Con glitter precioso, Juan Gabriel

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El 28 de agosto de 2016 murió Juan Gabriel, el divo de Juárez. Su voz rompió con el estereotipo del mariachi gallardo y macho a mediados de los años setenta; era la voz del mexicano que permitía mostrarse dolido.

Texto de
Fotografía de
Realización de
Ilustración de
Traducción de

Nos gustan las de Juan Gabriel. Sí, muchos lo hemos asegurado. Nos sabemos al menos una que otra, las tarareamos y las bailamos ya entrados en la fiesta. Los mexicanos lo hemos hecho durante años. Su voz rompió con el estereotipo del mariachi gallardo y macho a mediados de los años setenta; era la voz del mexicano que permitía mostrarse dolido y enamorado cuando salía cantando en la televisión vestido con lentejuelas y levantando vuelo.

Juan Gabriel pudo contra la homofobia nacional, porque a pesar de que se le imitaba quebrando la voz, sus canciones han sonado por las calles de México siendo motivo de fiesta, borracheras en alguna cantina, junto a un mariachi o al menos una grabadora modesta, entre un sinfín de tequilas, cervezas y mucho feeling. Porque sus canciones nos llegan, ya sea cantando como solista o a dueto con colegas como Rocío Dúrcal o, por qué no, Isabel Pantoja. “Los mexicanos nos sabemos al menos una de Juanga, después de ‘Las mañanitas’ y el Himno Nacional”, me dijo hoy una compañera al llegar a la redacción, un día después de su muerte, el 28 de agosto de 2016.

La muerte de Juan Gabriel (1950 – 2016) fue tan fuerte para nuestra generación como lo fue en su momento la de Pedro Infante o Agustín Lara. Reunió un legado de más de 1,800 composiciones y 61 proyectos discográficos. Con la noticia de su muerte, hemos visto cientos de mensajes correr en las redes sociales, y hasta una mención oficial de Barack Obama, presidente de los Estados Unidos. Porque Juan Gabriel cantó como quiso, lo que quiso y con quien quiso. Y lo escuchamos todos.

[read more]Así crecimos escuchando sus estrofas más famosas: “mira mi soledad / mira mi soledad / que no me sienta nada bien” o “perdona si te hago llorar / perdona si te hago sufrir / pero es que no está en mis manos… me he enamorado”. Las canciones del “Divo de Juárez”, sencillas, sin pretensiones, auténticas, con la melancolía de la música mexicana de las décadas de los setenta y ochenta. Hoy resuenan en nuestros recuerdos, de lo que hacíamos cuando escuchamos por primera vez “Así fue” o cuando entendimos en serio de qué va “Amor eterno” y la lloramos. En 1990, Juan Gabriel cantó por primera vez en el Palacio de Bellas Artes de la Ciudad de México, y los boletos iban entonces desde 300 mil hasta 70 mil pesos (sin reventa). Ahí, puso al público a bailar más de diez minutos durante una sola canción: su clásico "Noa Noa".En una entrevista que dio a Juan José Olivares para La Jornada, en febrero de 2012, declaró que el origen de su música estaba en “cuando te enamoras de una persona a primera vista, o te gusta para ir a la cama. El amor lo aprendí así, con mis amigos gay en Ciudad Juárez… con las prostitutas. No me acostaba y nadie se acostaba conmigo, pero una persona a quien amabas era con la que no tenías sexo: el verdadero amor”. Porque sus composiciones conforman juntas el viaje moderno de la pasión al desencanto.El 28 de agosto de 2016, murió Juan Gabriel y hoy muchos lo cantamos y lo recordamos “guardado con la devoción que le corresponde a un ídolo en tiempos de escasez de santos contemporáneos”, escribió Carlos Monsiváis, “con glitter precioso, Juan Gabriel”.[/read]

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El 28 de agosto de 2016 murió Juan Gabriel, el divo de Juárez. Su voz rompió con el estereotipo del mariachi gallardo y macho a mediados de los años setenta; era la voz del mexicano que permitía mostrarse dolido.

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Nos gustan las de Juan Gabriel. Sí, muchos lo hemos asegurado. Nos sabemos al menos una que otra, las tarareamos y las bailamos ya entrados en la fiesta. Los mexicanos lo hemos hecho durante años. Su voz rompió con el estereotipo del mariachi gallardo y macho a mediados de los años setenta; era la voz del mexicano que permitía mostrarse dolido y enamorado cuando salía cantando en la televisión vestido con lentejuelas y levantando vuelo.

Juan Gabriel pudo contra la homofobia nacional, porque a pesar de que se le imitaba quebrando la voz, sus canciones han sonado por las calles de México siendo motivo de fiesta, borracheras en alguna cantina, junto a un mariachi o al menos una grabadora modesta, entre un sinfín de tequilas, cervezas y mucho feeling. Porque sus canciones nos llegan, ya sea cantando como solista o a dueto con colegas como Rocío Dúrcal o, por qué no, Isabel Pantoja. “Los mexicanos nos sabemos al menos una de Juanga, después de ‘Las mañanitas’ y el Himno Nacional”, me dijo hoy una compañera al llegar a la redacción, un día después de su muerte, el 28 de agosto de 2016.

La muerte de Juan Gabriel (1950 – 2016) fue tan fuerte para nuestra generación como lo fue en su momento la de Pedro Infante o Agustín Lara. Reunió un legado de más de 1,800 composiciones y 61 proyectos discográficos. Con la noticia de su muerte, hemos visto cientos de mensajes correr en las redes sociales, y hasta una mención oficial de Barack Obama, presidente de los Estados Unidos. Porque Juan Gabriel cantó como quiso, lo que quiso y con quien quiso. Y lo escuchamos todos.

[read more]Así crecimos escuchando sus estrofas más famosas: “mira mi soledad / mira mi soledad / que no me sienta nada bien” o “perdona si te hago llorar / perdona si te hago sufrir / pero es que no está en mis manos… me he enamorado”. Las canciones del “Divo de Juárez”, sencillas, sin pretensiones, auténticas, con la melancolía de la música mexicana de las décadas de los setenta y ochenta. Hoy resuenan en nuestros recuerdos, de lo que hacíamos cuando escuchamos por primera vez “Así fue” o cuando entendimos en serio de qué va “Amor eterno” y la lloramos. En 1990, Juan Gabriel cantó por primera vez en el Palacio de Bellas Artes de la Ciudad de México, y los boletos iban entonces desde 300 mil hasta 70 mil pesos (sin reventa). Ahí, puso al público a bailar más de diez minutos durante una sola canción: su clásico "Noa Noa".En una entrevista que dio a Juan José Olivares para La Jornada, en febrero de 2012, declaró que el origen de su música estaba en “cuando te enamoras de una persona a primera vista, o te gusta para ir a la cama. El amor lo aprendí así, con mis amigos gay en Ciudad Juárez… con las prostitutas. No me acostaba y nadie se acostaba conmigo, pero una persona a quien amabas era con la que no tenías sexo: el verdadero amor”. Porque sus composiciones conforman juntas el viaje moderno de la pasión al desencanto.El 28 de agosto de 2016, murió Juan Gabriel y hoy muchos lo cantamos y lo recordamos “guardado con la devoción que le corresponde a un ídolo en tiempos de escasez de santos contemporáneos”, escribió Carlos Monsiváis, “con glitter precioso, Juan Gabriel”.[/read]

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Nos gustan las de Juan Gabriel. Sí, muchos lo hemos asegurado. Nos sabemos al menos una que otra, las tarareamos y las bailamos ya entrados en la fiesta. Los mexicanos lo hemos hecho durante años. Su voz rompió con el estereotipo del mariachi gallardo y macho a mediados de los años setenta; era la voz del mexicano que permitía mostrarse dolido y enamorado cuando salía cantando en la televisión vestido con lentejuelas y levantando vuelo.

Juan Gabriel pudo contra la homofobia nacional, porque a pesar de que se le imitaba quebrando la voz, sus canciones han sonado por las calles de México siendo motivo de fiesta, borracheras en alguna cantina, junto a un mariachi o al menos una grabadora modesta, entre un sinfín de tequilas, cervezas y mucho feeling. Porque sus canciones nos llegan, ya sea cantando como solista o a dueto con colegas como Rocío Dúrcal o, por qué no, Isabel Pantoja. “Los mexicanos nos sabemos al menos una de Juanga, después de ‘Las mañanitas’ y el Himno Nacional”, me dijo hoy una compañera al llegar a la redacción, un día después de su muerte, el 28 de agosto de 2016.

La muerte de Juan Gabriel (1950 – 2016) fue tan fuerte para nuestra generación como lo fue en su momento la de Pedro Infante o Agustín Lara. Reunió un legado de más de 1,800 composiciones y 61 proyectos discográficos. Con la noticia de su muerte, hemos visto cientos de mensajes correr en las redes sociales, y hasta una mención oficial de Barack Obama, presidente de los Estados Unidos. Porque Juan Gabriel cantó como quiso, lo que quiso y con quien quiso. Y lo escuchamos todos.

[read more]Así crecimos escuchando sus estrofas más famosas: “mira mi soledad / mira mi soledad / que no me sienta nada bien” o “perdona si te hago llorar / perdona si te hago sufrir / pero es que no está en mis manos… me he enamorado”. Las canciones del “Divo de Juárez”, sencillas, sin pretensiones, auténticas, con la melancolía de la música mexicana de las décadas de los setenta y ochenta. Hoy resuenan en nuestros recuerdos, de lo que hacíamos cuando escuchamos por primera vez “Así fue” o cuando entendimos en serio de qué va “Amor eterno” y la lloramos. En 1990, Juan Gabriel cantó por primera vez en el Palacio de Bellas Artes de la Ciudad de México, y los boletos iban entonces desde 300 mil hasta 70 mil pesos (sin reventa). Ahí, puso al público a bailar más de diez minutos durante una sola canción: su clásico "Noa Noa".En una entrevista que dio a Juan José Olivares para La Jornada, en febrero de 2012, declaró que el origen de su música estaba en “cuando te enamoras de una persona a primera vista, o te gusta para ir a la cama. El amor lo aprendí así, con mis amigos gay en Ciudad Juárez… con las prostitutas. No me acostaba y nadie se acostaba conmigo, pero una persona a quien amabas era con la que no tenías sexo: el verdadero amor”. Porque sus composiciones conforman juntas el viaje moderno de la pasión al desencanto.El 28 de agosto de 2016, murió Juan Gabriel y hoy muchos lo cantamos y lo recordamos “guardado con la devoción que le corresponde a un ídolo en tiempos de escasez de santos contemporáneos”, escribió Carlos Monsiváis, “con glitter precioso, Juan Gabriel”.[/read]

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Nos gustan las de Juan Gabriel. Sí, muchos lo hemos asegurado. Nos sabemos al menos una que otra, las tarareamos y las bailamos ya entrados en la fiesta. Los mexicanos lo hemos hecho durante años. Su voz rompió con el estereotipo del mariachi gallardo y macho a mediados de los años setenta; era la voz del mexicano que permitía mostrarse dolido y enamorado cuando salía cantando en la televisión vestido con lentejuelas y levantando vuelo.

Juan Gabriel pudo contra la homofobia nacional, porque a pesar de que se le imitaba quebrando la voz, sus canciones han sonado por las calles de México siendo motivo de fiesta, borracheras en alguna cantina, junto a un mariachi o al menos una grabadora modesta, entre un sinfín de tequilas, cervezas y mucho feeling. Porque sus canciones nos llegan, ya sea cantando como solista o a dueto con colegas como Rocío Dúrcal o, por qué no, Isabel Pantoja. “Los mexicanos nos sabemos al menos una de Juanga, después de ‘Las mañanitas’ y el Himno Nacional”, me dijo hoy una compañera al llegar a la redacción, un día después de su muerte, el 28 de agosto de 2016.

La muerte de Juan Gabriel (1950 – 2016) fue tan fuerte para nuestra generación como lo fue en su momento la de Pedro Infante o Agustín Lara. Reunió un legado de más de 1,800 composiciones y 61 proyectos discográficos. Con la noticia de su muerte, hemos visto cientos de mensajes correr en las redes sociales, y hasta una mención oficial de Barack Obama, presidente de los Estados Unidos. Porque Juan Gabriel cantó como quiso, lo que quiso y con quien quiso. Y lo escuchamos todos.

[read more]Así crecimos escuchando sus estrofas más famosas: “mira mi soledad / mira mi soledad / que no me sienta nada bien” o “perdona si te hago llorar / perdona si te hago sufrir / pero es que no está en mis manos… me he enamorado”. Las canciones del “Divo de Juárez”, sencillas, sin pretensiones, auténticas, con la melancolía de la música mexicana de las décadas de los setenta y ochenta. Hoy resuenan en nuestros recuerdos, de lo que hacíamos cuando escuchamos por primera vez “Así fue” o cuando entendimos en serio de qué va “Amor eterno” y la lloramos. En 1990, Juan Gabriel cantó por primera vez en el Palacio de Bellas Artes de la Ciudad de México, y los boletos iban entonces desde 300 mil hasta 70 mil pesos (sin reventa). Ahí, puso al público a bailar más de diez minutos durante una sola canción: su clásico "Noa Noa".En una entrevista que dio a Juan José Olivares para La Jornada, en febrero de 2012, declaró que el origen de su música estaba en “cuando te enamoras de una persona a primera vista, o te gusta para ir a la cama. El amor lo aprendí así, con mis amigos gay en Ciudad Juárez… con las prostitutas. No me acostaba y nadie se acostaba conmigo, pero una persona a quien amabas era con la que no tenías sexo: el verdadero amor”. Porque sus composiciones conforman juntas el viaje moderno de la pasión al desencanto.El 28 de agosto de 2016, murió Juan Gabriel y hoy muchos lo cantamos y lo recordamos “guardado con la devoción que le corresponde a un ídolo en tiempos de escasez de santos contemporáneos”, escribió Carlos Monsiváis, “con glitter precioso, Juan Gabriel”.[/read]

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Nos gustan las de Juan Gabriel. Sí, muchos lo hemos asegurado. Nos sabemos al menos una que otra, las tarareamos y las bailamos ya entrados en la fiesta. Los mexicanos lo hemos hecho durante años. Su voz rompió con el estereotipo del mariachi gallardo y macho a mediados de los años setenta; era la voz del mexicano que permitía mostrarse dolido y enamorado cuando salía cantando en la televisión vestido con lentejuelas y levantando vuelo.

Juan Gabriel pudo contra la homofobia nacional, porque a pesar de que se le imitaba quebrando la voz, sus canciones han sonado por las calles de México siendo motivo de fiesta, borracheras en alguna cantina, junto a un mariachi o al menos una grabadora modesta, entre un sinfín de tequilas, cervezas y mucho feeling. Porque sus canciones nos llegan, ya sea cantando como solista o a dueto con colegas como Rocío Dúrcal o, por qué no, Isabel Pantoja. “Los mexicanos nos sabemos al menos una de Juanga, después de ‘Las mañanitas’ y el Himno Nacional”, me dijo hoy una compañera al llegar a la redacción, un día después de su muerte, el 28 de agosto de 2016.

La muerte de Juan Gabriel (1950 – 2016) fue tan fuerte para nuestra generación como lo fue en su momento la de Pedro Infante o Agustín Lara. Reunió un legado de más de 1,800 composiciones y 61 proyectos discográficos. Con la noticia de su muerte, hemos visto cientos de mensajes correr en las redes sociales, y hasta una mención oficial de Barack Obama, presidente de los Estados Unidos. Porque Juan Gabriel cantó como quiso, lo que quiso y con quien quiso. Y lo escuchamos todos.

[read more]Así crecimos escuchando sus estrofas más famosas: “mira mi soledad / mira mi soledad / que no me sienta nada bien” o “perdona si te hago llorar / perdona si te hago sufrir / pero es que no está en mis manos… me he enamorado”. Las canciones del “Divo de Juárez”, sencillas, sin pretensiones, auténticas, con la melancolía de la música mexicana de las décadas de los setenta y ochenta. Hoy resuenan en nuestros recuerdos, de lo que hacíamos cuando escuchamos por primera vez “Así fue” o cuando entendimos en serio de qué va “Amor eterno” y la lloramos. En 1990, Juan Gabriel cantó por primera vez en el Palacio de Bellas Artes de la Ciudad de México, y los boletos iban entonces desde 300 mil hasta 70 mil pesos (sin reventa). Ahí, puso al público a bailar más de diez minutos durante una sola canción: su clásico "Noa Noa".En una entrevista que dio a Juan José Olivares para La Jornada, en febrero de 2012, declaró que el origen de su música estaba en “cuando te enamoras de una persona a primera vista, o te gusta para ir a la cama. El amor lo aprendí así, con mis amigos gay en Ciudad Juárez… con las prostitutas. No me acostaba y nadie se acostaba conmigo, pero una persona a quien amabas era con la que no tenías sexo: el verdadero amor”. Porque sus composiciones conforman juntas el viaje moderno de la pasión al desencanto.El 28 de agosto de 2016, murió Juan Gabriel y hoy muchos lo cantamos y lo recordamos “guardado con la devoción que le corresponde a un ídolo en tiempos de escasez de santos contemporáneos”, escribió Carlos Monsiváis, “con glitter precioso, Juan Gabriel”.[/read]

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Nos gustan las de Juan Gabriel. Sí, muchos lo hemos asegurado. Nos sabemos al menos una que otra, las tarareamos y las bailamos ya entrados en la fiesta. Los mexicanos lo hemos hecho durante años. Su voz rompió con el estereotipo del mariachi gallardo y macho a mediados de los años setenta; era la voz del mexicano que permitía mostrarse dolido y enamorado cuando salía cantando en la televisión vestido con lentejuelas y levantando vuelo.

Juan Gabriel pudo contra la homofobia nacional, porque a pesar de que se le imitaba quebrando la voz, sus canciones han sonado por las calles de México siendo motivo de fiesta, borracheras en alguna cantina, junto a un mariachi o al menos una grabadora modesta, entre un sinfín de tequilas, cervezas y mucho feeling. Porque sus canciones nos llegan, ya sea cantando como solista o a dueto con colegas como Rocío Dúrcal o, por qué no, Isabel Pantoja. “Los mexicanos nos sabemos al menos una de Juanga, después de ‘Las mañanitas’ y el Himno Nacional”, me dijo hoy una compañera al llegar a la redacción, un día después de su muerte, el 28 de agosto de 2016.

La muerte de Juan Gabriel (1950 – 2016) fue tan fuerte para nuestra generación como lo fue en su momento la de Pedro Infante o Agustín Lara. Reunió un legado de más de 1,800 composiciones y 61 proyectos discográficos. Con la noticia de su muerte, hemos visto cientos de mensajes correr en las redes sociales, y hasta una mención oficial de Barack Obama, presidente de los Estados Unidos. Porque Juan Gabriel cantó como quiso, lo que quiso y con quien quiso. Y lo escuchamos todos.

[read more]Así crecimos escuchando sus estrofas más famosas: “mira mi soledad / mira mi soledad / que no me sienta nada bien” o “perdona si te hago llorar / perdona si te hago sufrir / pero es que no está en mis manos… me he enamorado”. Las canciones del “Divo de Juárez”, sencillas, sin pretensiones, auténticas, con la melancolía de la música mexicana de las décadas de los setenta y ochenta. Hoy resuenan en nuestros recuerdos, de lo que hacíamos cuando escuchamos por primera vez “Así fue” o cuando entendimos en serio de qué va “Amor eterno” y la lloramos. En 1990, Juan Gabriel cantó por primera vez en el Palacio de Bellas Artes de la Ciudad de México, y los boletos iban entonces desde 300 mil hasta 70 mil pesos (sin reventa). Ahí, puso al público a bailar más de diez minutos durante una sola canción: su clásico "Noa Noa".En una entrevista que dio a Juan José Olivares para La Jornada, en febrero de 2012, declaró que el origen de su música estaba en “cuando te enamoras de una persona a primera vista, o te gusta para ir a la cama. El amor lo aprendí así, con mis amigos gay en Ciudad Juárez… con las prostitutas. No me acostaba y nadie se acostaba conmigo, pero una persona a quien amabas era con la que no tenías sexo: el verdadero amor”. Porque sus composiciones conforman juntas el viaje moderno de la pasión al desencanto.El 28 de agosto de 2016, murió Juan Gabriel y hoy muchos lo cantamos y lo recordamos “guardado con la devoción que le corresponde a un ídolo en tiempos de escasez de santos contemporáneos”, escribió Carlos Monsiváis, “con glitter precioso, Juan Gabriel”.[/read]

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Nos gustan las de Juan Gabriel. Sí, muchos lo hemos asegurado. Nos sabemos al menos una que otra, las tarareamos y las bailamos ya entrados en la fiesta. Los mexicanos lo hemos hecho durante años. Su voz rompió con el estereotipo del mariachi gallardo y macho a mediados de los años setenta; era la voz del mexicano que permitía mostrarse dolido y enamorado cuando salía cantando en la televisión vestido con lentejuelas y levantando vuelo.

Juan Gabriel pudo contra la homofobia nacional, porque a pesar de que se le imitaba quebrando la voz, sus canciones han sonado por las calles de México siendo motivo de fiesta, borracheras en alguna cantina, junto a un mariachi o al menos una grabadora modesta, entre un sinfín de tequilas, cervezas y mucho feeling. Porque sus canciones nos llegan, ya sea cantando como solista o a dueto con colegas como Rocío Dúrcal o, por qué no, Isabel Pantoja. “Los mexicanos nos sabemos al menos una de Juanga, después de ‘Las mañanitas’ y el Himno Nacional”, me dijo hoy una compañera al llegar a la redacción, un día después de su muerte, el 28 de agosto de 2016.

La muerte de Juan Gabriel (1950 – 2016) fue tan fuerte para nuestra generación como lo fue en su momento la de Pedro Infante o Agustín Lara. Reunió un legado de más de 1,800 composiciones y 61 proyectos discográficos. Con la noticia de su muerte, hemos visto cientos de mensajes correr en las redes sociales, y hasta una mención oficial de Barack Obama, presidente de los Estados Unidos. Porque Juan Gabriel cantó como quiso, lo que quiso y con quien quiso. Y lo escuchamos todos.

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Juan Gabriel pudo contra la homofobia nacional, porque a pesar de que se le imitaba quebrando la voz, sus canciones han sonado por las calles de México siendo motivo de fiesta, borracheras en alguna cantina, junto a un mariachi o al menos una grabadora modesta, entre un sinfín de tequilas, cervezas y mucho feeling. Porque sus canciones nos llegan, ya sea cantando como solista o a dueto con colegas como Rocío Dúrcal o, por qué no, Isabel Pantoja. “Los mexicanos nos sabemos al menos una de Juanga, después de ‘Las mañanitas’ y el Himno Nacional”, me dijo hoy una compañera al llegar a la redacción, un día después de su muerte, el 28 de agosto de 2016.

La muerte de Juan Gabriel (1950 – 2016) fue tan fuerte para nuestra generación como lo fue en su momento la de Pedro Infante o Agustín Lara. Reunió un legado de más de 1,800 composiciones y 61 proyectos discográficos. Con la noticia de su muerte, hemos visto cientos de mensajes correr en las redes sociales, y hasta una mención oficial de Barack Obama, presidente de los Estados Unidos. Porque Juan Gabriel cantó como quiso, lo que quiso y con quien quiso. Y lo escuchamos todos.

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Nos gustan las de Juan Gabriel. Sí, muchos lo hemos asegurado. Nos sabemos al menos una que otra, las tarareamos y las bailamos ya entrados en la fiesta. Los mexicanos lo hemos hecho durante años. Su voz rompió con el estereotipo del mariachi gallardo y macho a mediados de los años setenta; era la voz del mexicano que permitía mostrarse dolido y enamorado cuando salía cantando en la televisión vestido con lentejuelas y levantando vuelo.

Juan Gabriel pudo contra la homofobia nacional, porque a pesar de que se le imitaba quebrando la voz, sus canciones han sonado por las calles de México siendo motivo de fiesta, borracheras en alguna cantina, junto a un mariachi o al menos una grabadora modesta, entre un sinfín de tequilas, cervezas y mucho feeling. Porque sus canciones nos llegan, ya sea cantando como solista o a dueto con colegas como Rocío Dúrcal o, por qué no, Isabel Pantoja. “Los mexicanos nos sabemos al menos una de Juanga, después de ‘Las mañanitas’ y el Himno Nacional”, me dijo hoy una compañera al llegar a la redacción, un día después de su muerte, el 28 de agosto de 2016.

La muerte de Juan Gabriel (1950 – 2016) fue tan fuerte para nuestra generación como lo fue en su momento la de Pedro Infante o Agustín Lara. Reunió un legado de más de 1,800 composiciones y 61 proyectos discográficos. Con la noticia de su muerte, hemos visto cientos de mensajes correr en las redes sociales, y hasta una mención oficial de Barack Obama, presidente de los Estados Unidos. Porque Juan Gabriel cantó como quiso, lo que quiso y con quien quiso. Y lo escuchamos todos.

[read more]Así crecimos escuchando sus estrofas más famosas: “mira mi soledad / mira mi soledad / que no me sienta nada bien” o “perdona si te hago llorar / perdona si te hago sufrir / pero es que no está en mis manos… me he enamorado”. Las canciones del “Divo de Juárez”, sencillas, sin pretensiones, auténticas, con la melancolía de la música mexicana de las décadas de los setenta y ochenta. Hoy resuenan en nuestros recuerdos, de lo que hacíamos cuando escuchamos por primera vez “Así fue” o cuando entendimos en serio de qué va “Amor eterno” y la lloramos. En 1990, Juan Gabriel cantó por primera vez en el Palacio de Bellas Artes de la Ciudad de México, y los boletos iban entonces desde 300 mil hasta 70 mil pesos (sin reventa). Ahí, puso al público a bailar más de diez minutos durante una sola canción: su clásico "Noa Noa".En una entrevista que dio a Juan José Olivares para La Jornada, en febrero de 2012, declaró que el origen de su música estaba en “cuando te enamoras de una persona a primera vista, o te gusta para ir a la cama. El amor lo aprendí así, con mis amigos gay en Ciudad Juárez… con las prostitutas. No me acostaba y nadie se acostaba conmigo, pero una persona a quien amabas era con la que no tenías sexo: el verdadero amor”. Porque sus composiciones conforman juntas el viaje moderno de la pasión al desencanto.El 28 de agosto de 2016, murió Juan Gabriel y hoy muchos lo cantamos y lo recordamos “guardado con la devoción que le corresponde a un ídolo en tiempos de escasez de santos contemporáneos”, escribió Carlos Monsiváis, “con glitter precioso, Juan Gabriel”.[/read]

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Con glitter precioso, Juan Gabriel

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Tiempo de Lectura: 00 min

El 28 de agosto de 2016 murió Juan Gabriel, el divo de Juárez. Su voz rompió con el estereotipo del mariachi gallardo y macho a mediados de los años setenta; era la voz del mexicano que permitía mostrarse dolido.

Nos gustan las de Juan Gabriel. Sí, muchos lo hemos asegurado. Nos sabemos al menos una que otra, las tarareamos y las bailamos ya entrados en la fiesta. Los mexicanos lo hemos hecho durante años. Su voz rompió con el estereotipo del mariachi gallardo y macho a mediados de los años setenta; era la voz del mexicano que permitía mostrarse dolido y enamorado cuando salía cantando en la televisión vestido con lentejuelas y levantando vuelo.

Juan Gabriel pudo contra la homofobia nacional, porque a pesar de que se le imitaba quebrando la voz, sus canciones han sonado por las calles de México siendo motivo de fiesta, borracheras en alguna cantina, junto a un mariachi o al menos una grabadora modesta, entre un sinfín de tequilas, cervezas y mucho feeling. Porque sus canciones nos llegan, ya sea cantando como solista o a dueto con colegas como Rocío Dúrcal o, por qué no, Isabel Pantoja. “Los mexicanos nos sabemos al menos una de Juanga, después de ‘Las mañanitas’ y el Himno Nacional”, me dijo hoy una compañera al llegar a la redacción, un día después de su muerte, el 28 de agosto de 2016.

La muerte de Juan Gabriel (1950 – 2016) fue tan fuerte para nuestra generación como lo fue en su momento la de Pedro Infante o Agustín Lara. Reunió un legado de más de 1,800 composiciones y 61 proyectos discográficos. Con la noticia de su muerte, hemos visto cientos de mensajes correr en las redes sociales, y hasta una mención oficial de Barack Obama, presidente de los Estados Unidos. Porque Juan Gabriel cantó como quiso, lo que quiso y con quien quiso. Y lo escuchamos todos.

[read more]Así crecimos escuchando sus estrofas más famosas: “mira mi soledad / mira mi soledad / que no me sienta nada bien” o “perdona si te hago llorar / perdona si te hago sufrir / pero es que no está en mis manos… me he enamorado”. Las canciones del “Divo de Juárez”, sencillas, sin pretensiones, auténticas, con la melancolía de la música mexicana de las décadas de los setenta y ochenta. Hoy resuenan en nuestros recuerdos, de lo que hacíamos cuando escuchamos por primera vez “Así fue” o cuando entendimos en serio de qué va “Amor eterno” y la lloramos. En 1990, Juan Gabriel cantó por primera vez en el Palacio de Bellas Artes de la Ciudad de México, y los boletos iban entonces desde 300 mil hasta 70 mil pesos (sin reventa). Ahí, puso al público a bailar más de diez minutos durante una sola canción: su clásico "Noa Noa".En una entrevista que dio a Juan José Olivares para La Jornada, en febrero de 2012, declaró que el origen de su música estaba en “cuando te enamoras de una persona a primera vista, o te gusta para ir a la cama. El amor lo aprendí así, con mis amigos gay en Ciudad Juárez… con las prostitutas. No me acostaba y nadie se acostaba conmigo, pero una persona a quien amabas era con la que no tenías sexo: el verdadero amor”. Porque sus composiciones conforman juntas el viaje moderno de la pasión al desencanto.El 28 de agosto de 2016, murió Juan Gabriel y hoy muchos lo cantamos y lo recordamos “guardado con la devoción que le corresponde a un ídolo en tiempos de escasez de santos contemporáneos”, escribió Carlos Monsiváis, “con glitter precioso, Juan Gabriel”.[/read]

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El 28 de agosto de 2016 murió Juan Gabriel, el divo de Juárez. Su voz rompió con el estereotipo del mariachi gallardo y macho a mediados de los años setenta; era la voz del mexicano que permitía mostrarse dolido.

Nos gustan las de Juan Gabriel. Sí, muchos lo hemos asegurado. Nos sabemos al menos una que otra, las tarareamos y las bailamos ya entrados en la fiesta. Los mexicanos lo hemos hecho durante años. Su voz rompió con el estereotipo del mariachi gallardo y macho a mediados de los años setenta; era la voz del mexicano que permitía mostrarse dolido y enamorado cuando salía cantando en la televisión vestido con lentejuelas y levantando vuelo.

Juan Gabriel pudo contra la homofobia nacional, porque a pesar de que se le imitaba quebrando la voz, sus canciones han sonado por las calles de México siendo motivo de fiesta, borracheras en alguna cantina, junto a un mariachi o al menos una grabadora modesta, entre un sinfín de tequilas, cervezas y mucho feeling. Porque sus canciones nos llegan, ya sea cantando como solista o a dueto con colegas como Rocío Dúrcal o, por qué no, Isabel Pantoja. “Los mexicanos nos sabemos al menos una de Juanga, después de ‘Las mañanitas’ y el Himno Nacional”, me dijo hoy una compañera al llegar a la redacción, un día después de su muerte, el 28 de agosto de 2016.

La muerte de Juan Gabriel (1950 – 2016) fue tan fuerte para nuestra generación como lo fue en su momento la de Pedro Infante o Agustín Lara. Reunió un legado de más de 1,800 composiciones y 61 proyectos discográficos. Con la noticia de su muerte, hemos visto cientos de mensajes correr en las redes sociales, y hasta una mención oficial de Barack Obama, presidente de los Estados Unidos. Porque Juan Gabriel cantó como quiso, lo que quiso y con quien quiso. Y lo escuchamos todos.

[read more]Así crecimos escuchando sus estrofas más famosas: “mira mi soledad / mira mi soledad / que no me sienta nada bien” o “perdona si te hago llorar / perdona si te hago sufrir / pero es que no está en mis manos… me he enamorado”. Las canciones del “Divo de Juárez”, sencillas, sin pretensiones, auténticas, con la melancolía de la música mexicana de las décadas de los setenta y ochenta. Hoy resuenan en nuestros recuerdos, de lo que hacíamos cuando escuchamos por primera vez “Así fue” o cuando entendimos en serio de qué va “Amor eterno” y la lloramos. En 1990, Juan Gabriel cantó por primera vez en el Palacio de Bellas Artes de la Ciudad de México, y los boletos iban entonces desde 300 mil hasta 70 mil pesos (sin reventa). Ahí, puso al público a bailar más de diez minutos durante una sola canción: su clásico "Noa Noa".En una entrevista que dio a Juan José Olivares para La Jornada, en febrero de 2012, declaró que el origen de su música estaba en “cuando te enamoras de una persona a primera vista, o te gusta para ir a la cama. El amor lo aprendí así, con mis amigos gay en Ciudad Juárez… con las prostitutas. No me acostaba y nadie se acostaba conmigo, pero una persona a quien amabas era con la que no tenías sexo: el verdadero amor”. Porque sus composiciones conforman juntas el viaje moderno de la pasión al desencanto.El 28 de agosto de 2016, murió Juan Gabriel y hoy muchos lo cantamos y lo recordamos “guardado con la devoción que le corresponde a un ídolo en tiempos de escasez de santos contemporáneos”, escribió Carlos Monsiváis, “con glitter precioso, Juan Gabriel”.[/read]

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Nos gustan las de Juan Gabriel. Sí, muchos lo hemos asegurado. Nos sabemos al menos una que otra, las tarareamos y las bailamos ya entrados en la fiesta. Los mexicanos lo hemos hecho durante años. Su voz rompió con el estereotipo del mariachi gallardo y macho a mediados de los años setenta; era la voz del mexicano que permitía mostrarse dolido y enamorado cuando salía cantando en la televisión vestido con lentejuelas y levantando vuelo.

Juan Gabriel pudo contra la homofobia nacional, porque a pesar de que se le imitaba quebrando la voz, sus canciones han sonado por las calles de México siendo motivo de fiesta, borracheras en alguna cantina, junto a un mariachi o al menos una grabadora modesta, entre un sinfín de tequilas, cervezas y mucho feeling. Porque sus canciones nos llegan, ya sea cantando como solista o a dueto con colegas como Rocío Dúrcal o, por qué no, Isabel Pantoja. “Los mexicanos nos sabemos al menos una de Juanga, después de ‘Las mañanitas’ y el Himno Nacional”, me dijo hoy una compañera al llegar a la redacción, un día después de su muerte, el 28 de agosto de 2016.

La muerte de Juan Gabriel (1950 – 2016) fue tan fuerte para nuestra generación como lo fue en su momento la de Pedro Infante o Agustín Lara. Reunió un legado de más de 1,800 composiciones y 61 proyectos discográficos. Con la noticia de su muerte, hemos visto cientos de mensajes correr en las redes sociales, y hasta una mención oficial de Barack Obama, presidente de los Estados Unidos. Porque Juan Gabriel cantó como quiso, lo que quiso y con quien quiso. Y lo escuchamos todos.

[read more]Así crecimos escuchando sus estrofas más famosas: “mira mi soledad / mira mi soledad / que no me sienta nada bien” o “perdona si te hago llorar / perdona si te hago sufrir / pero es que no está en mis manos… me he enamorado”. Las canciones del “Divo de Juárez”, sencillas, sin pretensiones, auténticas, con la melancolía de la música mexicana de las décadas de los setenta y ochenta. Hoy resuenan en nuestros recuerdos, de lo que hacíamos cuando escuchamos por primera vez “Así fue” o cuando entendimos en serio de qué va “Amor eterno” y la lloramos. En 1990, Juan Gabriel cantó por primera vez en el Palacio de Bellas Artes de la Ciudad de México, y los boletos iban entonces desde 300 mil hasta 70 mil pesos (sin reventa). Ahí, puso al público a bailar más de diez minutos durante una sola canción: su clásico "Noa Noa".En una entrevista que dio a Juan José Olivares para La Jornada, en febrero de 2012, declaró que el origen de su música estaba en “cuando te enamoras de una persona a primera vista, o te gusta para ir a la cama. El amor lo aprendí así, con mis amigos gay en Ciudad Juárez… con las prostitutas. No me acostaba y nadie se acostaba conmigo, pero una persona a quien amabas era con la que no tenías sexo: el verdadero amor”. Porque sus composiciones conforman juntas el viaje moderno de la pasión al desencanto.El 28 de agosto de 2016, murió Juan Gabriel y hoy muchos lo cantamos y lo recordamos “guardado con la devoción que le corresponde a un ídolo en tiempos de escasez de santos contemporáneos”, escribió Carlos Monsiváis, “con glitter precioso, Juan Gabriel”.[/read]

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Nos gustan las de Juan Gabriel. Sí, muchos lo hemos asegurado. Nos sabemos al menos una que otra, las tarareamos y las bailamos ya entrados en la fiesta. Los mexicanos lo hemos hecho durante años. Su voz rompió con el estereotipo del mariachi gallardo y macho a mediados de los años setenta; era la voz del mexicano que permitía mostrarse dolido y enamorado cuando salía cantando en la televisión vestido con lentejuelas y levantando vuelo.

Juan Gabriel pudo contra la homofobia nacional, porque a pesar de que se le imitaba quebrando la voz, sus canciones han sonado por las calles de México siendo motivo de fiesta, borracheras en alguna cantina, junto a un mariachi o al menos una grabadora modesta, entre un sinfín de tequilas, cervezas y mucho feeling. Porque sus canciones nos llegan, ya sea cantando como solista o a dueto con colegas como Rocío Dúrcal o, por qué no, Isabel Pantoja. “Los mexicanos nos sabemos al menos una de Juanga, después de ‘Las mañanitas’ y el Himno Nacional”, me dijo hoy una compañera al llegar a la redacción, un día después de su muerte, el 28 de agosto de 2016.

La muerte de Juan Gabriel (1950 – 2016) fue tan fuerte para nuestra generación como lo fue en su momento la de Pedro Infante o Agustín Lara. Reunió un legado de más de 1,800 composiciones y 61 proyectos discográficos. Con la noticia de su muerte, hemos visto cientos de mensajes correr en las redes sociales, y hasta una mención oficial de Barack Obama, presidente de los Estados Unidos. Porque Juan Gabriel cantó como quiso, lo que quiso y con quien quiso. Y lo escuchamos todos.

[read more]Así crecimos escuchando sus estrofas más famosas: “mira mi soledad / mira mi soledad / que no me sienta nada bien” o “perdona si te hago llorar / perdona si te hago sufrir / pero es que no está en mis manos… me he enamorado”. Las canciones del “Divo de Juárez”, sencillas, sin pretensiones, auténticas, con la melancolía de la música mexicana de las décadas de los setenta y ochenta. Hoy resuenan en nuestros recuerdos, de lo que hacíamos cuando escuchamos por primera vez “Así fue” o cuando entendimos en serio de qué va “Amor eterno” y la lloramos. En 1990, Juan Gabriel cantó por primera vez en el Palacio de Bellas Artes de la Ciudad de México, y los boletos iban entonces desde 300 mil hasta 70 mil pesos (sin reventa). Ahí, puso al público a bailar más de diez minutos durante una sola canción: su clásico "Noa Noa".En una entrevista que dio a Juan José Olivares para La Jornada, en febrero de 2012, declaró que el origen de su música estaba en “cuando te enamoras de una persona a primera vista, o te gusta para ir a la cama. El amor lo aprendí así, con mis amigos gay en Ciudad Juárez… con las prostitutas. No me acostaba y nadie se acostaba conmigo, pero una persona a quien amabas era con la que no tenías sexo: el verdadero amor”. Porque sus composiciones conforman juntas el viaje moderno de la pasión al desencanto.El 28 de agosto de 2016, murió Juan Gabriel y hoy muchos lo cantamos y lo recordamos “guardado con la devoción que le corresponde a un ídolo en tiempos de escasez de santos contemporáneos”, escribió Carlos Monsiváis, “con glitter precioso, Juan Gabriel”.[/read]

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