Si tuviéramos que destacar en un solo bloque a las películas que conquistaron la jornada central del 16° Festival Internacional de Cine de Morelia (FICM) –que incluso se podrían identificar y agrupar gracias a sus temáticas– serían las que están enfocadas en la vida de tres mujeres que viven al servicio casero de otros.
La primera de ellas es La camarista, ópera prima de la cineasta mexicana Lila Avilés que llega a Morelia después de haberse estrenado en el Festival de Cine de Toronto. En ella, la joven actriz Gabriela Cartol interpreta a Evelia, una camarista de uno de los hoteles más lujosos de la Ciudad de México cuyas aspiraciones impulsan su día a día: Quiere conseguir un trabajo en un mejor piso, quiere tener más tiempo para ver a su hijo, quiere hacer el examen para terminar la escuela, quiere un vestido rojo que alguien olvidó meses atrás y que aparentemente la espera en el Lost & Found del hotel y, especialmente, quiere hacer todo eso sola, sin nadie que la moleste ni la interrumpa en su camino.Sin embargo, las metas de la camarista se ven bloqueadas por los constantes retos de su profesión: la imposibilidad de ver a su pequeño hijo por su horario y la lejanía de su trabajo, el surgimiento de nuevas tareas a cumplir —desde el huésped que extrañamente pide paquetes de amenidades por kilo hasta una mujer argentina que incluso le plantea una atractiva oferta que podría cambiar su vida—, y la aparición de un singular personaje que, aún con la amabilidad que externa, se convierte en un obstáculo a sortear en su camino a un piso superior.
Como un ejercicio vouyerista, Avilés sigue a su personaje principal mientras ésta se interna en la falsa intimidad de una habitación de hotel, mostrándola en sus actividades diarias, como tender camas; recoger el desastre que todos los viajeros hacemos al desempacar o subir y bajar pisos en ascensores lúgubres; al mismo tiempo que se enfoca en su afán por mejorar su vida, perdiendo gran parte de ella entre sábanas y momentos en silencio. Con sutileza, Avilés crea una atmósfera ordinaria que sirve para llevar su sólido argumento. No descartemos que esta película, que Cine Caníbal estrenará en 2019, reciba el Premio a Mejor Largometraje de Ficción, Mejor Ópera Prima, Mejor Dirección o Mejor Actuación Femenina.Claro que, si tenemos que marcar una película fundamental para describir esta 16° edición del FICM esa sería Roma, el filme de Alfonso Cuarón que se presentó por dos noches en funciones agotadas en el marco del festival. Cuarón, que ya había llevado la íntima historia de Cleo (encarnada por Yalitza Aparicio), una joven de origen mixteco que trabaja con una familia de clase media en el México de los años 70, a Venecia, San Sebastián, Toronto y Telluride recibió el cariño de los fanáticos mexicanos a su paso por la alfombra que cubrió el acceso principal de la sede del festival.Durante la alfombra roja también desfilaron el director de arte ganador el Oscar Eugenio Caballero; los actores Fernando Grediaga, Nancy García, Marina de Tavira y Yalitza Aparicio, así como la señora Libo, nana de Cuarón que sirvió como inspiración para el filme.Previo al inicio de la Gran Gala donde se proyectaría la cinta, el equipo principal del festival le otorgó a Cuarón un reconocimiento especial a su carrera. El galardón, llamado Premio a la excelencia en creación cinematográfica, fue diseñado por el artista Javier Marín. Además Aparicio, de Tavira y García fueron premiadas con un Ojo, premio que el festival da a las mejores interpretaciones de la selección oficial, honorífico.
Siguiendo con esas temáticas, el cineasta mexicano de origen catalán, Xavi Sala presentó en El ombligo de Guie'dani, otra historia de vida paralela a las labores del hogar. En la película, proyectada dentro de la selección oficial en competencia, el europeo cuenta la historia de Guie'dani (Sótera Cruz), una niña zapoteca que llega a la Ciudad de México para trabajar junto a su madre en la casa de una familia acomodada de la capital.Aunque en primera instancia el trabajo promete ayudarlas a mejorar sus condiciones de vida, su llegada a un nuevo entorno la enfrentará con el clasismo que se vive en ciertos círculos y la intolerancia. Con su película, Sala presenta la irritabilidad con la quealgunas personas emplean a mujeres indígenas mexicanas para trabajar en sus casas sin que eso las haga sentir bienvenidas o peor, sin que eso garantice que sus empleadores no ocuparan su "estatus social" para atacarlas pasivamente. Un trabajo que, si bien por momentos se siente desaforado, retrata con precisión el sentir de dos comunidades en el México contemporáneo.También dentro de la selección oficial se presentó Bayoneta, película de Kyzza Terrazas en la que Luis Gerardo Méndez interpreta a un boxeador retirado que comienza a lidiar con los demonios que lo llevaron al exilio en Finlandia, incluyendo una abrupta separación de su familia y el dolor de haber matado a su último contrincante en el ring, para regresar a la gloria. "Queríamos hacer una película que tuviera que ver con boxeo. Siento que México tiene una tradición de boxeo tan importante que nos parecía necesario que en esta oleada de cine hecho en México faltaba una película que explorara ese mundo", contó Terrazas a Gatopardo antes de la presentación de la cinta en el festival. Sin embargo, la emoción que suele acompañar a este tipo de películas es sustituida con una historia convencional de superación, también típica del género, que se sostiene gracias a la potente actuación de Méndez, de quien no deberíamos sorprendernos si termina alzándose con el premio a Mejor Actor del certamen.
Otro mexicano que figuró en el FICM, en esta ocasión como parte de las proyecciones internacionales, fue el joven productor mexicano Julio Chavezmontes, quien presentó la película francesa La daga en el corazón (Un couteau dans le coeur), dirigida por Yann González y el thriller argentino Acusada, en las que participó con su compañía de producción y distribución Piano. "Yo busco proyectos que me resulten fascinantes, en los que yo creo que hay algo importante que decir y en los que también sienta que hay una sintonía con el director que puede devenir en una colaboración creativa que ayude en el desarrollo del proyecto", mencionó a esta publicación. "Finalmente el cine es un arte colaborativo. Para mí esa es la experiencia cumbre del cine, esa comunión de diferentes personas y diferentes visiones".Siguiendo con las producciones latinoamericanas destacables, el Programa de Diversidad Sexual paralelo al festival proyectó el interesante drama Las herederas, ópera prima del cineasta paraguayo Marcelo Martinessi. En la película, galardonada con el Premio Especial del Jurado, el Premio Internacional de la Crítica (FIPRESCI) y el Oso de Plata a Mejor Actriz en el pasado Festival de Cine de Berlín, la veterana actriz Ana Brun interpreta a Chela, una mujer sumida en la depresión y una crisis económica, motivada en gran parte por su pareja Chiquita (Margarita Irun), que la ha llevado a deshacerse de muchos de los objetos que heredó de su familia. Tras el encarcelamiento de Chiquita, acusada de fraude bancario, Chela encuentra una nueva salida tras presentarse como chofer de una de sus vecinas y conocer a Angy (Ana Ivanova), una joven mujer independiente que desata en ella las ganas de vivir, experimentar e incluso, el deseo de reiniciar su vida. Martinessi consigue hacer un sutil acercamiento al renacer del deseo femenino pasados los 50 impulsado completamente por la potencia con la que Brun se desenvuelve en una espiral de emociones.La película se podrá ver en la Ciudad de México dentro de las actividades que acompañan a la próxima edición de los Premios Fénix, en donde el filme contiende por 7 premios, incluyendo Mejor Largometraje de Ficción.* * *Más en Gatopardo:Museo: Historia de un atracoNon-Fiction: Las ficciones artísticas de Olivier AssayasFestival de Cine de Morelia: Un viaje a la Luna y al México de los frívolos años 80