixología.
La cata de rones, celebrada a media tarde en una sala de sillones con vista al jardín, después de una exquisita comida y una charla sobre la democracia en México, fue una experiencia que le reveló a los asistentes las complejidades aromáticas y gustativas que ofrece un buen ron añejo.
Óscar Valle, apasionado de la mixología, fue el experto en la historia de rones que introdujo a los asistentes a esta experiencia; y explicó que este tipo de ron ha sido pasado por alto en las barras del mundo en repetidas ocasiones. Su hermano, el ron blanco, es uno de los destilados más populares del planeta y con el que se han canonizado de forma global tragos como la cuba libre y el mojito. Sin embargo, el ron añejo, intenso en sabor pero aterciopelado en textura, es en realidad una joya con una riqueza inimaginable que vale la pena ser apreciada ya sea derecho, en las rocas o en un coctel.
La cata compuesta por una ruta con tres paradas —Bacardí Reserva 8, Gran Reserva 10 y Reserva Limitada— no sólo ayudó a reivindicar el valor del ron añejo, sino que lo hizo relucir en todo su esplendor. El destilado, añejado en barricas de roble durante varios años, de donde obtiene sus fuertes notas aromáticas a madera, y presentado en una copa de cristal que le permite lucir a contraluz su fascinante color ámbar, sorprende por su profundo sabor; uno que va de la frescura de un cítrico a la dulzura de una ciruela madura, pasando por la intensidad de la vainilla, el coco y la melaza.
Al término de la presentación y tras haber recorrido la historia y composición de la gama de rones, que entre más tiempo de añejamiento se vuelven más complejos, Óscar Valle invitó a pasar al jardín para presenciar la preparación de cocteles con ron añejo. Ya sea en la clásica cuba libre o en un sofisticado old fashioned, o en la más reciente creación, el trago Gatopardo, realizado en exclusiva con Bacardí Reserva 8, fresa, jengibre, jugo de limón, miel de maple y prosseco.
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Una degustación de rones añejos.
Cáscara de naranja, ciruela pasa, coco tostado, madera y vainilla son los aromas que plagaron el ambiente de Casa Gatopardo mientras se degustaban rones añejos en una cata orquestada por Bacardí. El evento, celebrado al interior de una residencia de los años setenta en Lomas de Chapultepec, tenía el propósito de invitar a sus asistentes a descubrir el estilo de vida que Gatopardo ha encarnado con dedicación desde hace 19 años y, entre pláticas y actividades, permitirles disfrutar de la curaduría hecha por el equipo editorial con lo mejor en autos, lujo, gastronomía y, por supuesto, mixología.
La cata de rones, celebrada a media tarde en una sala de sillones con vista al jardín, después de una exquisita comida y una charla sobre la democracia en México, fue una experiencia que le reveló a los asistentes las complejidades aromáticas y gustativas que ofrece un buen ron añejo.
Óscar Valle, apasionado de la mixología, fue el experto en la historia de rones que introdujo a los asistentes a esta experiencia; y explicó que este tipo de ron ha sido pasado por alto en las barras del mundo en repetidas ocasiones. Su hermano, el ron blanco, es uno de los destilados más populares del planeta y con el que se han canonizado de forma global tragos como la cuba libre y el mojito. Sin embargo, el ron añejo, intenso en sabor pero aterciopelado en textura, es en realidad una joya con una riqueza inimaginable que vale la pena ser apreciada ya sea derecho, en las rocas o en un coctel.
La cata compuesta por una ruta con tres paradas —Bacardí Reserva 8, Gran Reserva 10 y Reserva Limitada— no sólo ayudó a reivindicar el valor del ron añejo, sino que lo hizo relucir en todo su esplendor. El destilado, añejado en barricas de roble durante varios años, de donde obtiene sus fuertes notas aromáticas a madera, y presentado en una copa de cristal que le permite lucir a contraluz su fascinante color ámbar, sorprende por su profundo sabor; uno que va de la frescura de un cítrico a la dulzura de una ciruela madura, pasando por la intensidad de la vainilla, el coco y la melaza.
Al término de la presentación y tras haber recorrido la historia y composición de la gama de rones, que entre más tiempo de añejamiento se vuelven más complejos, Óscar Valle invitó a pasar al jardín para presenciar la preparación de cocteles con ron añejo. Ya sea en la clásica cuba libre o en un sofisticado old fashioned, o en la más reciente creación, el trago Gatopardo, realizado en exclusiva con Bacardí Reserva 8, fresa, jengibre, jugo de limón, miel de maple y prosseco.
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La cata de rones, celebrada a media tarde en una sala de sillones con vista al jardín, después de una exquisita comida y una charla sobre la democracia en México, fue una experiencia que le reveló a los asistentes las complejidades aromáticas y gustativas que ofrece un buen ron añejo.
Óscar Valle, apasionado de la mixología, fue el experto en la historia de rones que introdujo a los asistentes a esta experiencia; y explicó que este tipo de ron ha sido pasado por alto en las barras del mundo en repetidas ocasiones. Su hermano, el ron blanco, es uno de los destilados más populares del planeta y con el que se han canonizado de forma global tragos como la cuba libre y el mojito. Sin embargo, el ron añejo, intenso en sabor pero aterciopelado en textura, es en realidad una joya con una riqueza inimaginable que vale la pena ser apreciada ya sea derecho, en las rocas o en un coctel.
La cata compuesta por una ruta con tres paradas —Bacardí Reserva 8, Gran Reserva 10 y Reserva Limitada— no sólo ayudó a reivindicar el valor del ron añejo, sino que lo hizo relucir en todo su esplendor. El destilado, añejado en barricas de roble durante varios años, de donde obtiene sus fuertes notas aromáticas a madera, y presentado en una copa de cristal que le permite lucir a contraluz su fascinante color ámbar, sorprende por su profundo sabor; uno que va de la frescura de un cítrico a la dulzura de una ciruela madura, pasando por la intensidad de la vainilla, el coco y la melaza.
Al término de la presentación y tras haber recorrido la historia y composición de la gama de rones, que entre más tiempo de añejamiento se vuelven más complejos, Óscar Valle invitó a pasar al jardín para presenciar la preparación de cocteles con ron añejo. Ya sea en la clásica cuba libre o en un sofisticado old fashioned, o en la más reciente creación, el trago Gatopardo, realizado en exclusiva con Bacardí Reserva 8, fresa, jengibre, jugo de limón, miel de maple y prosseco.
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