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Cronista, novelista, escritor de crónica novelada y novela-crónica, Gatopardo conversó con el autor chileno Juan Pablo Meneses sobre su interés por la exploración estilística en los confines del periodismo narrativo y frente a las inteligencias artificiales, el lugar de la crónica en la actualidad y la necesidad de buscar nuevos temas dentro del género.
El periodista Juan Pablo Meneses ha sido una pieza fundamental para el desarrollo del periodismo narrativo en la región de América Latina. En este verano nos habla de las razones que le mueven, el futuro que avisora para el género y sus siguientes trabajos, en el contexto del nuevo taller que impartirá este mes en alianza con la Escuela de Periodismo Carlos Septién García.
Jair Ortega de la Sancha (JOS): Inició como un escritor de ficción, para luego entrar en el periodismo. ¿Cómo fue esa transición?
Juan Pablo Meneses (JPM): Yo partí escribiendo cuentos. Escribí ficción cuando era muy chico, en realidad. Todas las primeras cosas que publiqué en medios, en Chile, fue ficción. Mi primera vez que aparecí en un periódico fue en el diario La Nación de Santiago de Chile, con un cuento que se llamaba “Vacaciones en Katmandú”. Después publiqué varios cuentos en el suplemento que se llamaba “Zona de Contacto” del diario El Mercurio. Yo no había estudiado periodismo, nada, pero me gustaba escribir y un día descubrí que había una cosa con la que podías viajar y podías contar historias reales, pero con las herramientas de la literatura y te pagaban. Ni siquiera sabía que eso se llamaba crónica. Pero fue lo que yo estaba buscando, entonces la transición se dio de esa manera: como encontrarme con una sorpresa y descubrir que había un género que juntaba todo lo que quería, que era contar historias, viajar y vivir de eso.
JOS: ¿De este descubrimiento nació lo que después llamó periodismo portátil?, ¿qué significa este concepto?
JPM: Sí, el periodismo portátil, que después con el tiempo se le puso “nómada digital”, es lo mismo, pero yo lo hacía antes de la pandemia y antes de que existiera ese nombre; en el fondo era viajar por el mundo y trabajar de manera remota y escribir historias. No era necesariamente escribir historias de viajes, sino que era viajar para escribir historias. Esas historias podían ser una crónica de alguna ciudad, de algún pueblo, de alguna historia que había ahí, pero no era necesariamente una nota como de turismo. Para mí el viaje, la tecnología, son herramientas intrínsecas de la crónica. Pero no por eso el tema que hay que abordar es el viaje.
Y bueno, el periodismo portátil nace gracias a Gatopardo. Porque yo recibí un premio de un concurso que hicieron cuando la revista estaba partiendo. Con ese dinero me compré una laptop, que todavía eran pesadas, pero me permitía moverme; me compré una cámara digital y un pasaje de avión para ir cuatro meses a España buscando una historia, que no era una historia de viaje, era una historia que yo quería contar de inmigración. Y, claro, ese viaje de cuatro meses terminó durando diez años y cuando volví a mi país ya tenía libros publicados, tenía la escuela de periodismo portátil, tenía muchas más cosas.
Hoy el tema de la crónica veo que está en un buen momento. Ahora, el periodismo de turismo, ese tipo de crónica, lo veo totalmente tomado por Instagram, por influencers de los hoteles, de los viajes. Creo que ahí hay una oportunidad para que entre alguien con talento narrativo y pueda contar buenas historias.
JOS: Acaba de mencionar que la crónica está en buen momento. ¿Cómo mantener ese estado en un mundo donde predomina la inmediatez, el consumo de los contenidos breves y fugaces?
JPM: Creo la crónica es lo único que nos queda en el periodismo, un periodismo donde a los medios les importa el click; donde tú entras a los sitios de noticias y no hay noticias. Tú quieres averiguar el resultado de un partido de futbol o el resultado de unas elecciones y en el titular no te dicen el resultado, sino que tienes que leer la nota y tienes que estar buscando el resultado, o sea no te dan nada. La sensación que viven los lectores es de estafa, todos los días, varias veces al día.
Y a eso si le agregamos que toda esta estrategia para robarnos likes, porque eso es lo que buscan: robarnos likes, va acompañado de una idea falsa de que no hay tiempo, de que todo debe ser rápido, que este es el mundo de TikTok, siendo que hay estadísticas que mucha gente, en particular los jóvenes, pueden pasar cinco, diez, quince hasta veinte horas al día maratoneando una serie porque les gusta la historia.
El periodismo está viviendo actualmente una crisis de historia. Y en ese sentido, te digo que la crónica es lo único que nos queda porque el periodismo de autor es el único periodismo que no le teme a la Inteligencia Artificial; el demás periodismo va a desaparecer sí o sí con la Inteligencia Artificial, pero el periodismo de autor no; el periodismo de autor puede terminar asociado a la Inteligencia Artificial y potenciando mucho más la manera de contar historias.
También te puede interesar leer: “Leila Guerriero y la trascendencia de los premios“.
JOS: En sus libros de periodismo narrativo suele estirar límites que quizá el periodismo tradicional no estiraría. Con eso de motivar la historia y comprarse una vaca o comprarse un dios para hacer una crónica que hable del consumismo. ¿Hasta dónde se permite explorar nuevas herramientas para el periodismo narrativo?
JPM: Lo que pasa es que yo siempre he tratado de buscar una voz, que siento que es lo único que uno puede buscar como autor: tener una voz propia, tener algo que decir y tener un camino que explorar con tu obra. Ahora ha habido como una especie de boom de la vuelta del cronista miseria. Todo drama, todo pandilla, todo sangre, todo narco, y eso es algo que a mí no me interesa, no me sale, no me resulta, no me motiva. A mí precisamente, en términos de crónica, lo que me interesa es que la gente pueda leer una historia que está contada de manera diferente, pero que te puede enfrentar a tu propia miseria, no la miseria de gente que está en un país centroamericano, o no la miseria de alguien que está viviendo un drama medioambiental o la vida del secuestro. No. A mí me interesa que el lector de mi historia de repente se pueda enganchar con alguien que va a comprar un dios en la India, y te termines enfrentado a su propia miseria con respecto a creer o a no creer, ver cómo está esa persona viviendo su propia espiritualidad o sus propias carencias. Siempre he buscado un camino que sea diferente.
JOS: Ese camino lo ha regresado a la ficción. Una historia perdida (Tusquets, 2022) es una novela, pero también es un texto que aborda la idea de periodismo narrativo, de la crónica, del cronista; ¿por qué hacer estas reflexiones en este formato?
JPM: Mi último libro de no ficción había sido Un dios portátil (Planeta, 2020), con el cual yo me gané un premio literario importante, el Premio Municipal de Literatura Santiago, que es un premio literario más antiguo de Chile. Había lanzado “Una religión global” en Times Square, había recorrido Argentina, Francia, Perú. Fue un libro muy fuerte, muy marcador después del cual yo quería escapar de la crónica. No puede ser, no me cabe en la cabeza que cualquier autor o autora de repente hace un libro con tanta carga y al año siguiente te hacen otro como que no importa. No, acá yo tenía que escapar y venía dándole vueltas hace tiempo a hacer el tema de la ficción, pero claro, la ficción a partir de una historia personal, la ficción a partir de un protagonista que es un cronista y la ficción a partir del mundo de la crónica latinoamericana y del boom de la crónica latinoamericana. Entonces, siempre digo que para hacer la crónica literaria haz la literatura crónica, que es un poco de lo que hago ahora.
Siento que es momento de que empecemos a darnos cuenta de que en el periodismo clásico, en el periodismo tradicional, en los periódicos, en las portadas de los periódicos, mucho de lo que está ahí es ficción. Y que nos demos cuenta, y especialmente pensando en los periodistas de investigación, que nos demos cuenta que muchos de los documentos que nos muestran, que mucha de estas actas que se encuentran, fueron escritas desde la ficción por un funcionario que muchas veces inventó esas historias. Por mucho que un periodista de investigación crea que, porque tiene un documento, ahí tiene la verdad; no, ahí tiene un cuento. Me interesa y siento que el deber de un cronista latinoamericano, como me gusta definirme, es abordar estos temas y meterse en ellos.
JOS: Siempre se dice que la crónica toma recursos de la literatura, la construcción de escenas, la tensión, el diálogo, el delineado de personajes; pero en su caso, como cronista que regresó a la ficción, ¿qué recursos del periodismo se llevó a la novela?
JPM: Me gusta esa pregunta porque nunca me la hacen. Es verdad, en la crónica como que decimos le metemos escena, tensión narrativa, mucha descripción, y otras muchas cosas de la literatura. En este caso, en la literatura, yo agarro la ficción y la estiró con herramientas del periodismo, ¿con qué? Con el reportero, con la investigación, con la recopilación y con el manejo de los datos, con historia verdadera también. Porque el periodismo en su origen su objetivo era mostrarnos algo que fuera una historia verdadera o que tendiera hacia allá. Hoy día el objetivo es distinto, hoy día los medios contratan periodistas para que generen contenido, no para que busquen una suerte de verdad. En la novela yo trabajo mucho con el material de la verdad, con el archivo, con muchos elementos que vienen de la crónica, y que en algún momento el lector esté leyendo y diga “esto es ficción, no ficción, ¿qué es esto? No importa. Me gusta lo que estoy leyendo”. Y que después, por último, investigue por su cuenta qué es.
JOS: Esa apuesta por lo híbrido, ¿también se extiende en apostar por igual en textos largos y otros más breves?
JPM: Sí, a mí nunca me ha importado tanto el soporte en el que se me publique. Me acuerdo cuando partió la crónica, cuando fue esta especie de boom, que entre el 2002 y el 2012 era una locura. ¿Y entonces qué pasó? La caída de ese primer boom fue porque hubo una caída en los medios, hubo una caída en la revista y se estaba tan pegado a los medios de comunicación, se estaba tan pegados a los soportes. Era como este género de la revista, desaparece la revista y desaparece el género. Pero el género no era de la revista, ese es un error. El género era de las revistas, de los diarios, de los libros, de los sitios web, de los blogs, de donde afuera. Y si el día de mañana el soporte va a ser tatuar historia en personas, será ahí. El cronista no tiene que estar pensando tanto “¿cómo hay que contar una historia?, ay pero antes tengo que ver dónde va a salir publicada, en qué momento”. No. Yo quiero contar una historia porque si no cuento esta historia no me puedo morir tranquilo. Es una cosa mucho más autoral, que casi como una estrategia de empresarial. Porque siempre va a haber excusa. Hacer una crónica no es fácil. En Una historia perdida (Tusquets, 2022) digo que el planeta está lleno de cronistas invisibles, que es el que va a los foros y habla de crónica, que es amigo de cronistas y que se llena la boca de crónica pero que nunca ha escrito una sola crónica; porque no es fácil. Excusas hay muchas, como que ya no hay revistas, cuando revistas digitales hay miles.
JOS: Sé que acaba de publicar una nueva novela, pero ¿tiene algún otro proyecto que ya esté trabajando?
JPM: Estuve ahora en abril en el Festival del libro de París porque se presentó la trilogía del cash completa [La vida de una vaca (Planeta/Seix Barral, 2008); Niños futbolistas (Blackie Books, 2013); Un dios portátil (Planeta, 2020)] traducida al francés, que fue una cosa que me hizo mucha ilusión. Me sentí muy bien porque son de los pocos libros que hay en Francia de cronista latinoamericanos donde no hay balazos secuestro tortura y sangre. Y bueno, ahí terminó esa trilogía. Ahora estoy escribiendo dos novelas de “Literatura crónica”, o sea, novela muy apegada a la crónica pero que son ficción. Y estoy en una investigación académica que no sé en qué termine, no si puede terminar en crónica, novela-crónica o en un libro académico. Es una investigación que tiene que ver obviamente con la crónica, pero también con México, con Chile, con España: es sobre Roberto Bolaño y su lado más desconocido, que es su lado periodista. Y es la Ciudad de México es donde nace y casi muere el Bolaño periodista. Te diría que, de alguna manera, hasta el día de hoy Bolaño es el cronista más desconocido de Latinoamérica.
JOS: Ha hablado en varias ocasiones sobreexplotación de la violencia, la violencia física, en el periodismo narrativo. ¿A qué otros temas usted cree que necesita voltear el cronista latinoamericano?
JPM: En el caso mío busqué un tema que es universal, pero claro con el eje Latinoamérica, que es sobre el consumo: cómo vivimos todo el día bombardeados por el consumo. Eso me parece muy violento también, muy dramático. Pero ¿qué es lo que pasa? Cuando se vive pensando en las traducciones, cuando se viene pensando qué es lo que van a consumir en Europa o en Estados Unidos de nosotros, lo que quieren consumir ellos es eso. Es balazos. Es sangre. Es tortura. Es droga. Por eso cuando me traducen en Francia la historia de que yo me voy a comprar un Dios o de que recorro campos de futbol, mirando partidos, pienso que quizás por ahí hay un camino también. Contar una historia de manera diferente. Siento que estamos en un mundo con mucha incertidumbre, donde tenemos sí o sí que refugiarnos en alguna historia. Muchas veces hay una crítica desde la intelectualidad, y yo a veces estoy de acuerdo en la manera en que las noticias, en que los noticieros de televisión, exacerba la violencia y exacerba los dramas amarillos para tener más sintonía. Pero nunca hacemos esa crítica con respecto a la crónica, de qué manera se exacerban esos dramas para tener más traducción, más premios. Ese también es otro debate que tenemos que dar.
Juan Pablo Meneses impartirá un taller de periodismo narrativo en la Escuela de Periodismo Carlos Septién García, en la Ciudad de México. Serán cuatro sesiones presenciales y en línea del 20 al 27 de julio de 2024.
Para más informes escribe al correo: contacto@fdeperiodismo.com o al WhatsApp: 55 1236 5078.
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Taller Juan Pablo Meneses
Cronista, novelista, escritor de crónica novelada y novela-crónica, Gatopardo conversó con el autor chileno Juan Pablo Meneses sobre su interés por la exploración estilística en los confines del periodismo narrativo y frente a las inteligencias artificiales, el lugar de la crónica en la actualidad y la necesidad de buscar nuevos temas dentro del género.
El periodista Juan Pablo Meneses ha sido una pieza fundamental para el desarrollo del periodismo narrativo en la región de América Latina. En este verano nos habla de las razones que le mueven, el futuro que avisora para el género y sus siguientes trabajos, en el contexto del nuevo taller que impartirá este mes en alianza con la Escuela de Periodismo Carlos Septién García.
Jair Ortega de la Sancha (JOS): Inició como un escritor de ficción, para luego entrar en el periodismo. ¿Cómo fue esa transición?
Juan Pablo Meneses (JPM): Yo partí escribiendo cuentos. Escribí ficción cuando era muy chico, en realidad. Todas las primeras cosas que publiqué en medios, en Chile, fue ficción. Mi primera vez que aparecí en un periódico fue en el diario La Nación de Santiago de Chile, con un cuento que se llamaba “Vacaciones en Katmandú”. Después publiqué varios cuentos en el suplemento que se llamaba “Zona de Contacto” del diario El Mercurio. Yo no había estudiado periodismo, nada, pero me gustaba escribir y un día descubrí que había una cosa con la que podías viajar y podías contar historias reales, pero con las herramientas de la literatura y te pagaban. Ni siquiera sabía que eso se llamaba crónica. Pero fue lo que yo estaba buscando, entonces la transición se dio de esa manera: como encontrarme con una sorpresa y descubrir que había un género que juntaba todo lo que quería, que era contar historias, viajar y vivir de eso.
JOS: ¿De este descubrimiento nació lo que después llamó periodismo portátil?, ¿qué significa este concepto?
JPM: Sí, el periodismo portátil, que después con el tiempo se le puso “nómada digital”, es lo mismo, pero yo lo hacía antes de la pandemia y antes de que existiera ese nombre; en el fondo era viajar por el mundo y trabajar de manera remota y escribir historias. No era necesariamente escribir historias de viajes, sino que era viajar para escribir historias. Esas historias podían ser una crónica de alguna ciudad, de algún pueblo, de alguna historia que había ahí, pero no era necesariamente una nota como de turismo. Para mí el viaje, la tecnología, son herramientas intrínsecas de la crónica. Pero no por eso el tema que hay que abordar es el viaje.
Y bueno, el periodismo portátil nace gracias a Gatopardo. Porque yo recibí un premio de un concurso que hicieron cuando la revista estaba partiendo. Con ese dinero me compré una laptop, que todavía eran pesadas, pero me permitía moverme; me compré una cámara digital y un pasaje de avión para ir cuatro meses a España buscando una historia, que no era una historia de viaje, era una historia que yo quería contar de inmigración. Y, claro, ese viaje de cuatro meses terminó durando diez años y cuando volví a mi país ya tenía libros publicados, tenía la escuela de periodismo portátil, tenía muchas más cosas.
Hoy el tema de la crónica veo que está en un buen momento. Ahora, el periodismo de turismo, ese tipo de crónica, lo veo totalmente tomado por Instagram, por influencers de los hoteles, de los viajes. Creo que ahí hay una oportunidad para que entre alguien con talento narrativo y pueda contar buenas historias.
JOS: Acaba de mencionar que la crónica está en buen momento. ¿Cómo mantener ese estado en un mundo donde predomina la inmediatez, el consumo de los contenidos breves y fugaces?
JPM: Creo la crónica es lo único que nos queda en el periodismo, un periodismo donde a los medios les importa el click; donde tú entras a los sitios de noticias y no hay noticias. Tú quieres averiguar el resultado de un partido de futbol o el resultado de unas elecciones y en el titular no te dicen el resultado, sino que tienes que leer la nota y tienes que estar buscando el resultado, o sea no te dan nada. La sensación que viven los lectores es de estafa, todos los días, varias veces al día.
Y a eso si le agregamos que toda esta estrategia para robarnos likes, porque eso es lo que buscan: robarnos likes, va acompañado de una idea falsa de que no hay tiempo, de que todo debe ser rápido, que este es el mundo de TikTok, siendo que hay estadísticas que mucha gente, en particular los jóvenes, pueden pasar cinco, diez, quince hasta veinte horas al día maratoneando una serie porque les gusta la historia.
El periodismo está viviendo actualmente una crisis de historia. Y en ese sentido, te digo que la crónica es lo único que nos queda porque el periodismo de autor es el único periodismo que no le teme a la Inteligencia Artificial; el demás periodismo va a desaparecer sí o sí con la Inteligencia Artificial, pero el periodismo de autor no; el periodismo de autor puede terminar asociado a la Inteligencia Artificial y potenciando mucho más la manera de contar historias.
También te puede interesar leer: “Leila Guerriero y la trascendencia de los premios“.
JOS: En sus libros de periodismo narrativo suele estirar límites que quizá el periodismo tradicional no estiraría. Con eso de motivar la historia y comprarse una vaca o comprarse un dios para hacer una crónica que hable del consumismo. ¿Hasta dónde se permite explorar nuevas herramientas para el periodismo narrativo?
JPM: Lo que pasa es que yo siempre he tratado de buscar una voz, que siento que es lo único que uno puede buscar como autor: tener una voz propia, tener algo que decir y tener un camino que explorar con tu obra. Ahora ha habido como una especie de boom de la vuelta del cronista miseria. Todo drama, todo pandilla, todo sangre, todo narco, y eso es algo que a mí no me interesa, no me sale, no me resulta, no me motiva. A mí precisamente, en términos de crónica, lo que me interesa es que la gente pueda leer una historia que está contada de manera diferente, pero que te puede enfrentar a tu propia miseria, no la miseria de gente que está en un país centroamericano, o no la miseria de alguien que está viviendo un drama medioambiental o la vida del secuestro. No. A mí me interesa que el lector de mi historia de repente se pueda enganchar con alguien que va a comprar un dios en la India, y te termines enfrentado a su propia miseria con respecto a creer o a no creer, ver cómo está esa persona viviendo su propia espiritualidad o sus propias carencias. Siempre he buscado un camino que sea diferente.
JOS: Ese camino lo ha regresado a la ficción. Una historia perdida (Tusquets, 2022) es una novela, pero también es un texto que aborda la idea de periodismo narrativo, de la crónica, del cronista; ¿por qué hacer estas reflexiones en este formato?
JPM: Mi último libro de no ficción había sido Un dios portátil (Planeta, 2020), con el cual yo me gané un premio literario importante, el Premio Municipal de Literatura Santiago, que es un premio literario más antiguo de Chile. Había lanzado “Una religión global” en Times Square, había recorrido Argentina, Francia, Perú. Fue un libro muy fuerte, muy marcador después del cual yo quería escapar de la crónica. No puede ser, no me cabe en la cabeza que cualquier autor o autora de repente hace un libro con tanta carga y al año siguiente te hacen otro como que no importa. No, acá yo tenía que escapar y venía dándole vueltas hace tiempo a hacer el tema de la ficción, pero claro, la ficción a partir de una historia personal, la ficción a partir de un protagonista que es un cronista y la ficción a partir del mundo de la crónica latinoamericana y del boom de la crónica latinoamericana. Entonces, siempre digo que para hacer la crónica literaria haz la literatura crónica, que es un poco de lo que hago ahora.
Siento que es momento de que empecemos a darnos cuenta de que en el periodismo clásico, en el periodismo tradicional, en los periódicos, en las portadas de los periódicos, mucho de lo que está ahí es ficción. Y que nos demos cuenta, y especialmente pensando en los periodistas de investigación, que nos demos cuenta que muchos de los documentos que nos muestran, que mucha de estas actas que se encuentran, fueron escritas desde la ficción por un funcionario que muchas veces inventó esas historias. Por mucho que un periodista de investigación crea que, porque tiene un documento, ahí tiene la verdad; no, ahí tiene un cuento. Me interesa y siento que el deber de un cronista latinoamericano, como me gusta definirme, es abordar estos temas y meterse en ellos.
JOS: Siempre se dice que la crónica toma recursos de la literatura, la construcción de escenas, la tensión, el diálogo, el delineado de personajes; pero en su caso, como cronista que regresó a la ficción, ¿qué recursos del periodismo se llevó a la novela?
JPM: Me gusta esa pregunta porque nunca me la hacen. Es verdad, en la crónica como que decimos le metemos escena, tensión narrativa, mucha descripción, y otras muchas cosas de la literatura. En este caso, en la literatura, yo agarro la ficción y la estiró con herramientas del periodismo, ¿con qué? Con el reportero, con la investigación, con la recopilación y con el manejo de los datos, con historia verdadera también. Porque el periodismo en su origen su objetivo era mostrarnos algo que fuera una historia verdadera o que tendiera hacia allá. Hoy día el objetivo es distinto, hoy día los medios contratan periodistas para que generen contenido, no para que busquen una suerte de verdad. En la novela yo trabajo mucho con el material de la verdad, con el archivo, con muchos elementos que vienen de la crónica, y que en algún momento el lector esté leyendo y diga “esto es ficción, no ficción, ¿qué es esto? No importa. Me gusta lo que estoy leyendo”. Y que después, por último, investigue por su cuenta qué es.
JOS: Esa apuesta por lo híbrido, ¿también se extiende en apostar por igual en textos largos y otros más breves?
JPM: Sí, a mí nunca me ha importado tanto el soporte en el que se me publique. Me acuerdo cuando partió la crónica, cuando fue esta especie de boom, que entre el 2002 y el 2012 era una locura. ¿Y entonces qué pasó? La caída de ese primer boom fue porque hubo una caída en los medios, hubo una caída en la revista y se estaba tan pegado a los medios de comunicación, se estaba tan pegados a los soportes. Era como este género de la revista, desaparece la revista y desaparece el género. Pero el género no era de la revista, ese es un error. El género era de las revistas, de los diarios, de los libros, de los sitios web, de los blogs, de donde afuera. Y si el día de mañana el soporte va a ser tatuar historia en personas, será ahí. El cronista no tiene que estar pensando tanto “¿cómo hay que contar una historia?, ay pero antes tengo que ver dónde va a salir publicada, en qué momento”. No. Yo quiero contar una historia porque si no cuento esta historia no me puedo morir tranquilo. Es una cosa mucho más autoral, que casi como una estrategia de empresarial. Porque siempre va a haber excusa. Hacer una crónica no es fácil. En Una historia perdida (Tusquets, 2022) digo que el planeta está lleno de cronistas invisibles, que es el que va a los foros y habla de crónica, que es amigo de cronistas y que se llena la boca de crónica pero que nunca ha escrito una sola crónica; porque no es fácil. Excusas hay muchas, como que ya no hay revistas, cuando revistas digitales hay miles.
JOS: Sé que acaba de publicar una nueva novela, pero ¿tiene algún otro proyecto que ya esté trabajando?
JPM: Estuve ahora en abril en el Festival del libro de París porque se presentó la trilogía del cash completa [La vida de una vaca (Planeta/Seix Barral, 2008); Niños futbolistas (Blackie Books, 2013); Un dios portátil (Planeta, 2020)] traducida al francés, que fue una cosa que me hizo mucha ilusión. Me sentí muy bien porque son de los pocos libros que hay en Francia de cronista latinoamericanos donde no hay balazos secuestro tortura y sangre. Y bueno, ahí terminó esa trilogía. Ahora estoy escribiendo dos novelas de “Literatura crónica”, o sea, novela muy apegada a la crónica pero que son ficción. Y estoy en una investigación académica que no sé en qué termine, no si puede terminar en crónica, novela-crónica o en un libro académico. Es una investigación que tiene que ver obviamente con la crónica, pero también con México, con Chile, con España: es sobre Roberto Bolaño y su lado más desconocido, que es su lado periodista. Y es la Ciudad de México es donde nace y casi muere el Bolaño periodista. Te diría que, de alguna manera, hasta el día de hoy Bolaño es el cronista más desconocido de Latinoamérica.
JOS: Ha hablado en varias ocasiones sobreexplotación de la violencia, la violencia física, en el periodismo narrativo. ¿A qué otros temas usted cree que necesita voltear el cronista latinoamericano?
JPM: En el caso mío busqué un tema que es universal, pero claro con el eje Latinoamérica, que es sobre el consumo: cómo vivimos todo el día bombardeados por el consumo. Eso me parece muy violento también, muy dramático. Pero ¿qué es lo que pasa? Cuando se vive pensando en las traducciones, cuando se viene pensando qué es lo que van a consumir en Europa o en Estados Unidos de nosotros, lo que quieren consumir ellos es eso. Es balazos. Es sangre. Es tortura. Es droga. Por eso cuando me traducen en Francia la historia de que yo me voy a comprar un Dios o de que recorro campos de futbol, mirando partidos, pienso que quizás por ahí hay un camino también. Contar una historia de manera diferente. Siento que estamos en un mundo con mucha incertidumbre, donde tenemos sí o sí que refugiarnos en alguna historia. Muchas veces hay una crítica desde la intelectualidad, y yo a veces estoy de acuerdo en la manera en que las noticias, en que los noticieros de televisión, exacerba la violencia y exacerba los dramas amarillos para tener más sintonía. Pero nunca hacemos esa crítica con respecto a la crónica, de qué manera se exacerban esos dramas para tener más traducción, más premios. Ese también es otro debate que tenemos que dar.
Juan Pablo Meneses impartirá un taller de periodismo narrativo en la Escuela de Periodismo Carlos Septién García, en la Ciudad de México. Serán cuatro sesiones presenciales y en línea del 20 al 27 de julio de 2024.
Para más informes escribe al correo: contacto@fdeperiodismo.com o al WhatsApp: 55 1236 5078.
Cronista, novelista, escritor de crónica novelada y novela-crónica, Gatopardo conversó con el autor chileno Juan Pablo Meneses sobre su interés por la exploración estilística en los confines del periodismo narrativo y frente a las inteligencias artificiales, el lugar de la crónica en la actualidad y la necesidad de buscar nuevos temas dentro del género.
El periodista Juan Pablo Meneses ha sido una pieza fundamental para el desarrollo del periodismo narrativo en la región de América Latina. En este verano nos habla de las razones que le mueven, el futuro que avisora para el género y sus siguientes trabajos, en el contexto del nuevo taller que impartirá este mes en alianza con la Escuela de Periodismo Carlos Septién García.
Jair Ortega de la Sancha (JOS): Inició como un escritor de ficción, para luego entrar en el periodismo. ¿Cómo fue esa transición?
Juan Pablo Meneses (JPM): Yo partí escribiendo cuentos. Escribí ficción cuando era muy chico, en realidad. Todas las primeras cosas que publiqué en medios, en Chile, fue ficción. Mi primera vez que aparecí en un periódico fue en el diario La Nación de Santiago de Chile, con un cuento que se llamaba “Vacaciones en Katmandú”. Después publiqué varios cuentos en el suplemento que se llamaba “Zona de Contacto” del diario El Mercurio. Yo no había estudiado periodismo, nada, pero me gustaba escribir y un día descubrí que había una cosa con la que podías viajar y podías contar historias reales, pero con las herramientas de la literatura y te pagaban. Ni siquiera sabía que eso se llamaba crónica. Pero fue lo que yo estaba buscando, entonces la transición se dio de esa manera: como encontrarme con una sorpresa y descubrir que había un género que juntaba todo lo que quería, que era contar historias, viajar y vivir de eso.
JOS: ¿De este descubrimiento nació lo que después llamó periodismo portátil?, ¿qué significa este concepto?
JPM: Sí, el periodismo portátil, que después con el tiempo se le puso “nómada digital”, es lo mismo, pero yo lo hacía antes de la pandemia y antes de que existiera ese nombre; en el fondo era viajar por el mundo y trabajar de manera remota y escribir historias. No era necesariamente escribir historias de viajes, sino que era viajar para escribir historias. Esas historias podían ser una crónica de alguna ciudad, de algún pueblo, de alguna historia que había ahí, pero no era necesariamente una nota como de turismo. Para mí el viaje, la tecnología, son herramientas intrínsecas de la crónica. Pero no por eso el tema que hay que abordar es el viaje.
Y bueno, el periodismo portátil nace gracias a Gatopardo. Porque yo recibí un premio de un concurso que hicieron cuando la revista estaba partiendo. Con ese dinero me compré una laptop, que todavía eran pesadas, pero me permitía moverme; me compré una cámara digital y un pasaje de avión para ir cuatro meses a España buscando una historia, que no era una historia de viaje, era una historia que yo quería contar de inmigración. Y, claro, ese viaje de cuatro meses terminó durando diez años y cuando volví a mi país ya tenía libros publicados, tenía la escuela de periodismo portátil, tenía muchas más cosas.
Hoy el tema de la crónica veo que está en un buen momento. Ahora, el periodismo de turismo, ese tipo de crónica, lo veo totalmente tomado por Instagram, por influencers de los hoteles, de los viajes. Creo que ahí hay una oportunidad para que entre alguien con talento narrativo y pueda contar buenas historias.
JOS: Acaba de mencionar que la crónica está en buen momento. ¿Cómo mantener ese estado en un mundo donde predomina la inmediatez, el consumo de los contenidos breves y fugaces?
JPM: Creo la crónica es lo único que nos queda en el periodismo, un periodismo donde a los medios les importa el click; donde tú entras a los sitios de noticias y no hay noticias. Tú quieres averiguar el resultado de un partido de futbol o el resultado de unas elecciones y en el titular no te dicen el resultado, sino que tienes que leer la nota y tienes que estar buscando el resultado, o sea no te dan nada. La sensación que viven los lectores es de estafa, todos los días, varias veces al día.
Y a eso si le agregamos que toda esta estrategia para robarnos likes, porque eso es lo que buscan: robarnos likes, va acompañado de una idea falsa de que no hay tiempo, de que todo debe ser rápido, que este es el mundo de TikTok, siendo que hay estadísticas que mucha gente, en particular los jóvenes, pueden pasar cinco, diez, quince hasta veinte horas al día maratoneando una serie porque les gusta la historia.
El periodismo está viviendo actualmente una crisis de historia. Y en ese sentido, te digo que la crónica es lo único que nos queda porque el periodismo de autor es el único periodismo que no le teme a la Inteligencia Artificial; el demás periodismo va a desaparecer sí o sí con la Inteligencia Artificial, pero el periodismo de autor no; el periodismo de autor puede terminar asociado a la Inteligencia Artificial y potenciando mucho más la manera de contar historias.
También te puede interesar leer: “Leila Guerriero y la trascendencia de los premios“.
JOS: En sus libros de periodismo narrativo suele estirar límites que quizá el periodismo tradicional no estiraría. Con eso de motivar la historia y comprarse una vaca o comprarse un dios para hacer una crónica que hable del consumismo. ¿Hasta dónde se permite explorar nuevas herramientas para el periodismo narrativo?
JPM: Lo que pasa es que yo siempre he tratado de buscar una voz, que siento que es lo único que uno puede buscar como autor: tener una voz propia, tener algo que decir y tener un camino que explorar con tu obra. Ahora ha habido como una especie de boom de la vuelta del cronista miseria. Todo drama, todo pandilla, todo sangre, todo narco, y eso es algo que a mí no me interesa, no me sale, no me resulta, no me motiva. A mí precisamente, en términos de crónica, lo que me interesa es que la gente pueda leer una historia que está contada de manera diferente, pero que te puede enfrentar a tu propia miseria, no la miseria de gente que está en un país centroamericano, o no la miseria de alguien que está viviendo un drama medioambiental o la vida del secuestro. No. A mí me interesa que el lector de mi historia de repente se pueda enganchar con alguien que va a comprar un dios en la India, y te termines enfrentado a su propia miseria con respecto a creer o a no creer, ver cómo está esa persona viviendo su propia espiritualidad o sus propias carencias. Siempre he buscado un camino que sea diferente.
JOS: Ese camino lo ha regresado a la ficción. Una historia perdida (Tusquets, 2022) es una novela, pero también es un texto que aborda la idea de periodismo narrativo, de la crónica, del cronista; ¿por qué hacer estas reflexiones en este formato?
JPM: Mi último libro de no ficción había sido Un dios portátil (Planeta, 2020), con el cual yo me gané un premio literario importante, el Premio Municipal de Literatura Santiago, que es un premio literario más antiguo de Chile. Había lanzado “Una religión global” en Times Square, había recorrido Argentina, Francia, Perú. Fue un libro muy fuerte, muy marcador después del cual yo quería escapar de la crónica. No puede ser, no me cabe en la cabeza que cualquier autor o autora de repente hace un libro con tanta carga y al año siguiente te hacen otro como que no importa. No, acá yo tenía que escapar y venía dándole vueltas hace tiempo a hacer el tema de la ficción, pero claro, la ficción a partir de una historia personal, la ficción a partir de un protagonista que es un cronista y la ficción a partir del mundo de la crónica latinoamericana y del boom de la crónica latinoamericana. Entonces, siempre digo que para hacer la crónica literaria haz la literatura crónica, que es un poco de lo que hago ahora.
Siento que es momento de que empecemos a darnos cuenta de que en el periodismo clásico, en el periodismo tradicional, en los periódicos, en las portadas de los periódicos, mucho de lo que está ahí es ficción. Y que nos demos cuenta, y especialmente pensando en los periodistas de investigación, que nos demos cuenta que muchos de los documentos que nos muestran, que mucha de estas actas que se encuentran, fueron escritas desde la ficción por un funcionario que muchas veces inventó esas historias. Por mucho que un periodista de investigación crea que, porque tiene un documento, ahí tiene la verdad; no, ahí tiene un cuento. Me interesa y siento que el deber de un cronista latinoamericano, como me gusta definirme, es abordar estos temas y meterse en ellos.
JOS: Siempre se dice que la crónica toma recursos de la literatura, la construcción de escenas, la tensión, el diálogo, el delineado de personajes; pero en su caso, como cronista que regresó a la ficción, ¿qué recursos del periodismo se llevó a la novela?
JPM: Me gusta esa pregunta porque nunca me la hacen. Es verdad, en la crónica como que decimos le metemos escena, tensión narrativa, mucha descripción, y otras muchas cosas de la literatura. En este caso, en la literatura, yo agarro la ficción y la estiró con herramientas del periodismo, ¿con qué? Con el reportero, con la investigación, con la recopilación y con el manejo de los datos, con historia verdadera también. Porque el periodismo en su origen su objetivo era mostrarnos algo que fuera una historia verdadera o que tendiera hacia allá. Hoy día el objetivo es distinto, hoy día los medios contratan periodistas para que generen contenido, no para que busquen una suerte de verdad. En la novela yo trabajo mucho con el material de la verdad, con el archivo, con muchos elementos que vienen de la crónica, y que en algún momento el lector esté leyendo y diga “esto es ficción, no ficción, ¿qué es esto? No importa. Me gusta lo que estoy leyendo”. Y que después, por último, investigue por su cuenta qué es.
JOS: Esa apuesta por lo híbrido, ¿también se extiende en apostar por igual en textos largos y otros más breves?
JPM: Sí, a mí nunca me ha importado tanto el soporte en el que se me publique. Me acuerdo cuando partió la crónica, cuando fue esta especie de boom, que entre el 2002 y el 2012 era una locura. ¿Y entonces qué pasó? La caída de ese primer boom fue porque hubo una caída en los medios, hubo una caída en la revista y se estaba tan pegado a los medios de comunicación, se estaba tan pegados a los soportes. Era como este género de la revista, desaparece la revista y desaparece el género. Pero el género no era de la revista, ese es un error. El género era de las revistas, de los diarios, de los libros, de los sitios web, de los blogs, de donde afuera. Y si el día de mañana el soporte va a ser tatuar historia en personas, será ahí. El cronista no tiene que estar pensando tanto “¿cómo hay que contar una historia?, ay pero antes tengo que ver dónde va a salir publicada, en qué momento”. No. Yo quiero contar una historia porque si no cuento esta historia no me puedo morir tranquilo. Es una cosa mucho más autoral, que casi como una estrategia de empresarial. Porque siempre va a haber excusa. Hacer una crónica no es fácil. En Una historia perdida (Tusquets, 2022) digo que el planeta está lleno de cronistas invisibles, que es el que va a los foros y habla de crónica, que es amigo de cronistas y que se llena la boca de crónica pero que nunca ha escrito una sola crónica; porque no es fácil. Excusas hay muchas, como que ya no hay revistas, cuando revistas digitales hay miles.
JOS: Sé que acaba de publicar una nueva novela, pero ¿tiene algún otro proyecto que ya esté trabajando?
JPM: Estuve ahora en abril en el Festival del libro de París porque se presentó la trilogía del cash completa [La vida de una vaca (Planeta/Seix Barral, 2008); Niños futbolistas (Blackie Books, 2013); Un dios portátil (Planeta, 2020)] traducida al francés, que fue una cosa que me hizo mucha ilusión. Me sentí muy bien porque son de los pocos libros que hay en Francia de cronista latinoamericanos donde no hay balazos secuestro tortura y sangre. Y bueno, ahí terminó esa trilogía. Ahora estoy escribiendo dos novelas de “Literatura crónica”, o sea, novela muy apegada a la crónica pero que son ficción. Y estoy en una investigación académica que no sé en qué termine, no si puede terminar en crónica, novela-crónica o en un libro académico. Es una investigación que tiene que ver obviamente con la crónica, pero también con México, con Chile, con España: es sobre Roberto Bolaño y su lado más desconocido, que es su lado periodista. Y es la Ciudad de México es donde nace y casi muere el Bolaño periodista. Te diría que, de alguna manera, hasta el día de hoy Bolaño es el cronista más desconocido de Latinoamérica.
JOS: Ha hablado en varias ocasiones sobreexplotación de la violencia, la violencia física, en el periodismo narrativo. ¿A qué otros temas usted cree que necesita voltear el cronista latinoamericano?
JPM: En el caso mío busqué un tema que es universal, pero claro con el eje Latinoamérica, que es sobre el consumo: cómo vivimos todo el día bombardeados por el consumo. Eso me parece muy violento también, muy dramático. Pero ¿qué es lo que pasa? Cuando se vive pensando en las traducciones, cuando se viene pensando qué es lo que van a consumir en Europa o en Estados Unidos de nosotros, lo que quieren consumir ellos es eso. Es balazos. Es sangre. Es tortura. Es droga. Por eso cuando me traducen en Francia la historia de que yo me voy a comprar un Dios o de que recorro campos de futbol, mirando partidos, pienso que quizás por ahí hay un camino también. Contar una historia de manera diferente. Siento que estamos en un mundo con mucha incertidumbre, donde tenemos sí o sí que refugiarnos en alguna historia. Muchas veces hay una crítica desde la intelectualidad, y yo a veces estoy de acuerdo en la manera en que las noticias, en que los noticieros de televisión, exacerba la violencia y exacerba los dramas amarillos para tener más sintonía. Pero nunca hacemos esa crítica con respecto a la crónica, de qué manera se exacerban esos dramas para tener más traducción, más premios. Ese también es otro debate que tenemos que dar.
Juan Pablo Meneses impartirá un taller de periodismo narrativo en la Escuela de Periodismo Carlos Septién García, en la Ciudad de México. Serán cuatro sesiones presenciales y en línea del 20 al 27 de julio de 2024.
Para más informes escribe al correo: contacto@fdeperiodismo.com o al WhatsApp: 55 1236 5078.
Taller Juan Pablo Meneses
Cronista, novelista, escritor de crónica novelada y novela-crónica, Gatopardo conversó con el autor chileno Juan Pablo Meneses sobre su interés por la exploración estilística en los confines del periodismo narrativo y frente a las inteligencias artificiales, el lugar de la crónica en la actualidad y la necesidad de buscar nuevos temas dentro del género.
El periodista Juan Pablo Meneses ha sido una pieza fundamental para el desarrollo del periodismo narrativo en la región de América Latina. En este verano nos habla de las razones que le mueven, el futuro que avisora para el género y sus siguientes trabajos, en el contexto del nuevo taller que impartirá este mes en alianza con la Escuela de Periodismo Carlos Septién García.
Jair Ortega de la Sancha (JOS): Inició como un escritor de ficción, para luego entrar en el periodismo. ¿Cómo fue esa transición?
Juan Pablo Meneses (JPM): Yo partí escribiendo cuentos. Escribí ficción cuando era muy chico, en realidad. Todas las primeras cosas que publiqué en medios, en Chile, fue ficción. Mi primera vez que aparecí en un periódico fue en el diario La Nación de Santiago de Chile, con un cuento que se llamaba “Vacaciones en Katmandú”. Después publiqué varios cuentos en el suplemento que se llamaba “Zona de Contacto” del diario El Mercurio. Yo no había estudiado periodismo, nada, pero me gustaba escribir y un día descubrí que había una cosa con la que podías viajar y podías contar historias reales, pero con las herramientas de la literatura y te pagaban. Ni siquiera sabía que eso se llamaba crónica. Pero fue lo que yo estaba buscando, entonces la transición se dio de esa manera: como encontrarme con una sorpresa y descubrir que había un género que juntaba todo lo que quería, que era contar historias, viajar y vivir de eso.
JOS: ¿De este descubrimiento nació lo que después llamó periodismo portátil?, ¿qué significa este concepto?
JPM: Sí, el periodismo portátil, que después con el tiempo se le puso “nómada digital”, es lo mismo, pero yo lo hacía antes de la pandemia y antes de que existiera ese nombre; en el fondo era viajar por el mundo y trabajar de manera remota y escribir historias. No era necesariamente escribir historias de viajes, sino que era viajar para escribir historias. Esas historias podían ser una crónica de alguna ciudad, de algún pueblo, de alguna historia que había ahí, pero no era necesariamente una nota como de turismo. Para mí el viaje, la tecnología, son herramientas intrínsecas de la crónica. Pero no por eso el tema que hay que abordar es el viaje.
Y bueno, el periodismo portátil nace gracias a Gatopardo. Porque yo recibí un premio de un concurso que hicieron cuando la revista estaba partiendo. Con ese dinero me compré una laptop, que todavía eran pesadas, pero me permitía moverme; me compré una cámara digital y un pasaje de avión para ir cuatro meses a España buscando una historia, que no era una historia de viaje, era una historia que yo quería contar de inmigración. Y, claro, ese viaje de cuatro meses terminó durando diez años y cuando volví a mi país ya tenía libros publicados, tenía la escuela de periodismo portátil, tenía muchas más cosas.
Hoy el tema de la crónica veo que está en un buen momento. Ahora, el periodismo de turismo, ese tipo de crónica, lo veo totalmente tomado por Instagram, por influencers de los hoteles, de los viajes. Creo que ahí hay una oportunidad para que entre alguien con talento narrativo y pueda contar buenas historias.
JOS: Acaba de mencionar que la crónica está en buen momento. ¿Cómo mantener ese estado en un mundo donde predomina la inmediatez, el consumo de los contenidos breves y fugaces?
JPM: Creo la crónica es lo único que nos queda en el periodismo, un periodismo donde a los medios les importa el click; donde tú entras a los sitios de noticias y no hay noticias. Tú quieres averiguar el resultado de un partido de futbol o el resultado de unas elecciones y en el titular no te dicen el resultado, sino que tienes que leer la nota y tienes que estar buscando el resultado, o sea no te dan nada. La sensación que viven los lectores es de estafa, todos los días, varias veces al día.
Y a eso si le agregamos que toda esta estrategia para robarnos likes, porque eso es lo que buscan: robarnos likes, va acompañado de una idea falsa de que no hay tiempo, de que todo debe ser rápido, que este es el mundo de TikTok, siendo que hay estadísticas que mucha gente, en particular los jóvenes, pueden pasar cinco, diez, quince hasta veinte horas al día maratoneando una serie porque les gusta la historia.
El periodismo está viviendo actualmente una crisis de historia. Y en ese sentido, te digo que la crónica es lo único que nos queda porque el periodismo de autor es el único periodismo que no le teme a la Inteligencia Artificial; el demás periodismo va a desaparecer sí o sí con la Inteligencia Artificial, pero el periodismo de autor no; el periodismo de autor puede terminar asociado a la Inteligencia Artificial y potenciando mucho más la manera de contar historias.
También te puede interesar leer: “Leila Guerriero y la trascendencia de los premios“.
JOS: En sus libros de periodismo narrativo suele estirar límites que quizá el periodismo tradicional no estiraría. Con eso de motivar la historia y comprarse una vaca o comprarse un dios para hacer una crónica que hable del consumismo. ¿Hasta dónde se permite explorar nuevas herramientas para el periodismo narrativo?
JPM: Lo que pasa es que yo siempre he tratado de buscar una voz, que siento que es lo único que uno puede buscar como autor: tener una voz propia, tener algo que decir y tener un camino que explorar con tu obra. Ahora ha habido como una especie de boom de la vuelta del cronista miseria. Todo drama, todo pandilla, todo sangre, todo narco, y eso es algo que a mí no me interesa, no me sale, no me resulta, no me motiva. A mí precisamente, en términos de crónica, lo que me interesa es que la gente pueda leer una historia que está contada de manera diferente, pero que te puede enfrentar a tu propia miseria, no la miseria de gente que está en un país centroamericano, o no la miseria de alguien que está viviendo un drama medioambiental o la vida del secuestro. No. A mí me interesa que el lector de mi historia de repente se pueda enganchar con alguien que va a comprar un dios en la India, y te termines enfrentado a su propia miseria con respecto a creer o a no creer, ver cómo está esa persona viviendo su propia espiritualidad o sus propias carencias. Siempre he buscado un camino que sea diferente.
JOS: Ese camino lo ha regresado a la ficción. Una historia perdida (Tusquets, 2022) es una novela, pero también es un texto que aborda la idea de periodismo narrativo, de la crónica, del cronista; ¿por qué hacer estas reflexiones en este formato?
JPM: Mi último libro de no ficción había sido Un dios portátil (Planeta, 2020), con el cual yo me gané un premio literario importante, el Premio Municipal de Literatura Santiago, que es un premio literario más antiguo de Chile. Había lanzado “Una religión global” en Times Square, había recorrido Argentina, Francia, Perú. Fue un libro muy fuerte, muy marcador después del cual yo quería escapar de la crónica. No puede ser, no me cabe en la cabeza que cualquier autor o autora de repente hace un libro con tanta carga y al año siguiente te hacen otro como que no importa. No, acá yo tenía que escapar y venía dándole vueltas hace tiempo a hacer el tema de la ficción, pero claro, la ficción a partir de una historia personal, la ficción a partir de un protagonista que es un cronista y la ficción a partir del mundo de la crónica latinoamericana y del boom de la crónica latinoamericana. Entonces, siempre digo que para hacer la crónica literaria haz la literatura crónica, que es un poco de lo que hago ahora.
Siento que es momento de que empecemos a darnos cuenta de que en el periodismo clásico, en el periodismo tradicional, en los periódicos, en las portadas de los periódicos, mucho de lo que está ahí es ficción. Y que nos demos cuenta, y especialmente pensando en los periodistas de investigación, que nos demos cuenta que muchos de los documentos que nos muestran, que mucha de estas actas que se encuentran, fueron escritas desde la ficción por un funcionario que muchas veces inventó esas historias. Por mucho que un periodista de investigación crea que, porque tiene un documento, ahí tiene la verdad; no, ahí tiene un cuento. Me interesa y siento que el deber de un cronista latinoamericano, como me gusta definirme, es abordar estos temas y meterse en ellos.
JOS: Siempre se dice que la crónica toma recursos de la literatura, la construcción de escenas, la tensión, el diálogo, el delineado de personajes; pero en su caso, como cronista que regresó a la ficción, ¿qué recursos del periodismo se llevó a la novela?
JPM: Me gusta esa pregunta porque nunca me la hacen. Es verdad, en la crónica como que decimos le metemos escena, tensión narrativa, mucha descripción, y otras muchas cosas de la literatura. En este caso, en la literatura, yo agarro la ficción y la estiró con herramientas del periodismo, ¿con qué? Con el reportero, con la investigación, con la recopilación y con el manejo de los datos, con historia verdadera también. Porque el periodismo en su origen su objetivo era mostrarnos algo que fuera una historia verdadera o que tendiera hacia allá. Hoy día el objetivo es distinto, hoy día los medios contratan periodistas para que generen contenido, no para que busquen una suerte de verdad. En la novela yo trabajo mucho con el material de la verdad, con el archivo, con muchos elementos que vienen de la crónica, y que en algún momento el lector esté leyendo y diga “esto es ficción, no ficción, ¿qué es esto? No importa. Me gusta lo que estoy leyendo”. Y que después, por último, investigue por su cuenta qué es.
JOS: Esa apuesta por lo híbrido, ¿también se extiende en apostar por igual en textos largos y otros más breves?
JPM: Sí, a mí nunca me ha importado tanto el soporte en el que se me publique. Me acuerdo cuando partió la crónica, cuando fue esta especie de boom, que entre el 2002 y el 2012 era una locura. ¿Y entonces qué pasó? La caída de ese primer boom fue porque hubo una caída en los medios, hubo una caída en la revista y se estaba tan pegado a los medios de comunicación, se estaba tan pegados a los soportes. Era como este género de la revista, desaparece la revista y desaparece el género. Pero el género no era de la revista, ese es un error. El género era de las revistas, de los diarios, de los libros, de los sitios web, de los blogs, de donde afuera. Y si el día de mañana el soporte va a ser tatuar historia en personas, será ahí. El cronista no tiene que estar pensando tanto “¿cómo hay que contar una historia?, ay pero antes tengo que ver dónde va a salir publicada, en qué momento”. No. Yo quiero contar una historia porque si no cuento esta historia no me puedo morir tranquilo. Es una cosa mucho más autoral, que casi como una estrategia de empresarial. Porque siempre va a haber excusa. Hacer una crónica no es fácil. En Una historia perdida (Tusquets, 2022) digo que el planeta está lleno de cronistas invisibles, que es el que va a los foros y habla de crónica, que es amigo de cronistas y que se llena la boca de crónica pero que nunca ha escrito una sola crónica; porque no es fácil. Excusas hay muchas, como que ya no hay revistas, cuando revistas digitales hay miles.
JOS: Sé que acaba de publicar una nueva novela, pero ¿tiene algún otro proyecto que ya esté trabajando?
JPM: Estuve ahora en abril en el Festival del libro de París porque se presentó la trilogía del cash completa [La vida de una vaca (Planeta/Seix Barral, 2008); Niños futbolistas (Blackie Books, 2013); Un dios portátil (Planeta, 2020)] traducida al francés, que fue una cosa que me hizo mucha ilusión. Me sentí muy bien porque son de los pocos libros que hay en Francia de cronista latinoamericanos donde no hay balazos secuestro tortura y sangre. Y bueno, ahí terminó esa trilogía. Ahora estoy escribiendo dos novelas de “Literatura crónica”, o sea, novela muy apegada a la crónica pero que son ficción. Y estoy en una investigación académica que no sé en qué termine, no si puede terminar en crónica, novela-crónica o en un libro académico. Es una investigación que tiene que ver obviamente con la crónica, pero también con México, con Chile, con España: es sobre Roberto Bolaño y su lado más desconocido, que es su lado periodista. Y es la Ciudad de México es donde nace y casi muere el Bolaño periodista. Te diría que, de alguna manera, hasta el día de hoy Bolaño es el cronista más desconocido de Latinoamérica.
JOS: Ha hablado en varias ocasiones sobreexplotación de la violencia, la violencia física, en el periodismo narrativo. ¿A qué otros temas usted cree que necesita voltear el cronista latinoamericano?
JPM: En el caso mío busqué un tema que es universal, pero claro con el eje Latinoamérica, que es sobre el consumo: cómo vivimos todo el día bombardeados por el consumo. Eso me parece muy violento también, muy dramático. Pero ¿qué es lo que pasa? Cuando se vive pensando en las traducciones, cuando se viene pensando qué es lo que van a consumir en Europa o en Estados Unidos de nosotros, lo que quieren consumir ellos es eso. Es balazos. Es sangre. Es tortura. Es droga. Por eso cuando me traducen en Francia la historia de que yo me voy a comprar un Dios o de que recorro campos de futbol, mirando partidos, pienso que quizás por ahí hay un camino también. Contar una historia de manera diferente. Siento que estamos en un mundo con mucha incertidumbre, donde tenemos sí o sí que refugiarnos en alguna historia. Muchas veces hay una crítica desde la intelectualidad, y yo a veces estoy de acuerdo en la manera en que las noticias, en que los noticieros de televisión, exacerba la violencia y exacerba los dramas amarillos para tener más sintonía. Pero nunca hacemos esa crítica con respecto a la crónica, de qué manera se exacerban esos dramas para tener más traducción, más premios. Ese también es otro debate que tenemos que dar.
Juan Pablo Meneses impartirá un taller de periodismo narrativo en la Escuela de Periodismo Carlos Septién García, en la Ciudad de México. Serán cuatro sesiones presenciales y en línea del 20 al 27 de julio de 2024.
Para más informes escribe al correo: contacto@fdeperiodismo.com o al WhatsApp: 55 1236 5078.
Cronista, novelista, escritor de crónica novelada y novela-crónica, Gatopardo conversó con el autor chileno Juan Pablo Meneses sobre su interés por la exploración estilística en los confines del periodismo narrativo y frente a las inteligencias artificiales, el lugar de la crónica en la actualidad y la necesidad de buscar nuevos temas dentro del género.
El periodista Juan Pablo Meneses ha sido una pieza fundamental para el desarrollo del periodismo narrativo en la región de América Latina. En este verano nos habla de las razones que le mueven, el futuro que avisora para el género y sus siguientes trabajos, en el contexto del nuevo taller que impartirá este mes en alianza con la Escuela de Periodismo Carlos Septién García.
Jair Ortega de la Sancha (JOS): Inició como un escritor de ficción, para luego entrar en el periodismo. ¿Cómo fue esa transición?
Juan Pablo Meneses (JPM): Yo partí escribiendo cuentos. Escribí ficción cuando era muy chico, en realidad. Todas las primeras cosas que publiqué en medios, en Chile, fue ficción. Mi primera vez que aparecí en un periódico fue en el diario La Nación de Santiago de Chile, con un cuento que se llamaba “Vacaciones en Katmandú”. Después publiqué varios cuentos en el suplemento que se llamaba “Zona de Contacto” del diario El Mercurio. Yo no había estudiado periodismo, nada, pero me gustaba escribir y un día descubrí que había una cosa con la que podías viajar y podías contar historias reales, pero con las herramientas de la literatura y te pagaban. Ni siquiera sabía que eso se llamaba crónica. Pero fue lo que yo estaba buscando, entonces la transición se dio de esa manera: como encontrarme con una sorpresa y descubrir que había un género que juntaba todo lo que quería, que era contar historias, viajar y vivir de eso.
JOS: ¿De este descubrimiento nació lo que después llamó periodismo portátil?, ¿qué significa este concepto?
JPM: Sí, el periodismo portátil, que después con el tiempo se le puso “nómada digital”, es lo mismo, pero yo lo hacía antes de la pandemia y antes de que existiera ese nombre; en el fondo era viajar por el mundo y trabajar de manera remota y escribir historias. No era necesariamente escribir historias de viajes, sino que era viajar para escribir historias. Esas historias podían ser una crónica de alguna ciudad, de algún pueblo, de alguna historia que había ahí, pero no era necesariamente una nota como de turismo. Para mí el viaje, la tecnología, son herramientas intrínsecas de la crónica. Pero no por eso el tema que hay que abordar es el viaje.
Y bueno, el periodismo portátil nace gracias a Gatopardo. Porque yo recibí un premio de un concurso que hicieron cuando la revista estaba partiendo. Con ese dinero me compré una laptop, que todavía eran pesadas, pero me permitía moverme; me compré una cámara digital y un pasaje de avión para ir cuatro meses a España buscando una historia, que no era una historia de viaje, era una historia que yo quería contar de inmigración. Y, claro, ese viaje de cuatro meses terminó durando diez años y cuando volví a mi país ya tenía libros publicados, tenía la escuela de periodismo portátil, tenía muchas más cosas.
Hoy el tema de la crónica veo que está en un buen momento. Ahora, el periodismo de turismo, ese tipo de crónica, lo veo totalmente tomado por Instagram, por influencers de los hoteles, de los viajes. Creo que ahí hay una oportunidad para que entre alguien con talento narrativo y pueda contar buenas historias.
JOS: Acaba de mencionar que la crónica está en buen momento. ¿Cómo mantener ese estado en un mundo donde predomina la inmediatez, el consumo de los contenidos breves y fugaces?
JPM: Creo la crónica es lo único que nos queda en el periodismo, un periodismo donde a los medios les importa el click; donde tú entras a los sitios de noticias y no hay noticias. Tú quieres averiguar el resultado de un partido de futbol o el resultado de unas elecciones y en el titular no te dicen el resultado, sino que tienes que leer la nota y tienes que estar buscando el resultado, o sea no te dan nada. La sensación que viven los lectores es de estafa, todos los días, varias veces al día.
Y a eso si le agregamos que toda esta estrategia para robarnos likes, porque eso es lo que buscan: robarnos likes, va acompañado de una idea falsa de que no hay tiempo, de que todo debe ser rápido, que este es el mundo de TikTok, siendo que hay estadísticas que mucha gente, en particular los jóvenes, pueden pasar cinco, diez, quince hasta veinte horas al día maratoneando una serie porque les gusta la historia.
El periodismo está viviendo actualmente una crisis de historia. Y en ese sentido, te digo que la crónica es lo único que nos queda porque el periodismo de autor es el único periodismo que no le teme a la Inteligencia Artificial; el demás periodismo va a desaparecer sí o sí con la Inteligencia Artificial, pero el periodismo de autor no; el periodismo de autor puede terminar asociado a la Inteligencia Artificial y potenciando mucho más la manera de contar historias.
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JOS: En sus libros de periodismo narrativo suele estirar límites que quizá el periodismo tradicional no estiraría. Con eso de motivar la historia y comprarse una vaca o comprarse un dios para hacer una crónica que hable del consumismo. ¿Hasta dónde se permite explorar nuevas herramientas para el periodismo narrativo?
JPM: Lo que pasa es que yo siempre he tratado de buscar una voz, que siento que es lo único que uno puede buscar como autor: tener una voz propia, tener algo que decir y tener un camino que explorar con tu obra. Ahora ha habido como una especie de boom de la vuelta del cronista miseria. Todo drama, todo pandilla, todo sangre, todo narco, y eso es algo que a mí no me interesa, no me sale, no me resulta, no me motiva. A mí precisamente, en términos de crónica, lo que me interesa es que la gente pueda leer una historia que está contada de manera diferente, pero que te puede enfrentar a tu propia miseria, no la miseria de gente que está en un país centroamericano, o no la miseria de alguien que está viviendo un drama medioambiental o la vida del secuestro. No. A mí me interesa que el lector de mi historia de repente se pueda enganchar con alguien que va a comprar un dios en la India, y te termines enfrentado a su propia miseria con respecto a creer o a no creer, ver cómo está esa persona viviendo su propia espiritualidad o sus propias carencias. Siempre he buscado un camino que sea diferente.
JOS: Ese camino lo ha regresado a la ficción. Una historia perdida (Tusquets, 2022) es una novela, pero también es un texto que aborda la idea de periodismo narrativo, de la crónica, del cronista; ¿por qué hacer estas reflexiones en este formato?
JPM: Mi último libro de no ficción había sido Un dios portátil (Planeta, 2020), con el cual yo me gané un premio literario importante, el Premio Municipal de Literatura Santiago, que es un premio literario más antiguo de Chile. Había lanzado “Una religión global” en Times Square, había recorrido Argentina, Francia, Perú. Fue un libro muy fuerte, muy marcador después del cual yo quería escapar de la crónica. No puede ser, no me cabe en la cabeza que cualquier autor o autora de repente hace un libro con tanta carga y al año siguiente te hacen otro como que no importa. No, acá yo tenía que escapar y venía dándole vueltas hace tiempo a hacer el tema de la ficción, pero claro, la ficción a partir de una historia personal, la ficción a partir de un protagonista que es un cronista y la ficción a partir del mundo de la crónica latinoamericana y del boom de la crónica latinoamericana. Entonces, siempre digo que para hacer la crónica literaria haz la literatura crónica, que es un poco de lo que hago ahora.
Siento que es momento de que empecemos a darnos cuenta de que en el periodismo clásico, en el periodismo tradicional, en los periódicos, en las portadas de los periódicos, mucho de lo que está ahí es ficción. Y que nos demos cuenta, y especialmente pensando en los periodistas de investigación, que nos demos cuenta que muchos de los documentos que nos muestran, que mucha de estas actas que se encuentran, fueron escritas desde la ficción por un funcionario que muchas veces inventó esas historias. Por mucho que un periodista de investigación crea que, porque tiene un documento, ahí tiene la verdad; no, ahí tiene un cuento. Me interesa y siento que el deber de un cronista latinoamericano, como me gusta definirme, es abordar estos temas y meterse en ellos.
JOS: Siempre se dice que la crónica toma recursos de la literatura, la construcción de escenas, la tensión, el diálogo, el delineado de personajes; pero en su caso, como cronista que regresó a la ficción, ¿qué recursos del periodismo se llevó a la novela?
JPM: Me gusta esa pregunta porque nunca me la hacen. Es verdad, en la crónica como que decimos le metemos escena, tensión narrativa, mucha descripción, y otras muchas cosas de la literatura. En este caso, en la literatura, yo agarro la ficción y la estiró con herramientas del periodismo, ¿con qué? Con el reportero, con la investigación, con la recopilación y con el manejo de los datos, con historia verdadera también. Porque el periodismo en su origen su objetivo era mostrarnos algo que fuera una historia verdadera o que tendiera hacia allá. Hoy día el objetivo es distinto, hoy día los medios contratan periodistas para que generen contenido, no para que busquen una suerte de verdad. En la novela yo trabajo mucho con el material de la verdad, con el archivo, con muchos elementos que vienen de la crónica, y que en algún momento el lector esté leyendo y diga “esto es ficción, no ficción, ¿qué es esto? No importa. Me gusta lo que estoy leyendo”. Y que después, por último, investigue por su cuenta qué es.
JOS: Esa apuesta por lo híbrido, ¿también se extiende en apostar por igual en textos largos y otros más breves?
JPM: Sí, a mí nunca me ha importado tanto el soporte en el que se me publique. Me acuerdo cuando partió la crónica, cuando fue esta especie de boom, que entre el 2002 y el 2012 era una locura. ¿Y entonces qué pasó? La caída de ese primer boom fue porque hubo una caída en los medios, hubo una caída en la revista y se estaba tan pegado a los medios de comunicación, se estaba tan pegados a los soportes. Era como este género de la revista, desaparece la revista y desaparece el género. Pero el género no era de la revista, ese es un error. El género era de las revistas, de los diarios, de los libros, de los sitios web, de los blogs, de donde afuera. Y si el día de mañana el soporte va a ser tatuar historia en personas, será ahí. El cronista no tiene que estar pensando tanto “¿cómo hay que contar una historia?, ay pero antes tengo que ver dónde va a salir publicada, en qué momento”. No. Yo quiero contar una historia porque si no cuento esta historia no me puedo morir tranquilo. Es una cosa mucho más autoral, que casi como una estrategia de empresarial. Porque siempre va a haber excusa. Hacer una crónica no es fácil. En Una historia perdida (Tusquets, 2022) digo que el planeta está lleno de cronistas invisibles, que es el que va a los foros y habla de crónica, que es amigo de cronistas y que se llena la boca de crónica pero que nunca ha escrito una sola crónica; porque no es fácil. Excusas hay muchas, como que ya no hay revistas, cuando revistas digitales hay miles.
JOS: Sé que acaba de publicar una nueva novela, pero ¿tiene algún otro proyecto que ya esté trabajando?
JPM: Estuve ahora en abril en el Festival del libro de París porque se presentó la trilogía del cash completa [La vida de una vaca (Planeta/Seix Barral, 2008); Niños futbolistas (Blackie Books, 2013); Un dios portátil (Planeta, 2020)] traducida al francés, que fue una cosa que me hizo mucha ilusión. Me sentí muy bien porque son de los pocos libros que hay en Francia de cronista latinoamericanos donde no hay balazos secuestro tortura y sangre. Y bueno, ahí terminó esa trilogía. Ahora estoy escribiendo dos novelas de “Literatura crónica”, o sea, novela muy apegada a la crónica pero que son ficción. Y estoy en una investigación académica que no sé en qué termine, no si puede terminar en crónica, novela-crónica o en un libro académico. Es una investigación que tiene que ver obviamente con la crónica, pero también con México, con Chile, con España: es sobre Roberto Bolaño y su lado más desconocido, que es su lado periodista. Y es la Ciudad de México es donde nace y casi muere el Bolaño periodista. Te diría que, de alguna manera, hasta el día de hoy Bolaño es el cronista más desconocido de Latinoamérica.
JOS: Ha hablado en varias ocasiones sobreexplotación de la violencia, la violencia física, en el periodismo narrativo. ¿A qué otros temas usted cree que necesita voltear el cronista latinoamericano?
JPM: En el caso mío busqué un tema que es universal, pero claro con el eje Latinoamérica, que es sobre el consumo: cómo vivimos todo el día bombardeados por el consumo. Eso me parece muy violento también, muy dramático. Pero ¿qué es lo que pasa? Cuando se vive pensando en las traducciones, cuando se viene pensando qué es lo que van a consumir en Europa o en Estados Unidos de nosotros, lo que quieren consumir ellos es eso. Es balazos. Es sangre. Es tortura. Es droga. Por eso cuando me traducen en Francia la historia de que yo me voy a comprar un Dios o de que recorro campos de futbol, mirando partidos, pienso que quizás por ahí hay un camino también. Contar una historia de manera diferente. Siento que estamos en un mundo con mucha incertidumbre, donde tenemos sí o sí que refugiarnos en alguna historia. Muchas veces hay una crítica desde la intelectualidad, y yo a veces estoy de acuerdo en la manera en que las noticias, en que los noticieros de televisión, exacerba la violencia y exacerba los dramas amarillos para tener más sintonía. Pero nunca hacemos esa crítica con respecto a la crónica, de qué manera se exacerban esos dramas para tener más traducción, más premios. Ese también es otro debate que tenemos que dar.
Juan Pablo Meneses impartirá un taller de periodismo narrativo en la Escuela de Periodismo Carlos Septién García, en la Ciudad de México. Serán cuatro sesiones presenciales y en línea del 20 al 27 de julio de 2024.
Para más informes escribe al correo: contacto@fdeperiodismo.com o al WhatsApp: 55 1236 5078.
Taller Juan Pablo Meneses
Cronista, novelista, escritor de crónica novelada y novela-crónica, Gatopardo conversó con el autor chileno Juan Pablo Meneses sobre su interés por la exploración estilística en los confines del periodismo narrativo y frente a las inteligencias artificiales, el lugar de la crónica en la actualidad y la necesidad de buscar nuevos temas dentro del género.
El periodista Juan Pablo Meneses ha sido una pieza fundamental para el desarrollo del periodismo narrativo en la región de América Latina. En este verano nos habla de las razones que le mueven, el futuro que avisora para el género y sus siguientes trabajos, en el contexto del nuevo taller que impartirá este mes en alianza con la Escuela de Periodismo Carlos Septién García.
Jair Ortega de la Sancha (JOS): Inició como un escritor de ficción, para luego entrar en el periodismo. ¿Cómo fue esa transición?
Juan Pablo Meneses (JPM): Yo partí escribiendo cuentos. Escribí ficción cuando era muy chico, en realidad. Todas las primeras cosas que publiqué en medios, en Chile, fue ficción. Mi primera vez que aparecí en un periódico fue en el diario La Nación de Santiago de Chile, con un cuento que se llamaba “Vacaciones en Katmandú”. Después publiqué varios cuentos en el suplemento que se llamaba “Zona de Contacto” del diario El Mercurio. Yo no había estudiado periodismo, nada, pero me gustaba escribir y un día descubrí que había una cosa con la que podías viajar y podías contar historias reales, pero con las herramientas de la literatura y te pagaban. Ni siquiera sabía que eso se llamaba crónica. Pero fue lo que yo estaba buscando, entonces la transición se dio de esa manera: como encontrarme con una sorpresa y descubrir que había un género que juntaba todo lo que quería, que era contar historias, viajar y vivir de eso.
JOS: ¿De este descubrimiento nació lo que después llamó periodismo portátil?, ¿qué significa este concepto?
JPM: Sí, el periodismo portátil, que después con el tiempo se le puso “nómada digital”, es lo mismo, pero yo lo hacía antes de la pandemia y antes de que existiera ese nombre; en el fondo era viajar por el mundo y trabajar de manera remota y escribir historias. No era necesariamente escribir historias de viajes, sino que era viajar para escribir historias. Esas historias podían ser una crónica de alguna ciudad, de algún pueblo, de alguna historia que había ahí, pero no era necesariamente una nota como de turismo. Para mí el viaje, la tecnología, son herramientas intrínsecas de la crónica. Pero no por eso el tema que hay que abordar es el viaje.
Y bueno, el periodismo portátil nace gracias a Gatopardo. Porque yo recibí un premio de un concurso que hicieron cuando la revista estaba partiendo. Con ese dinero me compré una laptop, que todavía eran pesadas, pero me permitía moverme; me compré una cámara digital y un pasaje de avión para ir cuatro meses a España buscando una historia, que no era una historia de viaje, era una historia que yo quería contar de inmigración. Y, claro, ese viaje de cuatro meses terminó durando diez años y cuando volví a mi país ya tenía libros publicados, tenía la escuela de periodismo portátil, tenía muchas más cosas.
Hoy el tema de la crónica veo que está en un buen momento. Ahora, el periodismo de turismo, ese tipo de crónica, lo veo totalmente tomado por Instagram, por influencers de los hoteles, de los viajes. Creo que ahí hay una oportunidad para que entre alguien con talento narrativo y pueda contar buenas historias.
JOS: Acaba de mencionar que la crónica está en buen momento. ¿Cómo mantener ese estado en un mundo donde predomina la inmediatez, el consumo de los contenidos breves y fugaces?
JPM: Creo la crónica es lo único que nos queda en el periodismo, un periodismo donde a los medios les importa el click; donde tú entras a los sitios de noticias y no hay noticias. Tú quieres averiguar el resultado de un partido de futbol o el resultado de unas elecciones y en el titular no te dicen el resultado, sino que tienes que leer la nota y tienes que estar buscando el resultado, o sea no te dan nada. La sensación que viven los lectores es de estafa, todos los días, varias veces al día.
Y a eso si le agregamos que toda esta estrategia para robarnos likes, porque eso es lo que buscan: robarnos likes, va acompañado de una idea falsa de que no hay tiempo, de que todo debe ser rápido, que este es el mundo de TikTok, siendo que hay estadísticas que mucha gente, en particular los jóvenes, pueden pasar cinco, diez, quince hasta veinte horas al día maratoneando una serie porque les gusta la historia.
El periodismo está viviendo actualmente una crisis de historia. Y en ese sentido, te digo que la crónica es lo único que nos queda porque el periodismo de autor es el único periodismo que no le teme a la Inteligencia Artificial; el demás periodismo va a desaparecer sí o sí con la Inteligencia Artificial, pero el periodismo de autor no; el periodismo de autor puede terminar asociado a la Inteligencia Artificial y potenciando mucho más la manera de contar historias.
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JOS: En sus libros de periodismo narrativo suele estirar límites que quizá el periodismo tradicional no estiraría. Con eso de motivar la historia y comprarse una vaca o comprarse un dios para hacer una crónica que hable del consumismo. ¿Hasta dónde se permite explorar nuevas herramientas para el periodismo narrativo?
JPM: Lo que pasa es que yo siempre he tratado de buscar una voz, que siento que es lo único que uno puede buscar como autor: tener una voz propia, tener algo que decir y tener un camino que explorar con tu obra. Ahora ha habido como una especie de boom de la vuelta del cronista miseria. Todo drama, todo pandilla, todo sangre, todo narco, y eso es algo que a mí no me interesa, no me sale, no me resulta, no me motiva. A mí precisamente, en términos de crónica, lo que me interesa es que la gente pueda leer una historia que está contada de manera diferente, pero que te puede enfrentar a tu propia miseria, no la miseria de gente que está en un país centroamericano, o no la miseria de alguien que está viviendo un drama medioambiental o la vida del secuestro. No. A mí me interesa que el lector de mi historia de repente se pueda enganchar con alguien que va a comprar un dios en la India, y te termines enfrentado a su propia miseria con respecto a creer o a no creer, ver cómo está esa persona viviendo su propia espiritualidad o sus propias carencias. Siempre he buscado un camino que sea diferente.
JOS: Ese camino lo ha regresado a la ficción. Una historia perdida (Tusquets, 2022) es una novela, pero también es un texto que aborda la idea de periodismo narrativo, de la crónica, del cronista; ¿por qué hacer estas reflexiones en este formato?
JPM: Mi último libro de no ficción había sido Un dios portátil (Planeta, 2020), con el cual yo me gané un premio literario importante, el Premio Municipal de Literatura Santiago, que es un premio literario más antiguo de Chile. Había lanzado “Una religión global” en Times Square, había recorrido Argentina, Francia, Perú. Fue un libro muy fuerte, muy marcador después del cual yo quería escapar de la crónica. No puede ser, no me cabe en la cabeza que cualquier autor o autora de repente hace un libro con tanta carga y al año siguiente te hacen otro como que no importa. No, acá yo tenía que escapar y venía dándole vueltas hace tiempo a hacer el tema de la ficción, pero claro, la ficción a partir de una historia personal, la ficción a partir de un protagonista que es un cronista y la ficción a partir del mundo de la crónica latinoamericana y del boom de la crónica latinoamericana. Entonces, siempre digo que para hacer la crónica literaria haz la literatura crónica, que es un poco de lo que hago ahora.
Siento que es momento de que empecemos a darnos cuenta de que en el periodismo clásico, en el periodismo tradicional, en los periódicos, en las portadas de los periódicos, mucho de lo que está ahí es ficción. Y que nos demos cuenta, y especialmente pensando en los periodistas de investigación, que nos demos cuenta que muchos de los documentos que nos muestran, que mucha de estas actas que se encuentran, fueron escritas desde la ficción por un funcionario que muchas veces inventó esas historias. Por mucho que un periodista de investigación crea que, porque tiene un documento, ahí tiene la verdad; no, ahí tiene un cuento. Me interesa y siento que el deber de un cronista latinoamericano, como me gusta definirme, es abordar estos temas y meterse en ellos.
JOS: Siempre se dice que la crónica toma recursos de la literatura, la construcción de escenas, la tensión, el diálogo, el delineado de personajes; pero en su caso, como cronista que regresó a la ficción, ¿qué recursos del periodismo se llevó a la novela?
JPM: Me gusta esa pregunta porque nunca me la hacen. Es verdad, en la crónica como que decimos le metemos escena, tensión narrativa, mucha descripción, y otras muchas cosas de la literatura. En este caso, en la literatura, yo agarro la ficción y la estiró con herramientas del periodismo, ¿con qué? Con el reportero, con la investigación, con la recopilación y con el manejo de los datos, con historia verdadera también. Porque el periodismo en su origen su objetivo era mostrarnos algo que fuera una historia verdadera o que tendiera hacia allá. Hoy día el objetivo es distinto, hoy día los medios contratan periodistas para que generen contenido, no para que busquen una suerte de verdad. En la novela yo trabajo mucho con el material de la verdad, con el archivo, con muchos elementos que vienen de la crónica, y que en algún momento el lector esté leyendo y diga “esto es ficción, no ficción, ¿qué es esto? No importa. Me gusta lo que estoy leyendo”. Y que después, por último, investigue por su cuenta qué es.
JOS: Esa apuesta por lo híbrido, ¿también se extiende en apostar por igual en textos largos y otros más breves?
JPM: Sí, a mí nunca me ha importado tanto el soporte en el que se me publique. Me acuerdo cuando partió la crónica, cuando fue esta especie de boom, que entre el 2002 y el 2012 era una locura. ¿Y entonces qué pasó? La caída de ese primer boom fue porque hubo una caída en los medios, hubo una caída en la revista y se estaba tan pegado a los medios de comunicación, se estaba tan pegados a los soportes. Era como este género de la revista, desaparece la revista y desaparece el género. Pero el género no era de la revista, ese es un error. El género era de las revistas, de los diarios, de los libros, de los sitios web, de los blogs, de donde afuera. Y si el día de mañana el soporte va a ser tatuar historia en personas, será ahí. El cronista no tiene que estar pensando tanto “¿cómo hay que contar una historia?, ay pero antes tengo que ver dónde va a salir publicada, en qué momento”. No. Yo quiero contar una historia porque si no cuento esta historia no me puedo morir tranquilo. Es una cosa mucho más autoral, que casi como una estrategia de empresarial. Porque siempre va a haber excusa. Hacer una crónica no es fácil. En Una historia perdida (Tusquets, 2022) digo que el planeta está lleno de cronistas invisibles, que es el que va a los foros y habla de crónica, que es amigo de cronistas y que se llena la boca de crónica pero que nunca ha escrito una sola crónica; porque no es fácil. Excusas hay muchas, como que ya no hay revistas, cuando revistas digitales hay miles.
JOS: Sé que acaba de publicar una nueva novela, pero ¿tiene algún otro proyecto que ya esté trabajando?
JPM: Estuve ahora en abril en el Festival del libro de París porque se presentó la trilogía del cash completa [La vida de una vaca (Planeta/Seix Barral, 2008); Niños futbolistas (Blackie Books, 2013); Un dios portátil (Planeta, 2020)] traducida al francés, que fue una cosa que me hizo mucha ilusión. Me sentí muy bien porque son de los pocos libros que hay en Francia de cronista latinoamericanos donde no hay balazos secuestro tortura y sangre. Y bueno, ahí terminó esa trilogía. Ahora estoy escribiendo dos novelas de “Literatura crónica”, o sea, novela muy apegada a la crónica pero que son ficción. Y estoy en una investigación académica que no sé en qué termine, no si puede terminar en crónica, novela-crónica o en un libro académico. Es una investigación que tiene que ver obviamente con la crónica, pero también con México, con Chile, con España: es sobre Roberto Bolaño y su lado más desconocido, que es su lado periodista. Y es la Ciudad de México es donde nace y casi muere el Bolaño periodista. Te diría que, de alguna manera, hasta el día de hoy Bolaño es el cronista más desconocido de Latinoamérica.
JOS: Ha hablado en varias ocasiones sobreexplotación de la violencia, la violencia física, en el periodismo narrativo. ¿A qué otros temas usted cree que necesita voltear el cronista latinoamericano?
JPM: En el caso mío busqué un tema que es universal, pero claro con el eje Latinoamérica, que es sobre el consumo: cómo vivimos todo el día bombardeados por el consumo. Eso me parece muy violento también, muy dramático. Pero ¿qué es lo que pasa? Cuando se vive pensando en las traducciones, cuando se viene pensando qué es lo que van a consumir en Europa o en Estados Unidos de nosotros, lo que quieren consumir ellos es eso. Es balazos. Es sangre. Es tortura. Es droga. Por eso cuando me traducen en Francia la historia de que yo me voy a comprar un Dios o de que recorro campos de futbol, mirando partidos, pienso que quizás por ahí hay un camino también. Contar una historia de manera diferente. Siento que estamos en un mundo con mucha incertidumbre, donde tenemos sí o sí que refugiarnos en alguna historia. Muchas veces hay una crítica desde la intelectualidad, y yo a veces estoy de acuerdo en la manera en que las noticias, en que los noticieros de televisión, exacerba la violencia y exacerba los dramas amarillos para tener más sintonía. Pero nunca hacemos esa crítica con respecto a la crónica, de qué manera se exacerban esos dramas para tener más traducción, más premios. Ese también es otro debate que tenemos que dar.
Juan Pablo Meneses impartirá un taller de periodismo narrativo en la Escuela de Periodismo Carlos Septién García, en la Ciudad de México. Serán cuatro sesiones presenciales y en línea del 20 al 27 de julio de 2024.
Para más informes escribe al correo: contacto@fdeperiodismo.com o al WhatsApp: 55 1236 5078.
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