El 4 de marzo de 1983, el sacerdote Ernesto Cardenal fue humillado por el Papa Juan Pablo II. A su llegada a Nicaragua, frente a los miembros de la dirección Nacional del Frente Sandinista, el Consejo del Estado y las cámaras que captaron la dramática escena, el sumo pontífice le negó el saludo y la bendición. Apuntándole con el índice, mientras Cardenal se encontraba hincado y sonriente frente a él, rechazó un acercamiento con la revolución sandinista. “Antes tiene que reconciliarse con la Iglesia”, le dijo el Papa.
Un año más tarde, el clérigo Ernesto Cardenal, junto con otros sacerdotes, entre ellos su hermano Fernando, fue suspendido a divinis (una especie de excomunión que sólo puede imponerse a un clérigo) en castigo por la llamada Iglesia Popular, una corriente basada en la teología de la liberación que se convirtió en un referente en América Latina. Desde entonces, tuvieron que pasar casi 35 años para que el Vaticano levantara la suspensión canónica que le impedía al sacerdote administrar los sacramentos.El pasado 18 de febrero, mientras el cardenal de 94 años estaba internado de gravedad en un hospital de Managua, recibió la noticia de que el Papa Francisco lo había readmitido al ejercicio del ministerio presbiteral.
Cardenal, sacerdote, poeta y activista de la teología de la liberación, Ernesto Cardenal nació el 20 de enero de 1925 en Granada, Nicaragua. Comenzó sus estudios en su ciudad natal pero se graduó de Filosofía y letras en la Universidad Nacional Autónoma de México en 1947. Su gusto por la poesía lo llevó a estudiar un posgrado en la Universidad de Columbia en Nueva York y poco después el espíritu de sus textos lo volvió parte de de la “Generación del 40”, grupo en el que fue discípulo del poeta nicaragüense José Coronel Urtecho.En 1954 participó en un movimiento armado contra el dictador Anastasio Somoza García. El levantamiento falló y él decidió ingresar al Monasterio de Nuestra Señora de Nuestra Señora de Gethsemani, en Kentucky, Estados Unidos, donde Thomas Merton fue su maestro y mentor espiritual. Tiempo después fundó la legendaria comunidad de Solentiname en el archipiélago del mismo nombre en el Gran Lago de Nicaragua. Después regresó a México a estudiar teología y se ordenó sacerdote en Managua en 1965.
“Y Sandino no tenía cara de soldado,sino de poeta convertido en soldado por necesidad,y de un hombre nervioso dominado por la serenidad”.(Hora 0, 1956)
Hora 0, publicada en 1956, fue una de sus obras clave, una dura crítica a la política latinoamericana y poco más tarde un referente de la poesía política.Tiempo después de publicarla decidió sumarse al Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) y en 1979 luchó junto a los jóvenes sandinistas, entre ellos el ahora presidente Daniel Ortega, contra el régimen de Anastasio Somoza. Tras la victoria del Frente, fue nombrado ministro de Cultura, cargo que desempeño hasta 1988.
La Iglesia y la política no se llevan
Su poesía se convirtió en su principal arma de acción política. Ernesto Cardenal cuenta con el Premio Iberoamericano de Poesía Pablo Neruda (2009) y el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana (2012), además del Premio Internacional Mario Benedetti (2018).Tras la caída de Somoza, Nicaragua encontró refugió en la Iglesia Popular, que basada en la “teoría de la liberación” representaba un gran desafío para el Vaticano, pues se caracterizó por apoyar ideas de izquierda en donde debía existir opción preferencial por los pobres. Además, era una lucha contra el capitalismo, pues argumentaban que la salvación no podía ocurrir la liberación económica, política e ideológica. Entre los creyentes existía el compromiso de eliminar la explotación, la falta de oportunidades y las injusticias del mundo.En 1983, Juan Pablo II viajó por varios países de Latinoamérica, entre ellos Nicaragua. Sin embargo, su visita se convirtió en un episodio incómodo desde los primeros minutos. El Papa ya había expresado su rechazo a la Iglesia Popular durante su paso por México y calificó el movimiento como absurdo y peligroso, pues sostuvo que estaban dividiendo a la Iglesia. Su incomodidad incrementó a su llegada al aeropuerto de Managua, donde fue recibido con una manta que tenía un peculiar mensaje: “Bienvenido a la Nicaragua libre gracias a Dios y a la revolución”.[caption id="attachment_229374" align="aligncenter" width="620"]
Encuentro entre Juan Pablo II y Ernesto Cardenal en el aeropuerto de Managua, Nicaragua.[/caption]Karol Józef Wojtyła fue recibido por el comandante Daniel Ortega y poco después ocurrió el mencionado encuentro con Ernesto Cardenal. Luego vino el discurso revolucionario de Ortega que aumentó aún más el malestar del Papa, quien poco después ofició una misa que por poco terminó en tragedia.Entre los gritos de los asistentes se podía escuchar “¡La iglesia de los pobres!”, “Entre cristianismo y revolución no hay contradicción” y Juan Pablo II retomó un pasaje del Evangelio de Juan, advirtiendo:“Cuídense de los falsos profetas. Se presentan en piel de cordero, pero por dentro son lobos feroces”.Los gritos de la gente aumentaban. “El Papa también quiere hablar”, dijo el pontífice, pero se lo permitieron.Juan Rivas, corresponsal del periódico español El País. que viajó en la comitiva del Papa durante su gira por América Latina, narró que al terminar la homilía, Juan Pablo II fue trasladado de inmediato al aeropuerto, donde lo esperaba Ortega, quien improvisó un duro discurso en el que le dijo que había pasado por el país sin entender la tragedia que lo sacudía.El Papa escuchó en silencio a Ortega, y no le dio ninguna respuesta. Al siguiente año vino la suspensión ‘a divinis’ para Cardenal.[caption id="attachment_229375" align="aligncenter" width="620"]
Ernesto Cardenal en el hospital a los 94 años y celebrando misa después de 35 años/ Foto vía Twitter @arquimanagua[/caption]35 años después, el Papa Francisco concedió la absolución al poeta y sacerdote, según informó Vatican News y la Nunciatura Apostólica de Nicaragua. Su Excelencia Monseñor Stanislaw Waldemar Sommertag, Nuncio Apostólico en Nicaragua visitó el mismo 18 de febrero al padre Ernesto Cardenal y celebró para él la Eucaristía, tras haberlo readmitido en su Ministerio Presbiteral.Hoy Nicaragua vive una de las crisis más profundas de su historia. Daniel Ortega, el mismo que décadas atrás luchó junto al Frente Sandinista contra la dictadura, hoy encabeza un gobierno represor que ya suma cientos de muertos. El actual presidente, antiguo compañero de revolución de Ernesto Cardenal, parece haber olvidado por completo el pasado de su nación y los ideales que un día representó.Ante los más de 200 muertos que ha dejado su gobierno desde 2018, Cardenal le exigió que detuviera la represión que está viviendo su pueblo. Ellos se conocen muy bien, pues el sacerdote siguió militando con el Frente Sandinista de Liberación Nacional hasta 1995, pero ahora eso ha quedado en el pasado.Ante un país sumamente lastimado, además de la sociedad civil, una vez más han sido los sacerdotes quienes han alzado la voz en nombre de la libertad, la democracia y la justicia. Tal es el caso del obispo auxiliar de la archidiócesis de Managua, Silvio Báez, considerado el número dos de la Iglesia de Nicaragua.El obispo, muy respetado en el país, se ha mantenido cerca de Ernesto Cardenal. Apenas el pasado 17 de febrero lo visitó en el hospital y a través de su cuenta de Twitter compartió:“Sespués de haber orado por él, me arrodillé ante su cama y le pedí su bendición como sacerdote de la Iglesia católica, a lo cual accedió gozoso. ¡Gracias, Ernesto!”.También te puede interesar:Cinco libros para conocer a Rosario CastellanosLas vidas de Sergio RamírezUna vuelta al Tercer Mundo
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En 1984, Juan Pablo II lo suspendió ‘a divinis’ por formar parte de la revolución sandinista.
El 4 de marzo de 1983, el sacerdote Ernesto Cardenal fue humillado por el Papa Juan Pablo II. A su llegada a Nicaragua, frente a los miembros de la dirección Nacional del Frente Sandinista, el Consejo del Estado y las cámaras que captaron la dramática escena, el sumo pontífice le negó el saludo y la bendición. Apuntándole con el índice, mientras Cardenal se encontraba hincado y sonriente frente a él, rechazó un acercamiento con la revolución sandinista. “Antes tiene que reconciliarse con la Iglesia”, le dijo el Papa.
Un año más tarde, el clérigo Ernesto Cardenal, junto con otros sacerdotes, entre ellos su hermano Fernando, fue suspendido a divinis (una especie de excomunión que sólo puede imponerse a un clérigo) en castigo por la llamada Iglesia Popular, una corriente basada en la teología de la liberación que se convirtió en un referente en América Latina. Desde entonces, tuvieron que pasar casi 35 años para que el Vaticano levantara la suspensión canónica que le impedía al sacerdote administrar los sacramentos.El pasado 18 de febrero, mientras el cardenal de 94 años estaba internado de gravedad en un hospital de Managua, recibió la noticia de que el Papa Francisco lo había readmitido al ejercicio del ministerio presbiteral.
Cardenal, sacerdote, poeta y activista de la teología de la liberación, Ernesto Cardenal nació el 20 de enero de 1925 en Granada, Nicaragua. Comenzó sus estudios en su ciudad natal pero se graduó de Filosofía y letras en la Universidad Nacional Autónoma de México en 1947. Su gusto por la poesía lo llevó a estudiar un posgrado en la Universidad de Columbia en Nueva York y poco después el espíritu de sus textos lo volvió parte de de la “Generación del 40”, grupo en el que fue discípulo del poeta nicaragüense José Coronel Urtecho.En 1954 participó en un movimiento armado contra el dictador Anastasio Somoza García. El levantamiento falló y él decidió ingresar al Monasterio de Nuestra Señora de Nuestra Señora de Gethsemani, en Kentucky, Estados Unidos, donde Thomas Merton fue su maestro y mentor espiritual. Tiempo después fundó la legendaria comunidad de Solentiname en el archipiélago del mismo nombre en el Gran Lago de Nicaragua. Después regresó a México a estudiar teología y se ordenó sacerdote en Managua en 1965.
“Y Sandino no tenía cara de soldado,sino de poeta convertido en soldado por necesidad,y de un hombre nervioso dominado por la serenidad”.(Hora 0, 1956)
Hora 0, publicada en 1956, fue una de sus obras clave, una dura crítica a la política latinoamericana y poco más tarde un referente de la poesía política.Tiempo después de publicarla decidió sumarse al Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) y en 1979 luchó junto a los jóvenes sandinistas, entre ellos el ahora presidente Daniel Ortega, contra el régimen de Anastasio Somoza. Tras la victoria del Frente, fue nombrado ministro de Cultura, cargo que desempeño hasta 1988.
La Iglesia y la política no se llevan
Su poesía se convirtió en su principal arma de acción política. Ernesto Cardenal cuenta con el Premio Iberoamericano de Poesía Pablo Neruda (2009) y el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana (2012), además del Premio Internacional Mario Benedetti (2018).Tras la caída de Somoza, Nicaragua encontró refugió en la Iglesia Popular, que basada en la “teoría de la liberación” representaba un gran desafío para el Vaticano, pues se caracterizó por apoyar ideas de izquierda en donde debía existir opción preferencial por los pobres. Además, era una lucha contra el capitalismo, pues argumentaban que la salvación no podía ocurrir la liberación económica, política e ideológica. Entre los creyentes existía el compromiso de eliminar la explotación, la falta de oportunidades y las injusticias del mundo.En 1983, Juan Pablo II viajó por varios países de Latinoamérica, entre ellos Nicaragua. Sin embargo, su visita se convirtió en un episodio incómodo desde los primeros minutos. El Papa ya había expresado su rechazo a la Iglesia Popular durante su paso por México y calificó el movimiento como absurdo y peligroso, pues sostuvo que estaban dividiendo a la Iglesia. Su incomodidad incrementó a su llegada al aeropuerto de Managua, donde fue recibido con una manta que tenía un peculiar mensaje: “Bienvenido a la Nicaragua libre gracias a Dios y a la revolución”.[caption id="attachment_229374" align="aligncenter" width="620"]
Encuentro entre Juan Pablo II y Ernesto Cardenal en el aeropuerto de Managua, Nicaragua.[/caption]Karol Józef Wojtyła fue recibido por el comandante Daniel Ortega y poco después ocurrió el mencionado encuentro con Ernesto Cardenal. Luego vino el discurso revolucionario de Ortega que aumentó aún más el malestar del Papa, quien poco después ofició una misa que por poco terminó en tragedia.Entre los gritos de los asistentes se podía escuchar “¡La iglesia de los pobres!”, “Entre cristianismo y revolución no hay contradicción” y Juan Pablo II retomó un pasaje del Evangelio de Juan, advirtiendo:“Cuídense de los falsos profetas. Se presentan en piel de cordero, pero por dentro son lobos feroces”.Los gritos de la gente aumentaban. “El Papa también quiere hablar”, dijo el pontífice, pero se lo permitieron.Juan Rivas, corresponsal del periódico español El País. que viajó en la comitiva del Papa durante su gira por América Latina, narró que al terminar la homilía, Juan Pablo II fue trasladado de inmediato al aeropuerto, donde lo esperaba Ortega, quien improvisó un duro discurso en el que le dijo que había pasado por el país sin entender la tragedia que lo sacudía.El Papa escuchó en silencio a Ortega, y no le dio ninguna respuesta. Al siguiente año vino la suspensión ‘a divinis’ para Cardenal.[caption id="attachment_229375" align="aligncenter" width="620"]
Ernesto Cardenal en el hospital a los 94 años y celebrando misa después de 35 años/ Foto vía Twitter @arquimanagua[/caption]35 años después, el Papa Francisco concedió la absolución al poeta y sacerdote, según informó Vatican News y la Nunciatura Apostólica de Nicaragua. Su Excelencia Monseñor Stanislaw Waldemar Sommertag, Nuncio Apostólico en Nicaragua visitó el mismo 18 de febrero al padre Ernesto Cardenal y celebró para él la Eucaristía, tras haberlo readmitido en su Ministerio Presbiteral.Hoy Nicaragua vive una de las crisis más profundas de su historia. Daniel Ortega, el mismo que décadas atrás luchó junto al Frente Sandinista contra la dictadura, hoy encabeza un gobierno represor que ya suma cientos de muertos. El actual presidente, antiguo compañero de revolución de Ernesto Cardenal, parece haber olvidado por completo el pasado de su nación y los ideales que un día representó.Ante los más de 200 muertos que ha dejado su gobierno desde 2018, Cardenal le exigió que detuviera la represión que está viviendo su pueblo. Ellos se conocen muy bien, pues el sacerdote siguió militando con el Frente Sandinista de Liberación Nacional hasta 1995, pero ahora eso ha quedado en el pasado.Ante un país sumamente lastimado, además de la sociedad civil, una vez más han sido los sacerdotes quienes han alzado la voz en nombre de la libertad, la democracia y la justicia. Tal es el caso del obispo auxiliar de la archidiócesis de Managua, Silvio Báez, considerado el número dos de la Iglesia de Nicaragua.El obispo, muy respetado en el país, se ha mantenido cerca de Ernesto Cardenal. Apenas el pasado 17 de febrero lo visitó en el hospital y a través de su cuenta de Twitter compartió:“Sespués de haber orado por él, me arrodillé ante su cama y le pedí su bendición como sacerdote de la Iglesia católica, a lo cual accedió gozoso. ¡Gracias, Ernesto!”.También te puede interesar:Cinco libros para conocer a Rosario CastellanosLas vidas de Sergio RamírezUna vuelta al Tercer Mundo
En 1984, Juan Pablo II lo suspendió ‘a divinis’ por formar parte de la revolución sandinista.
El 4 de marzo de 1983, el sacerdote Ernesto Cardenal fue humillado por el Papa Juan Pablo II. A su llegada a Nicaragua, frente a los miembros de la dirección Nacional del Frente Sandinista, el Consejo del Estado y las cámaras que captaron la dramática escena, el sumo pontífice le negó el saludo y la bendición. Apuntándole con el índice, mientras Cardenal se encontraba hincado y sonriente frente a él, rechazó un acercamiento con la revolución sandinista. “Antes tiene que reconciliarse con la Iglesia”, le dijo el Papa.
Un año más tarde, el clérigo Ernesto Cardenal, junto con otros sacerdotes, entre ellos su hermano Fernando, fue suspendido a divinis (una especie de excomunión que sólo puede imponerse a un clérigo) en castigo por la llamada Iglesia Popular, una corriente basada en la teología de la liberación que se convirtió en un referente en América Latina. Desde entonces, tuvieron que pasar casi 35 años para que el Vaticano levantara la suspensión canónica que le impedía al sacerdote administrar los sacramentos.El pasado 18 de febrero, mientras el cardenal de 94 años estaba internado de gravedad en un hospital de Managua, recibió la noticia de que el Papa Francisco lo había readmitido al ejercicio del ministerio presbiteral.
Cardenal, sacerdote, poeta y activista de la teología de la liberación, Ernesto Cardenal nació el 20 de enero de 1925 en Granada, Nicaragua. Comenzó sus estudios en su ciudad natal pero se graduó de Filosofía y letras en la Universidad Nacional Autónoma de México en 1947. Su gusto por la poesía lo llevó a estudiar un posgrado en la Universidad de Columbia en Nueva York y poco después el espíritu de sus textos lo volvió parte de de la “Generación del 40”, grupo en el que fue discípulo del poeta nicaragüense José Coronel Urtecho.En 1954 participó en un movimiento armado contra el dictador Anastasio Somoza García. El levantamiento falló y él decidió ingresar al Monasterio de Nuestra Señora de Nuestra Señora de Gethsemani, en Kentucky, Estados Unidos, donde Thomas Merton fue su maestro y mentor espiritual. Tiempo después fundó la legendaria comunidad de Solentiname en el archipiélago del mismo nombre en el Gran Lago de Nicaragua. Después regresó a México a estudiar teología y se ordenó sacerdote en Managua en 1965.
“Y Sandino no tenía cara de soldado,sino de poeta convertido en soldado por necesidad,y de un hombre nervioso dominado por la serenidad”.(Hora 0, 1956)
Hora 0, publicada en 1956, fue una de sus obras clave, una dura crítica a la política latinoamericana y poco más tarde un referente de la poesía política.Tiempo después de publicarla decidió sumarse al Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) y en 1979 luchó junto a los jóvenes sandinistas, entre ellos el ahora presidente Daniel Ortega, contra el régimen de Anastasio Somoza. Tras la victoria del Frente, fue nombrado ministro de Cultura, cargo que desempeño hasta 1988.
La Iglesia y la política no se llevan
Su poesía se convirtió en su principal arma de acción política. Ernesto Cardenal cuenta con el Premio Iberoamericano de Poesía Pablo Neruda (2009) y el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana (2012), además del Premio Internacional Mario Benedetti (2018).Tras la caída de Somoza, Nicaragua encontró refugió en la Iglesia Popular, que basada en la “teoría de la liberación” representaba un gran desafío para el Vaticano, pues se caracterizó por apoyar ideas de izquierda en donde debía existir opción preferencial por los pobres. Además, era una lucha contra el capitalismo, pues argumentaban que la salvación no podía ocurrir la liberación económica, política e ideológica. Entre los creyentes existía el compromiso de eliminar la explotación, la falta de oportunidades y las injusticias del mundo.En 1983, Juan Pablo II viajó por varios países de Latinoamérica, entre ellos Nicaragua. Sin embargo, su visita se convirtió en un episodio incómodo desde los primeros minutos. El Papa ya había expresado su rechazo a la Iglesia Popular durante su paso por México y calificó el movimiento como absurdo y peligroso, pues sostuvo que estaban dividiendo a la Iglesia. Su incomodidad incrementó a su llegada al aeropuerto de Managua, donde fue recibido con una manta que tenía un peculiar mensaje: “Bienvenido a la Nicaragua libre gracias a Dios y a la revolución”.[caption id="attachment_229374" align="aligncenter" width="620"]
Encuentro entre Juan Pablo II y Ernesto Cardenal en el aeropuerto de Managua, Nicaragua.[/caption]Karol Józef Wojtyła fue recibido por el comandante Daniel Ortega y poco después ocurrió el mencionado encuentro con Ernesto Cardenal. Luego vino el discurso revolucionario de Ortega que aumentó aún más el malestar del Papa, quien poco después ofició una misa que por poco terminó en tragedia.Entre los gritos de los asistentes se podía escuchar “¡La iglesia de los pobres!”, “Entre cristianismo y revolución no hay contradicción” y Juan Pablo II retomó un pasaje del Evangelio de Juan, advirtiendo:“Cuídense de los falsos profetas. Se presentan en piel de cordero, pero por dentro son lobos feroces”.Los gritos de la gente aumentaban. “El Papa también quiere hablar”, dijo el pontífice, pero se lo permitieron.Juan Rivas, corresponsal del periódico español El País. que viajó en la comitiva del Papa durante su gira por América Latina, narró que al terminar la homilía, Juan Pablo II fue trasladado de inmediato al aeropuerto, donde lo esperaba Ortega, quien improvisó un duro discurso en el que le dijo que había pasado por el país sin entender la tragedia que lo sacudía.El Papa escuchó en silencio a Ortega, y no le dio ninguna respuesta. Al siguiente año vino la suspensión ‘a divinis’ para Cardenal.[caption id="attachment_229375" align="aligncenter" width="620"]
Ernesto Cardenal en el hospital a los 94 años y celebrando misa después de 35 años/ Foto vía Twitter @arquimanagua[/caption]35 años después, el Papa Francisco concedió la absolución al poeta y sacerdote, según informó Vatican News y la Nunciatura Apostólica de Nicaragua. Su Excelencia Monseñor Stanislaw Waldemar Sommertag, Nuncio Apostólico en Nicaragua visitó el mismo 18 de febrero al padre Ernesto Cardenal y celebró para él la Eucaristía, tras haberlo readmitido en su Ministerio Presbiteral.Hoy Nicaragua vive una de las crisis más profundas de su historia. Daniel Ortega, el mismo que décadas atrás luchó junto al Frente Sandinista contra la dictadura, hoy encabeza un gobierno represor que ya suma cientos de muertos. El actual presidente, antiguo compañero de revolución de Ernesto Cardenal, parece haber olvidado por completo el pasado de su nación y los ideales que un día representó.Ante los más de 200 muertos que ha dejado su gobierno desde 2018, Cardenal le exigió que detuviera la represión que está viviendo su pueblo. Ellos se conocen muy bien, pues el sacerdote siguió militando con el Frente Sandinista de Liberación Nacional hasta 1995, pero ahora eso ha quedado en el pasado.Ante un país sumamente lastimado, además de la sociedad civil, una vez más han sido los sacerdotes quienes han alzado la voz en nombre de la libertad, la democracia y la justicia. Tal es el caso del obispo auxiliar de la archidiócesis de Managua, Silvio Báez, considerado el número dos de la Iglesia de Nicaragua.El obispo, muy respetado en el país, se ha mantenido cerca de Ernesto Cardenal. Apenas el pasado 17 de febrero lo visitó en el hospital y a través de su cuenta de Twitter compartió:“Sespués de haber orado por él, me arrodillé ante su cama y le pedí su bendición como sacerdote de la Iglesia católica, a lo cual accedió gozoso. ¡Gracias, Ernesto!”.También te puede interesar:Cinco libros para conocer a Rosario CastellanosLas vidas de Sergio RamírezUna vuelta al Tercer Mundo
En 1984, Juan Pablo II lo suspendió ‘a divinis’ por formar parte de la revolución sandinista.
El 4 de marzo de 1983, el sacerdote Ernesto Cardenal fue humillado por el Papa Juan Pablo II. A su llegada a Nicaragua, frente a los miembros de la dirección Nacional del Frente Sandinista, el Consejo del Estado y las cámaras que captaron la dramática escena, el sumo pontífice le negó el saludo y la bendición. Apuntándole con el índice, mientras Cardenal se encontraba hincado y sonriente frente a él, rechazó un acercamiento con la revolución sandinista. “Antes tiene que reconciliarse con la Iglesia”, le dijo el Papa.
Un año más tarde, el clérigo Ernesto Cardenal, junto con otros sacerdotes, entre ellos su hermano Fernando, fue suspendido a divinis (una especie de excomunión que sólo puede imponerse a un clérigo) en castigo por la llamada Iglesia Popular, una corriente basada en la teología de la liberación que se convirtió en un referente en América Latina. Desde entonces, tuvieron que pasar casi 35 años para que el Vaticano levantara la suspensión canónica que le impedía al sacerdote administrar los sacramentos.El pasado 18 de febrero, mientras el cardenal de 94 años estaba internado de gravedad en un hospital de Managua, recibió la noticia de que el Papa Francisco lo había readmitido al ejercicio del ministerio presbiteral.
Cardenal, sacerdote, poeta y activista de la teología de la liberación, Ernesto Cardenal nació el 20 de enero de 1925 en Granada, Nicaragua. Comenzó sus estudios en su ciudad natal pero se graduó de Filosofía y letras en la Universidad Nacional Autónoma de México en 1947. Su gusto por la poesía lo llevó a estudiar un posgrado en la Universidad de Columbia en Nueva York y poco después el espíritu de sus textos lo volvió parte de de la “Generación del 40”, grupo en el que fue discípulo del poeta nicaragüense José Coronel Urtecho.En 1954 participó en un movimiento armado contra el dictador Anastasio Somoza García. El levantamiento falló y él decidió ingresar al Monasterio de Nuestra Señora de Nuestra Señora de Gethsemani, en Kentucky, Estados Unidos, donde Thomas Merton fue su maestro y mentor espiritual. Tiempo después fundó la legendaria comunidad de Solentiname en el archipiélago del mismo nombre en el Gran Lago de Nicaragua. Después regresó a México a estudiar teología y se ordenó sacerdote en Managua en 1965.
“Y Sandino no tenía cara de soldado,sino de poeta convertido en soldado por necesidad,y de un hombre nervioso dominado por la serenidad”.(Hora 0, 1956)
Hora 0, publicada en 1956, fue una de sus obras clave, una dura crítica a la política latinoamericana y poco más tarde un referente de la poesía política.Tiempo después de publicarla decidió sumarse al Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) y en 1979 luchó junto a los jóvenes sandinistas, entre ellos el ahora presidente Daniel Ortega, contra el régimen de Anastasio Somoza. Tras la victoria del Frente, fue nombrado ministro de Cultura, cargo que desempeño hasta 1988.
La Iglesia y la política no se llevan
Su poesía se convirtió en su principal arma de acción política. Ernesto Cardenal cuenta con el Premio Iberoamericano de Poesía Pablo Neruda (2009) y el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana (2012), además del Premio Internacional Mario Benedetti (2018).Tras la caída de Somoza, Nicaragua encontró refugió en la Iglesia Popular, que basada en la “teoría de la liberación” representaba un gran desafío para el Vaticano, pues se caracterizó por apoyar ideas de izquierda en donde debía existir opción preferencial por los pobres. Además, era una lucha contra el capitalismo, pues argumentaban que la salvación no podía ocurrir la liberación económica, política e ideológica. Entre los creyentes existía el compromiso de eliminar la explotación, la falta de oportunidades y las injusticias del mundo.En 1983, Juan Pablo II viajó por varios países de Latinoamérica, entre ellos Nicaragua. Sin embargo, su visita se convirtió en un episodio incómodo desde los primeros minutos. El Papa ya había expresado su rechazo a la Iglesia Popular durante su paso por México y calificó el movimiento como absurdo y peligroso, pues sostuvo que estaban dividiendo a la Iglesia. Su incomodidad incrementó a su llegada al aeropuerto de Managua, donde fue recibido con una manta que tenía un peculiar mensaje: “Bienvenido a la Nicaragua libre gracias a Dios y a la revolución”.[caption id="attachment_229374" align="aligncenter" width="620"]
Encuentro entre Juan Pablo II y Ernesto Cardenal en el aeropuerto de Managua, Nicaragua.[/caption]Karol Józef Wojtyła fue recibido por el comandante Daniel Ortega y poco después ocurrió el mencionado encuentro con Ernesto Cardenal. Luego vino el discurso revolucionario de Ortega que aumentó aún más el malestar del Papa, quien poco después ofició una misa que por poco terminó en tragedia.Entre los gritos de los asistentes se podía escuchar “¡La iglesia de los pobres!”, “Entre cristianismo y revolución no hay contradicción” y Juan Pablo II retomó un pasaje del Evangelio de Juan, advirtiendo:“Cuídense de los falsos profetas. Se presentan en piel de cordero, pero por dentro son lobos feroces”.Los gritos de la gente aumentaban. “El Papa también quiere hablar”, dijo el pontífice, pero se lo permitieron.Juan Rivas, corresponsal del periódico español El País. que viajó en la comitiva del Papa durante su gira por América Latina, narró que al terminar la homilía, Juan Pablo II fue trasladado de inmediato al aeropuerto, donde lo esperaba Ortega, quien improvisó un duro discurso en el que le dijo que había pasado por el país sin entender la tragedia que lo sacudía.El Papa escuchó en silencio a Ortega, y no le dio ninguna respuesta. Al siguiente año vino la suspensión ‘a divinis’ para Cardenal.[caption id="attachment_229375" align="aligncenter" width="620"]
Ernesto Cardenal en el hospital a los 94 años y celebrando misa después de 35 años/ Foto vía Twitter @arquimanagua[/caption]35 años después, el Papa Francisco concedió la absolución al poeta y sacerdote, según informó Vatican News y la Nunciatura Apostólica de Nicaragua. Su Excelencia Monseñor Stanislaw Waldemar Sommertag, Nuncio Apostólico en Nicaragua visitó el mismo 18 de febrero al padre Ernesto Cardenal y celebró para él la Eucaristía, tras haberlo readmitido en su Ministerio Presbiteral.Hoy Nicaragua vive una de las crisis más profundas de su historia. Daniel Ortega, el mismo que décadas atrás luchó junto al Frente Sandinista contra la dictadura, hoy encabeza un gobierno represor que ya suma cientos de muertos. El actual presidente, antiguo compañero de revolución de Ernesto Cardenal, parece haber olvidado por completo el pasado de su nación y los ideales que un día representó.Ante los más de 200 muertos que ha dejado su gobierno desde 2018, Cardenal le exigió que detuviera la represión que está viviendo su pueblo. Ellos se conocen muy bien, pues el sacerdote siguió militando con el Frente Sandinista de Liberación Nacional hasta 1995, pero ahora eso ha quedado en el pasado.Ante un país sumamente lastimado, además de la sociedad civil, una vez más han sido los sacerdotes quienes han alzado la voz en nombre de la libertad, la democracia y la justicia. Tal es el caso del obispo auxiliar de la archidiócesis de Managua, Silvio Báez, considerado el número dos de la Iglesia de Nicaragua.El obispo, muy respetado en el país, se ha mantenido cerca de Ernesto Cardenal. Apenas el pasado 17 de febrero lo visitó en el hospital y a través de su cuenta de Twitter compartió:“Sespués de haber orado por él, me arrodillé ante su cama y le pedí su bendición como sacerdote de la Iglesia católica, a lo cual accedió gozoso. ¡Gracias, Ernesto!”.También te puede interesar:Cinco libros para conocer a Rosario CastellanosLas vidas de Sergio RamírezUna vuelta al Tercer Mundo
En 1984, Juan Pablo II lo suspendió ‘a divinis’ por formar parte de la revolución sandinista.
El 4 de marzo de 1983, el sacerdote Ernesto Cardenal fue humillado por el Papa Juan Pablo II. A su llegada a Nicaragua, frente a los miembros de la dirección Nacional del Frente Sandinista, el Consejo del Estado y las cámaras que captaron la dramática escena, el sumo pontífice le negó el saludo y la bendición. Apuntándole con el índice, mientras Cardenal se encontraba hincado y sonriente frente a él, rechazó un acercamiento con la revolución sandinista. “Antes tiene que reconciliarse con la Iglesia”, le dijo el Papa.
Un año más tarde, el clérigo Ernesto Cardenal, junto con otros sacerdotes, entre ellos su hermano Fernando, fue suspendido a divinis (una especie de excomunión que sólo puede imponerse a un clérigo) en castigo por la llamada Iglesia Popular, una corriente basada en la teología de la liberación que se convirtió en un referente en América Latina. Desde entonces, tuvieron que pasar casi 35 años para que el Vaticano levantara la suspensión canónica que le impedía al sacerdote administrar los sacramentos.El pasado 18 de febrero, mientras el cardenal de 94 años estaba internado de gravedad en un hospital de Managua, recibió la noticia de que el Papa Francisco lo había readmitido al ejercicio del ministerio presbiteral.
Cardenal, sacerdote, poeta y activista de la teología de la liberación, Ernesto Cardenal nació el 20 de enero de 1925 en Granada, Nicaragua. Comenzó sus estudios en su ciudad natal pero se graduó de Filosofía y letras en la Universidad Nacional Autónoma de México en 1947. Su gusto por la poesía lo llevó a estudiar un posgrado en la Universidad de Columbia en Nueva York y poco después el espíritu de sus textos lo volvió parte de de la “Generación del 40”, grupo en el que fue discípulo del poeta nicaragüense José Coronel Urtecho.En 1954 participó en un movimiento armado contra el dictador Anastasio Somoza García. El levantamiento falló y él decidió ingresar al Monasterio de Nuestra Señora de Nuestra Señora de Gethsemani, en Kentucky, Estados Unidos, donde Thomas Merton fue su maestro y mentor espiritual. Tiempo después fundó la legendaria comunidad de Solentiname en el archipiélago del mismo nombre en el Gran Lago de Nicaragua. Después regresó a México a estudiar teología y se ordenó sacerdote en Managua en 1965.
“Y Sandino no tenía cara de soldado,sino de poeta convertido en soldado por necesidad,y de un hombre nervioso dominado por la serenidad”.(Hora 0, 1956)
Hora 0, publicada en 1956, fue una de sus obras clave, una dura crítica a la política latinoamericana y poco más tarde un referente de la poesía política.Tiempo después de publicarla decidió sumarse al Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) y en 1979 luchó junto a los jóvenes sandinistas, entre ellos el ahora presidente Daniel Ortega, contra el régimen de Anastasio Somoza. Tras la victoria del Frente, fue nombrado ministro de Cultura, cargo que desempeño hasta 1988.
La Iglesia y la política no se llevan
Su poesía se convirtió en su principal arma de acción política. Ernesto Cardenal cuenta con el Premio Iberoamericano de Poesía Pablo Neruda (2009) y el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana (2012), además del Premio Internacional Mario Benedetti (2018).Tras la caída de Somoza, Nicaragua encontró refugió en la Iglesia Popular, que basada en la “teoría de la liberación” representaba un gran desafío para el Vaticano, pues se caracterizó por apoyar ideas de izquierda en donde debía existir opción preferencial por los pobres. Además, era una lucha contra el capitalismo, pues argumentaban que la salvación no podía ocurrir la liberación económica, política e ideológica. Entre los creyentes existía el compromiso de eliminar la explotación, la falta de oportunidades y las injusticias del mundo.En 1983, Juan Pablo II viajó por varios países de Latinoamérica, entre ellos Nicaragua. Sin embargo, su visita se convirtió en un episodio incómodo desde los primeros minutos. El Papa ya había expresado su rechazo a la Iglesia Popular durante su paso por México y calificó el movimiento como absurdo y peligroso, pues sostuvo que estaban dividiendo a la Iglesia. Su incomodidad incrementó a su llegada al aeropuerto de Managua, donde fue recibido con una manta que tenía un peculiar mensaje: “Bienvenido a la Nicaragua libre gracias a Dios y a la revolución”.[caption id="attachment_229374" align="aligncenter" width="620"]
Encuentro entre Juan Pablo II y Ernesto Cardenal en el aeropuerto de Managua, Nicaragua.[/caption]Karol Józef Wojtyła fue recibido por el comandante Daniel Ortega y poco después ocurrió el mencionado encuentro con Ernesto Cardenal. Luego vino el discurso revolucionario de Ortega que aumentó aún más el malestar del Papa, quien poco después ofició una misa que por poco terminó en tragedia.Entre los gritos de los asistentes se podía escuchar “¡La iglesia de los pobres!”, “Entre cristianismo y revolución no hay contradicción” y Juan Pablo II retomó un pasaje del Evangelio de Juan, advirtiendo:“Cuídense de los falsos profetas. Se presentan en piel de cordero, pero por dentro son lobos feroces”.Los gritos de la gente aumentaban. “El Papa también quiere hablar”, dijo el pontífice, pero se lo permitieron.Juan Rivas, corresponsal del periódico español El País. que viajó en la comitiva del Papa durante su gira por América Latina, narró que al terminar la homilía, Juan Pablo II fue trasladado de inmediato al aeropuerto, donde lo esperaba Ortega, quien improvisó un duro discurso en el que le dijo que había pasado por el país sin entender la tragedia que lo sacudía.El Papa escuchó en silencio a Ortega, y no le dio ninguna respuesta. Al siguiente año vino la suspensión ‘a divinis’ para Cardenal.[caption id="attachment_229375" align="aligncenter" width="620"]
Ernesto Cardenal en el hospital a los 94 años y celebrando misa después de 35 años/ Foto vía Twitter @arquimanagua[/caption]35 años después, el Papa Francisco concedió la absolución al poeta y sacerdote, según informó Vatican News y la Nunciatura Apostólica de Nicaragua. Su Excelencia Monseñor Stanislaw Waldemar Sommertag, Nuncio Apostólico en Nicaragua visitó el mismo 18 de febrero al padre Ernesto Cardenal y celebró para él la Eucaristía, tras haberlo readmitido en su Ministerio Presbiteral.Hoy Nicaragua vive una de las crisis más profundas de su historia. Daniel Ortega, el mismo que décadas atrás luchó junto al Frente Sandinista contra la dictadura, hoy encabeza un gobierno represor que ya suma cientos de muertos. El actual presidente, antiguo compañero de revolución de Ernesto Cardenal, parece haber olvidado por completo el pasado de su nación y los ideales que un día representó.Ante los más de 200 muertos que ha dejado su gobierno desde 2018, Cardenal le exigió que detuviera la represión que está viviendo su pueblo. Ellos se conocen muy bien, pues el sacerdote siguió militando con el Frente Sandinista de Liberación Nacional hasta 1995, pero ahora eso ha quedado en el pasado.Ante un país sumamente lastimado, además de la sociedad civil, una vez más han sido los sacerdotes quienes han alzado la voz en nombre de la libertad, la democracia y la justicia. Tal es el caso del obispo auxiliar de la archidiócesis de Managua, Silvio Báez, considerado el número dos de la Iglesia de Nicaragua.El obispo, muy respetado en el país, se ha mantenido cerca de Ernesto Cardenal. Apenas el pasado 17 de febrero lo visitó en el hospital y a través de su cuenta de Twitter compartió:“Sespués de haber orado por él, me arrodillé ante su cama y le pedí su bendición como sacerdote de la Iglesia católica, a lo cual accedió gozoso. ¡Gracias, Ernesto!”.También te puede interesar:Cinco libros para conocer a Rosario CastellanosLas vidas de Sergio RamírezUna vuelta al Tercer Mundo
El 4 de marzo de 1983, el sacerdote Ernesto Cardenal fue humillado por el Papa Juan Pablo II. A su llegada a Nicaragua, frente a los miembros de la dirección Nacional del Frente Sandinista, el Consejo del Estado y las cámaras que captaron la dramática escena, el sumo pontífice le negó el saludo y la bendición. Apuntándole con el índice, mientras Cardenal se encontraba hincado y sonriente frente a él, rechazó un acercamiento con la revolución sandinista. “Antes tiene que reconciliarse con la Iglesia”, le dijo el Papa.
Un año más tarde, el clérigo Ernesto Cardenal, junto con otros sacerdotes, entre ellos su hermano Fernando, fue suspendido a divinis (una especie de excomunión que sólo puede imponerse a un clérigo) en castigo por la llamada Iglesia Popular, una corriente basada en la teología de la liberación que se convirtió en un referente en América Latina. Desde entonces, tuvieron que pasar casi 35 años para que el Vaticano levantara la suspensión canónica que le impedía al sacerdote administrar los sacramentos.El pasado 18 de febrero, mientras el cardenal de 94 años estaba internado de gravedad en un hospital de Managua, recibió la noticia de que el Papa Francisco lo había readmitido al ejercicio del ministerio presbiteral.
Cardenal, sacerdote, poeta y activista de la teología de la liberación, Ernesto Cardenal nació el 20 de enero de 1925 en Granada, Nicaragua. Comenzó sus estudios en su ciudad natal pero se graduó de Filosofía y letras en la Universidad Nacional Autónoma de México en 1947. Su gusto por la poesía lo llevó a estudiar un posgrado en la Universidad de Columbia en Nueva York y poco después el espíritu de sus textos lo volvió parte de de la “Generación del 40”, grupo en el que fue discípulo del poeta nicaragüense José Coronel Urtecho.En 1954 participó en un movimiento armado contra el dictador Anastasio Somoza García. El levantamiento falló y él decidió ingresar al Monasterio de Nuestra Señora de Nuestra Señora de Gethsemani, en Kentucky, Estados Unidos, donde Thomas Merton fue su maestro y mentor espiritual. Tiempo después fundó la legendaria comunidad de Solentiname en el archipiélago del mismo nombre en el Gran Lago de Nicaragua. Después regresó a México a estudiar teología y se ordenó sacerdote en Managua en 1965.
“Y Sandino no tenía cara de soldado,sino de poeta convertido en soldado por necesidad,y de un hombre nervioso dominado por la serenidad”.(Hora 0, 1956)
Hora 0, publicada en 1956, fue una de sus obras clave, una dura crítica a la política latinoamericana y poco más tarde un referente de la poesía política.Tiempo después de publicarla decidió sumarse al Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) y en 1979 luchó junto a los jóvenes sandinistas, entre ellos el ahora presidente Daniel Ortega, contra el régimen de Anastasio Somoza. Tras la victoria del Frente, fue nombrado ministro de Cultura, cargo que desempeño hasta 1988.
La Iglesia y la política no se llevan
Su poesía se convirtió en su principal arma de acción política. Ernesto Cardenal cuenta con el Premio Iberoamericano de Poesía Pablo Neruda (2009) y el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana (2012), además del Premio Internacional Mario Benedetti (2018).Tras la caída de Somoza, Nicaragua encontró refugió en la Iglesia Popular, que basada en la “teoría de la liberación” representaba un gran desafío para el Vaticano, pues se caracterizó por apoyar ideas de izquierda en donde debía existir opción preferencial por los pobres. Además, era una lucha contra el capitalismo, pues argumentaban que la salvación no podía ocurrir la liberación económica, política e ideológica. Entre los creyentes existía el compromiso de eliminar la explotación, la falta de oportunidades y las injusticias del mundo.En 1983, Juan Pablo II viajó por varios países de Latinoamérica, entre ellos Nicaragua. Sin embargo, su visita se convirtió en un episodio incómodo desde los primeros minutos. El Papa ya había expresado su rechazo a la Iglesia Popular durante su paso por México y calificó el movimiento como absurdo y peligroso, pues sostuvo que estaban dividiendo a la Iglesia. Su incomodidad incrementó a su llegada al aeropuerto de Managua, donde fue recibido con una manta que tenía un peculiar mensaje: “Bienvenido a la Nicaragua libre gracias a Dios y a la revolución”.[caption id="attachment_229374" align="aligncenter" width="620"]
Encuentro entre Juan Pablo II y Ernesto Cardenal en el aeropuerto de Managua, Nicaragua.[/caption]Karol Józef Wojtyła fue recibido por el comandante Daniel Ortega y poco después ocurrió el mencionado encuentro con Ernesto Cardenal. Luego vino el discurso revolucionario de Ortega que aumentó aún más el malestar del Papa, quien poco después ofició una misa que por poco terminó en tragedia.Entre los gritos de los asistentes se podía escuchar “¡La iglesia de los pobres!”, “Entre cristianismo y revolución no hay contradicción” y Juan Pablo II retomó un pasaje del Evangelio de Juan, advirtiendo:“Cuídense de los falsos profetas. Se presentan en piel de cordero, pero por dentro son lobos feroces”.Los gritos de la gente aumentaban. “El Papa también quiere hablar”, dijo el pontífice, pero se lo permitieron.Juan Rivas, corresponsal del periódico español El País. que viajó en la comitiva del Papa durante su gira por América Latina, narró que al terminar la homilía, Juan Pablo II fue trasladado de inmediato al aeropuerto, donde lo esperaba Ortega, quien improvisó un duro discurso en el que le dijo que había pasado por el país sin entender la tragedia que lo sacudía.El Papa escuchó en silencio a Ortega, y no le dio ninguna respuesta. Al siguiente año vino la suspensión ‘a divinis’ para Cardenal.[caption id="attachment_229375" align="aligncenter" width="620"]
Ernesto Cardenal en el hospital a los 94 años y celebrando misa después de 35 años/ Foto vía Twitter @arquimanagua[/caption]35 años después, el Papa Francisco concedió la absolución al poeta y sacerdote, según informó Vatican News y la Nunciatura Apostólica de Nicaragua. Su Excelencia Monseñor Stanislaw Waldemar Sommertag, Nuncio Apostólico en Nicaragua visitó el mismo 18 de febrero al padre Ernesto Cardenal y celebró para él la Eucaristía, tras haberlo readmitido en su Ministerio Presbiteral.Hoy Nicaragua vive una de las crisis más profundas de su historia. Daniel Ortega, el mismo que décadas atrás luchó junto al Frente Sandinista contra la dictadura, hoy encabeza un gobierno represor que ya suma cientos de muertos. El actual presidente, antiguo compañero de revolución de Ernesto Cardenal, parece haber olvidado por completo el pasado de su nación y los ideales que un día representó.Ante los más de 200 muertos que ha dejado su gobierno desde 2018, Cardenal le exigió que detuviera la represión que está viviendo su pueblo. Ellos se conocen muy bien, pues el sacerdote siguió militando con el Frente Sandinista de Liberación Nacional hasta 1995, pero ahora eso ha quedado en el pasado.Ante un país sumamente lastimado, además de la sociedad civil, una vez más han sido los sacerdotes quienes han alzado la voz en nombre de la libertad, la democracia y la justicia. Tal es el caso del obispo auxiliar de la archidiócesis de Managua, Silvio Báez, considerado el número dos de la Iglesia de Nicaragua.El obispo, muy respetado en el país, se ha mantenido cerca de Ernesto Cardenal. Apenas el pasado 17 de febrero lo visitó en el hospital y a través de su cuenta de Twitter compartió:“Sespués de haber orado por él, me arrodillé ante su cama y le pedí su bendición como sacerdote de la Iglesia católica, a lo cual accedió gozoso. ¡Gracias, Ernesto!”.También te puede interesar:Cinco libros para conocer a Rosario CastellanosLas vidas de Sergio RamírezUna vuelta al Tercer Mundo
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