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Hace poco se aprobó que los productos para la gestión menstrual no causaran IVA. Pero no siempre se cumple que los precios bajan al quitar los impuestos, pues los vendedores pueden aprovechar para mantenerlos altos y obtener más ganancias. ¿Qué sucedió con las toallas sanitarias?, ¿sí bajaron de precio cuando se eliminó el IVA?
Hace unos cuantos años era impensable discutir si las mujeres deben tener un trato especial cuando menstrúan, pero últimamente las cosas han cambiado y hemos tenido un sano debate sobre cuáles políticas públicas son deseables respecto a la menstruación. Para algunos no debería existir ningún beneficio específico, para otros —en especial para las mujeres y las personas menstruantes— no solo está claro que debe haberlos sino que, además, deben ser sustanciales. Por lo pronto, en México ya hay una medida concreta: la eliminación del Impuesto al Valor Agregado (IVA) en los productos de gestión menstrual.
Recientemente, se aprobó una reforma para que el IVA no se aplique a este tipo de productos (como toallas sanitarias, tampones, copas, etc.): desde inicios de este año, en estos casos, el IVA es de 0%. El argumento para que no causen impuesto hace referencia directamente a la discriminación, es decir: no se puede poner un impuesto que perjudica por razones biológicas a un grupo de personas, más aún si ese impuesto afecta especialmente a quienes viven en situación de pobreza y se les hace imposible comprar alimentos o medicinas porque deben adquirir un producto de primera necesidad, como los que se usan para gestionar la menstruación. En otras palabras, este tipo de productos son necesarios y equivalentes a los alimentos no procesados y los medicamentos.
Uno esperaría que al quitar el IVA de los productos para la gestión menstrual, estos fueran más baratos, pero ¿realmente es así? Los economistas solemos estudiar qué tanto se trasladan los cambios en los impuestos a los precios que finalmente pagan los consumidores —por ejemplo, ponérselos a las bebidas azucaradas resultó en que los precios finales fueron aún mayores que los impuestos—. Por eso no está claro que eliminar el IVA ahora, en este caso, haga que los precios finales bajen, en beneficio de la población que debe adquirirlos.
Por ello, me di a la tarea de investigar —de forma preliminar para esta columna— qué tanto han cambiado los precios de los productos para la menstruación. Con los datos del Índice Nacional de Precios al Consumidor (INPC) que publica el Inegi se puede estudiar la evolución de precios específicos; afortunadamente, el Inegi también mide cómo han cambiado los precios de las toallas sanitarias. Sin embargo, para saber qué habría pasado sin el IVA, se necesita un grupo de comparación. Por simplicidad, restrinjo la comparación a tres grupos: todos los productos del INPC, el precio del índice de salud (que incluye medicamentos y servicios médicos) y el precio de los pañales, que quizá sean el producto más cercano a las toallas sanitarias que mide el INPC.
La siguiente gráfica muestra la inflación anual (en una comparación del mismo mes con el año anterior) para cada uno de estos tres grupos desde enero de 2020 hasta octubre de 2022. La inflación de todos los productos, antes de la implementación del 0% de IVA en 2022, era relativamente similar: estuvo entre el 2% y el 6%. Pero sí hubo un cambio claro en la tendencia al inicio de 2022: en el caso de las toallas sanitarias, la inflación anual se redujo a 0%, es decir, el precio durante la mayor parte de 2022 fue muy similar al precio observado en 2021.
Ahora bien, ¿eso significa que la eliminación del IVA se trasladó al precio final, haciendo que este bajara? Al eliminarse este impuesto, los precios deberían haber disminuido en alrededor del 14% (basta con dividir el precio entre 1.16, que es lo que ya no se cobra de impuesto). Si solo se hubiera quitado el IVA y todas las demás condiciones se hubieran mantenido, los precios de las toallas sanitarias deberían haber bajado en ese porcentaje. Sin embargo, no todo se ha mantenido igual porque la economía de México ha enfrentado diversos choques macroeconómicos. Por lo tanto, es necesario comparar lo que habría pasado con el precio de las toallas sanitarias si el IVA no se hubiera eliminado, pero considerando que sí recibiera los choques que sufrió el resto de la economía mexicana.
Eso implica utilizar un grupo de comparación. Como se observa en la gráfica anterior, la inflación general de la economía está en 8% y la inflación relativa a la salud, en 6%. Si comparamos la evolución de la inflación en las toallas sanitarias con esos otros productos, podríamos decir que la disminución en el precio de las toallas sanitarias apenas fue de entre 6% y 8%. Al comparar con la inflación en pañales, pareciera que las toallas sanitarias sí redujeron su precio en alrededor del 13%, algo muy cercano a lo que esperaríamos.
Por lo tanto, la evidencia anterior indica que sí se trasladó la eliminación del IVA al precio final de las toallas sanitarias, aunque es incierto si el traslado fue total o parcial. Conocer la magnitud de ese traslado es importantísimo. Si el traslado solamente es parcial, entonces los vendedores han aprovechado el cambio para cobrar un poco más que antes. Así, el beneficio para las consumidoras no sería total y tampoco se cumpliría el objetivo completo que busca la reforma. Esto también es importante porque la eliminación del IVA supone un costo en lo que se deja de recaudar mediante los productos para la menstruación; al respecto, la Secretaría de Hacienda y Crédito Público calcula que no se están recaudando 5,292 millones de pesos debido a este cambio fiscal. Sin embargo, esto aún no se sabe con certeza.
Mientras tanto, Escocia ya es el primer país que ofrece productos de gestión menstrual de forma gratuita. En México diversas entidades federativas han empezado con la gratuidad de estos productos, enfocados a grupos vulnerables y a niñas y adolescentes en las escuelas. Es cuestión de tiempo para que esta medida se acepte en todo el país.
En el mismo sentido, se ha discutido si las mujeres deben tener días de descanso pagados por síntomas asociados con la menstruación, como sucede en algunos países asiáticos. Para ponerlo en perspectiva, de acuerdo con un estudio reciente, las mujeres menstrúan alrededor de 2,535 días, aproximadamente siete años. Según la Primera Encuesta Nacional de Gestión Menstrual realizada en México, cerca del 33% de las mujeres tienen malestares (varios, fuertes o incapacitantes) por la menstruación. Darles licencias médicas para ausentarse del trabajo o de la escuela por este motivo supondría un gran beneficio para muchas. La propuesta abre un espacio importante para que la academia y la sociedad civil estudien qué mecanismos podrían usarse para financiar dichos descansos. La investigación sobre políticas públicas relacionadas con la menstruación, aunque apenas esté comenzando, puede cambiar, para bien, las vidas de millones de mujeres y personas menstruantes.
Hace poco se aprobó que los productos para la gestión menstrual no causaran IVA. Pero no siempre se cumple que los precios bajan al quitar los impuestos, pues los vendedores pueden aprovechar para mantenerlos altos y obtener más ganancias. ¿Qué sucedió con las toallas sanitarias?, ¿sí bajaron de precio cuando se eliminó el IVA?
Hace unos cuantos años era impensable discutir si las mujeres deben tener un trato especial cuando menstrúan, pero últimamente las cosas han cambiado y hemos tenido un sano debate sobre cuáles políticas públicas son deseables respecto a la menstruación. Para algunos no debería existir ningún beneficio específico, para otros —en especial para las mujeres y las personas menstruantes— no solo está claro que debe haberlos sino que, además, deben ser sustanciales. Por lo pronto, en México ya hay una medida concreta: la eliminación del Impuesto al Valor Agregado (IVA) en los productos de gestión menstrual.
Recientemente, se aprobó una reforma para que el IVA no se aplique a este tipo de productos (como toallas sanitarias, tampones, copas, etc.): desde inicios de este año, en estos casos, el IVA es de 0%. El argumento para que no causen impuesto hace referencia directamente a la discriminación, es decir: no se puede poner un impuesto que perjudica por razones biológicas a un grupo de personas, más aún si ese impuesto afecta especialmente a quienes viven en situación de pobreza y se les hace imposible comprar alimentos o medicinas porque deben adquirir un producto de primera necesidad, como los que se usan para gestionar la menstruación. En otras palabras, este tipo de productos son necesarios y equivalentes a los alimentos no procesados y los medicamentos.
Uno esperaría que al quitar el IVA de los productos para la gestión menstrual, estos fueran más baratos, pero ¿realmente es así? Los economistas solemos estudiar qué tanto se trasladan los cambios en los impuestos a los precios que finalmente pagan los consumidores —por ejemplo, ponérselos a las bebidas azucaradas resultó en que los precios finales fueron aún mayores que los impuestos—. Por eso no está claro que eliminar el IVA ahora, en este caso, haga que los precios finales bajen, en beneficio de la población que debe adquirirlos.
Por ello, me di a la tarea de investigar —de forma preliminar para esta columna— qué tanto han cambiado los precios de los productos para la menstruación. Con los datos del Índice Nacional de Precios al Consumidor (INPC) que publica el Inegi se puede estudiar la evolución de precios específicos; afortunadamente, el Inegi también mide cómo han cambiado los precios de las toallas sanitarias. Sin embargo, para saber qué habría pasado sin el IVA, se necesita un grupo de comparación. Por simplicidad, restrinjo la comparación a tres grupos: todos los productos del INPC, el precio del índice de salud (que incluye medicamentos y servicios médicos) y el precio de los pañales, que quizá sean el producto más cercano a las toallas sanitarias que mide el INPC.
La siguiente gráfica muestra la inflación anual (en una comparación del mismo mes con el año anterior) para cada uno de estos tres grupos desde enero de 2020 hasta octubre de 2022. La inflación de todos los productos, antes de la implementación del 0% de IVA en 2022, era relativamente similar: estuvo entre el 2% y el 6%. Pero sí hubo un cambio claro en la tendencia al inicio de 2022: en el caso de las toallas sanitarias, la inflación anual se redujo a 0%, es decir, el precio durante la mayor parte de 2022 fue muy similar al precio observado en 2021.
Ahora bien, ¿eso significa que la eliminación del IVA se trasladó al precio final, haciendo que este bajara? Al eliminarse este impuesto, los precios deberían haber disminuido en alrededor del 14% (basta con dividir el precio entre 1.16, que es lo que ya no se cobra de impuesto). Si solo se hubiera quitado el IVA y todas las demás condiciones se hubieran mantenido, los precios de las toallas sanitarias deberían haber bajado en ese porcentaje. Sin embargo, no todo se ha mantenido igual porque la economía de México ha enfrentado diversos choques macroeconómicos. Por lo tanto, es necesario comparar lo que habría pasado con el precio de las toallas sanitarias si el IVA no se hubiera eliminado, pero considerando que sí recibiera los choques que sufrió el resto de la economía mexicana.
Eso implica utilizar un grupo de comparación. Como se observa en la gráfica anterior, la inflación general de la economía está en 8% y la inflación relativa a la salud, en 6%. Si comparamos la evolución de la inflación en las toallas sanitarias con esos otros productos, podríamos decir que la disminución en el precio de las toallas sanitarias apenas fue de entre 6% y 8%. Al comparar con la inflación en pañales, pareciera que las toallas sanitarias sí redujeron su precio en alrededor del 13%, algo muy cercano a lo que esperaríamos.
Por lo tanto, la evidencia anterior indica que sí se trasladó la eliminación del IVA al precio final de las toallas sanitarias, aunque es incierto si el traslado fue total o parcial. Conocer la magnitud de ese traslado es importantísimo. Si el traslado solamente es parcial, entonces los vendedores han aprovechado el cambio para cobrar un poco más que antes. Así, el beneficio para las consumidoras no sería total y tampoco se cumpliría el objetivo completo que busca la reforma. Esto también es importante porque la eliminación del IVA supone un costo en lo que se deja de recaudar mediante los productos para la menstruación; al respecto, la Secretaría de Hacienda y Crédito Público calcula que no se están recaudando 5,292 millones de pesos debido a este cambio fiscal. Sin embargo, esto aún no se sabe con certeza.
Mientras tanto, Escocia ya es el primer país que ofrece productos de gestión menstrual de forma gratuita. En México diversas entidades federativas han empezado con la gratuidad de estos productos, enfocados a grupos vulnerables y a niñas y adolescentes en las escuelas. Es cuestión de tiempo para que esta medida se acepte en todo el país.
En el mismo sentido, se ha discutido si las mujeres deben tener días de descanso pagados por síntomas asociados con la menstruación, como sucede en algunos países asiáticos. Para ponerlo en perspectiva, de acuerdo con un estudio reciente, las mujeres menstrúan alrededor de 2,535 días, aproximadamente siete años. Según la Primera Encuesta Nacional de Gestión Menstrual realizada en México, cerca del 33% de las mujeres tienen malestares (varios, fuertes o incapacitantes) por la menstruación. Darles licencias médicas para ausentarse del trabajo o de la escuela por este motivo supondría un gran beneficio para muchas. La propuesta abre un espacio importante para que la academia y la sociedad civil estudien qué mecanismos podrían usarse para financiar dichos descansos. La investigación sobre políticas públicas relacionadas con la menstruación, aunque apenas esté comenzando, puede cambiar, para bien, las vidas de millones de mujeres y personas menstruantes.
Hace poco se aprobó que los productos para la gestión menstrual no causaran IVA. Pero no siempre se cumple que los precios bajan al quitar los impuestos, pues los vendedores pueden aprovechar para mantenerlos altos y obtener más ganancias. ¿Qué sucedió con las toallas sanitarias?, ¿sí bajaron de precio cuando se eliminó el IVA?
Hace unos cuantos años era impensable discutir si las mujeres deben tener un trato especial cuando menstrúan, pero últimamente las cosas han cambiado y hemos tenido un sano debate sobre cuáles políticas públicas son deseables respecto a la menstruación. Para algunos no debería existir ningún beneficio específico, para otros —en especial para las mujeres y las personas menstruantes— no solo está claro que debe haberlos sino que, además, deben ser sustanciales. Por lo pronto, en México ya hay una medida concreta: la eliminación del Impuesto al Valor Agregado (IVA) en los productos de gestión menstrual.
Recientemente, se aprobó una reforma para que el IVA no se aplique a este tipo de productos (como toallas sanitarias, tampones, copas, etc.): desde inicios de este año, en estos casos, el IVA es de 0%. El argumento para que no causen impuesto hace referencia directamente a la discriminación, es decir: no se puede poner un impuesto que perjudica por razones biológicas a un grupo de personas, más aún si ese impuesto afecta especialmente a quienes viven en situación de pobreza y se les hace imposible comprar alimentos o medicinas porque deben adquirir un producto de primera necesidad, como los que se usan para gestionar la menstruación. En otras palabras, este tipo de productos son necesarios y equivalentes a los alimentos no procesados y los medicamentos.
Uno esperaría que al quitar el IVA de los productos para la gestión menstrual, estos fueran más baratos, pero ¿realmente es así? Los economistas solemos estudiar qué tanto se trasladan los cambios en los impuestos a los precios que finalmente pagan los consumidores —por ejemplo, ponérselos a las bebidas azucaradas resultó en que los precios finales fueron aún mayores que los impuestos—. Por eso no está claro que eliminar el IVA ahora, en este caso, haga que los precios finales bajen, en beneficio de la población que debe adquirirlos.
Por ello, me di a la tarea de investigar —de forma preliminar para esta columna— qué tanto han cambiado los precios de los productos para la menstruación. Con los datos del Índice Nacional de Precios al Consumidor (INPC) que publica el Inegi se puede estudiar la evolución de precios específicos; afortunadamente, el Inegi también mide cómo han cambiado los precios de las toallas sanitarias. Sin embargo, para saber qué habría pasado sin el IVA, se necesita un grupo de comparación. Por simplicidad, restrinjo la comparación a tres grupos: todos los productos del INPC, el precio del índice de salud (que incluye medicamentos y servicios médicos) y el precio de los pañales, que quizá sean el producto más cercano a las toallas sanitarias que mide el INPC.
La siguiente gráfica muestra la inflación anual (en una comparación del mismo mes con el año anterior) para cada uno de estos tres grupos desde enero de 2020 hasta octubre de 2022. La inflación de todos los productos, antes de la implementación del 0% de IVA en 2022, era relativamente similar: estuvo entre el 2% y el 6%. Pero sí hubo un cambio claro en la tendencia al inicio de 2022: en el caso de las toallas sanitarias, la inflación anual se redujo a 0%, es decir, el precio durante la mayor parte de 2022 fue muy similar al precio observado en 2021.
Ahora bien, ¿eso significa que la eliminación del IVA se trasladó al precio final, haciendo que este bajara? Al eliminarse este impuesto, los precios deberían haber disminuido en alrededor del 14% (basta con dividir el precio entre 1.16, que es lo que ya no se cobra de impuesto). Si solo se hubiera quitado el IVA y todas las demás condiciones se hubieran mantenido, los precios de las toallas sanitarias deberían haber bajado en ese porcentaje. Sin embargo, no todo se ha mantenido igual porque la economía de México ha enfrentado diversos choques macroeconómicos. Por lo tanto, es necesario comparar lo que habría pasado con el precio de las toallas sanitarias si el IVA no se hubiera eliminado, pero considerando que sí recibiera los choques que sufrió el resto de la economía mexicana.
Eso implica utilizar un grupo de comparación. Como se observa en la gráfica anterior, la inflación general de la economía está en 8% y la inflación relativa a la salud, en 6%. Si comparamos la evolución de la inflación en las toallas sanitarias con esos otros productos, podríamos decir que la disminución en el precio de las toallas sanitarias apenas fue de entre 6% y 8%. Al comparar con la inflación en pañales, pareciera que las toallas sanitarias sí redujeron su precio en alrededor del 13%, algo muy cercano a lo que esperaríamos.
Por lo tanto, la evidencia anterior indica que sí se trasladó la eliminación del IVA al precio final de las toallas sanitarias, aunque es incierto si el traslado fue total o parcial. Conocer la magnitud de ese traslado es importantísimo. Si el traslado solamente es parcial, entonces los vendedores han aprovechado el cambio para cobrar un poco más que antes. Así, el beneficio para las consumidoras no sería total y tampoco se cumpliría el objetivo completo que busca la reforma. Esto también es importante porque la eliminación del IVA supone un costo en lo que se deja de recaudar mediante los productos para la menstruación; al respecto, la Secretaría de Hacienda y Crédito Público calcula que no se están recaudando 5,292 millones de pesos debido a este cambio fiscal. Sin embargo, esto aún no se sabe con certeza.
Mientras tanto, Escocia ya es el primer país que ofrece productos de gestión menstrual de forma gratuita. En México diversas entidades federativas han empezado con la gratuidad de estos productos, enfocados a grupos vulnerables y a niñas y adolescentes en las escuelas. Es cuestión de tiempo para que esta medida se acepte en todo el país.
En el mismo sentido, se ha discutido si las mujeres deben tener días de descanso pagados por síntomas asociados con la menstruación, como sucede en algunos países asiáticos. Para ponerlo en perspectiva, de acuerdo con un estudio reciente, las mujeres menstrúan alrededor de 2,535 días, aproximadamente siete años. Según la Primera Encuesta Nacional de Gestión Menstrual realizada en México, cerca del 33% de las mujeres tienen malestares (varios, fuertes o incapacitantes) por la menstruación. Darles licencias médicas para ausentarse del trabajo o de la escuela por este motivo supondría un gran beneficio para muchas. La propuesta abre un espacio importante para que la academia y la sociedad civil estudien qué mecanismos podrían usarse para financiar dichos descansos. La investigación sobre políticas públicas relacionadas con la menstruación, aunque apenas esté comenzando, puede cambiar, para bien, las vidas de millones de mujeres y personas menstruantes.
Hace poco se aprobó que los productos para la gestión menstrual no causaran IVA. Pero no siempre se cumple que los precios bajan al quitar los impuestos, pues los vendedores pueden aprovechar para mantenerlos altos y obtener más ganancias. ¿Qué sucedió con las toallas sanitarias?, ¿sí bajaron de precio cuando se eliminó el IVA?
Hace unos cuantos años era impensable discutir si las mujeres deben tener un trato especial cuando menstrúan, pero últimamente las cosas han cambiado y hemos tenido un sano debate sobre cuáles políticas públicas son deseables respecto a la menstruación. Para algunos no debería existir ningún beneficio específico, para otros —en especial para las mujeres y las personas menstruantes— no solo está claro que debe haberlos sino que, además, deben ser sustanciales. Por lo pronto, en México ya hay una medida concreta: la eliminación del Impuesto al Valor Agregado (IVA) en los productos de gestión menstrual.
Recientemente, se aprobó una reforma para que el IVA no se aplique a este tipo de productos (como toallas sanitarias, tampones, copas, etc.): desde inicios de este año, en estos casos, el IVA es de 0%. El argumento para que no causen impuesto hace referencia directamente a la discriminación, es decir: no se puede poner un impuesto que perjudica por razones biológicas a un grupo de personas, más aún si ese impuesto afecta especialmente a quienes viven en situación de pobreza y se les hace imposible comprar alimentos o medicinas porque deben adquirir un producto de primera necesidad, como los que se usan para gestionar la menstruación. En otras palabras, este tipo de productos son necesarios y equivalentes a los alimentos no procesados y los medicamentos.
Uno esperaría que al quitar el IVA de los productos para la gestión menstrual, estos fueran más baratos, pero ¿realmente es así? Los economistas solemos estudiar qué tanto se trasladan los cambios en los impuestos a los precios que finalmente pagan los consumidores —por ejemplo, ponérselos a las bebidas azucaradas resultó en que los precios finales fueron aún mayores que los impuestos—. Por eso no está claro que eliminar el IVA ahora, en este caso, haga que los precios finales bajen, en beneficio de la población que debe adquirirlos.
Por ello, me di a la tarea de investigar —de forma preliminar para esta columna— qué tanto han cambiado los precios de los productos para la menstruación. Con los datos del Índice Nacional de Precios al Consumidor (INPC) que publica el Inegi se puede estudiar la evolución de precios específicos; afortunadamente, el Inegi también mide cómo han cambiado los precios de las toallas sanitarias. Sin embargo, para saber qué habría pasado sin el IVA, se necesita un grupo de comparación. Por simplicidad, restrinjo la comparación a tres grupos: todos los productos del INPC, el precio del índice de salud (que incluye medicamentos y servicios médicos) y el precio de los pañales, que quizá sean el producto más cercano a las toallas sanitarias que mide el INPC.
La siguiente gráfica muestra la inflación anual (en una comparación del mismo mes con el año anterior) para cada uno de estos tres grupos desde enero de 2020 hasta octubre de 2022. La inflación de todos los productos, antes de la implementación del 0% de IVA en 2022, era relativamente similar: estuvo entre el 2% y el 6%. Pero sí hubo un cambio claro en la tendencia al inicio de 2022: en el caso de las toallas sanitarias, la inflación anual se redujo a 0%, es decir, el precio durante la mayor parte de 2022 fue muy similar al precio observado en 2021.
Ahora bien, ¿eso significa que la eliminación del IVA se trasladó al precio final, haciendo que este bajara? Al eliminarse este impuesto, los precios deberían haber disminuido en alrededor del 14% (basta con dividir el precio entre 1.16, que es lo que ya no se cobra de impuesto). Si solo se hubiera quitado el IVA y todas las demás condiciones se hubieran mantenido, los precios de las toallas sanitarias deberían haber bajado en ese porcentaje. Sin embargo, no todo se ha mantenido igual porque la economía de México ha enfrentado diversos choques macroeconómicos. Por lo tanto, es necesario comparar lo que habría pasado con el precio de las toallas sanitarias si el IVA no se hubiera eliminado, pero considerando que sí recibiera los choques que sufrió el resto de la economía mexicana.
Eso implica utilizar un grupo de comparación. Como se observa en la gráfica anterior, la inflación general de la economía está en 8% y la inflación relativa a la salud, en 6%. Si comparamos la evolución de la inflación en las toallas sanitarias con esos otros productos, podríamos decir que la disminución en el precio de las toallas sanitarias apenas fue de entre 6% y 8%. Al comparar con la inflación en pañales, pareciera que las toallas sanitarias sí redujeron su precio en alrededor del 13%, algo muy cercano a lo que esperaríamos.
Por lo tanto, la evidencia anterior indica que sí se trasladó la eliminación del IVA al precio final de las toallas sanitarias, aunque es incierto si el traslado fue total o parcial. Conocer la magnitud de ese traslado es importantísimo. Si el traslado solamente es parcial, entonces los vendedores han aprovechado el cambio para cobrar un poco más que antes. Así, el beneficio para las consumidoras no sería total y tampoco se cumpliría el objetivo completo que busca la reforma. Esto también es importante porque la eliminación del IVA supone un costo en lo que se deja de recaudar mediante los productos para la menstruación; al respecto, la Secretaría de Hacienda y Crédito Público calcula que no se están recaudando 5,292 millones de pesos debido a este cambio fiscal. Sin embargo, esto aún no se sabe con certeza.
Mientras tanto, Escocia ya es el primer país que ofrece productos de gestión menstrual de forma gratuita. En México diversas entidades federativas han empezado con la gratuidad de estos productos, enfocados a grupos vulnerables y a niñas y adolescentes en las escuelas. Es cuestión de tiempo para que esta medida se acepte en todo el país.
En el mismo sentido, se ha discutido si las mujeres deben tener días de descanso pagados por síntomas asociados con la menstruación, como sucede en algunos países asiáticos. Para ponerlo en perspectiva, de acuerdo con un estudio reciente, las mujeres menstrúan alrededor de 2,535 días, aproximadamente siete años. Según la Primera Encuesta Nacional de Gestión Menstrual realizada en México, cerca del 33% de las mujeres tienen malestares (varios, fuertes o incapacitantes) por la menstruación. Darles licencias médicas para ausentarse del trabajo o de la escuela por este motivo supondría un gran beneficio para muchas. La propuesta abre un espacio importante para que la academia y la sociedad civil estudien qué mecanismos podrían usarse para financiar dichos descansos. La investigación sobre políticas públicas relacionadas con la menstruación, aunque apenas esté comenzando, puede cambiar, para bien, las vidas de millones de mujeres y personas menstruantes.
Hace poco se aprobó que los productos para la gestión menstrual no causaran IVA. Pero no siempre se cumple que los precios bajan al quitar los impuestos, pues los vendedores pueden aprovechar para mantenerlos altos y obtener más ganancias. ¿Qué sucedió con las toallas sanitarias?, ¿sí bajaron de precio cuando se eliminó el IVA?
Hace unos cuantos años era impensable discutir si las mujeres deben tener un trato especial cuando menstrúan, pero últimamente las cosas han cambiado y hemos tenido un sano debate sobre cuáles políticas públicas son deseables respecto a la menstruación. Para algunos no debería existir ningún beneficio específico, para otros —en especial para las mujeres y las personas menstruantes— no solo está claro que debe haberlos sino que, además, deben ser sustanciales. Por lo pronto, en México ya hay una medida concreta: la eliminación del Impuesto al Valor Agregado (IVA) en los productos de gestión menstrual.
Recientemente, se aprobó una reforma para que el IVA no se aplique a este tipo de productos (como toallas sanitarias, tampones, copas, etc.): desde inicios de este año, en estos casos, el IVA es de 0%. El argumento para que no causen impuesto hace referencia directamente a la discriminación, es decir: no se puede poner un impuesto que perjudica por razones biológicas a un grupo de personas, más aún si ese impuesto afecta especialmente a quienes viven en situación de pobreza y se les hace imposible comprar alimentos o medicinas porque deben adquirir un producto de primera necesidad, como los que se usan para gestionar la menstruación. En otras palabras, este tipo de productos son necesarios y equivalentes a los alimentos no procesados y los medicamentos.
Uno esperaría que al quitar el IVA de los productos para la gestión menstrual, estos fueran más baratos, pero ¿realmente es así? Los economistas solemos estudiar qué tanto se trasladan los cambios en los impuestos a los precios que finalmente pagan los consumidores —por ejemplo, ponérselos a las bebidas azucaradas resultó en que los precios finales fueron aún mayores que los impuestos—. Por eso no está claro que eliminar el IVA ahora, en este caso, haga que los precios finales bajen, en beneficio de la población que debe adquirirlos.
Por ello, me di a la tarea de investigar —de forma preliminar para esta columna— qué tanto han cambiado los precios de los productos para la menstruación. Con los datos del Índice Nacional de Precios al Consumidor (INPC) que publica el Inegi se puede estudiar la evolución de precios específicos; afortunadamente, el Inegi también mide cómo han cambiado los precios de las toallas sanitarias. Sin embargo, para saber qué habría pasado sin el IVA, se necesita un grupo de comparación. Por simplicidad, restrinjo la comparación a tres grupos: todos los productos del INPC, el precio del índice de salud (que incluye medicamentos y servicios médicos) y el precio de los pañales, que quizá sean el producto más cercano a las toallas sanitarias que mide el INPC.
La siguiente gráfica muestra la inflación anual (en una comparación del mismo mes con el año anterior) para cada uno de estos tres grupos desde enero de 2020 hasta octubre de 2022. La inflación de todos los productos, antes de la implementación del 0% de IVA en 2022, era relativamente similar: estuvo entre el 2% y el 6%. Pero sí hubo un cambio claro en la tendencia al inicio de 2022: en el caso de las toallas sanitarias, la inflación anual se redujo a 0%, es decir, el precio durante la mayor parte de 2022 fue muy similar al precio observado en 2021.
Ahora bien, ¿eso significa que la eliminación del IVA se trasladó al precio final, haciendo que este bajara? Al eliminarse este impuesto, los precios deberían haber disminuido en alrededor del 14% (basta con dividir el precio entre 1.16, que es lo que ya no se cobra de impuesto). Si solo se hubiera quitado el IVA y todas las demás condiciones se hubieran mantenido, los precios de las toallas sanitarias deberían haber bajado en ese porcentaje. Sin embargo, no todo se ha mantenido igual porque la economía de México ha enfrentado diversos choques macroeconómicos. Por lo tanto, es necesario comparar lo que habría pasado con el precio de las toallas sanitarias si el IVA no se hubiera eliminado, pero considerando que sí recibiera los choques que sufrió el resto de la economía mexicana.
Eso implica utilizar un grupo de comparación. Como se observa en la gráfica anterior, la inflación general de la economía está en 8% y la inflación relativa a la salud, en 6%. Si comparamos la evolución de la inflación en las toallas sanitarias con esos otros productos, podríamos decir que la disminución en el precio de las toallas sanitarias apenas fue de entre 6% y 8%. Al comparar con la inflación en pañales, pareciera que las toallas sanitarias sí redujeron su precio en alrededor del 13%, algo muy cercano a lo que esperaríamos.
Por lo tanto, la evidencia anterior indica que sí se trasladó la eliminación del IVA al precio final de las toallas sanitarias, aunque es incierto si el traslado fue total o parcial. Conocer la magnitud de ese traslado es importantísimo. Si el traslado solamente es parcial, entonces los vendedores han aprovechado el cambio para cobrar un poco más que antes. Así, el beneficio para las consumidoras no sería total y tampoco se cumpliría el objetivo completo que busca la reforma. Esto también es importante porque la eliminación del IVA supone un costo en lo que se deja de recaudar mediante los productos para la menstruación; al respecto, la Secretaría de Hacienda y Crédito Público calcula que no se están recaudando 5,292 millones de pesos debido a este cambio fiscal. Sin embargo, esto aún no se sabe con certeza.
Mientras tanto, Escocia ya es el primer país que ofrece productos de gestión menstrual de forma gratuita. En México diversas entidades federativas han empezado con la gratuidad de estos productos, enfocados a grupos vulnerables y a niñas y adolescentes en las escuelas. Es cuestión de tiempo para que esta medida se acepte en todo el país.
En el mismo sentido, se ha discutido si las mujeres deben tener días de descanso pagados por síntomas asociados con la menstruación, como sucede en algunos países asiáticos. Para ponerlo en perspectiva, de acuerdo con un estudio reciente, las mujeres menstrúan alrededor de 2,535 días, aproximadamente siete años. Según la Primera Encuesta Nacional de Gestión Menstrual realizada en México, cerca del 33% de las mujeres tienen malestares (varios, fuertes o incapacitantes) por la menstruación. Darles licencias médicas para ausentarse del trabajo o de la escuela por este motivo supondría un gran beneficio para muchas. La propuesta abre un espacio importante para que la academia y la sociedad civil estudien qué mecanismos podrían usarse para financiar dichos descansos. La investigación sobre políticas públicas relacionadas con la menstruación, aunque apenas esté comenzando, puede cambiar, para bien, las vidas de millones de mujeres y personas menstruantes.
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