Como parte de los eventos para celebrar la inauguración del Espacio Cultural Infonavit, esta institución realizó la Jornada de Racismo y Territorio con tres mesas en las que miembros de colectivas y defensoras de los derechos humanos conversaron en torno a los racismos en México.
Durante años la imagen del Instituto del Fondo Nacional de la Vivienda para los Trabajadores se ha vinculado con fraudes millonarios, despachos de cobranza acosando a las tres de la mañana y otro tipo de delitos y violencias contra los empleados del país. Esto es algo que el organismo quiere cambiar; en palabras de su director general, Carlos Martínez, con la creación del Museo Nacional de la Vivienda y del Espacio Cultural Infonavit —ambos ubicados en Gustavo E. Campa 60, col. Guadalupe Inn, al sur de la Ciudad de México— el instituto busca una “reconciliación” con la sociedad: “creemos que la cultura es parte de retejer un vínculo”, expuso Martínez al comienzo del evento.
El director general agregó que la razón por la que el Infonavit decidió organizar una jornada en torno al racismo y el territorio es que ahora el instituto es promotor “de toda la agenda urbana actual, desde la proximidad en las ciudades [llamado urbanismo de la proximidad], la asequibilidad de la vivienda y la adecuación cultural [de estas]”. Agregó que “la vivienda cruza temas estructurales como el racismo porque se le han dejado al mercado la regulación y la construcción, [y el mercado] es naturalmente discriminador”.
La jornada comenzó con la mesa “Consecuencias del racismo estructural y sistémico”, moderada por Viridiana Ríos. En la conversación participaron Nashieli Ramírez, presidenta de la Comisión de Derechos Humanos de la Ciudad de México; Carla Luisa Escoffié, directora del Centro de Derechos Humanos de la Universidad Libre de Derecho en Monterrey; y Judith Bautista, historiadora del arte e integrante de Copera (Colectivo para Eliminar el Racismo).
“Cuando hablamos de racismo en México, debemos cuestionar de entrada algo que a todos nos enseñaron y nos siguen diciendo en los medios: que somos producto orgullosamente del mestizaje”, comentó Nashieli Ramírez, ya que esta categoría, dijo, “nos hace omitir e invisibilizar un racismo profundo que apenas en los últimos años hemos venido evidenciando”.
Pero aunque el racismo es un tema urgente, Carla Luisa Escoffié considera que hay un atraso de quinientos años, “apenas se empieza hablar en ciertos foros desde el Estado, no así desde pueblos, comunidades, donde siempre ha estado presente”. También comentó que uno de los grandes problemas actuales del racismo, como sucede con otros aspectos de la discriminación, es que se ha reducido “a meras actitudes individuales”, lo cual considera un error, pues esto invisibiliza el racismo institucional. “No podemos entender el racismo en México sin el Estado, sin la forma en que las instituciones lo han reproducido”, expuso Escoffié y ejemplificó con la desaparición de la vivienda maya en la península de Yucatán. “La política de vivienda […] lo que generó fue excluir ciertos materiales, ciertas tipologías [características] de vivienda porque desde escritorios de la Ciudad de México se consideraba que eso no era digno”, dijo. “Históricamente el Estado mexicano fue agotando y destruyendo tipologías de vivienda autóctona de distintos pueblos y comunidades de nuestro país”.
El Estado no se puede limitar a exponer el racismo. Por eso Judith Bautista considera que son necesarias políticas públicas que busquen cambiar las cosas, pues quienes sufren racismo “lo vivimos en los cuerpos, en términos de salud, de educación, de vivienda”. Además, cuando se habla de racismo, no se puede hablar de pasado, considera, ya que “las formaciones raciales son constantes, se reconfiguran y se actualizan”.
Por último, Nashieli Ramírez apuntó que al hablar de racismo “no estamos hablando exclusivamente de actitudes individuales sino de un racismo estructural que provoca un déficit de derechos humanos, de derechos económicos, sociales, culturales y ambientales, incluyendo el derecho a la vivienda”.
Mujeres mayas que tejen resistencia
La segunda mesa que se realizó en la jornada de Racismo y Territorio fue “El camino de las ancestras: mujeres mayas tejen resistencias”, que contó con la participación de la periodista Valeria Contreras y las coordinadoras del colectivo Mujeres Mayas de Quintana Roo, Joana Pérez y Adriana Guadalupe Uex.
El eje de la conversación fue la identidad y los racismos que viven las comunidades indígenas, en especial las mujeres. “Escucharnos significa ser consciente de que todas esas violencias, esa discriminación y ese racismo no son individuales, son colectivos”, comentó Adriana Uex. “No es mi historia, no es la de Joana, es la historia de muchas, de todas […] Estas múltiples violencias nos atraviesan desde que somos niñas porque al inicio nosotras estamos viviendo en comunidad y hasta que llegamos al sistema educativo, o a diferentes sistemas del Estado, es cuando nos señalan”, explica Adriana. Por el color de piel, el idioma, la forma de hablar, la vestimenta, incluso por el peinado, dijo, han recibido insultos las mujeres de su comunidad.
En su intervención, Valeria Contreras conversó sobre “El camino de las ancestras: mujeres mayas tejen resistencias”, un texto periodístico en el que “se hizo un ejercicio de autorrepresentación”, algo necesario, explica, “porque la representación sobre lo indígena, sobre lo maya, desde fuera, es completamente ajeno, exotizante”. Para escribir el reportaje, la periodista contó que empleó un proceso totalmente colaborativo: “a mí me tocó estar en la pluma, pero éramos todas reflexionando sobre las violencias que atravesamos las mujeres de Quintana Roo”.
Valeria Contreras también dijo que escribir el texto le permitió darse cuenta de su “mayanidad”, es decir, entender que si no habla maya es porque “mis abuelos no le enseñaron a mi papá porque es algo que se debe olvidar […], porque en las instituciones de salud, para que te atiendan, tienes que hablar español”, dijo. “Reconocerme como una mujer con una mayanidad negada”, declaró Contreras, “y sin culpa”, ya que “no existe una sola mayanidad y no existe un mayómetro [...], hay mayas que viven en la ciudad, mayas que no hablan maya”. “Existen muchas maneras de vivir una mayanidad y reencontrarse con esa identidad negada”, comentó al final de su participación.
La jornada de Racismo y Territorio del Infonavit terminó con la mesa “La construcción de memoria y el derecho de habitarla”, una conversación entre Jumko Ogata, escritora y divulgadora de antirracismo; Federico Gama, fotógrafo y autor del libro Mazahuacholoskatopunk; y Rosario Nava, historiadora del arte y especialista en el estudio de la presencia africana y afrodescendiente en distintos momentos de la historia de México. El nombre y el tema de la mesa tuvieron su origen en el prólogo de Jumko Ogata al libro Cómo ser antirracista de Ibram X. Kendi, obra que es un buen punto de partida para conocer sobre el racismo y el antirracismo. “El antirracismo tiene una parte de denuncia, de señalar las violencias estructurales”, explicó Jumko Ogata. “Las instituciones se han forjado con base en la violencia, el despojo, la discriminación”. Para la escritora, el antirracismo tiene que identificar cómo funcionan esas estructuras bajo las que opera el racismo y desmantelarlas para construir otro tipo de realidades.
Por su parte, Federico Gama conversó sobre el fenómeno que plasma en su libro y que él llamó mazahuacholoskatopunk, “jóvenes que llegan de las comunidades indígenas a la Ciudad de México a trabajar como albañiles, los hombres, y las mujeres al trabajo de hogar”, explica. En sus empleos, además de racismo y discriminación, sufren abusos laborales. Federico Gama comenta que estos jóvenes se visten para los días que descansan de sus trabajos: “sábado y domingo son fundamentales porque es cuando ellos logran una transformación en su vestimenta. Es importantísima esta cuestión de la vestimenta porque ellos lo que hacen, de alguna manera, es ‘disfrazarse de ciudad’, empoderarse, se visten como cholos, skatos, emos”, de cualquier cultura juvenil de la Ciudad de México. “Prefieren ser discriminados como chavos banda que como indígenas. ¿Y esto por qué? Porque les permite no hablar el idioma […] ¿y por qué no quieren ser indígenas? Porque se la han pasado más de quinientos años odiando su propia imagen, porque se les asocia con lo feo, con lo tonto, como personas que no tienen capacidad de decidir sobre lo que son y lo que quieren ser”, dijo Gama.
Para finalizar la jornada, Rosario Nava habló sobre su experiencia en el estudio de la construcción de la memoria afrodescendiente como socióloga y fotógrafa, algo que comenzó como estudiante universitaria y que seguiría haciendo con los años. “No solo es el derecho a la memoria, el derecho a visibilizar a estas poblaciones [afrodescendientes] que han quedado totalmente ocultas por la ideología del mestizaje, por el racismo que se vive en México, sino también el derecho a narrativas distintas, a generar historia”, dijo durante su intervención.
Nava también comentó que para desmantelar el racismo se debe hacer mucho a nivel individual: “estar muy atentos a no reciclar prácticas racistas, que van desde el lenguaje hasta actitudes discriminatorias hacia otros o a veces hacia los propios cuerpos”. La fotógrafa y socióloga considera que es algo del día a día, pues estamos plagados de expresiones y comportamientos que reproducen el racismo. “Pero también creo que es obligación del Estado reparar y cambiar la estructura. Creo que este foro, en una institución de este tipo, es muy importante. Pero se necesita mucho más”, concluyó.
Como parte de los eventos para celebrar la inauguración del Espacio Cultural Infonavit, esta institución realizó la Jornada de Racismo y Territorio con tres mesas en las que miembros de colectivas y defensoras de los derechos humanos conversaron en torno a los racismos en México.
Durante años la imagen del Instituto del Fondo Nacional de la Vivienda para los Trabajadores se ha vinculado con fraudes millonarios, despachos de cobranza acosando a las tres de la mañana y otro tipo de delitos y violencias contra los empleados del país. Esto es algo que el organismo quiere cambiar; en palabras de su director general, Carlos Martínez, con la creación del Museo Nacional de la Vivienda y del Espacio Cultural Infonavit —ambos ubicados en Gustavo E. Campa 60, col. Guadalupe Inn, al sur de la Ciudad de México— el instituto busca una “reconciliación” con la sociedad: “creemos que la cultura es parte de retejer un vínculo”, expuso Martínez al comienzo del evento.
El director general agregó que la razón por la que el Infonavit decidió organizar una jornada en torno al racismo y el territorio es que ahora el instituto es promotor “de toda la agenda urbana actual, desde la proximidad en las ciudades [llamado urbanismo de la proximidad], la asequibilidad de la vivienda y la adecuación cultural [de estas]”. Agregó que “la vivienda cruza temas estructurales como el racismo porque se le han dejado al mercado la regulación y la construcción, [y el mercado] es naturalmente discriminador”.
La jornada comenzó con la mesa “Consecuencias del racismo estructural y sistémico”, moderada por Viridiana Ríos. En la conversación participaron Nashieli Ramírez, presidenta de la Comisión de Derechos Humanos de la Ciudad de México; Carla Luisa Escoffié, directora del Centro de Derechos Humanos de la Universidad Libre de Derecho en Monterrey; y Judith Bautista, historiadora del arte e integrante de Copera (Colectivo para Eliminar el Racismo).
“Cuando hablamos de racismo en México, debemos cuestionar de entrada algo que a todos nos enseñaron y nos siguen diciendo en los medios: que somos producto orgullosamente del mestizaje”, comentó Nashieli Ramírez, ya que esta categoría, dijo, “nos hace omitir e invisibilizar un racismo profundo que apenas en los últimos años hemos venido evidenciando”.
Pero aunque el racismo es un tema urgente, Carla Luisa Escoffié considera que hay un atraso de quinientos años, “apenas se empieza hablar en ciertos foros desde el Estado, no así desde pueblos, comunidades, donde siempre ha estado presente”. También comentó que uno de los grandes problemas actuales del racismo, como sucede con otros aspectos de la discriminación, es que se ha reducido “a meras actitudes individuales”, lo cual considera un error, pues esto invisibiliza el racismo institucional. “No podemos entender el racismo en México sin el Estado, sin la forma en que las instituciones lo han reproducido”, expuso Escoffié y ejemplificó con la desaparición de la vivienda maya en la península de Yucatán. “La política de vivienda […] lo que generó fue excluir ciertos materiales, ciertas tipologías [características] de vivienda porque desde escritorios de la Ciudad de México se consideraba que eso no era digno”, dijo. “Históricamente el Estado mexicano fue agotando y destruyendo tipologías de vivienda autóctona de distintos pueblos y comunidades de nuestro país”.
El Estado no se puede limitar a exponer el racismo. Por eso Judith Bautista considera que son necesarias políticas públicas que busquen cambiar las cosas, pues quienes sufren racismo “lo vivimos en los cuerpos, en términos de salud, de educación, de vivienda”. Además, cuando se habla de racismo, no se puede hablar de pasado, considera, ya que “las formaciones raciales son constantes, se reconfiguran y se actualizan”.
Por último, Nashieli Ramírez apuntó que al hablar de racismo “no estamos hablando exclusivamente de actitudes individuales sino de un racismo estructural que provoca un déficit de derechos humanos, de derechos económicos, sociales, culturales y ambientales, incluyendo el derecho a la vivienda”.
Mujeres mayas que tejen resistencia
La segunda mesa que se realizó en la jornada de Racismo y Territorio fue “El camino de las ancestras: mujeres mayas tejen resistencias”, que contó con la participación de la periodista Valeria Contreras y las coordinadoras del colectivo Mujeres Mayas de Quintana Roo, Joana Pérez y Adriana Guadalupe Uex.
El eje de la conversación fue la identidad y los racismos que viven las comunidades indígenas, en especial las mujeres. “Escucharnos significa ser consciente de que todas esas violencias, esa discriminación y ese racismo no son individuales, son colectivos”, comentó Adriana Uex. “No es mi historia, no es la de Joana, es la historia de muchas, de todas […] Estas múltiples violencias nos atraviesan desde que somos niñas porque al inicio nosotras estamos viviendo en comunidad y hasta que llegamos al sistema educativo, o a diferentes sistemas del Estado, es cuando nos señalan”, explica Adriana. Por el color de piel, el idioma, la forma de hablar, la vestimenta, incluso por el peinado, dijo, han recibido insultos las mujeres de su comunidad.
En su intervención, Valeria Contreras conversó sobre “El camino de las ancestras: mujeres mayas tejen resistencias”, un texto periodístico en el que “se hizo un ejercicio de autorrepresentación”, algo necesario, explica, “porque la representación sobre lo indígena, sobre lo maya, desde fuera, es completamente ajeno, exotizante”. Para escribir el reportaje, la periodista contó que empleó un proceso totalmente colaborativo: “a mí me tocó estar en la pluma, pero éramos todas reflexionando sobre las violencias que atravesamos las mujeres de Quintana Roo”.
Valeria Contreras también dijo que escribir el texto le permitió darse cuenta de su “mayanidad”, es decir, entender que si no habla maya es porque “mis abuelos no le enseñaron a mi papá porque es algo que se debe olvidar […], porque en las instituciones de salud, para que te atiendan, tienes que hablar español”, dijo. “Reconocerme como una mujer con una mayanidad negada”, declaró Contreras, “y sin culpa”, ya que “no existe una sola mayanidad y no existe un mayómetro [...], hay mayas que viven en la ciudad, mayas que no hablan maya”. “Existen muchas maneras de vivir una mayanidad y reencontrarse con esa identidad negada”, comentó al final de su participación.
La jornada de Racismo y Territorio del Infonavit terminó con la mesa “La construcción de memoria y el derecho de habitarla”, una conversación entre Jumko Ogata, escritora y divulgadora de antirracismo; Federico Gama, fotógrafo y autor del libro Mazahuacholoskatopunk; y Rosario Nava, historiadora del arte y especialista en el estudio de la presencia africana y afrodescendiente en distintos momentos de la historia de México. El nombre y el tema de la mesa tuvieron su origen en el prólogo de Jumko Ogata al libro Cómo ser antirracista de Ibram X. Kendi, obra que es un buen punto de partida para conocer sobre el racismo y el antirracismo. “El antirracismo tiene una parte de denuncia, de señalar las violencias estructurales”, explicó Jumko Ogata. “Las instituciones se han forjado con base en la violencia, el despojo, la discriminación”. Para la escritora, el antirracismo tiene que identificar cómo funcionan esas estructuras bajo las que opera el racismo y desmantelarlas para construir otro tipo de realidades.
Por su parte, Federico Gama conversó sobre el fenómeno que plasma en su libro y que él llamó mazahuacholoskatopunk, “jóvenes que llegan de las comunidades indígenas a la Ciudad de México a trabajar como albañiles, los hombres, y las mujeres al trabajo de hogar”, explica. En sus empleos, además de racismo y discriminación, sufren abusos laborales. Federico Gama comenta que estos jóvenes se visten para los días que descansan de sus trabajos: “sábado y domingo son fundamentales porque es cuando ellos logran una transformación en su vestimenta. Es importantísima esta cuestión de la vestimenta porque ellos lo que hacen, de alguna manera, es ‘disfrazarse de ciudad’, empoderarse, se visten como cholos, skatos, emos”, de cualquier cultura juvenil de la Ciudad de México. “Prefieren ser discriminados como chavos banda que como indígenas. ¿Y esto por qué? Porque les permite no hablar el idioma […] ¿y por qué no quieren ser indígenas? Porque se la han pasado más de quinientos años odiando su propia imagen, porque se les asocia con lo feo, con lo tonto, como personas que no tienen capacidad de decidir sobre lo que son y lo que quieren ser”, dijo Gama.
Para finalizar la jornada, Rosario Nava habló sobre su experiencia en el estudio de la construcción de la memoria afrodescendiente como socióloga y fotógrafa, algo que comenzó como estudiante universitaria y que seguiría haciendo con los años. “No solo es el derecho a la memoria, el derecho a visibilizar a estas poblaciones [afrodescendientes] que han quedado totalmente ocultas por la ideología del mestizaje, por el racismo que se vive en México, sino también el derecho a narrativas distintas, a generar historia”, dijo durante su intervención.
Nava también comentó que para desmantelar el racismo se debe hacer mucho a nivel individual: “estar muy atentos a no reciclar prácticas racistas, que van desde el lenguaje hasta actitudes discriminatorias hacia otros o a veces hacia los propios cuerpos”. La fotógrafa y socióloga considera que es algo del día a día, pues estamos plagados de expresiones y comportamientos que reproducen el racismo. “Pero también creo que es obligación del Estado reparar y cambiar la estructura. Creo que este foro, en una institución de este tipo, es muy importante. Pero se necesita mucho más”, concluyó.
Como parte de los eventos para celebrar la inauguración del Espacio Cultural Infonavit, esta institución realizó la Jornada de Racismo y Territorio con tres mesas en las que miembros de colectivas y defensoras de los derechos humanos conversaron en torno a los racismos en México.
Durante años la imagen del Instituto del Fondo Nacional de la Vivienda para los Trabajadores se ha vinculado con fraudes millonarios, despachos de cobranza acosando a las tres de la mañana y otro tipo de delitos y violencias contra los empleados del país. Esto es algo que el organismo quiere cambiar; en palabras de su director general, Carlos Martínez, con la creación del Museo Nacional de la Vivienda y del Espacio Cultural Infonavit —ambos ubicados en Gustavo E. Campa 60, col. Guadalupe Inn, al sur de la Ciudad de México— el instituto busca una “reconciliación” con la sociedad: “creemos que la cultura es parte de retejer un vínculo”, expuso Martínez al comienzo del evento.
El director general agregó que la razón por la que el Infonavit decidió organizar una jornada en torno al racismo y el territorio es que ahora el instituto es promotor “de toda la agenda urbana actual, desde la proximidad en las ciudades [llamado urbanismo de la proximidad], la asequibilidad de la vivienda y la adecuación cultural [de estas]”. Agregó que “la vivienda cruza temas estructurales como el racismo porque se le han dejado al mercado la regulación y la construcción, [y el mercado] es naturalmente discriminador”.
La jornada comenzó con la mesa “Consecuencias del racismo estructural y sistémico”, moderada por Viridiana Ríos. En la conversación participaron Nashieli Ramírez, presidenta de la Comisión de Derechos Humanos de la Ciudad de México; Carla Luisa Escoffié, directora del Centro de Derechos Humanos de la Universidad Libre de Derecho en Monterrey; y Judith Bautista, historiadora del arte e integrante de Copera (Colectivo para Eliminar el Racismo).
“Cuando hablamos de racismo en México, debemos cuestionar de entrada algo que a todos nos enseñaron y nos siguen diciendo en los medios: que somos producto orgullosamente del mestizaje”, comentó Nashieli Ramírez, ya que esta categoría, dijo, “nos hace omitir e invisibilizar un racismo profundo que apenas en los últimos años hemos venido evidenciando”.
Pero aunque el racismo es un tema urgente, Carla Luisa Escoffié considera que hay un atraso de quinientos años, “apenas se empieza hablar en ciertos foros desde el Estado, no así desde pueblos, comunidades, donde siempre ha estado presente”. También comentó que uno de los grandes problemas actuales del racismo, como sucede con otros aspectos de la discriminación, es que se ha reducido “a meras actitudes individuales”, lo cual considera un error, pues esto invisibiliza el racismo institucional. “No podemos entender el racismo en México sin el Estado, sin la forma en que las instituciones lo han reproducido”, expuso Escoffié y ejemplificó con la desaparición de la vivienda maya en la península de Yucatán. “La política de vivienda […] lo que generó fue excluir ciertos materiales, ciertas tipologías [características] de vivienda porque desde escritorios de la Ciudad de México se consideraba que eso no era digno”, dijo. “Históricamente el Estado mexicano fue agotando y destruyendo tipologías de vivienda autóctona de distintos pueblos y comunidades de nuestro país”.
El Estado no se puede limitar a exponer el racismo. Por eso Judith Bautista considera que son necesarias políticas públicas que busquen cambiar las cosas, pues quienes sufren racismo “lo vivimos en los cuerpos, en términos de salud, de educación, de vivienda”. Además, cuando se habla de racismo, no se puede hablar de pasado, considera, ya que “las formaciones raciales son constantes, se reconfiguran y se actualizan”.
Por último, Nashieli Ramírez apuntó que al hablar de racismo “no estamos hablando exclusivamente de actitudes individuales sino de un racismo estructural que provoca un déficit de derechos humanos, de derechos económicos, sociales, culturales y ambientales, incluyendo el derecho a la vivienda”.
Mujeres mayas que tejen resistencia
La segunda mesa que se realizó en la jornada de Racismo y Territorio fue “El camino de las ancestras: mujeres mayas tejen resistencias”, que contó con la participación de la periodista Valeria Contreras y las coordinadoras del colectivo Mujeres Mayas de Quintana Roo, Joana Pérez y Adriana Guadalupe Uex.
El eje de la conversación fue la identidad y los racismos que viven las comunidades indígenas, en especial las mujeres. “Escucharnos significa ser consciente de que todas esas violencias, esa discriminación y ese racismo no son individuales, son colectivos”, comentó Adriana Uex. “No es mi historia, no es la de Joana, es la historia de muchas, de todas […] Estas múltiples violencias nos atraviesan desde que somos niñas porque al inicio nosotras estamos viviendo en comunidad y hasta que llegamos al sistema educativo, o a diferentes sistemas del Estado, es cuando nos señalan”, explica Adriana. Por el color de piel, el idioma, la forma de hablar, la vestimenta, incluso por el peinado, dijo, han recibido insultos las mujeres de su comunidad.
En su intervención, Valeria Contreras conversó sobre “El camino de las ancestras: mujeres mayas tejen resistencias”, un texto periodístico en el que “se hizo un ejercicio de autorrepresentación”, algo necesario, explica, “porque la representación sobre lo indígena, sobre lo maya, desde fuera, es completamente ajeno, exotizante”. Para escribir el reportaje, la periodista contó que empleó un proceso totalmente colaborativo: “a mí me tocó estar en la pluma, pero éramos todas reflexionando sobre las violencias que atravesamos las mujeres de Quintana Roo”.
Valeria Contreras también dijo que escribir el texto le permitió darse cuenta de su “mayanidad”, es decir, entender que si no habla maya es porque “mis abuelos no le enseñaron a mi papá porque es algo que se debe olvidar […], porque en las instituciones de salud, para que te atiendan, tienes que hablar español”, dijo. “Reconocerme como una mujer con una mayanidad negada”, declaró Contreras, “y sin culpa”, ya que “no existe una sola mayanidad y no existe un mayómetro [...], hay mayas que viven en la ciudad, mayas que no hablan maya”. “Existen muchas maneras de vivir una mayanidad y reencontrarse con esa identidad negada”, comentó al final de su participación.
La jornada de Racismo y Territorio del Infonavit terminó con la mesa “La construcción de memoria y el derecho de habitarla”, una conversación entre Jumko Ogata, escritora y divulgadora de antirracismo; Federico Gama, fotógrafo y autor del libro Mazahuacholoskatopunk; y Rosario Nava, historiadora del arte y especialista en el estudio de la presencia africana y afrodescendiente en distintos momentos de la historia de México. El nombre y el tema de la mesa tuvieron su origen en el prólogo de Jumko Ogata al libro Cómo ser antirracista de Ibram X. Kendi, obra que es un buen punto de partida para conocer sobre el racismo y el antirracismo. “El antirracismo tiene una parte de denuncia, de señalar las violencias estructurales”, explicó Jumko Ogata. “Las instituciones se han forjado con base en la violencia, el despojo, la discriminación”. Para la escritora, el antirracismo tiene que identificar cómo funcionan esas estructuras bajo las que opera el racismo y desmantelarlas para construir otro tipo de realidades.
Por su parte, Federico Gama conversó sobre el fenómeno que plasma en su libro y que él llamó mazahuacholoskatopunk, “jóvenes que llegan de las comunidades indígenas a la Ciudad de México a trabajar como albañiles, los hombres, y las mujeres al trabajo de hogar”, explica. En sus empleos, además de racismo y discriminación, sufren abusos laborales. Federico Gama comenta que estos jóvenes se visten para los días que descansan de sus trabajos: “sábado y domingo son fundamentales porque es cuando ellos logran una transformación en su vestimenta. Es importantísima esta cuestión de la vestimenta porque ellos lo que hacen, de alguna manera, es ‘disfrazarse de ciudad’, empoderarse, se visten como cholos, skatos, emos”, de cualquier cultura juvenil de la Ciudad de México. “Prefieren ser discriminados como chavos banda que como indígenas. ¿Y esto por qué? Porque les permite no hablar el idioma […] ¿y por qué no quieren ser indígenas? Porque se la han pasado más de quinientos años odiando su propia imagen, porque se les asocia con lo feo, con lo tonto, como personas que no tienen capacidad de decidir sobre lo que son y lo que quieren ser”, dijo Gama.
Para finalizar la jornada, Rosario Nava habló sobre su experiencia en el estudio de la construcción de la memoria afrodescendiente como socióloga y fotógrafa, algo que comenzó como estudiante universitaria y que seguiría haciendo con los años. “No solo es el derecho a la memoria, el derecho a visibilizar a estas poblaciones [afrodescendientes] que han quedado totalmente ocultas por la ideología del mestizaje, por el racismo que se vive en México, sino también el derecho a narrativas distintas, a generar historia”, dijo durante su intervención.
Nava también comentó que para desmantelar el racismo se debe hacer mucho a nivel individual: “estar muy atentos a no reciclar prácticas racistas, que van desde el lenguaje hasta actitudes discriminatorias hacia otros o a veces hacia los propios cuerpos”. La fotógrafa y socióloga considera que es algo del día a día, pues estamos plagados de expresiones y comportamientos que reproducen el racismo. “Pero también creo que es obligación del Estado reparar y cambiar la estructura. Creo que este foro, en una institución de este tipo, es muy importante. Pero se necesita mucho más”, concluyó.
Como parte de los eventos para celebrar la inauguración del Espacio Cultural Infonavit, esta institución realizó la Jornada de Racismo y Territorio con tres mesas en las que miembros de colectivas y defensoras de los derechos humanos conversaron en torno a los racismos en México.
Durante años la imagen del Instituto del Fondo Nacional de la Vivienda para los Trabajadores se ha vinculado con fraudes millonarios, despachos de cobranza acosando a las tres de la mañana y otro tipo de delitos y violencias contra los empleados del país. Esto es algo que el organismo quiere cambiar; en palabras de su director general, Carlos Martínez, con la creación del Museo Nacional de la Vivienda y del Espacio Cultural Infonavit —ambos ubicados en Gustavo E. Campa 60, col. Guadalupe Inn, al sur de la Ciudad de México— el instituto busca una “reconciliación” con la sociedad: “creemos que la cultura es parte de retejer un vínculo”, expuso Martínez al comienzo del evento.
El director general agregó que la razón por la que el Infonavit decidió organizar una jornada en torno al racismo y el territorio es que ahora el instituto es promotor “de toda la agenda urbana actual, desde la proximidad en las ciudades [llamado urbanismo de la proximidad], la asequibilidad de la vivienda y la adecuación cultural [de estas]”. Agregó que “la vivienda cruza temas estructurales como el racismo porque se le han dejado al mercado la regulación y la construcción, [y el mercado] es naturalmente discriminador”.
La jornada comenzó con la mesa “Consecuencias del racismo estructural y sistémico”, moderada por Viridiana Ríos. En la conversación participaron Nashieli Ramírez, presidenta de la Comisión de Derechos Humanos de la Ciudad de México; Carla Luisa Escoffié, directora del Centro de Derechos Humanos de la Universidad Libre de Derecho en Monterrey; y Judith Bautista, historiadora del arte e integrante de Copera (Colectivo para Eliminar el Racismo).
“Cuando hablamos de racismo en México, debemos cuestionar de entrada algo que a todos nos enseñaron y nos siguen diciendo en los medios: que somos producto orgullosamente del mestizaje”, comentó Nashieli Ramírez, ya que esta categoría, dijo, “nos hace omitir e invisibilizar un racismo profundo que apenas en los últimos años hemos venido evidenciando”.
Pero aunque el racismo es un tema urgente, Carla Luisa Escoffié considera que hay un atraso de quinientos años, “apenas se empieza hablar en ciertos foros desde el Estado, no así desde pueblos, comunidades, donde siempre ha estado presente”. También comentó que uno de los grandes problemas actuales del racismo, como sucede con otros aspectos de la discriminación, es que se ha reducido “a meras actitudes individuales”, lo cual considera un error, pues esto invisibiliza el racismo institucional. “No podemos entender el racismo en México sin el Estado, sin la forma en que las instituciones lo han reproducido”, expuso Escoffié y ejemplificó con la desaparición de la vivienda maya en la península de Yucatán. “La política de vivienda […] lo que generó fue excluir ciertos materiales, ciertas tipologías [características] de vivienda porque desde escritorios de la Ciudad de México se consideraba que eso no era digno”, dijo. “Históricamente el Estado mexicano fue agotando y destruyendo tipologías de vivienda autóctona de distintos pueblos y comunidades de nuestro país”.
El Estado no se puede limitar a exponer el racismo. Por eso Judith Bautista considera que son necesarias políticas públicas que busquen cambiar las cosas, pues quienes sufren racismo “lo vivimos en los cuerpos, en términos de salud, de educación, de vivienda”. Además, cuando se habla de racismo, no se puede hablar de pasado, considera, ya que “las formaciones raciales son constantes, se reconfiguran y se actualizan”.
Por último, Nashieli Ramírez apuntó que al hablar de racismo “no estamos hablando exclusivamente de actitudes individuales sino de un racismo estructural que provoca un déficit de derechos humanos, de derechos económicos, sociales, culturales y ambientales, incluyendo el derecho a la vivienda”.
Mujeres mayas que tejen resistencia
La segunda mesa que se realizó en la jornada de Racismo y Territorio fue “El camino de las ancestras: mujeres mayas tejen resistencias”, que contó con la participación de la periodista Valeria Contreras y las coordinadoras del colectivo Mujeres Mayas de Quintana Roo, Joana Pérez y Adriana Guadalupe Uex.
El eje de la conversación fue la identidad y los racismos que viven las comunidades indígenas, en especial las mujeres. “Escucharnos significa ser consciente de que todas esas violencias, esa discriminación y ese racismo no son individuales, son colectivos”, comentó Adriana Uex. “No es mi historia, no es la de Joana, es la historia de muchas, de todas […] Estas múltiples violencias nos atraviesan desde que somos niñas porque al inicio nosotras estamos viviendo en comunidad y hasta que llegamos al sistema educativo, o a diferentes sistemas del Estado, es cuando nos señalan”, explica Adriana. Por el color de piel, el idioma, la forma de hablar, la vestimenta, incluso por el peinado, dijo, han recibido insultos las mujeres de su comunidad.
En su intervención, Valeria Contreras conversó sobre “El camino de las ancestras: mujeres mayas tejen resistencias”, un texto periodístico en el que “se hizo un ejercicio de autorrepresentación”, algo necesario, explica, “porque la representación sobre lo indígena, sobre lo maya, desde fuera, es completamente ajeno, exotizante”. Para escribir el reportaje, la periodista contó que empleó un proceso totalmente colaborativo: “a mí me tocó estar en la pluma, pero éramos todas reflexionando sobre las violencias que atravesamos las mujeres de Quintana Roo”.
Valeria Contreras también dijo que escribir el texto le permitió darse cuenta de su “mayanidad”, es decir, entender que si no habla maya es porque “mis abuelos no le enseñaron a mi papá porque es algo que se debe olvidar […], porque en las instituciones de salud, para que te atiendan, tienes que hablar español”, dijo. “Reconocerme como una mujer con una mayanidad negada”, declaró Contreras, “y sin culpa”, ya que “no existe una sola mayanidad y no existe un mayómetro [...], hay mayas que viven en la ciudad, mayas que no hablan maya”. “Existen muchas maneras de vivir una mayanidad y reencontrarse con esa identidad negada”, comentó al final de su participación.
La jornada de Racismo y Territorio del Infonavit terminó con la mesa “La construcción de memoria y el derecho de habitarla”, una conversación entre Jumko Ogata, escritora y divulgadora de antirracismo; Federico Gama, fotógrafo y autor del libro Mazahuacholoskatopunk; y Rosario Nava, historiadora del arte y especialista en el estudio de la presencia africana y afrodescendiente en distintos momentos de la historia de México. El nombre y el tema de la mesa tuvieron su origen en el prólogo de Jumko Ogata al libro Cómo ser antirracista de Ibram X. Kendi, obra que es un buen punto de partida para conocer sobre el racismo y el antirracismo. “El antirracismo tiene una parte de denuncia, de señalar las violencias estructurales”, explicó Jumko Ogata. “Las instituciones se han forjado con base en la violencia, el despojo, la discriminación”. Para la escritora, el antirracismo tiene que identificar cómo funcionan esas estructuras bajo las que opera el racismo y desmantelarlas para construir otro tipo de realidades.
Por su parte, Federico Gama conversó sobre el fenómeno que plasma en su libro y que él llamó mazahuacholoskatopunk, “jóvenes que llegan de las comunidades indígenas a la Ciudad de México a trabajar como albañiles, los hombres, y las mujeres al trabajo de hogar”, explica. En sus empleos, además de racismo y discriminación, sufren abusos laborales. Federico Gama comenta que estos jóvenes se visten para los días que descansan de sus trabajos: “sábado y domingo son fundamentales porque es cuando ellos logran una transformación en su vestimenta. Es importantísima esta cuestión de la vestimenta porque ellos lo que hacen, de alguna manera, es ‘disfrazarse de ciudad’, empoderarse, se visten como cholos, skatos, emos”, de cualquier cultura juvenil de la Ciudad de México. “Prefieren ser discriminados como chavos banda que como indígenas. ¿Y esto por qué? Porque les permite no hablar el idioma […] ¿y por qué no quieren ser indígenas? Porque se la han pasado más de quinientos años odiando su propia imagen, porque se les asocia con lo feo, con lo tonto, como personas que no tienen capacidad de decidir sobre lo que son y lo que quieren ser”, dijo Gama.
Para finalizar la jornada, Rosario Nava habló sobre su experiencia en el estudio de la construcción de la memoria afrodescendiente como socióloga y fotógrafa, algo que comenzó como estudiante universitaria y que seguiría haciendo con los años. “No solo es el derecho a la memoria, el derecho a visibilizar a estas poblaciones [afrodescendientes] que han quedado totalmente ocultas por la ideología del mestizaje, por el racismo que se vive en México, sino también el derecho a narrativas distintas, a generar historia”, dijo durante su intervención.
Nava también comentó que para desmantelar el racismo se debe hacer mucho a nivel individual: “estar muy atentos a no reciclar prácticas racistas, que van desde el lenguaje hasta actitudes discriminatorias hacia otros o a veces hacia los propios cuerpos”. La fotógrafa y socióloga considera que es algo del día a día, pues estamos plagados de expresiones y comportamientos que reproducen el racismo. “Pero también creo que es obligación del Estado reparar y cambiar la estructura. Creo que este foro, en una institución de este tipo, es muy importante. Pero se necesita mucho más”, concluyó.
Como parte de los eventos para celebrar la inauguración del Espacio Cultural Infonavit, esta institución realizó la Jornada de Racismo y Territorio con tres mesas en las que miembros de colectivas y defensoras de los derechos humanos conversaron en torno a los racismos en México.
Durante años la imagen del Instituto del Fondo Nacional de la Vivienda para los Trabajadores se ha vinculado con fraudes millonarios, despachos de cobranza acosando a las tres de la mañana y otro tipo de delitos y violencias contra los empleados del país. Esto es algo que el organismo quiere cambiar; en palabras de su director general, Carlos Martínez, con la creación del Museo Nacional de la Vivienda y del Espacio Cultural Infonavit —ambos ubicados en Gustavo E. Campa 60, col. Guadalupe Inn, al sur de la Ciudad de México— el instituto busca una “reconciliación” con la sociedad: “creemos que la cultura es parte de retejer un vínculo”, expuso Martínez al comienzo del evento.
El director general agregó que la razón por la que el Infonavit decidió organizar una jornada en torno al racismo y el territorio es que ahora el instituto es promotor “de toda la agenda urbana actual, desde la proximidad en las ciudades [llamado urbanismo de la proximidad], la asequibilidad de la vivienda y la adecuación cultural [de estas]”. Agregó que “la vivienda cruza temas estructurales como el racismo porque se le han dejado al mercado la regulación y la construcción, [y el mercado] es naturalmente discriminador”.
La jornada comenzó con la mesa “Consecuencias del racismo estructural y sistémico”, moderada por Viridiana Ríos. En la conversación participaron Nashieli Ramírez, presidenta de la Comisión de Derechos Humanos de la Ciudad de México; Carla Luisa Escoffié, directora del Centro de Derechos Humanos de la Universidad Libre de Derecho en Monterrey; y Judith Bautista, historiadora del arte e integrante de Copera (Colectivo para Eliminar el Racismo).
“Cuando hablamos de racismo en México, debemos cuestionar de entrada algo que a todos nos enseñaron y nos siguen diciendo en los medios: que somos producto orgullosamente del mestizaje”, comentó Nashieli Ramírez, ya que esta categoría, dijo, “nos hace omitir e invisibilizar un racismo profundo que apenas en los últimos años hemos venido evidenciando”.
Pero aunque el racismo es un tema urgente, Carla Luisa Escoffié considera que hay un atraso de quinientos años, “apenas se empieza hablar en ciertos foros desde el Estado, no así desde pueblos, comunidades, donde siempre ha estado presente”. También comentó que uno de los grandes problemas actuales del racismo, como sucede con otros aspectos de la discriminación, es que se ha reducido “a meras actitudes individuales”, lo cual considera un error, pues esto invisibiliza el racismo institucional. “No podemos entender el racismo en México sin el Estado, sin la forma en que las instituciones lo han reproducido”, expuso Escoffié y ejemplificó con la desaparición de la vivienda maya en la península de Yucatán. “La política de vivienda […] lo que generó fue excluir ciertos materiales, ciertas tipologías [características] de vivienda porque desde escritorios de la Ciudad de México se consideraba que eso no era digno”, dijo. “Históricamente el Estado mexicano fue agotando y destruyendo tipologías de vivienda autóctona de distintos pueblos y comunidades de nuestro país”.
El Estado no se puede limitar a exponer el racismo. Por eso Judith Bautista considera que son necesarias políticas públicas que busquen cambiar las cosas, pues quienes sufren racismo “lo vivimos en los cuerpos, en términos de salud, de educación, de vivienda”. Además, cuando se habla de racismo, no se puede hablar de pasado, considera, ya que “las formaciones raciales son constantes, se reconfiguran y se actualizan”.
Por último, Nashieli Ramírez apuntó que al hablar de racismo “no estamos hablando exclusivamente de actitudes individuales sino de un racismo estructural que provoca un déficit de derechos humanos, de derechos económicos, sociales, culturales y ambientales, incluyendo el derecho a la vivienda”.
Mujeres mayas que tejen resistencia
La segunda mesa que se realizó en la jornada de Racismo y Territorio fue “El camino de las ancestras: mujeres mayas tejen resistencias”, que contó con la participación de la periodista Valeria Contreras y las coordinadoras del colectivo Mujeres Mayas de Quintana Roo, Joana Pérez y Adriana Guadalupe Uex.
El eje de la conversación fue la identidad y los racismos que viven las comunidades indígenas, en especial las mujeres. “Escucharnos significa ser consciente de que todas esas violencias, esa discriminación y ese racismo no son individuales, son colectivos”, comentó Adriana Uex. “No es mi historia, no es la de Joana, es la historia de muchas, de todas […] Estas múltiples violencias nos atraviesan desde que somos niñas porque al inicio nosotras estamos viviendo en comunidad y hasta que llegamos al sistema educativo, o a diferentes sistemas del Estado, es cuando nos señalan”, explica Adriana. Por el color de piel, el idioma, la forma de hablar, la vestimenta, incluso por el peinado, dijo, han recibido insultos las mujeres de su comunidad.
En su intervención, Valeria Contreras conversó sobre “El camino de las ancestras: mujeres mayas tejen resistencias”, un texto periodístico en el que “se hizo un ejercicio de autorrepresentación”, algo necesario, explica, “porque la representación sobre lo indígena, sobre lo maya, desde fuera, es completamente ajeno, exotizante”. Para escribir el reportaje, la periodista contó que empleó un proceso totalmente colaborativo: “a mí me tocó estar en la pluma, pero éramos todas reflexionando sobre las violencias que atravesamos las mujeres de Quintana Roo”.
Valeria Contreras también dijo que escribir el texto le permitió darse cuenta de su “mayanidad”, es decir, entender que si no habla maya es porque “mis abuelos no le enseñaron a mi papá porque es algo que se debe olvidar […], porque en las instituciones de salud, para que te atiendan, tienes que hablar español”, dijo. “Reconocerme como una mujer con una mayanidad negada”, declaró Contreras, “y sin culpa”, ya que “no existe una sola mayanidad y no existe un mayómetro [...], hay mayas que viven en la ciudad, mayas que no hablan maya”. “Existen muchas maneras de vivir una mayanidad y reencontrarse con esa identidad negada”, comentó al final de su participación.
La jornada de Racismo y Territorio del Infonavit terminó con la mesa “La construcción de memoria y el derecho de habitarla”, una conversación entre Jumko Ogata, escritora y divulgadora de antirracismo; Federico Gama, fotógrafo y autor del libro Mazahuacholoskatopunk; y Rosario Nava, historiadora del arte y especialista en el estudio de la presencia africana y afrodescendiente en distintos momentos de la historia de México. El nombre y el tema de la mesa tuvieron su origen en el prólogo de Jumko Ogata al libro Cómo ser antirracista de Ibram X. Kendi, obra que es un buen punto de partida para conocer sobre el racismo y el antirracismo. “El antirracismo tiene una parte de denuncia, de señalar las violencias estructurales”, explicó Jumko Ogata. “Las instituciones se han forjado con base en la violencia, el despojo, la discriminación”. Para la escritora, el antirracismo tiene que identificar cómo funcionan esas estructuras bajo las que opera el racismo y desmantelarlas para construir otro tipo de realidades.
Por su parte, Federico Gama conversó sobre el fenómeno que plasma en su libro y que él llamó mazahuacholoskatopunk, “jóvenes que llegan de las comunidades indígenas a la Ciudad de México a trabajar como albañiles, los hombres, y las mujeres al trabajo de hogar”, explica. En sus empleos, además de racismo y discriminación, sufren abusos laborales. Federico Gama comenta que estos jóvenes se visten para los días que descansan de sus trabajos: “sábado y domingo son fundamentales porque es cuando ellos logran una transformación en su vestimenta. Es importantísima esta cuestión de la vestimenta porque ellos lo que hacen, de alguna manera, es ‘disfrazarse de ciudad’, empoderarse, se visten como cholos, skatos, emos”, de cualquier cultura juvenil de la Ciudad de México. “Prefieren ser discriminados como chavos banda que como indígenas. ¿Y esto por qué? Porque les permite no hablar el idioma […] ¿y por qué no quieren ser indígenas? Porque se la han pasado más de quinientos años odiando su propia imagen, porque se les asocia con lo feo, con lo tonto, como personas que no tienen capacidad de decidir sobre lo que son y lo que quieren ser”, dijo Gama.
Para finalizar la jornada, Rosario Nava habló sobre su experiencia en el estudio de la construcción de la memoria afrodescendiente como socióloga y fotógrafa, algo que comenzó como estudiante universitaria y que seguiría haciendo con los años. “No solo es el derecho a la memoria, el derecho a visibilizar a estas poblaciones [afrodescendientes] que han quedado totalmente ocultas por la ideología del mestizaje, por el racismo que se vive en México, sino también el derecho a narrativas distintas, a generar historia”, dijo durante su intervención.
Nava también comentó que para desmantelar el racismo se debe hacer mucho a nivel individual: “estar muy atentos a no reciclar prácticas racistas, que van desde el lenguaje hasta actitudes discriminatorias hacia otros o a veces hacia los propios cuerpos”. La fotógrafa y socióloga considera que es algo del día a día, pues estamos plagados de expresiones y comportamientos que reproducen el racismo. “Pero también creo que es obligación del Estado reparar y cambiar la estructura. Creo que este foro, en una institución de este tipo, es muy importante. Pero se necesita mucho más”, concluyó.